El palacete del premio Nobel, troceado en apartamentos de lujo a la venta en una web inmobiliaria, es el símbolo del desinterés de España por el genio de la ciencia.
Placa fotográfica tomada por Cajal en la Puerta del Sol de Madrid
Cajal, nacido en 1852 en la aldea navarra de Petilla de Aragón, llegó
a la capital en 1892, tras ganar la cátedra de Histología de la
Universidad Central, germen de la actual Complutense. En Madrid se lanzó
a explorar “la fina anatomía del cerebro humano, con razón considerado
como la obra maestra de la vida”. Para ello necesitaba “piezas nerviosas
fresquísimas, casi palpitantes”, pero la ley no permitía diseccionar
los cadáveres hasta 24 horas después de la muerte. “Mas por aquellos
tiempos arredrábanme poco los obstáculos. Decidido a superarlos busqué
material para mis trabajos en la Inclusa y Casa de Maternidad, dominios
donde, por razones obvias, la tiranía de la ley y las preocupaciones de
las familias actúan muy laxamente”, reconoció en sus memorias, Recuerdos de mi vida, publicadas en 1917. Las monjas de la caridad, según relató, se convirtieron en sus
ayudantes en las autopsias: “Puedo afirmar que durante una labor de dos
años dispuse libremente de cientos de fetos y de niños de diversas
edades, que disecaba dos o tres horas después de la muerte y hasta en
caliente”. Ante los ojos de Cajal, “el cerebro humano comenzaba a
balbucear algunos de sus secretos”. Descubrió y describió los tipos
neuronales de cada región cerebral, su “urdimbre específica y
absolutamente inconfundible”. Durante siglos, el cerebro había sido
considerado una masa uniforme. Hasta que llegó Cajal. El investigador se había criado entre labradores analfabetos
en los campos de Aragón, había estudiado Medicina en Zaragoza y había
dado clase en las universidades de Valencia y Barcelona, pero, a sus 40
años, Cajal se enamoró de su nuevo hogar. “Madrid es ciudad
peligrosísima para el provinciano laborioso y ávido de ensanchar los
horizontes de su inteligencia”, escribió en sus memorias.
“La facilidad y agrado del trato social, la abundancia del talento, el
atractivo de las sociedades, cenáculos y tertulias, donde ofician de
continuo los grandes prestigios de la política, de la literatura y del
arte; los variados espectáculos teatrales y otras mil distracciones
seducen y cautivan al forastero, que se encuentra de repente como
desimantado y aturdido”. El artículo completo en: El País (España)
Halloween es una fiesta de origen pagano que se celebra la noche del 31 de octubre, víspera del Día de Todos los Santos, y que tiene sus raíces en el antiguo festival celta conocido como Samhain
(pronunciado "sow-in"), que significa "fin del verano" y se celebraba
al finalizar de la temporada de cosechas en Irlanda para dar comienzo al
"año nuevo celta", coincidiendo con el solsticio de otoño.
Durante
esa noche se creía que los espíritus de los difuntos caminaban entre
los vivos, y se realizaban fiestas y ritos sagrados que incluían la
comunicación con los muertos. Además, era habitual colocar una vela
encendida en las ventanas para que los muertos "encontrasen su camino". Fuente:
Los familiares y amigos de las víctimas del accidente del vuelo de la compañía GermanWings están pasando por la peor pesadilla de sus vidas. Muchos de ellos puede que ni siquiera hayan aceptado el hecho y aún estén esperando a que milagrosamente, su hijo o su hermano, aparezcan por la puerta para poder darles un abrazo.
Las consecuencias neurofiosiológicas para el ser humano cuando pierde a alguien con quien mantiene una relación estrecha o posee lazos afectivos varía de una persona a otra. Pero en general podemos hablar de síntomas asociados a la depresión, la ansiedad o la desmotivación, entre otros muchos más.
¿Y nuestros primos los grandes simios? ¿Cómo viven reaccionan ellos ante la muerte? El primatólogo Toshida Nishida ha escrito sobre varios de estos casos acontecidos en chimpancés en la selva de Mahale (Tanzania) con resultados muy interesantes. Las crías de esta especie son cargadas por sus madres durante semanas, e incluso meses si sucede durante la época seca, ya que los cuerpos se momifican, algo que no puede ocurrir en la época de lluvias porque se descomponen rápidamente por la humedad.
Un hecho del que deducimos el lazo que une a las madres de chimpancés con sus crías es que los recién nacidos muertos son cargados por las madres durante una semana, pero si tienen entre uno y tres años, la carga se prolonga más tiempo debido a que el apego es mayor. A muchos humanos les ocurre igual. Sufren mucho si pierden a un recién nacido pero aún más si su hijo o hija tiene 10 años. A esta edad existe toda una serie de recuerdos y experiencias compartidas que unen aún más a las personas.
Por el contrario, los macacos dejan antes a los mayores que a los recién nacidos. Se debe a que la decisión para dejarlos proviene de instintos diferentes. "La madre de un macaco toma la decisión en base al peso del infante muerto, mientras que la madre de un chimpancé la toma dependiendo del grado de afectividad desarrollado", concluye Nishida.
Pero los grandes simios tampoco somos únicos que sufren por la muerte. En el año 2003, en una reserva africana, una elefanta hembra llamada Eleanor mostraba signos de estar en mal estado. Su trompa se caía, un colmillo estaba roto y no podía sostenerse por sus propios medios. Los elefantes de su grupo habían tratado de ayudarla pero la pobre elefanta volvía a caer. De repente, un macho de otra manada de elefantes, Grace, el más fuerte de ellos, se acercó para echar una "mano". Con sus gigantes colmillos, trató de ponerla en pie pero sus patas estaban muy debilitadas y tampoco pudo ser. Eleanor se estaba muriendo y falleció pocas horas después.
