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29 de noviembre de 2018

Conozca la Pompeya peruana: Estagagache

Ciudadela inca de Moquegua fue destruida por erupción del volcán Huaynaputina en 1600, revela Ingemmet.

La erupción del volcán Huaynaputina en febrero de 1600, una de las cinco más violentas que se ha registrado en el planeta en la era cristiana, destruyó la ciudadela inca de Estagagache, ubicada en la región de Moquegua; similar a lo que sucedió con el volcán Vesubio, que en el año 79 sepultó Pompeya, en la antigua Roma.

Así lo reveló hoy a la Agencia Andina el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), que lidera el Proyecto Huayruro-El gran desastre de los Andes generado por la erupción del volcán Huaynaputina: comunidades olvidadas desde 1600 d. C. y los grandes retos del futuro, orientado a estudiar el impacto de la erupción en los pueblos e infraestructura aledaños, así como en el clima.
“La erupción del volcán Vesubio, que destruyó Pompeya, fue mucho menor a la del Huaynaputina. La primera tuvo un índice de explosividad volcánica 4 y la del volcán moqueguano, alrededor de 6, en una escala que va de 0 a 8”, explicó Jersy Mariño, especialista de la Dirección de Geología Ambiental y Riesgo Geológico del Ingemmet.

Salvando las diferencias, pues Pompeya era una de las ciudades más importantes de la antigua Roma y en el caso peruano se habla de pequeños pueblos, la erupción del Huaynaputina provocó destrucción y una noche sinfín.


“[En el caso peruano] hablamos de pueblos más pequeños; sin embargo, publicaciones refieren que murieron más de 1,500 personas y no solo afectó toda la zona del sur del Perú, sino también La Paz, en Bolivia, y Arica, en Chile”, expresó.

Se sabe que esta erupción tuvo “uno de los mayores impactos en el clima global”, al provocar el descenso de cerca de 1.3 grados Celsius, sobre todo en el hemisferio norte, pero poco se conoce de la afectación directa en los pueblos aledaños al volcán, remarcó Mariño. 

27 de septiembre de 2017

Mateo Huamán el escolar de nueve años que construyo su propio detector de sismos

Mateo es alumno del tercer grado de primaria y representó a su colegio de Cusco en la etapa distrital del concurso Eureka, promovido por el Minedu y Concytec.


Mateo Huaman Lonconi es estudiante de tercer grado de primaria de la institución EIE 51001- Primaria- "Humberto Luna" de Cusco y el diseñador de un proyecto útil, sencillo y que, a sus nueve años, lo llevó a representar a su colegio en la fase provincial de Eureka, el concurso de ciencia y tecnología que promueven el Ministerio de Educación (Minedu) y Concytec.

Mateo reside en Uchiro, a cuarenta minutos de distancia de su escuela, y motivado por la ocurrencia de sismos de gran magnitud en el mundo, decidió construir su propio "Detector de sismos".
"Como están pasando muchos temblores en la Tierra, por eso hice el detector de sismos. Lo que más me gustaría es salvar vidas", comentó Mateo a El Comercio.

Su proyecto, que tiene por objetivo avisar la ocurrencia de un sismo, fue construido con madera, una alarma, luces led, cables eléctricos, lámparas y un tubo de acero, según nos explicó Mateo.


"Algunos materiales usados en el proyecto fueron reciclados, como la madera y algunas conexiones. En cuanto a compras, solo fueron necesarias las luces led y la alarma", detalló Eliana Vargas, profesora del tercer grado de primaria y maestra de Mateo.

"En el curso de Ciencia y Ambiente, que se trata de indagación científica, a los niños se les propuso investigar un proyecto que podría ser beneficioso para la población", comentó a El Comercio la docente sobre el trabajo previo que se hizo en el aula de Mateo. A su vez, Amanda Huayta, directora de primaria del centro educativo, destacó la motivación que tuvieron los alumnos para desarrollar proyectos en estos procesos.

-¿En qué consiste el detector?-
 
El proyecto fue elaborado por Mateo a lo largo de un mes. Él tuvo el apoyo de sus padres y maestros, quienes le ayudaron a realizar las conexiones eléctricas que el detector demandaba.

