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31 de agosto de 2012

Los cinco sentidos de las plantas

Venus atrapamoscas

La sensibilidad táctll de la Venus atrapamoscas es comparable a la sensación causada por un insecto que camina por un brazo humano.

No tienen ojos, narices, ni oídos, pero dependen de sus sentidos, en formas que la ciencia sólo ahora está comenzando a comprender. 
 
"Las plantas pueden parecen inertes, pero viven en un mundo muy sensorial", dijo a BBC Mundo Daniel Chamotivz, director del Centro Manna para la Biociencia de la Plantas en la Universidad de Tel Aviv.
Chamovitz es el autor del libro "Lo que una planta sabe", en el que el científico reúne investigaciones que revelan un mundo desconocido para muchos.

"La mayoría de la gente se sorprende al saber que las plantas pueden diferenciar entre el rojo y el azul o responden al tacto", dijo Chamovitz.

¿Puede decirse que las plantas tienen cinco sentidos como los seres humanos?

"Responden a sustancias químicas en el aire, a señales de luz. Sí podemos decir que ven, huelen y responden al tacto, siempre que recordemos que al usar esos términos no estamos diciendo que experimentan el mundo de la misma forma que una persona".

Luz y tacto

Chamovitz señala que así como los seres humanos tienen fotorreceptores en sus ojos que permiten ver, las plantas tienen sus propios fotoreceptores en hojas y tallos.

Maíz

Las raíces de maíz crecen en dirección a vibraciones de frecuencias específicas, según científicos en Italia.

Estos receptores les permiten distinguir entre rojo y azul e incluso diferenciar longitudes de onda que nosotros no tenemos la capacidad de distinguir.

"Hay un tipo de fotorreceptor que compartimos. Durante el día, los criptocromos en las células diferencian la luz azul y ultravioleta, usando esta señal para marcar el reloj interno y el ritmo circadiano. En las plantas, este reloj regula muchos procesos, como los movimientos de las hojas y la fotosíntesis".

Las plantas también habitan un mundo táctil, respondiendo por ejemplo al frío y al calor moderando su uso de agua o su ritmo de crecimiento.

La sensibilidad táctil es evidente en la planta carnívora conocida como Venus atrapamoscas, Dionaea muscipula, que no se cierra ante cualquier estímulo.

"Deben ocurrir al menos dos contactos con los pelos en el interior de la trampa separados por unos 20 segundos. Esto ayuda a asegurar que la presa es del tamaño ideal y no se escapará".

Chamovitz señala que "el mecanismo por el que la Venus atrapamoscas siente a su presa es similar al que me permite sentir un insecto que sube por mi brazo. En el caso de las personas, receptores de tacto en la piel activan una corriente eléctrica que pasa por los nervios hasta llegar al cerebro que instiga una respuesta. En el caso de la planta, el contacto induce una corriente que se irradia por las hojas, lo que a su vez activa canales de iones en la membrana de las células haciendo que la trampa se cierre, todo en menos de una décima de segundo".

Vibraciones

Bosque de robles

Investigadores en Suiza grabaron las vibraciones que emanaban de robles durante una sequía.

Las plantas también pueden detectar sonidos.

Investigadores del Instituto de Ciencias Botánicas en Berna, Suiza, grabaron recientemente vibraciones ultrasónicas que emanaban de pinos y robles durante una sequía, tal vez alertando a otros árboles a prepararse para condiciones de escasez de agua, señaló Chamovitz.

Y Stefano Mancuso, del Laboratorio Internacional de Neurobiología de las Plantas en la Universidad de Florencia, Italia, y sus colegas, están comenzado a aplicar estándares rigurosos al estudio de la audición en estos organismos (Trends in Plant Sciences, vol. 17, p. 323).

"Sus resultados preliminares indican que las raíces de maíz crecen en dirección a vibraciones de frecuencias específicas. Y es más sorprendente aún su constatación de que las raíces mismas también podrían estar emitiendo ondas de sonido".

El científico también señala que, al igual que nuestras lenguas contienen receptores para distintas moléculas en alimentos, las plantas tienen receptores para moléculas solubles. Y cita el caso de una planta parásita, la cuscuta, que casi no contiene clorofila y huele a sus potenciales victimas.

Primas lejanas

Para Chamovitz, "cuando miramos a una planta debemos verla como una vieja prima lejana. Hace dos mil millones de años las plantas y los humanos evolucionaron de las mismas células. Unas tomaron un camino y otras otro, pero la biología básica es la misma".
"Pensemos que las plantas están viendo luz, oliendo aromas, distinguen arriba y abajo, e integran toda esta información sin tener un cerebro. ¿Cómo lo hacen? Esta es una de las preguntas increíbles que debemos comprender"
Daniel Chamovitz, Centro Manna para la Biociencia de las Plantas

Entender en mayor profundidad el mundo sensorial de las plantas es además vital para nuestro propio futuro, según el investigador.

"Pensemos que las plantas están viendo luz, oliendo aromas, distinguen arriba y abajo e integran toda esta información sin tener un cerebro. ¿Cómo lo hacen? Esta es una de las preguntas increíbles que debemos comprender".

Hacerlo es fundamental, según el científico, ya que "toda nuestra vida depende de las plantas": respiramos el oxigeno liberado por las plantas, nos alimentamos de ellas, nos vestimos con productos obtenidos a partir de ellas, viajamos en vehículos que funcionan con combustibles de plantas fósiles y nos curamos con medicinas derivadas de plantas.

"Y con un mundo que en 2050 tendrá 9.000 millones de habitantes, con menos agua, fertilizante, tierra disponible, menos de todo, ¿cómo vamos a cultivar suficientes plantas para satisfacer nuestras necesidades si no entendemos cómo responden al ambiente que las rodea?".

Fuente:

BBC Ciencia

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22 de agosto de 2012

¿Qué oído usas para hablar por teléfono?

movil-alzheimerSi tu modo de pensar y comunicarte está dominado por la mitad izquierda de tu cerebro –es decir, si los centros nerviosos reguladores del lenguaje y de la inteligencia verbal se sitúan en tu hemisferio cerebral izquierdo-, lo más probable es que, además de ser diestro, uses el oído derecho para contestar a una llamada telefónica cuando suena tu teléfono móvil. Por el contrario, las personas con la mitad derecha del cerebro dominante habitualmente usan su mano izquierda para sostener el teléfono y escuchan con el oído izquierdo cuando atienden una llamada.

Aunque este hecho puede parecer anecdótico, establecer una relación entre la dominancia cerebral y el lado preferido para usar el teléfono móvil es un modo poco invasivo de averiguar dónde están los centros de la comunicación y el lenguaje en una persona concreta, según afirman los autores de la investigación, investigadores del Hospital Henry Ford (EE UU). Hasta ahora se usaba para ese mismo fin la anestesia hemisférica o test Wada, un procedimiento complejo que consiste en inyectar anestesia en la arteria carótida para dormir a la mitad del cerebro y poder mapear así su actividad.

