David Perkins, Profesor de Educación en Harvard, propone que los colegios enseñen a pensar como si fuera una asignatura más.
«Debería
advertirte sobre algo. Tengo la mala costumbre de pensar en las
preguntas antes de responder». La advertencia que, en tono distendido,
formula David Perkins, profesor senior de educación en Harvard
y experto en aprendizaje, comprensión y creatividad, suena a guiño
divertido a su área de especialización. Durante la charla, que
transcurrió durante el reciente congreso ICOT de pensamiento e innovación, celebrado en Bilbao, son varios los momentos en los que, por sus meditaciones silenciosas, queda claro que no bromeaba.
–El filósofo Robert Swartz asegura que el 90% de la gente no piensa bien. ¿Está de acuerdo?
–Es
difícil calcular un porcentaje. No hay dudas de que la gente tiene
muchos pensamientos buenos y muchos no tan buenos. Hay un amplio espacio
en la vida para ir en direcciones erróneas: decisiones personales,
posiciones políticas, relaciones humanas. La realidad es que el mundo es un lugar complejo.
Si miras cómo razona la gente sobre distintos temas, a menudo no lo
hacen muy bien. Están muy escorados, les falta perspectiva, una mirada
más profunda para pensar en sucesos dentro de 20 años o que afecten a la
próxima generación. ¿90%? Por qué no. No hay forma de dar una cifra
exacta.
–¿Por qué no pensamos mejor?
–Tenemos
que recordar que en muchas situaciones somos muy buenos pensadores.
Donde tenemos mucho conocimiento podemos pensar muy bien. Al mismo
tiempo,pensar es cognitivamente costoso.
Requiere tiempo, tenemos una capacidad limitada. Los pensamientos del
día a día suelen estar llenos de atajos. Funcionan bien el 90% del
tiempo pero nos parecen correctos el 99%. Tendemos a quedarnos atrapados
en ese 9% restante.
–Usted propone "hackear" nuestras mentes para pensar mejor.
–Podemos «hackear» nuestras mentes con
estrategias sencillas que mejoran las capacidades que ya tenemos. Es
fácil para la gente aprender a «hackear»: mirar el otro lado de un
asunto, contemplar otras opciones, pensar a largo plazo. Reglas muy
simples que redirigen nuestro pensamiento hacia áreas que podíamos haber pasado por alto.
–¿Por qué no lo hacemos más a menudo?
–Requiere
energía, no podemos hacerlo todo el tiempo. A veces estamos bloqueados
por prejuicios y por nuestro egocentrismo. A veces nos estancamos en algo porque es atractivoy
no queremos ver más allá, y apostamos por lo bajo: «No importa, aunque
cometa un error qué diferencia va a suponer». El truco consiste en
decidir mejor dónde invertir más pensamiento y esfuerzo. Ahí es donde
debes ser más inteligente.
El artículo completo en:
ABC (España)
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6 de septiembre de 2016
25 de enero de 2016
John Carlin: "El estudiante eunuco"
Cuando se anunció el fin de la historia, tras la caida del muro, se cacareaba por todos los medios de una nueva época de libertad para toda la Humanidad. Ahora, 25 años después, vemos que la generación que creció en esta era de pax económica está practicando una especie de fascismo lite donde no se puede expresar lo que uno piensa o siente con libertad, pues el cargamontón mediático le viene a uno encima; donde desaparece el discurso político objetivo y multilateral por un discurso psicologista, subjetivo y unilaterla. Aquí les dejo un buen artículo (de octubre de 2015) sobre lo que pasa en la actualidad en las universidades anglosajonas.
Hace
unos días hubo un debate en la BBC entre el presidente del consejo de
estudiantes de una universidad británica y un señor mayor que escribe
columnas para The Times de Londres. El tema era la libertad de expresión. ¿Quién estaba en contra? ¿El columnista del Times, cuyo dueño es el reaccionario Rupert Murdoch? No. El líder estudiantil.
Algo raro está ocurriendo en las universidades de Reino Unido, y en las de Estados Unidos también. El estudiante que hablaba en la BBC es síntoma de una tendencia represiva en un sector de la sociedad donde uno suponía que se daba un alto valor al principio del pensamiento libre.
El motivo del debate entre el joven y el periodista, que por edad podría haber sido su abuelo, había sido una petición firmada por 3.000 estudiantes de la Universidad de Cardiff exigiendo que a Germaine Greer, antiguo icono de la revolución feminista, se le prohibiese dar una conferencia en su campus. Greer, como algunos o algunas recordarán, es la autora del influyente y provocador libro La mujer eunuco, publicado en 1970. El libro, tan irreverente como iconoclasta, exhortaba a las mujeres a desencadenarse de los estereotipos represivos de antaño.
El problema de los estudiantes de Cardiff con Greer, que hoy tiene 76 años, es que la consideran una “misógina”. Lo cual, a primera vista, es como llamar a Martin Luther King racista. ¿Cómo se explica? De la siguiente manera. Greer escribió un texto en 2009 en el que argumentó que a las transexuales no se les podía considerar mujeres. Tal afirmación fue considerada lo suficientemente ofensiva como para declararla persona non grata en el campus. Greer se rindió, pero no sin antes declarar en la radio: “Solo porque te cortas la polla y te pones un vestido no significa que te conviertas en mujer”.
El tema aquí no es si Greer tiene razón o no. El tema es que la censura de personas cuyas ideas no confluyen con las nuevas percepciones de lo que es o no aceptable se está extendiendo por las universidades anglosajonas. Algunos ejemplos.
La semana pasada un profesor de la universidad de Yale, en Estados Unidos, fue rodeado por un grupo de estudiantes que le gritaron, entre otros improperios, “¡cállate la puta boca!”. Su pecado: haber aconsejado a sus alumnos que si veían a alguien vistiendo un disfraz de Halloween “ofensivo” que no les hicieran ningún caso.
A finales de septiembre, la Universidad de Warwick, en Inglaterra, canceló una conferencia de una mujer nacida en Irán llamada Maryam Namazie. Esta es una marxista conocida por su virulento desprecio por la religión, empezando por la suya de nacimiento, el islam. La universidad explicó que su comparecencia en el campus incitaría “el odio”.
Y un ejemplo más entre miles: una profesora de Derecho en la Universidad de Harvard escribió un artículo el año pasado lamentando la presión que recibía del cuerpo estudiantil para que no diera clases sobre cómo la ley responde a casos de violación. La profesora, Jeannie Suk, comparó esta actitud con intentar enseñar cirugía a un estudiante de medicina sin exponerle a la angustia de ver sangre.
Según Suk, los organismos estudiantiles estaban en contra de clases sobre la ley y la violencia sexual porque temían que la experiencia podría resultar “traumática”. Y aquí, aparentemente, está el grano de la cuestión. Explicaba el líder universitario que habló en la BBC que el objetivo de la censura era siempre dar prioridad a “la seguridad” de los universitarios. Un reciente artículo escrito por dos académicos en la revista estadounidense The Atlantic profundizó en el tema. Explicó que para los que se apuntan a esta nueva corriente la meta final era proteger “el bienestar emocional” de los estudiantes, convirtiendo los campus en “lugares seguros” donde “jóvenes adultos están protegidos contra palabras e ideas que les hagan sentirse incómodos”. “Se está creando una cultura”, agregaba el artículo, “en la que todo el mundo debe pensar dos veces antes de abrir la boca”.
Alguien que ha optado por no abrir la boca nunca más en foros estudiantiles es el famoso cómico estadounidense Chris Rock, que ha construido una brillante carrera a base de ridiculizar tabúes raciales, sexuales y políticos. Rock, que es negro, dijo en una entrevista reciente que ya no comparece en las universidades porque son “demasiado conservadoras”. Su principal preocupación, estimó, es “no ofender nunca a nadie”.
