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10 de marzo de 2013

La Guerra Fría y la propaganda anticomunista

Como dar cuenta de los movimientos de ambos bandos excedería cualquier extensión razonable, nos centraremos ahora en el lado de las democracias capitalistas. Para quien quiera hacerse una idea de las cosas al otro lado del telón de acero puede servirle este excelente artículo. Pero nos habíamos quedado en el fin de la Segunda Guerra Mundial. Con ella vino el reparto de Alemania entre las cuatro potencias vencedoras. Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos pronto agruparon sus territorios, cuya  oposición al sector soviético no dejaba de incrementarse día a día, dadas las diferentes ideas que tenían acerca del proceso de desnazificación y del sistema político y económico a aplicar. Simultáneamente, la creciente influencia de la URSS en los países de Europa del Este que había liberado del dominio nazi hacía pensar a los dirigentes occidentales en un efecto dominó, que haría caer a todo el continente bajo el control comunista. La reacción no tardó en llegar.

En 1947 la promulgación de la Ley de Seguridad Nacional da lugar a la CIA. La función de esta agencia (y de la posterior United States Information Agency, USIA, creada en 1953) era promover los intereses americanos en el extranjero —aunque también acabó haciéndolo en el territorio nacional, pese a incumplir sus estatutos— mediante, entre otras cosas, el suministro de “información”. Ese era el término usado, dado que el de “propaganda” había quedado fuertemente devaluado por el ministerio de Goebbels así llamado. Y al fin y al cabo la propaganda pierde efectividad si es reconocida como tal. El exagente de la CIA Philip Agree describía así los tipo de propaganda que elaboraban, la “blanca”, la “gris” y la “negra”:

La blanca se hace de manera abierta y declaradamente como proveniente de agencias gubernamentales de Estados Unidos, a saber, la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA); la gris es atribuida abiertamente a las personas u organizaciones no indicando al gobierno de Estados Unidos como responsable del material y que difunden esa información como si fuera propia; y la negra no se atribuye a ninguna fuente, o se atribuye a una fuente inexistente, o bien es materia falsa atribuida a una fuente real. La CIA es la única agencia del gobierno de los EE. UU. autorizada a participar en operaciones de propaganda negra, pero también comparte las responsabilidades de la propaganda gris de otras entidades, como la USIA, por ejemplo.

propaganda 

Desde entonces y como bien sabemos esta agencia gubernamental ha sido responsabilizada de toda clase de crímenes y conspiraciones ocurridas en el mundo, en unos casos con razón y en otros sin ella. Dado que estamos centrándonos en el ámbito de la propaganda, es difícil resistirse a mencionar el Proyecto Biblias en Globo de 1954, que como su nombre indica consistió en lanzar 10.000 biblias en globo hacia los países del bloque oriental. Cabe preguntarse qué resultado esperaban obtener exactamente: si tenían la esperanza de que al recoger un ejemplar en algún descampado, un comunista cualquiera ardiera por combustión espontánea o quizá simplemente la abriera preguntándose de qué trataría tan extraño libro, leyera unos versículos y acto seguido hincase la rodilla al suelo con el puño al cielo renunciando solemnemente al marxismo, a sus pompas y sus obras.

Pero no adelantemos acontecimientos. Pasados unos meses después de su creación, la agencia tuvo su primera gran misión: influir en las elecciones italianas de 1948. El Partido Comunista Italiano estaba financiado por la URSS y llegó a contar con más de dos millones de afiliados (para que nos hagamos una idea, el Partido Popular actualmente tiene algo más de 800.000) y tenía serias posibilidades de hacerse con el poder. Así que además de financiar generosamente al Partido Democristiano, se organizaron exposiciones sobre el alto nivel de vida de los trabajadores americanos, se volvieron a emitir en los cines películas de mensaje anticomunista como Ninotchka, se incentivo el envío de varios millones de cartas por parte de inmigrantes italianos en Estados Unidos a sus parientes advirtiéndoles del peligro comunista, se publicaron cartas falsificadas con las que desacreditar a los miembros del PCI y en Sicilia, debido a las altas tasas de analfabetismo, se organizó un espectáculo de marionetas ambulante con un mensaje político adecuado. Finalmente la Democracia Cristiana logró la victoria con un 48,5% de los votos. Misión cumplida. Desde entonces la CIA procuró crear una relación fluida con el Partido Socialista Italiano, dentro de su estrategia general de favorecer a la izquierda no comunista. Ese mismo año también tuvo lugar el puente aéreo en respuesta al bloqueo soviético de Berlín, una formidable operación logística de la que Estados Unidos salió fortalecido ante la opinión pública internacional.

Apenas un año después la iniciativa cambió de bando. En abril de 1949, la URSS organizó en París el Congreso Internacional por la Paz, un evento de gran repercusión mediática que contó con el apoyo de numerosos intelectuales y artistas como Charlie Chaplin y Picasso, que cedió un dibujo de una paloma de la paz que pasaría a convertirse en uno de los símbolos del siglo XX. Una brillante jugada que mostraba ante la opinión pública a los Estados Unidos como el bando belicoso frente a ellos, que solo querían la paz mundial. Así que la respuesta americana se basó en negar a sus adversarios el monopolio de la palabra “paz”, que pasó a ser incesantemente repetida en toda clase de discursos y eventos internacionales. Se distribuyó masivamente en cines y en las nacientes cadenas de televisión un documental realizado por la administración estadounidense llamado Caminos hacia la paz, se organizó una gran exposición internacional itinerante sobre las bondades de la energía atómica llamada Átomos para la paz, así como conferencias tituladas En defensa de la paz y de la libertad, Eisenhower proclamó un discurso en respuesta a la muerte de Stalin llamado Una oportunidad para la paz… etc. Se trataba, en definitiva, de que según la jerga de marketing tan omnipresente hoy día, la paz formase parte de “los atributos de la marca” USA.