Fuente:

13 de junio de 2012

Robert Zatorre: “Todo el cerebro está dedicado a la música”

El argentino Robert Zatorre es cofundador del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound (BRAMS) en Canadá y uno de los mayores expertos mundiales sobre cómo el cerebro procesa la música y produce emociones. De joven quería ser organista pero se dio cuenta que sería mejor científico. La canción del verano no le llama mucho la atención.
Robert Zatorre: catedrático de Neurología y Neurocirugía de la Universidad McGill


Robert Zatorre: catedrático de Neurología y Neurocirugía de la Universidad McGill.

¿Por qué hacemos música?
No tenemos la respuesta. Pero junto con el lenguaje, es una seña de identidad de todo ser humano.

¿Y es exclusiva de los seres humanos?
Totalmente. Hay algunos especialistas que hablan de música para referirse al canto de los pájaros, pero yo creo que no es lo mismo. La canción de las aves tiene como función la defensa del territorio y, que yo sepa, nadie se pone música en su casa con el objetivo de ahuyentar al vecino. Además, desde un punto de vista neurológico, el cerebro de los pájaros y el de los mamíferos no tiene nada que ver. Ni siquiera el cerebro de animales más cercanos a nosotros, como el chimpancé, tiene ninguna función musical.

¿Qué funciones tiene?
Muchas y muy valiosas. Para empezar es universal. No existe ni ha existido cultura humana que no tenga música. Pensemos en bodas, fiestas, entierros… Es impensable que exista un rito social o un momento importante en la vida sin música. Su función principal es la de cohesión social ya que a través de ella el grupo se siente unido en un acto o en un estado de ánimo, como pasa con los himnos nacionales y de fútbol. Otra función no menos importante es la del vínculo emotivo que crea entre la madre y el hijo. La música modula el estado de ánimo de un bebé ya que este responde muy temprano a ritmos y armonías.

¿Así como el lenguaje tiene áreas especializadas en el cerebro, la música también?
No me gusta hablar de zonas especializadas porque creo que todo el cerebro está dedicado a la música. Pero sí hay algunas. Por ejemplo, con técnicas de neuroimagen hemos observado neuronas en la corteza auditiva que responden a la altura tonal. Los pacientes con lesiones en esta región tienen ‘amusia’, se dan cuenta del volumen y la duración de una nota, pero no del tono. No reconocen las canciones y no saben por qué a la gente le gusta tanto la música.
“La mente predice la nota que viene y evalúa si es la esperada, entonces hay dos ‘disparos’ de dopamina, la molécula del placer: el primero, durante la tensión de un acorde, y el segundo en su resolución”

¿Alguna región ‘musical’ más?
En paralelo con la zona de Broca, relacionada con el lenguaje, existe una región frontal que es muy importante para unir los sonidos en el tiempo. Para entender una canción es necesario un circuito que establezca relaciones entre las distintas notas. El cerebro trabaja con la música igual que con el lenguaje. Los sonidos individuales no representan nada, pero sí la relación entre ellos: las notas forman acordes, que forman melodías, que forman temas…

En lenguaje tenemos estructuras comunes en todos los idiomas. ¿Pasa lo mismo en la música?
Existe la sintaxis musical. En lenguaje hablamos de probabilidades en el sentido de que uno puede predecir de antemano cuál va a ser la siguiente palabra de una serie. Por ejemplo, si yo digo “Tengo mucha sed y me gustaría una copa de…”, existen varias opciones para completar la frase, pero la palabra “perro” no está entre ellas. En música pasa lo mismo. Si yo toco cuatro acordes, el quinto no puede ser cualquiera. Depende del que yo elija, tú me dirás sin dudar: “Te has equivocado”. Esto sucede en todas las culturas, pero es específico de cada una de ellas, ya que la sintaxis es particular de cada sistema musical.
 
En su último estudio usted afirma que cuando escuchamos música estamos continuamente creando expectativas. Y que si estas se materializan, nos produce placer.
La investigación de mi grupo se centra en las emociones musicales. Nuestra mente está continuamente haciendo predicciones de la nota que viene y evaluando si se corresponde o no a lo esperado. Hemos descubierto que estas dos fases se relacionan con dos ‘disparos’ de dopamina, la molécula del placer, en distintas zonas del cerebro. El primero sucede durante la tensión de un acorde, y el segundo en su resolución, que es cuando llega el placer.

¿Además de provocar placer, la música tiene alguna aplicación como terapia?
Sí y además hay mucho interés en este tema. Por ejemplo en pacientes con afasia, que tienen problemas para hablar a causa de una lesión cerebral. Se ha demostrado que cantando les salen las palabras que no les salen hablando. También se aplica a enfermos de Parkinson, a quienes les cuesta mucho empezar y continuar una acción, como por ejemplo caminar. Una estrategia muy fácil para ayudarlos es ponerles música con mucho ritmo y esto les facilita enormemente el movimiento.
“El cerebro trabaja con la música igual que con el lenguaje y existe una sintaxis musical particular para cada cultura”

¿Y a qué es debida esta mejora?
El sistema motor y el auditivo tienen una conexión muy particular, por eso el baile va de la mano de la música en todas las culturas. También los soldados marchan con más facilidad siguiendo un ritmo. Esta conexión no existe entre el sistema motor y la visión. Si miras el péndulo de un reloj no te pones a moverte de lado a lado sin querer, pero cuando escuchas música tu cuerpo reacciona de manera inevitable.

¿La conexión entre el sistema motor y el auditivo es la responsable de que podamos tocar instrumentos?
Los dos sistemas han de estar finamente sintonizados para poder hacerlo. Lo maravilloso es que para llegar a este nivel se producen cambios tanto en la función como en la anatomía del cerebro: se crean nuevas conexiones neuronales. Esta habilidad del sistema nervioso de cambiar su estructura según las necesidades la llamamos plasticidad cerebral. Ya lo predijo Ramón y Cajal en 1908 sin ninguna prueba, pero ahora lo podemos medir y observar sin cortarle la cabeza a nadie. Sabemos que un músico tiene ciertas regiones del cerebro más desarrolladas de lo normal.

¿Es cierto que los ciegos oyen mejor?
Algunos sí que tienen las funciones musicales y de percepción del sonido en el espacio más desarrolladas. Es un ejemplo increíble de plasticidad porque en estos individuos hay una reorganización cerebral masiva y la región dedicada a la vista se dedica a procesar el sonido. Esta región visual que no recibe ningún estímulo, en vez de atrofiarse o morir, se reaprovecha para nuevas funciones.

¿Esto puede tener repercusión terapéutica?
Ahora estamos estudiando cómo, dónde y por qué ocurre esto. Si podemos comprenderlo en los ciegos, tal vez lo podamos aplicar a pacientes con otros trastornos neurológicos. Quizás en 10 ó 20 años podamos reentrenar regiones averiadas y hacer que retomen su función.

Fuente:

SINC

1 de abril de 2012

¿Por qué los sonidos repetitivos son tan molestos?