¿A qué se debe tanta susceptibilidad entre los estudiantes del mundo anglosajón? En parte tendrá que ver con la presión conformista ejercida por la policía religiosa de las redes sociales, el miedo a la crucifixión verbal que padecerá cualquiera que discrepe de la ortodoxia de la manada. Pero, como también sugiere el artículo de la revista The Atlantic, la juventud de hoy, especialmente la que ha tenido la suerte de ir a la universidad, pertenece a una generación mimada. Es verdad que hoy los jóvenes lo tienen difícil para conseguir trabajo pero, al menos en los países ricos de Occidente, sus padres tuvieron la mejor y más pacífica calidad de vida que ha conocido la especie humana. Estos afortunados padres se han esforzado de una manera nunca vista para no herir los sentimientos de sus hijos, para protegerles de lo feo, lo duro y lo difícil de la vida.
La consecuencia ha sido la aparición de una generación de adolescentes y veinteañeros psicológicamente delicados que detectan ofensas donde sus padres —y más aún los padres de los padres, que vivieron guerras— no se las hubieran imaginado. Antes, cuando el columnista del Times era joven, los estudiantes censuraban a los que llamaban fascistas. Para bien o para mal, lo hacían a partir de un proceso de razonamiento político. Los militantes universitarios anglosajones de hoy censuran sobre la base de lo que sienten. Practicantes de una especie de fascismo lite, ellos son los que mandarán dentro de no mucho tiempo. Si la cosa no cambia, uno tiembla por la democracia.
“No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” (Voltaire)
Por cierto que la frase no es de Voltaire, es de Evelyn Beatrice Hall, que escribió una biografía de Voltaire.
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Algo raro está ocurriendo en las universidades de Reino Unido, y en las de Estados Unidos también. El estudiante que hablaba en la BBC es síntoma de una tendencia represiva en un sector de la sociedad donde uno suponía que se daba un alto valor al principio del pensamiento libre.
El motivo del debate entre el joven y el periodista, que por edad podría haber sido su abuelo, había sido una petición firmada por 3.000 estudiantes de la Universidad de Cardiff exigiendo que a Germaine Greer, antiguo icono de la revolución feminista, se le prohibiese dar una conferencia en su campus. Greer, como algunos o algunas recordarán, es la autora del influyente y provocador libro La mujer eunuco, publicado en 1970. El libro, tan irreverente como iconoclasta, exhortaba a las mujeres a desencadenarse de los estereotipos represivos de antaño.
El problema de los estudiantes de Cardiff con Greer, que hoy tiene 76 años, es que la consideran una “misógina”. Lo cual, a primera vista, es como llamar a Martin Luther King racista. ¿Cómo se explica? De la siguiente manera. Greer escribió un texto en 2009 en el que argumentó que a las transexuales no se les podía considerar mujeres. Tal afirmación fue considerada lo suficientemente ofensiva como para declararla persona non grata en el campus. Greer se rindió, pero no sin antes declarar en la radio: “Solo porque te cortas la polla y te pones un vestido no significa que te conviertas en mujer”.
El tema aquí no es si Greer tiene razón o no. El tema es que la censura de personas cuyas ideas no confluyen con las nuevas percepciones de lo que es o no aceptable se está extendiendo por las universidades anglosajonas. Algunos ejemplos.
La semana pasada un profesor de la universidad de Yale, en Estados Unidos, fue rodeado por un grupo de estudiantes que le gritaron, entre otros improperios, “¡cállate la puta boca!”. Su pecado: haber aconsejado a sus alumnos que si veían a alguien vistiendo un disfraz de Halloween “ofensivo” que no les hicieran ningún caso.
A finales de septiembre, la Universidad de Warwick, en Inglaterra, canceló una conferencia de una mujer nacida en Irán llamada Maryam Namazie. Esta es una marxista conocida por su virulento desprecio por la religión, empezando por la suya de nacimiento, el islam. La universidad explicó que su comparecencia en el campus incitaría “el odio”.
Y un ejemplo más entre miles: una profesora de Derecho en la Universidad de Harvard escribió un artículo el año pasado lamentando la presión que recibía del cuerpo estudiantil para que no diera clases sobre cómo la ley responde a casos de violación. La profesora, Jeannie Suk, comparó esta actitud con intentar enseñar cirugía a un estudiante de medicina sin exponerle a la angustia de ver sangre.
Según Suk, los organismos estudiantiles estaban en contra de clases sobre la ley y la violencia sexual porque temían que la experiencia podría resultar “traumática”. Y aquí, aparentemente, está el grano de la cuestión. Explicaba el líder universitario que habló en la BBC que el objetivo de la censura era siempre dar prioridad a “la seguridad” de los universitarios. Un reciente artículo escrito por dos académicos en la revista estadounidense The Atlantic profundizó en el tema. Explicó que para los que se apuntan a esta nueva corriente la meta final era proteger “el bienestar emocional” de los estudiantes, convirtiendo los campus en “lugares seguros” donde “jóvenes adultos están protegidos contra palabras e ideas que les hagan sentirse incómodos”. “Se está creando una cultura”, agregaba el artículo, “en la que todo el mundo debe pensar dos veces antes de abrir la boca”.
Alguien que ha optado por no abrir la boca nunca más en foros estudiantiles es el famoso cómico estadounidense Chris Rock, que ha construido una brillante carrera a base de ridiculizar tabúes raciales, sexuales y políticos. Rock, que es negro, dijo en una entrevista reciente que ya no comparece en las universidades porque son “demasiado conservadoras”. Su principal preocupación, estimó, es “no ofender nunca a nadie”.
¿A qué se debe tanta susceptibilidad entre los estudiantes del mundo anglosajón? En parte tendrá que ver con la presión conformista ejercida por la policía religiosa de las redes sociales, el miedo a la crucifixión verbal que padecerá cualquiera que discrepe de la ortodoxia de la manada. Pero, como también sugiere el artículo de la revista The Atlantic, la juventud de hoy, especialmente la que ha tenido la suerte de ir a la universidad, pertenece a una generación mimada. Es verdad que hoy los jóvenes lo tienen difícil para conseguir trabajo pero, al menos en los países ricos de Occidente, sus padres tuvieron la mejor y más pacífica calidad de vida que ha conocido la especie humana. Estos afortunados padres se han esforzado de una manera nunca vista para no herir los sentimientos de sus hijos, para protegerles de lo feo, lo duro y lo difícil de la vida.
La consecuencia ha sido la aparición de una generación de adolescentes y veinteañeros psicológicamente delicados que detectan ofensas donde sus padres —y más aún los padres de los padres, que vivieron guerras— no se las hubieran imaginado. Antes, cuando el columnista del Times era joven, los estudiantes censuraban a los que llamaban fascistas. Para bien o para mal, lo hacían a partir de un proceso de razonamiento político. Los militantes universitarios anglosajones de hoy censuran sobre la base de lo que sienten. Practicantes de una especie de fascismo lite, ellos son los que mandarán dentro de no mucho tiempo. Si la cosa no cambia, uno tiembla por la democracia.
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3 de diciembre de 2015
Cómo empezar a ser un Youtuber (desde cero)
¿Quieres saber cómo ser un Youtuber de verdad o triunfar con tu videomarketing? El salto cualitativo está en tu estrategia
y tu posicionamiento. El paso de tener un canal de Youtube a ser
considerado un Youtuber no es sencillo, pero siguiendo estos consejos te
lo pondré un poco más fácil.