El comportamiento que mostraron a continuación no difiere mucho del respeto que las personas mostramos por los fallecidos. Los elefantes cuidaron el cuerpo y se mantuvieron cerca durante días. Incluso elefantes que no eran de su grupo se aproximaron para tocar con sumo cuidado el cadáver, especialmente los pies y los colmillos, como si "mostraran sus respetos" a la fallecida. Esto ocurrió incluso después de que el cadáver hubiera sido mordisqueado por hienas, buitres y otros animales carroñeros de la sabana.
Los casos de elefantes son más conocidos desde hace décadas, pero los duelos que suceden bajo los océanos entre los cetáceos eran ignorados hasta hace poco. En el año 2000, una hembra de delfín muerta fue avistada por los guardacostas de la isla de Mikura (Japón). Cuando los buceadores trataron de sacar el cuerpo, aparecieron otros delfines que se lo impidieron. Dos machos adultos estuvieron durante días turnándose para estar siempre junto al cuerpo. Hacían guardia para no permitir que retiraran el cadáver. Unos investigadores regresaron al día después y tampoco lo consiguieron porque los mismos machos seguían haciendo guardia.
En Canarias, se dio noticia de un caso similar en el año 2003. Un grupo de delfines rodeaba el cuerpo muerto de un pequeño delfín de apenas unos meses de edad. Los observadores se dieron cuenta de que incluso cuando el cuerpo ya estaba descompuesto, seguían cuidándolo. Cualquier ave que se acercaba era expulsada por los delfines inmediatamente.
Puede que el dolor de una madre humana no sea idéntico al de una madre de un delfín. Eso nunca lo sabremos, pero sí podemos detectar comportamientos muy similares que nos hacen pensar que también están pasando por momentos difíciles. En lo que todos estamos de acuerdo es que la muerte es uno de los momentos más dolorosos de nuestras vidas, y por lo que descubrimos cada año, para otras especies cercanas puede que también.
Algunos creen en la reencarnación, otros en la resurrección del alma y están los convencidos de que la vida se acaba aquí en la Tierra, con la última respiración.
Pero creencias a un lado, ¿sabes qué le pasa exactamente al cuerpo cuando nuestro corazón deja definitivamente de latir?
BBC Mundo te lo cuenta. Pero antes, una serie de indicaciones breves para comprobar que una persona ya ha fallecido.
Para certificar que alguien está muerto, hay que escuchar durante un minuto si su corazón está latiendo y tomarle el pulso también por un minuto, explica Clare Gerada, médica del Colegio Real de Médicos Generales de Reino Unido.
Hay que asegurarse de que no esté respirando y revisar las pupilas con una linterna para comprobar que no responden al estímulo de la luz.
"Si todavía tienes dudas", añade, "puedes frotarle el esternón. Éste es un procedimiento doloroso: si la persona no está muerta, reaccionará en seguida", a causa del dolor.
Rigor mortis
Como tu corazón deja de latir, tu sangre deja de circular, se espesa y se coagula. Al dejar de circular, comienza a acomodarse por el peso de la gravedad en un proceso conocido como livor mortis o lividez post mórtem.
Sin circulación, tu cuerpo comienza a perder temperatura y tus músculos se endurecen, en un proceso conocido como rigor mortis.
"Este proceso suele iniciarse después de 4 o 6 horas, primero en los músculos más pequeños como los de los párpados o la mandíbula, luego le sigue el cuello, y más tarde los músculos más grandes como los brazos o las piernas", le dice a BBC Mundo Carla Valentine, curadora técnica del Museo de Patología Barts de Londres.
"Esto dura entre 36 y 48 horas, dependiendo de una serie de circunstancias. El frío, por ejemplo, puede ralentizar el rigor mortis", explica Valentine.
"Pero si uno tiene fiebre cuando muere”, añade, "se acelera".
Al dejar de respirar, nuestras células ya no se nutren de oxígeno. Sin oxígeno, la mitocondria dentro de las células no puede producir adenosín trifosfato, conocido por sus siglas en inglés como ATP, una sustancia química que cumple una serie de funciones celulares, como explica un video educativo de la Sociedad Química de Estados Unidos.
Y, si tus células no pueden producir ATP, dejan de funcionar.
Una industria con tácticas terroristas que puede eliminar hasta 1.000 millones de personas este siglo. Así fue calificada la actividad empresarial de las tabacaleras en un foro de expertos sobre el cáncer el pasado fin de semana.
“Lo que vemos es una industria global que produce una mercancía letal, al menos para la mitad de la gente que la compra. Va a matar a 1.000 millones de personas este siglo si esta tendencia se mantiene", dijo John Seffrin, director de la asociación estadounidense American Cancer Society.
El experto resaltó en una entrevista al diario británico 'The Independent' que es posible evitar tal resultado “si obstaculizamos las tácticas terroristas de la industria tabacalera en la comercialización de sus mercancías a los niños”.
Los 100 expertos en el cáncer convocados en el balneario suizo de Lugano para el Foro Mundial de Oncología llamaron a los gobiernos a que hagan más esfuerzos para controlar a la industria tabacalera: mediante aumentar los precios de los cigarrillos, prohibir la publicidad del tabaco o imponer impuestos adicionales sobre las ganancias de las empresas tabacaleras transnacionales.
La adicción al tabaco representa cerca del 22% de las muertes de cáncer cada año, constándole la vida a 1,7 millones de personas. Casi un millón muere por cáncer de pulmón. Sin embargo, la cantidad de nuevos fumadores entre los jóvenes crece más rápido que el número de los que dejan de fumar.
Según los cálculos de expertos, cada año el número de nuevos fumadores se incrementa en unos 30 millones.
Desde tiempos inmemorables, la humanidad ha soñado con la inmortalidad. ¿Será el desarrollo tecnológico actual lo que finalmente le brindará la oportunidad de hacer este sueño una realidad?
