Mientras los científicos atribuyen la existencia del instinto maternal a una hormona llamada oxitocina, otros consideran que el deseo innato de amparar a los hijos es solo una producción social.
Este instinto, al parecer, se pone de manifiesto desde la infancia y se confirma en los años siguientes por la marcada atención que la mayoría de mujeres expresa por los niños. Durante mucho tiempo, se creyó que este interés era casi exclusivo de las mujeres y casi nulo en los hombres, pero hay nuevos estudios que demuestran lo contrario.
Uno de ellos proviene de la Universidad de Saint-Etienne, en Francia, el cual advierte que los hombres tienen la misma capacidad que las mujeres para identificar el llanto de los hijos. El resultado de la investigación determinó que ellos eran capaces de reconocer el llanto de su hijo el 90% de las ocasiones, un porcentaje idéntico al de las mamás que participaron en el experimento.
Los científicos involucrados en este estudio explican que la hipótesis que vincula el instinto de protección únicamente con las madres es errónea, ya que en los estudios que datan de finales 1970 y principios de 1980, se olvidó tomar en cuenta el tiempo que dedican los padres a sus hijos e hijas. En términos biológicos, hombres y mujeres son entes cooperativos, por lo que la idea de que un género es mejor que el otro, en cuanto a un mecanismo para proteger al bebé, resulta incongruente.
El año pasado, la Universidad de Bar Ilan en Israel mostró que ciertas zonas de los cerebros de padres involucrados en las vidas de los bebés se activan de la misma manera que los de las madres durante el embarazo. Para llegar a esta conclusión analizaron los cambios neuronales de madres, padres heterosexuales y homosexuales.
En estos últimos, los científicos descubrieron cambios hormonales similares a los de las madres. Si bien hay muchos trabajos que respaldan la afirmación de que los hombres también tienen instinto maternal, hay muchos otros que demuestran que en el mundo animal hay casos similares, como el de los monos titís que presentan varias similitudes, tanto neuronales como conductuales con los seres humanos.
Estos animales son conocidos por cuidar con la misma intensidad a sus crías pequeñas que el resto de las madres mamíferas.
De hecho, los titís que son papás cargan a sus crías más de la mitad del tiempo durante los primeros 3 meses de vida. Los machos cuidan las crías, mientras las hembras se dedican a dar de mamar y a cuidar el territorio. En este caso, el macho asume la crianza y la madre la alimentación. La revista National Geographic publicó un especial en el que es común ver sobre la espalda a los pequeños hijos tití, incluso los machos pueden asistir el parto y cuidar el aseo de los recién nacidos lamiéndolos.
Hay muchos ejemplos de paternidad en el mundo animal. Uno de los casos más extraordinarios es el del chinche gigante acuático, un insecto responsable de llevar sobre su espalda el ‘peso’ de ser papá, porque en su dorso transporta una centena de huevos hasta que eclosionen; los cuida y protege y recuerda llevarlos a la superficie del charco cada cierto tiempo, pues el aire evita que los huevecillos enmohezcan. Parte de su responsabilidad consiste, precisamente, en permanecer sobre una roca cerca de la superficie durante 3 semanas y flexionar, de manera periódica, las patas para exponerlas al oxígeno.
El pingüino emperador también es un ejemplo de cómo se ha desarrollado el instinto de protección hacia las crías. En el documental La marcha de los pingüinos, del director francés Luc Jacquet, se ponen de relieve los obstáculos que debe sortear este animal que debe separarse de su familia para cumplir su rol. Muchos biólogos coinciden en que este pingüino es uno de los mejores padres del reino animal, porque cuida de su cría durante 4 meses, 2 de ellos inmóvil en el invierno polar, incubándola y sin comer nada.
Lea el artículo completo en: El Telégrafo (Ecuador)
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11 de mayo de 2019
10 de mayo de 2019
Esto dice la ciencia sobre el instinto maternal
Los estudios más recientes de las sustancias químicas del cerebro y el desarrollo social sugieren que necesitamos reconsiderar nuestra definición de maternidad.
Antes y después de conocer a su nieto por primera vez, Sarah Blaffer Hrdy escupió en un vial. Dos semanas después, cuando su marido llegó para conocer al recién nacido, le pidió que hiciera lo mismo.
Más adelante, las pruebas de laboratorio revelaron que los niveles de Hrdy de una sustancia química cerebral denominada oxitocina se habían disparado un 63 por ciento aquella tarde. Los de la saliva de su marido mostraban un ascenso de un 26 por ciento tras su encuentro inicial, pero varios días después, también aumentaron hasta el 63 por ciento.
«En el resultado final no había diferencias entre mi marido y yo, solo que a él le hizo falta pasar un poco más de tiempo con su nieto para alcanzarlos», afirma. La respetada antropóloga, ahora profesora emérita de la Universidad de California, Davis, ha escrito exhaustivamente sobre la ciencia de la maternidad humana.
«Todos los mamíferos hembra tienen respuestas maternales o “instintos”, pero esto no significa, como se suele asumir, que toda madre que dé a luz esté preparada automáticamente para cuidar de su descendencia», afirma Hrdy. «Más bien, las hormonas gestacionales preparan a las madres para responder a los estímulos de su bebé y, tras el parto, poco a poco, va respondiendo a las señales».
No es solo el caso de las mujeres que dan a luz físicamente: Hrdy y su marido son abuelos, pero a ella no le resulta en absoluto sorprendente que ambos registraran aumentos similares de oxitocina, una hormona asociada con los vínculos maternales. Según ella, tanto las madres que dan a luz como las madres que adoptan deberían considerarse «madres biológicas», basándose en los cambios que tienen lugar en sus cuerpos cuando se convierten en madres.
«Ambas experimentan transformaciones neuroendocrinológicas similares, incluso en ausencia del parto o la lactancia», afirma Hrdy.
El trabajo de Hrdy da testimonio de los muchos matices de la maternidad posibles en humanos. En las sociedades occidentales, quién se convierte en madre —y quién quiere ser madre— es diferente en la actualidad respecto a hace unas décadas. Las mujeres están retrasando cuándo y cuántos hijos tienen, o viven felizmente sin descendencia. Cada vez se acepta más a los padres del mismo sexo. Y a principios de año, una mujer transgénero se convirtió en la primera en amamantar a su bebé.
Aunque cada uno tiene una idea propia de qué es ser madre, la ciencia puede desvelar por qué cada tipo de madre se comporta de una forma determinada.
Lea el artículo completo en: Nat Geo
Antes y después de conocer a su nieto por primera vez, Sarah Blaffer Hrdy escupió en un vial. Dos semanas después, cuando su marido llegó para conocer al recién nacido, le pidió que hiciera lo mismo.
Más adelante, las pruebas de laboratorio revelaron que los niveles de Hrdy de una sustancia química cerebral denominada oxitocina se habían disparado un 63 por ciento aquella tarde. Los de la saliva de su marido mostraban un ascenso de un 26 por ciento tras su encuentro inicial, pero varios días después, también aumentaron hasta el 63 por ciento.