"Se trata de un péndulo, un instrumento que ayuda a captar los movimientos. Es una suerte de trípode que sostiene el material, el trompo de metal, y va alrededor de un anillo. Cuando se mueve, choca con el anillo. Esto permite detectar cualquier movimiento", comentó la profesora Eliana Vargas.

-Eureka llevará los mejores proyectos a certámenes internacionales-
 
Por su parte, Jorge Rojas, coordinador de la Feria Nacional Escolar de Ciencia y Tecnología Eureka, indicó que en este concurso participan niños tanto de inicial, primaria y secundaria.

Luego de cuatro fases, a nivel de colegios, distrital o provincial, y finalmente regional, los ganadores viajarán a Lima del 9 al 13 de noviembre para concursar en la final nacional de Eureka.

En total, cada región estará representada por cuatro ganadores de las áreas de ciencias básicas, tecnología e ingeniería, ciencias ambientales y ciencias sociales. 

Participarán 104 trabajos de investigación y el primer puesto de todos ellos irá a la feria mundial Intel ISEF, que se llevará a cabo en el mes de mayo del 2018 en Estados Unidos. A esta feria asisten 80 países y 1800 estudiantes.



Fuente:

El Comercio (Perú)

19 de enero de 2017

El desastre que mató a cien mil personas y creó la sismología moderna

Eran las diez menos cuarto de la mañana del 1 de noviembre de 1755. En ese momento exacto el mundo se resquebrajó. Primero fue un temblor, luego un tsunami, después los incendios, el pánico y la miseria: el primero de noviembre de 1755, el día de todos los santos, el terremoto de Lisboa se llevó 100.000 vidas, estremeció Europa y se convirtió en el primer desastre moderno.





Estos días llenos de terremotos, con la mente en Japón, en Centroamérica, en Chile o en Nepal, viene bien recordar el momento en que entendimos que los desastres naturales no eran sólo cosa de Dios, la naturaleza o el destino, sino fenómenos que podíamos estudiar, prevenir y explicar. El 1 de noviembre de 1755 "nació" la sismología moderna.


"De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la Tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina” porque “era una ciudad rebosante de devoción”. Así describía Nicholas Shrady, autor de The Last Day, la ciudad de Lisboa. Y debía de ser cierto, sobre todo porque nuestro fuerte nunca ha sido la predicción.

Y crack. El terremoto fue largo, algunas crónicas dicen que duró más de seis minutos, y destrozó la ciudad por las costuras. Hubo grietas que tenía más de cinco metros de ancho. Unos 40 minutos después, un tsunami arrasó el puerto y la ciudad ribereña. Nadie lo esperaba. Rousseau se preguntaba en una carta a Voltaire que “¿Cuánta gente desafortunada pereció en este desastre por haber regresado a sus casas para recuperar unos sus ropas, otros sus papeles y otros su dinero?”.

Pero como Lisboa ha sido siempre una ciudad de escarpadas colinas, en las zonas que se salvaron del agua comenzaron a propagarse los fuegos. Las cárceles se desmontaron y los criminales tomaron una ciudad en la que llovía ceniza y las iglesias se derrumbaban mientras los prostíbulos seguían en pie.

El buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad no sufrió daño alguno: “La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina”, dice Shrady; “los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron”. Y por ello, no sólo se derrumbaron las iglesias, con decenas de miles de fieles en su interior, sino también una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso instante: “El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea”, afirma igualmente Shrady, “porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar las causas y la naturaleza de ese tipo de desastres”, hizo a un lado a Dios y contempló la posibilidad de las causas naturales para los mismos. Una chispa de racionalidad que fue, quizá, lo único positivo de esta catástrofe perfecta.

El artículo completo en Xakata

Más información en Hipertextual 


11 de junio de 2016

Matemáticas para predecir tsunamis

Un algoritmo recrea el origen de la ola para predecir su evolución



En caso de tsunami, la información es el mejor salvavidas. Los actuales sistemas de alerta permiten avisar con cierto grado de antelación a la población en riesgo una vez que los sensores instalados en el océano detectan movimientos anormales como consecuencia de un terremoto. En cambio, no se puede predecir con precisión qué cantidad de agua va a golpear la costa tiempo después ni con qué grado de violencia. La situación se complica cuando el comportamiento del tsunami en cuestión no encaja en ninguno de los patrones preestablecidos: entonces su desarrollo se vuelve imprevisible y se multiplican las posibilidades de perder vidas humanas; 8.000 al año, según la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.

