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20 de marzo de 2012

¿Por qué puede doler la cabeza cuando comemos un helado muy deprisa?


A mucha gente le ha ocurrido que, tras comer helado demasiado rápido y de forma continua, de repente siente un dolor punzante en la parte frontal del cráneo. Como si alguien hubiera punzado nuestro lóbulo frontal. La razón de ello es porque la sustancia fría ha entrado en contacto con los nervios superiores de la boca.

Uno de ellos, que está en la parte trasera de la garganta, y se llama ganglio esfenopalatino, estimula el nervio trigeminal, el mayo de los nervios sensoriales que comunican la cara con el cerebro. Aunque no hay demasiadas publicaciones al respecto, esta sensación se conoce como “cefalea helada” o “cefalea del helado”.

A no ser que comáis con más tranquilidad, estos dolores no se pueden evitar. Con todo, el dolor es inofensivo, porque no tiene nada que ver con el cerebro.

Los que sufren migrañas suelen ser propensos a los dolores de cabeza inducidos por el frío, y una cefalea helada de entre 10 y 20 segundos de duración puede desencadenar un ataque de migraña más prolongado.

Fuente:

Xakata Ciencia

31 de enero de 2012

Lo que el espejo puede revelar sobre nuestro cerebro

En un laboratorio en el sur de California, un grupo de científicos está curando lo que era incurable con apenas un espejo, lo que de paso también está cambiando la manera como entendemos el funcionamiento del cerebro.

A mediados de noviembre, el equipo de la Universidad de California en San Diego (UCSD) anunció los resultados de un pequeño estudio piloto que sugiere que un simple truco mental con un espejo puede curar el dolor de la artrosis, una alteración patológica que afecta a una de cada diez personas.

El estudio está todavía en sus fases tempranas, pero desde mediados de los años 90, el neurólogo Vilyanur S Ramachandran, que lidera el equipo, ha estado elogiando los beneficios de los espejos para la curación de todo tipo de enfermedades y síndromes, desde un derrame cerebral hasta el alucinante fenómeno médico de los miembros fantasma.

El interés de Ramachandran por el espejo y los miembros fantasma lo ha llevado a lo más alto de la neurociencia experimental.

El síndrome afecta a al menos 90% de quienes han afrontado una amputación. En dos tercios se manifiesta como un picor insaciable en el miembro ausente, otros sienten incomodidad extrema o incluso dolor crónico.

Cómo funciona el espejo

La mano fantasma (o artrítica) se ubica detrás del espejo. Cuando el paciente observa el espejo, siente la reflexión de la mano real superpuesta en la mano fantasma. Entonces trata de mover ambas manos.

Muchos pacientes reportan que sienten que la mano fantasma imita el movimiento de la mano real.

Cuando la mano real abre sus dedos, parece como si la fantasma se hubiera abierto también, y esto causa una sensación de alivio.

Si esto se hace con frecuencia, algunos pacientes sienten que la mano fantasma desaparece. En efecto, cuando la extremidad fantasma se sustituye por una imagen, se le "amputa".

En la mayoría de casos, ni los analgésicos ni el tratamiento quirúrgico tienen efecto alguno

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

29 de diciembre de 2011

¿Qué es el dolor?

Conocer cómo funciona nuestro cerebro es sin duda un paso, quizá el más importante, para entender por qué sentimos dolor. Los dolores sin causa física son un enigma que los expertos empiezan a resolver.


dolor en el cuerpo

Los pacientes que sufren estas dolencias padecen un peregrinar por múltiples consultas de especialistas en busca de la causa de su dolor. Nunca la encuentran

Nuestro mundo, todo nuestro universo, toda nuestra realidad, exterior e interior, pasa y depende de un órgano vital. Un órgano que tamiza, filtra, escoge, decide, aprende, prevé, intuye, construye e incluso inventa nuestras sensaciones, nuestras percepciones y nuestras experiencias. Ese órgano es el cerebro, el más perfeccionado y evolucionado instrumento con el que contamos. Es un órgano que recibe datos, procesa información y toma decisiones; el alto mando de esa guerra diaria a la que llamamos vida, el comandante al cargo de lo que vemos, sentimos y experimentamos en cada momento. Una de sus funciones más importantes es la de interpretar las señales y estímulos que recibe y actuar en consecuencia. En plena era de Internet podríamos comparar al cerebro como un eficiente gestor al mando de toda una serie de redes de datos e información, a partir de las cuales realiza predicciones y toma decisiones.

¿Cómo surge el dolor?

Nos trasladamos hasta Álava para hablar con Arturo Goicoechea, Jefe de la Sección de Neurología del Hospital de Santiago en Vitoria y, de camino a su encuentro, tropiezo con uno de los escalones y caigo de bruces al suelo… al instante, mi rodilla golpeada contra el duro pavimento de la calzada, comienza a dolerme intensamente. La rodilla me duele, pero… ¿es ahí donde se produce el dolor? La respuesta es no. Uno de los errores básicos, desbancados actualmente por la ciencia pero aún instalados en la cultura popular, es creer que el dolor se genera en los tejidos donde se ha producido la amenaza o la agresión, como si hubiera unos receptores de dolor desperdigados por todo el cuerpo que segregaran mi dolor en la zona golpeada contra la acera.

En realidad el dolor surge del cerebro. Recibe las señales que le llegan en décimas de segundo, las interpreta y genera el dolor. Volvemos a encontrarnos con la computadora que analiza datos, el gestor que organiza la situación, el alto mando que ordena, que decide sensaciones, percepciones y experiencias.

Saltan las alarmas, pero es el cerebro quien decide si hay actuación. La alarma no decide si es un atraco ni qué hacer contra él… solo es una alarma.

Sistema de nocicepción: saltan las alarmas de nocividad

Fue el neurofisiólogo y premio Nobel en Medicina Sir Charles Scott Sherrington quien acuñó por primera vez el término de “nociceptores”, un concepto fundamental dentro de los mecanismos que llevan al cerebro a producir el dolor. La actividad comienza en los nociceptores que detectan cualquier variación física, térmica, o química capaz de producir destrucción violenta de tejido (necrosis). La alarma comienza a sonar, y el nociceptor envía una señal mediante la médula espinal hasta el cerebro, el órgano que decide, el que produce el dolor. Algo parecido ocurre con nuestro sentido de la vista. Nuestros ojos, a través de los fotorreceptores, no generan la visión, tan solo captan ondas electromagnéticas, recogen la luz, la convierten en información y la envían al cerebro que es quien, con esos datos y la experiencia acumulada, construye la visión, la realidad. El cerebro recoge esos estímulos bioeléctricos y los convierte en el mundo que vemos. Construye dimensiones, proporciones, distancias, colores…

El dolor funciona de manera similar. Al cerebro llegan datos de nocividad, de agresión violenta (presente o futura) y el gestor analiza, prevé, el alto mando decide. El cerebro construye el dolor en base al análisis de los datos que recibe, pero también de la experiencia, del aprendizaje, de la cultura adquirida. Gestiona esas variables y ordena… o ignora.

Golpes, desgarros, incisiones, quemaduras, falta de oxígeno, variaciones extremas de temperatura. Ataques a nuestra integridad que causan necrosis. La necrosis, esa muerte violenta de células, es un peligro para el organismo, en ella la membrana resulta dañada y se vierten moléculas que afectan a células vecinas, convirtiendo el ataque en una reacción en cadena. La necrosis debe ser evitada como sea y los nociceptores son capaces de detectar agentes y situaciones que provocan esa agresión. No generan el dolor, pero alertan de nocividad. Los datos llegan al cerebro que será quien ponga en marcha (o no) los mecanismos defensivos necesarios para hacer frente a esa agresión… inflamación, fiebre, dolor.

