Después de décadas de investigación, los investigadores finalmente han descubierto cambios inmunes distintos que se producen durante el síndrome de fatiga crónica, lo que demuestra una vez por todas que es algo más que "agotamiento" o una condición psicológica. El estudio fue publicado en Science Advances.
En enero, se le cambió el nombre a “enfermedad de intolerancia sistémica al esfuerzo” y se realizó un listado de criterios para poder diagnosticar la enfermedad. En otros países, como Australia y el Reino Unido, la afección se conoce médicamente como encefalomielitis miálgica (ME). Pero a pesar de estas etiquetas clínicas, los científicos han luchado para encontrar los cambios biológicos asociados a la enfermedad.
Así que los investigadores de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia decidieron investigar. Analizaron el plasma sanguíneo de 298 pacientes con fatiga crónica, y la compararon con 348 controles sanos. Después de ajustar los niveles de estrés y las influencias del sistema inmunitario conocidas, como la edad y el sexo, el equipo encontró patrones específicos en 51 biomarcadores inmunológicos que están asociados con la enfermedad.
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"Ahora tenemos pruebas que confirmen lo que millones de personas con esta enfermedad ya saben, que esta condición no es psicológica", dice Mady Hornig, autor del estudio, en un comunicado de prensa. "Nuestros resultados deben acelerar el proceso de establecer el diagnóstico, así como el descubrimiento de nuevas estrategias de tratamiento”.
Curiosamente, también encontraron que había patrones únicos en pacientes que habían tenido la condición por tres años o menos, lo que ayuda a comprender mejor las causas de la enfermedad. Estos primeros pacientes habían aumentado cantidades de moléculas inmunes llamadas citoquinas”.
"Este estudio ofrece lo que se nos ha escapado durante tanto tiempo: una evidencia inequívoca de la disfunción inmunológica en EM/SFC y biomarcadores de diagnóstico para la enfermedad", destaca el autor principal W. Ian Lipkin, también profesor de Epidemiología en la Escuela Mailman de Columbia. "La pregunta que estamos tratando de abordar en un proyecto paralelo del microbioma es qué desencadena esta disfunción", adelanta.
De hecho, ya hay fármacos que son conocidos para amortiguar el comportamiento de citoquinas en el mercado, lo que podría ser probado contra la fatiga crónica en el futuro. El equipo espera ahora a publicar los resultados de un segundo estudio que han estado haciendo, en el que también buscan la raíz de los cambios biológicos que produce la enfermedad.
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