Grifo goteando

Lo son porque logran atraer nuestra atención y no nos dejan concentrarnos en otras cosas. El ser humano se acostumbra -en el sentido de que deja de reaccionar- a algunos sonidos repetitivos, especialmente a los regulares, como el tic tac de un reloj, pero no a la mayoría.

La frecuencia también influye: uno de los ejemplos más molestos es el de un grifo que gotea cada tanto.

La razón principal es la falta de control. Si uno supiese que puede detener el ruido en cualquier momento, no se irritaría tanto.

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13 de diciembre de 2011

Cuando tus oídos oyen cosas que no son reales


A menudo, para certificar que algo es real, solemos sentenciar que tal o cual cosa la hemos escuchado con nuestros propios oídos. Sin embargo, nuestros oídos, así como el resto de nuestros sentidos, están lejos de ser perfectos, y a menudo nos confunden, desvirtuan la realidad y hasta nos hacen percibir cosas que no existen.

Resulta curioso el hecho de que no seamos capaces de percibir nuestra propia voz tal y como suena en realidad a los demás, como ya os expliqué en el artículo No me gusta mi voz grabada. Por ejemplo, los profesores de canto tienen que enseñar a sus alumnos a relacionar las imágenes auditivas con sensaciones internas. Perciben así su sonido gracias a informaciones no auditivas, como la localización de las vibraciones más intensas, o los movimientos musculares.

También podemos oír cosas que no existen. El caso más extremo lo narra el neurólogo Oliver Sacks (El hombre que confundió a su mujer con un sombrero) con el caso de una mujer que no puede dejar de oír música irlandesa a todo volumen, hasta el punto de que ni siquiera puede dormir por el ruido. Pero este sonido es totalmente ilusorio.

La mujer sufría una anomalía cerebral que le hacía recordar con perfección las canciones irlandesas de su infancia, y que éstas sonaran como si las estuviera escuchando realmente. Sacks realizó una exploración cerebral y mostró que había tenido una pequeña trombosis en una parte del lóbulo temporal derecho. Las canciones eran consecuencia de un ataque, y cuando remitió éste, remitió el hilo musical cerebral.

Escuchar música a las tantas de la noche, sin embargo, no es tan traumático como escuchar grandes explosiones, ¡BOOM!, que nadie más oye. Despertarse de vez en cuando al escuchar en vuestro interior una fuerte explosión es una señal auténtica, aunque infrecuente, de un transtorno que se denomina con toda la razón síndrome de la cabeza explosiva. Los pacientes a menudo sienten una sensación de terror y ansiedad después de un ataque, acompañado por un elevado ritmo cardíaco. Los ataques también son acompañados en ocasiones por flashes luminosos o dificultad para respirar.

La causa del síndrome de la cabeza explosiva es desconocido, aunque algunos médicos han reportado una relación con el estrés o la fatiga extrema.

También puede ocurrir que empecéis a oír la voz de vuestra suegra, por ejemplo, más alta y molesta de lo normal. No es que tu suegra se haya vuelto más chillona, sino que podéis estar sufriendo un signo clásico de sensibilidad extrema al sonido, medicamente conocida como hiperacusia, un transtorno muy poco común que afecta a 1 de cada 50.000 personas.

Paradójicamente, las personas con problemas de audición a veces son hipersensibles a determinados sonidos, como el ocurrió a Beethoven cuando empezó a quedarse sordo a los 27 años (parece ser que por una otosclerosis). Cuando Beethoven llegó a los 50 años, ya completamente sordo, siguió componiendo hasta que murió varios años después.

Tal y como refiere Joan Liebmann-Smith en su libro Escucha tu cuerpo:

La hipersensibilidad al sonido puede ser una reacción al edulcorante artificial aspartamo, así como a algunos antibióticos, analgésicos y medicamentos contra la alergia. También puede ser una señal de deficiencia de magnesio. Y que un sonido normal nos resulte molesto puede ser síntoma de lesiones y traumatismos en la cabeza, así como depresión y de síndrome de estrés postraumático. También puede indicar diversos trastornos médicos, como infecciones crónicas en los oídos, determinadas alteraciones autoinmunes, enfermedade de Lyme, ATM o parálisis de Bell, una forma especial de parálisis facial.

En ocasiones, durante época de exámenes, algunos estudiantes se quejan de hipersensibilidad al sonido. Ello puede ser consecuencia de consumir demasiados refrescos con aspartamo.

Fuente:

Xakata Ciencia

31 de julio de 2011

Estudian si los disléxicos tienen problemas para identificar las voces

Se cree que la dislexia también puede estar relacionada con dificultades para identificar voces.

Las personas con dislexia tienen problemas para reconocer ciertas voces, según sugiere un estudio científico.

El hallazgo es la primera evidencia de que pequeños sonidos de la voz humana, que son variables entre las personas, son difíciles de oír para los disléxicos.

En una publicación en la revista Science los científicos dicen que mucha gente podría tener un cierto grado de "ceguera auditiva".

Mediante su estudio los científicos esperan entender mejor cómo ha evolucionado el cerebro humano para reconocer el lenguaje.

Los humanos dependemos de sonidos cortos llamados fonemas para distinguir a la voz de una persona de otra.

Cuando tratamos de pronunciar por primera vez algunas palabras, usamos esos fonemas, sonidos que nuestros padres nos enseñan a emitir.

Pero a medida que vamos desarrollando la capacidad de lectura, nos hacemos menos dependientes del reconocimiento de esos sonidos para leer y eventualmente no los notamos más.

Pero aunque los ignoremos, los fonemas siguen siendo importantes para el reconocimiento de la voz.

Las inflexiones mínimas en la manera como las personas pronuncian los fonemas le permiten al que escucha diferenciar una voz de otra.

Como se sabe que la gente que sufre de dislexia tiene problemas con los fonemas al leer, un equipo científico de EE.UU. se cuestionó si tendrían también que esforzarse para escucharlos en las voces de otras personas.

Escucha bien

Gente en bar de Londres.

Los fonemas permiten al que oye identificar voces familiares en ambientes ruidosos

Para la investigación el equipo agrupó 30 individuos de edades, educación y coeficiente intelectual similares y los puso en dos campos: los que tenían y los que no tenían historia de dislexia.

Los sujetos de la investigación pasaron un periodo de entrenamiento para aprender a asociar 10 voces distintas –la mitad hablando en inglés, la mitad hablando en chino- con 10 avatares generados por computadora.

Luego se les preguntó cuántas de esas voces podían vincular a los avatares.

Los no disléxicos superaron a los que tenían historia de dislexia por un 40% cuando escuchaban las voces en inglés, aunque la ventaja desaparecía cuando escuchaban a los que hablaban en chino.

Dorothy Bishop, especialista en neuropsicología del desarrollo de la Universidad de Oxford piensa que ese se debe a que "cuando están escuchando chino, la disputa es más pareja porque ninguno ha aprendido a oír los fonemas chinos".

