- La inventó el profesor de arte inglés William Harbutt en 1897
- Es arcilla con cera, derivados del petróleo y colorante
- Es un producto imprescindible en las mochilas de los escolares
La plastilina es un material basado en la arcilla con aditivos que le dan color y textura
En plena
vuelta al cole,
los padres están comprando el material necesario, como libros,
cuadernos, bolígrafos o gomas. Entre los utensilios requeridos para los
trabajos manuales destaca la plastilina, esa atractiva masa de colores
deformable. Con ella todos hemos jugado alguna vez, dado rienda suelta a
nuestra imaginación y creado pequeñas esculturas.
“La plastilina
es un material basado en la arcilla con algunos aditivos que le dan
otra suavidad, color y textura”, resume a RTVE.es el químico Bernardo
Herradón, investigador del CSIC y miembro de la
Real Sociedad Española de Química.
“La
calidad de la plastilina depende de la arcilla que se use. Estas tienen
pequeñas variaciones en la composición química y el grado de
hidratación. A esta base se le añaden sales de calcio (como talco) y
parafinas (un derivado de petróleo). También se suelen añadir ceras para
darles textura y olor si se usa una aromática como la de abeja”,
desarrolla.
Para rematar se le añade colorantes para hacer más
atractiva la masa gris original y estimular la imaginación. La
plastilina es maleable, no se pega, no es tóxica por contacto, mantiene
su forma y no se seca al aire. Tampoco se solidifica con el calor, todo
lo contrario, se vuelve más fluida y solo arde a muy altas temperaturas.
Los artistas pedían el “barro que no se seca”
La
composición de la mezcla y las propiedades del producto han variado
poco desde su invención allá en 1897. La inventó el profesor de arte
inglés William Harbutt . Él observó que sus estudiantes novatos tenían
dificultades al usar la arcilla tradicional. Los bloques eran demasiado
pesados y la masa dejaba de ser moldeable cuando se secaba, en muchas
ocasiones antes de que acabaran de darles la forma deseada.
Hizo
pruebas con distintos materiales en el jardín y el sótano de su casa en
Bath hasta que dio con la mezcla más adecuada. Empezó a usarla en sus
clases y el boca a boca hizo que “el barro que no se seca” llegara a
oídos de algunos artistas que empezaron a solicitarlo para sus obras.
Pero lo que convenció definitivamente a Harbutt para patentar el
material fue la
fascinación que demostraron sus hijos y nietos moldeando la masa. Patentó el invento en 1899.
Recién
estrenado el siglo XX montó una fábrica familiar en Bathampton que
nutrió a más de 50 países con el producto. El inventor murió en 1921 y
sus vástagos continuaron con el negocio hasta que cerró en 1983.
Hoy en día la plastilina es imprescindible para los niños en los colegios.
Entre los adultos también es muy apreciada para construir maquetas y en las últimas décadas crear pequeñas esculturas para trabajos de animación.
Fuente:
RTVE Ciencia