A lo largo de la historia, los avances científicos han permitido a la humanidad encontrar respuestas a problemas que anteriormente parecían no tener solución. ¿Ocurrirá lo mismo con la idea de conseguir una vida eterna? Según la revista 'The Village', existen seis maneras de cómo se podría, en teoría, alcanzar ese objetivo en el futuro.
La criónica, queconsiste en congelar el cuerpo y el cerebro de una persona con la esperanza de poder 'resucitarlo' en el futuro es la opción más popular para los que se preparan para una vida eterna. A pesar de que las tecnologías que permitirían volver a la vida a un paciente criogenizado aún no existen, tan sólo en EE.UU. hay 143 compañías que se especializan en este campo, y el volumen del mercado se evalúa en 1.000 millones de dólares.
Otra manera de preservar el cerebro humano es a través de su digitalización, tarea a la que se dedica un gran número de investigadores. Por ejemplo, la compañía IBM, en conjunto con la Escuela Politécnica Federal de Lausana, estudian la posibilidad de la simulación por ordenador del neocórtex, la parte del cerebro responsable del pensamiento consciente. Los científicos están seguros de que al conseguirlo, podrán crear un intelecto artificial.
Hoy en díalas tecnologías ya permiten cultivar órganos artificiales e incluso crearlos a través de la impresión 3D, aunque por el momento los científicos no han conseguido que este tipo de tejidos funcione de forma segura y durante mucho tiempo.
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4. Nanorrobótica
Futurólogos aseguran que las nanotecnologías podrían hacer a los humanos inmortales para 2040. El inventor Ray Kurzweil asegura que en un futuro no tan lejano unos robots microscópicos podrán moverse a través del cuerpo humano reparando órganos dañados y erradicando enfermedades.
5. Ingeniería genética
La genética se está desarrollando y los médicos y científicos continúan descubriendo nuevos genes responsables de distintas enfermedades. Se espera que en el futuro será posible reconstruir el genoma de tal forma que permitirá liberar la humanidad de muchas enfermedades graves.
A pesar de que a primera vista, la creencia en la reencarnación no parece un método científico para alcanzar la inmortalidad, sociólogos y psicólogos abordan este asunto desde un punto de vista diferente. Utilizan el término "inteligencia colectiva" y estudian el proceso de acumulación y transmisión de conocimiento social que tiene como resultado el hecho de que el coeficiente intelectual de la humanidad está creciendo. Científicos proponen ver a la humanidad como un organismo, en el que las células, que serían las personas, pueden morir, no obstante, el organismo vivirá eternamente y seguirá desarrollándose.
Cristo no murió por un solo motivo, sino por diez causas diferentes según explica la ciencia. Enterate en esta nota y sorprendete.
Después de sufrir la flagelación, el largo vía crucis y la dolorosa
crucifixión, Jesucristo murió de asfixia, insuficiencia cardiaca aguda y
finalmente un infarto al miocardio, pero si hubiera necesidad de
realizar una ficha o informe final de las causas clínicas de su
fallecimiento, serían al menos 10 los diferentes aspectos médicos que le
causaron la muerte.
Así lo expuso el doctor Jorge Fuentes Aguirre en una conferencia, de acuerdo a lo revelado por el blog Padre Biológico.Los
10 puntos que contemplaría la ficha completa serían, dijo Fuentes
Aguirre: síndrome de estrés agudo, hipertensión arterial de origen
sicosomático, anemia aguda por pérdida sanguínea, insuficiencia cardiaca
congestiva, insuficiencia respiratoria aguda, síndrome pleural con
derrame, shock por hipotensión, infarto al miocardio, ruptura de
ventrículo y muerte súbita.
Después de iniciar con una serie de
argumentos y explicaciones sobre las incongruencias jurídicas de la
crucifixión y de diferentes aspectos que vivió Jesús en sus últimas
horas, el médico expuso que clínicamente sí tiene explicación para el
hecho de que a Cristo le haya brotado agua de su costado, al momento de
recibir la lanzada por parte del gladiador.
Expuso que los
gladiadores estaban entrenados para dar la lanzada por el lado derecho y
atravesar así el corazón, porque dijo que con la mano izquierda
sostenían un escudo que los protegía y tenían tanta práctica por las
guerras como por los torneos, que eran muy certeros en sus lanzamientos,
y así lo fueron con Jesucristo, porque la herida fue sumamente
profunda, ya que “atravesó piel, tejido subcutáneo, músculos, pleura,
pulmón, pericardio y finalmente el corazón, y ahí empieza la explicación
del porqué le salió sangre y luego agua”.
“Le salió sangre
porque al romperse el corazón derrama sangre en el pericardio, se
acumula ahí y le brota, y agua porque Jesús estaba sufriendo
insuficiencia cardiaca congestiva, desde el momento del vía crucis, y
ello provoca un edema en el pulmón que produce agua dentro de la pleura,
y por eso salió agua”, dijo el ponente al describir el hecho
clínicamente.
“Podemos llegar a tres conclusiones sobre las
causas clínicas por las que murió Jesucristo: por asfixia, insuficiencia
cardiaca e infarto al miocardio, pero si hiciéramos una ficha completa
serían 10 esos causales que finalmente lo llevaron a la muerte”,
expresó.
Las 10 causas Síndrome de estrés agudo. Hipertensión arterial de origen sicosomático. Anemia aguda por pérdida sanguínea. Insuficiencia cardiaca congestiva. Insuficiencia respiratoria aguda. Síndrome pleural con derrame. Shock por hipotensión. Infarto al miocardio. Ruptura de ventrículo. Muerte súbita.
El forense cuenta lo que pudo experimentar Jesús desde un triple enfoque: forense, criminológico y judicial.