Para poner fin a esta situación, científicos de la Universidad Nacional de Australia están desarrollando un modelo matemático que se sirve de los datos ofrecidos por los sensores y boyas ubicados en los océanos para recrear cómo es la primera ola que se origina después de un terremoto bajo el agua. Con esa información y conocido el relieve del fondo del mar y sus movimientos, los investigadores podrán hacer mejores predicciones sobre lo que puede suceder cuando el agua alcance la costa. 

La base teórica del trabajo reside en el hecho de que los procesos físicos de los que depende la propagación de las ondas no cambian si al tiempo se le da la vuelta y se coloca primero la información recibida por los últimos sensores en detectar la gran ola, y así hacia atrás. "Hacemos esto en 20 puntos de observación repartidos por todo el océano. Este proceso da lugar a una imagen enfocada del tsunami en el punto de origen, en el espacio y el tiempo", explica a EL MUNDO Jan Dettmer, sismólogo de la Universidad Nacional de Australia. Gracias a eso, es posible asignar el punto de origen a una perturbación del agua. 

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

10 de junio de 2015

Una red de observatorios para prevenir los terremtos



La Tierra se retuerce a 15 kilómetros bajo la superficie de Nepal. Un cabalgamiento de placas geológicas -la piel de roca de nuestro planeta, para entendernos- donde una se desliza bajo la otra tras el choque de continentes que formó hace 55 millones de años la cordillera del Himalaya continúa sacudiendo la zona de cuando en cuando. Y normalmente los temblores no vienen solos, sino seguidos de un buen número de réplicas que en ocasiones empeoran las consecuencias de la catástrofe humana.

Los geólogos llevan siglos estudiando los mecanismos que causan los terremotos. El problema para los expertos ha sido siempre poder llegar a predecir con suficiente antelación cuándo se va a producir un gran temblor como los últimos que han azotado Nepal causando más de 8.000 muertes. Desde hace años, diversos proyectos internacionales investigan con diferentes metodologías cómo lograrlo.
Quizá el modo más prometedor es mediante la perforación del subsuelo en zonas sísmicas. El objetivo es alcanzar la falla que provoca los temblores en cada lugar para instalar sensores que puedan medir la deformación de la roca, los fluidos, la temperatura... Y poder así llegar a hacer previsiones del riesgo sísmico.
"Estamos aún lejos de llegar a predecir un terremoto en la escala temporal humana, pero en tiempos geológicos sí sabemos dónde y cuándo se van a producir grandes terremotos", asegura María José Jurado, experta en terremotos del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (CSIC). "Pero se podría hacer una analogía con la Meteorología, donde es muy sencillo hacer previsiones porque tenemos muchísimos observatorios vía satélite y de muchos otros tipos para saber qué tiempo hará dentro de unos días. Si nosotros tuviéramos una red de observatorios de terremotos en el subsuelo nos permitiría saber dónde y cuándo se puede producir un terremoto", dice Jurado.
Esta investigadora española ha sido líder de algunos proyectos internacionales destinados precisamente a perforar el subsuelo oceánico en la falla que produjo el terremoto de Japón del año 2011 para instalar sensores que ayuden en la predicción de seísmos en el futuro. «El objetivo del proyecto es penetrar los fondos oceánicos de las zonas en las que se producen los epicentros de los terremotos para monitorizarlos y poder estudiar su origen», asegura Jurado. «Estas investigaciones nos servirán para desarrollar un sistema de predicción de terremotos con un plazo suficiente como para poder actuar y evitar grandes daños», explica. A escala global, podríamos imaginarla como una gran Red de Observatorios de los fenómenos sísmicos. Por desgracia, en Japón aún no se han podido alcanzar los 5.000 metros de profundidad del hipocentro de aquel devastador seísmo. En la actualidad, el Chikyu, el buque de perforación científica japonés, está entre los 2.000 y los 3.000 metros.
El artículo completo en:

1 de junio de 2013

¿Cómo se intenta predecir los terremotos?