Los investigadores creen que los disléxicos no tiene una librería de sonidos de fonemas tan exhaustiva en sus cabezas, y por eso tienen dificultades cuando escuchan fonemas hablados por voces que no les son familiares porque sus "referencias" no están tan bien definidas.

Jabberwocky

Palabra dislexia en un tablero

Los investigadores sospechan que la "ceguera auditiva" podría ser más común de lo que se cree.

"Es un resultado muy interesante, la única cosa que quisiera realmente ver para convencerme es si repitieran el experimento usando Jabberwocky, dijo Bishop, haciendo referencia al poema "sin sentido" escrito por el inglés Lewis Carroll, autor de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

Jabberwocky está lleno de palabras nuevas o sin real significado combinadas de manera rítmica con intención humorística, por lo que la académica piensa que permitiría a los investigadores determinar si las personas escuchando identifican quién es quién por el significado de lo que dicen o si dependen puramente de los fonemas.

La Dra. Bishop especula que los no disléxicos podrían ser menos efectivos en extraer el significado de las palabras, por lo que tendrían un desempeño más bajo en esta prueba.

El jefe del equipo de investigadores, Tyler Perrachione, del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambride, EE.UU, considera que entender el mecanismo del reconocimiento de voz es importante porque permite al que escucha identificar una voz familiar por encima del bullicio de una habitación llena de gente.

Perrachione explica que se sabe muy poco de la "ceguera auditiva", que formalmente se conoce con el nombre de fonagnosia.

"En realidad la fonagnosia es probablemente mucho mas común, pero las personas que no reconocen que las voces suenan distinto tal vez ni se percaten de que carecen de la habilidad de identificar las voces".

Fuente:

El Mundo Ciencia

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18 de julio de 2011

¿Por qué nuestras voces suenan distintas en una grabación?


Seguramente han notado que cuando grabamos nuestra voz el sonido que escuchamos no coincide con la idea que teníamos de ella. El hecho parece un misterio pero no lo es. Su explicación es sencilla y se relaciona con el modo en que funciona el sistema auditivo de los seres humanos. Veamos en qué consiste.

Existen dos rutas para que las ondas sonoras logren llegar al oído medio y cada una de ellas afecta la forma en que percibimos el sonido. El primer camino es aéreo: el sonido que viene del medio ambiente alcanza al oído externo, de ahí pasa al tímpano y luego a la cóclea, una espiral llena de líquido que se encuentra en el oído medio. El segundo por su parte es óseo: los sonidos pasan a la cóclea directamente a través de los tejidos de la cabeza.

Los sonidos normalmente se expanden a través del aire por nuestros alrededores y gradualmente vamos escuchándolos. Los ruidos que emitimos con nuestras cuerdas vocales también forman parte de ese medio que bombardea de sonidos el canal auditivo. Estos se dirigen directamente a la cóclea. Al mismo tiempo nuestras cabezas poseen propiedades mecánicas específicas que reducen la frecuencia de las vibraciones y las hacen más profundas.

Lo que normalmente escuchamos es una combinación de los sonidos provenientes de ambas vías. Mas he aquí que cuando nos graban hablando o cantando, se elimina la ruta ósea, esa que forma parte de lo que solemos considerar nuestra voz, y sólo escuchamos el componente aéreo aislado de una manera que no resulta familiar. El efecto contrario se consigue si ponemos tapones en los oídos, lo único que escucharemos serán las vibraciones óseas.

Si el oído interno presenta anormalidades, innatas o adquiridas accidentalmente, aumentará la sensibilidad del sistema auditivo al canal óseo, de tal modo que hasta respirar se puede volver abrumador. Un hecho curioso es que existen personas con estas anomalías que pueden escuchar sus globos oculares moviéndose en las órbitas.

Fuente:

Ojo Científico

21 de abril de 2011

¿Puede curar la música?


A todos nos gusta escuchar música. Unos la necesitan como el respirar,
acompañándoles durante todo el día; otros buscan únicamente pequeños
momentos en los que sólo ciertas melodías pueden aportarles algo que
no encuentran de otra manera. Porque la música tiene esa capacidad de
atracción. Pero, ¿acaso tiene otros efectos en las personas?

Claro está que hay unos patrones generales que influyen sobre el estado de
ánimo. Por ejemplo, los timbres agudos tienden a excitar más que los graves,
por una cuestión puramente física: las células que reciben las vibraciones
sonoras y que transmiten el sonido a través del nervio auditivo están agrupadas
más densamente en el área receptora de los sonidos agudos, por lo que estos
son más susceptibles de excitar que relajar, ya que la cantidad de impulsos
nerviosos que llegan al córtex es mayor.

De hecho, nuestro rango auditivo (de 20 a 20.000 hertzios) está más preparado para captar sonidos de rango medio y alto por el hecho de que las amenazas animales tienen esas frecuencias, al igual que los llantos de los bebés y la frecuencia de la voz humana. Los tonos graves se asocian con animales grandes y personas con mayor tamaño que nosotros, ergo amenazadoras. Por eso, inconscientemente, una persona tiende a obedecer a una voz más grave que a una más aguda.

De esta forma, los diferentes elementos que componen la música (armonía,
ritmo, melodía, timbre, frecuencia, intensidad, volumen) se combinan de
manera tal que pueden lograr cambios en distintos aspectos como el estado de
ánimo o la ansiedad; influyendo en el rítmo cardíaco, la frecuencia respiratoria,
la tensión arterial, provocando cambios en el metabolismo y estimulando el
Tálamo y la corteza (lo que permite el contacto a través de la música con
pacientes que carecen de expresión verbal a causa de un episodio autista,
alucinatorio o depresivo).

Es por ello que la música es susceptible de ser utilizada como terapia, con
el objeto de atender necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas.
Este tipo de tratamientos se denomina musicoterapia, y entre otras cosas
ayuda a desarrollar:

• El lenguaje y la comunicación: ya que mejora la inteligibilidad del habla.
• La Motricidad: ya que promueve la coordinación psicomotora
• El bienestar personal y social: ya que favorece el desarrollo de
sentimientos de autoestima y autonomía.

Por tanto, la población que puede beneficiarse del uso de la musicoterapia
es amplia, y abarca múltiples patologías y situaciones tales como: el Alzheimer,
abusos de sustancias, abusos sexuales, reducción del estrés y del dolor,
problemas en el lenguaje, problemas visuales, problemas auditivos, así como
personas con trastornos alimenticios, internos de centros penitenciarios, el
autismo, la esquizofrenia, el Síndrome de Down y un largo etc.

Por ejemplo, en cuanto al Síndrome de Down se refiere, son pacientes que
presentan dificultades en la coordinación motora, la comunicación y los hábitos
de autonomía personal, entre otros.
En este sentido, con la musicoterapia se han observado mejoras en cuanto
a la expresividad corporal, la autonomía, la atención, el control de impulsos, y
el contacto con el resto del grupo. Esto último, a su vez, implica una mejora en
la expresión de sentimientos, que conlleva un aumento de la autoestima. Todo
ello implica, cómo no, una mejora en la calidad de vida.