El forense José Cabrera ha descrito las
lesiones sufridas por Jesús de Nazaret desde el momento de su detención
hasta su muerte en la cruz, analizando la documentación de la época y
las improntas de la Sábana Santa, y ha recogido sus conclusiones en "CSI: Jesús de Nazaret. El crimen más injusto".
Cabrera ha asegurado que ha elegido para su libro, publicado por
Neverland Ediciones, ese título llamativo "para que la gente se acerque a
descubrir la figura de Jesús" y conozca cómo fue su muerte desde un
triple enfoque: forense, criminológico y judicial.
Aun sin cuerpo se puede efectuar un "análisis forense retrospectivo"
basado en testimonios y documentación de la época, como los Evangelios y
otros textos apócrifos, que no falsos sino no ortodoxos, y que fueron
descartados en el Concilio de Nicea, y en las improntas de la Sábana
Santa, cuyo valor "nadie ha desmentido", según el forense.
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La documentación histórica romana establece que desde la detención
hasta la muerte en la cruz de Jesús transcurrieron 24 horas, y que, una
vez crucificado, sobrevivió dos horas, cuando algunos
crucificados duraban incluso varios días, señal, según Cabrera, de la
intensidad de las torturas previas de las que fue objeto.
Las punciones en todo el cuero cabelludo señalan que no fue una corona sino un casco tupido de espinas
lo que llevó en la cabeza, espinos que, según Cabrera, los legionarios
romanos no tuvieron que buscar, sino que tenían cerca porque eran los
utilizados para prender el fuego, al igual que en algunas zonas de
España se utilizan sarmientos.
La nariz la tenía fracturada por un golpe y el hombro derecho desollado por el peso del "patibulum" o
palo corto de la cruz, cuyo peso era de entre 40 y 50 kilos, ya que no
transportó toda la cruz -la parte grande permanecía clavada en el suelo,
a la espera del crucificado-. Los latigazos los recibió de un
"flagelum" romano o látigo que partía de un palo o asidero y cuyas colas
terminaban en bolas de plomo.
La ley prohibía golpear con este látigo en la cabeza o en otros
órganos vitales para provocar sufrimiento pero no la muerte, de modo que
Jesús, que recibió hasta 300 impactos de esas bolas de plomo -el triple de lo permitido en la ley judía-, ya llevaba varias costillas fracturadas en el momento de acarrear el "patibulum".
También se desolló ambas rodillas hasta la rótula por
el efecto de las caídas y el peso del palo de la cruz. Los clavos le
atravesaron las muñecas pasando entre los huesos, mientras que para los
pies, superpuestos, se empleó un solo clavo que entró por los empeines,
donde el pie es más ancho. Según Cabrera, habitualmente se ataba a los
crucificados y los clavos, por ser muy caros, se reservaban para
"ocasiones especiales".
El centurión de la guarnición romana, antes de abandonar el lugar del
sacrificio, tenía la misión de asegurarse de que el crucificado estaba
muerto para garantizar que nadie lo descolgaba con vida, por lo que en
el caso de Jesús le atravesó el corazón clavando la lanza
de abajo a arriba y de derecha a izquierda. Y de la herida, según las
Sagradas Escrituras, brotó agua y sangre -el agua era el suero que rodea
el corazón cuando la agonía se prolonga durante horas, según Cabrera-.
El forense efectúa igualmente un análisis criminológico de los elementos que acompañaron las torturas y otro judicial de
los "saltos" que se dieron en el proceso entre las dos leyes vigentes
en Palestina, la romana y la judía, con la idea de perjudicar al reo.
"Pilatos, al final, no tuvo ningún elemento objetivo para condenar a
Jesús, y lo condena por razones políticas", ha concluido.
Cabrera ha recordado que fue al papa Pío XII en el siglo XX al
primero al que un cirujano, Pierre Barbet, le describió estas lesiones y
los sufrimientos que conllevan desde el punto de vista científico, y ha
asegurado que el Papa lloró al admitir que "no lo sabíamos, nadie nos lo había contado así".
Fuente:
Libertad Digital
- Seguir leyendo:
http://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/ciencia/2014-04-13/un-forense-describe-de-manera-tecnica-la-tortura-y-pasion-de-cristo-1276515802/
Acostumbramos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, que antes las cosas no estaban tan mal, que antes los jóvenes respetaban más a sus mayores, que existían valores morales más sólidos, que la comida sabía mejor, que había menos enfermedad, menos guerras, etc. Esta idea se refuerza con nuestra tendencia a olvidar los percances del pasado y a otorgar siempre más importancia a lo que nos sucede en el presente. Pero el presente parece mejor que cualquier otra época del pasado, tal y como podéis leer aquí.
La gente, en el pasado, también era más violenta, porcentualmente hablando. Algunos dirán que de acuerdo, pero antes no existían armas tan mortíferas, ni tantas muertes civiles, ni tantos genocidios, etc. Sin embargo, esta idea nace de cierto analfabetismo aritmético: las guerras de antes mataban más que las de ahora, a pesar de todo.
Echemos un vistazo a los últimos siglos de la mano de Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:
Para el período que va de 1400 a 1938, el Catálogo de conflictos de Brecke enumera 276 conflictos violentos en el continente americano, 283 en el norte de África y Oriente Medio, 586 en el África subsahariana, 313 en el centro y el sur de Asia, y 657 en el este y el sudeste de Asia.
Las muertes por tales conflictos, en algunos casos, fueron enormes, tanto a nivel proporcional como a nivel absoluto. Si se comparan con los análisis de muertes en guerras de la segunda mitad del siglo XX, entonces descubrimos que hay un descenso apreciable de víctimas.
Cabe señalar también que gran parte de las peores cosas que se han hecho los seres humanos unos a otros han ocurrido antes del siglo XX. Y que antes de la Primera Guerra Mundial, hubo 5 guerras y 5 atrocidades en las que murieron más personas. Y las guerras y atrocidades más severas (las que mataron a más de la décima parte de la población mundial) están distribuidas de forma bastante uniforme a lo largo de 2.500 años de historia.
