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26 de agosto de 2015

Finlandia piensa pagar un salario básico a todos (empleados y desempleados).

¿Qué opinarías si el presidente de tu país anunciara formalmente que a partir de hoy cada ciudadano -trabaje o no- recibirá una renta básica?

Esto que podría parecer un sueño, se puede materializar pronto en Finlandia, donde el gobierno evalúa implementar a corto plazo un proyecto piloto que establecería el pago de un salario básico para sus habitantes, sin importar su situación laboral.


Lea: Cómo la "economía modelo" de Finlandia acabó siendo la única en recesión en la eurozona además de Grecia

Aún se desconoce cuánto sería ese pago y quiénes podrían ser elegibles para recibirlo, pero el simple anunció despertó un obvio interés a nivel nacional sobre cómo funcionaría.
El planteamiento inicial fue formulado por el primer ministro del país, Juha Sipila: "En mi opinión, otorgar un pago básico simplifica el sistema de seguridad social", comentó.
El proyecto tiene entre su principal audiencia a los desempleados. En Finlandia, el desempleo alcanza el 10% de la fuerza laboral, es decir, unas 280.000 personas.

Con el indicador de desempleo en aumento, la medida ya cuenta con el respaldo de 4 de 5 finlandeses consultados.

A favor

"¿El pago de un salario básico para todos? Sí, estaría muy feliz de recibir US$1.100 cada mes", comentó un hombre desde un centro dedicado a la búsqueda de empleo en Pori, en la costa oeste del país.

No obstante se estima que el monto no esté ni cerca de esa cifra.


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Ingreso básico
  • No es necesario tener empleo
  • Será con independencia si existe algún ingreso de otras fuentes
  • Los ingresos adicionales estarán sujetos al impuesto sobre la renta
  • Finlandia lo implementará como programa piloto
  • La ciudad holandesa de Utrecht iniciará el programa en el mes de septiembre
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"Un pago mínimo estimularía a las personas a tener un trabajo temporal", indica Paivi Hietikko, quien trabaja en el centro de empleos.

Al mismo tiempo, resalta que "tener ese beneficio reducirá la burocracia existente en las agencias de empleo como esta".

Cambio fundamental

En Finlandia, las personas que trabajan obtienen menos beneficios sociales del Estado.
Quienes apoyan el pago básico para todos, también señalan que puede representar una alternativa para el complejo y costoso sistema de beneficios.

Mercado laboral en Finlandia

5,4 millones
de personas viven en Finlandia
2,4 millones tienen empleo
  • 10% de la fuerza laboral está desempleada
  • 22,7% el nivel de jóvenes sin empleo

Para Hietikko, esta propuesta debe tener en cuenta potenciales desventajas. "La gente joven puede perder su motivación a buscar empleo si tiene la posibilidad de recibir unos US$785 al mes".

No obstante, expertos consideran que todavía es muy temprano para establecer ese tipo de escenarios.

"¿El impacto del salario básico para todos tendrá un impacto positivo o negativo? Realmente no podemos predecir cómo reaccionará la gente ante esta medida", explica Ohto Kanninen, del centro de investigaciones Tank.
En el resto de Europa se han visto medidas similares. En Utrecht, Holanda, comenzará a estar vigente un pago mínimo para toda la población a partir de este septiembre.
Y en Reino Unido, el Partido Verde propuso una iniciativa parecida para todos los ciudadanos británicos durante el proceso electoral de meses atrás.

La igualdad como obstáculo

El primer ministro finlandés se mostró favorable a realizar una prueba en una zona específica del país, donde los participantes fueran seleccionados de diversas áreas residenciales.

Kanninen planteó poner a prueba la medida con 8.000 personas provenientes de grupos de bajos ingresos, estableciéndoles cuatro bandas de pago mensuales que variarían de US$445 a US$785.
"Si el resultado en el índice de empleo es catastrófico durante el experimento, la medida no será implementada a escala nacional", advirtió.
Lea tambien: Los países en los que más subió el salario mínimo

Frente a eso, uno de los principales obstáculos para este proyecto piloto es la Constitución de Finlandia, que establece que todos los ciudadanos son iguales.

Y una prueba en menor escala establecería una situación de desigualdad en la población.
Sin embargo, teniendo en cuenta lo que implica esta medida para la sociedad

finlandesa, la población pudiera mostrarse más flexible con el tema de la igualdad, a la espera de recibir la recompensa al final.

Fuente:

BBC 
 

19 de agosto de 2015

Suecia: Donde se organiza la jornada laboral ¡en función de la familia!