«En el resultado final no había diferencias entre mi marido y yo, solo que a él le hizo falta pasar un poco más de tiempo con su nieto para alcanzarlos», afirma. La respetada antropóloga, ahora profesora emérita de la Universidad de California, Davis, ha escrito exhaustivamente sobre la ciencia de la maternidad humana.
«Todos los mamíferos hembra tienen respuestas maternales o “instintos”, pero esto no significa, como se suele asumir, que toda madre que dé a luz esté preparada automáticamente para cuidar de su descendencia», afirma Hrdy. «Más bien, las hormonas gestacionales preparan a las madres para responder a los estímulos de su bebé y, tras el parto, poco a poco, va respondiendo a las señales».
No es solo el caso de las mujeres que dan a luz físicamente: Hrdy y su marido son abuelos, pero a ella no le resulta en absoluto sorprendente que ambos registraran aumentos similares de oxitocina, una hormona asociada con los vínculos maternales. Según ella, tanto las madres que dan a luz como las madres que adoptan deberían considerarse «madres biológicas», basándose en los cambios que tienen lugar en sus cuerpos cuando se convierten en madres.
«Ambas experimentan transformaciones neuroendocrinológicas similares, incluso en ausencia del parto o la lactancia», afirma Hrdy.
El trabajo de Hrdy da testimonio de los muchos matices de la maternidad posibles en humanos. En las sociedades occidentales, quién se convierte en madre —y quién quiere ser madre— es diferente en la actualidad respecto a hace unas décadas. Las mujeres están retrasando cuándo y cuántos hijos tienen, o viven felizmente sin descendencia. Cada vez se acepta más a los padres del mismo sexo. Y a principios de año, una mujer transgénero se convirtió en la primera en amamantar a su bebé.
Aunque cada uno tiene una idea propia de qué es ser madre, la ciencia puede desvelar por qué cada tipo de madre se comporta de una forma determinada.
Lea el artículo completo en: Nat Geo
27 de septiembre de 2018
Los beneficios de abrazarse después del sexo
Besarse, acariciarse y hablar con afecto después del sexo puede ser tan importante para la satisfacción de la relación como las relaciones sexuales en sí mismas, según sugirió un estudio de la Universidad de Toronto (Canadá). Cuando los investigadores pidieron a las parejas que pasaran más tiempo abrazadas después del sexo, experimentaron niveles más altos de satisfacción sexual y de la relación en general, especialmente las parejas con niños. Esto puede tener que ver con la liberación de oxitocina que se libera durante las relaciones sexuales y que continúa siendo liberada con el contacto prolongado de piel con piel.
22 de septiembre de 2018
Cómo la menstruación cambia el cerebro de las mujeres (para bien)
En el comienzo, se trataba de
"histeria". Desde los magos médicos del antiguo Egipto hasta los
filósofos barbudos de la Grecia clásica, los hombres han reflexionado
sobre esta condición durante miles de años.
Platón creía que la histeria era causada por el "útero en duelo", que estaba triste cuando no cargaba un hijo.
Sus contemporáneos creían que se daba cuando este órgano quedaba atrapado en diferentes partes del cuerpo, una que creencia persistió hasta el siglo XIX, una época en la que este desorden famosamente se trataba haciendo llegar a las mujeres al orgasmo con un vibrador.
Incluso ahora, la noción de que la biología de una mujer puede aturdir su cerebro es parte de la cultura popular.
Si una mujer está de mal humor, se le pregunta si "está en sus días". Si tiene deseo sexual se le dice que "podría estar ovulando".
Resulta que esto no está infundado. Algunas mujeres realmente se sienten más ansiosas e irritables alrededor de su periodo, y es cierto que tenemos más motivación sexual cuando estamos ovulando. (Aunque los síntomas no pueden explicarse siempre así).
Pero lo que no todos saben es que el ciclo menstrual también puede afectar el cerebro de una mujer de forma positiva.
Las mujeres son mejores en ciertas habilidades, como la conciencia espacial, después de su período.
Tres semanas antes son significativamente mejores comunicadoras y, aunque parezca raro, son particularmente buenas detectando cuando alguien tiene miedo.
Además, durante parte de su ciclo sus cerebros son más grandes.
¿Qué ocurre?
Los "úteros vagabundos" no son la principalmente fuente de estos cambios. Son los ovarios que liberan estrógeno y progesterona en distintas cantidades durante el mes.
Esas hormonas, que deciden cuándo liberar un óvulo, tienen efectos profundos en los cerebros y la conducta de las mujeres.
El artículo completo en: BBC Mundo
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28 de septiembre de 2017
Oxitocina: la hormona responsable del amor...
La oxitocina, la hormona responsable de que amemos, seamos fieles, compasivos, amables… y de que podamos parir y tener leche materna, entre muchas de sus funciones.
La oxitocina es una molécula orgánica pequeña, un oligopéptido que consta de sólo nueve aminoácidos. Se produce en el sistema nervioso central, concretamente en el hipotálamo. Desde allí se transfiere a la hipófisis, una glándula que está en nuestro cerebro, dónde se almacena y desde donde se secreta cuando se necesita. La oxitocina se descubrió a principios del siglo pasado y se sintetizó artificialmente por primera vez en 1953.
Du Vigneaud recibió en 1955 el premio Nobel por la síntesis de este compuesto. Funcionalmente lo primero que se sabe de ella es que es una hormona. Viaja por el torrente sanguíneo y actúa en tejidos alejados de su lugar de síntesis. Entre sus acciones periféricas es responsable de los movimientos de contracción-relajación de fibras musculares lisas como las que forman el cuerpo del útero o los conductos galactóforos y, por tanto, produce las contracciones de parto y la secreción de la leche materna. Por este motivo, la oxitocina sintética se ha venido usando en los partos desde los años setenta del siglo pasado. Se administra intraparto por vía intravenosa. Su uso para acelerar las contracciones de parto permite “controlar” en cierto sentido el proceso y se usa en muchos sitios de forma rutinaria, en lo que se denomina protocolo de manejo activo del parto».
El artículo completo en:
ABC Familia
La oxitocina es una molécula orgánica pequeña, un oligopéptido que consta de sólo nueve aminoácidos. Se produce en el sistema nervioso central, concretamente en el hipotálamo. Desde allí se transfiere a la hipófisis, una glándula que está en nuestro cerebro, dónde se almacena y desde donde se secreta cuando se necesita. La oxitocina se descubrió a principios del siglo pasado y se sintetizó artificialmente por primera vez en 1953.
Du Vigneaud recibió en 1955 el premio Nobel por la síntesis de este compuesto. Funcionalmente lo primero que se sabe de ella es que es una hormona. Viaja por el torrente sanguíneo y actúa en tejidos alejados de su lugar de síntesis. Entre sus acciones periféricas es responsable de los movimientos de contracción-relajación de fibras musculares lisas como las que forman el cuerpo del útero o los conductos galactóforos y, por tanto, produce las contracciones de parto y la secreción de la leche materna. Por este motivo, la oxitocina sintética se ha venido usando en los partos desde los años setenta del siglo pasado. Se administra intraparto por vía intravenosa. Su uso para acelerar las contracciones de parto permite “controlar” en cierto sentido el proceso y se usa en muchos sitios de forma rutinaria, en lo que se denomina protocolo de manejo activo del parto».