PRIO
En tales cómputos se tienen en cuenta muertes directas o relacionadas con el combate, es decir, desde personas que mueren tiroteadas o apuñaladas hasta personas que son condenadas a pasar hambre como parte de una contienda.
Los registros a los que se alude para computar las víctimas a partir de 1946 son los de PRIO Battle Deaths Dataset (Datos de muertos en combate PRIO). PRIO son las siglas del Instituto de Investigaciones por la Paz de Oslo.
El conjunto de datos comprende todos los conflictos armados conocidos en que murieron más de veinticinco personas en un año. Los conflictos que ascienden al nivel de mil muertes al año son elevados a la categoría de “guerras” (…) Los investigadores del PRIO buscan criterios lo más fiables posibles para que los analistas puedan comparar regiones del mundo y representar gráficamente tendencias a lo largo del tiempo mediante un patrón fijo.
Los
arqueólogos han encontrado una formación rocosa en Ecuador que podría
pertenecer nada menos que a Atahualpa, el último gobernante del Imperio
Incaico.
“El
sepulcro de Atahualpa, ejecutado por los conquistadores españoles, ha
sido un misterio. Así que si el nuevo hallazgo resulta ser ese sepulcro
podría ser uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la
historia”, comparable con la tumba de Tutankamón, comentó a ‘Daily
Telegraph’ Benoit Duverneuil, miembro del equipo internacional
arqueológico que realiza las excavaciones.
El
hallazgo se produjo en Ecuador, en lo alto de los Andes del Parque
Nacional Llanganates. Se trata de una estructura de casi 80 metros de
altura, con paredes arregladas en un ángulo de 60 grados, compuesta por
cientos de piedras de dos toneladas. “Podría contener las habitaciones y
otros montículos que pueden estar cubriendo otras estructuras”, comentó
Duverneuil.
El
lugar, creen los investigadores, podría también albergar el perdido
Tesoro de Llanganates: una colección de oro y otros objetos de valor que
los súbditos de Atahualpa acumularon para pagar a los conquistadores
que lo habían capturado. Se dice que Atahualpa prometió a los españoles
una habitación llena de varios artefactos de valor incalculable, pero
los españoles lo ejecutaron en 1533.
Durante muchos años he trabajado en cuidados paliativos. Mis
pacientes eran los que habían ido a casa a morir. Algunos momentos
increíblemente especiales fueron compartidos. Estuve con ellos durante
las últimas tres a doce semanas de sus vidas. La gente madura mucho cuando se enfrentan a su propia mortalidad.
Aprendí a nunca subestimar la capacidad de una persona para
crecer. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno de ellos
experimentó una variedad de emociones, como es de esperarse, la
negación, el miedo, el enojo, remordimiento, más negación y finalmente
la aceptación. Sin embargo, cada paciente encontró su paz antes de
partir, cada uno de ellos. Cuando se le preguntó acerca de los arrepentimientos que tenían o
cualquier cosa que haría de manera diferente, los temas comunes
surgieron una y otra vez . Éstos son los cinco más comunes:
1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.
Este fue el lamento más común de todos. Cuando las personas se dan
cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con
claridad, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de
la gente no había cumplido aún la mitad de sus sueños y tenía que morir
sabiendo que era debido a las elecciones que habían hecho, o que no
hicieron. Es muy importante tratar de honrar al menos algunos de sus sueños en
el camino. Desde el momento en que se pierde la salud , ya es demasiado
tarde. La salud conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta,
hasta que ya no la tienen.
2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
Esto salió de cada paciente de sexo masculino que cuidé. Se perdieron
la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres
también hablaron de este pesar. Pero como la mayoría eran de una
generación anterior, muchos de los pacientes de sexo femenino no había
sido el sostén de su familia. Todos los hombres que cuidé lamentaron
profundamente el haber gastado tanto sus vidas en la cinta de una
existencia de trabajo. Al simplificar su estilo de vida y tomar decisiones conscientes en el
camino, es posible que no necesite los ingresos que usted cree. Y
mediante la creación de más espacio en su vida, usted será más feliz y
más abierto a nuevas oportunidades, otras más se compatibles a su nuevo
estilo de vida.
3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos.
Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener
la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia
mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a
ser. Muchas enfermedades se desarrollan como un resultado
relacionado con la amargura y el resentimiento que cargan. No podemos controlar las reacciones de los demás. Sin embargo, aunque
las personas pueden reaccionar inicialmente al cambiar la forma en que
están hablando honestamente, al final se plantea la relación a un nivel
completamente nuevo y más saludable. O eso, o soltar las relaciones poco
saludable de su vida. De cualquier manera, usted gana.
4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos.
A menudo no se dan cuenta realmente de los beneficios de los viejos
amigos hasta después de semanas de convalecencia, y no siempre fue
posible localizarlos. Muchos de ellos habían llegado a estar tan
atrapados en sus propias vidas que habían dejado que amistades de oro
se desvanecieran por el paso de los años. Pese a los lamentos profundos
acerca de no dar a las amistades el tiempo y el esfuerzo que se
merecían. Todo el mundo pierde a sus amigos cuando está muriendo . Es común para cualquier persona en un estilo de vida ocupado, dejar
que las amistades desaparezcan. Pero cuando usted se enfrenta con su
muerte de cerca, los detalles físicos de la vida desaparecen. La gente
quiere tener sus asuntos financieros en orden si es posible. Pero no es
el dinero o el estatus lo que tiene una verdadera importancia para
ellos. Quieren poner las cosas en orden más para el beneficio de
aquellos a quienes aman. Por lo general, sin embargo, están demasiado
enfermos y cansados para manejar esa tarea. Al final todo se reduce al
amor y las relaciones. Eso es todo lo que queda en las últimas semanas,
el amor y las relaciones.