Aunque todos esos esfuerzos parecían dar resultado, había un ámbito en el que EE. UU. estaba en franca desventaja y que podía resultar a medio y largo plazo arrastrado a la perdición si no se abordaba de lleno. Al menos así lo percibían en aquel momento, quizá con cierta ingenuidad. Se trataba del ámbito de los artistas, académicos e intelectuales, a los que era preciso ganar para la causa. Aunque nos resulte difícil de imaginar en estos tiempos en los que la televisión glorifica a personajes que bordean el analfabetismo, a finales de los años 40 y durante las décadas de los 50 y 60, en Francia en particular y en el resto de Europa en general, los intelectuales gozaban de un inmenso prestigio. Figuras tan celebradas como Sartre y Camus eran las que toda persona culta debía imitar al posicionarse políticamente. El inconveniente es que el compromiso de la intelectualidad con el marxismo era casi unánime.

Con el fin de congregar a intelectuales excomunistas o al menos de una izquierda no marxista, la CIA organizó en Berlín el Congreso para la Libertad de la Cultura en junio de 1950. Se trataba de dar réplica al reciente Congreso Internacional por la Paz de París y la ciudad escogida no podía estar más cargada de simbolismo. Allí acudieron a dar conferencias y debates durante cuatro días autores como Arthur Koestler (cuyo libro El cero y el infinito había sido un éxito de ventas debido en parte a que el PC francés compró sus ejemplares para evitar que nadie los leyese), Raymon Aron, A. J. Ayer y André Malraux entre otros. El evento sería la semilla de la Asociación Internacional por la Libertad Cultural, la cuña de la agencia en ese terreno intelectual inicialmente tan compacto. Dicha asociación crearía en 1953 la publicación Encounter, una revista cultural en la que entre artículos  de literatura, filosofía o arte se irían intercalando otros de tono anticomunista y favorecedores de la imagen internacional de Estados Unidos. Comenzaron publicando 10.000 ejemplares (una tirada similar a la del número 3 de Jot Down Magazine ya a la venta; cómprenla por favor, que a nosotros no nos financia la CIA) que serían distribuidos por diversos países mediante el British Council. Se trataba de llegar a las élites culturales, de forma que influyendo en su ideario se llegase también a todo el público que les seguía. La CIA fue creando otras revistas similares a lo largo del mundo como Scence and Freedom, Problems of Communism (cuyo título da cierta idea de su línea editorial), Cuadernos en América Latina, Jiyu en Japón, Quest en India, Quadrant en Australia o Tempo Presente en Italia, que eran financiadas sirviéndose en ocasiones de tapaderas como las fundaciones Rockefeller y Ford.

me casé con un comunista 

En el ámbito de la alta cultura la CIA realizó otras actividades como ediciones de libros cuyo contenido se consideraba afín, como Un yanqui en la corte del rey Arturo o Doctor Zhivago, perseguida en la Unión Soviética, aunque Jrushchov llegase a arrepentirse posteriormente de ello cuando finalmente la leyó. De hecho su autor, Boris Pasternak, tuvo que rechazar el Premio Nobel por presiones de las autoridades rusas. Un premio que, como tantas otras cosas, también servía como arma de propaganda, de ahí el empeño frustrado de la CIA en que no lo recibiera Pablo Neruda, demasiado izquierdista para su gusto. Pero en ocasiones ni siquiera los intelectuales afines resultaban de fiar, como el ganador del Premio Pulitzer de poesía, Robert Lowell, enviado a Argentina por la agencia para otro Congreso por la Libertad Cultural, que acabó con él subiéndose desnudo a una estatua ecuestre tras lanzar vivas a Hitler hasta que finalmente fue ingresado en un psiquiátrico.

Un episodio más de esta peculiar libertad de pensamiento subvencionada durante la primera etapa de la Guerra Fría —desde finales de los 40 a comienzos de los 60— cuyo balance no fue muy glorioso. Cualquier aportación intelectual digna de ser conservada se habría realizado  igualmente y todo este mundillo nunca dejó de ser en conjunto bastante refractario, demasiado europeo y elitista para los valores americanos que la CIA quería promover. Varias de estas publicaciones culturales dejaron de financiarse en 1967 tras una investigación del Congreso. Al fin y al cabo para entonces ya estaba funcionando a toda máquina la cultura de masas, genuinamente americana. El cine, la televisión, la música rock y el arte pop recogieron el testigo de la propaganda.

Lea el artículo completo en:

27 de febrero de 2013

Los jóvenes alemanes que intentaron derrocar a Hitler


Liselotte Furst-Ramdohr

Han pasado 70 años desde la ejecución de los principales integrantes de la Rosa Blanca.

Esta semana se cumplieron 70 años de la ejecución de tres estudiantes alemanes en Múnich por liderar un movimiento de resistencia contra Adolf Hitler. Desde entonces, los miembros del grupo conocido como la Rosa Blanca se han convertido en héroes nacionales en Alemania, Lilo Furst-Ramdohr era una de ellos.