El artículo completo en:
ABC Familia
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15 de septiembre de 2017
La testosterona le podría estar haciendo perder dinero (también si es mujer)
Cuando pensamos en la testosterona, seguramente nuestra imagen mental será la de un macho musculado y motivado para la acción. Sabemos que es la hormona inherente al hombre y la que le pone a mil pero, ¿y si no fuera solo en lo sexual o en lo de ponerse gallito? Nuevos estudios analizan el modo en que afecta a la actividad cerebral y, en consecuencia, a los procesos que intervienen en la toma de decisiones y la impulsividad, también en el caso de la mujer.
“El nivel de testosterona del hombre, que fluctúa en función de su edad, es unas 10 veces mayor que el de la mujer”, expresa el doctor Javier Febles Díaz, especialista en Medicina interna y andrólogo. Por eso se ha estudiado fundamentalmente en hombres. “Es una hormona que participa en muchas funciones, como en la diferenciación sexual y en la producción espermática, pero también en otras, como en la construcción de hueso y músculo ”, explica el especialista.
Aunque nos llame la atención de ella únicamente lo obvio —la virilidad y la libido amplificada del varón— hay mucho más. Uno de los focos de interés más actuales gira en torno al modo en que influye en la toma de decisiones o, por qué no, en la no toma de decisiones, cuando uno se rinde a la impulsividad.
Malas decisiones e impulsividad
Los investigadores Nave y Nadler, de la Wharton School de Pensilvania y de la Western Unversity in Ontario, respectivamente, han tratado de demostrarlo en un reciente estudio con 243 hombres. Tras administrarles placebo o testosterona a través de un gel aplicado en pecho y hombros, medían su capacidad cognitiva en una serie de pruebas matemáticas.Mientras que algunas preguntas exigían pequeñas operaciones, otras eran trampa para provocar la impulsividad y el error. El resultado hizo notar una mayor confianza en las propias decisiones en aquellos a los que se les había administrado testosterona que en los demás. Los autores describen, a causa de la testosterona, una reducción en la capacidad de analizar y juzgar las propias respuestas por la que “se inhibe el repaso del propio trabajo y se tiene mayor seguridad en uno mismo”.
El artículo completo en: Buena Vida (El País, España)
2 de agosto de 2017
¿Qué le sucede al cerebro masculino cuando va a ser padre?
Aunque sea un hijo muy buscado, el mundo de las
preocupaciones se puede despertar y tiene su momento más álgido entre la
cuarta y sexta semana después de conocer la noticia, según un estudio realizado en Australia en más de 200 parejas.
Las preocupaciones de los futuros papás giran en torno a tres ejes:
la relación de pareja, el trabajo y cómo no, el sexo (y ya no hablemos
si no fuera deseado, que posiblemente las preocupaciones se convertirían
en angustia). Como además, cada persona expresa lo que le inquieta de
un modo distinto, no es de extrañar que al principio del embarazo el
hombre se pueda mostrar más distante o más ensimismado, dándole vueltas a
la cabeza. No es que no le ilusione (que en algunos casos puede que sea
así), sino que sencillamente, la química le lleva a ello.
Durante el embarazo el mundo de las preocupaciones continúa, pero la química se encarga de reducir el interés sexual en un momento en el que la fecundación no es posible. Todo ello lo hace a través de dos hormonas, fundamentalmente: la testosterona y la prolactina. La testosterona es la hormona reina del hombre, que le lleva a la fuerza, al dominio y a la agresividad. Cuando la pareja está embarazada, esta hormona desciende y tiene su nivel más bajo durante las tres semanas previas al parto, que llega a ser hasta un 33 por ciento menos. Por el contrario, la prolactina aumenta hasta un 20 por ciento en el mismo periodo de tiempo. Gracias a ella, le ayuda a desarrollar nuevos instintos paternales como agudizar el oído cuando el bebé llore o a disminuir el instinto sexual durante los meses de gestación. Es también la responsable de que algunos padres, sobre todo primerizos, sufran el síndrome de Couvade o “embarazo empático” y que aumenten de peso como si ellos también estuvieran embarazados (si eso te ha ocurrido, al menos, ya tienes la explicación: la prolactina). Pasado un tiempo, las dos hormonas se reajustan, curiosamente, después de la cuarentena y cuando el hijo camina es cuando regresan a su nivel original, tal y como explica Louann Brizendine en su libro “el cerebro masculino”.
La química del cerebro del hombre también le lleva a despertar el instinto protector con su hijo y la sensación de satisfacción. Cuando el bebé sonríe a su padre al cambiarle el pañal o al hacerle una carantoña, el circuito de recompensa del hombre se activa, le hace sentirse muy bien y, sobre todo, le refuerza su lazo de unión con su hijo. Por eso, es muy importante que haya un contacto diario del padre con su hijo y que la mujer le deje ser parte de dicho cuidado desde el primer momento, aunque alguna crea que su pareja no es tan ducho en la materia y alguno prefiera escaquearse de ciertas rutinas. Todo ello tiene ventajas muy considerables, una de ellas para el padre, que le ayuda a desarrollar oxitocina, la hormona del placer y que le hace sentirse muy bien consigo mismo. También tiene ventajas para el niño o la niña. El papel coprotagonista del padre ayuda a que el pequeño gane más confianza en sí mismo. Igualmente, la forma de jugar del padre, que suele saltarse algunas reglas o que es bien distinta a la de la madre, es un estímulo para el aprendizaje del hijo. La ventaja del coprotagonismo durante los primeros meses es también para la pareja. Aunque un bebé es un factor de estrés para una relación (no nos engañemos), al menos si el padre se involucra desde el primer momento y la madre no critica lo que él hace, se refuerzan los lazos como pareja. Por todo ello, vale la pena intentarlo.
En definitiva, nuestro cerebro nos ha permitido llegar hasta aquí como especie. Por ello, no es de extrañar que las reacciones químicas del hombre comiencen cuando conoce la noticia de su paternidad y duren toda la vida. El objetivo es la crianza, pero el hecho de ser padre también tiene un beneficio personal para el hombre, que le ayuda a acceder a nuevos registros emocionales donde hay más cariño y más disfrute de las pequeñas recompensas.
Fuente:
El País
Durante el embarazo el mundo de las preocupaciones continúa, pero la química se encarga de reducir el interés sexual en un momento en el que la fecundación no es posible. Todo ello lo hace a través de dos hormonas, fundamentalmente: la testosterona y la prolactina. La testosterona es la hormona reina del hombre, que le lleva a la fuerza, al dominio y a la agresividad. Cuando la pareja está embarazada, esta hormona desciende y tiene su nivel más bajo durante las tres semanas previas al parto, que llega a ser hasta un 33 por ciento menos. Por el contrario, la prolactina aumenta hasta un 20 por ciento en el mismo periodo de tiempo. Gracias a ella, le ayuda a desarrollar nuevos instintos paternales como agudizar el oído cuando el bebé llore o a disminuir el instinto sexual durante los meses de gestación. Es también la responsable de que algunos padres, sobre todo primerizos, sufran el síndrome de Couvade o “embarazo empático” y que aumenten de peso como si ellos también estuvieran embarazados (si eso te ha ocurrido, al menos, ya tienes la explicación: la prolactina). Pasado un tiempo, las dos hormonas se reajustan, curiosamente, después de la cuarentena y cuando el hijo camina es cuando regresan a su nivel original, tal y como explica Louann Brizendine en su libro “el cerebro masculino”.