5 . Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz.
Esta es una sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta
el final de que la felicidad es una elección. Se habían quedado
atrapados en patrones y hábitos antiguos. El llamado “confort” de la
familiaridad desbordado en sus emociones, así como su vida física. El
miedo al cambio les había hecho vivir fingiendo a los demás, y para su
yo, que estaban contenidos. Cuando muy adentro, anhelaban reír de verdad
y tener esa estupidez en su vida de nuevo. Cuando usted está en su lecho de muerte, lo que los demás piensan de
ti está muy lejos de tu mente. ¡Qué maravilloso es ser capaz de sonreír
otra vez , mucho antes de que te estés muriendo!. La vida es una elección. Es su vida. Elija conscientemente, elija sabiamente, elija honestamente. Elija felicidad. Fuente: Vox Populi
Noruega
es un país relativamente pequeño donde el espacio es un lujo incluso
cuando estás muerto. Como en muchos otros países europeos, esto lleva a
una práctica usual, que es disponer del espacio donde se ha enterrado
una persona para reutilizarlo una vez han pasado 20 años, y si sus
familiares no quieren conservar el sitio pagando una cuota. Pero Noruega
está empezando a tener un problema serio. Esta práctica no se puede
llevar a cabo porque los cadáveres no se descomponen.
La razón de
este fenómeno no es el intenso frío noruego ni algún tipo de sustancia
química en el subsuelo. La razón es una ley que fue aprobada poco
después de la Segunda Guerra Mundial que obligaba a enterrar los
cadáveres envueltos en plástico.
La
normativa pretendía hacer más higiénica la práctica de enterrar un
cadaver, pero lo que ha conseguido es que los cuerpos no desaparezcan
por acción de la madre naturaleza, sino que se conserven en bastante
buen estado. La práctica ya no se usa, pero ahora Noruega tiene unas
350.000 plazas en cementerios que no puede reutilizar, y las autoridades
no están dispuestas a ceder más terreno para ampliar estos lugares.
La solución ha llegado de manos de un antiguo empleado de funeraria llamado Kjell Larsen Ostbye
y es el extracto de lima. Larsen ha inventado una técnica que consiste
en unas sondas que se clavan en el suelo y atraviesan el plástico
inyectando un concentrado de jugo de lima. La acidez de la fruta acelera
la descomposición del cuerpo y lo hace desaparecer de forma natural en
un plazo no superior a un año.
Kjell
Larsen Ostbye ha perfeccionado el método de inyección junto a un amigo
ingeniero llamado Rikard Karlsson. Ambos han probado con éxito su
técnica en 17.000 tumbas previa aprobación de sus familiares. El proceso
lo lleva a cabo una máquina, tarda sólo 10 minutos y no deja rastro. La
rehabilitación del espacio en sus cementerios costará a las arcas del
gobierno noruego unos 670 euros por cada tumba. [The Wall Street Journal vía Sarah Zhang]
No completamente. Si un astronauta muriera en la
Luna con su traje sellado puesto, las bacterias de su intestino
empezarían a multiplicarse fuera de control y harían que el cuerpo se
hinchase por el gas, en su mayoría dióxido de carbono, metano y sulfuro
de hidrógeno. Pero esto no duraría mucho. Si la
muerte ocurriese durante la noche, las bacterias sólo durarían lo que el
cuerpo tardara en congelarse, ya que las temperaturas llegan a alcanzar
los -150ºC durante la noche. El cuerpo del astronauta permanecería
congelado hasta el amanecer, cuando empezaría a calentarse de nuevo.
Durante el día, se cocinaría en temperaturas que ascienden a los 120ºC. Finalmente, el traje empezaría a abrirse y de él
saldría vapor de agua. Luego el cadáver se desecaría en el vacío hasta
parecer un trozo de carne seca. A lo largo de los años, la radiación y los rayos
cósmicos transformarían las proteínas del cuerpo en cortas cadenas de
aminoácidos. Lo mismo pasaría con la grasa. Incluso después de milenios, todavía quedaría
una cáscara con forma humanoide, y si el astronauta muriera en uno de
los cráteres cercanos al polo, su cuerpo congelado quedaría
perfectamente preservado casi para siempre. Tomado de: BBC Ciencia
Las armas químicas quedaron definidas en el artículo II de la Convención sobre las Armas Químicas (CAQ), que
se abrió a la firma el 13 de enero de 1993 en París y entró en vigor el
29 de abril de 1997. Según el documento, por "armas químicas" se
entiende "las sustancias químicas tóxicas o sus precursores, salvo
cuando se destinen a fines no prohibidos por la presente Convención",
así como "las municiones o dispositivos destinados de modo expreso a
causar la muerte o lesiones mediante las propiedades tóxicas de las
sustancias" y "cualquier equipo diseñado para darle un uso directamente
relacionado con lo descrito anteriormente". En cuanto a las sustancias
químicas tóxicas, el documento define que el término se refiere a
sustancias "que, por su acción química sobre los procesos vitales,
pueden causar la muerte, la incapacidad temporal o lesiones permanentes a seres humanos o animales". Con la entrada en vigor de la Convención, quedó establecida la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas,
con sede en La Haya. En la actualidad, 184 naciones, que representan
cerca del 98% de la población mundial, se han sumado a la Convención y
son estados miembros de esta organización. No se han adherido hasta el
momento Angola, Egipto, la República de Sudán del Sur, la República
Árabe de Siria y la República Popular Democrática de Corea. Y hay dos
estados signatorios que aún no han ratificado la CAQ: Israel y Myanmar. Fuente: Muy Interesante
"El duelo resulta ser un lugar
que ninguno conocemos hasta que llegamos a él. Anticipamos (sabemos) que
alguien cercano puede morir, pero no anticipamos más allá de unos días o
semanas que le siguen a esa muerte imaginaria".