En 1943, la Segunda Guerra Mundial estaba en su momento álgido; mientras tanto, en Múnich, centro del poder nazi, un grupo de estudiantes había iniciado una campaña de resistencia pasiva.
Liselotte Furst-Ramdohr, ya viuda a la edad de 29 años tras la muerte de su marido en el frente ruso, fue presentada al grupo la Rosa Blanca por su amigo Alexander Schmorell.

"Todavía puedo ver a Alex cuando me hablaba del grupo", dice Furst-Ramdohr, ahora una vivaz mujer de 99 años. "Nunca utilizó la palabra 'resistencia', sólo dijo que la guerra era terrible, con las batallas y tanta gente muriendo, y que Hitler era un megalómano y que por tanto tenían que hacer algo".

Schmorell y sus amigos Christoph Probst y Hans Scholl habían comenzado a escribir folletos en los que animaban a los alemanes a unirse en la resistencia frente al régimen nazi.

Con la ayuda de un pequeño grupo de colaboradores, distribuyeron los panfletos en direcciones postales seleccionadas al azar del directorio telefónico.

Furst-Ramdohr cuenta que el grupo no podía entender cómo el pueblo alemán había sido tan fácilmente conducido a apoyar al partido Nazi y su ideología.
"Dos hombres de la Gestapo vinieron al apartamento y lo pusieron todo patas arriba. Revisaron mis cartas, y entonces uno de ellos dijo: 'Me temo que tendrá que acompañarnos'"
Liselotte Furst-Ramdohr

"Debieron darse cuenta de lo mal que estaban las cosas, era ridículo", dice.

La Rosa Blanca distribuyó personalmente los folletos que correspondían a las direcciones de la zona de Múnich y los envió a otras ciudades a través de mensajeros de confianza.

Furst-Ramdohr nunca repartió los folletos ella misma pero los escondió en un armario para escobas en su apartamento.

También en su vivienda ayudó a Schmorell a hacer plantillas en las que se leía "¡Abajo Hitler!, y en las noches del 8 y 15 de febrero de 1943, la Rosa Blanca pintó grafitis con el mismo eslogan en paredes de todo Múnich.

Furst-Ramdohr evoca a los activistas, que arriesgaban sus vidas por sus ideas, como jóvenes e ingenuos.

Uno de los más conocidos miembros del grupo es la hermana más pequeña de Hans Scholl, Sophie, cuya historia fue posteriormente el tema central de una película nominada a los Oscar, "Sophie Scholl: los días finales". Furst-Ramdohr recuerda que Sophie estaba tan asustada que dormía en la cama de su hermano.

"Hans tenía también mucho miedo, pero querían seguir adelante por Alemania, amaban su país", señala.

Tribunal del Pueblo

Hans y Sophie Scholl fueron condenados a muerte y guillotinados el 22 de febrero de 1943.

Lea el artículo completo en:

BBC Mundo

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27 de enero de 2013

Stalingrado, la tumba del nazismo

Prisioneros nazis en la batalla de Stalingrado.
Prisioneros nazis en la batalla de Stalingrado.
  • Aquel tremendo choque de enero de 1943 se gestó el verano anterior
  • Hitler se empecinó para inferirle a Stalin una afrenta propagandística
  • Von Paulus capituló enfermo, sin víveres y casi sin munición
El 31 de enero de 1943, hace 70 años, se rindió el mariscal Erich von Paulus, jefe de las fuerzas alemanas en Stalingrado, al general soviético Vasili Zhukov. No fue la de Stalingrado una de las decenas de batallas importantes de la II Guerra Mundial, sino, acaso, la más decisiva. Hasta entonces, la Wehrmacht nunca antes había sufrido una derrota significativa, ni había capitulado uno de sus mariscales, ni había perdido, como tragado por la tierra, todo un Ejército, el VIº y gran parte del IVº ejército Panzer, dos de sus joyas y, sobre todo, aquella derrota marcó el declive de las armas alemanas y el paulatino predominio de las aliadas.
Entre el 10 de enero y el 3 de febrero de 1943, unos 100.000 alemanes partieron hacia los campos de concentración, donde morirían como moscas. No regresaron a Alemania ni 5.000. En el frente de Stalingrado, entre julio de 1942 y febrero de 1943, ambos bandos sufrieron unas 1.400.000 bajas (medio millón, muertos). Según el mariscal Malinovski, jefe del 2º Ejército de la Guardia en esa batalla capturaron o destruyeron 2.000 tanques, 2.000 aviones, 10.000 cañones y no menos de 5.000 vehículos. El Estado Mayor alemán reconoció que habían perdido seis meses de producción bélica.
Aquel tremendo choque se gestó en el verano de 1942 cuando Hitler, llevado por su impaciencia -como le sucedía cuando no se producían de inmediato los resultados que perseguía- cambió los objetivos de su ofensiva y en vez de dirigirla contra el Cáucaso, como estaba previsto, dividió sus fuerzas y lanzó lo más granado de ellas contra Stalingrado, la ciudad de Stalin.

