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30 de septiembre de 2018

El amor puede obsesionarnos, literalmente


Hay una razón por la que no puedes dejar de pensar en ese chico o chica nueva y especial en tu vida: las imágenes por resonancia magnética han demostrado que enamorarse envía sangre a las áreas del "centro de placer" del cerebro, las mismas áreas que son responsables de la obsesión y los comportamientos compulsivos. 

Enamorarse también reduce los niveles de serotonina, que es común en personas con trastornos obsesivo-compulsivos, dice Mary Lynn, codirectora de la Clínica de bienestar sexual Loyola en la Universidad de Loyola en Chicago. "Esto puede explicar por qué nos concentramos en poco más que nuestra pareja durante las primeras etapas de una relación", y también por qué tendemos a idealizar a las nuevas parejas y hacer la vista gorda ante sus fallos.

El sorprendente método para combatir la "epidemia de violencia" en los barrios marginales de Chicago (EE.UU.)

Tras más de una década trabajando en el extranjero, el epidemiólogo estadounidense Gary Slutkin regresó a finales de los 90 a su Chicago natal porque quería "descansar" de enfermedades como la tuberculosis o el cólera.


Para combatir enfermedades contagiosas se depende mucho de los datos. Primero, las autoridades de salud localizan en mapas los focos de mayor infección y después ya pueden centrarse en frenar el contagio en estas áreas.

A menudo, la transmisión se controla haciendo que la gente cambie sus hábitos para que se pueda ver un efecto rápido incluso cuando existen factores estructurales que no pueden ser abordados.

Por ejemplo, la diarrea suele estar causada mayormente por un saneamiento y suministro de agua deficientes. Mejorar los sistemas de cañerías demora mucho tiempo, pero, a corto plazo, se puede salvar miles de vidas si se le da a la población soluciones de rehidratación oral.

Estos pasos le sirvieron a Slutkin para combatir los brotes que se dieron en los 40 campos de refugiados somalíes que atendía. También le fueron útiles cuando trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS) en prevención del sida. Fuera cual fuera la naturaleza exacta del virus a tratar, los pasos para luchar contra él eran los mismos.

"¿Qué tienen todos en común? Que se esparcen", dice. "Los infartos y enfermedades coronarias no se esparcen".

Cambiar los patrones de conducta es mucho más efectivo que limitarse a darle información a la gente. Para conseguirlo, es fundamental que los mensajeros tengan credibilidad.

"En todos estos brotes usamos personal de divulgación pertenecientes al mismo colectivo" del público objetivo, explica. "Refugiados somalíes para llegar a refugiados somalíes con tuberculosis o cólera, trabajadores sexuales para llegar a trabajadores sexuales con sida, madres para llegar a madres con diarrea que estuvieran amamantando".

Así que cuando volvió a Chicago y se encontró con que la tasa de homicidio estaba por las nubes, decidió aplicar el método que tanto conocía.

Recopiló mapas y datos de violencia armada en su ciudad y vio cómo los paralelismos con los mapas de los brotes infecciosos se hacían inevitables. "Las curvas epidémicas son las mismas, la agrupación. De hecho, un evento daba a pie a otro, lo que es indicativo de un proceso contagioso. Una gripe genera más gripe, un resfriado causa más resfriados y la violencia provoca más violencia", asegura el experto.

En esa época, esto era una desviación radical de la opinión extendida sobre la violencia, que se centraba principalmente en la justicia. La idea popular era "esta gente es 'mala' y sabemos qué hacer con ellos: castigarlos", dice Slutkin. "Eso es, fundamentalmente, no entender bien al ser humano. La conducta se forma con el ejemplo y la imitación".

Patrones de violencia

Chicago está profundamente segregado de acuerdo a la raza. Muchos vecindarios del barrio de South Side tienen un 95% de población afroestadounidense; en otros, más del 95% de los habitantes son de ascendencia mexicana. La mayoría son áreas socioeconómicamente muy desfavorecidas y han sufrido años de abandono por parte del Estado. Las tasas de homicidio pueden llegar a ser hasta 10 veces más altas que en las zonas de población predominantemente blancas y ricas.

Pero Slutkin enfatiza que esta agrupación tiene menos que ver con razas y más con patrones de conducta (generalmente, entre una sección más pequeña de la población que normalmente es joven y masculina) que se transmiten entre personas. Según él, se podía salvar vidas cambiando estos comportamientos en los individuos y las normas del grupo.

En el año 2000, lanzó un proyecto piloto en el vecindario de West Garfield que replicaba los mismos pasos que la OMS aplica a los brotes de cólera, tuberculosis y sida: frenar la transmisión, prevenir un contagio futuro y cambiar las normas del grupo.

El primer año se registró una caída del 67% en los homicidios. El programa se extendió a otros vecindarios y, donde sea que se aplicara, los homicidios caían al menos en un 40%. Otras ciudades comenzaron a copiar este enfoque.

En la actualidad, la organización de Slutkin, Curar la Violencia, trabaja en 13 vecindarios de Chicago. Existen versiones del programa en Nueva York, Baltimore y Los Ángeles y en otras ciudades del mundo.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo

17 de julio de 2018

¿Es cierto que las mujeres hablan más que los hombres?

Los expertos no se ponen de acuerdo en este asunto, aunque la impresión general es que sí, pero no por tanta diferencia como se suele pensar. Un estudio realizado por las Universidades de Texas y Arizona entre 1998 y 2004, y publicado en 2007 por la revista Science se encargó de registrar, transcribir y contar el número de palabras pronunciadas por una muestra de 396 estudiantes, la mitad hombres y la mitad mujeres. El resultado: ellas decían diariamente una media de 16.215 palabras, y ellos, 15.669, aunque dependía por supuesto de los individuos, pues aquí sí hay diferencias abismales. Los supercharlatanes, fueran del sexo que fueran, rebasaban los 47.000 vocablos, mientras que los más taciturnos apenas llegaban a 500.

Por su parte, la psiquiatra Louann Brizendine sostiene en su libro El cerebro femenino que la mujer no sólo cuenta con mayor empatía e inteligencia emocional, sino que es superior al hombre en capacidad lingüística y de comunicación. Ellas utilizan, dice, un vocabulario más amplio -hasta tres veces más palabras- y hablan mejor y más deprisa.

