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13 de enero de 2016

Magia y neurociencia, manual para “engañar” al cerebro

Algunos de los mejores magos y neurocientíficos del mundo se reunieron (en mayo del 2011) en la isla del Pensamiento (Pontevedra) para compartir conocimientos y experiencias. Científicos e ilusionistas aprendieron cómo reconstruye nuestro cerebro la realidad gracias a las ilusiones que los magos llevan siglos practicando. Les ejo con este interesante artículo:

Los ojos están fijos en la moneda, los dedos se mueven durante un instante y la moneda no aparece en el lugar en el que todos esperaban. Cuando el mago abre la mano, una docena de espectadores aplauden alborozados alrededor de la mesa. El público de esta noche es muy especial, la mitad de ellos son magos y la otra mitad neurocientíficos que llevan años estudiando los secretos del cerebro y la percepción. Aún así, no dejan de asombrarse con cada nuevo truco. 

Son las tantas de la madrugada y estamos en la isla de San Simón, en mitad de la ría de Vigo. Los invitados han sido cuidadosamente seleccionados para participar en Neuromagic 2011, la primera reunión de magos y neurocientíficos del mundo para estudiar cómo funcionan estos “engaños” en nuestra mente. Los testigos del juego de la moneda saben que en algún momento del proceso su cerebro ha creído ver lo que no estaba allí y ha reconstruido parte de la escena. Estos pequeños fallos son los que los magos llevan siglos explotando para dejarnos con la boca abierta y para los que la neurociencia está encontrando ahora una explicación. 

“Los magos toman ventaja de que tenemos una capacidad mental limitada”, explica Susana Martínez-Conde, quien ha coordinado el congreso con Stephen Macknik después de años trabajando junto a muchos de estos ilusionistas de forma individual. “Nuestro cerebro tiene un tamaño y unos recursos limitados”, explica, “y debe tomar decisiones y atajos”. Es por esta economía de los recursos que nuestra mente completa los huecos y ve continuidad donde quizá no la hay, o hace interpretaciones que tal vez no sean del todo correctas pero que nos sirven para ir tirando. 

“Vivimos rodeados de ilusiones”, asegura el profesor Peter Tse, uno de los mayores expertos del mundo en esta materia. En su opinión, estas ilusiones visuales son el fallo que demuestra que todo lo que vemos es una construcción del cerebro. Dispuesto a demostrarlo, Tse proyecta una imagen ante el auditorio que expone durante largos segundos. “¿Alguien ha notado algún cambio?”, pregunta. Nadie ha apreciado nada, a pesar de que es un público “entrenado”. Un minuto después, cuando lo explica, vemos que una de las ventanas del dibujo se ha esfumado de nuestra vista, pero a una velocidad tan lenta que nuestro cerebro no ha sido capaz de registrar el cambio a nivel consciente.

El cerebro rellena huecos, se pierde los detalles porque todo lo que queda en la periferia está borroso y se distrae con una canción, un ruido o una emoción. Cuando el mago nos hace reír, por ejemplo, nuestra atención baja momentáneamente y nos deja más expuestos al engaño durante unos segundos. También construye una falsa continuidad entre unos eventos y otros, aunque los cambios salten a la vista. 

Entre otras muchas cosas, Luis Martínez Otero estudia en su laboratorio del Instituto de Neurociencias de Alicante la continuidad de nuestra percepción cuando realizamos determinadas tareas. “La memoria visual a corto plazo es muy importante para mantener la ilusión de continuidad visual”, asegura. “Estamos continuamente moviendo los ojos, percibimos el mundo de forma discontinua, pero en cambio nos parece continuo”. Hay muy buenos ejemplos en las películas, como la famosa escena de la batalla de “Braveheart”, en la que Mel Gibson lleva un arma diferente en cada plano y nadie lo percibe, o la película de Chaplin en la que cambia de habitación cuatro o cinco veces y reaparece con sombrero y sin sombrero. 

Un fenómeno muy relacionado con esto es la ceguera por desatención y se suele explicar con el famoso vídeo del gorila y los pases del baloncesto o el encuestador que se intercambia con otro sin que la víctima note el cambiazo. Cuando centramos nuestra atención en un foco determinado, el resto del mundo desaparece para nuestro cerebro. Los magos utilizan esta estrategia y otras muchas durante sus actuaciones, tratan de que miremos donde ellos quieren e incluso borran de nuestra memoria lo que acaba de suceder con preguntas que nublan nuestro razonamiento y cambiarán lo que luego recordemos. 

“La colaboración entre magia y neurociencia funciona en ambos sentidos”, explica Martínez-Conde. “También los magos están muy interesados en saber cómo funciona la percepción y cómo mejorar sus trucos”. Los científicos no solo están usando los trucos para comprender cómo funciona la percepción, sino para poner a prueba nuestras habilidades cognitivas. Peter Johansson y Lars Hall, por ejemplo, utilizaron un pequeño juego de manos para cambiar la elección de sus sujetos entre dos opciones. Los participantes elegían entre dos fotografías y explicaban los motivos por los que habían escogido una de ellas sin saber que el investigador les había dado la opción descartada. Sus trabajos han servido para profundizar en un fenómeno conocido como ceguera a la elección y demostrar que nuestras opiniones son mucho más maleables de lo que pensamos. 

Anthony Barnhart es el único ponente que tiene los pies en los dos lados del campo de juego. “Empecé como mago”, nos explica, “antes de ser psicólogo”. “A medida que desarrollas tu interés por la magia y aprendes cómo engañar a la gente”, confiesa, “te das cuenta de cómo fallan nuestras percepciones”. Sus conclusiones son bastante inquietantes, porque indican que nuestro cerebro verá una y otra vez la misma ilusión o se fijará en los mismos focos por muy inteligentes que nos creamos. "De hecho", nos revela alguien lejos de la cámara, "hay quien cree que el mejor público para engañar es el que se cree más listo”.

Durante cuatro noches seguidas, magos y neurocientíficos han intercambiado secretos para mejorar lo que sabemos de ambas disciplinas. En un lado de la mesa, el gran James Randi saca una flor del pelo de unas invitadas. En el otro, Eric Mead recuerda la noche en que un tigre se escapó de una jaula en Las Vegas y dejó la marca de sus garras sobre el capó de un coche y Max Maven habla del tipo que hacía creer que tenía unos dados dentro del puño haciendo sonar los huesos fracturados de sus nudillos. 