La química del cerebro del hombre también le lleva a despertar el instinto protector con su hijo y la sensación de satisfacción. Cuando el bebé sonríe a su padre al cambiarle el pañal o al hacerle una carantoña, el circuito de recompensa del hombre se activa, le hace sentirse muy bien y, sobre todo, le refuerza su lazo de unión con su hijo. Por eso, es muy importante que haya un contacto diario del padre con su hijo y que la mujer le deje ser parte de dicho cuidado desde el primer momento, aunque alguna crea que su pareja no es tan ducho en la materia y alguno prefiera escaquearse de ciertas rutinas. Todo ello tiene ventajas muy considerables, una de ellas para el padre, que le ayuda a desarrollar oxitocina, la hormona del placer y que le hace sentirse muy bien consigo mismo. También tiene ventajas para el niño o la niña. El papel coprotagonista del padre ayuda a que el pequeño gane más confianza en sí mismo. Igualmente, la forma de jugar del padre, que suele saltarse algunas reglas o que es bien distinta a la de la madre, es un estímulo para el aprendizaje del hijo. La ventaja del coprotagonismo durante los primeros meses es también para la pareja. Aunque un bebé es un factor de estrés para una relación (no nos engañemos), al menos si el padre se involucra desde el primer momento y la madre no critica lo que él hace, se refuerzan los lazos como pareja. Por todo ello, vale la pena intentarlo.
En definitiva, nuestro cerebro nos ha permitido llegar hasta aquí como especie. Por ello, no es de extrañar que las reacciones químicas del hombre comiencen cuando conoce la noticia de su paternidad y duren toda la vida. El objetivo es la crianza, pero el hecho de ser padre también tiene un beneficio personal para el hombre, que le ayuda a acceder a nuevos registros emocionales donde hay más cariño y más disfrute de las pequeñas recompensas.
Fuente:
El País
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9 de junio de 2016
¿Por qué nos enamoramos?
¿Quieres saber qué es el amor? No serías el único.
Y obviamente no son sólo los tontos los que se enamoran: parece que la flecha de Cupido ataca indiscriminadamente y sin avisar.El amor puede ser embriagador, devastador y cualquier cosa en medio.
Ha fascinado a artistas, poetas y, obviamente, a románticos durante siglos.
Pero, ¿qué es lo que provoca que nos enamoremos y cómo ha cambiado nuestra percepción sobre el amor a lo largo de la historia?
Pongámonos científicos
Las causas y efectos del amor han fascinado durante mucho tiempo a los científicos y a los románticos.De hecho, en 2015 la pregunta "¿qué es el amor?", en inglés, fue el segundo término más buscado en Google con el comienzo "qué es".
La ciencia ha demostrado que las personas bajo la influencia del amor experimentan los mismos subidones y bajones que la gente con adicciones a las drogas duras.
Einstein dijo: "No puedes culpar a la gravedad del enamoramiento".
Pero, ¿qué dice la ciencia?
Primero, en las etapas dirigidas sobre todo por el deseo, las hormonas sexuales testosterona y estrógeno se ponen a trabajar.La testosterona se reduce en los hombres, pero aumenta en las mujeres.
Una vez que se asientan los niveles de deseo… empieza a funcionar la atracción.
Esta etapa es alimentada por unos neurotransmisores llamados "monoaminas”.
En la mezcla hay una combinación de dopamina, activada también por drogas como la cocaína y la cocaína, la adrenalina, que causa esos corazones acelerados y esas descargas de calor y, finalmente, la serotonina, un ingrediente que es tan fuerte que es el culpable de las cosas más locas que hacemos cuando estamos enamorados.
Esta fase de atracción puede causar una serie de efectos extraños en quienes la están atravesando.
Es una suerte que la mayor parte de la gente pase rápido a la última fase: el apego.
Esto es lo que hace que las relaciones se mantengan fuertes y duraderas y se basa sobre todo en las hormonas oxitocina, llamada a veces la hormona del amor, y la argipresina, sobre la cual se ha descubierto recientemente que tiene un papel importante en el amor a largo plazo.
Así que parece que la sabiduría antigua y la ciencia moderna están ambas en lo cierto: encontrar el amor y mantenerlo depende, sobre todo, de acertar con la química.
El artículo completo en:
BBC Ciencia
13 de abril de 2015
La ciencia de los besos
Besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia. Se llama filematología, y las últimas investigaciones en esta disciplina revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada.
Según explicaba la neurocientífica Wendy Hill durante una reciente reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.
Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso, y asegura que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación" presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que "los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas".
En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque ?inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres?, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".
Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es eldeseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.
Fuente:
Muy Interesante
Según explicaba la neurocientífica Wendy Hill durante una reciente reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.
Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso, y asegura que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación" presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que "los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas".
En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque ?inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres?, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".
Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es eldeseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.
Fuente:
Muy Interesante
9 de febrero de 2015
Tenemos tres sistemas cerebrales para el amor
La evolución de la especie humana nos ha legado tres sistemas cerebrales diferentes (pero interrelacionados) para el apareamiento y la reproducción: el deseo carnal, el amor romántico y los profundos sentimientos de apego a largo plazo hacia una pareja.
El deseo carnal: este sistema está relacionado principalmente con la hormona testosterona (tanto en hombres como mujeres) se basa en el desarrollo de la motivación para buscar sexo con una serie de potenciales parejas.
El amor romántico: relacionado con el neurotransmisor dopamina, este sistema evolucionó para permitirnos centrar nuestro tiempo y energía metabólica en una persona a la vez.
El sistema de apego: asociado principalmente a las hormonas oxitocina yvasopresina, surgió para motivarnos a mantener un vínculo de pareja el tiempo suficiente como para criar al menos un hijo.
Estos tres sistemas cerebrales tienen muchas interacciones complejas. Por ejemplo, la estimulación de los genitales desencadena la liberación de dopamina, lo que puede empujar a la persona al umbral del enamoramiento, a su vez, el orgasmo libera oxitocina y vasopresina, lo que puede estimular los sentimientos de apego.
Sin embargo, estos tres sistemas cerebrales no siempre están bien conectados, de hecho, pueden operar de forma independiente. Razón por la cual una persona puede sentir un profundo apego por su pareja y al mismo tiempo sentir amor romántico intenso por otra persona, y además sentir lujuria por otra persona.
A pesar de que la evolución nos ha provisto de una enorme corteza cerebral con la que tomamos las decisiones sobre nuestros apareamientos y nuestra vida reproductiva, muchos son factores los que contribuyen a decidir como expresamos estos tres sistemas básicos de apareamiento, que forman parte de los numerosos patrones de nuestro sistema neural para impulsar la vinculación y la afinidad humana.
Fuente:
6 de octubre de 2014
Oxitocina: la hormona que nos hace sentir bien!!!