Si sigues mi canal, sabrás que tengo otro vídeo en que te enseño las 10 claves para aprender cómo empezar un canal en Youtube desde cero paso a paso. Así que te dejo el enlace aquí por si no lo has visto, ya que te recomiendo tener dominadas esas técnicas antes de comenzar con esta nueva estrategia.
Y para este nuevo paso adelante, también te he preparado un vídeo así que si te gusta leer tienes este artículo, pero si prefieres verlo el vídeo es todo tuyo. Personalmente te recomiendo que veas el vídeo, porque es más fácil que veas directamente cómo navego y uso las herramientas que no explicado, pero la decisión es tuya.
El artículo completo en:
Whats News
“Te hablaré de una estrategia de éxito que debes seguir si buscas crecer exponencialmente con tu canal”
Si sigues mi canal, sabrás que tengo otro vídeo en que te enseño las 10 claves para aprender cómo empezar un canal en Youtube desde cero paso a paso. Así que te dejo el enlace aquí por si no lo has visto, ya que te recomiendo tener dominadas esas técnicas antes de comenzar con esta nueva estrategia.
Y para este nuevo paso adelante, también te he preparado un vídeo así que si te gusta leer tienes este artículo, pero si prefieres verlo el vídeo es todo tuyo. Personalmente te recomiendo que veas el vídeo, porque es más fácil que veas directamente cómo navego y uso las herramientas que no explicado, pero la decisión es tuya.
El artículo completo en:
Whats News
1 de noviembre de 2015
Somos nuestras memorias (pero nuestras memorias están llenas de falsos recuerdos)
Somos, fundamentalmente, nuestras memorias, como las consecuencias de la enfermedad de Alzheimer nos recuerdan.
Pero incluso cuando nuestra memoria funciona a la perfección resulta que lejos de ser un notario fiable de nuestras vidas va haciendo un filtro de lo que guarda, y aún lo que guarda, por muy íntimamente convencidos que estemos de que es la verdad, a menudo ha sido modificado, cuando no es, directamente, un recuerdo falso, pues el cerebro se reinventa a sí mismo para almacenar nuestras memorias.
Y si no que se lo digan a Ann Meng y, en especial, a Julius E. Ruffin.
Luis Martínez Otero (@martinezlab) y Jordi Camí (@jordicami) hablan de este apasionante y sorprendente aspecto de nuestras memorias en Falsas memorias, y hasta hacen alguna demostración sobre la marcha.
Tomado de:
Microsiervos
Pero incluso cuando nuestra memoria funciona a la perfección resulta que lejos de ser un notario fiable de nuestras vidas va haciendo un filtro de lo que guarda, y aún lo que guarda, por muy íntimamente convencidos que estemos de que es la verdad, a menudo ha sido modificado, cuando no es, directamente, un recuerdo falso, pues el cerebro se reinventa a sí mismo para almacenar nuestras memorias.
Y si no que se lo digan a Ann Meng y, en especial, a Julius E. Ruffin.
Luis Martínez Otero (@martinezlab) y Jordi Camí (@jordicami) hablan de este apasionante y sorprendente aspecto de nuestras memorias en Falsas memorias, y hasta hacen alguna demostración sobre la marcha.
Tomado de:
Microsiervos
27 de octubre de 2015
MIT: La inteligencia artificial mejora el diagnóstico de enfermedades mentales
Investigadores del MIT desarrollan un software capaz de detectar trastornos cognitivos a partir de dibujos.
Una de las pruebas más comunes para detectar trastornos cognitivos con diverso origen, como por el párkinson o el alzhéimer, es un simple test conocido como el “test del reloj”, en el que el paciente debe dibujar un reloj que debe marcar una determinada hora y, además, debe copiar otro ya dibujado. La observación de alteraciones en la manera de realizar estos dibujos permite a los médicos identificar síntomas de deterioro en el cerebro del paciente.
Muchos desórdenes neurológicos pueden estar presentes mucho antes de comenzar a tener un efecto apreciable en nuestras vidas. Por ejemplo, en el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean apreciables. Sin embargo, la evaluación de estas pruebas es subjetiva, puesto que no es fácil llegar a conclusiones definitivas cuando los síntomas son muy leves. Contar con un método de diagnóstico más preciso y fiable podría permitir tratar a los enfermos mucho antes, retrasando el desarrollo de la enfermedad.
Con este objetivo, un grupo de científicos, liderados por investigadores del Laboratorio para la Inteligencia Artificial y Ciencias Computacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha creado un programa informático capaz de detectar de manera mucho más precisa y automatizada estas alteraciones, ofreciendo un diagnóstico más fiable y precoz a partir de la misma prueba.
Para ello se han valido de los datos recogidos en el Lahey Hospital, un centro médico a las afueras de Boston (EE UU), que desde hace nueve años realiza el test del reloj utilizando un bolígrafo digital que captura en el ordenador los dibujos realizados por los pacientes, además de registrar el proceso de creación de los mismos con gran precisión. Este bolígrafo no fue creado expresamente para este fin, sino que se trata de un dispositivo comercial que incluso se puede comprar por internet. Sin embargo, ha venido como anillo al dedo para recoger la información necesaria de manera precisa y con un registro temporal, es decir, sabiendo en todo momento dónde está la punta del bolígrafo y, por tanto, si el paciente hace una pausa o duda a la hora de escribir.
Basandose en estos datos, el equipo, liderado por los investigadores
Cynthia Rudin y William Souillard-Mandar del MIT, ha creado un programa
informático capaz de interpretar y evaluar automáticamente el test del
reloj, aumentando la precisión y eliminando la subjetividad de una
evaluación realizada por humanos. “Hemos mejorado el análisis, de manera
que es automático y objetivo” explica Rudin. “Con el equipamiento
adecuado es posible obtener un resultado rápido y más preciso”. Los resultados se han sido aceptados para su publicación en la revista Machine Learning.
Para crear el programa, el equipo de Rudin y Souillard-Mandar ha utilizado una serie de casos ejemplares para enseñar a la máquina qué es lo que debe buscar. “Estos ejemplos ayudan a calibrar el poder predictivo de cada una de las partes del dibujo” ha explicado Souillard-Mandar. “Gracias a ellos, hemos podido extraer miles de rasgos del proceso de dibujo que dan pistas acerca del estado cognitivo de cada sujeto, y nuestros algoritmos ayudan a determinar cuáles de ellos llevan a la predicción más fiable”.
Los distintos desórdenes se revelan de diferente manera en el test del reloj. Por ejemplo, mientras que es normal que los adultos sanos pasen más tiempo pensando que dibujando, cuando la memoria está afectada, el periodo de reflexión se alarga. Por otra parte, en el caso del párkinson, los enfermos tienden a necesitar más tiempo para dibujar los relojes que, a su vez, tienden a ser más pequeños, sugiriendo que les está costando un mayor esfuerzo realizar la tarea. Estas consideraciones se podían pasar por alto en la prueba tradicional, ya que, en muchas ocasiones, el médico no ve en detalle cómo el paciente realiza el dibujo, sino tan solo el resultado final.
Este trabajo no sólo permite diagnosticar mejor una serie de patologías muy graves para quienes las sufren, sino que además ofrece un gran avance a la hora de automatizar procesos que pueden resultar tediosos y poco eficientes cuando se realizan por humanos. Una vez conseguido el propósito inicial de demostrar la eficacia de su método, el equipo científico ya se dispone a desarrollar un sistema sencillo que permita tanto a los neurólogos como a los no especialistas utilizar esta tecnología en los hospitales y centros de salud.