“Esto que acabo de ver, ¿ha pasado?”. La pregunta del mago Luis Piedrahita resume perfectamente la sensación con la que nos quedamos después de un truco de magia. Algo que es aparentemente imposible se ha convertido en posible durante un instante, el niño dentro de nosotros quiere creer que es verdad, jugar a deslizarse por la pendiente del asombro. La respuesta está a unos centímetros de distancia, en esas conexiones neuronales evolucionadas para percibir formas, colores y movimientos de determinada manera. Los científicos empiezan a comprender cómo se generan las ilusiones y a meter la cabeza entre estas misteriosas bambalinas, ese lugar donde nuestras percepciones se convierten en palomas y un montón de conejos asoman de una chistera.

Ver también:

- James Randi: "Mantened los ojos abiertos y pensad por vosotros mismos"
- Diez ilusiones visuales explicadas y una sin explicación (vídeo)


Tomado de:

La Información

Bonus:

Susana Martínez-Conde, directora del Laboratory of Visual Neuroscience en Phoenix y coordinadora del congreso, nos explica las bases con las que comenzar a entender los engaños de la mente: “Nuestro cerebro tiene unos recursos limitados. No puede procesar toda la información que le llega, y por tanto debe enfocar la atención en determinados lugares, borrando el resto. Organiza la realidad con los recursos con los que cuenta, y así, cuando nos concentramos en algo, necesariamente dejamos fuera otros elementos. Es lo que llamamos ceguera por atención”. Véase el siguiente vídeo:

22 de diciembre de 2015

Cómo leer más rápido entendiendo lo que lees

A veces nos gustaría ser como el robot de 'Cortocircuito' y leernos tres libros en cinco minutos, pero nuestro cerebro no funciona así. Aunque sí se le puede adiestrar para que lea más rápido y para que entienda lo que lee, que es el gran quid de la cuestión. Porque leer muy rápido y no enterarse de nada, al final, es como si no supiéramos leer.

Se considera que la velocidad de lectura media está entre unas 200 y 300 palabras por minuto, pero para cada persona puede ser diferente. No sólo dependerá de lo acostumbrados que estemos a leer, de si lo hacemos en nuestra lengua materna o en otra, de si el vocabulario utilizado nos es familiar o desconocido, de si a nuestro alrededor hay factores externos que nos distraigan... También dependerá de lo entrenados que estén nuestros ojos a leer.

El ojo es más lento que el cerebro

"Lo ideal sería poder leer tan deprisa como surge el pensamiento. Este es siempre mucho más veloz que el proceso de la percepción visual". Así lo apunta Juan Guerrero, responsable en España de Progrentis, un método para mejorar la comprensión lectura que incluye técnicas para que los estudiantes, sobre todo, aprendan a leer más rápido. Los ojos son mucho más lentos leyendo de lo que lo es el cerebro procesando esa información, por lo que acaba "distrayéndose".


Cuando leemos, nuestros ojos no siguen el texto de una manera continuada, sino que lo hacen a saltos (denominados "saltos de ojo") y haciendo pausas (llamadas "descansos de ojo"). También se detienen en puntos de fijación en los que leen bloques de significado, que pueden ser una palabra, un grupo de palabras o una frase entera. Cuantos más puntos de fijación se hagan, más lenta será la lectura, más interrupciones habrá en el flujo de información hacia el cerebro y la comprensión del texto será peor.

El "truco", por tanto, es entrenar a los ojos para que realicen movimientos más fluidos al leer, para que no se detengan tanto en los puntos de fijación. Guerrero explica sobre esa velocidad lenta de lectura que:

"Normalmente el lector lento, el que lee a razón de 150 a 200 palabras por minuto, aproximadamente, o bien lee de viva voz los vocablos, o bien lo va haciendo mentalmente durante el curso de su lectura, tiene un mal hábito de lectura que dificulta en extremo las cosas: por una parte, disminuye la velocidad lectora, con la consecuente pérdida de tiempo, y por otra, asegura una mala comprensión del pensamiento que se expresa en el texto, ya que la lectura lenta, "palabra por palabra", rompe el pensamiento en pequeños trozos, lo cual hace imposible, o en extremo difícil, captarlo globalmente en su fluido devenir".
Una mayor velocidad de lectura se asocia a una mejor comprensión lectora, y en la búsqueda de esa mayor rapidez leyendo, el objetivo es entender frases enteras, no quedarse atascado en palabras sueltas. Pero antes de ponernos a dar consejos sobre cómo podemos leer con más celeridad, tendremos que averiguar si somos lectores lentos o rápidos.

El artículo completo en:

Xakata Ciencia

13 de diciembre de 2015

Así juzga el cerebro la dureza de un castigo

¿Qué mecanismos cerebrales influyen en la toma de decisión sobre la severidad que imponemos a un castigo? Este ha sido el eje central de la investigación llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) y que ha sido publicada en la revista Nature Neuroscience.

Para el estudio, los investigadores contaron con la participación de 30 voluntarios (20 hombres y 10 mujeres) con una edad media de 23 años, a los que tomaron imágenes cerebrales durante un proceso de toma de decisión de un castigo. Los participantes escucharon una serie de argumentos y de datos que describían un supuesto crimen donde hubo muerte, mutilación, asalto físico y daños a la propiedad que posteriormente tuvieron que valorar de 0 a 10 según la severidad del castigo. Además, en la mitad de las historias se identificaba el suceso como claramente intencionado y al resto como involuntarios, ofreciendo dos versiones diferentes de cada escenario: la primera, con una descripción objetiva y la segunda con pruebas gráficas.

El análisis de los resultados demostró que la manipulación intencionada del lenguaje para exponer un suceso de una forma más truculenta o exponer imágenes claras de un suceso, conducía a imponer un castigo más severo si el participante en cuestión creía que el incidente había sido claramente intencionado.

Los investigadores descubrieron que la amídgala cerebral, una de las zonas neuronales implicadas en el procesamiento de las emociones, se activaba cuando los voluntarios observaban imágenes con gran crueldad. Sin embargo, este efecto sólo se apreciaba en los escáneres cerebrales cuando el voluntario sabía que había intencionalidad en el acto, evidenciando por primera vez con una base neuronal clara gracias a lo que pudo observarse en la amígdala, que la decisión de imponer un castigo más o menos duro tiene que ver con nuestra percepción de la intencionalidad.

Fuente:

Muy Interesante

1 de noviembre de 2015

Somos nuestras memorias (pero nuestras memorias están llenas de falsos recuerdos)

Somos, fundamentalmente, nuestras memorias, como las consecuencias de la enfermedad de Alzheimer nos recuerdan.

