Latest Posts:

30 de septiembre de 2018

El sorprendente método para combatir la "epidemia de violencia" en los barrios marginales de Chicago (EE.UU.)

Tras más de una década trabajando en el extranjero, el epidemiólogo estadounidense Gary Slutkin regresó a finales de los 90 a su Chicago natal porque quería "descansar" de enfermedades como la tuberculosis o el cólera.


Para combatir enfermedades contagiosas se depende mucho de los datos. Primero, las autoridades de salud localizan en mapas los focos de mayor infección y después ya pueden centrarse en frenar el contagio en estas áreas.

A menudo, la transmisión se controla haciendo que la gente cambie sus hábitos para que se pueda ver un efecto rápido incluso cuando existen factores estructurales que no pueden ser abordados.

Por ejemplo, la diarrea suele estar causada mayormente por un saneamiento y suministro de agua deficientes. Mejorar los sistemas de cañerías demora mucho tiempo, pero, a corto plazo, se puede salvar miles de vidas si se le da a la población soluciones de rehidratación oral.

Estos pasos le sirvieron a Slutkin para combatir los brotes que se dieron en los 40 campos de refugiados somalíes que atendía. También le fueron útiles cuando trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS) en prevención del sida. Fuera cual fuera la naturaleza exacta del virus a tratar, los pasos para luchar contra él eran los mismos.

"¿Qué tienen todos en común? Que se esparcen", dice. "Los infartos y enfermedades coronarias no se esparcen".

Cambiar los patrones de conducta es mucho más efectivo que limitarse a darle información a la gente. Para conseguirlo, es fundamental que los mensajeros tengan credibilidad.

"En todos estos brotes usamos personal de divulgación pertenecientes al mismo colectivo" del público objetivo, explica. "Refugiados somalíes para llegar a refugiados somalíes con tuberculosis o cólera, trabajadores sexuales para llegar a trabajadores sexuales con sida, madres para llegar a madres con diarrea que estuvieran amamantando".

Así que cuando volvió a Chicago y se encontró con que la tasa de homicidio estaba por las nubes, decidió aplicar el método que tanto conocía.

Recopiló mapas y datos de violencia armada en su ciudad y vio cómo los paralelismos con los mapas de los brotes infecciosos se hacían inevitables. "Las curvas epidémicas son las mismas, la agrupación. De hecho, un evento daba a pie a otro, lo que es indicativo de un proceso contagioso. Una gripe genera más gripe, un resfriado causa más resfriados y la violencia provoca más violencia", asegura el experto.

En esa época, esto era una desviación radical de la opinión extendida sobre la violencia, que se centraba principalmente en la justicia. La idea popular era "esta gente es 'mala' y sabemos qué hacer con ellos: castigarlos", dice Slutkin. "Eso es, fundamentalmente, no entender bien al ser humano. La conducta se forma con el ejemplo y la imitación".

Patrones de violencia

Chicago está profundamente segregado de acuerdo a la raza. Muchos vecindarios del barrio de South Side tienen un 95% de población afroestadounidense; en otros, más del 95% de los habitantes son de ascendencia mexicana. La mayoría son áreas socioeconómicamente muy desfavorecidas y han sufrido años de abandono por parte del Estado. Las tasas de homicidio pueden llegar a ser hasta 10 veces más altas que en las zonas de población predominantemente blancas y ricas.

Pero Slutkin enfatiza que esta agrupación tiene menos que ver con razas y más con patrones de conducta (generalmente, entre una sección más pequeña de la población que normalmente es joven y masculina) que se transmiten entre personas. Según él, se podía salvar vidas cambiando estos comportamientos en los individuos y las normas del grupo.

En el año 2000, lanzó un proyecto piloto en el vecindario de West Garfield que replicaba los mismos pasos que la OMS aplica a los brotes de cólera, tuberculosis y sida: frenar la transmisión, prevenir un contagio futuro y cambiar las normas del grupo.

El primer año se registró una caída del 67% en los homicidios. El programa se extendió a otros vecindarios y, donde sea que se aplicara, los homicidios caían al menos en un 40%. Otras ciudades comenzaron a copiar este enfoque.

En la actualidad, la organización de Slutkin, Curar la Violencia, trabaja en 13 vecindarios de Chicago. Existen versiones del programa en Nueva York, Baltimore y Los Ángeles y en otras ciudades del mundo.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0