Fuente:

Muy Interesante

¿Qué diferencias hay en las preferencias de color de hombres y mujeres?

En un estudio realizado hace unos años con sujetos de 22 países, Joe Hallock llegó a la conclusión de que el 57% de los hombres eligen el azul como su color favorito, frente a un 35% de las mujeres que se decantan por esta opción. Las diferencias son especialmente significativas en lo que respecta al color violeta: un 23% de las mujeres encuestadas por Hallock lo escogieron como preferido frente a un 0% de los hombres. En lo que respecta al verde, la proporción de personas que lo eligen como favorito es igual en ambos sexos, un 14%. Curiosamente, a partir de los 70 años las respuestas son más homogéneas y el 82% de las personas escoge el azul como color preferido.

Los colores que menos gustan tanto a hombres como a mujeres son el marrón y el naranja, que juntos suman cerca del 50% de las respuestas negativas.

El estudio también reveló que los hombres se decantan por colores brillantes, mientras que las mujeres tienden a elegir colores suaves y tonos pastel. En cuanto a los nombres de los colores, lo que para ellos es "rosa" para ellas tiene matices como rosa fresa, rosa chicle, magenta o salmón. Lo mismo sucede con el verde, con el violeta y con los azules.

Fuente:

Muy Interesante

24 de junio de 2018

Por qué un ‘spoiler’ no te arruinará la película: así funciona la ciencia del giro argumental

Una parte del placer causado por los giros argumentales no deriva del impacto de la sorpresa, sino de contemplar las partes anteriores del relato a la luz del giro.


Recientemente he hecho algo que a muchos les resultaría impensable, o al menos perverso. Antes de ir a ver Los vengadores: Infinity War, leí deliberadamente una reseña que revelaba los principales puntos del argumento, de principio a fin.

No se preocupen; no voy a compartir aquí ninguno de esos spoilers. Aunque sí pienso que la aversión a ellos –lo que A. O. Scott, de The New York Times lamentaba recientemente como “un tabú fóbico e hipersensible contra la discusión pública de todo aquello que ocurre en la pantalla”– es un tanto exagerada.

En mi trabajo como científica cognitiva estudio la relación entre cognición y narraciones, y sé que las películas –como todos los relatos– aprovechan nuestra tendencia natural a anticipar qué va a pasar a continuación.

Estas tendencias cognitivas ayudan a explicar por qué los giros argumentales pueden causar tanta satisfacción. Pero de manera un poco ilógica, explican también por qué el hecho de conocer por adelantado un giro argumental –el temido “spoiler”– no estropea en absoluto la experiencia.

La maldición del saber

Cuando tomamos un libro por primera vez, normalmente queremos tener una idea de qué debemos esperar; las novelas de misterio blandas, por ejemplo, no deben contener violencia o sexo expresos. Pero probablemente también esperemos que lo que vamos a leer no sea completamente predecible.

Hasta cierto punto, el miedo a los spoilers está fundado. Solo tenemos la oportunidad de descubrir algo por primera vez. Una vez descubierto, ese descubrimiento afecta a lo que percibimos, a lo que anticipamos, e incluso a los límites de nuestra imaginación.
Lo que sabemos nos hace equivocarnos en muchos aspectos, una tendencia general conocida como la “maldición del saber”.

Por ejemplo, cuando sabemos la respuesta a un enigma, ese conocimiento hace que nos sea más difícil calcular cuánto le costará a otra persona resolverlo: lo vemos más fácil de lo que realmente es.

Cuando conocemos la resolución de un suceso –ya sea un partido de baloncesto o unas elecciones– tendemos a sobreestimar en qué medida dicho resultado era probable.
La información que encontramos antes influye en nuestro cálculo de lo que es posible después. Da igual que estemos leyendo un relato o negociando un salario: cualquier punto de partida inicial para nuestro razonamiento –por arbitrario o aparentemente irrelevante que sea – “ancla” nuestro análisis. En un estudio con expertos jurídicos a los que se les presentaba una causa penal hipotética, los participantes proponían penas más largas cuando se les presentaban números más elevados obtenidos con dados lanzados al azar.

El artículo completo en: El País (España)

15 de abril de 2018

¿Cuál es el secreto para tomar una decisión exitosa? Los consejos basados en el póker

"La mayoría de las decisiones que tomamos en la vida suceden en un entorno como el póker", le dice la estadounidense a BBC Mundo.

"Hay muchas cosas ocultas a la vista, mucha información que no tenemos o no conocemos y cuando se trata de predecir el futuro, la suerte también interviene", tanto en el juego como en la vida, añade.

  La incertidumbre es un elemento clave tanto en el póker como en la vida real, dice la experta.

Elementos clave

Annie Duke comenzó su carrera como jugadora de póker profesional cuando era muy joven y se impuso, entre otros, en el Torneo de Campeones de World Series of Poker en 2004 y el Campeonato estadounidense Heads-Up Poker en 2010. 

Pero antes de eso, obtuvo un doctorado en ciencia cognitiva por la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

Y esos conocimientos los empezó a aplicar con sus alumnos en las clases de póker en 2002.

"El póker es un lugar único para observar y entender el proceso de la toma de decisiones ya que tiene todos los elementos", señala Duke. 

Y de entre ellos, la incertidumbre es fundamental.

Según la consultora y estratega en la toma de decisiones, la incertidumbre tiene dos fuentes.

La primera es la información oculta,ya que "no puedes ver las cartas de otros jugadores y eso también coincide en la mayoría de las decisiones que tomas en la vida".

Y la segunda es la suerte, porque "cada vez que hacemos predicciones sobre el futuro, la suerte puede intervenir. No sabemos cuál será la próxima carta". 

Por ello, los jugadores tienen que desarrollar estrategias para hacer frente a la información que desconocen, señala Duke, y eso podría aplicarse a la vida real.

Apuestas


Las dos primeras acepciones del diccionario de la Real Academia Española para el verbo apostar están relacionadas con el juego y la pérdida o ganancia de dinero. 