El cerebro equivocado

Que el cerebro sea nuestro órgano más evolucionado y perfeccionado no significa de ninguna manera que sea perfecto. La realidad que percibimos es construida a partir de los datos, análisis y decisiones de nuestro cerebro… y no siempre es exacta. Al igual que erramos nuestras percepciones visuales en las ilusiones ópticas, el cerebro puede equivocarse al tomar decisiones y poner en funcionamiento mecanismos de defensa de manera errónea. Pseudopatía es un nuevo término acuñado recientemente que describe la falta de coherencia entre la realidad y lo que se percibe. Nuestro cerebro se equivoca y puede convencerse de que existe una apariencia de salud habiendo enfermedad y viceversa, apariencia de enfermedad sin que exista agresión alguna a nuestro organismo.

Doctor: Tiene usted pseudopatía por omisión (falso negativo). Se encuentra usted bien, su aspecto es saludable y se siente usted sano… pero hemos detectado un cáncer.

Paciente: No puede ser, doctor. Usted se equivoca. Estoy estupendamente.

Y al contrario.

Doctor: Tiene usted pseudopatía por falsa alarma (falso positivo). La alarma no es real, está usted sano, las pruebas no muestran ningún peligro, su cuerpo no tiene nada.

Paciente: No puede ser, doctor. Me duele todo, me duele mucho. Usted se equivoca. Estoy fatal.

En estos casos nuestra idea del gestor eficiente, del analista impecable, del comandante organizado se viene abajo. El cerebro activa programas defensivos sin que exista justificación.Nuestro organismo es una máquina magnífica, la mayor parte de nuestra vida ofrece unas prestaciones inigualables. Sin embargo en ocasiones, nos demuestra que no es infalible, que no es perfecta, que se equivoca y que nos engaña. Una máquina que no siempre funciona como debe. Aprende, realiza y mantiene malos hábitos, actuaciones innecesarias o dañinas, tiene dificultades para predecir, administrar y construir la realidad. Lo sabemos cuando gestiona espacios, dimensiones, ilusiones visuales. El sistema inmunitario es capaz de equivocarse y atacar nuestros propios tejidos en las llamadas “enfermedades autoinmunes”. Vemos espejismos en el desierto. Sufrimos alergias por agentes inofensivos para otros, elementos que no deberían hacer saltar las alarmas.

Y por supuesto, también podemos sentir dolor en situaciones en las que no existe ningún daño. Nuestro gestor analiza mal los datos y activa el dolor, sin que exista justificación. Los misiles se activan, salen disparados de la rampa de lanzamiento sin que haya una amenaza de nocividad. El comandante se equivoca.

La pesadilla del dolor sin daño

Son conceptos diferentes. Daño y dolor suelen ir unidos pero no tienen por qué estarlo. Existen situaciones en las que nuestro cerebro responde de manera innecesaria, comete errores en el proceso de catalogación de las señales de peligro o amenaza y pone en marcha la máquina sin que exista justificación. Sin embargo hay algo que debemos tener claro: el dolor es real. No existe el dolor imaginario. Tanto si acierta como si se equivoca al procesar la información, el dolor que el cerebro gestiona es siempre el mismo: dolor. Con o sin daño, haya justificación o no, estemos amenazados o no… el dolor existe y es real. El comandante lanza los misiles, y estos son reales, exista o no justificación. Clara Grima es Profesora Titular del área de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla y padece fibromialgia, una de las múltiples expresiones de nuestro cerebro equivocado. Su periplo de consulta en consulta, de especialista en especialista, de doctor en doctor, ha durado ya (y aún dura) más de 10 años. Hasta hace no mucho, situaciones como las que describimos no tenían un hueco en ninguna consulta: migrañas, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica… términos que nos conducen de nuevo al terreno de las pseudopatías. El cuerpo no sufre daño alguno y no obstante el cerebro genera dolor. Clara padece fuertes dolores en sus articulaciones. Sus días son inciertos. Hay momentos en los que no le duele nada y puede hacer una vida normal, y hay días en los que apenas puede levantar el más mínimo peso sin que le duela todo de los pies hasta la cabeza. Periodos en los que se siente terriblemente cansada y apenas puede mover los labios para hablar y etapas en las que todo va bien y desaparecen los dolores, las fatigas… Acude al traumatólogo y tras muchas pruebas, resonancias y radiografías no encuentran nada. Los músculos, las articulaciones, los huesos… todo está correcto, todo funciona bien: no existe daño ni amenaza que justifique la respuesta defensiva del dolor. Así comienza un peregrinaje que lleva a visitar la consulta de nuevos traumatólogos, psicólogos, neurólogos… comienzan las recetas, los analgésicos, los antiinflamatorios… nada parece funcionar. Sus articulaciones están correctas, todo está en su sitio… ¿todo? No hay daño, pero hay dolor… vuelta al principio: ¿Dónde se genera ese dolor?

El cerebro miedoso

Nuestros programas defensivos tienen dos componentes. Una base genética, heredada y lista para actuar desde que nacemos, y una parte adquirida que aprende a funcionar con el paso del tiempo y la experiencia. En el sistema inmunitario el componente congénito se complementa con los elementos aprendidos a golpe de experiencia propia, del contacto directo con la amenaza y con su posterior reacción. Durante ese aprendizaje nuestro organismo es cauteloso, desconfiado. Activa los mecanismos de defensa ante la más mínima alerta. Nacemos miedosos por instinto y al crecer, experimentamos, valoramos y dosificamos esos miedos, esas alarmas. Aprendemos y recordamos cómo detectar amenazas y las empezamos a diferenciarlas, a catalogarlas, a definir su peligrosidad. Los elementos inofensivos dejan de resultar amenazantes gracias al aprendizaje. Sin embargo, en un cerebro equivocado el aprendizaje puede ir en contra de nosotros. Puede retroalimentarse y alterar la correcta gestión de las señales generando dolor en situaciones innecesarias.

El doctor Goicoechea nos plantea un ejemplo muy gráfico: "Imagina un sistema de alerta en una ciudad que vigila la presencia de gases tóxicos letales... En un momento dado se activa la alarma ante la presencia de humo… suenan las sirenas, se movilizan los efectivos policiales, se evacua a todos los habitantes. Pero pasan unos días y se descubre que no ocurre nada. Se permite la vuelta de los ciudadanos a sus casas, el peligro ha pasado. Imagina ahora que la alarma vuelve a sonar cada cierto tiempo, de manera reiterada y obligando a desplegar nuevamente todo el sistema de evacuación una y otra vez… ¿qué ocurriría? Si el cerebro continúa equivocado y no aprende a evaluar eficazmente las alarmas, los ciudadanos podrían vivir con un temor derivado de cualquier señal amenazante… El miedo a la evacuación de la ciudad podría verse aumentado con el temor ante las propias señales. Los ciudadanos mirarían hacia el cielo y ahora cualquier vapor, cualquier inofensivo humo de una chimenea o incluso cualquier atisbo de niebla en el horizonte darían lugar a que comenzara su angustia."

Nuestro gestor, nuestro comandante se encuentra ahora en una difícil situación. El cerebro equivocado entra en un círculo de cautela innecesaria, de alarma injustificada y se encuentra predispuesto a hacer caso de todos los rumores sobre sucesos peligrosos. Acepta como real, sin apenas escrutinio, cualquier amenaza y pone en funcionamiento los programas de defensa… vuelve el dolor, un dolor cada vez más alimentado por el propio miedo al error.

El cerebro migrañoso

El cerebro es una estructura predictiva, interpretativa, continuamente está construyendo una teoría global sobre lo vivido y lo que se va a vivir a continuación. En esa construcción, el dolor es una de sus muchas predicciones y, como estamos comprobando, en ocasiones no es la acertada. Sentir sed, hambre o cansancio no quiere decir automáticamente que nuestro organismo necesite bebida, alimento o reposo. Con los datos, experiencia y cultura adquirida a lo largo de la vida, el cerebro interpreta la situación y actúa en consecuencia. Cuando a alguien aquejado de jaqueca, migrañas o fibromialgia le duele la cabeza, no existe un daño, una amenaza de nocividad que la justifique. No nos encontramos ante una enfermedad puesto que no hay nada “enfermo”, no hay necrosis, las pruebas dan negativo, en la consulta te dicen que no tienes nada… el dolor no debería estar ahí. Somos víctimas de una obstinación de nuestro cerebro equivocado y temeroso que además crece alimentándose de factores culturales, de malos hábitos adquiridos y del desconocimiento de nuestros propios mecanismos cerebrales.