En otros tiempos, los chinos, como muchos otros pueblos, creían que los terremotos podían predecirse por medio de la astrología o la observación de portentos naturales. Pero no hay nada realmente serio en su favor.


¿Cómo se intenta predecir los terremotos?

El 4 de febrero de 1975, los funcionarios de la provincia china de Liaoning, Manchuria, hicieron una advertencia urgente: era inminente un terremoto. Una serie de temblores menores ocurridos por la mañana parecía anunciar algo catastrófico. Se apremió a la gente para que permaneciera fuera de sus casas aun cuando era invierno.

El mismo día, poco después de las 7:30 p.m., se sintió un fuerte terremoto; se derrumbaron centenares de casas, pero como la gente estaba afuera hubo muy pocos heridos.

Éste fue uno de los primeros casos conocidos en los que se logró predecir un terremoto, y fue resultado de un programa iniciado por el gobierno chino en 1965 para tratar de reducir los terribles daños que causan estos fenómenos.

Pero el éxito de la predicción en parte fue un golpe de suerte. Los métodos usados desde entsonces no han logrado predecir los peores terremotos. No obstante, esto ha confirmado la importancia de contar con un pronóstico preciso.

En otros tiempos, los chinos, como muchos otros pueblos, creían que los terremotos podían predecirse por medio de la astrología o la observación de portentos naturales. Pero no hay nada realmente serio en su favor.

Los intentos modernos de predecir terremotos se basan en diversos cambios que ocurren en la corteza terrestre, que se acumulan para producir otro más grande. Por ejemplo, muchos terremotos son precedidos por una serie de sacudidas pequeñas, como en Liaoning. Pero estos movimientos aislados no son un medio infalible de predicción. A veces ocurren grandes terremotos sin aquéllos, y a veces esas sacudidas simplemente se desvanecen.

No existe un solo indicador confiable de que se aproxime un terremoto. Por ahora los sismólogos sólo pueden afinar las predicciones basándose en cuatro indicadores principales. El primero es la velocidad a la que viajan las ondas de choque por el suelo. Al acumularse presiones subterráneas, las que se ejercen en las rocas alteran la forma en que se desplazan las ondas de choque. Parece que su velocidad disminuye y después aumenta de nuevo precisamente antes del terremoto. El análisis de pequeñas explosiones y sacudidas previas puede revelar esos cambios.

El segundo indicador se basa en los cambios en el nivel de la superficie del suelo, el cual sube en ciertas partes al aumentar la presión por debajo. La región de la Falla de San Andrés, en California, se ha elevado 40 cm en 20 años.

El tercero es el aumento en la emisión de radón, gas inerte y radiactivo que se filtra desde el subsuelo todo el tiempo, pero cuya concentración parece aumentar antes de un terremoto.

Y el cuarto es cualquier cambio en el comportamiento eléctrico o magnético de las rocas cuando se acercan a su punto de ruptura antes de un terremoto.

Hoy los científicos pueden hacer predicciones sólo en términos estadísticos muy amplios. Afirman, por ejemplo, que hacia el año 2020 ocurrirá en Los Ángeles un terremoto que podría matar unas 20 000 personas.


Una sola alarma falsa puede hacer que se pase por alto una predicción válida, con lo cual se produce la catástrofe que se trata de evitar con la predicción.

Fuente:

Selecciones
 

24 de mayo de 2013

¿Cómo construyeron los incas los primeros edificios del mundo a prueba de terremotos?

Emplearon dos técnicas: una de ellas consistía en unir los bloques irregulares de granito; la otra, en emplear bloques unidos por acanaladuras.


¿Cómo construyeron los incas los primeros edificios del mundo a prueba de terremotos?

Viviendas, tiendas y edificios de oficinas quedaron reducidos a escombros cuando un terremoto sacudió la ciudad peruana de Cuzco ?antigua capital del Imperio incaico?, el 21 de mayo de 1950. Si bien los edificios modernos fueron arrasados por la sacudida telúrica, los antiguos cimientos de piedra sobre los que habían sido construidos ?y también los muros de los templos incas? sobrevivieron incluso a los temblores más fuertes.