Pero en la quinta opción, la RAE lo define como "depositar su confianza o su elección en otra persona o en una idea o iniciativa que entraña cierto riesgo".

"Por eso tendemos a pensar que apostar está siempre relacionado con el sentido de jugar dinero en el casino. En el póker puedo tener información de mi oponente y por eso puedo apostar por él o contra él", dice Duke. 

Pero, ¿cuál es el secreto para tomar una decisión exitosa?

La respuesta en el posteo original en:

BBC Ciencia

31 de marzo de 2018

Cómo puedes tener más suerte: cuatro claves según la ciencia

La suerte es una cuestión de actitud: ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para que te sonría?

Ni tocar madera o cruzar los dedos funciona. Si quieres tener más suerte, la ciencia ha descubierto cómo conseguirlo. Al menos, esa es la conclusión de Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido. 

Su investigación comenzó con una sencilla pregunta: ¿cómo es posible que haya personas que estén en el lugar adecuado en el mejor momento para que les ocurran cosas positivas y otras, sin embargo, parece que arrastran la mala suerte a sus espaldas? Wiseman, como buen científico social, quiso encontrar la respuesta y para ello realizó varios experimentos. 

Pidió a un grupo de voluntarios que se clasificaran conforme a su nivel de suerte y que participaran en distintas pruebas. Una de ellas era un experimento muy sencillo: tenían que contar el número de imágenes que veían en un periódico. En mitad del mismo, y sin que los participantes lo supieran a priori, dejó un mensaje fácil de leer que decía: “Dígale al investigador que ha visto esto y gane 250 libras". Las personas que consideraban que tenían suerte, paraban de contar y leían en voz alta el mensaje del periódico para cobrar el dinero. Así de fácil. Sin embargo, aquellas que previamente se habían considerado como poco afortunadas, se ponían tensas y llegaban incluso a no decir nada. Aquel resultado le inspiró la idea central para su investigación: la suerte es una cuestión de actitud. "La mayoría de la gente simplemente no está abierta a lo que le rodea", dice Wiseman. Es más, a su juicio, solo el 10% de nuestra existencia es aleatoria, el 90% restante se define por cómo afrontemos lo que no ocurre. Por tanto, estas son buenas noticias. Si queremos tener más suerte, tenemos que comenzar con nosotros mismos, con pensar de un modo más amable.

Así pues, veamos qué cuatro claves nos sugiere Wiseman para sentirnos más afortunados (y ojo, que suerte es diferente de azar; el azar sería que nos tocara la lotería, algo en lo que nuestro único margen de maniobra es comprar un décimo. La suerte es un concepto mucho más amplio):

Primero, ábrete a nuevas experiencias. Si buscas tener el control de todo al milímetro, se te escaparán cosas que se salen de tu objetivo inicial y que pueden ser muy positivas. Vivir de un modo más relajado no solo es bueno para la salud, sino también para la suerte.

Segundo, identifica tus corazonadas y préstales más atención. En nuestro sistema digestivo hay más de 100 millones de neuronas que nos dan pistas sobre lo que no vemos a priori de manera consciente y que nos aportan información muy relevante para tomar decisiones acertadas.

Tercero, confía en que lo que te puede ocurrir es positivo. Por supuesto, es una interpretación, pero ayuda. Sabemos que se vive mejor confiando en que estando siempre a la defensiva. Y parece que de este modo también se entrena la suerte.

Y cuarto, convierte las malas experiencias en positivas. Aprender de los errores con optimismo o imaginar que podría haber sido mucho peor nos alivia y nos hace relativizar los fallos.

Como vemos, la suerte es una percepción, depende de lo que hagamos y de cómo nos narramos lo que nos sucede. Por eso, se puede entrenar, como sugerían Fernando Trías de Bes y Alex Rovira en su libro La Buena Suerte, y como hicieron los participantes que asistieron a la Escuela de la Suerte que inauguró Wiseman en el Reino Unido. Escribieron un libro sobre todo lo bueno que les estaba ocurriendo y, pasado un tiempo, se sintieron mucho más afortunados. Así pues, como es una cuestión de actitud, ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para mejorar tu suerte?

Fuente:

El País (España)

4 de marzo de 2018

Foro Económico Munndial: 10 hábitos que mejorarán dramáticamente tu vida

Vamos en búsqueda de cosas que creemos que nos harán felices y no nos damos cuenta de que esta actitud nos está llevando a un camino peligroso.

Debemos ser muy cuidadosos en elegir nuestros propósitos, porque nuestros hábitos los hacen. Cultivar los hábitos que se presentan a continuación te llevarán a la dirección correcta. Ellos te ayudarán a dirigirte a una vida significativa y plena por la cual cultivas lo mejor de ti.

1. Mantente alejado de las personas que erosionan tu calidad de vida

Si ver un logo de comida rápida puede hacerte sentir impaciente, piensa cómo puede impactar una persona tóxica en tu vida. Seguramente estas personas serán infelices con tu decisión de alejarte de ellas y te lo dirán con voz fuerte, ¿pero no vale la pena alejarte de los efectos negativos que acumulaste durante años con su influencia? Siempre van a haber personas tóxicas que tienen una forma de meterse debajo de tu piel y quedarse allí. Cada vez que te encuentres a ti mismo pensando en un colega o una persona que te hace hervir la sangre, practica ser agradecido por alguien más en tu vida. Hay muchas personas afuera que merecen tu atención y la última cosa que quieres hacer es pensar en gente que no lo vale.

2. No más teléfono, computadora o tablet en tu cama

La gente no se da cuenta del daño que daño que esto hace a su descanso y productividad. La luz azul de longitud de onda corta juega un papel importante en la determinación de su estado de ánimo, nivel de energía y calidad del sueño. La luz azul de longitud de onda corta juega un papel importante en la determinación de tu estado de ánimo, nivel de energía y calidad del sueño.