En relación a los pacientes con trastorno alimentario, estos presentan
bloqueo emocional, aislamiento y baja autoestima. El tratamiento con
musicoterapia favorece las relaciones en grupo y el aumento de la autoestima,
a la par que proporciona medios no verbales de comunicación, ya que los
sonidos y la música son una vía para la expresión de sentimientos.

Por otra parte, los internos en instituciones penitenciarias, sobre todo las
mujeres, presentan como característica predominante el individualismo. Es por
ello por lo que tienden a ser hostiles, presentando relaciones de conveniencia
que no son duraderas en el tiempo.
En este sentido, la musicoterapia fomenta la integración y el desarrollo de
relaciones interpersonales, reduce el estrés que presentan al estar privadas de
libertad y aumenta la motivación, al darles la posibilidad de elegir dentro de la
terapia el estilo de música que más les gustan.

En cuanto a los pacientes con esquizofrenia, presentan síntomas positivos
(como por ejemplo, las alucinaciones), y síntomas negativos. Estos últimos
son especialmente relevantes a la hora de tener un buen funcionamiento
psicosocial, y están relacionados con la indiferencia, el aplanamiento afectivo,
la abulia (que es ausencia de fuerza de voluntad que incluye incapacidad para
tomar iniciativas propias), y una falta general de interés, entre otros; todos
ellos, por tanto, implican una interacción social deficiente.
Así, la música como terapia puede ser especialmente eficaz para mejorar
dichos síntomas negativos, ya que les ayuda a tener mayor confianza en los
otros y en sí mismos, encontrando sentido de permanencia al grupo y fomenta
la motivación.

Finalmente, los individuos con trastorno del espectro autista presentan

una ausencia de “la teoría de la mente”, por la cual la falta de percepción y
comprensión de los sentimientos, creencias o emociones de otras personas
resulta en una incapacidad para responder de forma adecuada a las demandas
de otros. Este hecho tiene un impacto particular sobre las habilidades sociales,
dificultando la interacción social. Asimismo, muestran un comportamiento
obsesivo y una imaginación limitada.
En este ámbito, las técnicas en musicoterapia incluyen la improvisación
libre y estructurada, y escuchar música, la cuál contiene una estructura rítmica,
melódica, armónica y dinámica que, aplicada sistemática y hábilmente, en
general es un elemento esencial para estos niños a la hora de darles seguridad
y confianza. Asimismo, ciertos comportamientos comunicativos necesarios,
como la atención conjunta, el contacto visual y la sucesión de turnos, son
eventos característicos en la composición musical activa y compartida. Siendo
todo ello fundamental a la hora de facilitar la interacción social.

¿Sabías que…?

• El nivel de hormonas del estrés en sangre baja de forma importante al
escuchar música relajante, y en algunos casos elimina la necesidad de
medicamentos. Estudios demuestran que los enfermos que oyen música
tranquilizadora durante quince minutos necesitan menos dosis de sedantes
y menos anestesia para operaciones muy dolorosas.





• La mayoría de los recién nacidos pueden hacer discriminaciones sonoras
sobre la base de numerosos parámetros acústicos, particularmente
intensidad y frecuencia. Sonidos de baja frecuencia ejercen un mayor efecto
tranquilizador sobre el llanto que los sonidos de frecuencias más altas.
Cualquier sonido calma más que ningún sonido.

De hecho, el ruido blanco (en el vídeo) suele calmar a los bebés. Este ruido es una mezcla de todas las frecuencias audibles de grave a agudo emitidas a la vez. Si prestamos atención al ruido del vídeo, es muy similar al del mar o al de una cascada. Nos relajan precisamente por esto.





• La música despierta áreas del cerebro relacionadas con la atención, la
memoria y la predicción de eventos.

Fuente:

El imberbe digital

9 de abril de 2011

¿Por qué nos mareamos y vomitamos en el coche?

Nos mareamos porque la información que recoge el ojo no coincide con la del oído

Nos mareamos porque la información que recoge el ojo no coincide con la del oído

PREGUNTA: ¿Por qué cuando vamos leyendo en coche nos mareamos? ¿Y por qué a veces vomitamos?

Para ubicarnos en el espacio, nuestro cerebro combina información procedente de la vista, el oído interno, los músculos y las articulaciones.

Cuando estas herramientas de nuestro cuerpo reciben información contradictoria se produce desorientación espacial acompañada de náuseas y a veces vómito. A este fenómeno se le llama mareo por movimiento o cinetosis.

La vista se encarga de ubicarnos en el espacio, de decirnos hacia qué dirección nos movemos. Los músculos y articulaciones nos hacen sentir la gravedad y de esta forma somos conscientes de qué es arriba y abajo. Y el oído interno nos mantiene en equilibrio.

Conductos internos

Para ello utiliza unos conductos semicirculares llenos de líquido que conforman el sistema vestibular. Según cómo se mueva el líquido se estimulan más o menos los receptores que envían señales al cerebro que interpreta nuestros movimientos. Tanto los movimientos lineales (hacia delante, hacia atrás hacia arriba y hacia abajo) como los angulares (los giros).

"Nos mareamos cuando viajamos en un coche leyendo porque la información que recoge el ojo no coincide con la que recoge el oído. El oído dice que estás moviéndote y desplazándote pero la vista no, por que está mirando a un punto fijo", explica a RTVE.es Cristóbal López-Cortijo, Secretario General de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL).

Según explica este especialista, el cerebro está conectado a través del llamado vestíbulo espinal con el aparato digestivo. En su confusión envía órdenes a través de estos haces nerviosos y producen el denominado cuadro vegetativo, que incluye síntomas como mareo, sensación de vértigo o giro de objetos, sudoración, nauseas y vómito.

¿Quién se marea más?

El copiloto no se suele marear porque al mirar a la carretera recibe información coherente con el movimiento que percibe su oído.

Sin embargo, "los niños pequeños se suelen marean más porque su visión está limitada al respaldo delantero. Aunque ahora con las sillitas especiales están más elevados y pueden mirar por la ventanilla”, señala.

El que menos posibilidades tiene de marearse es el conductor, porque además de recibir información sensorial coordinada, maneja los movimientos y sabe con anticipación lo que va a suceder, lo que contribuye a mejorar aún más el equilibrio.

El dimenhidrinato y otros fármacos contra el mareo inhiben las funciones cerebrales y así no se produce el cuadro vegetativo.

Los marineros, expertos en lidiar con el mareo por movimiento, recomiendan mirar a un punto fijo del horizonte, beber poquito de manera espaciada, y no tener el estómago vacío.