Pero incluso cuando nuestra memoria funciona a la perfección resulta que lejos de ser un notario fiable de nuestras vidas va haciendo un filtro de lo que guarda, y aún lo que guarda, por muy íntimamente convencidos que estemos de que es la verdad, a menudo ha sido modificado, cuando no es, directamente, un recuerdo falso, pues el cerebro se reinventa a sí mismo para almacenar nuestras memorias.

Y si no que se lo digan a Ann Meng y, en especial, a Julius E. Ruffin.


Luis Martínez Otero (@martinezlab) y Jordi Camí (@jordicami) hablan de este apasionante y sorprendente aspecto de nuestras memorias en Falsas memorias, y hasta hacen alguna demostración sobre la marcha.

Tomado de:

Microsiervos

27 de octubre de 2015

MIT: La inteligencia artificial mejora el diagnóstico de enfermedades mentales

Investigadores del MIT desarrollan un software capaz de detectar trastornos cognitivos a partir de dibujos.


En la imagen se muestran las diferencias en los dibujos según la enfermedad. La primera fila muestra dos relojes realizados por pacientes sanos. En la fila central, el paciente sufre de la enfermedad de Alzheimer y en la fila inferior, Parkinson.

Una de las pruebas más comunes para detectar trastornos cognitivos con diverso origen, como por el párkinson o el alzhéimer, es un simple test conocido como el “test del reloj”, en el que el paciente debe dibujar un reloj que debe marcar una determinada hora y, además, debe copiar otro ya dibujado. La observación de alteraciones en la manera de realizar estos dibujos permite a los médicos identificar síntomas de deterioro en el cerebro del paciente.

Muchos desórdenes neurológicos pueden estar presentes mucho antes de comenzar a tener un efecto apreciable en nuestras vidas. Por ejemplo, en el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean apreciables. Sin embargo, la evaluación de estas pruebas es subjetiva, puesto que no es fácil llegar a conclusiones definitivas cuando los síntomas son muy leves. Contar con un método de diagnóstico más preciso y fiable podría permitir tratar a los enfermos mucho antes, retrasando el desarrollo de la enfermedad.

Con este objetivo, un grupo de científicos, liderados por investigadores del Laboratorio para la Inteligencia Artificial y Ciencias Computacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha creado un programa informático capaz de detectar de manera mucho más precisa y automatizada estas alteraciones, ofreciendo un diagnóstico más fiable y precoz a partir de la misma prueba.

Para ello se han valido de los datos recogidos en el Lahey Hospital, un centro médico a las afueras de Boston (EE UU), que desde hace nueve años realiza el test del reloj utilizando un bolígrafo digital que captura en el ordenador los dibujos realizados por los pacientes, además de registrar el proceso de creación de los mismos con gran precisión. Este bolígrafo no fue creado expresamente para este fin, sino que se trata de un dispositivo comercial que incluso se puede comprar por internet. Sin embargo, ha venido como anillo al dedo para recoger la información necesaria de manera precisa y con un registro temporal, es decir, sabiendo en todo momento dónde está la punta del bolígrafo y, por tanto, si el paciente hace una pausa o duda a la hora de escribir.

En el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean apreciables

Basandose en estos datos, el equipo, liderado por los investigadores Cynthia Rudin y William Souillard-Mandar del MIT, ha creado un programa informático capaz de interpretar y evaluar automáticamente el test del reloj, aumentando la precisión y eliminando la subjetividad de una evaluación realizada por humanos. “Hemos mejorado el análisis, de manera que es automático y objetivo” explica Rudin. “Con el equipamiento adecuado es posible obtener un resultado rápido y más preciso”. Los resultados se han sido aceptados para su publicación en la revista Machine Learning.

Para crear el programa, el equipo de Rudin y Souillard-Mandar ha utilizado una serie de casos ejemplares para enseñar a la máquina qué es lo que debe buscar. “Estos ejemplos ayudan a calibrar el poder predictivo de cada una de las partes del dibujo” ha explicado Souillard-Mandar.  “Gracias a ellos, hemos podido extraer miles de rasgos del proceso de dibujo que dan pistas acerca del estado cognitivo de cada sujeto, y nuestros algoritmos ayudan a determinar cuáles de ellos llevan a la predicción más fiable”.

Cuando la memoria está afectada, el periodo de reflexión se alarga

Los distintos desórdenes se revelan de diferente manera en el test del reloj. Por ejemplo, mientras que es normal que los adultos sanos pasen más tiempo pensando que dibujando, cuando la memoria está afectada, el periodo de reflexión se alarga. Por otra parte, en el caso del párkinson, los enfermos tienden a necesitar más tiempo para dibujar los relojes que, a su vez, tienden a ser más pequeños, sugiriendo que les está costando un mayor esfuerzo realizar la tarea. Estas consideraciones se podían pasar por alto en la prueba tradicional, ya que, en muchas ocasiones, el médico no ve en detalle cómo el paciente realiza el dibujo, sino tan solo el resultado final.

Este trabajo no sólo permite diagnosticar mejor una serie de patologías muy graves para quienes las sufren, sino que además ofrece un gran avance a la hora de automatizar procesos que pueden resultar tediosos y poco eficientes cuando se realizan por humanos. Una vez conseguido el propósito inicial de demostrar la eficacia de su método, el equipo científico ya se dispone a desarrollar un sistema sencillo que permita tanto a los neurólogos como a los no especialistas utilizar esta tecnología en los hospitales y centros de salud.
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5 de octubre de 2015

¿A dónde van los recuerdos perdidos? La ciencia se aproxima a este misterio

Los resultados de la investigación son un nuevo paso para ayudar a personas con problemas de memoria.

Un equipo de científicos de la Universidad de Cardiff asegura que los recuerdos son mucho más fuertes de lo que pensábamos. En un estudio publicado en la revista Nature Communicationsexplican cómo han identificado el proceso en el cerebro para rescatar recuerdos perdidos o enterrar experiencias traumáticas, lo que podría allanar el camino para la elaboración de nuevos tratamientos y fármacos que ayude a personas que padecen problemas de memoria.

Según explican los investigadores, usar esta técnica para encontrar los recuerdos puede revertir la amnesia. Así lo han demostrado en un grupo de ratas que padecían una pérdida total de la memoria. Según explica el Dr. Kerrie Thomas, autor principal del estudio, "investigaciones anteriores en esta zona del cerebro afirmaban que cuando se recuperaba la memoria ésta era sensible a la interferencia de otros datos, por lo que en la mayoría de casos éstos recuerdos eran completamente aniquilados. Nuestra investigación desafía este punto de vista y creemos que demuestra que no es el caso". Además, "encontramos que a pesar de utilizar una técnica pensada para que el cerebro sufra una amnesia total, hemos sido capaces de demostrar que los recuerdos son fuertes y se pueden recuperar".