En la mañana, la luz de sol contiene grandes concentraciones de esa luz azul. Cuando los ojos se exponen directamente a esta, detiene la producción de la hormona que induce al sueño, la melatonina, y te pone alerta. En la tarde, los rayos de sol pierden luz azul, lo que permite que tu cuerpo produzca melatonina y esto empiece a hacerte sentir somnoliento. En la noche tu cerebro no espera ninguna exposición a la luz azul y es muy sensible a ella. Muchos de nuestros aparatos nocturnos favoritos (laptops, tablets y celulares) emiten luz azul de onda corta brillando en tu cara. Esta exposición perjudica la producción de melatonina e interfiere con tu habilidad para dormir, así como en la calidad de tu sueño. Así como todos experimentamos, las noches con un sueño pobre tiene efectos desastrosos. Lo mejor que puedes hacer es evitar estos dispositivos después de la cena (la televisión está bien para mucha gente, sólo si se sientan lejos de ella).

3. Aprecia el aquí y el ahora

La gratitud es fundamental para la paz y la felicidad, no la riqueza, el glamour, la aventura o los carros rápidos, sino la simple apreciación de lo que tienes. Sólo porque no puedes costear una champaña o comer caviar, no significa que no puedas disfrutar un platillo. Hot-dogs y cerveza en la cubierta trasera con tus amigos puede ser muy bueno. Así que no te vuelvas loco pensandp que necesitas algo que aún no tienes para ser feliz, porque la verdad si no puedes ofrecer lo que tienes ahora, no podrás apreciar la “buena vida” incluso si la tienes.
 
El artículo completo en:
 

5 de febrero de 2018

Qué tan seguido tienes sexo y otras preguntas para saber cuán "normal" es tu vida sexual

La BBC ha examinado los datos para intentar obtener una idea de la amplitud del espectro sexual: desde cuánto queremos tener sexo en realidad a lo que hacemos en verdad por debajo de las sábanas.

No hace falta decir que la tarea viene con advertencias. Las encuestas sobre comportamientos sexuales no son fiables: dado que hablar de sexo todavía puede ser un tabú, puede ser que los participantes no revelen toda la verdad o, al contrario, puede que sientan la necesidad de embellecer sus respuestas con bravuconería.

Las estadísticas no son la verdad absoluta, deberían leerse más bien como una indicación general, dada la evidencia disponible de las vidas sexuales en el siglo XXI.

Orientaciones

Es difícil poner un dato a las orientaciones sexuales: las estimaciones de la magnitud de la homosexualidad varían del 1% al 15% dependiendo a quién se pregunte, cómo se pregunte y si se examina la atracción, el comportamiento o la identidad.

Aun así, algunas encuestas recientes de todo el mundo sugieren que algunas personas carecen por completo de deseo sexual, lo cual no significa que nunca hayan tenido una relación.

 

Al igual que en el caso de otras orientaciones sexuales, la prevalencia exacta de esta carencia de deseo se desconoce (la mayoría apunta a un 1% de personas) pero existe un creciente movimiento de orgullo asexual para personas que carecen de deseo.
Fuente: Psychology and Sexuality

Con quién

Una idea equivocada existente es que la mayor parte del sexo casual se tiene con personas que acabamos de conocer.


En realidad, el sexo llega en muchos tipos de relaciones informales, y la relación de una noche entre dos personas que no se conocen es poco frecuente, como mostró una encuesta en Estados Unidos en 2009.

Aunque esto puede estar ligeramente sesgado en el caso de la gente más joven, adolescentes y veinteañeros, los datos no son tan distintos para aquellos que tienen hasta 60 años.

Frecuencia

Estos datos se basaron en una Encuesta Global sobre Sexo en Estados Unidos, que incluyó más de 50.000 participantes de más de 18 años.



Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

15 de enero de 2018

Por qué el pesimismo nos parece inteligente y el optimismo, simplón

Contraponemos el ‘Hay que ver qué mal está todo’ frente al ‘Pues tampoco estamos tan mal’

De acuerdo. Los argumentos se cuentan por miles. Son tantos que mantener hoy una actitud positiva frente a la vida es toda una proeza. Por eso, el pesimismo resulta mucho más habitual. No hay más que poner la oreja en cualquier conversación ajena. En bares y restaurantes, en buses y metros. Da lo mismo.


La proporción de sentencias cargadas de escepticismo siempre será más elevada que la de frases ilusionantes. Y ya no tanto porque la realidad empuje a ello, sino porque el pesimismo vende. Envuelve al individuo con su pátina de inteligencia. De persona lista para pronunciar el a mí no me la dan. Porque lo contrario es de ilusos, de ingenuos. Pero, ¿realmente están bien definidos los dos papeles?

Antes de pensar en ello, conviene tratar de entender el porqué de ese halo de inteligencia desbordante vinculado al pesimismo. Decía el historiador Deirdre N. McCloskey que, por razones que nunca entenderá, “a la gente le gusta escuchar que el mundo se va al infierno”. Y es cierto que el optimismo se vincula en ocasiones a la inconsciencia, por un lado, o a la inacción, al entender que no es necesario hacer nada puesto que todo va ya lo suficientemente bien.

Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los críticos culturales: el que arrastra por el suelo al texto o a la cinta suena más inteligente que el que afirma haber disfrutado. O con el dinero: Un inversor optimista suena inconsciente, mientras que uno pesimista se toma como perro viejo curtido en mil batallas.

Un error de concepto

“Efectivamente, optimismo suena a ingenuidad y al pesimista se le atribuye la capacidad de ver más allá. Y eso no es así”, asegura Lecina Fernández, psicóloga clínica y experta en ilusión.

“En realidad, sucede justo lo contrario", aclara la especialista. "El optimista es capaz de ver la parte positiva, claro, pero también la negativa. Y precisamente por ver el lado oscuro comienza a moverse, con ánimo, para sortearlo o superarlo”, explica. Por el contrario, continúa, el pesimista sólo atenderá a lo negativo y él mismo se frenará para no caer en errores, quedándose instalado en una realidad a medias.

Así que todo es fachada. El pesimista, afirma la psicóloga, no sólo no es más inteligente, sino que es mucho más autocomplaciente: “Cuando se topa con algo que va mal no busca necesariamente su cambio, sino que lo entiende como un refuerzo para sus ideas fatalistas”. Una suerte de ¿veis? que le conduce, directamente, a la apatía.

Pero, en el fondo y según la psicóloga, existe un arraigado error en los conceptos. “Incluso Schopenhauer, quizá el mayor adalid del pesimismo, escribía con la meta de que el público comprara y leyera sus textos”, subraya. Y esa ya era, por sí misma, una motivación.

