Somos, fundamentalmente, nuestras memorias, como las consecuencias de la enfermedad de Alzheimer nos recuerdan.
Pero incluso cuando nuestra memoria funciona a la perfección resulta
que lejos de ser un notario fiable de nuestras vidas va haciendo un
filtro de lo que guarda, y aún lo que guarda, por muy íntimamente
convencidos que estemos de que es la verdad, a menudo ha sido
modificado, cuando no es, directamente, un recuerdo falso, pues el
cerebro se reinventa a sí mismo para almacenar nuestras memorias.
Y si no que se lo digan a Ann Meng y, en especial, a Julius E. Ruffin.
Luis Martínez Otero (@martinezlab) y Jordi Camí (@jordicami) hablan de este apasionante y sorprendente aspecto de nuestras memorias en Falsas memorias, y hasta hacen alguna demostración sobre la marcha.
Tomado de:
Microsiervos