Una de las pruebas más comunes para detectar trastornos cognitivos con diverso origen, como por el párkinson o el alzhéimer, es un simple test conocido como el “test del reloj”, en el que el paciente debe dibujar un reloj que debe marcar una determinada hora y, además, debe copiar otro ya dibujado. La observación de alteraciones en la manera de realizar estos dibujos permite a los médicos identificar síntomas de deterioro en el cerebro del paciente.
Muchos desórdenes neurológicos pueden estar presentes mucho antes de comenzar a tener un efecto apreciable en nuestras vidas. Por ejemplo, en el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean apreciables. Sin embargo, la evaluación de estas pruebas es subjetiva, puesto que no es fácil llegar a conclusiones definitivas cuando los síntomas son muy leves. Contar con un método de diagnóstico más preciso y fiable podría permitir tratar a los enfermos mucho antes, retrasando el desarrollo de la enfermedad.
Con este objetivo, un grupo de científicos, liderados por investigadores del Laboratorio para la Inteligencia Artificial y Ciencias Computacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha creado un programa informático capaz de detectar de manera mucho más precisa y automatizada estas alteraciones, ofreciendo un diagnóstico más fiable y precoz a partir de la misma prueba.
Para ello se han valido de los datos recogidos en el Lahey Hospital, un centro médico a las afueras de Boston (EE UU), que desde hace nueve años realiza el test del reloj utilizando un bolígrafo digital que captura en el ordenador los dibujos realizados por los pacientes, además de registrar el proceso de creación de los mismos con gran precisión. Este bolígrafo no fue creado expresamente para este fin, sino que se trata de un dispositivo comercial que incluso se puede comprar por internet. Sin embargo, ha venido como anillo al dedo para recoger la información necesaria de manera precisa y con un registro temporal, es decir, sabiendo en todo momento dónde está la punta del bolígrafo y, por tanto, si el paciente hace una pausa o duda a la hora de escribir.
En el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean apreciables
Para crear el programa, el equipo de Rudin y Souillard-Mandar ha utilizado una serie de casos ejemplares para enseñar a la máquina qué es lo que debe buscar. “Estos ejemplos ayudan a calibrar el poder predictivo de cada una de las partes del dibujo” ha explicado Souillard-Mandar. “Gracias a ellos, hemos podido extraer miles de rasgos del proceso de dibujo que dan pistas acerca del estado cognitivo de cada sujeto, y nuestros algoritmos ayudan a determinar cuáles de ellos llevan a la predicción más fiable”.
Los distintos desórdenes se revelan de diferente manera en el test del reloj. Por ejemplo, mientras que es normal que los adultos sanos pasen más tiempo pensando que dibujando, cuando la memoria está afectada, el periodo de reflexión se alarga. Por otra parte, en el caso del párkinson, los enfermos tienden a necesitar más tiempo para dibujar los relojes que, a su vez, tienden a ser más pequeños, sugiriendo que les está costando un mayor esfuerzo realizar la tarea. Estas consideraciones se podían pasar por alto en la prueba tradicional, ya que, en muchas ocasiones, el médico no ve en detalle cómo el paciente realiza el dibujo, sino tan solo el resultado final.
Este trabajo no sólo permite diagnosticar mejor una serie de patologías muy graves para quienes las sufren, sino que además ofrece un gran avance a la hora de automatizar procesos que pueden resultar tediosos y poco eficientes cuando se realizan por humanos. Una vez conseguido el propósito inicial de demostrar la eficacia de su método, el equipo científico ya se dispone a desarrollar un sistema sencillo que permita tanto a los neurólogos como a los no especialistas utilizar esta tecnología en los hospitales y centros de salud.
Fuente:
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neurociencia,
pensamiento,
seres humanos
12 de octubre de 2015
Eres el lugar donde vives (o cómo el ambiente moldea tu mente)
Somos seres intextricablemente unidos al lugar del que emergemos: sus condiciones, reglas, relaciones y campos de información nutren y limitan la forma en la que actuamos.
Now here’s a painting of a landscape
Now, the artist who painted that picture
Says something is missing. What is it?
It is I myself who was part of the landscape I painted.
– Quantic-Infinite Regression
Now, the artist who painted that picture
Says something is missing. What is it?
It is I myself who was part of the landscape I painted.
– Quantic-Infinite Regression
Todos sabemos que el lugar y el ambiente
en donde vivimos tienen una influencia en cómo somos, pero difícilmente
dimensionamos hasta qué punto. Creemos generalmente que el lugar es
siempre una cosa externa que no opera cambios en nuestra psique, pero
quizás lo contrario es verdad. Creemos que somos autónomos y la conducta
de los demás no nos afecta de manera sustancial, pero pocos realmente
lo somos. El lugar (con todo su ecosistema y red de relaciones) en la
vida cotidiana se experimenta como un estado mental o un sistema
operativo.
Donde estamos transforma cómo somos, argumenta Adam Alter en el New York Times.
Existen numerosos estudios que nos pueden ayudar a entender hasta qué
punto está abierta una membrana de influencias psicoculturales entre una
persona, sus vecinos (las ideas que pululan) y el lugar en el que
habita.
Un grupo de investigadores hizo un
experimento tirando cartas con un sello postal listas para ser enviadas
en dormitorios universitarios. Los investigadores descubrieron que en
los dormitorios de mayor densidad de alumnos sólo cerca del 60% de las
misivas lograban llegar a su destino (el porcentaje fue mucho mayor en
dormitorios donde se habitaba de manera más holgada); su hipótesis es
que el vivir en un ambiente relativamente hacinado los hacía
desconectarse de sus compañeros. Posteriormente, los investigadores
preguntaron a otro grupo de alumnos cómo habrían respondido en la misma
situación: el 95% dijo que habría llevado la carta al buzón postal sin
importan el lugar donde vivía–esto es evidentemente un ejercicio
imaginario, ya que, como veremos, difícilmente podemos actuar “sin
importar el lugar donde vivimos”.
Dos experimentos con los sorpresivos
poderes de la luz azul nos pueden ilustrar más al respecto. En el año
2000 contratistas instalaron una serie de luces azules en diferentes
puntos de la ciudad de Glasgow. La intención era hacer que ciertos
distritos lucieran más atractivos; después de unos meses el ayuntamiento
notó una tendencia interesante: el índice de crimen había declinado en
los lugares que habían sido bañados en azul. Esto al parecer debido a
que las luces mimetizaban las luces azules características de las
patrullas de policía en buena parte del mundo. La luz azul, sin embargo,
tiene otras cualidades.
En el 2005 la prefectura de Nara, en
Japón, instaló luces azules siguiendo la misma línea de evitar el crimen
en zonas peligrosas. Si bien los resultados fueron los esperados y el
crimen declinó, autoridades japonesas descubrieron un efecto inadvertido
a partir de la fotoestimulación: disminuyó la cantidad de basura en la
calle y el índice de suicidios en estaciones y sitios que eran
utilizados por personas para quitarse la vida. Al parecer la luz azul
tiene una serie de propiedades calmantes, que tal vez tengan que ver en
que este color es el que más eligen las personas como su favorito. (Otros estudios
han mostrado que una pantalla azul de computadora asiste en la solución
de problemas matemáticos o que pacientes prefieren ser tratados por
enfermeras vestidas de azul). Podemos hablar también de ambientes
–jugando a una eco-sinestesia– azules o verdes y rojos, que influyen en
nuestra psicología.