Si últimamente te has estado sintiendo mal y
no encuentras el modo de empezar a sentirte bien de nuevo, seguro que te
interesa saber que tu propio cerebro puede liberar una hormona llamada
oxitocina, que produce una sensación de bienestar y que puede ayudarte a
sentirte mejor si sabes cómo estimularla.
La llaman también la hormona del amor porque fomenta los vínculos de amor entre madre e hijo y entre las personas en general, haciendo que confíes más en los demás, incluyendo los desconocidos y seas más amable y altruista. Es decir, en un mundo donde todas las personas tuviesen niveles altos de esta hormona, todos seríamos mucho más amables con los demás y nos sentiríamos más felices, relajados y en paz.
Cómo estimular la producción de oxitocina
La producción de esta hormona puede estimularse mediante un masaje, una ducha caliente (o cualquier otra cosa que produzca un efecto similar al del contacto físico), así como abrazos, caricias, tener un orgasmo, bailar con alguien, acariciar a tu mascota o incluso rezar.
El mero hecho de pensar en alguien a quien quieres o generar sentimientos y pensamientos de amor, puede activar la producción de oxitocina. Sin embargo, el estimulador más potente de oxitocina es el contacto físico. Según Paul J. Zak, investigador del Loma Linda University Medical Center, en California, deberíamos darnos al menos 8 abrazos al día para sentirnos más felices y conectados con los demás. Con tan solo 20 segundos abrazando a tu pareja, puedes hacer que se disparen tus niveles de oxitocina, lo que conlleva también una disminución de la presión sanguínea, la tasa cardiaca y los niveles de cortisol (la hormona del estrés).
Veamos lo que dicen las investigaciones sobre los efectos de la oxitocina
- El equipo de investigadores de Zak encontró que la oxitocina aumenta la probabilidad de confiar en los extraños y de darles dinero. Los investigadores pidieron a los participantes que regalaran una parte de los 10 dólares que les habían dado. Los participantes que habían recibido una dosis de oxitocina eran un 80% más generosos que los del grupo control y confiaban más en los extraños con los que se encontraban.
- En un estudio publicado en Biological Psychiatry, realizado por Beate Ditzen y sus colaboradores, encontraron que las parejas a quienes se les administró oxitocina mostraban menos niveles de estrés. En el estudio, les pidieron a las parejas que discutieran algún tema que había generado conflicto entre ellos en el pasado de manera significativa. Luego midieron la presencia de la hormona del estrés (cortisol) en sus cuerpos. La oxitocina mejoró la comunicación entre ellos y produjo una disminución en los niveles de cortisol.
- En general, las personas tenemos una tendencia a reconocer antes las expresiones faciales negativas que las positivas o neutras, y este efecto es aún mayor en quienes están deprimidos. Sin embargo, la oxitocina lograba contrarrestar este efecto y las personas a las que se administraba esta hormona tenían una mayor probabilidad de reconocer y recordar las caras con expresiones positivas, según una investigación publicada en Biological Psychiatry (Guastella, A. J., Mitchell, P. B. y Mathews, F., 2008).
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12 de agosto de 2014
Una bajada de testosterona habría civilizado al hombre
La hormona sexual principal del hombre habría sido la protagonista de que nuestra especie se volviera civilizada gracias a una bajada general de testosterona en nuestros ancestros, según afirma un estudio de la Universidad de Utah (EEUU).
Los niveles altos de testosterona han sido asociados a un mayor nivel de agresividad, alto nivel de competitividad y poca o nula empatía con los demás. Esta hormona, que se encuentra de forma más palpable en los hombres, también deja una huella física, concretamente en la forma de nuestro cráneo. Así, los investigadores analizaron un total de 1.400 cráneos, desde piezas con más de 80.000 años a cráneos del siglo XX, con una variedad de 30 etnias distintas, para indagar en la forma de la cara y en el arco superciliar de la cabeza.
Los expertos advirtieron que desde los antiguos a los más modernos, la tendencia parecía ser clara: los cráneos tenían la zona superior de rostro más acortada y el arco superciliar más reducido, signos evidentes de reducción de la testosterona.
“Cejas más pobladas y menos prominentes, cabezas más redondas... todos esos cambios pueden estar directamente relacionados con los niveles de testosterona que actúan sobre el esqueleto”, comenta Steven Churchill, coautor del estudio.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Current Anthropology, pone sobre la mesa la posible teoría de que cuando la raza humana alcanzó niveles considerables de población y al verse obligados a trabajar en equipo como modo de obtener más y mejores recursos, ésto podría haber conducido a esa bajada general de los niveles de testosterona que llevaron a la transformación del ser humano en un ser más sociable y civilizado.
Fuente:
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Los niveles altos de testosterona han sido asociados a un mayor nivel de agresividad, alto nivel de competitividad y poca o nula empatía con los demás. Esta hormona, que se encuentra de forma más palpable en los hombres, también deja una huella física, concretamente en la forma de nuestro cráneo. Así, los investigadores analizaron un total de 1.400 cráneos, desde piezas con más de 80.000 años a cráneos del siglo XX, con una variedad de 30 etnias distintas, para indagar en la forma de la cara y en el arco superciliar de la cabeza.
Los expertos advirtieron que desde los antiguos a los más modernos, la tendencia parecía ser clara: los cráneos tenían la zona superior de rostro más acortada y el arco superciliar más reducido, signos evidentes de reducción de la testosterona.
“Cejas más pobladas y menos prominentes, cabezas más redondas... todos esos cambios pueden estar directamente relacionados con los niveles de testosterona que actúan sobre el esqueleto”, comenta Steven Churchill, coautor del estudio.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Current Anthropology, pone sobre la mesa la posible teoría de que cuando la raza humana alcanzó niveles considerables de población y al verse obligados a trabajar en equipo como modo de obtener más y mejores recursos, ésto podría haber conducido a esa bajada general de los niveles de testosterona que llevaron a la transformación del ser humano en un ser más sociable y civilizado.
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29 de junio de 2014
Las 7 sustancias químicas que dan forma al amor
El sentimiento amoroso no surge a raíz de que Cupido nos clave una flecha en el corazón, sino del agitamiento de la coctelera neuroquímica que anida en todos nosotros. Si se introducen las sustancias químicas en las dosis adecuadas, como en un buen cóctel, entonces nos veremos transportados por el amor más puro.
De manera que el amor poco tiene que ver con el corazón (acaso que aquél produce una mayor agitación a éste), sino con nuestro cerebro y las decenas de sustancias químicas desencadenadas. Algunas de las cuales las detallamos a continuación.
Oxitocina: conocida como la hormona del amor. Nos incita a socializar, enamorarnos y tener pareja de por vida. También desempeña un importante rol en la conducta maternal y algunos procesos fisiológicos como el parto y la lactancia.
Endorfinas: se liberan cuando contemplamos a la persona amada (o con la que anhelamos intercambiar segmentos de ADN). Estas endorfinas son capaces de elevar nuestro ánimo a pesar de que atravesemos una crisis financiara apocalíptica.
Feniletilamina: compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas que, según Jorge Blaschke, en su libro Cerebro 2.0:
es la responsable de esa sonrisa tonta sin sentido que soltamos cuando se acerca a nosotros la persona que nos ha enamorado, en un rasgo del rostro que denota amistad, confianza y seguridad.Acetilona: la segregamos como cualquier animal en celo, desde un chimpancé hasta un paquidermo.