Encontrar a un pesimista auténtico es prácticamente imposible, afirma, puesto que en nuestro ADN está impreso el motor para, al menos, sobrevivir. Y pensar que mañana quizá no nos despertemos sonará fatalista. Pero descansar esta noche para tener energía al despertar ya será, al menos, una aportación a la búsqueda, optimista, de estar vivos mañana.

Cuidado, que nos va la vida en ello

No es cuestión de acudir a los extremos. El optimismo mal entendido, el que peca quedándose únicamente con la mitad de la realidad, es igual de peligroso que el pesimismo. Textos como los de la activista americana Bárbara Ehrenreich, Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo¸ ponen de relieve cómo pretender que solo se experimenten emociones positivas es tan absurdo como imposible.

Y otros autores, como el profesor de la Universidad de Oxford Roger Scruton, estudian los peligros de la falsa esperanza y tratan de determinar los usos correctos del pesimismo, entendido como motor de cambio y germen de avance.

Pero otros expertos, igual que la psicóloga Nabila Prieto, sí invitan a ser más tendentes al optimismo, olvidando su vinculación a la ingenuidad. Fundamentan sus consejos en estudios como el elaborado en la Universidad de Yale, desde donde se encuestó a los habitantes de un pequeño pueblo de Estados Unidos para, años después, registrar su salud cruzándola con su visión optimista o pesimista frente a la vida. La conclusión: aquellas personas que se habían mostrado más optimistas habían vivido, de media, siete años y medio más que los que se habían subido al carro de los negros nubarrones.

Casualidad, dirá usted, lector pesimista. Otro estudio que pretendió eliminar cualquier disparidad cultural o relacionada con la alimentación o el ambiente en el que se desenvolvían los voluntarios optó por realizar un análisis similar en el contexto de un convento. Monjas que comían lo mismo, compartían horarios y respiraban el mismo aire, y cuyos diarios fueron analizados para determinar, igualmente, que las hermanas optimistas vivieron unos 10 años más que las pesimistas.

En definitiva, y a tenor de los datos, el optimista será, primero, más feliz y, segundo, más longevo. Simplemente porque entenderá sus dificultades como retos y no como tragedias. Que las hay, y gordas. Pero más se perdió en Cuba.

Fuente:

El País (Buena Vida)

18 de diciembre de 2017

¿Por qué la ciencia dice que en Navidad es mejor regalar experiencias que objetos?


Se aproxima la Navidad y, por lo tanto, se avecinan horas y horas pensando, buscando y comprando obsequios para familiares y amigos.

Pero ¿es mejor dar regalos materiales o experiencias?

Según una abrumadora cantidad de estudios de psicología social, obsequiar experiencias hace más felices a las personas que dan y reciben, además de tener efectos positivos antes y después del acto concreto de entrega.

"Existen distintos mecanismos psicológicos que explican por qué un viaje, unas entradas para un concierto o una cena otorgan mayor satisfacción que una prenda de ropa, unas joyas o un aparato tecnológico", explica Amit Kumar, psicólogo social e investigador de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, quien ha publicado numerosos trabajos sobre el tema.
En BBC Mundo te contamos por qué es mejor invertir en experiencias.

Interacción social

"La gente habla más de los regalos vivenciales que de los materiales y es justamente esa interacción social la que otorga mayor felicidad", le dice Kumar a BBC Mundo.

El valor conversacional de las experiencias es tan importante que, según sus estudios, cuando la gente no puede compartir lo vivido, el gozo decae. Esto no sucede con los regalos materiales.
Pero la interacción social no solo pasa por contarle a otros lo maravilloso que fue ir a un concierto de rock, por ejemplo, sino también por la conexión que se genera con aquel que vivió el espectáculo a tu lado, ya sea un amigo o un completo extraño.

Si bien el tiempo y dinero son los dos recursos más valorados en la sociedad moderna, "el tiempo es una fuente que interconecta a las personas más que el dinero", afirma un estudio sobre los vínculos emocionales que provocan los regalos vivenciales publicado el año pasado en el Journal of Consumer Research

Allí uno de los entrevistados afirma: "Prefiero no recibir nada y pasar tiempo pescando o acampando antes que tener objetos caros".

Sin comparación

En "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj", el escritor Julio Cortázar afirma que, al obsequiarte este objeto, "te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes".

En cambio, según se desprende de las investigaciones de Kumar, las experiencias "tienden a ser apreciadas por su valor intrínseco y no por cómo se comparan con lo que otros tienen".
Dado que las vivencias son siempre únicas, resultan "menos susceptibles a comparaciones desagradables o desfavorables", y por lo tanto, generan mayor satisfacción. 

Es difícil quién pasó mejor en su viaje a Disney, pero no hay dudas que el último modelo de iPhone es superior al anterior, por ejemplo.

Por esa misma singularidad, las experiencias también elevan el sentido de identidad personal.
En palabras de Kumar: "Son las vivencias y no las posesiones materiales lo que nos moldea como personas".

Antes y después

"Piensa en cómo te sientes mientras esperas una reservación en un restaurante", dice Kumar, "ahora piensa en lo que te provoca la espera por la entrega de un producto comprado en Amazon".

En sus estudios, el psicólogo social descubrió que, en la previa, las experiencias provocan entusiasmo, pues la persona "saborea la expectación". Sin embargo, la espera material genera ansiedad y frustración. 

Los beneficios no son solo en el antes sino también en el después.

"Puedes sentir emoción al pensar en un viaje que hiciste hace años, aunque luego volvieras a viajar. Pero no te sucede si piensas en la laptop anterior a la actual", ejemplifica Kumar. 

Las vivencias provocan un "disfrute y satisfacción retrospectivos", dice una de sus investigaciones.
Por si esto fuera poco, también generan un mayor sentimiento de gratitud y generosidad

En una de sus investigaciones el equipo de Kumar analizó 1.200 comentarios al azar de sitios orientados al consumo material (como Amazon) y de otros más vinculados a las experiencias (por ejemplo, TripAdvisor y Yelp).