Sin embargo hay que saber que un cerebro migrañoso no contiene ningún defecto. No le falta ni le sobra nada. Sus redes y circuitos son los mismos que los de un cerebro sin dolor. Lo que ocurre es que actua de manera equivocada. La persona migrañosa posee un cerebro normal que, a pesar de ello, está tomando decisiones erróneas alimentadas en el seno de una cultura y un ambiente alarmista.Conocer cómo funciona nuestro organismo, nuestro cerebro es sin duda un paso, quizá el más importante, para entender por qué sentimos dolor.

“Agradecemos la colaboración del doctor Arturo Goicoechea en este artículo poniendo a nuestra disposición sus ideas sobre el dolor mediante su blog, sus libros y sus explicaciones en la charla. Así mismo, gracias a Juan Ignacio Pérez, Titular de la Cátedra de Cultura Científica en la UPV/EHU y a la matemática Clara Grima por compartir sus experiencias y conocimientos”.

Fuente:

QUO

17 de octubre de 2011

El dolor es "necesario" para "sobrevivir a un ambiente hostil"

17 de octubre: Día Mundial contra el Dolor

El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Cajal, Javier Garzón, ha destacado la importancia que tiene el dolor para el ser humano ya que, pese a ser "desagradable" y evitado por la mayoría, "es una sensación útil y necesaria para sobrevivir a un ambiente hostil".

Así lo ha asegurado en una entrevista a Europa Press con motivo de Día Mundial contra el Dolor que se celebra el lunes 17 de octubre, recordando la importancia del mismo para "ser conscientes de las agresiones" y, de este modo, poder evitarlas.

"Desde un punto evolutivo, el hecho de que se conserve la sensación de dolor es porque es útil", reconoce Garzón, quien destaca como la intensidad del dolor varía en función de la causa fisiológica que lo provoca, pero también de quién lo padezca.

De este modo, según reconoce este experto, el grado de afectación de cada individuo puede variar "dependiendo de su circunstancia", lo que hace que la misma causa "cobre más relevancia en algunas personas que en otras".

"La percepción del dolor es muy modulable", reconoce Garzón, apuntando a algunos estudios que han demostrado incluso que "el dolor es más llevadero en una persona en un entorno familiar y feliz que si se encuentra sin trabajo, deprimido y solitario".

De hecho, añade, hay veces que se recurre a tratamientos para levantar el ánimo a fin de que la persona "ponga de su parte" y "minimice" importancia del dolor. "Ser feliz ayuda a soportar el dolor", asevera.

Garzón lleva varios años trabajando en la búsqueda de alternativas para el dolor "rebelde" que tiene un origen neuropático, causado por los propios nervios que "se estropean en su función y empiezan a originar señales de dolor cuando en realidad no hay una causa real".

Este trastorno, que afecta a entre un 8 y 10 por ciento de la población, tiene como principal tratamiento el uso de analgésicos aunque, dependiendo de la intensidad del dolor, estos pueden ser insuficientes, incluso los de naturaleza opiácea, que son los de mayor potencia, como puede ser la morfina.

Cómo aliviar a los "más fastidiosos"

"La verdadera tragedia es ésta, en la que la clínica no puede ofrecer alternativas a pacientes que lo están pasando realmente mal y están muy fastidiados", reconoce este experto.

Sin embargo, en el último número de la revista científica 'Neuropsychopharmacology', han publicado los últimos avances de su investigación, en la que han identificado "por qué el sistema analgésico de los opiáceos no funciona bien".

Según explica, se debe a que las neuropatías generan unas señales a través del sistema nervioso que, liberando unos mediadores químicos, consigue reducir la función de los receptores de estos fármacos, de modo que cuando se pone morfina su sistema de recepción de analgesia esté estropeado.

Tras este hallazgo, el objetivo ahora es "ver si hay alguna estrategia farmacológica para impedir que esa señal afecte al receptor y darle tiempo a que se recupere, consiguiendo rescatar la función positiva de estas sustancias".

Fuente:

Yahoo NoticiasEnlace

14 de septiembre de 2011

Prueban que la risa es el mejor analgésico


Payasos

Según los investigadores, nuestro umbral del dolor aumenta con la risa.

No se trata de una simple sonrisa. Para apaciguar el dolor, dice un estudio, hace falta una buena carcajada que produzca la liberación de sustancias químicas que actúen como analgésico natural.

En el estudio, que fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society B, los autores experimentaron por primera vez con el umbral del dolor en las personas.

Los voluntarios fueron divididos en dos grupos: el primero de ellos disfrutó de videos humorísticos durante 15 minutos, mientras que el otro vio programas más aburridos, según los investigadores, tales como juegos de golf.

Aquellos sujetos que recientemente se habían reído a carcajadas fueron capaces de resistir el dolor hasta un 10% más que antes de ver los videos.

Para su sorpresa, los científicos también encontraron que el otro grupo era menos capaz de soportar dolor, luego de estar 15 minutos frente al televisor sin generar ni una mínima sonrisa.

Incontrolable

El tipo de risa también es importante. Las risitas leves o nerviosas no provocaron ningún efecto fisiológico; las carcajadas fueron las únicas en hacer el trabajo.

El profesor Robin Dunbar de la Universidad de Oxford, quien dirigió la investigación, considera que las risas incontrolables liberan sustancias químicas llamadas endorfinas en el cuerpo que, además de generar una leve euforia, también calman el dolor.

"Vaciar los pulmones es lo que causa el efecto", dijo a la BBC.

"Eso es exactamente lo que ocurre cuando decimos 'me reí hasta que me dolió'. Ese dolor de risa muy intensa es lo que produce la liberación de las endorfinas", explica.

Pero no todos los programas de comedia fueron capaces de conseguir lo que se buscaba, asegura Dunbar.

Las payasadas obtuvieron una alta puntuación, mientras que las rutinas de stand-up comedy -aunque resultaron ser agradables- no provocaron ningún efecto en el aumento de los umbrales de dolor.

"Proyectamos la serie del comediante británico, Michael McIntyre, porque pensamos que funcionaría bien. Sin embargo, los resultados indicaron que su humor era demasiado cerebral como para producir carcajadas de importancia", señaló Dunbar.

Lo que mejor funcionó fueron las comedias al estilo de Mr. Bean. Otras series, como Friends, también resultaron ser exitosas.

Umbral del dolor

Chimpance

Los simios pueden sonreír, pero no pueden reírse a carcajadas.

Los investigadores no fueron capaces de medir directamente los niveles de endorfinas, pues ello habría supuesto la extracción de líquido de la espina dorsal de los voluntarios, un proceso que -según el profesor Dunbar- eliminaría rápidamente la sonrisa de los rostros de los voluntarios. Algo que, sin duda, influiría en los resultados.

Por ello, prefirieron tomar medidas representativas probando el umbral del dolor en cada voluntario, colocándoles una bolsa de hielo en el brazo para ver cuánto tiempo podían aguantarla, por ejemplo.

Mientras más aumentara el umbral del dolor, mayor sería la cantidad de endorfinas que habrían producido durante las carcajadas.

Con este estudio, aunque lo parezca, Dunbar no pretende desarrollar un nuevo tratamiento.

Por el contrario, quiere explorar el papel de la risa en el establecimiento de las sociedades humanas hace dos millones de años.

Aunque todos los monos puedan reír, explica, la capacidad de hacerlo de manera estrepitosa para producir endorfinas es exclusiva de los seres humanos.

Endorfinas activadas

La teoría de Dunbar es que, además de apaciguar el dolor, las endorfinas también pueden hacer que las personas estén más susceptibles a formar lazos.