Endovalium: libera nuestra fantasía e imaginación, permitiéndonos que nos figuremos con nuestra amante en toda clase de situaciones románticas o sexuales.
Adrenalina: nos estimula, agudiza nuestros reflejos y nos induce al galanteo con posturas ridículas, como si de repente todos fuéramos pavos reales. También nos empuja a llevar a cabo acciones aventuradas o arriesgadas, como Juan Sin Miedo. Junto con la acetilona y en Endvalium, su misión también es que el corazón bombee más sangre y que esa sangre produzca una vasodilatación en el interior del pene y, en consecuencia, una erección.
Gonadotropinas (GnRH): se producen ya en la cama (o en el coche, o en el cine, o allá donde decidamos dar rienda suelta nuestra sexualidad). Actúa el hipotálamo, una de las partes de nuestro cerebro que produce la hormona liberadora de gonadrotropinas:
con el fin de estimular la secreción de las hormonas hipofisiotrópicas que se producen en las gónadas. Entonces se produce la eyaculación con 200 o 400 millones de espermatozoides, pequeñas células con una cabeza de 5 micrómetros de longitud y una cola de 50 micrómetros de largo con la que flagelan y nadan, en una competición feroz, para llegar hasta el óvulo femenino.
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1 de junio de 2014
Cinco maneras de saber si una mujer tuvo sexo recientemente
Quizá leer a lo hombres siempre ha sido
más fácil que leer a las mujeres, sobre todo cuando se refiere al sexo.
Es bastante obvio saber cuando un hombre finalmente se acostó con
alguien, si llevaba algún tiempo sin hacerlo. La liberación de tensión
sexual puede hacer que se mueva mucho más ligero, que silbe o cante, que
se vea, a todas luces, satisfecho. Pero con las mujeres es distinto. La
misma actitud puede ser producto de un sinnúmero de eventos, y en
general son mucho menos obvias que los hombres. Entonces, ¿cómo puedes
saber si una mujer que ves diario en el trabajo, o en el gimnasio, o
incluso si tu pareja acaba de tener sexo? De acuerdo a recientes estudios, de las siguientes 5 maneras.
Advertimos que estas son algunas pistas que podrían revelar reciente
actividad sexual, pero existen otras causas y de ninguna manera son
inequívocas; igualmente, muchos de estos estudios, aunque encuentran
patrones interesantes, tienden a ser reduccionistas, por lo que si ves a
tu novia feliz, ruborizada y más ligera no la acuses inmediatamente de
haber tenido sexo.
Te sientes más atraído hacia ella:
Entre más activa es la vida sexual, el
cuerpo libera más feromonas; mensajeros químicos que tu sentido del
olfato traduce en atracción. Un estudio publicado en Journal of Advanced
Research hizo un metanálisis de una serie de estudios sobre las
feromonas y encontró que pueden aumentar la excitación y el ánimo en el
sexo opuesto. En otras palabras, si estas al lado de ella y te sientes
inusualmente atraído hacia ella, es probable es que haya tenido sexo
recientemente.
Se ve más feliz:
Investigaciones de la Universidad de
Colorado muestran que la frecuencia en la actividad sexual aumenta la
felicidad. El estudio encontró que, en un 55%, las personas que tienen
más sexo reportan mejores niveles de felicidad y ligereza que las que
pasan mucho tiempo sin sexo. Quizá la clave este en la ligereza.
Se ve más linda de lo normal:
Durante el sexo, nuestro cuerpo pasa por
muchos cambios. El Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de
Minnesota encontró que, principalmente, “dos cosas suceden cuando
tenemos sexo. La primera tiene que ver con la tensión muscular y la
segunda con el incremento de flujo sanguíneo a todas las áreas del
cuerpo”. Un rostro levemente sonrojado indica mejor salud y mayores
niveles de estrógeno, hormona vinculada a la fertilidad percibida en
mujeres. Así, entre otras cosas, las mejillas sonrojadas le indican a tu
cerebro que ella es más atractiva sexualmente.
Durmió delicioso:
Las mujeres que llegan al orgasmo tienen
un incremento del 30 por ciento en la hormona prolactina,
inmediatamente después del sexo, y luego otra vez al siguiente día.
Investigaciones del Oxford Journal of Human Reproduction apuntan que, en
conjunto con otras funciones, la prolactina también es una de las
hormonas que causan mareo y pueden ayudar a fomentar un sueño profundo
que asociamos con un buen descanso. Así, cuando enfatice en que “durmió
delicioso” y sea vea radiante y ligera, podría ser porque tuvo buen sexo
la noche anterior.
Le interesa menos la atención:
El acto y la actividad sexual liberan oxitocina, una hormona que, entre otras cosas,
ayuda a las personas a congeniar. Esta necesidad de congeniar se ve
bastante satisfecha con la oxitocina, por lo cual cualquier persona que
incremente sus niveles no requerirá de mucha atención por parte de los
otros. Estará bien y completa por sí misma.
Tomado de:
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26 de abril de 2014
¿Por qué nos sienta bien que nos den una palmadita en la espalda?
Que
necesitamos recibir caricias y abrazos para sobrevivir es más que
evidente durante los primeros años de vida. Pero la importancia del
contacto físico no disminuye cuando crecemos, sino todo lo contrario.
Incluso un fugaz roce entre dos personas puede producir cambios inmediatos en el comportamiento humano.
Por ejemplo, los estudiantes que reciben un palmadita en el brazo por
parte de un profesor se muestran hasta dos veces más dispuestos a salir
voluntarios a la pizarra que el resto de sus compañeros de clase.
Un roce amable en la consulta del médico hace que los pacientes tengan la impresión de que la visita ha durado el doble que si no se produce contacto físico. Si antes de dar un discurso o hacer una presentación en público nuestra madre nos da un fuerte abrazo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, caen. Y un estudio de la Universidad de Berkeley (EE UU) publicado recientemente en la revista especializada Emotion apuntaba a que, en el ámbito del deporte, los equipos con mejores resultados son aquellos en que los jugadores no escatiman en abrazos y chocan más "esos cinco". Los investigadores sugieren que este fenómeno podría deberse a que el contacto físico libera oxitocina, que aumenta la sensación de seguridad y confianza.
Fuente:
Muy Interesante
Un roce amable en la consulta del médico hace que los pacientes tengan la impresión de que la visita ha durado el doble que si no se produce contacto físico. Si antes de dar un discurso o hacer una presentación en público nuestra madre nos da un fuerte abrazo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, caen. Y un estudio de la Universidad de Berkeley (EE UU) publicado recientemente en la revista especializada Emotion apuntaba a que, en el ámbito del deporte, los equipos con mejores resultados son aquellos en que los jugadores no escatiman en abrazos y chocan más "esos cinco". Los investigadores sugieren que este fenómeno podría deberse a que el contacto físico libera oxitocina, que aumenta la sensación de seguridad y confianza.
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23 de abril de 2014
¿Por qué nos sienta bien que nos den una palmadita en la espalda?