Los incas fueron grandes constructores que emplearon principalmente dos técnicas para la construcción de sus templos y fortalezas. Una de ellas consistía en unir los bloques irregulares de granito, que podían pesar hasta 100 toneladas, sin necesidad de argamasa; en caso de terremoto las enormes piedras se limitarían a saltar y volverían a asentarse en su lugar. La otra consistía en emplear bloques de piedra rectangulares, de menor tamaño, dispuestos horizontalmente y unidos entre sí por acanaladuras.

¿Un pueblo que desconocía el hierro?

El momento de mayor esplendor de la arquitectura inca se sitúa en el siglo XV y la primera mitad del siglo XVI, y coincide con el período cumbre del imperio. Los bloques de granito, extraídos en las canteras de los alrededores de Cuzco, eran transportados hasta la capital en trineos arrastrados por grandes cuadrillas de obreros. Puesto que los incas no conocían el hierro ni el transporte sobre ruedas, se servían de rodillos y palancas de madera cuando los trineos quedaban embarrancados o cuando los obreros no lograban desplazarlos.

Una vez extraídos los bloques de piedra, un equipo de trabajadores los arrastraba sobre rodillos hasta el lugar de la construcción. Colocada la primera hilera de piedras se construía una rampa de piedra y sobre ésta se instalaba la siguiente hilera. Una cuadrilla de operarios tiraba de las cuerdas atadas a las piedras; mientras, otra cuadrilla situada detrás levantaba los bloques con ayuda de sólidas palancas de madera. Una vez alcanzado el lugar donde debía colocarse la piedra, ésta se ponía de pie y se elevaba hasta su posición correcta.

¿Ciudad de las montañas?

Machu Picchu, la «ciudad perdida» de los incas, se encuentra situada en un alto risco de los Andes peruanos. Fue construida con bloques de granito blanco que encajan perfectamente sin necesidad de argamasa. Sus paredes de roca se alzan en tres de sus lados sobre una garganta (305 m), y sus templos, palacios y viviendas, hoy en ruinas, se hallaban comunicados entre sí por más de 3 000 escaleras. En las laderas que se extienden más allá de la ciudad, descubierta en 1911, hay una espectacular sucesión de terrazas de piedra. La economía del Imperio incaico era básicamente agrícola, y en las terrazas se cultivaba maíz.

¿Un refugio en las alturas?

La fortaleza de Sacsayhuamán era un refugio que dominaba la ciudad de Cuzco. Más tarde se construyó un templo en el interior del complejo amurallado.

Fuente:

Selecciones
 

22 de marzo de 2013

Un jubilado concibe un ladrillo antisísmico al observar una obra

Andrés Villamarín Mora era uno más dentro del nutrido grupo de los jubilados que acostumbran a observar y comentar el progreso de las obras en nuestros pueblos y ciudades. Hasta que se encendió una bombilla en su cabeza, y el madrileño decidió ir un paso más allá de las simples glosas. Descontento con el tiempo que tardaban los obreros en colocar cada ladrillo cuando levantaban un edificio, resolvió inventar un nuevo tipo

No se lo dijo a nadie. Se encerró varias horas al día en su cochera durante más de un año hasta que obtuvo un prototipo con el que estaba satisfecho. ¡Eureka!. No sólo había logrado reducir los tiempos de colocación de las piezas en más de un 75%, sino que su ladrillo contaba también con propiedades a prueba de terremotos.

“Bueno, los mayores nos fijamos más en los detalles, cuando trabajas no prestas atención a las cosas de la vida… y entonces, paseando tranquilamente por la zona del nuevo Aranjuez, mirando las obras, me fijé en que tardaban 30 segundos en colocar un ladrillo, con cuerdas, con niveles, y me pareció un disparate”, explica a Teknautas el madrileño de 72 años, de profesión técnico en inyección de aluminio y jubilado desde los 65.

"Me di cuenta de que era antisísmico"

“Empecé a pensar, a pensar y a pensar cómo podía hacerse más sencillo y más rápido. Desde 2007, me tiré por lo menos un año pensando, dibujándolo y proyectándolo. Primero lo dibujé y luego hice un molde de madera para fabricar ocho prototipos de hormigón y probar cómo podían colocarse de todas las maneras”, apunta Andrés Villamarín.