Fuente:

RTVE

28 de febrero de 2011

La música y el cerebro

Cómo te afecta una canción

DESCÁRGATE AQUÍ cuatro canciones para cuatro estados de ánimo

Un día cualquiera no sabes qué hora es...” ¿A que ya estabas cantando La chica de ayer (Nacha Pop) para tus adentros? Pues ya has experimentado uno de los aspectos más intrigantes de los que desde hace poco tienen en danza a los neurocientíficos: ¿por qué no podemos sustraernos al estímulo musical? Un ejemplo lo tienes a tu izquierda: hay investigadores que creen que llevamos el ritmo con el pie como mecanismo automático para aligerar el aumento de circulación sanguínea que se produce en nuestras piernas cuando escuchamos un disco.

La otra nueva gran pregunta que resuena últimamente en el oído de los científicos también tiene bemoles: ¿por qué el ser humano tiene una habilidad especial para codificar la música y distinguirla de otros sonidos? Podríamos tomarla como una de tantas capacidades de disfrute que tiene el Homo sapiens, si no fuera por algo que apunta el neurocientífico Francisco Mora Teruel: por economía evolutiva, el cerebro no conserva ninguna habilidad o mecanismo que no le sea imprescindible para la supervivencia. Así que si a través de los siglos –el instrumento más antiguo es una flauta de hace 44.000 años– nos hemos quedado con esa copla, será porque nos sirve para algo importante.

De gira por Barcelona

En Montreal (Canadá), aparte de un maravilloso y añejo festival de jazz hay una universidad (la McGill) desde donde un equipo de investigadores ha explicado en la revista Nature Neuroscience algunos mecanismos cerebrales que desata el acto de escuchar música. Encontramos en Barcelona a Robert Zatorre, un miembro de la “banda”, y antes de que empiece a cantar todo lo que sabe sobre su estudio le preguntamos qué es música. Es decir: ¿hay algo que trascienda culturas y gustos, y que todo ser humano considere melódico? “Sí, hay algunos patrones muy, muy básicos de ritmo y acordes sencillos, estructuras que todos reconocemos como música”, contesta, “pero es cierto que, más allá, la distinción entre ruido y música depende mucho de las culturas, del aprendizaje previo. Quizá la ópera china le parezca horrible a un occidental”.

Esa estructura básica se aprecia en parte al descubrir que miles de canciones como La Bamba (Ritchie Valens), Twist and shout (Isley Brothers) y Like a rolling stone (Bob Dylan) obedecen a la llamada “teoría de los tres acordes”, muy conocida entre los músicos: se trata de conjuntos de tres notas que, en un momento u otro, acaban apareciendo en la partitura. Por ejemplo, en el 95% de las canciones que comienzan en un acorde de do acaba apareciendo un fa y resolviéndose en un sol. No falla.

Bach y la canción del verano

Pero el trabajo de Zatorre y los demás versaba sobre el poder excitante de las melodías que más nos gustan (mira también el cuadro de arriba, a la derecha). Detectaron mediante técnicas de neuroimagen que cuando está a punto de llegar el momento cumbre de una melodía segregamos cerca de un 6% más de dopamina, el neurotransmisor de la recompensa cerebral (la cocaína logra hasta un 12%). Y lo mejor de todo es que Bach, sin ser neurólogo, ya lo sabía. Los experimentos realizados en Montreal descubrieron que las piezas más atractivas del músico alemán –y de muchos otros genios– juegan al despiste con las neuronas: exponen una espléndida melodía que luego parece estar a punto de relucir varias veces, pero que casi nunca se consuma.

Logran una especie de feliz ansiedad e incertidumbre. Es algo que le discutimos a Zatorre por teléfono, porque los “éxitos del verano” triunfan precisamente a base de repetir el mismo estribillo cien veces y sin ocultaciones. “Sí, pero son como los dulces: te acabas cansando de tanto comerlos y los olvidas pronto. Lo que realmente produce un placer duradero y las que retiene mejor el cerebro son melodías y estructuras más complejas, con más capas”, rebate.

O sea, que exista una cierta complejidad nos aúpa a un mayor disfrute porque hace trabajar al cerebro, lo estimula. Y aquí viene la gran peculiaridad evolutiva de la música: “Representa a la vez lo más elaborado de la mente humana en cuanto a cultura y cognición [que reside en la corteza cerebral], y lo más emocional [el núcleo accumbens]”. Y eso es algo que muy pocas cosas logran con tanta eficacia como el escuchar una canción.

Pero el buen oído y/o la capacidad para entender y disfrutar de un buen disco de Ella Fitzgerald nada tiene que ver con la inteligencia, tal como la conocemos. Se trata más bien de un tipo de habilidad distinta, como la de la facilidad de palabra, por ejemplo. Y de hecho, los enfermos de síndrome de Williams, con la capacidad mental de un niño, suelen estar dotados para este arte. Varias investigaciones han descubierto que existen circuitos neuronales especialmente dispuestos para descifrar el ritmo y la melodía.

Quienes tienen mejor sentido musical presentan un mayor grosor en las zonas de la corteza cerebral encargadas del oído, pero ahora el reto de los investigadores es saber qué porción de ese grosor se adquiere gracias al ambiente (un entorno en el que se escucha o se estudia música) y qué parte la aportan los genes. Aunque a los neurocientíficos más bien les suena que tiene más que ver la experiencia, lo que se ha oído.

Eso sí, parece que a partir de los 18 años, aproximadamente, es muy difícil educar el oído. Se sabe porque quienes empiezan muy pequeños su formación musical adquieren frecuentemente la habilidad de saber qué nota está sonando, sin más (oído absoluto). Pero si esta formación empieza en la adolescencia, lo más que se obtiene es oído relativo (saben qué nota suena si antes se les da una referencia tonal).

El ritmo y el rito

En un último, pero importante, detalle confluyen las dos preguntas iniciales de toda esta milonga: la influencia de la música en el ser humano y su posible función evolutiva. El influjo de tocar un instrumento es tal que “refuerza conexiones cerebrales entre el procesamiento auditivo y el proceso motor; y a la inversa, cuando vas a tocar una nota con un dedo, predices cuál va a ser su sonoridad. Además, cuando la escuchas, comparas esta nota con la esperada”. Nos lo cuenta el psicólogo Antoni Rodríguez Fornells desde el grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge y de la Universidad de Barcelona. De ahí el origen de las terapias musicales (véase el cuadro de la izda.).

¿Y qué tiene que ver esto último con la función evolutiva? Muy fácil: si das con algo a lo que nadie puede sustraerse, que logra disparar la euforia y que activa algunos mecanismos motores, tienes una herramienta inmejorable para aglutinar grupos sociales. ¿Por qué, si no –se preguntan los antropólogos–, las letanías y cantos aparecen en tantos rituales a lo largo y ancho del mundo? Una muestra: en su libro Blues. La música del delta del Mississippi (Turner, 2010) Ted Gioia cuenta cómo esa música racial nació en parte de las canciones de trabajo con las que el capataz mantenía, con una fórmula de incitación y respuesta, el ritmo de trabajo de la plantación.

Ya ves que hoy hay más preguntas que respuestas. Pero la más difícil es: ¿cómo es que triunfa Raphael?