"Invertimos buena parte de nuestro tiempo en conversaciones tratando de reírnos y de provocar la risa".

"Lo que estamos tratando de demostrar en este caso es que las endorfinas sí se activan. El siguiente paso será corroborar si reír realmente hace más fácil que los grupos se unan, trabajen mejor en equipo y actúen con mayor generosidad".

Si ese es el caso, entonces se puede explicar por qué hace unos dos millones de años los primeros seres humanos fueron capaces de formar grandes comunidades tribales de hasta 100 miembros, mientras que los simios sólo fueron capaces de formar comunidades de hasta 50.

Esta teoría recrea una posible escena que muestra a nuestros antepasados reunidos alrededor del fuego para reír.

De allí pueden haber salido los primeros payasos, que habrían unido a la gente gracias al efecto de la risa.

Fuente:

BBC Ciencia

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11 de septiembre de 2011

Científicos trabajan en un líquido que regenera el diente picado sin necesidad de perforar ni rellenar e indoloro



Científicos británicos trabajan en un prometedor líquido que regenera el diente picado sin necesidad de perforar ni rellenar.

Ojalá esté disponible en breve porque si voy a esperar 20 o 25 años para el producto probablemente ¡ya no tenga dientes! (¡Ah! y ojalá también salga en versión chicle, voy mascando el gel y voy curando mis dientes, ¡fantástico! ¿no?)



Si hay alguien a quien los niños, y no tan niños, tienen más miedo que al «coco» ese es el dentista. Sobre todo cuando el taladro está de por medio. Solo el ruido de la herramienta ya pone a muchos de los nervios. Pero esta desagradable práctica puede tener los días contados.

Investigadores de la Universidad de Leeds han descubierto un tratamiento que, según aseguran sus creadores, acaba con las caries y reconstruye el diente de forma natural e indolora.

La caries comienza cuando el ácido producido por la placa disuelve el mineral de los dientes, causando agujeros microscópicos que van aumentando en tamaño y número. Finalmente, el diente dañado tiene que ser perforado y rellenado, o incluso extraído.

El miedo al dolor hace que muchos pacientes no vayan al dentista cuando notan dolores o detectan alguna pequeña caries en su dentadura. Ignorarlo no frena su desarrollo y al final tenemos que enfrentarnos a un tratamiento más complejo y molesto que en un principio.

Para evitar estas situaciones, los investigadores de la Universidad de Leeds han desarrollado un revolucionario fluido, a base de un tipo de un péptido, que se aplica en la superficie de los dientes para tratar los primeros signos de la caries. Esta tecnología, basada en la formación natural del diente, estimula la regeneración de la pieza defectuosa.

«Esto suena demasiado bien para ser verdad, pero nosotros lo que hacemos, básicamente, es ayudar a los dientes a autoregenerarse. Es un proceso reparador no quirúrgico, totalmente natural e indoloro», asegura la profesora Jennifer Kirkham, que ha liderado el desarrollo de esta nueva técnica en el Instituto Dental de la Universidad de Leeds.

Cómo actúa


El líquido «mágico», como lo denominan sus creadores, ha sido diseñado por científicos de la Facultad de Químicas de la misma universidad. Contiene un péptido conocido como P 11-4 que, bajo ciertas condiciones, se ensambla entre las fibras. En la práctica, el líquido, en contacto con el diente, se convierte en un gel que, fijado como un «andamio», atrae el calcio y remineraliza la pieza dental desde el interior, de forma natural.

Este tratamiento ha sido probado recientemente en un pequeño grupo de adultos que presentaban los primeros síntomas de la caries. Los resultados de este pequeño ensayo han revelado que el péptido P 11-4 puede revertir el daño y regenerar el tejido del diente.

«Los resultados de nuestros tests son muy prometedores», afirma el profesor Paul Brunton, que supervisa las pruebas con pacientes. En este sentido, el investigador señala que, si estos resultados se pueden repetir en un grupo de pacientes más grande, «en dos o tres años esta técnica estará disponible en las consultas de los dentistas».

Un tratamiento que, si sale adelante, acabaría con el vínculo entre dentista y dolor y permitiría a los pacientes mantener sus dientes naturales.

Fuente:

ABC Ciencia

24 de agosto de 2011

Las bebidas frias y el dolor de cabeza

¿Cuántos habéis llegado a casa sudorosos debido al calor sofocante y lo primero que habéis hecho es correr a la cocina, abrir la nevera y beber un trago de agua helada? Y ¿Cuántos os habéis arrepentido unos segundos después? Exacto, el fastidioso dolor de cabeza, parece que un taladro se te clave en la sien mientras Reno Miller se ríe. En ese momento escuchas a tu abuela gritar desde el sofá “no bebas muy rápido bonica”, demasiado tarde abu…

Y todos nos preguntamos ¿Por qué?

La contracción y relajamiento súbitos de los capilares del paladar son detectados por los nervios sensores de dolor y enviados al cerebro mediante el nervio trigémino (amarillo) que interpreta el dolor como proveniente de la frente.

Cuando algo muy frío toca nuestro paladar los capilares se contraen rápidamente disminuyendo la velocidad del flujo sanguíneo (en 18cm/s) para volver a dilatarse a continuación. Este cambio brusco en el diámetro de los vasos es detectado por los nervios sensores de dolor que transmiten esta información al cerebro a través del nervio trigémino. Es el nervio craneal más grande e importante, nace en el cerebro medio y se extiende por toda la cara controlando la musculatura de la masticación y prácticamente toda la sensibilidad facial. Es por esto último que el cerebro interpreta el dolor como proveniente de la frente.

El nombre correcto para este fenómeno es esfenopalatino ganglioneuralgia, aunque se conoce universalmente como Ice cream headache. Afecta a una de cada tres personas y está totalmente monitorizado: el dolor comienza unos 10 segundos después de la ingesta y los picos de mayor dolor se detectan a los 30-60 segundos para finalizar a los 80-90. Además se ha intentado utilizar para modelizar las odiosas migrañas ya que al parecer ambos desordenes abarcan los mismos umbrales en los estímulos sensoriales.

La forma de evitar este horrible dolor es tomar las cosas frías despacio evitando que el primer contacto sea con el paladar. Al dejar el helado en la boca se calienta lo suficiente como para que al tragar no provoque la contracción súbita de los capilares y el consecuente dolor.

Con este último consejo podéis seguir disfrutando de lo que queda de verano tomando una cerveza muy fría o un helado gigante de mil sabores. Felices vacaciones!

Alineación al centro

Fuentes: Harries M (BMJ, 1997); Hulihan J (BMJ, 1997); Sleigh JW (BMJ, 1997)

Tomado de:

Locos por la Biología

3 de agosto de 2011

Cómo 've' el cerebro la belleza

Un visitante observa la estética de un cuadro en el Museo de Orsay (París, Francia). | AP

Un visitante observa la estética de un cuadro en el Museo de Orsay (París, Francia). | AP

  • Una disciplina de reciente creación intenta descubrir cómo procesamos el arte

Definir una obra de arte no es sólo una cuestión humanística, también la neurobiología tiene algo que decir, más concretamente una rama denominada neuroestética, creada hace apenas unos 10 años por el científico Semir Zeki, catedrático de Neuroestética de la Universidad College de Londres. Según este experto, el arte es aquello que "satisface más partes del cerebro, a más cerebros y a lo largo de más tiempo". En definitiva, tal y como argumentan los especialistas en esta materia, el comienzo y el final del arte están en este órgano del sistema nervioso.

Aunque belleza y arte existen desde tiempos inmemorables, aún se desconoce cómo el cerebro es capaz de crearlos y percibirlos. Aquí es donde entra en juego la neuroestética, cuyo fin es descubrir cómo se procesa la información que el cerebro recibe e identificar qué áreas del mismo se activan ante un estímulo considerado como 'bello'. Es decir, profundizar en la interacción del sistema nervioso con la pintura y el arte en doble sentido: "Cómo influye el arte en el sistema nervioso y cómo el sistema nervioso crea el arte", señala Teresa Moreno, del servicio de Neurología, del Hospital 12 de Octubre (Madrid) en un libro titulado Neuroestética, en el que participan otros expertos como Zeki.