La cara del pequeño y rubísimo Tom es un poema. Su padre, Tobías Holmqvist, está a punto de cruzar la puerta de casa y de marcharse al trabajo. A sus dos años y medio, este acontecimiento cotidiano corre el riesgo de convertirse en drama en cuestión de segundos. Holmqvist se toma su tiempo y con suaves palabras evita el estallido. Al fin y al cabo, no tiene por qué agobiarse. Su jefe no le va a controlar si llega cinco minutos o media hora más tarde al trabajo. Porque el jefe de Holmqvist no le dice cuándo tiene que entrar ni salir. Ni si tiene que trabajar en la oficina o si puede hacerlo en su casa después de acostar a los niños. Le exige simplemente que haga bien su trabajo y que lo entregue a tiempo. De momento, Holmqvist cumple con los objetivos que le marca la empresa de tecnología espacial en la que trabaja. Esta forma de organizarse no es ninguna excepción en Suecia. Aquí, salir pronto de la oficina, la flexibilidad horaria y el teletrabajo son la norma.

Son las ocho de la mañana, y Holmqvist se dirige ya al metro que le llevará hasta su oficina, en la otra punta de Estocolmo. Hoy es un día especialmente caluroso. Por lo demás, se trata de un día cualquiera en la vida de un trabajador sueco cualquiera. La normalidad en la que habita Holmqvist es, sin embargo, marciana en muchos aspectos para el trabajador español medio, atrapado en la cultura del presencialismo, según la cual, cuantas más horas pasas en la oficina, mejor trabajador se supone que eres.



Aquí por el contrario, no se lleva quedarse a trabajar hasta tarde y mucho menos calentar la silla, estar para figurar. Es más, en Suecia, como en buena parte de los países europeos, quedarse en la oficina después de las cinco de la tarde está mal visto. Lejos de generar admiración, es síntoma inequívoco de ineficiencia y de falta de responsabilidad con la familia y con la sociedad. Porque aquí, criar a ciudadanos sanos es un deber cívico a la altura de pagar impuestos.

“Trabajo 40 horas a la semana y cuando tengo mucha carga de trabajo hasta 50, pero mi horario es completamente flexible. Si no tuviera esta libertad, no trabajaría aquí”, sentencia Holmqvist, que a sus 37 años dice no estar dispuesto a perderse una tarde con Tom y con Hugo –su segundo hijo de nueve semanas- por nada del mundo. Marie, su mujer, es reumatóloga y disfruta ahora de su permiso de maternidad.

Él calcula que pasa en la oficina unas 30 o 35 horas a la semana. El resto, lo hace desde casa. “Si tengo asuntos pendientes, trabajo por las noches. Pero si no, no hago nada”. Hay días que ni siquiera va a la oficina. “No me compensa ir y volver si no tengo alguna reunión”, explica este economista de clase media que, como tantos suecos, masca tabaco y es aficionado al fútbol. Los días que sí va, sale en torno a las cinco de la tarde.

El artículo completo en:

El País

17 de marzo de 2015

El síndrome de fatiga crónica sería un trastorno biológico

Después de décadas de investigación, los investigadores finalmente han descubierto cambios inmunes distintos que se producen durante el síndrome de fatiga crónica, lo que demuestra una vez por todas que es algo más que "agotamiento" o una condición psicológica. El estudio fue publicado en Science Advances.

En enero, se le cambió el nombre a “enfermedad de intolerancia sistémica al esfuerzo” y se realizó un listado de criterios para poder diagnosticar la enfermedad. En otros países, como Australia y el Reino Unido, la afección se conoce médicamente como encefalomielitis miálgica (ME). Pero a pesar de estas etiquetas clínicas, los científicos han luchado para encontrar los cambios biológicos asociados a la enfermedad.

Así que los investigadores de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia decidieron investigar. Analizaron el plasma sanguíneo de 298 pacientes con fatiga crónica, y la compararon con 348 controles sanos. Después de ajustar los niveles de estrés y las influencias del sistema inmunitario conocidas, como la edad y el sexo, el equipo encontró patrones específicos en 51 biomarcadores inmunológicos que están asociados con la enfermedad.


fatiga 2
Foto: ELBLOGDELASALUD


"Ahora tenemos pruebas que confirmen lo que millones de personas con esta enfermedad ya saben, que esta condición no es psicológica", dice Mady Hornig, autor del estudio, en un comunicado de prensa. "Nuestros resultados deben acelerar el proceso de establecer el diagnóstico, así como el descubrimiento de nuevas estrategias de tratamiento”.

Curiosamente, también encontraron que había patrones únicos en pacientes que habían tenido la condición por tres años o menos, lo que ayuda a comprender mejor las causas de la enfermedad. Estos primeros pacientes habían aumentado cantidades de moléculas inmunes llamadas citoquinas”.

"Este estudio ofrece lo que se nos ha escapado durante tanto tiempo: una evidencia inequívoca de la disfunción inmunológica en EM/SFC y biomarcadores de diagnóstico para la enfermedad", destaca el autor principal W. Ian Lipkin, también profesor de Epidemiología en la Escuela Mailman de Columbia. "La pregunta que estamos tratando de abordar en un proyecto paralelo del microbioma es qué desencadena esta disfunción", adelanta.