Empeño criminal

La Luftwaffe la arrasó y en agosto, cuando llegó Von Paulus, al frente de unos 250.000 hombres, Stalingrado había dejado de ser un objetivo militar interesante. Pero Hitler se empecinó en su conquista por el prurito de inferir a Stalin una afrenta propagandística y en tan infantil empeño invirtió sus mejores tropas, preparadas para librar grandes batallas a campo abierto y sin ninguna especial aptitud para combatir en un mar de ruinas.

Y entre escombros, esqueletos urbanos y sótanos pelearon desde septiembre de 1942 a enero de 1943 más de medio millón de hombres, infiriéndose unos a otros un promedio superior a las tres mil bajas diarias, sin que los soldados alemanes, continuamente reforzados, lograran tomar hasta el último reducto soviético en la orilla derecha del Volga.

La revancha de Stalin

Aquella feroz guerra de ratas era un dislate nazi, pues, además, estaba permitiendo que el Ejército Rojo reuniera efectivos para un gran contraataque, que se produjo en noviembre. El día 23, tres ejércitos soviéticos atacaron a los gastados ejércitos alemanes del bajo Volga y a sus débiles aliados, italianos y rumanos, abriendo en el frente una brecha de más de 200 kilómetros al norte y al sur de Stalingrado, donde quedó cercada toda la fuerza de Von Paulus. Eran no menos de 300.000 hombres, aunque la mitad de ellos carecían de valor militar: decenas de miles de rumanos y croatas apenas equipados que habían llegado huyendo y una inmensa confusión de planas mayores, oficinas, personal de tierra de la aviación... bocas que alimentar más que tropas operativas.

La situación empeoró paulatinamente pues Hitler se empecinó en organizar allí un resistencia numantina confiando en que la Luftwaffe del mariscal Göring suministraría a los cercados 500 toneladas diarias de víveres y pertrechos. Vana ilusión: En los dos meses largos que duró el cerco apenas proporcionó a Stalingrado 12.000 toneladas, un tercio de lo imprescindible.

El hundimiento

Con todo aún hubo un momento para la esperanza. Mediado diciembre, el mariscal Von Manstein comenzó a abrirse paso hacia Stalingrado con un reducido ejército, tratando de romper la bolsa y abrir una vía de escape a Von Paulus. Para facilitar la operación, éste hubiera debido atacar en la misma dirección con todas sus fuerzas, pero Hitler se empecinó en que Paulus no abandonara las ruinas sino que siguiera luchando para conquistarlas. Aquella insensata orden hizo fracasar la maniobra de Manstein, cuya agotada fuerza debió replegarse para no ser a su vez copada.

El 24 de enero, todas las fuerzas de Von Paulus estaban embotelladas en las ruinas, removidas cada mañana por las granadas de la artillería soviética. En esa fecha, los alemanes perdieron Gumrak, su último aeropuerto, y las fuerzas de Rokossovski partían en dos al 6º Ejército, enlazando junto al Volga con los último reductos soviéticos. Una semana después, sin víveres, con la munición casi agotada, y enfermo capituló Von Paulus, con sus últimos hombres

Fuente:

El Mundo Ciencia

13 de enero de 2013

Así funciona una máquina Enigma



Este detallado vídeo de Brady Haran muestra el funcionamiento de una máquina criptográfica Enigma, la utilizada por los alemanes duranate la II Guerra Mundial para comunicarse secretamente. Como es bien sabido el hecho de que los criptoanalistas aliados rompieran los códigos de esta máquina «supuestamente indescifrable» fue decisivo para el final de la contienda.

Tal y como explican es uno de los mejores ejemplos de cómo las matemáticas pueden salvar vidas humanas – uno de los detalles que a mi personalmente siempre me apasionó de esta historia: que un pequeño grupo de pirados por los números pudiera ser decisivo para decantar definitivamente la mayor de las guerras que hemos sufrido en la historia.

El vídeo tiene algo más de diez minutos y aunque está en inglés tiene unos subtítulos estupendos también en inglés, de modo que es más fácil de seguir. Otra anécdota interesante es que la máquina en cuestión que aparece es una Enigma original de 1936 propiedad de Simon Singh, uno de nuestros autores divulgadores favoritos. Es el autor de libros como El ultimo teorema de Fermat o Los codigos secretos; en este último se habla extensamente de la máquina Enigma.

Tomado de:

Microsiervos

24 de diciembre de 2012

Tregua de Navidad, cuando los soldados cambiaron las armas por el balón

Nos encontramos en plena Navidad. Una época del año en la que todo el mundo, de manera directa o indirecta, se preocupa más por el prójimo y en la que parece mas fácil perdonar que en cualquier otra época. Un claro ejemplo fue la tregua de Navidad de 1914, cuando los soldados cambiaron las armas por el balón.

En diciembre de 1914 ya se había iniciado la Primera Guerra Mundial. Miles de soldados combatían por toda Europa en una contienda no había hecho nada más que empezar. El frente belga de Ypres era uno de los tantos que había abiertos por Europa. Un frente en el que cada día caían numerosos soldados. Cuando no eran las armas, era una enfermedad y cuando no, el tremendo frío el que acababa con la vida de muchas personas.

En esas llegó la Navidad y los mandos alemanes, viendo lo bajo que estaban los ánimos de sus soldados, decidieron enviarles para el 24 de diciembre ración doble de comida, tabaco, alcohol, abetos y adornos navideños para que por unas horas pudieran evadirse de su triste realidad.