Que
necesitamos recibir caricias y abrazos para sobrevivir es más que
evidente durante los primeros años de vida. Pero la importancia del
contacto físico no disminuye cuando crecemos, sino todo lo contrario.
Incluso un fugaz roce entre dos personas puede producir cambios inmediatos en el comportamiento humano.
Por ejemplo, los estudiantes que reciben un palmadita en el brazo por
parte de un profesor se muestran hasta dos veces más dispuestos a salir
voluntarios a la pizarra que el resto de sus compañeros de clase.
Un roce amable en la consulta del médico hace que los pacientes tengan la impresión de que la visita ha durado el doble que si no se produce contacto físico. Si antes de dar un discurso o hacer una presentación en público nuestra madre nos da un fuerte abrazo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, caen. Y un estudio de la Universidad de Berkeley (EE UU) publicado recientemente en la revista especializada Emotion apuntaba a que, en el ámbito del deporte, los equipos con mejores resultados son aquellos en que los jugadores no escatiman en abrazos y chocan más "esos cinco". Los investigadores sugieren que este fenómeno podría deberse a que el contacto físico libera oxitocina, que aumenta la sensación de seguridad y confianza.
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Muy Interesante
Un roce amable en la consulta del médico hace que los pacientes tengan la impresión de que la visita ha durado el doble que si no se produce contacto físico. Si antes de dar un discurso o hacer una presentación en público nuestra madre nos da un fuerte abrazo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, caen. Y un estudio de la Universidad de Berkeley (EE UU) publicado recientemente en la revista especializada Emotion apuntaba a que, en el ámbito del deporte, los equipos con mejores resultados son aquellos en que los jugadores no escatiman en abrazos y chocan más "esos cinco". Los investigadores sugieren que este fenómeno podría deberse a que el contacto físico libera oxitocina, que aumenta la sensación de seguridad y confianza.
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5 de abril de 2014
¿De qué manera afecta Candy Crush a nuestro cerebro?
El popular juego explota tradicionales debilidades de la mente humana para crear adicción.
La mecánica del juego no podría resultar más simple. Juntar tres caramelos iguales
para avanzar en el marcador. Las frutas de la tragaperras de toda la
vida se convierten en caramelos y se adaptan a las plataformas del siglo
XXI. Ahora bien, ¿cómo manipula la famosa aplicación nuestro cerebro
para mantenernos enganchados?
La dimensión alcanzada por el fenómeno Candy Crush ha
llevado a la comunidad científica a buscar respuesta a esta pregunta y
tratar de explicar los mecanismos empleados por sus creadores para crear
un altísimo nivel de adicción que ha llevado incluso a ocasionar dolores de espalda y brazos entre usuarios que le dedican hasta diez horas diarias.
Los primeros niveles resultan extraordinariamente fáciles.
El juego permite ganar, adquirir confianza e ir progresando
rápidamente, lo que proporciona un fuerte sentimiento de satisfacción y
superación. “Estos logros se perciben como mini recompensas en el
cerebro, liberando dopamina y aprovechando el mismo neurocircuito
implicado en la adicción, para reforzar las acciones”, según explica la
corresponsal de Ciencia del diario británico The Guardian,
Dana Smith. “A pesar de su reputación como un producto químico que
produce placer, motivación y deseo, la dopamina también desempeña un
papel crucial en la regulación del aprendizaje, consolidando
comportamientos que se repiten una y otra vez”.
Aunque pueda parecer que el éxito en Candy Crush depende de la pericia del jugador, en realidad es esencialmente un juego de suerte.
El triunfo varía en función de la gama de colores que ha sido
proporcionada al azar, lo que implica que los logran vendrán de forma
inesperada. Se pierde más a menudo de lo que se gana y nunca se conoce cuándo aparecerá el próximo triunfo. En lugar de desalentar, esta realidad hace que el juego sea aún más atractivo que cuando se ganaba fácilmente.
Igual que las tragaperras
“Esta estrategia se conoce como un programa de refuerzo de
razón variable y es la misma táctica utilizada en las máquinas
tragaperras”, prosigue Smith en su artículo. Nunca se puede
predecir cuándo va a ganar, pero se ganacon la suficiente frecuencia
para que el usuario desee continuar.
Steve Sharman, un estudiante de psicología de la Universidad de Cambridge que ha investigado el funcionamiento de Candy Crush,
explica además que la impresión de que estamos en control de un juego
es clave para generar su naturaleza adictiva. "La ilusión de control es
un elemento crucial en el mantenimiento de la adicción al juego ya que
infunde un sentimiento de habilidad o de control. Hay una serie de
características en el juego como los denominados “boosters” que hacen
creer a los jugadores que están afectando el resultado del juego,pero
esto ocurre en casos contados”.
Otra característica fundamental del juego que afecta sustancialmente a cómo responde el usuario es el límite de vidas, que
impide generar una sensación de cansancio. Después de cinco derrotas,
hay que esperar 30 minutos para que se regenere cada vida, lo que
provoca que el jugador nunca se sienta saciado y siempre tenga ganas de
más. Este efecto, denominado adaptación hedónica, ha sido investigado
por la Universidad de Harvard y la Universidad de British Columbia.
Durante el experimento, los participantes se dividieron en
dos grupos; al primero se le prohibió tomar chocolate durante una
semana, mientras que al otro se le proporcionó todo el que deseasen.
Siete días después, los participantes saborearon una onza de chocolate
en el laboratorio para examinar sus reacciones.
Como era de prever, los que habían sido privados de
chocolate lo encontraron mucho más placentero que los que habían
accedido libremente a él.
Tampoco es casualidad que el juego emplee caramelos y no
estrellas u otro tipo de símbolos. Como señala Sharman, los alimentos
resultan muy recurrentes en los juegos de azar ya que los liga a la
felicidad y el placer que se obtiene al comer.
Fuente:
2 de marzo de 2014
Dick Swaab: 'La orientación sexual se determina en el útero'
12 de febrero de 2014
Esta semana, en una pequeña tertulia en la residencia del embajador de Holanda en España, el neurólogo Dick Swaab (Ámsterdam, 1944) mostraba una foto de sus hijos cuando eran pequeños: la niña entretenida con unas muñecas y el chico con un coche. A continuación, mostró la misma escena pero protagonizada por dos monos, hembra y macho. Las preferencias de unos y otras por unos juguetes y no otros, explicó, no tienen nada que ver con el ambiente o la educación recibida de los padres, sino con las preferencias del cerebro femenino por los rostros (las muñecas) y por los objetos en movimiento (los coches) en el caso del cerebro masculino.
Swaab ha visitado esta semana Madrid invitado a los 'Diálogos por la Ciencia' que organiza la Obra Social La Caixa para presentar su best seller Somos nuestro cerebro (Plataforma actual), un libro que lleva vendidos más de 400.000 ejemplares en Holanda y al que acompaña la polémica desde su publicación por sus puntos de vista sobre la homosexualidad o la religión, entre otras cuestiones. "Sé cuántos se han vendido, pero no cuántos de los lectores lo han acabado o comprendido", bromea con EL MUNDO ante las más de 600 páginas de su manuscrito.