De hecho, ya hay fármacos que son conocidos para amortiguar el comportamiento de citoquinas en el mercado, lo que podría ser probado contra la fatiga crónica en el futuro. El equipo espera ahora a publicar los resultados de un segundo estudio que han estado haciendo, en el que también buscan la raíz de los cambios biológicos que produce la enfermedad.
Tomado de:

27 de marzo de 2014

Por qué no deberíamos trabajar más de seis horas

Christian Bronstein y Eric Winer nos comparten una investigación sobre los efectos que tiene la jornada laboral tipificada de 8 horas y desarrollan una alternativa para llevar una vida más sana y más productiva con jornadas de 6 horas de trabajo. 

“No aceptes lo habitual como cosa natural.  Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar.”
Bertolt Brecht

“La resignación es un suicidio cotidiano.”
Pindaro.

Aquellos de nosotros que acaso podemos considerarnos afortunados de tener acceso a un empleo dentro del contexto salvajemente competitivo, opresivo y desigual que nos impone el mercado, inmersos como estamos en medio de la vorágine social, los medios de comunicación alienantes y las urgencias de cada día, podemos olvidarnos con facilidad de nuestro lugar en la sociedad, no sólo como empleados y consumidores, sino como actores sociales productores de cambio y de progreso individual y colectivo, como auténticos co-creadores de nuestra realidad actual.

Parece que vivimos en una sociedad en donde impera el individualismo, la mezquindad, e incluso más gravemente, la adherencia pasiva, ingenua o inconsciente de la mayoría de los sujetos a la reproducción de una estructura social que, suponen, los excede, y que rara vez es evaluada de manera crítica. Una de los factores que contribuyen a esto es sin duda la absorción que implican las jornadas laborales actuales. Si se trabaja la mayor parte del día existe poco tiempo para pensar, poco tiempo para forjar un pensamiento crítico y para participar de manera transformadora y creativa en la construcción de nuestra sociedad. No parece haber tiempo más que para seguir alimentando este modo de funcionamiento del sistema. Pero este sistema está en crisis. No sólo a nivel económico, sino más profundamente, a nivel cultural. Y toda crisis demanda una transformación. Es momento de que todas las personas puedan enriquecer sus vidas y espíritus en vez de ser devoradas por la cotidianeidad del trabajo en donde las auténticas subjetividades están tan desvalorizadas.


En la mayoría de los países de Occidente se permite al empleador imponer jornadas laborales alienantes de no menos de 8 horas diarias o 48 horas semanales. ¿Puede una sociedad que aspire a una calidad de vida realmente saludable y plena de sus ciudadanos ser compatible con este contexto legal que suprime el derecho de todo ser humano pleno a volcar su actividad no solo en su vida laboral, sino también en su participación democrática y en su ámbito personal? Si con algo es coherente este actual contexto legal es con un modelo económico que contempla al ser humano como un mero engranaje de un sistema productivo, cuyo tiempo debe estar subordinado casi exclusivamente al trabajo y el consumo, beneficiando a quienes se encuentran en la pirámide del mercado.

Como señala el filosofo contemporáneo Antonio Fornés “Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos que vivimos en una sociedad superlibre… No tenemos tiempo de ver a los amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de estar con nuestros hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo de hacer el amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes, martes, miércoles, jueves…. La rutina engulle nuestra vida a cambio de algún capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de vacaciones, un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte el desayuno, pero ¿eso es vivir?…  ¿Abdicar de la vida para que tus hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi gato vive mejor.”  


Pero una cultura que ponga el valor de la vida por encima de los valores del mercado y la realización colectiva por encima de la competencia, debe contemplar al ser humano no sólo como trabajador y consumidor, sino también como individuo civil, como persona afectiva y como sujeto de realización personal e integración cultural, equilibrando su tiempo en tres instancias sociales imprescindibles: la personal, la civil y la productiva.

Como la historia ha demostrado, cada conquista de nuevos derechos laborales nos ha alejado poco a poco de los tiempos de la esclavitud declarada y ha dado lugar a sociedades relativamente menos injustas. Por ello, uno de los principales espacios sociales en donde pueden reflejarse y concretizarse los valores de una nueva cultura es el del derecho laboral. Debemos concientizarnos de la necesidad de reivindicar y defender nuestro derecho a la libertad humana frente a la jornada laboral, como una de las formas más claras de esclavización cotidiana. Reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias (o 30 horas semanales) sin aplicar reducción salarial, es una propuesta realista y concretable que significaría un progreso social y cultural de no menores proporciones, repercutiendo en la calidad de vida de todo el pueblo. Es claro que esta propuesta, en principio, no reduciría la injusta distribución del ingreso imperante en nuestra sociedad capitalista (que debería constituir una preocupación paralela), pero sí sería un modo concreto de apropiarse a gran escala de la riqueza productiva –hablamos de reducir la jornada sin aplicar reducciones salariales-, ya que se traduciría en un incremento del valor hora para todos los trabajadores. 

En algunos países de Latinoamérica como Venezuela, Uruguay y Argentina, afortunadamente, se han comenzado a debatir proyectos de ley que podría hacer realizable esta idea.

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