En otras palabras, "intentamos encontrar la base científica de la creación del arte", resume a ELMUNDO.es Antonio Martín Araguz, neurólogo del Hospital central de la Defensa de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Se trata de un proceso muy complejo en el que intervienen distintos parámetros como los colores, el movimiento, las formas (si es creación visual) y también existe un componente emocional.

"Todavía no se sabe cómo un único estímulo, por ejemplo, un cuadro, puede desencadenar diferentes emociones", subraya la doctora Moreno. Podrían influir los conocimientos previos, la formación artística, el nivel intelectual, incluso el sexo y la edad.

Y en esta línea trabajan actualmente los especialistas en neuroestética, a través de resonancias magnéticas que detectan las áreas cerebrales que se estimulan con la acción de distintos estímulos. "Los artistas nos ayudan a estudiar cómo funciona el cerebro visual", recalca la experta.

Neuronas y dolor crónico

En la última década "hemos visto que, a pesar de existir una teoría que dice que las neuronas no se regeneran a partir de cierta fase de maduración, sí se producen nuevas interconexiones y esto origina cambios en el cerebro", desvela el neurólogo español. Por ejemplo, "los músicos de alto nivel tienen un crecimiento de este órgano que afecta al procesamiento de los sonidos de la música". Es decir, su desarrollo artístico a lo largo de los años puede derivar en el aumento de algunas zonas cerebrales y cambios en el arte musical. Esto podría suponer en el "futuro avances en algún tipo de enfermedad neurológica".

Otro de los parámetros que influyen en la creación y la percepción del arte es el dolor crónico. "Probablemente Van Gogh tuviera un trastorno psicótico que hacía que su forma de percibir los colores y los movimientos fuera absolutamente genial o que Mozart sufriera síndrome de Gilles de la Tourette (trastorno neurológico caracterizado por la emisión involuntaria de tics fónicos y motores) y alcanzara [así] un desarrollo musical como el que logró". Hay enfermedades cerebrales que pueden modular su actividad y hacerla genuina.

En España hay tres grupos de trabajo que analizan estos y otros componentes de la creación de arte. Araguz participa en uno de ellos, desarrollado por la Sociedad Española de Neurología (SEN). "Trabajamos en la historia del arte y patologías neurológicas y también hacemos seguimiento de pacientes concretos, observando cómo evolucionan los trastornos mentales y cómo va cambiando su creatividad".

Queda mucho por entender del cerebro humano y la investigación al respecto "es muy reduccionista (se estudia por pequeñas partes). Nosotros lo analizamos de forma más global. Recibimos millones de estímulos que tenemos que filtrar para sobrevivir y a partir de ahí el cerebro construye una realidad exterior. Ser creativos podría ser una necesidad que siempre hemos tenido a lo largo de la historia para adaptarnos a todo y alcanzar la supervivencia, algo que también tenemos que hacer en la actual crisis económica".

Tomado de:

El Mundo Salud

9 de junio de 2011

Grace: La niña que no siente dolor

El dolor, una expresión del cuerpo, es un indicativo de que algo está sucediendo ya sea física o emocianalmente, por lo que pasar por alto esta advertencia puede ser fatal, pero ¿y si no hay dolor? Si no existe la sensación del dolor puede ser muy peligroso.

Un rara enfermedad, llamada síndrome de Smith-Magenis, es un transtorno cromosómico que eleva el umbral del dolor hasta tal punto de que la persona no siente si se hace daño, esta padecimiento lo sufre Grace, una niña de tan solo cuatro años de edad.

El diario Daily Mail, explica que “su umbral de dolor es tan alto que puede mantenerse en un radiador caliente o tocar un hervidor de agua sin saber que se está quemando hasta que sea demasiado tarde”, explica Emma Riddell, su madre.

La pequeña vive con sus padres, Emma y Mark, en Castle, Birmingham, Inglaterra y tienen que poner cuatro veces más atención en Grace que en un niño normal de su edad, hasta el punto de que duermen con ella y observan cada uno de sus movimientos, toda vez que el síndrome que sufre también afecta a las hormonas del sueño.

Según información del diario, Grace se despierta durante la noche gritando o golpeándose la cabeza. Para evitar que se haga daño, la pequeña tiene que dormir en una habitación acolchada.

El síndrome de Smith-Magenis (SMS) afecta a 1 de cada 25 mil personas y es causado por una pieza faltante en el material genético del cromosoma 17 referido como supresión 17p 11.2.

Tomado de:

Planeta Curioso

18 de marzo de 2011

Claro que el japonés llora (pero no en público)

Hace un par de días publicamos en Conocer Ciencia un artículo que, originamente apareció en el diario El Mundo (España) y cuyo título era ¿Por qué lo japoneses no lloran? El autor de la nota extiende su artículo para superar algunos pobles malos entendidos.


Una mujer japonesa, ante la tragedia.| Asahi Shimbun/Reuters

Una mujer japonesa, ante la tragedia.| Asahi Shimbun/Reuters


Claro que el japonés llora (pero no en público)

Miguel A. Cristóbal Carle (*) | Madrid

Aunque pocas, he recibido algunas criticas a mi artículo '¿Por qué no lloran los japoneses?'. En todos los casos, creo que se han malinterpretado mis palabras y quisiera pedir perdón a aquellas personas que se han sentido ofendidas ya que pienso que no me han entendido.

En primer lugar, pienso que ninguna cultura es mejor que otra. Las culturas son diferentes, las mamamos desde que somos pequeños y asumimos sus reglas como parte de nosotros mismos. Por ello, porque nos parece lo "normal" dije en mi artículo que se esconden de uno mismo y a veces, los que vienen de fuera nos hacen notar cosas que para ellos resultan extrañas y que para los miembros de esa cultura no lo son. No es la población la que se esconde, como alguien ha malinterpretado, sino la cultura la que se esconde de uno mismo.

Quiero expresar también mi más sentida preocupación ante la situación en Japón. No creo que nadie en su sano juicio no esté horrorizado ante los acontecimientos. En ningún momento he dicho que "la situación sea esperable" como se me crítica. Lo que es esperable es que culturalmente no se enseñe la desgracia ni el dolor porque eso sólo perjudica a los que nos rodean. Creí haberlo dejado claro. Lo que estamos observando es un ejemplo de civismo y solidaridad de una cultura admirable.

Creo haber dejado claro que el japonés siente. El sentimiento claro que está presente. El japonés es cálido como el español, pero mucho más respetuoso hacia quienes le rodean. Mi afirmación se refiere a qué siente por dentro. Claro que llora pero no en público, no para la televisión. Eso sólo como dice algún critico por respeto al otro.

Estoy totalmente de acuerdo con que los japoneses están dando una lección de cómo se deben aceptar las desgracias y reponerse a ellas con entereza. Es admirable y muy distinto al comportamiento que han mostrado otras culturas o personas en momentos difíciles.

Por último, si alguien se ha sentido ofendido, mis más sentidas disculpas. Nada más lejos de mis intenciones que faltar el respeto a cualquier cultura.

(*) Miguel A. Cristóbal Carle es psicólogo y experto en formación cross-cultural con más de 20 años de experiencia. Es también socio fundador de Healthy Work.

Fuente:

El Mundo Ciencia

16 de marzo de 2011

¿Por qué los japoneses no lloran?


Llama la atención. Durante los últimos días hemos sido bombardeados con imágenes de los daños causados por el terremoto (los terremotos) y el posterior tsunami en Japón: edificios, barcos, coches, fuego, inundaciones. Sin embargo, no hemos visto llorar, no hemos visto muertos, ni sufrimiento. Pero, ¿es que los japoneses no lloran?

