Peter Brabeck-Letmathe, un empresario austríaco que desde el año 2005 ejerce como presidente del grupo Nestlé, considera que se debería privatizar el suministro de agua para que como sociedad tomáramos consciencia de su importancia y acabásemos con el malbaratamiento que se produce en la actualidad.
Unas palabras las suyas que provocan cierto estupor, máxime si se tiene en cuenta que Nestlé es el líder mundial en la venta de agua embotellada. Un sector éste que le reporta el 8% de sus ingresos totales, que en el 2011 ascendieron hasta los 68.580 millones de euros.
Pero Brabeck ha salido al paso de estas y otras críticas para remarcar que el hecho de que mucha gente tenga la percepción de que el agua es gratuita hace que en demasiadas ocasiones no se le dé el valor que tiene y se malgaste. De ahí que sostenga que los gobiernos deben garantizar que cada persona disponga de 5 litros de agua diaria para beber y otros 25 litros para su higiene personal, pero que el resto del consumo se tendría que gestionar siguiendo criterios empresariales.
A pesar del rechazo que provocan sus postulados, hace tiempo que los defiende sin miramientos, con entrevistas como ésta que aparece en el siguiente vídeo en la que califica de extremistas a las ONG que sostienen que el agua debería ser un derecho fundamental.
En su opinión, el agua debería ser tratada como cualquier otro bien alimenticio y tener un valor de mercado que viniera establecido por la ley de la oferta y la demanda (!!!). Sólo de esta manera, apunta, emprenderíamos acciones para limitar el consumo excesivo que se da en estos momentos. Toda un alma caritativa el señor Peter Brabeck-Letmathe
¿Es posible que el idioma que
hablamos influya en nuestras decisiones financieras? ¿El hecho de que
estés leyendo esto en español puede significar que ahorrarás menos que
una persona que habla mandarín?
Esto es lo que sugiere una controvertida teoría
que ha tenido un nuevo empuje gracias a los hallazgos de Keith Chen,
economista conductual de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.A grandes rasgos, dice Chen, si hablas inglés -o español- eres más propenso a ahorrar menos para la vejez, a fumar más y a hacer menos ejercicio que si hablas un idioma como mandarín, yoruba o malayo.
Hablar del futuro
Chen divide a los idiomas en dos grandes grupos de acuerdo a la forma en que tratan el concepto de tiempo.En cambio, las lenguas con débiles referencias al futuro (FTR débil) no lo hacen, usan sólo el tiempo presente.
El investigador destaca que incluso dentro de las lenguas europeas hay claras diferencias gramaticales en la forma en que mencionan eventos futuros.
Por ejemplo, "en inglés debes decir "it will rain tomorrow" (mañana lloverá), mientras que en alemán puede decirse "morgen regnet es" (llueve mañana)", explica Chen.
Disociar el futuro
Quienes hablan idiomas que sólo utilizan el presente para referirse al futuro son propensas a ahorrar más dinero que quienes usan un tiempo verbal diferente, afirma el economista.¿Pero cómo una diferencia gramatical puede hacer que la gente ahorre más o menos para su jubilación?
"El acto de ahorrar está relacionado fundamentalmente con entender que tu 'yo' futuro -la persona para la que ahorras- es en algún sentido equivalente a tu 'yo' presente", explica Chen en declaraciones a la BBC.
"Si el idioma separa el futuro y el presente en su gramática, eso, aparentemente, hace que uno disocie un poco el futuro del presente cada vez que habla".
"Y eso efectivamente hace que sea más difícil ahorrar".
Aún más controvertida es la afirmación de Chen de que las diferencias gramaticales son la base de diferencias de comportamiento más amplias.
En su estudio, sostiene que, en comparación con quienes hablan idiomas que usan el futuro como tiempo verbal, los que no lo hacen:
- Tienden a ahorrar 39% más al momento de su retiro
- son 31% más propensos a ahorrar en un año
- son 24% menos propensos a fumar
- son 29% más propensos a ser físicamente activos
- son 13% menos propensos a ser obesos
Exageración
Las afirmaciones de Chen han sido criticadas por economistas y lingüistas.Hay razones culturales, sociales o económicas que hacen que los hablantes de distintos idiomas se comporten de forma diferente, dicen los críticos de su teoría.
Y este es un punto que el propio Chen reconoce. "Estoy completamente de acuerdo, también me parecía una exageración cuando empecé a hacer esta investigación".
Pero añade que su estudio ha tenido en cuenta estos factores y los ha controlado al concentrarse en nueve países multilingües: Bélgica, Burkina Faso, Etiopía, Estonia, República Democrática del Congo, Nigeria, Malasia, Singapur y Suiza.
"Puedes encontrar familias vecinas, que tienen el mismo nivel de educación, exactamente los mismos ingresos e incluso la misma religión".
"Pero aun así, la familia que habla la lengua que no distingue entre el futuro y el presente ahorrará mucho más", afirma.
En Nigeria, por ejemplo, el idioma hausa tiene múltiples tempos verbales en futuro, mientras que la lengua yoruba no.
"Puedes encontrar nigerianos que hablan yoruba o hausa, que viven uno al lado del otro y que tienen conductas de ahorro radicalmente diferentes".
Múltiples factores
Sin embargo, Morten Lau, director del Centro de Economía Conductual de la Universidad de Durham, afirma que los factores que influyen en cuánto ahorra la gente no tienen nada que ver con el lenguaje."En mi propio trabajo sobre el ahorro, son las tasas de interés las que determinan el comportamiento".
Lau dice que hay grandes diferencias incluso entre grupos que hablan el mismo idioma, y que utilizar un promedio de estos resultados para el análisis puede resultar problemático.
"Hay que ser cuidadosos con las conclusiones de correlaciones como estas. Los factores múltiples son muy difíciles de controlar".
"Por ejemplo, en nuestra investigación en Dinamarca, encontramos que los hombres fumadores querían una tasa de interés más alta en sus ahorros que los no fumadores. Pero no así las mujeres fumadoras".
Idea tentadora
El lingüista John McWhorter, de la Universidad de Columbia, afirma que la influencia que la estructura del lenguaje tiene sobre la visión del mundo de quien lo habla es extremadamente sutil."El alcance de la influencia del lenguaje en el pensamiento es muy pequeño. Hablamos de una reacción de milisegundos".
"Y no se han encontrado pruebas de que tenga algo que ver con cómo la gente ve el mundo".
"Es una idea tentadora que simplemente no tiene sentido".
Además, añade McWhorter, algunos lenguajes han sido erróneamente clasificados.
"El ruso y otros lenguajes como éste se parecen más al mandarín de lo que Chen cree".
Pero a pesar de las críticas, Chen insiste en que sus conclusiones son sólidas.
Entonces, según este estudio, quienes quieran comenzar empezar a ahorrar más para su retiro, ¿deberían comenzar a hablar sólo en tiempo presente?
"Parece que pensar sólo en presente hace un poquito más fácil el autocontrol", concluye el investigador.