Por ello, aquel día 24 todo eran risas y cánticos en el frente alemán. Una escena que cuando la vieron los aliados les dejó boqueabiertos. Sin embargo, éstos, en lugar de aprovechar la ocasión para atacar a su enemigo, decidieron emularles y se pusieron a cantar también villancicos en una bonita escena. Tal fue la cosa que varios soldados de ambos bandos se atrevieron a salir de sus trincheras y se desearon una feliz Navidad.

El día 25 el ambiente festivo siguió en el frente. De hecho, un soldado escocés sacó un balón de fútbol y se disputó un partido que enfrentó a los soldados alemanes con los aliados que acabó con victoria de los germanos por 3-2. Una escena curiosa, ya que durante el partido primó una gran deportividad cuando días antes se disparaban los unos a los otros con balas y no con un balón de fútbol.
Así lo contó el propio Teniente alemán Niemann en una carta: “Un soldado escocés apareció cargando un balón de fútbol; y en unos cuantos minutos, ya teníamos juego. Los escoceses ‘hicieron’ su portería con unos sombreros raros, mientras nosotros hicimos lo mismo. No era nada sencillo jugar en un terreno congelado, pero eso no nos desmotivó. Mantuvimos con rigor las reglas del juego, a pesar de que el partido sólo duró una hora y no teníamos árbitro. Muchos pases fueron largos y el balón constantemente se iba lejos. Sin embargo, estos futbolistas amateurs a pesar de estar cansados, jugaban con mucho entusiasmo. Nosotros, los alemanes, descubrimos con sorpresa cómo los escoceses jugaban con sus faldas, y sin tener nada debajo de ellas. Incluso les hacíamos una broma cada vez que una ventisca soplaba por el campo y revelaba sus partes ocultas a sus ‘enemigos de ayer’. Sin embargo, una hora después, cuando nuestro Oficial en Jefe se enteró de lo que estaba pasando, éste mandó a suspender el partido. Un poco después regresamos a nuestras trincheras y la fraternización terminó. El partido acabó con un marcador de tres goles a favor nuestro y dos en contra. Fritz marcó dos, y Tommy uno”.

A aquel partido y los hechos que sucedieron se les denominó como ‘Tregua de Navidad’.


La gran película Joyeaux Noel (Feliz Navidad) del año 2006 narra esta 
increíble historia. Veanla si pueden.

La tregua fue también recordada en el vídeo de Paul McCartney Pipes of Peace (1983)



Fuentes:

ISCC Historia

Infobae

16 de diciembre de 2012

Hawking pide el indulto para Alan Turing, condenado por homosexualidad en 1952

Alan Turing. | EM

Alan Turing. | EM
En 1952 el matemático Alan Turing, que descifró códigos nazis durante la II Guerra Mundial, fue condenado y castrado químicamente por ser homosexual. 60 años después Stephen Hawking y otros diez científicos se han dirigido al Gobierno británico para pedir su indulto póstumo.

En una carta publicada este viernes por el diario 'Daily Telegraph', el grupo de científicos insta al primer ministro conservador, David Cameron, a que "perdone formalmente" al matemático, que ayudó a descifrar el código alemán Enigma.

Con 43 años, Turing se suicidó en 1954 envenenándose con cianuro tras su condena por homosexualidad, entonces ilegal en el Reino Unido.

Además de la carta -firmada por científicos como el astrónomo real Martin Rees o Paul Nurse, responsable de la Royal Society-, se ha presentado una moción en la Cámara de los Lores para que Turing sea perdonado antes de que acabe el curso político.

En opinión de los firmantes, Turing fue "uno de los matemáticos más brillantes de la era moderna", que protagonizó el "extraordinario logro" de descifrar los códigos generados por la máquina Enigma, con la que los nazis enviaban sus mensajes secretos durante la contienda mundial.

Michael Grade, que preparó la carta, expresó su deseo de que Cameron use su autoridad para perdonar a Turing, teniendo en cuenta el "brutal" tratamiento que recibió: "Es algo de lo que nosotros, como país, debemos avergonzarnos", señaló en declaraciones a "The Telegraph".

Perdón sin indulto

En 2009, el primer ministro Gordon Brown pidió perdón al matemático que, según sus palabras, fue tratado de forma "horrible", pero no lo perdonó oficialmente.

Otro intento de indulto fue frustrado el pasado febrero por la coalición gubernamental de conservadores y liberaldemócratas. Tom McNally, del ministerio de Justicia, admitió que la decisión era "chocante" pero que el perdón "no se consideró apropiado ya que Turing fue propiamente condenado por lo que en esa época era un delito criminal".

"Tenemos el caso de alguien del que estamos muy orgullosos de llamar genio pero que no somos capaces de perdonar por tener la orientación sexual 'equivocada' en la década de los 60", lamentó Grade.


Fuente:

El Mundo Ciencia

9 de diciembre de 2012

¿Sabías que el miedo a los bombardeos nazis mató más de 4000 británicos?

El 25 de agosto de 1939 los ministros de exteriores ruso, Molotov, y alemán, Ribbentrop, firman un pacto de no agresión. La sentencia de Polonia y el comienzo de la II Guerra Mundial estaban firmados. El 1 de septiembre, Alemania invade Polonia y dos días más tarde  el Reino Unido, Australia,  Nueva Zelanda, Francia, Sudáfrica y Canadá le declaran la guerra. A pesar de esta declaración, Hitler seguirá avanzando.