El cándido relato de duelo escrito por Joan
Didion en "El año del pensamiento mágico" ofrece una experiencia
poderosa de lo que es perder a un ser querido.
La gente se refiere a menudo a las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Las cinco etapas se enseñan en todo el mundo, el
artista Damien Hirst creó una serie llamada DABDA (el acrónimo de las
etapas en inglés) y aparecen hasta en series de humor televisión como
"Los Simpsons" y "La Oficina".
Pero, ¿es cierto?
No hay un período de tiempo establecido para
pasar por estas etapas pero han sido aceptadas como parte del patrón
normal del duelo. El concepto se origina en el trabajo hecho en
los 60 por John Bowlby (1), el psicólogo que se volvió famoso por su
trabajo sobre el apego entre bebés y padres, y Colin Murray-Parkes,
quien ha escrito mucho sobre el luto. Juntos identificaron cuatro etapas del duelo
basándose en entrevistas con 22 viudas: insensibilidad, búsqueda y
anhelo, desorganización y desesperanza y reorganización. Después Elisabeth Kubler-Ross, famosa por
cambiar las actitudes respecto al tratamiento de los moribundos, llevó a
cabo una serie de entrevistas con enfermos terminales y formuló las
cinco etapas que conocemos hoy en día para describir la experiencia de
enfrentar la muerte inminente, aunque no las puso a prueba
sistemáticamente. Su atractivo fue tal que pronto las mismas cinco
etapas estaban siendo usadas para describir otras reacciones
emocionales, como la pena. Al notar que se estaba usando sin que hubiera
evidencia sistemática de tal patrón, investigadores de la Universidad de
Yale (2) pusieron a prueba a las cinco etapas a principios de este
milenio.
Emociones encontradas
Tras la pérdida de un ser querido, el anhelo, la rabia y la depresión se mezclan.
Como la lista de las cinco etapas varía un poco
dependiendo de la fuente, decidieron examinar incredulidad, anhelo,
rabia, depresión y aceptación. Durante tres años recogieron información para el
Estudio del Duelo de Yale. En total, 233 personas fueron entrevistadas
aproximadamente seis, 11 y 19 meses después de que un ser amado
(usualmente el/la esposo/a) había muerto. Aquellos cuyos familiares habían tenido una
muerte violenta o estaban sufriendo lo que se conoce como duelo
complicado fueron excluidos. El panorama resultante fue más complejo que lo que las cinco etapas dejan ver. Los investigadores encontraron que la aceptación era la emoción más fuerte en general mientras que la incredulidad era muy baja. La siguiente emoción en términos de intensidad era el anhelo, y la depresión era más evidente que la rabia en todas las etapas. Además, las emociones no remplazaban una a la
otra en una secuencia ordenada; el punto más alto de cualquiera de esas
emociones sí llegaba en la secuencia correcta, pero una persona en la
tercera fase, por ejemplo, sentía más aceptación que rabia. Después de seis meses, los investigadores
notaron que todas las emociones negativas empezaban a declinar, pero eso
no quiere decir que la gente ya había superado las secuelas de la
tragedia.
Es común extrañar profundamente a los muertos durante muchos años, pero la mayoría de gente lo sobrelleva. Hay que tener en cuenta además que por razones
éticas los investigadores sólo empezaban las entrevistas un mes después
de la muerte del ser querido, así que no tenían datos de esas primeras
semanas, que pueden incluir emociones conflictivas. Lea el artículo completo en: BBC Ciencia
Aunque los deudos o parientes del
fallecido sientan una gran pena, la ceremonia del velorio no siempre es
una experiencia dolorosa. En muchas provincias de la República Mexicana
se acostumbra que los dolientes preparen tamales, mole y atole para
convidar a los asistentes. Entre rezos y lágrimas se toman sorbitos de
café con "piquete" o licor, que entonan el ánimo. Muchas veces se juega a
las cartas o se cuentan chistes "verdes". Estas peculiares costumbres parecieran contradecir el ánimo luctuoso
que necesariamente reina en un velorio, pero en México no sucede así.
Hay un viejo dicho que reza: "El muerto al hoyo y el vivo al pollo". No
es que carezca de importancia el deceso de un ser querido, más bien se
trata de una extraña mezcla del instinto de supervivencia y la tradición
folklórica. La antigua creencia de que existe otra vida "más allá" deja
esperanzados a los deudos con la idea de que pronto volverán a
encontrarse. Los velorios pueden ser ceremonias muy tristes y dolorosas, en
especial si el muerto es un niño, pero aun cuando se está rezando por su
alma, puede oírse la gritería de los compañeritos del fallecido que
juegan en el patio. Fuente: Selecciones
Seguramente, muchos de los que habéis visto películas como Kill Bill o Buried, o habéis leído obras de terror gótico de Edgar Allan Poe, os habréis preguntado qué os pasaría si os despertarais en el interior de un ataúd enterrado en las entrañas de la tierra. ¿Moriríais por falta de oxígeno? Siento comunicaros que moriríais muchísimo más rápido que lo que cuentan las novelas góticas de terror, pero que no lo harías necesariamente por falta de oxígeno, sino por otro motivo. La falta de oxígeno es importante, cierto, pero en el proceso de la respiración hay otros gases implicados, como el dióxido de carbono.