"La gente tiende a sentirse más inclinada a comentar sobre sus sentimientos de gratitud cuando se refieren a viajes que hicieron, lugares que visitaron o comidas que disfrutaron, antes que cuando escriben de productos tecnológicos, mobiliario o ropas que compraron", dice el estudio publicado el año pasado en la revista Advances in Consumer Research.

Por otra parte, al pensar en una inversión vivencial significativa, la gente tiende a ser más generosa con otros que cuando piensa en compras materiales.

Comprar algo en un centro comercial puede ser más fácil que regalar una experiencia. Pero, según la ciencia, vivir es mejor que tener.

Fuente:

BBC

30 de octubre de 2017

La interesante alianza entre 'big data' y comportamiento social

Analizar el lenguaje en plataformas como las redes sociales supone conocer de primera mano el pulso de la sociedad.



El lenguaje es una de las fuentes más ricas de datos que tiene el ser humano. Es el reflejo del pensamiento y de lo que se quiere decir en cada momento. Por ello, analizarlo en plataformas como las redes sociales supone conocer de primera mano el pulso de la sociedad, qué piensa y cómo se posiciona sobre la actualidad. Una monitorización al uso de las redes puede ofrecer algunas pistas, pero no ahonda lo suficiente porque no estudia en profundidad el lenguaje, qué quiere decir la persona con esas palabras. 

Para realizar este análisis, uno de los métodos más precisos e incisivos actualmente es el procesamiento del lenguaje natural. Esta disciplina cuenta con décadas de investigación y ha desarrollado sistemas que analizan de manera precisa el contenido de un texto, pudiendo extraer el sentimiento o la opinión que se deriva del mismo, lo que llamamos análisis semántico.

A través de un procedimiento de extracción de significado pueden apreciarse las opiniones de los usuarios, si son positivas o negativas; las emociones con respecto a lo que cuentan; la intención del mensaje, si se trata de una queja o sugerencia, por ejemplo; e incluso el grado de concienciación midiendo la implicación de un usuario sobre un problema social derivado de sus manifestaciones sobre el mismo. El sistema del análisis de sentimientos detecta además temas o palabras representativas, clasifica por categoría y establece una serie de variables demográficas.

La característica de esta técnica que le confiere la categoría de tercera generación de este tipo de aplicaciones de monitorización es la introducción del análisis semántico. Este estudio semántico permite profundizar en los textos distinguiendo entre factores lingüísticos como la ironía, las metáforas o el mismo contexto de la conversación.

Además, la información recopilada en las monitorizaciones basadas en el análisis de sentimientos difiere en gran medida sobre la recogida en encuestas o estudios de mercados. Todos los datos recogidos sirven para conocer el comportamiento, las opiniones, el sentimiento de los usuarios sobre ciertos productos o temas sobre los que se lleve a cabo este exhaustivo análisis de una manera instantánea y espontánea. Los usuarios vierten en sus redes opiniones y reacciones más ajustadas a la realidad porque cuentan con una libertad que no la dan las encuestas, dónde la persona puede maquillar sus opiniones por distintos motivos.

El artículo completo en: El País (España)

15 de septiembre de 2017

La testosterona le podría estar haciendo perder dinero (también si es mujer)


Cuando pensamos en la testosterona, seguramente nuestra imagen mental será la de un macho musculado y motivado para la acción. Sabemos que es la hormona inherente al hombre y la que le pone a mil pero, ¿y si no fuera solo en lo sexual o en lo de ponerse gallito? Nuevos estudios analizan el modo en que afecta a la actividad cerebral y, en consecuencia, a los procesos que intervienen en la toma de decisiones y la impulsividad, también en el caso de la mujer.

“El nivel de testosterona del hombre, que fluctúa en función de su edad, es unas 10 veces mayor que el de la mujer”, expresa el doctor Javier Febles Díaz, especialista en Medicina interna y andrólogo. Por eso se ha estudiado fundamentalmente en hombres. “Es una hormona que participa en muchas funciones, como en la diferenciación sexual y en la producción espermática, pero también en otras, como en la construcción de hueso y músculo ”, explica el especialista.

Aunque nos llame la atención de ella únicamente lo obvio  —la virilidad y la libido amplificada del varón— hay mucho más. Uno de los focos de interés más actuales gira en torno al modo en que influye en la toma de decisiones o, por qué no, en la no toma de decisiones, cuando uno se rinde a la impulsividad.

Malas decisiones e impulsividad

Los investigadores Nave y Nadler, de la Wharton School de Pensilvania y de la Western Unversity in Ontario, respectivamente, han tratado de demostrarlo en un reciente estudio con 243 hombres. Tras administrarles placebo o testosterona a través de un gel aplicado en pecho y hombros, medían su capacidad cognitiva en una serie de pruebas matemáticas.

Mientras que algunas preguntas exigían pequeñas operaciones, otras eran trampa para provocar la impulsividad y el error. El resultado hizo notar una mayor confianza en las propias decisiones en aquellos a los que se les había administrado testosterona que en los demás. Los autores describen, a causa de la testosterona, una reducción en la capacidad de analizar y juzgar las propias respuestas por la que “se inhibe el repaso del propio trabajo y se tiene mayor seguridad en uno mismo”.

El artículo completo en: Buena Vida (El País, España)

5 de septiembre de 2017

Cómo averiguar si su hijo será un psicópata (con tan solo 5 años)

El psicópata... ¿nace o se hace?


Un estudio de 2015, realizado por psicólogos de varias universidades británicas y publicado en Biological Psychiatry, sometió a una curiosa prueba a 213 bebés de cinco semanas: los pusieron frente a un rostro humano y un objeto inanimado (una pelota roja) y anotaron cuál de las dos cosas atraía más su atención. Cuando cumplieron dos años y medio, pidieron a los padres que rellenaran un cuestionario sobre los rasgos emocionales de sus hijos. Tras cruzar los datos, se dieron cuenta de que los niños con mayor índice de rasgos de dureza e insensibilidad eran aquellos que de bebés habían centrado una mayor atención en el objeto inanimado.