Existen
diferentes formas en las que el lugar en el que estamos presiona
nuestras conductas. Un grupo de psicólogos de la Universidad de
Newcastle halló que trabajadores de una universidad tendían a pagar más
su café o té cuando el sistema de recolección de pago voluntario era una
caja que estaba acompañada de la imagen de un par de ojos que cuando
había una imagen de unas flores. Los investigadores alternaron esta
“caja de la honestidad” con ojos de hombres y mujeres o flores y siempre
hubo más pagos bajo la metáfora de los ojos vigilantes.
Un estudio de la década de los 70,
sugiere que las personas hacen menos trampa resolviendo un examen
cuando son colocados frente a un espejo, lo que se conoce como el efecto
de la autoconciencia en la conducta anti-normativa.
Un efecto inverso
parece propagarse cuando el medio ambiente envía señales de descuido y
poca vigilancia. Estudios sugieren que las ventanas rotas generan más
crimen en zonas donde éstas abundan. Lo mismo ocurre con la basura en la
calle: entre más basura existe en la calle no sólo las personas menos
tiran la basura en los lugares apropiados, sino que también esto parece
fomentar el crimen en la zona. De nuevo es como si hubiera un efecto
psicogeográfico y el caos o desorden del espacio físico en el que nos
movemos se convierte en el espacio mental que detona respuestas como el
crimen.
En un experimento bastante revelador, un grupo de investigadores colocó una serie de fliers de
papel en 139 automóviles en el estacionamiento de un hospital y observó
que hacían los dueños de los mismos. Cuando los dueños salían del
hospital para encontrarse con el estacionamiento llenó de fliers y envolturas de dulces tiradas en el piso, cerca de la mitad tomó el flier de su auto y lo arrojó al piso. Mientras que cuando el suelo estaba limpio, sólo 1 de 10 personas tiraron el flier al piso.
Adam Alter concluye:
Estos
estudios muestran algo profundo, y tal vez un poco perturbador, sobre
qué es lo que nos hace quiénes somos: no existe una versión única de
“tú” y “yo”. Aunque todos estamos anclados en nuestras distintas
personalidades, las señales contextuales muchas veces nos llevan lejos
de esas anclas y es difícil saber quién somos en realidad –o al menos
qué es lo que haremos en ciertas circunstancias.
Podemos
pensar que nosotros sí tenemos un poder de voluntad que evita que nos
arrastre la multitud o el ambiente; pero las señales y la influencia del
entorno en el que vivimos son innumerables y demasiado sutiles. Así la
construcción del ser debe de concebirse de una manera dinámica,
constantemente cambiando según el cariz del momento (el tiempo como
propiedad continua del espacio). Vivir entre árboles, entre personas que
tienen perros, en zonas donde existen muchos bares, en medio de
arquitectura que tiende más hacia formas curvas, etc., todo esto influye
de manera importante en cómo nos comportamos en ciertas situaciones, en
qué pensamos y hasta en nuestra salud. Hasta tal punto el lugar cincela
nuestra forma de ser que hablamos de cosas tan abstractas –y
abominables– como la conciencia de un país o la idiosincracia (algo como
la patria: el paternalismo conductivista). Y aunque no podemos pensar
que el país donde nacimos nos define, si podemos conjeturar la
existencia de egregors o meta-entidades como la argentinidad o la
mexicaneidad, de las cuales participamos en menor o mayor grado.
La epigenética,
la rama de la biología que estudia los cambios genéticos producidos por
el medio ambiente y las relaciones humanas (como el trauma), deja claro
que el lugar (todo el clima físico y mental) en el que habitamos puede
hacer que se expresen (o no) ciertos genes. Así muchas de las
enfermedades que podemos padecer en la vejez son el resultado de los
lugares (en toda su extensión) en los que vivimos de niños.
De manera más
amplia todos vivimos en el mismo lugar. Como anticipó Marshall Mcluhan
en su visión de la aldea global, la sociedad digital tiene mucho de la
sociedad tribal, en la que todos estamos en un estado de cambio
constante, cada uno de nosotros afectando a a todos los demás, sin
verdadera privacidad. Compartir el mismo espacio mediático es compartir
el mismo espacio mental (“la cultura es nuestro sistema operativo”,
decía Terence Mckenna). Evidentemente no actuamos exactamente igual en
las mismas situaciones, pero una persona que pudiera tener una
perspectiva de cientos, tal vez miles de años, se sorprendería ante la
uniformidad de nuestra sociedad. La mayoría de las personas del mundo
viste con más o menos la misma ropa (jeans, t-shirts, las mismas marcas,
etc), utiliza los mismos aparatos de teléfono, televisión, transporte,
etc., ve las mismas películas y programas (y por lo tanto el contenido
de su pensamiento y de sus sueños es algo similar). (Un estudio mostró
que un incremento en películas sobre OVNIs y extraterrestres en la
cartelera incrementó el número de avistamientos entre ciudadanos
británicos). Ante una situación como las presentadas en los estudios
científicos que hemos discutido, la mayoría de nosotros actuaría de la
misma forma –cediendo ante el dictamen del lugar. Ese lugar está en
todas partes y somos todos nosotros. La reflexión va dirigida hacia la
posibilidad de visitar y habitar otros lugares psicofísicos en los que
las reacciones puedan surgir a contracorriente, con irreverente
espontaneidad, aunque por momentos puedan ser absurdas. Operar también
desde ahí, en los espacios liminales, márgenes del camposanto cultural y
filtrarnos hacia las zonas que aún no han sido patentadas de la
conducta y la conciencia humana.
Enlaces a los estudios mencionados en este artículo del New York Times
Tomado de:
5 de octubre de 2015
¿A dónde van los recuerdos perdidos? La ciencia se aproxima a este misterio
Los resultados de la investigación son un nuevo paso para ayudar a personas con problemas de memoria.
Un equipo de científicos de la Universidad de Cardiff asegura que los recuerdos son mucho más fuertes de lo que pensábamos. En un estudio publicado en la revista Nature Communications, explican cómo han identificado el proceso en el cerebro para rescatar recuerdos perdidos o enterrar experiencias traumáticas, lo que podría allanar el camino para la elaboración de nuevos tratamientos y fármacos que ayude a personas que padecen problemas de memoria.
Según explican los investigadores, usar esta técnica para encontrar los recuerdos puede revertir la amnesia. Así lo han demostrado en un grupo de ratas que padecían una pérdida total de la memoria. Según explica el Dr. Kerrie Thomas, autor principal del estudio, "investigaciones anteriores en esta zona del cerebro afirmaban que cuando se recuperaba la memoria ésta era sensible a la interferencia de otros datos, por lo que en la mayoría de casos éstos recuerdos eran completamente aniquilados. Nuestra investigación desafía este punto de vista y creemos que demuestra que no es el caso". Además, "encontramos que a pesar de utilizar una técnica pensada para que el cerebro sufra una amnesia total, hemos sido capaces de demostrar que los recuerdos son fuertes y se pueden recuperar".
Si bien estos prometedores avances han resultado satisfactorios en ratas, el equipo espera que se pueda aplicar en seres humanos y permita la posibilidad de desarrollar tratamientos y nuevos medicamentos que ayuden a las personas que sufren trastornos de memoria. Aunque, como reconoce el Dr. Thomas "aún estamos muy lejos de ese punto". Esto se debe a que las ratas no reflejan con exactitud lo que sucede en el cerebro de los seres humanos, "nuestros recuerdos autobiográficos, nuestra propia historia, se ve empañada por nuevos recuerdos en lugar de perderlos por completo. Se trata de una actividad muy interesante en términos de enfermedades psiquiátricas asociadas con problemas de memoria tales como la esquizofrenia, la psicosis o el trastorno de estrés postraumático".
Ahora el objetivo sería diseñar nuevos fármacos o tratamientos que pueden tratar esta cuestión, intentando no sobrescribir nuestras experiencias anteriores sino sacando a flote sin interferencias los recuerdos de nuestro pasado.