El Reino Unido está en guerra y aunque no ha intervenido activamente se comienzan a tomar medidas desde Londres. Temiendo los bombardeos de la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) se establecen restricciones respecto al alumbrado; se prohibe encender cualquier tipo de luz por las noches, incluso llegando al extremo de ser arrestados por encender un cigarrillo en la calle. Al caer la noche la oscuridad invade las calles británicas y la única que se atreve a romper la prohibición es la luna.



A pesar de ello, la gente trata de llevar una vida “normal” con las limitaciones propias de la oscuridad. Caminar por las calles de convierte en una carrera de obstáculos (coches, farolas, bordillos, árboles…), los coches sin luces – incluso las del salpicadero – se esquivan unos a otros, los tranvias pasan a ser “el peligro silencioso”, los accidentes de tráfico se incrementaron un 100% respecto al año anterior…
En los primeros 4 meses de “guerra”, septiembre a diciembre de 1939, habían muerto 4.133 personas en suelo británico (tres cuartas partes peatones) y la Luftwaffe todavía no había lanzado ni una sola bomba.
Fuentes: Wartime – Juliet Gardiner, How We Drive, WW2

Fuente:

Historias de la Historia

Historia: "Somos más de 200 millones, no podréis colgarnos a todos"

Me vais a colgar, pero no soy la única. Somos más de 200 millones, no podréis colgarnos a todos… estas fueron las palabras de la heroína rusa de 18 años Zoya Kosmodemyanskaya poco antes de ser ejecutada.



Zoya Kosmodemyanskaya

Siendo muy pequeña ya mostró su interés por la lectura, la música, los grandes pensadores… que fueron forjando su carácter indómito e idealista. Con 15 años se unió al Komsomol (las juventudes del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS). En 1941, tras la invasión de los alemanes y con sólo 18 años, se ofreció voluntaria para forma parte de un grupo de partisanos que participaban en misiones de sabotaje y reconocimiento tras las líneas enemigas. El 27 de noviembre 1941, el grupo de Zoya logró cruzar el frente y se adentraron en territorio ocupado por los alemanes hasta llegar al pueblo de Petrischevo, donde estaba acuartelado un regimiento de alemanes. Zoya prendió fuego a varias cuadras y a dos casas ocupadas por los alemanes, pero un colaboracionista ruso la delató – fue recompensado con una botella de vodka – y fue capturada.

La llevaron a una cabaña y durante 48 horas fue sometida a todo tipo de torturas y vejaciones para que delatase a sus camaradas. Ante la desesperación del oficial al mando, ya que Zoya no decía nada, la mañana del 29 de noviembre la sacaron de aquella sala de torturas y la pasearon con un cartel al cuello “Incendiaria de hogares” hasta el centro del pueblo… le esperaba la horca. Los alemanes y el pueblo entero, obligados a presenciar la ejecución, rodeaban el cadalso pero cuando se iba a proceder a la ejecución, uno de los oficiales alemanes ordenó esperar hasta tener preparada su cámara fotográfica, momento que aprovechó Zoya para gritar:
Camaradas, ¿por qué estáis tan tristes? Yo no tengo miedo a morir, soy feliz de morir por mi pueblo [...]
Me vais a colgar, pero no soy la única. Somos más de 200 millones, no podréis colgarnos a todos. Mis compañeros vengarán mi muerte. Alemanes, rendíos antes de que sea demasiado tarde. La victoria es nuestra.


Durante un mes,  el cuerpo congelado de Zoya estuvo colgado hasta que unos alemanes borrachos decidieron cortarle el pecho izquierdo y los oficiales ordenaron enterrar a Zoya. En 1942 el pueblo de Petrischevo fue liberado por el ejército ruso, el colaboracionista ruso fue ejecutado y a Zoya se le concedió a título póstumo la más alta distinción Héroe de la Unión Soviética. El oficial alemán que hizo las fotos murió en el combate y en uno de sus bolsillos se encontraron las fotos de la ejecución: 1 y 2. El hermano de Zoya, Aleksandrk, también fue condecorado a título póstumo como Héroe de la Unión Soviética.

Fuentes e imágenes: El primer ensayo sobre Zoe Kosmodemyanskoy, Zoya Kosmodemyanskaya Martyrdom

Fuente:

Historias de la Historia

14 de noviembre de 2012

La química de las trincheras

Queridos lectores, hoy vamos a hablar de uno de los capítulos oscuros de la historia de la ciencia, pues debemos conocer los errores del pasado para evitar volver a repetirlos. No es raro oír hablar sobre los daños producidos por la ciencia en el desarrollo de las armas nucleares, pero sin embargo, pocos parecen recordar el importante papel que ha jugado, y aún juega, la guerra química.

El primer obstáculo al que nos enfrentaremos será fechar el inicio del uso de la química en los conflictos armados. Desde tiempos inmemoriales se han empleado venenos en la guerra (untados en flechas, para emponzoñar el agua, etc…). También tenemos indicios de que se han empleado sustancias químicas, esparcidas en forma de polvo, en abordajes a barcos, o para asfixiar a enemigos ocultos en túneles. O, por poner un célebre ejemplo, el fuego griego. Por tanto, vamos a iniciar este artículo remontándonos a la Primera Guerra Mundial, primer conflicto en el que estas armas empezaron a ser usadas de forma considerable, y con la característica que se trataba de sustancias químicas sintetizadas artificialmente.