Cuentan que el fotógrafo Richard Avedon quiso fotografiar a los Duques de Kent y no conseguía provocar una muestra de tristeza en sus rostros hablando de tragedias humanas pero dicen que si lo consiguió hablando del atropello de un perro camino del hotel donde se realizaron las fotografías. ¿De qué hablamos? ¿Cómo explicamos esto? Hablamos de diferencias culturales.

La cultura de quien mejor se esconde es de uno mismo. Todo lo que nosotros estamos observando en el comportamiento de la población japonesa, de quien mejor se esconde es de ellos mismos. Si preguntamos a un ciudadano japonés por qué no vemos tragedias, muerte y desesperación, como vimos en Haití, en las matanzas de la mafia en México o incluso tras el tsunami en Tailandia, se mostrará asombrado. Para su cultura es lo normal, lo esperable.

Los británicos son conocidos por controlar sus emociones, positivas y negativas, es lo correcto, lo educado, "lo proper". Los japoneses contienen solo sus emociones negativas por una razón: el respeto, no ofender a quienes les rodean. Nuestras emociones, nuestro dolor puede importunar o aumentar el dolor del otro y la cultura japonesa se basa en el respeto al prójimo y en el buen funcionamiento del grupo.

Sufrimiento interior
En la mitología japonesa, todos los comportamientos que resultan en relaciones positivas con los demás son premiados mientras que las acciones individualistas o antisociales son condenadas. Exteriorizar el sufrimiento implica cargar de energía negativa a quienes nos quieren o simplemente nos rodean. Por eso no vemos imágenes de muertos ni de sufrimiento. Por eso, desde nuestra cultura latina observamos asombrados lo que no entendemos, la contención a la hora de expresar sentimientos negativos como la tristeza y el dolor.

Pero el sufrimiento se lleva por dentro y mora dentro de cada japonés igual que moraría en cualquiera de nosotros. Prueba de ese sufrimiento son las únicas imágenes de dolor que hemos visto, las de niños, incluyendo una niña que sí que lloraba cuando observaba desde un puente como una inmensa ola arrasaba su pueblo. Hablando con un amigo japonés me comentaba que las nuevas generaciones si que están aprendiendo a llorar también por fuera. ¿Fruto de la globalización?

Fuente:

El Mundo Ciencia

8 de marzo de 2011

E4studiarán huesos de 100 años para tratar los dolores de espalda

Científicos británicos están estudiando decenas de esqueletos de personas que murieron hace más de 100 años para tratar de encontrar nuevos tratamientos para el dolor crónico de espalda.

Vértebras (Foto: EPSRC)

El estudio analizará columnas vertebrales de personas muertas hace 100 años.

La investigación es un esfuerzo conjunto de médicos, arqueólogos y antropólogos de las universidades de Leeds y Bristol, en Inglaterra.

Aunque el dolor crónico de espalda es un trastorno extremadamente común, hasta ahora no ha sido posible desarrollar un solo tratamiento efectivo para curarlo, más allá de las terapias para controlar el dolor.

Esto se debe a que la columna vertebral contiene una compleja red de nervios, articulaciones, músculos, tendones y ligamentos, todos capaces de producir dolor.

Además, el tamaño y forma de la columna humana varía de persona a persona.

El estudio está siendo llevado a cabo con 40 columnas vertebrales de esqueletos de museos y colecciones anatómicas del Reino Unido.

El objetivo es crear modelos computacionales de distintos trastornos de la espina dorsal y de sus diversos tamaños y formas.

Los científicos esperan usar estos modelos para crear un programa que evalúe el potencial impacto de nuevos materiales de implante y nuevos tratamientos, como la cirugía laparsocópica de columna o el reemplazo de disco artificial, antes de que sean utilizados en el paciente.

Problema común

Se cree que nueve de cada diez adultos experimentan algún tipo de dolor de espalda en algún momento de su vida, y muchos de estos desarrollan dolor crónico.

A diferencia de los tratamientos para cadera o rodilla, en los cuales la ciencia ha avanzado mucho, la investigación ortopédica no se ha centrado en el estudio de probables terapias para los problemas de espalda.

Esto se debe principalmente a que actualmente es muy difícil, o imposible, probar nuevos tratamientos en pacientes con problemas de espalda, debido a que si el tratamiento no es correcto puede tener serias complicaciones en el individuo.

Los científicos esperan poder utilizar el nuevo programa para establecer con precisión cuál es el tipo de tratamiento más adecuado para cada paciente.

"El dolor de espalda es un trastorno extremadamente común pero como todos tenemos una columna vertebral distinta ha sido muy difícil desarrollar nuevos tratamientos", afirmó David Willets, del Consejo de Investigación de Ciencias de Ingeniería y Física (EPSRC), que está financiado el estudio.

"Esta investigación podría mejorar significativamente la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo".

"Y es fascinante que podamos unir huesos viejos y nueva tecnología para lograr un beneficio para estos pacientes", señala el funcionario.

Ensayos más rápidos

Dra. Ruth Wilcox (Foto: EPSRC)

Se espera que el estudio ayude a probar nuevos tratamientos para el dolor de espalda.

El programa será diseñado tomando escáneres de tomogragía computarizada de cada vertebra de cada una de las columnas analizadas, para crear imágenes tridimensionales detalladas de las vertebras.

Los investigadores esperan que este programa -el primero que se diseña para el tratamiento de dolor de espalda- pueda ser utilizado también para acelerar los ensayos clínicos de nuevos tratamientos.

Actualmente estos ensayos tardan unos diez años. Pero tal como explican los científicos, los datos obtenidos con los huesos antiguos podrán suministrar datos similares recogidos de cadáveres donados a la ciencia, que son muy limitados y principalmente provienen de grupos de edad avanzada.

"La idea es que una compañía farmacéutica pueda diseñar un nuevo producto para dolor de espalda y nosotros podamos simular cómo funcionaría en los distintos tipos de columna vertebral", explica la doctora Ruth Wilcox, quien dirige el estudio en la Universidad de Leeds.

"Lo bueno de los modelos computacionales es que podemos utilizarlos una y otra vez, de manera que podremos probar un número grande de distintos fármacos en el mismo modelo".

"Si tuviéramos que hacer esto en un laboratorio, necesitaríamos un gran número de columnas vertebrales donadas cada vez que necesitaramos probar un nuevo tratamiento", expresa la investigadora.

Fuente:

BBC Salud

3 de marzo de 2011

Cuándo debe preocupar el dolor menstrual

Dolor menstrual (SPL)

El dolor menstrual intenso que interfiere con la vida diaria puede ser un signo de endometriosis.

Una mujer tiene en promedio unos 500 períodos menstruales a lo largo de su vida, que comienzan a alrededor de los 12 años y terminan a aproximadamente los 51 años.

Para muchas mujeres, estos períodos son un proceso de intenso dolor e incomodidad.

El dolor moderado por lo general es normal, pero cuando es severo e interrumpe la vida diaria es necesario consultar al especialista, porque puede ser causa de un trastorno más grave, como la endometriosis.

Algunos estudios muestran que hasta 70% de las mujeres jóvenes por lo general utilizan analgésicos para aliviar el dolor menstrual.

Y entre éstas, 50% afirma que el dolor perturba seriamente su vida.

clic Lea también: Mitos y verdades de la píldora anticonceptiva

¿Por qué duele la menstruación?

El dolor que acompaña a la menstruación es causado por contracciones del útero, similares a las que experimentan las mujeres durante el parto.

Aunque muchas mujeres no lo sienten, la pared muscular del útero constantemente produce contracciones leves.

Durante la menstruación estas contracciones son más fuertes. Y son aún más intensas durante el parto.

Cada contracción causa una reducción temporal en el abastecimiento de sangre hacia el útero, debido a que los vasos sanguíneos en la pared muscular se comprimen.

Y como los tejidos quedan privados de oxígeno, se liberan compuestos químicos que provocan dolor.

