Poca inversión pero constantes mejoras, la
estrategia de Portugal para superar la media de la prueba internacional
Pisa. Estudiantes en la reconocida escuela Carcavelos de Portugal. Carcavelos cuenta con la tasa de repetición más baja del país (alrededor del 3%).
Esa
escuela, sin adoptar un modelo educativo específico, decidió acabar con
las repeticiones hasta el noveno año de la enseñanza básica. La acción
viene acompañada por un programa más intensivo de apoyo al alumno.
En los últimos años
en la Unión Europea se observa un fenómeno que llama la atención: uno
de los miembros más pobres del bloque, que todavía siente los efectos de
una grave crisis económica, está ascendiendo cada vez más en la
principal prueba internacional de educación.
Portugal logró que sus alumnos de 15 años se situaran por encima de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
que agrupa a los países más ricos del mundo, en las tres áreas de
estudio evaluadas por la prueba Pisa: ciencia, lectura y matemáticas.
Desde que la OCDE comenzó a aplicar la encuesta -que se realiza cada tres años- en 2000, Portugal ha avanzado "a pasitos".
Y lo logró sin apostar por ninguna estrategia educativa importante sino
invirtiendo en las personas que componen la comunidad escolar,
especialmente las madres y los niños de 0 a 6 años.
Entre los 72 países que participan en la prueba, la
puntuación de Portugal en la última evaluación fue de ocho puntos por
encima de la media en ciencia, cinco puntos en lectura y dos puntos en
matemáticas.
Esto sitúa a Portugal entre los mejores del mundo, pero aún está lejos del rendimiento de los sistemas educativos de referencia internacional, como Singapur, Finlandia, Hong Kong, Canadá y Suiza.
Escolarización de las madres
En la década de 1970 Portugal universalizó la educación, logrando
tener a todos los niños en edad escolar en centros educativos.
Esto significa que los padres de los niños que están hoy en la escuela son la primera generación escolarizada,
y eso, a su vez, lleva a otra manera de educar y también a expectativas
diferentes en relación al curso académico de los hijos.
En un período más reciente, entre 2003 y 2015, el número de madres que completaron la enseñanza secundaria subió en un 41%.
"El indicador que más influye en el rendimiento escolar es la educación y la escolarización de la madre", dice Gomes Ferreira.
"Si
hoy tenemos madres más educadas y más apoyadas, es natural que tengamos
niños más capaces de insertarse en la escuela, de involucrarse y de
evolucionar".
Otro aspecto positivo tiene que ver con la primera infancia: la mortalidad infantil en menores de 5 años en Portugal ha caído en un 94% desde 1970, según Unicef.
Un
informe de 2017 también indica que sólo 15 países, entre ellos
Portugal, han adoptado tres políticas nacionales básicas para apoyar a
los padres de bebés y niños pequeños durante el período más crítico de
su desarrollo:
- dos años de guardería gratuitos
- pausas para lactancia en el trabajo para las nuevas madres por seis meses
- licencia parental adecuada
"Eso (el desarrollo de los niños en los primeros años de vida) puede ser tan o más relevante para esos resultados que un método u otro aplicado a la educación", asegura Gomes Ferreira.
De acuerdo con un informe publicado recientemente por la OCDE, a pesar de los recientes avances, Portugal está entre los países más desiguales
de esa organización, con una gran proporción de adultos sin educación y
niveles de desigualdad de ingresos por encima de la media.
El 10%
más rico tiene un rendimiento casi cinco veces superior al 10% más
pobre, y la diferencia está relacionada con la baja educación de la
población, ya que el 55% de las personas entre 18 y 64 años no concluyó
la enseñanza secundaria.
"Los países que presentan mejores resultados educativos son aquellos que son más cohesionados socialmente". En este sentido, su opinión es que Finlandia, hoy referencia en
educación, fue el primer "alumno aplicado", al garantizar un equilibrio
de sus políticas sociales y crear un desarrollo sostenido.
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