Fuente:
QUO
Un equipo de científicos de la Universidad de Cardiff asegura que los recuerdos son mucho más fuertes de lo que pensábamos. En un estudio publicado en la revista Nature Communications, explican cómo han identificado el proceso en el cerebro para rescatar recuerdos perdidos o enterrar experiencias traumáticas, lo que podría allanar el camino para la elaboración de nuevos tratamientos y fármacos que ayude a personas que padecen problemas de memoria.
Según explican los investigadores, usar esta técnica para encontrar los recuerdos puede revertir la amnesia. Así lo han demostrado en un grupo de ratas que padecían una pérdida total de la memoria. Según explica el Dr. Kerrie Thomas, autor principal del estudio, "investigaciones anteriores en esta zona del cerebro afirmaban que cuando se recuperaba la memoria ésta era sensible a la interferencia de otros datos, por lo que en la mayoría de casos éstos recuerdos eran completamente aniquilados. Nuestra investigación desafía este punto de vista y creemos que demuestra que no es el caso". Además, "encontramos que a pesar de utilizar una técnica pensada para que el cerebro sufra una amnesia total, hemos sido capaces de demostrar que los recuerdos son fuertes y se pueden recuperar".
Si bien estos prometedores avances han resultado satisfactorios en ratas, el equipo espera que se pueda aplicar en seres humanos y permita la posibilidad de desarrollar tratamientos y nuevos medicamentos que ayuden a las personas que sufren trastornos de memoria. Aunque, como reconoce el Dr. Thomas "aún estamos muy lejos de ese punto". Esto se debe a que las ratas no reflejan con exactitud lo que sucede en el cerebro de los seres humanos, "nuestros recuerdos autobiográficos, nuestra propia historia, se ve empañada por nuevos recuerdos en lugar de perderlos por completo. Se trata de una actividad muy interesante en términos de enfermedades psiquiátricas asociadas con problemas de memoria tales como la esquizofrenia, la psicosis o el trastorno de estrés postraumático".
Ahora el objetivo sería diseñar nuevos fármacos o tratamientos que pueden tratar esta cuestión, intentando no sobrescribir nuestras experiencias anteriores sino sacando a flote sin interferencias los recuerdos de nuestro pasado.
Fuente:
QUO
26 de julio de 2015
El idioma que hablamos determina quiénes somos y cómo vemos el mundo
¿Qué relación tienen nuestro idioma y nuestra personalidad? ¿Podría nuestro lenguaje influenciar la manera en la que percibimos la realidad?
De alguna manera solemos creer que nuestra personalidad es algo fijado, que forma parte de nosotros independientemente de muchos factores que no tenemos en cuenta. Sin embargo, circunstancias como el idioma que hablamos afectan la construcción de nuestra personalidad y la manera como funciona nuestro cerebro.
Entre otras cosas, sabemos que el lenguaje afecta nuestra percepción de los colores. La tribu Himba, del norte de Namibia, usa la palabra "serandu" para categorizar los colores que en castellano incluyen el rojo, el naranja y el rosa. Del mismo modo, usan "zoozu" para una serie de colores oscuros que normalmente diferenciamos como azul oscuro, verde oscuro, café oscuro, púrpura oscuro, rojo oscuro y negro. En un estudio, se encontró que, mientras que tenían mucha dificultad para diferenciar ciertos tonos de azul que los angloparlantes diferenciaban con facilidad, por otra parte distinguían rápidamente tonos de verde que en el mundo occidental vemos como idénticos.
En Japón, la luz "verde" del semáforo es llamada luz azul,
y esto se origina en tiempos antiguos, cuando el japonés sólo tenía una
palabra (ao) para "azul" y "verde". Un estudio de 1969 determinó que
esto dependía de la evolución de los lenguajes: si un idioma tiene sólo
dos vocablos para determinar colores, habrá uno para "oscuro" y uno para
"claro" (blanco y negro). Si añades un tercer color, será rojo. Si añades un cuarto, será verde o amarillo:
sólo podrás tener ambos si tienes cinco palabras. Es sólo una vez que
llegas a seis colores, cuando surge una palabra que divide el verde en
dos, y así aparece el azul. Lo interesante, pues, es que en
aquellos idiomas que no tienen, por ejemplo, una palabra para el azul,
es mucho más difícil para sus hablantes diferenciar el azul del verde
aunque lo tengan ante sus ojos.
El artículo completo en:
Hipertextual
De alguna manera solemos creer que nuestra personalidad es algo fijado, que forma parte de nosotros independientemente de muchos factores que no tenemos en cuenta. Sin embargo, circunstancias como el idioma que hablamos afectan la construcción de nuestra personalidad y la manera como funciona nuestro cerebro.
Entre otras cosas, sabemos que el lenguaje afecta nuestra percepción de los colores. La tribu Himba, del norte de Namibia, usa la palabra "serandu" para categorizar los colores que en castellano incluyen el rojo, el naranja y el rosa. Del mismo modo, usan "zoozu" para una serie de colores oscuros que normalmente diferenciamos como azul oscuro, verde oscuro, café oscuro, púrpura oscuro, rojo oscuro y negro. En un estudio, se encontró que, mientras que tenían mucha dificultad para diferenciar ciertos tonos de azul que los angloparlantes diferenciaban con facilidad, por otra parte distinguían rápidamente tonos de verde que en el mundo occidental vemos como idénticos.
El artículo completo en:
Hipertextual
20 de julio de 2015
Zuckerberg: 'el futuro es que pensarás en algo y tus amigos lo podrán experimentar al instante'
Estoy seguro de que cuando habéis leído este titular se os ha quedado la misma cara de incredulidad que a mí cuando leí la noticia que ha publicado la CNN. Pero sí, parece que Zuckerberg confía en quela telepatía llegará a su popular red social. Y mucho más allá. Al menos esto es lo que aseguró durante una sesión de preguntas y respuestas dentro de Facebook para describir cómo cree él que será su red social en el futuro. Pero empecemos por el principio.
Zuckerberg está convencido de que la tecnología nos permitirá comunicarnos directamente, de «cerebro a cerebro», y enviar información y experiencias a otras personas de forma inmediata. Es lo que él llama «la tecnología de comunicación definitiva». No obstante, es importante que tengamos en cuenta que no está diciendo que vayamos a adquirir esta capacidad como resultado de la evolución selectiva natural, sino que será la tecnología la que nos la proporcionará.
Así es la «hoja de ruta» de Facebook
Es evidente que a Mark Zuckerberg le preocupa la forma en que se comunican los usuarios de Facebook. Durante los once años de vida de esta red social él y su equipo han ideado varios sistemas que han ido evolucionando con el tiempo. Su primera opción fueron las páginas con perfiles «planos», pero luego llegaron los comentarios, el muro, los «me gusta», los grupos y la mensajería personal, entre otras opciones.
Sin embargo, sus movimientos más ambiciosos, hasta ahora, han sido la compra de WhatsApp a principios del año pasado, y la de Oculus un mes después. Hasta ahora la app de mensajería instantánea mantiene una independencia sólida desde el punto de vista de los usuarios. Y, en lo que concierne a Oculus, parece estar destinada a fortalecer Facebook como plataforma de juegos recurriendo a la creación de nuevas experiencias sociales. En cualquier caso, es probable que la compra de estas dos empresas forme parte de una estrategia que a medio plazo permitirá a Zuckerberg ofrecer nuevas formas de comunicación a los usuarios de su red social.
