Área en la que viven los bodi, antes y después de ser 'preparada' para cultivar. | Survival
La vida al sur de Etiopía nunca ha sido fácil. Una tierra poco fértil, escasas lluvias, comunicaciones muy complicadas... Las tribus que viven en la región se asentaron hace quizás miles de años en torno al río Omo, un cauce que como en Nilo inunda sus orillas y les permitió sobrevivir manteniendo su ancestral modo de vida pastoreando el ganado y con pequeñas zonas de cultivo. Ahora, según ha destapado Survival Internacional, el Gobierno etíope ha puesto en marcha un ambicioso plan de reasentamiento de estos pueblos. El objetivo: utilizar las zonas fértiles para grandes plantaciones de caña de azúcar.
Investigadores de la ONG, que se centra en la defensa de los pueblos indígenas, visitaron el terreno recientemente y localizaron el mapa interno de la Autoridad para la Conservación de la Naturaleza (EWCA, en inglés) de este país, donde se especifican las zonas donde se harán las plantaciones y también los lugares adonde se quiere trasladar a los habitantes de la región, mursis, karos, kwegus y otros pueblos. En total, 200.000 personas podrían resultar afectadas.
Es el llamado Proyecto Kuraz, en el que ya hay implicadas empresas italianas con concesiones de biocombustibles en el territorio tribal del Omo: Fri El-Green (en la tierra de los dassanaches) y OBM (en la tierra de los mursis). También hay una empresa de la India que cultiva algodón, Whitefield Cotton, que también trabajaría en la tierra de los dassanaches, al oeste del Omo, en unas 10.000 hectáreas.
Pastora mursi de Etiopía. | Eric Laforgge /Survival
Desde el Gobierno etíope no se facilita información sobre estos reasentamientos, pero fuentes de la región aseguran que se están construyendo ya tres campos para realojar a los bodi. Los indígenas afirman que el Gobierno tiene intencion de quedarse con su ganado, que es su sustento: no sólo forma parte fundamental de su tradición gastronómica, que es consumir su sangre mezclada con leche, sino que las vacas son la base de sus relaciones sociales.
Daños ambientales
La investigadora de Survival Elisabeth Hunter, que visitó hace poco la región, asegura a ELMUNDO.es que han cerrado el paso al Parque Nacional Mago, una reserva natural de gran valor ecológico donde se teme que estén arrasando la tierra para las plantaciones. En esa área estarían construyendo tres campamentos para realojar a los bodi, lugares, donde, según Hunter "sólo les quedaría vivir de las ayudas que quisieran darles el Gobierno".
En total, se quieren cultivar 250.000 hectáreas, lo cual requiere también la construcción de infraestructuras que están realizando empresas chinas. "Los mursis y los bodi, los más afectados, me contaban que no han contado con ellos para nada y que protestan cuando ven a las máquinas destrozar su territorio, pero que a algunos les han encarcelado por ello", afirma Hunter.
Al parecer, una de las vías en construcción va en paralelo al río Omo, precisamente en el escaso pedazo de tierra donde cultivan los indígenas aprovechando el limo.
Atracción turística
La situación incluso es más dramática para los kwegu, que aún son cazadores y recolectores. Todos, en general, son considerados como 'reductos del pasado' que hay que 'modernizar' por parte de las autoridades. Así lo ha reconocido el presidente Meles Zenawi en algunos discursos. Zenawi ha dicho que son "algunas personas las que quieren mantener a los pastores como una atracción turística, pero los pastores no quieren ser eso".
Pero lo cierto es que nadie les ha preguntado oficialmente si quieren cambiar su forma de vida. Ni por las plantaciones, que les acabarán echando de sus tierras, ni por las presas, que río arriba están bajando el cauce del Omo. La presa Gibe II y ya está en marcha y el proyecto de Gibe III, que está en pleno desarrollo, se cree que cortará buena parte del cauce del Omo, tributario del Lago Turkana, en Kenia.
"El desastre no sólo va a ser humano, sino que también ambiental, con repercusiones para casi medio millón de personas entre los dos países y para la fauna salvaje", recuerda la representante de Survival.
Los habitantes de esta región aseguran que ya han notado una fuerte caída del cauce del Omo desde que se puso en marcha Gibe II, a finales de 2010. "Detrás de algunas de estas obras están empresas europeas y hasta es posible que se estén financiando con fondos de cooperación al desarrollo. Seguramente, si los que pagan impuestos supieran que esa ayuda va para echar a indígenas, no lo aceptarían", argumentan en la ONG.
Fuente:
El Mundo Ciencia