Al mismo tiempo, durante la menstruación el organismo libera unas sustancias llamadas prostaglandinas, que aumentan la intensidad de la contracción y, por lo tanto, incrementan el dolor.

El objetivo de estas contracciones es ayudar al útero a desprenderse del endometrio –la capa que recubre su interior-, con lo cual ocurre el sangrado que a su vez da lugar a un nuevo recubrimiento en el cual puede implantarse un óvulo fertilizado.

Todo este proceso es parte esencial de la fertilidad femenina, y el dolor es un efecto secundario.

¿Cuándo consultar al médico?

Los expertos afirman que el dolor menstrual rara vez es indicio de una enfermedad, especialmente entre las jóvenes y adolescentes.

Ciclo menstrual (SPL)

En promedio una mujer tiene unos 500 períodos menstruales a lo largo de su vida.

Pero si el dolor comienza a interferir con la vida diaria y evita que llevemos a cabo nuestras tareas cotidianas, es necesario consultar al médico.

Tal como explica a la BBC la doctora Trisha Macnair, de la Asociación Médica Británica, "como una guía básica, si has sentido dolor severo (un trastorno llamado dismenorrea) desde que comenzaron tus períodos, es poco probable que exista una causa específica del dolor".

"Sin embargo, hay algunas excepciones. Porque existen trastornos como la endometriosis que pueden causar dolor severo desde que se comienza a menstruar, y otras enfermedades como los niomas uterinos o la enfermedad pélvica inflamatoria".

"También debes consultar al médico si tienes flujo vaginal desagradable o dolor durante o después de las relaciones sexuales", agrega la experta.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

10 de febrero de 2011

Si mira cuando lo inyectan, no le va a doler tanto



Lo que usted mira puede influir en la cantidad de dolor que siente, revela un estudio.

Contrariamente a la compulsión de muchas personas a mirar hacia otro lado durante un evento doloroso, como una inyección, los científicos descubrieron que observar puede servir como analgésico.

Y el equipo también demostró que magnificar el tamaño de la zona del cuerpo que sufre, para hacer que parezca más grande, disminuye aún más el dolor.

El estudio, publicado en Psychological Science, arroja luz sobre cómo el cerebro procesa el dolor.

Los investigadores dicen que una mejor comprensión de este mecanismo podría conducir a nuevos tratamientos para algunas enfermedades crónicas.

¿Mirar hacia otro lado?

En la investigación de la Universidad de Londres (UL) y la Universidad de Milán-Bicocca, que fue financiado por el Consejo de Investigación de Biotecnología y Ciencias Biológicas (BBSRC), participaron 18 voluntarios.

Los científicos aplicaron una sonda de calor en la mano de cada participante, aumentando gradualmente la temperatura. Tan pronto como se empezó a sentir dolor, la sonda se retiró y se midió la temperatura.

Patrick Haggard, profesor de neurociencia cognitiva de la UL, explica: "Esto nos da una medida del umbral del dolor, y es una manera segura y fiable de medir cuándo las vías cerebrales que ponen de manifiesto el dolor se activan".

Los científicos utilizaron un conjunto de espejos para manipular lo que los voluntarios veían.

El equipo vio que los voluntarios podían tolerar un promedio de 3ºC más de calor cuando veían su mano en el espejo, en comparación con cuando su mano estaba oscurecida por un bloque de madera.

Haggard señala: "Siempre les aconsejo a los niños que no miren cuando están recibiendo una inyección o se les toma una muestra de sangre, pero hemos descubierto que mirar el cuerpo es analgésico: sólo mirarlo reduce los niveles de dolor.

"Así que mi consejo sería mirar el brazo, pero tratar de no ver la aguja, si eso es posible".

Dolor mental

En otro experimento, los investigadores utilizaron espejos convexos para aumentar la apariencia de las manos del participante. Vieron que al hacerlo los voluntarios eran capaces de tolerar temperaturas más altas.

Por el contrario, cuando el equipo hizo que las manos de los voluntarios se vieran más pequeñas, su umbral del dolor disminuyó.

Inyección

El estudio ayuda a entender cómo el cerebro procesa el dolor.

Los investigadores señalan que el hecho de que los niveles de dolor sean directamente proporcionales al tamaño en el que es visto cuerpo les ayuda a comprender mejor las bases neurológicas del dolor.

Haggard explica: "Sabemos mucho sobre las vías que llevan las señales de dolor del cuerpo al cerebro, pero sabemos bastante menos acerca de cómo el cerebro procesa estas señales una vez que llegan.

"Nuestro interés se centra en la relación entre la experiencia del dolor y la representación que el cerebro hace del propio cuerpo.

"Y hemos hallado que hay una interesante interacción entre las conexiones visuales del cerebro y las conexiones del dolor en el cerebro".

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

7 de noviembre de 2010

"A veces el dolor se equivoca de camino y se vuelve crónico"


Especial: Cerebro Humano

Entrevista a Linda Watwins. Bioquímica y fisióloga estadounidense, investigadora del dolor crónico.




-¿Todos estamos asociados a un dolor, ese talón de Aquiles que nos acompaña toda la vida?

-Así es.

-¿Y cuál es el suyo?

-A mí me duele el corazón cada vez que tengo que plantearme el papeleo para lograr fondos para proseguir mis investigaciones.

Linda Watkins (Virginia, Estados Unidos, 1954) es bioquímica y fisióloga. Es profesora del departamento de Psicología y del Centro de Neurociencia de la Universidad de Colorado-Boulder. Miembro de las más importantes asociaciones internacionales sobre neurociencia y dolor, recogerá mañana el premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica junto a David Julius y Baruch Minke.


-¿La crisis también afecta a una investigadora de primerísima línea internacional?

-Me afecta, y mucho. En primer lugar se ha vuelto tremendamente difícil lograr ayuda de institutos de investigación y del sector privado para investigaciones de ciencia básica. Yo trabajo en cuatro compuestos concretos de fármacos para el dolor y me esfuerzo en lograr que al menos dos de ellos sean algún día una realidad práctica. Antes de la crisis, todo el mundo me decía que mi investigación era fantástica; ahora me dicen que mi investigación sigue siendo fantástica, pero que vuelva en otro momento. Hay mucha terapia nueva y es difícil conseguir que las grandes compañías farmacéuticas se comprometan. En ocasiones la financiación llega justamente de las pequeñas firmas. Nosotros hemos formado una empresa investigadora en el momento justo en que la economía mundial se vino abajo.

-¿Cuánto necesita?

-Siete millones de dólares.

-Seguro que lo tiene más fácil en los Estados Unidos que en España.

-No lo sé. Si los consigo, será el primero en saberlo.

-¿Es consciente de que lidera una investigación que entronca con una de las grandes preocupaciones de la Humanidad: quitar el dolor?

-Sí, y soy capaz de imaginar un futuro sin dolor, sería algo maravilloso. Pero el dolor normal es muy bueno porque nos ayuda a sobrevivir. Están documentadas personas capaces de no sentir dolor alguno, gente que pone la mano sobre el fuego y que percibe el olor de la carne quemada, pero nada más.

-¿Ausencia de dolor, igual a peligro de muerte?

-Desde luego. La ausencia de dolor nos vuelve vulnerables a las enfermedades y a las infecciones. El problema está cuando el dolor se equivoca de camino, por decirlo de alguna manera. Y estamos hablando de dolores que en ocasiones son tan intensos que llegan a impulsar al suicidio. Nadie merece una cosa así.

-Es sorprendente que el área del cerebro que se activa ante el dolor físico sea la misma que ante el dolor emocional.


-Esto puede deberse a que el dolor no es unidimensional, sino que es un aspecto sensorial más como los afectos, las emociones, el miedo, la desesperanza o la ira. Sensaciones que son capaces de producir dolor.

-¿El dolor está, por tanto, en el cerebro?

-No. En el cerebro están las emociones, pero el dolor sensorial nos llega a través de la médula espinal. Pisas un clavo y ese dolor llega a través de las neuronas a la médula. De alguna forma esas neuronas «hablan» y son capaces de modular el dolor de forma dramática.