Fuente:

QUO

23 de febrero de 2011

Los celulares aceleran el metabolismo cerebral

Un estudio concluye que usar el teléfono móvil durante 50 minutos basta para que se acelere la actividad cerebral en la zona más próxima a la antena.




Utilizar el teléfono móvil durante 50 minutos basta para que se acelere la actividad cerebral justo en la zona que está más próxima a la antena. Esta es la conclusión de un estudio realizado por investigadores del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos y recién publicado por la revista JAMA (Journal of the American Medical Association). Y aunque no están claras las repercusiones que este hecho puede tener para la salud, el trabajo demuestra definitivamente que la exposición a la radiación electromagnética (en forma de microondas) emitida por los teléfonos móviles tiene efectos directos y medibles sobre el cerebro.

"El impresionante incremento mundial en el uso de teléfonos móviles -dice el estudio- ha suscitado preocupación sobre el posible efecto nocivo de la exposición a los campos magnéticos modulados. Particularmente preocupante son los potenciales efectos cancerígenos de las emisiones de los teléfonos móviles. Sin embargo, estudios epidemiológicos para establecer una relación entre el uso de móviles y el aumento de tumores cerebrales han resultado inconsistentes y la cuestión sigue sin resolver".

Los autores añaden que los estudios realizados en humanos para investigar los efectos de la exposición a la radiación electromagnética de los móviles han arrojado resultados muy variados, lo que pone de relieve la necesidad de trabajos adicionales que documenten cómo las radiaciones de los móviles afectan a las funciones cerebrales.

Ese ha sido precisamente el objetivo del estudio de Nora D. Volkow, del Instituto Nacional de Salud norteamericano. Un trabajo que ha conseguido demostrar por primera vez cómo el uso de teléfonos móviles puede afectar (por lo menos localmente) a la actividad cerebral. En concreto, Volkow y sus colegas han descubierto que los teléfonos móviles tienen la capacidad de alterar el metabolismo de la glucosa en nuestros cerebros, un indicador de la actividad neuronal.

Un móvil en cada oído

El estudio fue realizado entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2009 y en él participaron 47 voluntarios. A los participantes se les acopló un teléfono móvil (Samsung Knack) en cada oído al mismo tiempo que se les realizaba una tomografía por emisión de positrones (PET). A cada participante se le midió el metabolismo cerebral de la glucosa dos veces: una con el móvil del oído derecho activado durante 50 minutos; y otra con ambos teléfonos móviles desactivados. Después se compararon los resultados de las tomografías.

Los investigadores no hallaron ningún cambio significativo en el metabolismo general del cerebro de los voluntarios, pero sí efectos locales muy significativos. Las regiones cerebrales más próximas a la antena (el cortex orbitofrontal y el lóbulo temporal) mostraron un metabolismo sensiblemente superior (en cerca de un 7%) en las tomografías realizadas con el móvil del oído derecho activado.

"Estos resultados - reza el estudio- proporcionan la evidencia de que el cerebro humano es sensible a los efectos de los campos magnéticos modulados producidos por una intensa exposición a un teléfono móvil". Sin embargo, los investigadores no saben cuál es exactamente el mecanismo que provoca esta reacción.

Y aclaran que sus resultados "no proporcionan información alguna sobre su posible relación con efectos cancerígenos derivados del uso crónico de teléfonos móviles. Habrá que realizar nuevos estudios para establecer si los efectos observados pueden tener, a largo plazo, algún efecto negativo sobre la salud".

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ABC

21 de febrero de 2011

El lenguaje ayuda a entender las Matemáticas

El lenguaje juega un papel importante en el aprendizaje del significado de los números, según revela un estudio conducido por la psicóloga Susan Goldin-Meadow, de la Universidad de Chicago (EE UU).


En una investigación con personas sordas de Nicaragua que no habían aprendido el lenguaje de signos "formal", Goldin comprobó que eran incapaces de entender el valor de números más allá del tres, debido a que no manejaban un lenguaje con los símbolos necesarios para contar. Por el contrario, las personas sordas que manejaban el lenguaje de signos desde la infancia sí podía aprender y entender el significado de grandes cifras. El estudio se ha publicado en el último número de la revista PNAS.

El estudio revela que el lenguaje da forma al modo en que los niños aprenden conceptos matemáticos. "No es sólo el vocabulario lo que importa, sino entender las relaciones que hay entre las palabras – el hecho de que ‘ocho’ es más que siete y menos ‘nueve’-" aclara Goldin-Meadow. "La investigación no determina qué aspectos del lenguaje están haciendo el trabajo, pero sugiere que el lenguaje desempeña un papel importante en la adquisición del número," añade su colega Betty Tuller, de la División de Comportamiento y Ciencias Cognitivas (DBCS) de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) en Estados Unidos, coautora del artículo.

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Muy Interesante

18 de febrero de 2011

El exceso de ruido en Lima es alarmante

Un vetusto parque automotor y el auge de las construcciones son las principales causas. Un estudio revela que hay 38 zonas críticas.



Estar parado por más de media hora en el cruce de la avenida Abancay y el jirón Cusco, en el Centro de Lima, podría ocasionarle náuseas e insoportables dolores de cabeza.

Un estudio sobre la calidad de ruido desarrollado por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) indica que esa zona presenta la más alta contaminación sonora de nuestra ciudad. Solo en dicho cruce se ha llegado a registrar 81.7 decibeles, cuando el nivel máximo de sonoridad permitida en esa área es de 70.

Entre los 38 puntos críticos que hay en la capital figuran el mercado Ceres, en Ate, con 80.3 decibeles; el cruce de las avenidas Élmer Faucett y Morales Duárez, con 79, y la intersección de las avenidas Javier Prado y Petit Thouars, con 78.8 decibeles.

Asimismo, la plaza Bolognesi (78.3), el cruce de las avenidas Juan de Arona y Las Begonias (77.4), así como el de la Panamericana Norte con la Av. Angélica Gamarra (77.4).

NO FISCALIZAN. El informe también revela que los principales factores del alto grado de contaminación acústica en la metrópoli son la antigüedad del parque automotor y el auge de las construcciones.

En tal sentido, el director de Evaluación de la OEFA, Fausto Roncal, afirma que las vetustas unidades del transporte público han contribuido a que vivir en la ciudad sea casi insoportable. Al respecto, destacó la necesidad de que los vehículos sean obligados a pasar inspecciones técnicas constantemente.

Además, el funcionario indicó que no se percibe una adecuada educación vial entre los conductores pues la mayoría suele excederse en la utilización del claxon. Roncal advierte que otra de las causas de la alarmante contaminación sonora es el crecimiento de las obras de construcción en las urbanizaciones.

Igualmente, recuerda que, en dichas áreas, el nivel máximo de sonido permitido en el día es de 60 decibeles y en la noche, de 50. “La utilización de grandes máquinas para excavar la tierra y hasta los propios gritos de los obreros hacen que la bulla se acreciente y llegue a los 70 decibeles”, sostuvo.