“Los psicólogos estimamos que el 50% de este trastorno tiene un origen genético, sobre todo en cuanto a la frialdad, pero luego hay una parte ambiental y educativa, que responde al otro 50%”, sostiene Alicia Banderas. Al margen de los experimentos científicos, hay detalles que se manifiestan en el día a día de los niños. "Los primeros indicadores se dan en torno a los cinco o seis años de edad -señala Banderas-. Puede haber más brotes en la preadolescencia, más o menos a los 10 años, para luego irrumpir hacia los 15".

Estos son algunos de los comportamientos que aparecen más temprano, y pueden estar advirtiendo a los padres de que su hijo es un psicópata en potencia:

Es cruel con los animales

Esa actitud es una clara muestra de su falta de empatía con el dolor ajeno. “También es posible que exprese esa crueldad con otros niños e incluso con bebés”, indica Abel Domínguez Llort.

No tiene remordimientos

Ni se arrepiente de sus malas acciones, ni tiene sentimientos de culpa. “Puede llegar a pensar que la otra persona se merece lo que él le ha hecho”, dice Banderas.

Es insumiso

Desafía los límites, las normas y la autoridad en general. “He visto a muchos niños que dicen: ‘Quién se ha creído que es mi madre para decirme que no vaya a una fiesta’. Someten a los padres y terminan confundiéndose los roles: el hijo es quien acaba mandando”, añade la psicóloga.

Cuando algo no le sale bien, lo destruye

Se frustra con facilidad. Alicia Banderas pone un ejemplo: “Si está jugando con piezas de construcción y lo que quiere hacer no le sale, es capaz de tirarlo todo. No sabe autorregular sus emociones”.

Se cree el centro del mundo

Es muy egocéntrico y exigente: lo quiere todo y lo quiere ya. “Y cuando no lo obtiene, agrede, insulta o escupe", dice la especialista.

Es vengativo

Piensa que merece tener privilegios, y cuando considera que han sido injustos con él, su respuesta es hacer daño. “Tuve un caso en el que el niño había roto unas cartas manuscritas porque sabía que tenían mucho valor sentimental para su madre”, recuerda Banderas.

Miente más que habla

“Como quiere salirse con la suya, utilizará una mentira, pero para taparla tendrá que utilizar cien más”, asegura la experta.

Los castigos le resbalan

“Aunque tenga que estar una semana sin usar la tableta, le da igual. Antepone su objetivo a las posibles represalias, porque ante estas buscará una venganza y hará el mal, que es lo que le mueve”, dice Banderas. "No son niños felices -añade- y cuando les castigan no se sienten peor, porque ya se sentían mal antes de ese momento".

¿Ha reconocido a su hijo en este repertorio de señales? No se asuste, está a tiempo de reconducir la situación. Los expertos sostienen que el componente antisocial de la psicopatía se puede revertir. Domínguez Llort recomienda intensificar el entrenamiento de la empatía (“hacerles ver las consecuencias que han tenido sus acciones”) y de las habilidades sociales (“para que el niño aprenda a decir las cosas de forma asertiva, pidiendo lo que necesita pero sin hacer daño a otros”).

A modo de prevención, “en las casas hay que poner unos límites”, afirma Banderas. “Por ejemplo, mediante lo que llamamos ‘economía de fichas’: para ganar derechos, tienen que cumplir con obligaciones. Hemos visto que esta frialdad y esta tiranía se expanden más en familias muy permisivas y también en el otro extremo, en familias muy autoritarias”.

“Podemos leerles cuentos especialmente creados para inculcar esas habilidades sociales”, aconseja Domínguez Llort, así como "fomentar el trabajo en equipo, ya sea en el ámbito del deporte o haciendo excursiones. Es fundamental dar ejemplo: que vean que la solidaridad es buena. Hay que pedir a los hijos, por ejemplo, que compartan sus chuches, aunque ellos no vean la necesidad de hacerlo. También debemos ayudarles a enfrentarse a determinados mensajes que nos envía la sociedad y que empujan al individualismo”.

Fuente: Buena Vida (El País, España)

16 de agosto de 2017

Un truco sencillo y novedoso para que venzas tu tendencia a dejarlo todo para después

Cierra los ojos. Imagínate terminando ese tedioso proyecto de meses de duración que odias.

Piensa en los papeles que estás preparando en tu escritorio, en los documentos que necesitas imprimir, en las conversaciones indispensables para terminar el proyecto e incluso en lo que vestirás el día de la presentación o cómo te sentirás al final del proyecto. Cuanto más viva sea la imagen en tu mente, mejor.


El ejercicio parece simple, pero algunas investigaciones recientes sugieren que visualizarse en el futuro podría ser una forma novedosa de vencer la postergación de tareas por cumplir.
Esta es la teoría: la mayoría de nosotros no somos particularmente buenos imaginando cómo nuestras acciones inmediatas nos afectarán a largo plazo. 

Pero vernos constantemente en un momento posterior de la vida y cómo nuestras decisiones diarias afectan a esa futura persona puede ayudarnos a tomar mejores decisiones inmediatas, porque es más fácil imaginar las consecuencias a largo plazo.

Parte de la idea proviene de la investigación de Hal Hershfield, psicólogo y profesor asociado de marketing en la Escuela de Administración Anderson de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que estudia cómo nuestra percepción del tiempo puede alterar la toma de decisiones.

En una serie de cuatro experimentos, se les pidió a las personas que interactuaran con sus "yo futuros", usando retratos que mostraron cómo lucirían en la vejez a través de un programa de realidad virtual. 

Hershfield encontró que aquellos que interactuaban con su futuro eran entonces más propensos a asignar dinero hacia una hipotética cuenta de ahorro para la jubilación.

El experto señala que a menudo nos comportamos de maneras que pueden ser perjudiciales a largo plazo: "Es muy similar a comer poco saludable hoy y sufrir las consecuencias con el tiempo".

Sin embargo, "cuando ayudamos a la gente a visualizar y considerar más profundamente su futuro, aumenta la tendencia a actuar de manera más orientada hacia ese futuro", sostiene.

Esta idea se puede aplicar al manejo del tiempo. Por ejemplo, puede parecer inconsecuente retrasar un proyecto para otro día y pasar la tarde mirando Facebook. 