En este contexto podemos contemplar la telepatía como el siguiente paso al que aspira esta compañía. Puede parecer una exageración de Zuckerberg con el propósito únicamente de acaparar titulares, pero lo cierto es que desde hace tiempo hay varios grupos de investigación que están trabajando en el diseño de interfaces capaces de transformar las ondas cerebrales en instrucciones digeribles por un ordenador. Y a la inversa.
Llega la «telepatía informática»
Hace tiempo unos investigadores de la Universidad de Washington consiguieron enviar a través de Internet señales cerebrales procedentes de una persona, que fueron transferidas a otra situada a kilómetros de distancia. Para conseguirlo acoplaron a la cabeza de los dos participantes unos cascos repletos de electrodos. Y funcionó. Al menos en parte. Al parecer esta tecnología permitió a la persona que emitió las señales cerebrales mover un dedo de la persona que las recibió. Como punto de partida no está nada mal.
Es evidente que en este terreno aún queda mucho trabajo por hacer, pero lo cierto es que los científicos están trabajando en ello. Cada vez conocemos un poco mejor el órgano más complejo de nuestro cuerpo, el cerebro, y con el respaldo financiero de Zuckerberg, y, quizás, también con el de otros empresarios interesados en esta tecnología, no parece descabellado pensar que podría llegar antes de lo que creemos. Les seguiremos la pista.
Tomado de:
15 de julio de 2015
Ingenieros rusos aprenden a manejar aparatos con el pensamiento
La Fundación de Investigaciones Avanzadas (FPI, por sus siglas en ruso), creada en Rusia en 2012, ha anunciado el éxito del proyecto de elaboración de una interfaz cerebro-ordenador que permita controlar aparatos con el pensamiento.
"Estamos preparados para poner nuestra tecnología a disposición de los organismos gubernamentales", declaró el presidente de la Fundación de Investigaciones Avanzadas, Andréi Grigoriev, citado por RIA Novosti.
La tecnología de interfaz se basa en el uso de la actividad eléctrica del cerebro humano, que se registra mediante electroencefalografías.
Durante la demonstración del avance, los ingenieros manejaron un cuadricóptero con la ayuda de las corrientes bioeléctricas de su cerebro y el programa de software creado por FPI, y fueron capaces incluso de manejar el vehículo al mismo tiempo que hablaban con los asistentes.
Fuente:
20 de abril de 2015
La velocidad de rendimiento cognitivo entra en declive a partir de los 24 años
A los 24 años no solo dejamos de seradolescentes, sino que según un nuevo estudio de la Universidad Simon Fraser (Canadá), una persona alcanza su punto máximo en términos de desarrollo motor y cognitivo a esta edad. A partir de aquí, comienza a experimentar un declive.
El estudio, publicado en la revista Plos One, trataba de averiguar en qué momento de la vida comenzamos a sufrir una bajada en todo lo relacionado con nuestras habilidades motoras y su relación con el rendimiento cognitivo. Para ello, los investigadoresanalizaron los registros de rendimiento online de 3.305 jugadores de Starcraft 2(Blizzard) con edades comprendidas entre los 16 y los 44 años de edad.
Los registros de rendimiento de los jugadores online constituyen una base de datos muy valiosa, ya querepresentan miles de horas representativas de las estrategias cognitivas en tiempo real. Así, los investigadores pudieron analizar profundamente de qué forma respondieron los jugadores a sus oponentes y qué tiempo emplearon para reaccionar.
El examen del volumen total de datos arrojó que “después de los 24 años, los jugadores muestran una desaceleración en sus reacciones; esta disminución del rendimiento cognitivo estaba presente incluso en los jugadores con más habilidad”, afirma Joe Thompson, autor principal del estudio.
De cualquier forma, los resultados también sugieren que aunque nos volvamos más lentos de respuesta con la edad, la experiencia adquirida con los años nos ayuda a desenvolvernos con más eficiencia y por tanto compensar esta pérdida de velocidad provocada por la edad.
Fuente:
17 de febrero de 2015
¿Podemos viajar en el tiempo?
Cuando piensas en viajar en el tiempo, ¿qué se te viene a la mente?
¿El doctor Who atravesando los siglos en su Tardis, apretando botones en esa especie de máquina de juegos metafísica?
¿Se te vienen a la cabeza imágenes de los artilugios construidos por victorianos en batas de terciopelo para volar a través de las eras?
¿O más bien algo más parecido al auto deportivo de la serie de películas "Volver al futuro"?
En cualquier caso, la pregunta es: ¿podría lograrse alguna vez?
La probabilidad está siendo estudiada por académicos en la Universidad de Birmingham, Inglaterra. Se ocupan de uno de los aspectos de un programa de investigación sobre la naturaleza del tiempo que involucra a universidades en Australia, Estados Unidos, Alemania, Holanda y Turquía.
Es tiempo
Empecemos por lo desilusionante: el equipo de la Universidad de Birmingham no está construyendo en secreto una máquina del tiempo.
Lo que están haciendo es examinar unas ideas profundas y eternas. Eso porque, cuando uno empieza a reflexionar sobre el tiempo, surgen interrogantes sobre física y filosofía, así como sobre la naturaleza de la realidad.
Nikk Effingham, director del departamento de Filosofía, está liderando el proyecto con Alastair Wilson, quien entre otras cosas se especializa en la filosofía de la física.
Si bien es cierto que la probabilidad de viajar en el tiempo es "infinitesimal", dice Effingham, no es imposible.
Además, subraya, es inherentemente valioso explorar "preguntas intrínsecamente interesantes": los resultados pueden ser sorprendentes al embarcarse en investigaciones tan abiertas.
Incluso algunas ideas aparentemente obtusas tienen aplicaciones directas.
Un buen ejemplo es lo que está examinando parte del grupo internacional: cómo perciben el tiempo las moscas de la fruta. Y antes de que lo desestimes, considera que el propósito es comprender mejor la noción del tiempo y la memoria secuencial, un tema relevante para algunos trastornos degenerativos en los humanos.
23 de noviembre de 2014
Isaac Asimov: ¿Cómo se obtienen las nuevas ideas?
En un ensayo inédito descubierto recientemente, Asimov ofrece su personal enfoque sobre la generación de nuevas ideas.
A finales de la década de
1950, Isaac Asimov fue invitado a participar en un grupo de creativos
del MIT, comisionados por el gobierno de Estados Unidos. La consigna era
“pensar fuera de la caja” sobre la lucha armamentística que por
entonces se llevaba a cabo entre las grandes potencias del mundo,
Estados Unidos y la Unión Soviética. El escritor asistió a algunas
reuniones, pero se separó poco después al no sentirse cómodo en posesión
de información clasificada. Sin embargo, Asimov asentó su participación
en un pequeño ensayo publicado este año por su amigo Arthur Obermayer,
quien lo invitara inicialmente a las sesiones de “brainstorming”.
A partir de la pregunta “¿Cómo se obtienen las nuevas ideas?”, Asimov desarrolla algunos puntos sobre la creatividad, y el cómo desarrollarla.
Interconexión
Según Asimov, las nuevas ideas no
aparecen de la nada, sino que son el resultado de un proceso “evolutivo”
de ideas previas. Para ejemplificar esto, utiliza precisamente la
teoría de la evolución por selección natural, desarrollada paralelamente
por Charles Darwin y Alfred Wallace en el siglo XIX. “Ambos viajaron a
lugares lejanos”, escribe, “observando especies extrañas de plantas y
animales y la manera en que estas variaban de lugar a lugar. Ambos
estaban muy interesados en encontrar explicación para esto, y ambos
fallaron hasta que se toparon con Essay on Population, de Malthus.”