Si bien estos prometedores avances han resultado satisfactorios en ratas, el equipo espera que se pueda aplicar en seres humanos y permita la posibilidad de desarrollar tratamientos y nuevos medicamentos que ayuden a las personas que sufren trastornos de memoria. Aunque, como reconoce el Dr. Thomas "aún estamos muy lejos de ese punto". Esto se debe a que las ratas no reflejan con exactitud lo que sucede en el cerebro de los seres humanos, "nuestros recuerdos autobiográficos, nuestra propia historia, se ve empañada por nuevos recuerdos en lugar de perderlos por completo. Se trata de una actividad muy interesante en términos de enfermedades psiquiátricas asociadas con problemas de memoria tales como la esquizofrenia, la psicosis o el trastorno de estrés postraumático".

Ahora el objetivo sería diseñar nuevos fármacos o tratamientos que pueden tratar esta cuestión, intentando no sobrescribir nuestras experiencias anteriores sino sacando a flote sin interferencias los recuerdos de nuestro pasado.

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QUO

14 de septiembre de 2015

Oigo colores: La sinestesia se puede aprender

Una investigación realizada en la Universidad de Sussex (Reino Unido) ha demostrado que el cerebro puede entrenarse para la sinestesia, es decir, para que percibamos sensaciones propias de un sentido como si fuera de otro. Este entrenamiento, además, puede potenciar la inteligencia, lo que sugiere que sería útil en aplicaciones clínicas.

 “Estudio para composición VII” de Wassily Kandinsky, un pintor que veía colores al escuchar música.
La sinestesia es una condición neurológica fascinante. Un sinestésico puede, por ejemplo, oír colores, ver sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. Se estima que una de cada 23 personas sufre esta condición.
Ahora, un nuevo estudio ha demostrado por primera vez que las personas pueden ser entrenados para "ver" las letras del alfabeto como colores, de forma parecida a lo que podría sentir un sinestésico.

En la investigación, realizada en la Universidad de Sussex (Reino Unido), también se reveló que, potencialmente, este entrenamiento serviría para aumentar el coeficiente intelectual.

Durante mucho tiempo, se ha debatido si la sinestesia es una condición genética o si surge de diversos factores ambientales, tales como usar juguetes como letras de colores en la infancia.

Dado que las dos posibilidades no son mutuamente excluyentes, los psicólogos al cargo de la presente investigación idearon un programa de entrenamiento de nueve semanas, con el fin de determinar si adultos sin sinestesia podían desarrollar las características clave de esta condición.
Resultados obtenidos
Encontraron, en un experimento realizado con 14 voluntarios, que los participantes no solo fueron capaces de desarrollar asociaciones lo suficientemente potentes entre letras y colores como para superar todos los tests estándar de sinestesia, sino que, además, la mayoría de ellos experimentaron otras impresiones vinculadas a letras individuales (por ejemplo, asignaron a estas estados o condiciones como "la x es aburrida" o "la w está en calma").
Uno de los más sorprendentes resultados del estudio fue que aquellos que se sometieron a este entrenamiento también aumentaron su cociente intelectual (IQ) en un promedio de 12 puntos, en comparación con un grupo de control, formado por personas que no se sometieron a dicho entrenamiento.

"La principal implicación de nuestro trabajo es que señala que formas radicalmente nuevas de experimentar el mundo se pueden provocar simplemente a través de una amplia formación perceptiva”, afirma el codirector del estudio, el Dr. Daniel Bor.

Esto implica a su vez que un impulso cognitivo, aunque sea provisional, podría servir como herramienta para el desarrollo de funciones mentales en grupos vulnerables, tales como los niños con déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o los adultos que empiezan a sufrir de demencia, concluyen los investigadores.

Sinestesia adquirida por lesiones cerebrales
Un estudio llevado a cabo en 2013 por científicos de la UNED también reveló nuevos datos sobre la conversión de un cerebro común en uno sinestésico.
Aunque el trabajo versaba sobre el componente emocional de esta condición, también reveló que personas con sinestesia adquirida –en este caso, por lesiones cerebrales- presentaban variaciones en núcleos subcorticales del cerebro como el putamen y el tálamo, al igual que aquellos pacientes con sinestesia heredada.

También se descubrió que las personas sinestésiscas presentaban variaciones estructurales en áreas cerebrales que participan en el procesamiento emocional. Este hecho sugirió la existencia de una base neuroanatómica del componente emocional de la sinestesia.  

Fuente:

26 de julio de 2015

El idioma que hablamos determina quiénes somos y cómo vemos el mundo

¿Qué relación tienen nuestro idioma y nuestra personalidad? ¿Podría nuestro lenguaje influenciar la manera en la que percibimos la realidad? 



De alguna manera solemos creer que nuestra personalidad es algo fijado, que forma parte de nosotros independientemente de muchos factores que no tenemos en cuenta. Sin embargo, circunstancias como el idioma que hablamos afectan la construcción de nuestra personalidad y la manera como funciona nuestro cerebro.

Entre otras cosas, sabemos que el lenguaje afecta nuestra percepción de los colores. La tribu Himba, del norte de Namibia, usa la palabra "serandu" para categorizar los colores que en castellano incluyen el rojo, el naranja y el rosa. Del mismo modo, usan "zoozu" para una serie de colores oscuros que normalmente diferenciamos como azul oscuro, verde oscuro, café oscuro, púrpura oscuro, rojo oscuro y negro. En un estudio, se encontró que, mientras que tenían mucha dificultad para diferenciar ciertos tonos de azul que los angloparlantes diferenciaban con facilidad, por otra parte distinguían rápidamente tonos de verde que en el mundo occidental vemos como idénticos.

En Japón, la luz "verde" del semáforo es llamada luz azul, y esto se origina en tiempos antiguos, cuando el japonés sólo tenía una palabra (ao) para "azul" y "verde". Un estudio de 1969 determinó que esto dependía de la evolución de los lenguajes: si un idioma tiene sólo dos vocablos para determinar colores, habrá uno para "oscuro" y uno para "claro" (blanco y negro). Si añades un tercer color, será rojo. Si añades un cuarto, será verde o amarillo: sólo podrás tener ambos si tienes cinco palabras. Es sólo una vez que llegas a seis colores, cuando surge una palabra que divide el verde en dos, y así aparece el azul. Lo interesante, pues, es que en aquellos idiomas que no tienen, por ejemplo, una palabra para el azul, es mucho más difícil para sus hablantes diferenciar el azul del verde aunque lo tengan ante sus ojos.