“Según lo iba proyectando -continúa el madrileño-, y cuando lo vi en la mano, empecé a pensar que sería un ladrillo fantástico. Además, me di cuenta de que era antisísmico. En la televisión yo he visto que cuando hay un terremoto se ven los ladrillos sueltos, caídos. Al estar encastrados y formar un único cuerpo, la resistencia a ser destruidos de estos ladrillos es enorme”.
 
 
 
Andrés Villamarín está casado, tiene dos hijos y tres nietos. Nadie en su familia, salvo su hija Elena -“cuando me lo contó aluciné”, comenta ella-, supo nada de lo que estaba tramando en su cochera hasta que obtuvo la patente del invento, que consiste en un sistema de construcción en el que los ladrillos encajan unos sobre otros mediante varillas metálicas, dejando huecos libres para introducir cualquier tipo de argamasa.

“Mi mujer me dijo que en qué jaleos me meto”

“Mi hija me ayudó con el papeleo. Yo le iba explicando cómo era y ella lo iba redactando. Tardaron tres años en concedernos la patente. Cuando se lo conté a mi mujer, me dijo que en qué jaleos me meto”, bromea Andrés Villamarín.

“Es un ladrillo que supera al actual por mucho. Se puede fabricar con productos reciclados, conecta muy bien dentro de la tendencia de la ecoconstrucción y además su colocación se podría robotizar porque se encajan solos”, afirma su hija.

En cuanto a sus propiedades contra los seísmos, Elena Villamarín cree que “supera por mucho a los que existen, porque están los ladrillos ‘tipo lego’, pero éste permite argamasa y eso es indestructible porque se forma como si fuese una malla metálica en su interior”. 

“Estoy buscando a alguien que lo quiera fabricar”

Aunque Andrés está seguro de que su ladrillo “cambiaría la construcción por completo, ahorrando un tiempo enorme en cualquier obra porque apenas se tardan seis segundos en colocarlo”, de momento, salvo un par de publicaciones en revistas especializadas del sector, el invento no ha salido del anonimato. 
 
 
 
“Ya no se puede seguir construyendo como antiguamente. Estoy buscando a alguien que lo quiera fabricar. De momento, ninguna empresa constructora se ha puesto en contacto conmigo”, dice el madrileño. 

“En cuanto a su precio, no sería más caro fabricarlo, podría competir perfectamente porque las varillas que lleva son baratísimas y no crea gastos adicionales. Un arquitecto me ha dicho que en su opinión es extraordinario pero que quizás tendría que haberlo hecho hace 10 años”, lamenta.

Mientras espera la llamada que pueda recompensar su esfuerzo, hoy Andrés sigue caminando tranquilamente por el nuevo Aranjuez. Los bloques de viviendas que dieron origen a su idea ya están terminados, pero el madrileño sueña con que algún día otros edificios se alcen sobre los ladrillos que inventó en su garaje. "Ahora ya está todo hecho. Me dedico a pasear un rato y a pasar la vida. A ver quién se decide; a mí no me importaría poder echar una mano con mi conocimiento técnico".
 
Tomado de:
 

25 de octubre de 2012

Las academias científicas de Reino Unido y EEUU critican la condena a los sismólogos

Escombros en un hospital en L'Aquila. | Peri Percossi/Efe
Escombros en un hospital en L'Aquila. | Peri Percossi/Efe

La Royal Society de Londres y la Academia Nacional de Ciencias de EEUU han criticado el fallo que condena con una pena de cárcel a siete científicos italianos por haber infravalorado el riesgo de un terremoto en L'Aquila.

El pasado lunes, los expertos italianos fueron condenados a seis años de cárcel por no valorar lo suficiente el riesgo de un temblor en esa región de Los Abruzos, ocurrido en abril de 2009.

En respuesta a este fallo, el presidente de la Royal Society, Paul Nurse, y el de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, Ralph J. Cicerone, advirtieron en un comunicado divulgado este jueves del peligro de que este dictamen siente un precedente.

"Esto podría desembocar en una situación en la que los científicos temerán dar su opinión de expertos por miedo a ser procesados o a sufrir represalias", afirman en la nota.

El pasado lunes, el Tribunal de L'Aquila, en Italia, declaró a los siete miembros de la Comisión de Grandes Riesgos culpables de homicidio culposo múltiple y lesiones por negligencia.