-¿Podemos crear un dolor, sentirlo aunque físicamente no exista?


-A través de las emociones se puede amplificar el dolor que después percibe el cerebro. Y al revés: unas emociones muy fuertes logran que nos olvidemos de ese dolor. Se llama analgesia inducida por el estrés. Hay personas con una enorme capacidad para «olvidarse» de sus dolores. No es mi caso.

-¿Por qué un estado emocional vulnerable nos deja más indefensos ante el dolor y a la enfermedad?

-Porque el sistema inmunológico comunica directamente con el sistema nervioso central. Cuando sufrimos una gripe, la mayor parte de lo que nos ocurre se está creando en el cerebro, no en el resto del cuerpo. Conocemos muy bien las vías que utiliza nuestro sistema inmunológico para «hablar» con el cerebro.

-¿Se llegará algún día a lograr un medicamento único contra cualquier clase de dolor?

-Yo creo que no se puede crear un solo modelo. Otra cosa es que los experimentos con animales hayan dado resultado; la terapia no ha fracasado en este sentido, pero hay patologías, como la fibromialgia o los dolores derivados de los herpes, frente a las cuales ni siquiera contamos aún con modelos animales.

Fuente:

La Nueva España

9 de agosto de 2010

Sufrir problemas en la vida ayuda a personas con problemas en la espalda

Las personas con dolor crónico de espalda pueden obtener efectos protectores y beneficiosos para su enfermedad de las pequeñas adversidades de su vida, según han afirmado investigadores de la Universidad de Buffalo y de la Universidad de California, en Estados Unidos, en un estudio publicado en 'Pain'.


De este modo, "estos pacientes experimentan un menos impedimento físico y además invierten menos tiempo en la consulta médica" , ha afirmado el doctor Mark Seery, profesor de Psicología en la Universidad de Buffalo, que ha añadido que la clave de este beneficio se encuentra en que los pacientes priorizan estos eventos adversos al resto de problemas.

El estudio realizado sobre 396 adultos con dolor crónico de espalda, ha determinado que los pacientes con dificultades en su vida referían menos impedimentos físicos, invalidez y una menos utilización de recursos sanitarios que aquellos que no experimentan adversidades.


Además, los datos sugieren que "esta exposición a la adversidad puede proteger también de los problemas psicológicos derivados del dolor", ha afirmado Seery. Pero según ha señalado, los análisis adicionales no han encontrado explicaciones alternativas a estas conclusiones.


Los sujetos que participaron en el estudio, que contaban con un historial de dolor crónico de espalda, rellenaron un cuestionario acerca de su exposición a lo largo de su vida a 37 eventos adversos diferentes como enfermedades propias o de sus parejas, violencia sexual o de otro tipo, estrés, muerte de alguien cercano o relaciones de pareja problemáticas.


Asimismo, aportaron datos sobre sus impedimentos funcionales, el estado laboral, la frecuencia con que reciben tratamientos, qué tipo de medicación utilizan y si necesitan tratamiento para síntomas psiquiátricos relacionados con la enfermedad.


Lea el artículo completo en:


11 de junio de 2010

«El dolor está en toda disciplina médica pero no es prioritario en ninguna»

Viernes, 11 de junio de 2010

«El dolor está en toda disciplina médica pero no es prioritario en ninguna»

Baruch Minke asegura que «nuestra misión en estos momentos es concienciar a los científicos de que no estamos sólo ante un síntoma»


Baruch Minke.
Baruch Minke.

El bioquímico israelí Baruch Minke recibió ayer con gran satisfacción la noticia del premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica, y explicó a LA NUEVA ESPAÑA algunos aspectos de su trabajo.

-Sus investigaciones están relacionadas con los llamados canales iónicos TRP. ¿Cómo explicar qué son y cómo funcionan?

-El TRP es un canal de proteínas de células neuronales que transmiten información sensorial a nuestro cerebro. El TRPV1 transmite información sobre el dolor a los centros del cerebro que interactúan con ese dolor.

-¿Por qué se produce y por qué se percibe el dolor?

-El dolor es un fenómeno complejo, lo hay de muchas clases. Su origen, me refiero a ese dolor que parece quemar, está en los TRP que residen en las neuronas que conectan con la espina dorsal y llegan a la piel o a la cara interna de las terminaciones nerviosas de las cavidades corporales.

-¿Existirá algún día el medicamento perfecto contra todo tipo de dolor crónico?

-Nuestra próxima misión es concienciar a los científicos de que el dolor no es solamente un síntoma. La segunda misión urgente es desarrollar nuevas estrategias para producir medicinas contra el dolor basadas en los TRP. La tercera misión, ya a largo plazo, es entender cómo se establece la cadena de control desde los altos centros del cerebro. Algo que sabemos de los sistemas del dolor es que las señales que entran por la piel pueden moderarse e incluso ser ignoradas por completo por otras señales de control que se generan en el cerebro. Nos gustaría entender mejor cómo funcionan esos mecanismos. Estoy seguro de que en el futuro habrá grandes descubrimientos, pero no me atrevo a darle un calendario.

-¿Se investiga poco el dolor?

-El dolor, particularmente el dolor crónico, es el gran problema biomédico con un gran impacto social. Afecta a la calidad de vida de un alto porcentaje de la población y va asociado a un enorme gasto para tratarlo y combatirlo. Todavía se han conseguido resultados mínimos. Es un elemento que juega un papel importante en todas las disciplinas médicas, pero quizá por eso investigarlo no es una prioridad para ninguna de ellas.

-Nos gustaría una valoración personal y profesional de quienes comparten con usted el premio, los bioquímicos David Julius y Linda Watkins.

-David Julius es un querido amigo, aunque trabajamos de forma independiente. No conozco personalmente a Linda Watkins, pero sé de sus estudios pioneros sobre el dolor en las células gliales.

-Usted ha investigado la visión en la Drosophila melanogaster, la mosca de la fruta. ¿Qué conclusiones extrae de esas investigaciones en relación con los seres humanos?

-Las grandes compañías farmacéuticas están buscando intensivamente nuevas sustancias contra el dolor. La búsqueda de estas moléculas que bloquean los canales TRP es más fácil y más eficiente en las moscas que en los humanos. Y también en los ratones.

-¿Vendrá a recoger el premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica el próximo mes de octubre?

-Por supuesto que será un gran honor y todo un placer acudir a Oviedo.

Fuente:

INE (España)

5 de junio de 2010

¿Por qué duelen tanto las patadas en los testículos?

Sábado, 05 de junio de 2010

¿Por qué duelen tanto las patadas en los testículos?



Una patada bien dada puede rebatir cualquier argumento

La ancestral técnica conocida popularmente como "patada en los cojones" tiene unos efectos devastadores sobre sus víctimas. No es algo a lo que uno se ofrezca voluntariamente, pero el que más o el que menos ha sufrido alguna. ¿Pero qué hace que duela más que, por ejemplo, una patada en el paladar?

Los testículos son unos órganos muy sensibles. Esta extrema sensibilidad se debe a la multitud de terminaciones nerviosas que alojan. No todos son receptores del dolor, pero cuando hay algún golpe, todos pasan esa información al cerebro a una velocidad de 105 km/h.

Además, puede hacer que te duela el estómago, que tengas ganas de vomitar. Mayoritariamente aluden a que es debido a que cuando somos un feto, en el tercer mes de embarazo, los testículos descienden del vientre, localizándose en el escroto. A pesar de cambiar su posición, los vasos sanguíneos y los nervios aún están conectados a la cavidad abdominal, por lo que el dolor es simultáneo. Esta reacción también influye en el diafragma, que asciende expulsando el aire de los pulmones. Esto provoca una sensación de ahogo.

Todo está explicado también en este vídeo del programa Sport Science (en inglés), donde un boxeador se desahoga con un dummy.


Fuente:

Resolviendo incognitas
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