El artículo completo en:

Hipertextual

21 de julio de 2015

Aprendizaje. Así funciona el cerebro cuando estamos aprendiendo

Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) ha descubierto de qué forma el cerebro humano es capaz de absorber y de analizar rápidamente nueva información, lo que llamamos aprendizaje. El estudio ha sido publicado en la revista Neuron.

Para el experimento, los investigadores realizaron varias pruebas de aprendizaje con monos mientras eran monitoreados mediante electroencefalografía (EEG) con objeto de medir las ondas cerebrales. En las tareas de aprendizaje, los científicos ya habían demostrado que las neuronas en la zona del cuerpo estriado del cerebro, la que controla la formación de los hábitos, eran las que se activaban en primer lugar y luego eran seguidas por una activación más lenta de las neuronas de la corteza prefrontal, el sistema de control ejecutivo del cerebro.

La clave estaba en averiguar si esta activación escalonada era provocada por una comunicación entre ambas regiones cerebrales o se trataba de dos sistemas independientes. Gracias a la medición de ondas cerebrales, los investigadores descubrieron que mientras los monos estaban aprendiendo la tarea, aparecieron nuevos patrones de ondas cerebrales, las llamadas ondas beta, que para sorpresa de los expertos, comenzaron a sincronizarse, lo que demuestra que ambas regiones, el cuerpo estriado y la corteza prefrontal, se están comunicando.

“Hay algún mecanismo desconocido que permite a estos patrones de resonancia formarse, y estos circuitos empiezan a 'sonar' juntos. Ese zumbido entonces puede fomentar posteriores cambios de plasticidad a largo plazo en el cerebro, pero la primera cosa que sucede es que empiezan a sincronizarse”, afirma Earl Miller, líder del estudio.

Según las conclusiones del estudio, nuestros 'circuitos' están en constante actualización para mantener la expansión de nuestro conocimiento, y “ahora estamos viendo la evidencia directa de las interacciones entre estos dos sistemas durante el aprendizaje, que no se había visto antes”, sentencia Miller.

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Muy Interesante

20 de julio de 2015

Zuckerberg: 'el futuro es que pensarás en algo y tus amigos lo podrán experimentar al instante'

Estoy seguro de que cuando habéis leído este titular se os ha quedado la misma cara de incredulidad que a mí cuando leí la noticia que ha publicado la CNN. Pero sí, parece que Zuckerberg confía en quela telepatía llegará a su popular red social. Y mucho más allá. Al menos esto es lo que aseguró durante una sesión de preguntas y respuestas dentro de Facebook para describir cómo cree él que será su red social en el futuro. Pero empecemos por el principio.
Zuckerberg está convencido de que la tecnología nos permitirá comunicarnos directamente, de «cerebro a cerebro», y enviar información y experiencias a otras personas de forma inmediata. Es lo que él llama «la tecnología de comunicación definitiva». No obstante, es importante que tengamos en cuenta que no está diciendo que vayamos a adquirir esta capacidad como resultado de la evolución selectiva natural, sino que será la tecnología la que nos la proporcionará.

Así es la «hoja de ruta» de Facebook

Es evidente que a Mark Zuckerberg le preocupa la forma en que se comunican los usuarios de Facebook. Durante los once años de vida de esta red social él y su equipo han ideado varios sistemas que han ido evolucionando con el tiempo. Su primera opción fueron las páginas con perfiles «planos», pero luego llegaron los comentarios, el muro, los «me gusta», los grupos y la mensajería personal, entre otras opciones.
Sin embargo, sus movimientos más ambiciosos, hasta ahora, han sido la compra de WhatsApp a principios del año pasado, y la de Oculus un mes después. Hasta ahora la app de mensajería instantánea mantiene una independencia sólida desde el punto de vista de los usuarios. Y, en lo que concierne a Oculus, parece estar destinada a fortalecer Facebook como plataforma de juegos recurriendo a la creación de nuevas experiencias sociales. En cualquier caso, es probable que la compra de estas dos empresas forme parte de una estrategia que a medio plazo permitirá a Zuckerberg ofrecer nuevas formas de comunicación a los usuarios de su red social.


En este contexto podemos contemplar la telepatía como el siguiente paso al que aspira esta compañía. Puede parecer una exageración de Zuckerberg con el propósito únicamente de acaparar titulares, pero lo cierto es que desde hace tiempo hay varios grupos de investigación que están trabajando en el diseño de interfaces capaces de transformar las ondas cerebrales en instrucciones digeribles por un ordenador. Y a la inversa.

Llega la «telepatía informática»

Hace tiempo unos investigadores de la Universidad de Washington consiguieron enviar a través de Internet señales cerebrales procedentes de una persona, que fueron transferidas a otra situada a kilómetros de distancia. Para conseguirlo acoplaron a la cabeza de los dos participantes unos cascos repletos de electrodos. Y funcionó. Al menos en parte. Al parecer esta tecnología permitió a la persona que emitió las señales cerebrales mover un dedo de la persona que las recibió. Como punto de partida no está nada mal.
Es evidente que en este terreno aún queda mucho trabajo por hacer, pero lo cierto es que los científicos están trabajando en ello. Cada vez conocemos un poco mejor el órgano más complejo de nuestro cuerpo, el cerebro, y con el respaldo financiero de Zuckerberg, y, quizás, también con el de otros empresarios interesados en esta tecnología, no parece descabellado pensar que podría llegar antes de lo que creemos. Les seguiremos la pista.
Tomado de:

15 de julio de 2015

Ingenieros rusos aprenden a manejar aparatos con el pensamiento

La Fundación de Investigaciones Avanzadas (FPI, por sus siglas en ruso), creada en Rusia en 2012, ha anunciado el éxito del proyecto de elaboración de una interfaz cerebro-ordenador que permita controlar aparatos con el pensamiento.
"Estamos preparados para poner nuestra tecnología a disposición de los organismos gubernamentales", declaró el presidente de la Fundación de Investigaciones Avanzadas, Andréi Grigoriev, citado por RIA Novosti
La tecnología de interfaz se basa en el uso de la actividad eléctrica del cerebro humano, que se registra mediante electroencefalografías.
Durante la demonstración del avance, los ingenieros manejaron un cuadricóptero con la ayuda de las corrientes bioeléctricas de su cerebro y el programa de software creado por FPI, y fueron capaces incluso de manejar el vehículo al mismo tiempo que hablaban con los asistentes.
Fuente:

18 de mayo de 2015

Siete alternativas para hacer crecer nuevas células en el cerebro (y volvernos más inteligentes)

Hace algunos años se creía que el cerebro era un sistema relativamente estático —nuestras conexiones neurales podían desligarse y nuestras neuronas destruirse pero no transformarse, regenerarse o formar nuevas conexiones sinápticas. Esta creencia hizo que muchos creciéramos bajo un extraño paradigma en el que se nos decía que debíamos de atesorar nuestras neuronas —porque jamás podríamos recobrarlas— y en este sentido ingerir drogas era un acto severo, contranatural, digno de la más abyecta estupidez. Bajo esta impronta uno incluso podía experimentar una nostalgia por neuronas perdidas, una especie de efecto de miembro fantasma entre los tallos neurales de flores decapitadas.
Evidentemente el daño cerebral es una realidad —pero es una realidad dinámica y reversible. Por suerte para aquellos que exploraron quizás un poco demasiado las dimensiones psiconáuticas, también es una realidad la neuroplasticidad —la capacidad de transformarse estructuralmente que tiene el cerebro adulto—, y la neurogénesis —la capacidad que tiene el cerebro adulto de regenerar células o generar nuevas neuronas. El cerebro se comporta como un sistema abierto (por no decir holístico) que puede ser cincelado lo mismo por estímulos químicos que por estímulos emocionales o meméticos  y nuestras neuronas, particularmente las del hipocampo y la zona subventricular, son como salamandras que transmutan en el fuego electroquímico de la sinapsis.
Investigación científica reciente muestra que la neurogenésis y la neuroplasticidad podrían tener un papel importante en el aprendizaje y la memoria en el cerebro adulto, así como ser un factor vital en la reducción del estrés y en el tratamiento de la depresión. Un estudio incluso sugiere que nuestro estado de ánimo podría ser regulado por la plasticidad  —por el movimiento dinámico de nuestras neuroconexiones—– más que por la química.
Emerge un nuevo paradigma, un nuevo mapa —y el mapa no es el territorio porque el territorio se está moviendo siempre. La neuroplasticidad sugiere que las conexiones individuales en el cerebro están siempre recreándose, según cómo se usan. En inglés se dice “neurons that fire together, wire together”/”neurons that fire apart, wire apart” (las neuronas que disparan al mismo tiempo se conectan entre sí, las que disparan o se encienden por separado conectan aparte). Esto significa que constantemente están emergiendo nuevas relaciones sinápticas, nuevos mapas corticales —colectivos que desempeñan funciones específicas pero que pueden estar separados. La sinfonía cerebral actúa de manera global, continentes aparentemente inconexos llegan a sincronizarse para ejecutar operaciones complejas al unísono.
La capacidad neuroplástica del cerebro puede ejemplificarse en el desarrollo de la capacidad de ecolocación que algunas personas ciegas logran recableando su cerebro. Resonancias magnéticas muestran que estas personas adaptan áreas de procesamiento visual para esta nueva habilidad de ecolocación, en la que intervienen áreas de procesamiento auditivo.
De la neuroplasticidad y de la neurogénesis surge la posibilidad de tomar control de los procesos neurales y, como si nuestro cerebro fuera una etérea plastilina, esculpir estados mentales de diseño. Según Michael Merzenich, uno de los pioneros en el campo de la neuroplasticidad, los ejercicios mentales pueden ser tan útiles como las drogas para tratar padecimientos tan severos como la esquizofrenia (pero, ¿quizás la gimnasia mental podría curar no sólo enfermedades del cerebro sino de todo el organismo?). De este nuevo acercamiento se atisba toda una gama de posibilidades: la dirección de orquestas neurales, el self-hacking, la reingeniería de neuronas y la manipulación de mapas corticiales para el aumento de funciones específicas o, por supuesto, para la sanación de daño cerebral —así que nunca es demasiado tarde para hacer de tus neuronas, especialmente de los astrocitos, vitales en la neurogénesis, nuevas y brillantes constelaciones en tu propio firmamento.
1. Ejercicio físico
Un estudio realizado por el Dr. Kwok Fai So de la Universidad de Hong Kong mostró un correlación entre personas que solían correr frecuentemente y la neurogenésis. “Investigación ha demostrado que el ejercicio puede mejorar el estado de ánimo y la cognición y también se ha demostrado que un déficit en la neurogénesis adulta puede resultar en una depresión”. El estrés, especialmente la depresión, llegan a encoger el hipocampo —una de las zonas en la que ocurre la neurogénesis. Científicos creen que existe una relación entre el ejercicio, y en general aquello que reduce el estrés, con la neurogénesis.
 2. Meditación
Uno de los líderes en el campo de la investigación neurocientífica de la meditación, el Dr. Herbert Benson, de la Universidad de Harvard, ha estudiado lo que llama “la respuesta de relajación”, la cual induce una serie de cambio bioquímicos en el cerebro. Benson sugiere que la meditación renera células cerebrales, reduciendo de esta manera el estrés.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oregon indica que la técnica de meditación conocida com IBMT (entrenamiento integral de mente cuerpo) puede facilitar la neurogenésis.
3. Comida /Antocianinas
Consumir antocianinas, pigmentos hidrosolubles que pueden encontrarse en las zarzamoras, arándanos, frambuesas y hasta en el vino, parece tener propiedades neuroregenerativas. Comer este tipo de moras silvestres es recomendado para prevenir el Alzheimer y podría tener un efecto positivo en la función del hipocampo.
Otros alimentos que se cree podrían fomentar la nuerogénesis son los alimentos ricos en Omega-3 o fitonutrientes como la oroxilina.
4. Reducción de calorías /ayuno
Un estudio publicado en el Journal of Molecular Science muestra que la restricción de calorías produce estados favorables para la neurogénesis: ratas a dieta desarrollaron nuevas neuronas en el hipocampo.
Diferentes tradiciones, particularmente en Oriente, hablan sobre la importancia de celebrar ayunos con cierta regularidad para restaurar las funciones corporales y cognitivas. Es posible que una ciencia del ayuno pueda llevar a la neurogénesis.
5. Tener (mucho) sexo
Como hemos visto la neurogénesis —y en general la salud— está ligada a la reducción del estrés y a promoción de la relajación —la salud es tranquilidad en movimiento. Evidentemente uno de los actos que mayor reduce el estrés —en diversas capas— es el sexo.
Un estudio científico realizado por la doctora Benedetta Leunemuestra que mientras el estrés reduce la neurogénesis adulta y restringe la arquitectura dendrítica en el hipocampo, la copulación tiene el efecto opuesto, promoviendo la generación de nuevas células cerebrales. Explica Leuner:
Ratas adultas fueron expuestas a una hembra sexualmente receptiva una vez (aguda) o una vez diariamente por 14 días (crónica) y se midieron sus niveles de circulación glucorticoide [...]. Los resultados mostraron que experiencias sexuales agudas incrementaron los niveles de circulación corticoide y el número de neuronas en el hipocampo. La experiencia sexual crónica dejó de producir un incremento en los niveles corticoides pero continuó promoviendo la neurogénesis y estimuló el crecimiento de la espinas dendríticas y la arquitectura dendrítica. La experiencia sexual crónica también redujo el comportamiento relacionado con la ansiedad.
6.  Fotoestimulación /casco de luz infrarroja
Uno de los campos de investigación más interesantes pero menos probados es el de la estimulación de ciertas zonas cerebrales a través de la luz o el magnetismo.  Las populares máquinas de luz y sonido —LEDs programados a cierta frecuencia para emular ondas cerebrales y sonidos binaurales— llegan a generar estados similares a la meditación, por lo cual podrían también inducir estados de neurogénesis. El incipiente campo de la medicina biomagnética, basada en los pares magnéticos descubiertos por el Dr. Isaac Goiz, es un novedoso tratamiento para diferentes enfermedades, incluyendo la depresión, y quizás podría estimular las células del cerebro a regenerarse.
Un casco desarrollado por  el Dr. Gordon Dougal, de la empresa Virulite, asegura revertir la demencia senil, regenerando neuronas  a través de la estimulación de luz infrraroja.