En concreto, se les acusó de haber realizado en una reunión que mantuvieron una semana antes del temblor "una evaluación del peligro sísmico genérica e ineficaz en relación a la labor de la comisión y a los deberes de prevención y precisión del riesgo sísmico".

La ciencia no es infalible

Los presidentes de la Royal Society y la Academia de EEUU recuerdan en la nota que "por mucho que la sociedad y los gobiernos quieran", no siempre es posible que la ciencia aporte respuestas "claras y simples" a los problemas.

"Los científicos pueden, sin embargo, recopilar todas las evidencias disponibles y ofrecer un análisis a través del prisma de aquello que sí conocen", prosigue el texto.

No obstante, los científicos advierten de que "algunas veces se equivocarán", pero no se debe permitir que "el deseo de perfección sea el enemigo del bien". También piden que se mantenga un entorno en el que los científicos puedan desarrollar su actividad "sin ser responsables de pronósticos o juicios que no puedan hacer con confianza", ya que "muchas políticas gubernamentales y elecciones sociales dependen del buen consejo científico".

Nurse y Cicerone defienden la "difícil tarea" de tratar "todos los días" con riesgos e incertidumbres y señalan que la sociedad, "a pesar de las estadísticas por muerte en las carreteras, sigue usando bicicletas, coches y autobuses".

"También hemos construido casas y oficinas en áreas que tienen un historial de terremotos, inundaciones o actividad volcánica", subrayan

Fuente:

El Mundo Ciencia

23 de octubre de 2012

Como en tiempos de Galileo: Cárcel a 7 sismólogos por no prever terremoto en Italia

Rechazo e indignación. Las penas de prisión otorgadas a seis expertos por su asesoramiento previo al terremoto de L'Aquila, que dejó más de 300 muertos, sientan un precedente "peligroso", dicen. 

Los bomberos inspeccionan los daños en la cúpula de la catedral. | Reuters 
Los bomberos inspeccionan los daños en la cúpula de la catedral. | Reuters
Un terremoto sacude a la comunidad científica internacional desde que, el lunes, un tribunal italiano condenara a seis años de cárcel a siete especialistas por minimizar el peligro de que un importante seísmo pudiera golpear la zona de L’Aquila. Seis días antes de que un fuerte terremoto sacudiera ese área y dejara a su paso 309 muertos, esos siete expertos lanzaran un mensaje tranquilizador a la población invitándola a permanecer en sus casas.

"Es absurso condenar a los científicos por el terremoto de L’Aquila", declara Thomas Jordan, director del Centro de Terremotos de California Sur. "Está claro que la actividad sísmica registrada en los días previos hizo aumentar las posibilidades de que se produjera un suceso mayor. Pero si me hubieran preguntado la posibilidad de que tuviera lugar un terremoto más fuerte, también yo habría apostado porque no. Estamos hablando de un aumento de la probabilidad de alrededor del 1%", señala en declaraciones al rotativo italiano 'La Stampa'.

Los científicos advierten además de que la sentencia que condena a siete expertos en sismología por el terremoto de L’Aquila puede provocar que, a partir de este momento, los científicos tengan miedo a la hora de hacer previsiones. "Desde ahora será muy difícil hacer apariciones en público para hablar de la actividad sísmica en Italia, vista la posibiidad de que los investigadores puedan ser denunciados por omisión o por crear alarma", se queja Stefano Greta, actual director del Instituto Nacional italiano de Vulcanología y Sismología.

"Es fundamental que los científicos puedan sugerir modos para mitigar y valorar los riesgos sin que por ello puedan ser considerados penalmente responsables", opina Ted Niel, de la revista Geoscientist. "A partir de ahora, los científicos que trabajan en el campo de los desastres naturales se lo pensarán dos veces antes de hacer previsiones, incluso si creen tener datos suficientes paraque una previsión sea atendible", vaticina por su parte el geofísico británico Bill McGuire.

"La sentencia ha tenido lugar en el país de Galileo. Hay cosas que no cambian nunca", se lamenta Michael Halpern, del la Unión de Científicos Preocupados, quien desde hace tiempo se ocupa de denunciar las interferencias políticas en el mundo de la ciencia.

Fuentes:

El Mundo Ciencia

BBC Ciencia
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