Cuando respiramos, convertimos el oxígeno inhalado en dióxido de
carbono, que liberamos al ambiente. El problema es que el dióxido de
carbono, en exceso, es tóxico, como bien saben los submarinistas, que se entrenan no tanto para respirar correctamente como para eliminar bien el dióxido de carbono. Es decir, que al pobre enterrado vivo le sobrevendría la muerte
mucho antes por el exceso de dióxido de carbono acumulado por la
respiración que por la escasez de oxígeno: el enterrado vivo se mata a sí mismo debido a su propio proceso de respiración. Afortunadamente, antes de que esto pudiera ocurrir probablemente el enterrado vivo perdería el conocimiento porque el cerebro se quedaría sin el oxígeno necesario para seguir funcionando normalmente. Fuente: Xakata Ciencia
Aunque a dosis moderadas el consumo de Coca Cola
no es perjudicial, el exceso puede acarrear grandes problemas de salud e
incluso la muerte. Este fue el caso de Natasha Harris, una joven de
Nueva Zelanda que falleció hace dos años a causa de una arritmia cardiaca. Según ha sentenciado el forense del caso, la adicción a la Coca Cola podría estar detrás de su trágico final.
Como corrobora la propia familia, Natasha podía llegar a beber hasta 10 litros diarios de Coca Cola, lo que supone una ingesta del doble de cafeína de la cantidad diaria aconsejada por las autoridades sanitarias, y más de once veces superior a la dosis de azúcar
recomendada. Fruto de esta adicción, la joven sufría de varios
problemas de salud y había perdido los dientes. Por otro lado, los
estudios científicos también afirman que el consumo de grandes dosis del
refresco puede acarrear problemas en la absorción del hierro. Además,
el exceso de cafeína aumenta la tensión arterial y puede llegar a provocar pequeñas taquicardias.
El
forense no ha culpabilizado a la compañía, pues entiende que esta no es
responsable de los excesos que cometan los consumidores. Según ha
señalado Coca Cola en un comunicado: "la ingesta excesiva de cualquier
producto, incluido el agua, junto a un consumo inadecuado de nutrientes esenciales y la falta de asistencia médica pueden llegar a ser mortales". Fuente: Muy Interesante
Sólo una minoría de los homicidios se comenten con una finalidad práctica. Los criminólogos suelen barajar el 10 %. El 90 % restante de homicidios, pues, son de carácter moral.
Es decir, que 9 de cada 10 homicidios no se cometen para robar, para
evitar la detención de la policía, para violar, etc. 9 de cada 10
homicidios se cometen como represalia tras una ofensa, por una pelea
doméstica, por un problema afectivo (infidelidad, por ejemplo, o
abandono de la pareja). Es decir: celos, venganza y defensa propia.
Tal y como afirmaba el experto en leyes Donald Black en su influyente artículo “El crimen como control social”, casi todo lo que llamamos crimen es, desde el punto de vista del perpetrador, búsqueda de justicia.
O dicho de otro modo: el 90 % de los homicidios no los cometen malas
personas, o al menos no son personas que consideran que están haciendo
mal: incluso es posible que se vean a sí mismas como héroes o víctimas.
Son, en definitiva, como el Juez Dredd: juez, jurado y verdugo.
Naturalmente, ello no justifica en absoluto el homicidio, pero sí
permite que concibamos la acción violenta de otro modo, y por tanto
sepamos atajarla de un modo más eficaz. Por lo pronto, tal y como señala
Black, la violencia general no se debe a un déficit de moralidad y justicia, sino a un exceso de las mismas, al menos tal y como éstas son concebidas en la mente del autor del crimen.
Generalmente, las personas de estatus inferior tienden a no aprovechar la ley y a mostrarse hostiles ante ella, y prefieren la antigua alternativa de la justicia de la “autoayuda y el código del honor.
Pero todas las personas, independientemente de su estatus, pueden
perder los estribos y considerarse víctimas de una situación claramente
injusta. Ello no debe hacer disminuir el castigo frente a estas
personas, sino que intelectualmente nos permite derribar un dogma: que la violencia es una especie de enfermedad o que es resultado de apuros económicos o furia contra la sociedad.
Tal y como explica Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro:
Consideremos a un hombre que es detenido que es detenido y
juzgado por agredir al amante de su esposa. Desde el punto de vista de
la ley, el agresor es el esposo y la víctima es la sociedad, que ahora
está buscando justicia (una interpretación, recordemos, reflejada en la
denominación de los casos judiciales, como “El Pueblo contra John Doe”).
Desde el punto de vista del amante, el agresor es el esposo y la
víctima es él; si el esposo consigue la absolución, la nulidad del
juicio o un acuerdo de reducción de pena, no hay justifica, pues al
amante se le prohíbe vengarse. Y desde el punto de vista del esposo, él
es la víctima (de que le hayan puesto los cuernos), el amante es el
agresor, y se ha hecho justicia (pero ahora es víctima de un segundo
acto de agresión, en el que el estado es el agresor y el amante un
cómplice).
El propio Donald Black abunda en la psicología del homicida:
Los que cometen asesinato (…) a menudo parecen resignados a
su destino en manos de las autoridades; muchos esperan pacientemente a
que llegue la policía; algunos incluso llaman para informar de su crimen
(…). En este tipo de casos, de hecho, los individuos implicados podrían
ser considerados mártires. Sin diferenciarse de los trabajadores que
violan la prohibición de declararse en huelga (sabiendo que irán a la
cárcel), o de otros que desobedecen la ley por razones de principios,
hacen lo que creen correcto y sufren de buen grado las consecuencias.
Habida cuenta de estas conclusiones, parece que un estado será menos
conflictivo no tanto por una mayor presión policial o unos mejores
consejos morales del tipo todos somos iguales, ama al prójimo como te amas a ti mismo, sino un sistema legal más seguro y garantista,
incluso en pequeños conflictos, que permita que las personas resuelvan
sus diferencias de un modo más civilizado (a la vez que dichas personas
son educadas para que sepan aprovecharse de ese sistema).
Sea como fuere, el problema tiene muchas más variables de las que parece en un principio, y un “se han perdido los valores” o “mano dura con el infractor” no parecen soluciones tan eficaces.