7. Ayahuasca/antidepresivos
Se sabe que algunos antidepresivos,  inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina,facilitan la neurogénesis. Sin embargo, producen numerosos efectos secundarios, entre ellos la falta de libido (lo cual resulta un tanto contradictorio). Una alternativa a esto parece ser la ayahuasca, el cada vez más popular brebaje medicinal psicoactivo del Amazonas, utilizado con particular efectividad en el tratamiento de adicciones pero que podría tener aplicaciones incluso en la cura de enfermedades como el cáncer.
A diferencia de los antidepresivos, la ayahuasca, una medicina que algunos llaman un psicointegrador, ofrece una experiencia integral en la que los beneficios químicos son complementados por beneficios emocionales y hasta espirituales que redondean el tratamiento y permiten una asimilación más profunda.
Estudios con personas que han tomado ayahuasca por un periodo sostenido de tiempo muestran una mayor recaptación de serotonina. Según la investigadora Jace Callaway, esto se podría deber a la tetrahidroharmina que contiene la ayahuasca. Luego de dosificarse con esta molécula por seis semanas y  realizarse una tomografía computarizada por emisión de fotones individuales, Callaway descubrió un incremento en su recapatación de serotonina, algo que disminuyó cuando la dejó de utilizar.
Otro estudio, realizado por  Stuckey y Echenhofer en el California institute of Integral Studies, mostró que la ayahusca incrementa la coherencia en la banda de ondas gamma. Según el Dr. Luis Eduardo Luna: “La coherencia es una medida de la similitud del electroencefalograma en dos sitios distintos y puede considerarse una medida de comunicación entre dos regiones del cerebro. Una hipercoherencia distribuida ampliamente parece razonable dado los intensos y sinestéticos fenómenos que suelen ocurrir durante una experiencia de toma de ayahuasca”. Esta misma alta actividad de coherencia gamma ha sido observada en monjes zen en estados profundos de meditación.
Fuente:

Tips para estudiar y hackear todo tipo de exámenes (la ciencia viene en nuestro auxilio)

El sitio Wonder How To ha compilado en un infográfico nueve extraños tips para estudiar mejor para un examen o incluso para tener un mejor desempeño en la vida en general. No son los típicos tips y eso es lo que los hace interesante: son sobre todo hacks, técnicas nootrópicas y lecciones de expertos tricksters que sintetizan viejos conocimientos con una nueva perspectiva. Después del infográfico, una traducción, comentarios y dos tips extras: uno tomado del estudio Feeling the Future, del psicólogo Daryl Bem (cómo usar el futuro o la ilusión del tiempo para sacar mejores calificaciones), y el último de la mnemotecnia de Giordano Bruno.
estudio-wonder

1. El primer tip recomienda: “Masca chicle de un sabor específico mientras estudias; vuelve a masticar chicle del mismo sabor durante el examen, lo cual puede acarrear la memoria”. 
Este es probablemente el tip más importante, apoyado en la teoría de memoria que se conoce como “Memoria dependiente del estado”. Escribimos un artículo sobre este fascinante tema que muestra cómo una memoria está condicionada por el estado mental en el que encontraba cuando se formó esa memoria. Hay cosas que sólo recordamos cuando bebemos alcohol o cuando nos colocamos en cierta posición, oímos cierta música o estamos con cierta persona. Se puede aprender a utilizar estos detonadores de memoria a nuestro favor.    En inglés se dice “Neurons that fire together wire together”, un dicho popular entre neurocientíficos que sugiere que las neuronas que se activen de manera conjunta, en cierto momento, forman una relación duradera. Usar un cierto sabor de chicle, en esa acción de mascar, es una forma de activar y retrotraer la memoria, codificando una coordenada activa. Podríamos igualmente beber té verde cuando estudiamos y contestamos el examen (si nos lo permiten) u usar algún otros recurso similar.

2. “Haz la técnica del pomodoro. Coloca un reloj por 25 minutos para terminar una tarea específica. Tómate de tres a cinco minutos, descansa y repite. Después de cuatro sesiones de 25 minutos de estudio, toma un descanso largo”.
El método Pomodoro fue desarrollado por Francesco Cirillo para administrar el tiempo de manera más eficiente e incrementar la producción. Cirillo usaba un reloj en forma de tomate para marcar su ritmo en la universidad (de ahí el nombre).Esta técnica se sustenta en la teoría de que el ser humano funciona mejor en periodos cortos de gran concentración con intervalos de descanso. Aquí se pueden descargar apps gratuitas para utilizar este lifehack.

3. “Lee en voz alta al repasar una lectura en lugar de estar en silencio, esto te ayudará a retener la información”. 
Aquí la idea es utilizar una variación e involucrar al cuerpo, emplear el volumen como un mapa de visualización. Al leer en voz alta utilizamos la oralidad, una técnica de memoria ancestral –recordemos que antes de la escritura y luego de la imprenta, la memorización de largos textos era muy común. Leer en voz alta puede ser un acto de resonancia mórfica que abre el teatro de la memoria.