Esta semana, en una pequeña tertulia en la residencia del embajador de Holanda en España, el neurólogo Dick Swaab (Ámsterdam, 1944) mostraba una foto de sus hijos cuando eran pequeños: la niña entretenida con unas muñecas y el chico con un coche. A continuación, mostró la misma escena pero protagonizada por dos monos, hembra y macho. Las preferencias de unos y otras por unos juguetes y no otros, explicó, no tienen nada que ver con el ambiente o la educación recibida de los padres, sino con las preferencias del cerebro femenino por los rostros (las muñecas) y por los objetos en movimiento (los coches) en el caso del cerebro masculino.
Swaab ha visitado esta semana Madrid invitado a los 'Diálogos por la Ciencia' que organiza la Obra Social La Caixa para presentar su best seller Somos nuestro cerebro (Plataforma actual), un libro que lleva vendidos más de 400.000 ejemplares en Holanda y al que acompaña la polémica desde su publicación por sus puntos de vista sobre la homosexualidad o la religión, entre otras cuestiones. "Sé cuántos se han vendido, pero no cuántos de los lectores lo han acabado o comprendido", bromea con EL MUNDO ante las más de 600 páginas de su manuscrito.
- Probablemente uno de los aspectos más controvertidos de su libro es el que indica que la orientación sexual se determina durante la gestación del embrión en el embarazo.
- La orientación sexual del individuo se determina en el útero materno por una serie de factores. Un 50% de ellos son genéticos y los otros son interacciones entre las hormonas y las células en el cerebro en desarrollo. Puede haber muchos factores implicados, también externos. Como el estrés de la madre durante la gestación, que segrega altos niveles de hormonas como el cortisol que atraviesan la placenta e interactuan con las hormonas del cerebro en desarrollo, también el tabaco (la nicotina también afecta al cerebro en desarrollo), ciertos fármacos, compuestos de tipo hormonal... Hay otro factor interesante que también influye: el número de hijos varones nacidos antes que tú. Es una cuestión inmunológica, cuando la madre está embarazada de un niño, éste genera una proteína que el organismo de la madre reconoce como extraña, y produce anticuerpos contra este compuesto que reconoce como extraño. Cuantos más hijos varones haya tenido, más eficientes son esos anticuerpos y eso influye en la orientación sexual del cerebro del niño en desarrollo.
- Sus puntos de vista sobre la homosexualidad han sido criticados por quienes consideran que se trata de una manera de 'patologizar' o medicalizar la cuestión.
- La ciencia es una búsqueda de la verdad. En los años 60 ó 70 se creía que la homosexualidad era fruto de una madre dominante, era la madre a la que se patologizaba sin ningúna razón. Ahora sabemos que la base está en el cerebro, hay variabilidad en todo lo que hacemos, todos nuestros potenciales. La variabilidad es el motor de la evolución. Hay variabilidad en todos los aspectos del comportamiento, y debería aceptarse. Nada más lejos de patologizar, sino aceptar que la gente es diferente, que hay que proteger esas diferencias y permitir a cada uno vivir de acuerdo a lo que marca nuestro cerebro.
- Algunos colegas argumentan que sus afirmaciones no se han replicado en otros ensayos, que no hay evidencias científicas suficientes.
- Sí, hay estudios que demuestran eso. No estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Además, se demuestra también porque la gente ha intentado corregir la homosexualidad de diversas maneras hasta la fecha sin éxito. Se ha tratado con hormonas, castración, trasplante de testículos, psicoanálisis, compuestos como la apomorfina... También se ha encarcelado a la gente, pero nada de esto logra cambiar la orientación sexual. Hay otra línea de investigación más reciente, sobre los hijos adoptados de parejas homosexuales, y se ha demostrado que criar a un niño en este entorno no influye en su orientación sexual, porque todo está programado desde muy temprano en el desarrollo cerebral.
- Según esos puntos de vista, ¿no hay nada entonces que podamos hacer para cambiar lo que viene escrito de serie en nuestro cerebro? ¿Nada que la educación o el ambiente social puedan aportar?
- No es una cuestión de nada, pero la orientación sexual no se puede influenciar después del nacimiento. Por supuesto que todo lo que aprendemos cambia nuestro cerebro, nuestras sinapsis. El cerebro está cambiando por todo lo que aprendemos, lo que hacemos, lo que vemos, lo que pensamos... el cerebro tiene una cierta plasticidad, pero para algunos comportamientos -como la orientación sexual- no hay esa plasticidad. Igual que la identidad de género. Si eres hombre o mujer está escrito en el cerebro desde que nacemos, y los niños pueden tener fuertes convicciones a la edad de dos o cinco años de que han nacido en un cuerpo equivocado, sin que se pueda hacer nada más que cambiar ese cuerpo, el cerebro no se puede cambiar, me refiero a la transexualidad.
- También ha dicho que hay diferencias físicas entre el cerebro de un hombre y una mujer. ¿Cuáles son?
- Hay diferencias a todos los niveles. Los genes del cromosoma Y de los varones están ya expresados en todo el cerebro masculino desde la segunda mitad del embarazo, por lo que hay diferencias moleculares, funcionales, también de la conexión entre los hemisferios izquierdo y derecho, que es mayor entre las mujeres. Ellas son capaces de combinar distintas piezas de información para llegar a conclusiones, ésa es la base de la intuición femenina, son mejores en la interacción social, el lenguaje, mientras que los hombres son más capaces de focalizar y centrarse en un aspecto. En todos los niveles, del molecular al tamaño, hay muchas diferencias entre hombres y mujeres.
- ¿Qué hay sobre la inteligencia? ¿Hay una especie de gen de la inteligencia?
- El cociente intelectual [IQ en inglés] es un 88% genético, por eso es importante elegir bien a tus padres. La inteligencia es el producto de todos los genes que componen el cerebro, no hay un gen de la inteligencia. Es la forma en que el cerebro reacciona al entorno y soluciona los problemas.
- ¿Pero hay algo que las madres puedan hacer durante el embarazo para que sus hijos sean más inteligentes?
- Las madres pueden hacer mucho para evitar daños, dejar de usar fármacos que no sean absolutamente necesarios, evitar el tabaco, el alcohol, la contaminación... Todo eso es muy importante para el desarrollo del cerebro en el útero. También se puede ejercitar el cerebro después de nacer si el niño nace en un entorno sano y estimulante, la estimulación es ejercicio para el cerebro. El niño tiene unos potenciales que debe desarrollar, en base a la estimulación que recibe de su entorno. Si crece por ejemplo en un hogar bilingüe, se puede retrasar hasta cuatro años la aparición del Alzheimer. Se pospone porque estás estimulando el cerebro con las dos lenguas. Una buena educación, un trabajo interesante y mantenerte activo hasta una edad tardía son algunas cosas que se pueden hacer para mantener tu cerebro intacto.
- De alguna manera admite entonces que el entorno es importante.
- Sí, yo no he dicho lo contrario. Pero sí hay cosas importantes que están programadas en el cerebro en el momento de nacer y que no se pueden cambiar después. Tenemos memorias, cambiando todos los días, pero son cambios microscópicos, la plasticidad es muy limitada en algunas cuestiones.
- Fuente:
- El Mundo Ciencia
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