En agosto 1914, las tropas francesas lanzaron granadas rellenas de bromuro de xililo, un gas lacrimógeno, con la intención de incapacitar a los enemigos. Esta acción da comienzo al uso de las sustancias químicas en la guerra. Apenas unos meses más tarde, Alemania (pese a que anteriormente había firmado un tratado en el que se comprometía a no utilizar armas químicas) lanzó más de 18.000 obuses llenos de bromuro de xililo sobre el frente ruso… fallando estrepitosamente en cuanto este, por las temperaturas, se congeló.

NOTA: Para los no muy duchos en historia, os recuerdo que la Primera Guerra Mundial se libró entre la Triple Alianza (Alemania, Austrohungría e Italia) y la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia).

Sin embargo, este fallido ataque sólo llevaría a Alemania a desarrollar armas químicas más potentes y efectivas, proceso en el que destaca el químico Fritz Haber. Gracias al proceso Haber (por el que recibió el Premio Nobel), capaz de producir amoniaco a partir del  nitrógeno de la atmósfera, Alemania pudo obtener nitratos para sus explosivos. Pero su contribución a la guerra no acabaría ni mucho menos aquí, como pronto veremos.

El primer gas letal empleado en las trincheras fue el cloro. El 22 de abril de 1915 (primera batalla de Ypres), las tropas alemanas arrojaron 160 toneladas de cloro sobre el frente en Bélgica, logrando la retirada de los franceses. Sin embargo, debido al temor de los soldados alemanes por el gas, no fueron capaces de avanzar, siendo recuperado el terreno por los refuerzos de la Triple Entente.

El cloro producía daños al ser inhalado, ya que puede formar ácido clorhídrico en las mucosas de los pulmones. Sin embargo, es fácilmente detectable (desprende un fuerte olor y forma una nube amarillo-verdosa fácilmente visible):


Se cuenta que en la batalla de Ypres, un oficial médico se percató que el gas lanzado por las tropas alemanas era cloro, y para protegerse frente a este gas, ordenó a los soldados orinar sobre un pañuelo y colocárselo delante de la boca, debido a que los compuestos de la orina reaccionarían con el cloro, cristalizándolo, de modo que se previniese la inhalación.

Pese a los remilgos iniciales, el ejército británico adoptó rápidamente estas técnicas, siendo favorecidos por las condiciones atmosféricas (la dirección de los vientos del frente favorecía que los gases llegaran al frente aliado).

La siguiente arma química utilizada es el fósgeno, que además de producir quemaduras químicas, es enormemente tóxico. Presenta la ventaja frente al cloro de ser incoloro y de producir un olor menos llamativo; en ocasiones se mezclaba fósgeno con cloro, para aumentar la densidad y facilitar la difusión del primero. Esta mezcla era conocida como Estrella Blanca entre los soldados aliados.

Otra desventaja del fósgeno es que sólo producía efectos 24 horas después de la exposición, aunque esto también pudo ser beneficioso para los soldados aliados.

Con la aparición del fósgeno se desarrollaron los primeros cascos antigás, bastante simples. Constaban de una protección ocular, y el resto del casco no se diferenciaba mucho de una bolsa impregnada con sustancias químicas cuya función era neutralizar el gas.

Sin embargo, el más peligroso (y tristemente célebre) agente químico usado es el gas mostaza, que se llama así por su olor a mostaza. En contacto con la piel produce dolorosas ampollas, efecto parecido al que produce al ser inhalado, asfixiando a la víctima de una forma enormemente dolorosa. El creador de este gas es, como no, Fritz Haber.

Este gas era lanzado en las trincheras en forma líquida (debajo de 21ºC), en la que es inofensiva; sin embargo, al evaporarse dentro de las trincheras, causaba la muerte al que no pudiese escapar a tiempo. Este gas, cuya estructura química vemos a continuación, es responsable de miles de muertes sólo en la Gran Guerra:


Otro gran problema del gas mostaza era la dificultad de protegerse: durante la Gran Guerra, no se encontró un medio efectivo de guarecer a los soldados contra éste.

Según los datos que hemos consultado, se estima el número de muertos totales de la Primera Guerra Mundial en 9.906.000. De esos casi 10 millones, “sólo” 85.000 soldados perecieron debido a los gases usados en la Gran Guerra. Sin embargo, las armas desarrolladas serían responsables de muchas muertes en futuras guerras… pero eso, pertenece a otro capítulo (sí, siempre quise decir esto) de nuestra serie sobre la guerra química.

Tomado de:

19 de octubre de 2012

El Felix Baumgartner de la II Guerra Mundial: cayó desde 6.000 m. sin paracaídas y sobrevivió

Nicholas Alkemade se vio obligado a saltar de su bombardero cuando este fue derribado torciéndose tan sólo un tobillo en el «aterrizaje» 


Hace pocos días Felix Baumgartnerentró en la historia al hacer un salto al vacío desde nada menos que 39.043 m. de altura y batir tres récords mundiales. Sin embargo, otros héroes han llevado a cabo proezas parecidas sin apenas reconocimiento. Uno de ellos fue el aviador británico Nicholas Alkemade que, en plena Segunda Guerra Mundial, sobrevivió después de saltar sin paracaídas de un bombardero en llamas desde una altura de 6.000 m.