4. “Busca un video en YouTube acerca del tema que estudias, esto para obtener información en un formato diferente”. 
De nuevo una idea que busca ampliar la forma en la que atacamos un tema y absorbemos información, esta vez de manera visual. Dilo con manzanas. En una cultura preeminentemente visual estos nos ayuda a tener una comprensión general, más que aprender detalles.

5. “Come sushi. El pescado mejora el funcionamiento del cerebro. Las nueces, el chocolate amargo y las moras azules también son buenas opciones”. 
Este tip es es también uno de los más importantes y va más allá del “día del examen”, aunque también se puede puntualizar. Ciertos alimentos por su contenido de antioxidantes, Omega-3, aminoácidos y otras propiedades favorecen el funcionamiento cerebral sin tener efectos colaterales como ocurre con nootrópicos como el Adderall o la Ritalina. Algunos más benignos son los racetams. Para quien busque sólo lo natural, una buena opción es la bacopa, el goku kala y el ginkgo de  biloba, tres hierbas altamente estimadas en Oriente para estimular la memoria. 
El artículo completo en:

Roncar fuerte estaría relacionado con deterioro de la memoria


Según un estudio publicado reciéntemente en la edición digital de 'Neurology', el ronquido fuerte y la apnea del sueño pueden estar relacionados con el deterioro de la memoria a una edad temprana. 

"Patrones respiratorios anormales durante el sueño, como ronquidos fuertes y apnea del sueño son comunes en las personas mayores, que afectan a alrededor del 52% de hombres y el 26% de mujeres", afirma Ricardo Osorio, autor del estudio del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York .

Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron las historias clínicas de 2 470 personas entre 55 y 90 años, quienes fueron clasificados en: "sin problemas de memoria", "en primeras etapas de deterioro cognitivo leve (DCL) o "con enfermedad de alzheimer".

También se examinó a personas con problemas respiratorios del sueño no tratadas en comparación con las que no mostraban trastornos respiratorios del sueño, así como a personas sin tratamiento frente a aquellos con problemas respiratorios del sueño. Así, vieron que aquellos con problemas respiratorios del sueño fueron diagnosticadas con DCL casi 10 años antes que las que no tenían ese problema.

Cuando los investigadores examinaron solo a quienes desarrollaron Alzheimer o DCL durante el estudio, aquellos con problemas respiratorios del sueño desarrollaron DCL a una edad promedio de 77 años, en comparación con un promedio de 90 años para los que no sufren problemas respiratorios del sueño. Entre ese grupo, los que padecían problemas respiratorios del sueño también desarrollaron la enfermedad de Alzheimer cinco años antes que los de sin trastornos, a una edad media de 83 años frente a 88 años.

Por otro lado, la investigación halló que aquellos que trataron sus problemas respiratorios del sueño con una máquina de presión positiva contínua en la vía aérea fueron diagnosticados con DCL unos 10 años más tarde que las personas cuyos problemas no fueron tratados, o sea a los 82 años en lugar de los 72.

"La edad de inicio del DCL para las personas cuyos problemas de respiración fueron tratados era casi igual a la de las personas sin ningún problema de respiración", dice Osorio. "Tenemos que examinar si el uso de CPAP podría ayudar a prevenir o retrasar los problemas de memoria y de pensamiento", agregó.

"Estos hallazgos se hicieron en un estudio observacional y, como tal, no indican una relación de causa y efecto. Ahora estamos centrando nuestra investigación sobre el tratamiento con CPAP y el declive de la memoria y el pensamiento durante décadas, así como específicamente en los marcadores de la muerte y el deterioro de las células cerebrales", concluye Osorio.

Tomado de:

RPP 

15 de mayo de 2015

¿Quieres un cerebro joven? Practica estos deportes

Cuerpo sano, mente sana. Esta podría ser la versión del siglo XXI de la cita extraída de las Sátiras de Juvenal en la que se implicaba que para tener un cuerpo equilibrado había que lograr primero un espíritu sano a través de la oración.

El nuevo orden de la cita estaría respaldado por las investigaciones científicas que han comprobado los beneficios que le ofrece al cerebro tener un cuerpo sano a través de la actividad física.
"Hace varias décadas que se ha estado acumulando la evidencia científica que indica los beneficios de la actividad física, tanto aeróbica como de fuerza (o resistencia), en la función cognitiva, tiempo de reacción y memoria, entre otras propiedades", le explicó a BBC Mundo el doctor César Kalazich, especialista en medicina deportiva de Clínica MEDS, en Chile.
Si bien las investigaciones apuntan a cualquier actividad física, incluso caminar, hay evidencia que no todas contribuyen de igual manera ni generan los mismos efectos.
El artículo completo en:

4 de mayo de 2015

Lo que "Alicia en el país de las maravillas" te revela sobre el cerebro

Alicia en el país de las maravillas, la obra que hace 150 años escribió el británico Lewis Carroll, ha inspirado incontables películas, pinturas e incluso piezas de ballet. Pero pocos saben todo lo que aportó al conocimiento del cerebro humano, así como su influencia no sólo en la psicología freudiana y al psicoanálisis, sino también a la neurociencia moderna.

Y es que, mucho antes de que se contara con la tenología para mapear las maravillas del cerebro, Carroll ya había trazado sus contornos con sus experimentos mentales.
"Exploró tantas ideas", exclama Alison Gopnik, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
Todos podemos aprender algo de nosotros mismos de Alicia en el país de las maravillas. BBC Future sigue su viaje a los límites exteriores del cerebro.

"Bébeme"

Si me hace crecer podré coger la llave; y si me hace encoger, podré deslizarme bajo la puerta; así que de cualquier manera entraré en el jardín, ¡y no me importa lo que ocurra!".
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carrol
Getty
En una de sus primeras aventuras, Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice "bébeme" y tras tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un pastel mágico produce justo el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca el techo con su cabeza.
Estas escenas fueron las primeras en llamar la atención de los científicos.
En 1955 un psiquiatra llamado John Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban tener esa misma sensación de "alargarse como un telescopio".
Todos ellos sufrían un transtorno neurológico que afecta a la percepción visual y que hoy se conoce como micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación", dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno.
Los diarios de Carroll revelan que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia desencadenan en el síndrome. Y eso hizo a muchos especular sobre que el escritor se inspiró en sus propias experiencias.
El artículo completo en:
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