Sin embargo, muchos científicos y
naturalistas del siglo XIX pudieron haber viajado a sitios distantes
tratando de encontrar explicaciones sobre la adaptabilidad de unas
especies y la extinción de otras mientras leían a Malthus. ¿Por qué sólo
Darwin y Wallace desarrollaron la teoría de la evolución? ¿No sería lo
más esperable que, si todos los factores están en la mesa o frente a
nuestras narices, las soluciones brillantes fueran más frecuentes?
Para Asimov, la clave se encuentra en la interconexión (cross-connection)
de factores: unir puntos que nadie hubiera unido antes para observar un
nuevo dibujo sobre el mapa de las ideas, como si se tratara de una
constelación a la que nunca nadie le hubiese prestado atención –sino
hasta que la inventó. Esto nos lleva al segundo punto.
Arrojo
Siguiendo a Asimov, a pesar de que todos
los elementos de una nueva idea se encuentren sobre la mesa, es
necesaria cierta dosis de audacia para ponerlos en relación. Y es que
las ideas nuevas usualmente parecen insensatas, como “suponer que la
tierra era redonda en lugar de plana, o que se movía en lugar del sol, o
que los objetos requerían una fuerza para detenerlos cuando se movían,
en lugar de una fuerza que los siguiese moviendo, etc.”
Excentricidad
Exponer una idea nueva requiere audacia,
pero para acceder a ella se necesita, a su vez, una medida de
excentricidad. Para Asimov, la excentricidad no es andar por ahí con
sombreros extraños o hablando en pentámetros yámbicos; pensando en
términos de grupos de trabajo, la excentricidad de una persona puede ser
solamente relativa. Hay que recordar que Asimov se encontraba
trabajando con ingenieros aeronáuticos y expertos en servicios de
defensa cuando redactó este ensayo, para quienes un escritor de ciencia
ficción sin duda debía parecer una persona excéntrica.
Una persona
excéntrica respecto a algo, a menudo es excéntrica respecto a varias
cosas. En consecuencia, la persona que tiene más probabilidad de tener
nuevas ideas es una persona con experiencia en su campo de interés, y
que es poco convencional en sus hábitos.
Pensar “fuera de la caja” implica,
precisamente, ser lo suficientemente excéntrico y audaz para vivir todo
el tiempo fuera de ella.
Aislamiento
No se trata de un tipo de soledad como
la de Thoreau, aislado por completo del mundo, sino cierto respeto a las
muchas fallas de los actos creativos que sólo se pueden cometer con la
impunidad de la privacidad. Más que de habitar la proverbial isla
desierta, se trata de tener una isla (“un cuarto propio”, diría Virginia
Woolf) donde uno tenga permiso de equivocarse –es decir, de ser
creativo, pues no hay creatividad sin ensayo y error.
Mi sensación es que,
cuando se trata de creatividad, se requiere aislamiento. La persona
creativa, en este caso, está trabajando continuamente en ello. Su mente
está mezclando información todo el tiempo, incluso cuando no es
consciente de ello.
Irresponsabilidad
Aunque pueda parecer extraño, Asimov
pensaba que “probablemente el sentimiento de responsabilidad inhibe más
que cualquier otra cosa.” Y resulta aún más extraño en nuestra época,
donde existen personas cuyo cargo y responsabilidad dentro de una
empresa consiste precisamente en ser creativos. Pero para Asimov:
Las grandes ideas de
la Historia provienen de personas a quienes no se les pagaba para tener
grandes ideas, sino que recibían pago por ser maestros, atender
oficinas de patentes [referencia a Albert Einstein] o burócratas
insignificantes, o a quienes no se les pagaba del todo. Las grandes
ideas venían como asunto aparte.
No se trata de no pagarle a la gente
creativa o a la que necesita desarrollar ideas innovadoras, sino de
entender que las ideas verdaderamente revolucionarias en todos los
campos provienen de una fuente personal, casi diríamos íntima, que por definición no tiene precio. Tal vez el escritor Alan Moore pueda iluminarnos un poco al respecto de la “sana irresponsabilidad”:
El dinero es el
código de todo, ¿no es cierto? De todo lo que posiblemente necesitarás
en la vida o en la muerte. Pero hasta donde sé, no tengo precio. No se
trata de dinero. Se trata de lo que yo siento.
En suma, podemos decir que para Asimov,
la creatividad es una mezcla de factores vitales, no condicionados ni
limitados por el espíritu del presente ni por imperativos económicos.
Los beneficios económicos, morales o de otro tipo que la creación
personal pueda tener para su creador son razones de segundo orden: lo
primero y más importante (y tal vez lo que justifica cualquier empresa
creativa) es tener el privilegio de vivir una vida impredecible, donde
nuestras habilidades puedan desarrollarse y donde nuestras ideas formen
parte de esa gran cadena de inspiración que aporta el sustrato vital de
la humanidad.
Fuente:
14 de septiembre de 2014
La mujer que vive sin cerebelo
La paciente ha logrado llegar a la edad adulta e, incluso, ha podido convertirse en madre sin ningún problema.
El cerebelo es una región de nuestro cerebro imprescindible para el buen funcionamiento del mismo. O eso creíamos. La revista científica «Brain»
ha informado recientemente del caso de una paciente de 24 años y
nacionalidad china que, tras haberse sometido a los pertinentes exámenes
médicos a consecuencia de los vómitos y mareos que venía sufriendo
desde hacía tiempo, ha descubierto para su sorpresa y la de los médicos
que carece de cerebelo.
El caso es, según la publicación «Brain», ciertamente extraño, más aún cuando gran parte de los pacientes en que se ha constatado esta anomalía son niños que,
debido a dicha alteración, en ningún caso han llegado a alcanzar la
edad adulta. Esta paciente china no solo ha logrado cumplir 24 años, sino que ha podido convertirse en madre y a lo largo de la vida apenas ha sufrido trastornos de gravedad derivados de la ausencia de cerebelo.
Así lo relata «Brain», en cuyas
líneas afirma que «el embarazo de la joven se desarrolló sin incidentes
y, ni sus padres ni sus hermanos tienen antecedentes de trastornos
neurológicos». Sin embargo, cabe destacar —prosigue la publicación— que
la madre de la joven aseguró que la paciente no logró caminar sin ayuda hasta los siete años y sus frases no fueron coherentes hasta los 6.
Nueve casos documentados
La joven se une a la lista de nueve
adultos que, de forma documentada, han logrado sobrevivir a la infancia
sin poseer cerebelo. De estos nueve casos, tres son hombres y seis
mujeres. La publicación «New Scientist», que también documenta el extraño caso de esta paciente china, demuestra lo impresionante que puede llegar a ser nuestro cerebro,
capaz de adaptarse a la superviviencia sin una de sus partes más
importantes. Así lo asegura el doctor Mario Manto a la publicación:
«Casos como este muestran cómo nuestro sistema cerebral es capaz de
funcionar compensando las partes que faltan». Sencillamente
impresionante.
Fuente:
10 de septiembre de 2014
¿En qué posición se piensa mejor? Te lo contamos...
Las buenas ideas no suelen aflorar mientras dormimos, pero sí cuando estamos en posición horizontal.
Esto es al menos lo que revela un experimento realizado por varios
psicólogos de la Universidad de Canberra, en Australia. Según el
estudio, la postura horizontal es la más idónea para estimular la creatividad,
azuzar el ingenio y resolver mentalmente los problemas. Lo hacemos peor
sentados o de pie. Esto es así porque, al tumbarnos, el cuerpo entra en
un estado deseable de relajación para que el cerebro trabaje al cien por cien. Además, en esta posición, le llega más combustible, es decir, sangre.
Fuente:
Muy Interesante
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