Por ello, exhortó a los municipios a que fiscalicen el cumplimiento de las normas por parte de las empresas constructoras y, así, se evite el malestar entre los vecinos de las zonas residenciales. Sugirió a los alcaldes que coordinen con los constructores para que las obras se realicen en horarios de madrugada.

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Peru21

1 de diciembre de 2010

El humo del tabaco produce sordera

Los fumadores pasivos, que no consumen cigarrillos pero respiran el humo del tabaco de otros, tienen un alto riesgo de sufrir sordera, según revela un nuevo estudio. Los autores examinaron a 3.300 adultos estadounidenses con edades comprendidas entre 20 y 69 años, clasificados como fumadores pasivos tras medir en su sangre las concentraciones de cotinina, un producto derivado de la nicotina. Los datos revelaron que el 14% de los expuestos con frecuencia al humo del tabaco perdían audición a las frecuencias bajas y medias. Y cerca de la mitad (46%) habían perdido audición para las frecuencias altas.

Los expertos creen que el humo del tabaco podría afectar el flujo sanguíneo en los pequeños vasos del oído, privando de oxígeno a este órgano. Los daños que causa el tabaco en la audición son distintos a los provocados por la exposición al ruido o la vejez.“

La pérdida de audición podría ser añadida a la lista de consecuencias para la salud asociadas a la exposición al humo del tabaco”, concluyen los autores. El estudio se ha publicado en la revista Tobacco Control.
Fuente:
Muy Interesante

5 de octubre de 2010

¿Qué piensa tu bebe cuando le hablas?


¿Qué es exactamente lo que sucede dentro de la cabeza de un niño pequeño cuando escucha la voz de su mamá? ¿Qué entiende, y qué escapa todavía a su comprensión?

Un estudio de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, revela que los bebés distinguen las voces de otros sonidos -por ejemplo, un ruido generado por computadora- casi tan bien como los adultos.

Vea en este video de BBC Mundo qué aplicaciones puede tener el estudio.

Fuente: BBC Ciencia

20 de mayo de 2010

Larvas de coral: sin oídos, pero escuchan

Jueves, 20 de mayo de 2010

Larvas de coral: sin oídos, pero escuchan
Corales

Las larvas de coral pueden sobrevivir pocos días flotando en medio de las aguas.

Hasta ahora, se pensaba que las larvas de coral se desplazaban sin rumbo fijo por el mar, a merced de las corrientes marinas, hasta que, casi por azar, algunas de ellas lograban regresar a la colonia madre, para iniciar su desarrollo y transformarse en corales adultos.

Recientemente, un grupo internacional de científicos descubrió que el azar tiene muy poco que ver en este viaje de regreso al arrecife, dando por tierra esta longeva teoría.

Según los investigadores, las larvas retornan al arrecife guiadas por los sonidos que éstos producen.

"Aunque su tamaño no supera un milímetro y no poseen un sistema nervioso centralizado, las larvas de coral tienen la capacidad de detectar los sonidos que emanan del arrecife", le dijo a BBC Mundo Steve Simpson, biólogo marino de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, quien participó en la investigación.

Este descubrimiento tiene implicaciones para el futuro de los corales, ya que, muchos expertos temen, que el aumento en la contaminación auditiva de los mares interfiera con la capacidad de las larvas de regresar a su colonia madre.

Bullicio bajo el agua

Los corales -aunque no parezca- son extremadamente ruidosos. El sonido, en realidad, proviene de los animales que viven en los arrecifes de coral. "Es una combinación de ruidos, chasquidos y gruñidos que producen los camarones y los peces para comunicare entre sí", explica Simpson.

Y, es este bullicio, el que le permite a las larvas regresar a su colonia.

¿Cómo hacen estas criaturas diminutas, sin cerebro ni oídos, cuya apariencia se asemeja a la de un pequeño huevo peludo, para "escuchar" los ruidos"?

Steve Simpson

Simpson trabajó en el proyecto de investigación junto a colegas holandeses en Curaçao.

Los científicos no lo saben, pero estiman que el movimiento en las moléculas de agua provocado por los sonidos podría "agitar a las células capilares que cubren la larva, dándole información vital sobre la dirección" a la que deben dirigirse.

El hallazgo fue hecho durante un experimento llevado a cabo por científicos holandeses en Curaçao, una de las Antillas Holandesas en el Caribe.

Los investigadores colocaron las larvas dentro de una cámara con altavoces en un extremo, que reproducían el sonido de los corales, y notaron que éstas se acercaban, siempre, hacia la dirección de donde provenía el sonido.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia & Tecnología

15 de diciembre de 2009

UE pide limitar el volumen en los MP3


Martes, 15 de diciembre de 2009

UE pide limitar el volumen en los MP3

Una encuesta llevada a cabo en la página web del canal de música MTV a la que respondieron cerca de 10.000 jóvenes reveló que sólo 8% consideraba la posibilidad de perder el oído "un problema grave".

Y aunque 61% dijo haber experimentado zumbido en los oídos u otros problemas de audición después de asistir a un concierto de rock, sólo 14% estaría dispuesto a usar protección auricular.

Niveles de intensidad de ruido

  • 20 dB Biblioteca
  • 40 dB Conversación
  • 60 dB Aglomeración
  • 70 dB Aspiradora
  • 80 dB Tren andando
  • 90 dB Tráfico intenso
  • 100 dB Perforadora eléctrica
  • 110 dB Concierto
  • 120 dB Avión despegando
  • 180 dB Despegue de cohete espacial
Auriculares

Los nuevos MP3 permiten escuchar miles de canciones durante varias horas seguidas.

La comisión intenta que todos los MP3 -incluidos los Ipod- que se venden en los países de la organización compartan el mismo límite de volumen.

La medida surge por un informe publicado el año pasado que reveló que hasta 10 millones de personas en la Unión Europea (UE) enfrentan daño o pérdida permanente de oído por escuchar música a volumen alto durante períodos prolongados.

Los reproductores de MP3 permiten escuchar música con audífonos colocados directamente en el conducto auditivo externo, sofocando todos los sonidos del exterior.

Esto, dicen los expertos, provoca una insensibilización en el usuario ante los niveles peligrosamente altos de sonido.

Pero además, se considera que estos aparatos son más peligrosos que los viejos reproductores de cassette y CD tanto portátiles como estacionarios, porque como pueden almacenar miles de canciones y reproducirlas durante horas, los jóvenes tienden a escucharlos continuamente durante largos períodos.

El estudio de 2008 del Comité Científico de la UE de Riesgos Emergentes de la Salud encontró que quienes escuchaban durante sólo cinco horas a la semana a alto volumen se estaban exponiendo a más ruido del permitido en las fábricas o lugares de trabajo más ruidosos.

Límite seguro

El informe también advirtió que los jóvenes no estaban conscientes del daño que se estaban causando hasta que ya era demasiado tarde.

Es por eso que la organización intenta que los reproductores de MP3 tengan un límite máximo preestablecido de 85 decibelios (dB).

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia & Tecnología

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