 Pero imaginarte a ti mismo lidiando con el estrés adicional causado por esta pequeña decisión una vez que el plazo límite llegue en un mes puede ayudarte a retomar el trabajo.

El artículo comleto en: BBC

14 de agosto de 2017

El error que cometes y que hace que tus hijos sean unos malcriados

Es muy difícil conseguir al mismo tiempo que nuestros hijos confíen en nosotros y sean responsables. Para lograr este objetivo, hay algo que no se debe hacer jamás.


De entre todo lo que atormenta a los padres primerizos, desde lo material hasta lo relacionado con la educación pasando por lo psicológico, quizá no hay nada más preocupante que lo siguiente: ¿cómo conseguimos no malcriar a nuestros hijos? Es caminar sobre la cuerda floja, puesto que el equilibrio entre proveer a nuestros descendientes con todo lo que necesitan materialmente, apoyarles emocionalmente y hacer que se sientan seguros pero que al mismo tiempo no piensen que el universo gira en torno a ellos es delicado.

No hay receta infalible, obviamente, pero nunca viene de más escuchar lo que tienen que decir los especialistas sobre esta cuestión tan peliaguda, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez más (supuestos) adultos se comportan como niños malcriados. Por ejemplo, Hal Runkel, terapeuta familiar y autor de 'Choose Your Own Adulthood: a Small Book about the Small Choices that Make the Biggest Difference' (Greenleaf Book Group), un manual para millennials que intenta guiarles a la hora de tomar las decisiones que determinarán su futuro.
Cuando dices 'como hagas eso otra vez te lo voy a quitar' y no se lo quitas, estás malcriando a tu hijo
Su carácter, no obstante, se ha forjado mucho tiempo atrás, y el resultado está tremendamente influido por la actitud de sus padres hacia ellos. En opinión de Runkel, hay algo que nunca debería hacerse con un hijo: mentirle. En concreto, a la hora de que entiendan cómo funciona el mundo y de qué manera toda acción tiene sus consecuencias. Lo confiesa a 'Business Insider': “lo que malcría a los niños es no dejarles que prueben las consecuencias naturales de sus errores”. Como el dicho español de “aprende a base de golpes”, pero con una sustancial diferencia.

Fuente:

El Confidencial

2 de agosto de 2017

¿Qué le sucede al cerebro masculino cuando va a ser padre?

Aunque sea un hijo muy buscado, el mundo de las preocupaciones se puede despertar y tiene su momento más álgido entre la cuarta y sexta semana después de conocer la noticia, según un estudio realizado en Australia en más de 200 parejas.
Las preocupaciones de los futuros papás giran en torno a tres ejes: la relación de pareja, el trabajo y cómo no, el sexo (y ya no hablemos si no fuera deseado, que posiblemente las preocupaciones se convertirían en angustia). Como además, cada persona expresa lo que le inquieta de un modo distinto, no es de extrañar que al principio del embarazo el hombre se pueda mostrar más distante o más ensimismado, dándole vueltas a la cabeza. No es que no le ilusione (que en algunos casos puede que sea así), sino que sencillamente, la química le lleva a ello.

Durante el embarazo el mundo de las preocupaciones continúa, pero la química se encarga de reducir el interés sexual en un momento en el que la fecundación no es posible. Todo ello lo hace a través de dos hormonas, fundamentalmente: la testosterona y la prolactina. La testosterona es la hormona reina del hombre, que le lleva a la fuerza, al dominio y a la agresividad. Cuando la pareja está embarazada, esta hormona desciende y tiene su nivel más bajo durante las tres semanas previas al parto, que llega a ser hasta un 33 por ciento menos. Por el contrario, la prolactina aumenta hasta un 20 por ciento en el mismo periodo de tiempo. Gracias a ella, le ayuda a desarrollar nuevos instintos paternales como agudizar el oído cuando el bebé llore o a disminuir el instinto sexual durante los meses de gestación. Es también la responsable de que algunos padres, sobre todo primerizos, sufran el síndrome de Couvade o “embarazo empático” y que aumenten de peso como si ellos también estuvieran embarazados (si eso te ha ocurrido, al menos, ya tienes la explicación: la prolactina). Pasado un tiempo, las dos hormonas se reajustan, curiosamente, después de la cuarentena y cuando el hijo camina es cuando regresan a su nivel original, tal y como explica Louann Brizendine en su libro “el cerebro masculino”.

La química del cerebro del hombre también le lleva a despertar el instinto protector con su hijo y la sensación de satisfacción. Cuando el bebé sonríe a su padre al cambiarle el pañal o al hacerle una carantoña, el circuito de recompensa del hombre se activa, le hace sentirse muy bien y, sobre todo, le refuerza su lazo de unión con su hijo. Por eso, es muy importante que haya un contacto diario del padre con su hijo y que la mujer le deje ser parte de dicho cuidado desde el primer momento, aunque alguna crea que su pareja no es tan ducho en la materia y alguno prefiera escaquearse de ciertas rutinas. Todo ello tiene ventajas muy considerables, una de ellas para el padre, que le ayuda a desarrollar oxitocina, la hormona del placer y que le hace sentirse muy bien consigo mismo. También tiene ventajas para el niño o la niña. El papel coprotagonista del padre ayuda a que el pequeño gane más confianza en sí mismo. Igualmente, la forma de jugar del padre, que suele saltarse algunas reglas o que es bien distinta a la de la madre, es un estímulo para el aprendizaje del hijo. La ventaja del coprotagonismo durante los primeros meses es también para la pareja. Aunque un bebé es un factor de estrés para una relación (no nos engañemos), al menos si el padre se involucra desde el primer momento y la madre no critica lo que él hace, se refuerzan los lazos como pareja. Por todo ello, vale la pena intentarlo.

En definitiva, nuestro cerebro nos ha permitido llegar hasta aquí como especie. Por ello, no es de extrañar que las reacciones químicas del hombre comiencen cuando conoce la noticia de su paternidad y duren toda la vida. El objetivo es la crianza, pero el hecho de ser padre también tiene un beneficio personal para el hombre, que le ayuda a acceder a nuevos registros emocionales donde hay más cariño y más disfrute de las pequeñas recompensas.

Fuente:

El País
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