La increíble historia de este soldado británico se sucedió en 1944, año en que los aliados habían comenzado a proyectar su gran ofensiva en contra de las fuerzas nazis. Estos planes culminarían con el inicio de un gran desembarco en las playas de Normandía el 6 de junio de ese mismo año, hecho que ha quedado grabado en el tiempo hasta hoy.

Los sucesos relacionados con Alkemade se produjeron tres meses antes, en marzo, según narra el historiador y periodista Jesús Hernández en su libro «Hechos insólitos de la Segunda Guerra Mundial» (el cual presenta en su blog personal). «La historia comienza el día 24, cuando el 115º Escuadrón aéreo de la RAF (Real Fuerza Aérea Británica) se dirigía a Berlín para llevar a cabo una misión de bombardeo» afirma.

El grupo estaba formada por bombarderos británicos pesados del tipo «Lancaster», y, dentro de uno de ellos, conocido como el «S for Sugar», se encontraba Nicholas Alkemade, un joven militar de tan sólo 21 años. La misión, como explica Hernández, era cuanto menos peligrosa: «El S for Sugar llevaba en sus bodegas seis toneladas de bombas que tenía que arrojar sobre la capital del Reich. En total, 300 bombarderos pesados se dirigían a Berlín a una altitud de 6.000 metros y a una velocidad cercana a los 400 kilómetros por hora».

Una misión accidentada

En un principio no hubo dificultades, ya que el despegue se desarrolló sin problemas y el vuelo hacia la capital alemana fue tranquilo. Sin embargo, al acercarse a su objetivo, un centenar de cazas de la fuerza aérea nazi (Luftwaffe), salieron al encuentro de la formación aliada. Las cosas comenzaron a ponerse feas.
Los miembros del «S for Sugar», al igual que todos los efectivos británicos, se prepararon entonces para la defensa. Pero, dentro de toda la tripulación, el peso del combate lo tendría una única persona. «La mayor responsabilidad recaía sobre el artillero de cola, en este caso el sargento Nicholas Alkemade. Su misión era manejar cuatro ametralladoras de 7,7 mm de las ocho con las que contaba el Lancaster» expone el historiador.
Alkemade, en la parte trasera del avión, se ocupaba de las ametralladoras inmerso en una pequeña cabina de plástico transparente. «No disponía de espacio ni para llevar el paracaídas puesto. Si había que escoger un lugar dentro del avión, es posible que ése fuera el menos solicitado. Además de la soledad y la incomodidad que se experimentaba en ese puesto de combate, los aviones alemanes solían iniciar el ataque a los bombarderos por la cola, por lo que el artillero de cola era el primero en recibir la bienvenida» determina Hernández.

Aunque la batalla fue cruenta, finalmente los aliados se alzaron con la victoria, pero aún había que cumplir la misión. Por ello, cada avión dejó caer sus tres centenares de bombas sobre suelo alemán. «Después de arrojar su carga mortífera y defenderse con éxito de los cazas alemanes, el ‘S for Sugar’ giró para emprender el camino a casa. La misión estaba cumplida» explica el experto.

Salto al vacío

Sin embargo, aún quedaba un enemigo, un bimotor alemán del tipo Ju-88 que atacó al «S for Sugar» durante la noche. «Sus disparos impactaron en el fuselaje y en la cabina de plástico de Alkemade, pero el joven sargento reaccionó a tiempo y dirigió sus ametralladoras contra el bimotor germano. Una ráfaga logró incendiar el motor izquierdo del Ju-88 y éste cayó en picado» afirma el periodista.

Pero su alegría no duró mucho, ya que, de repente, la voz del piloto resonó en la cabeza del joven: «¡Hay que saltar! ¡Vamos, fuera, fuera!». «Mirando hacia atrás, vio que el aparato estaba en llamas. El ataque del avión alemán había incendiado el Lancaster. Moviéndose con dificultad para salir de su cabina, Alkemade intentó alcanzar su paracaídas, pero éste comenzaba a ser pasto de las llamas» sentencia Hernández.

La situación se complicó. Alkemade vio como sus seis compañeros abandonaron el bombardero con sus respectivos paracaídas mientras que el suyo estaba totalmente inutilizado por las llamas. «El avión comenzaba a caer y él estaba allí, en su interior. El fuego estaba a punto de llegarle. Instintivamente, pensó que lo único que podía hacer era saltar. Al menos, no había duda de que su muerte sería instantánea» completa Hernández.
Estaba decidido. El aviador se tiró del bombardero sin más protección que su uniforme. Según explicó posteriormente, se arrojó boca arriba mirando hacia el cielo estrellado. De hecho, en varias entrevistas posteriores declaró: «Tuve una sensación parecida a la de acostarme en una nube, tumbado en un colchón muy blando. La verdad es que no tuve la impresión de estar cayendo. Recordé que sólo faltaba una semana para disfrutar de mi permiso y que ya no volvería a ver jamás a mi novia Pearl. De todos modos, pensé que si eso era la muerte, tampoco era tan malo...»

Después Alkemade perdió el conocimiento debido al cambio brusco de presión. Pero, en lugar de abrir los ojos en la otra vida, despertó tumbado sobre el suelo, estaba vivo. «Confundido, lo primero que sintió fue frío. Tocó la superficie sobre la que estaba tumbado y comprobó que era nieve blanda. No se lo podía creer. Miró su reloj y marcaba las tres y diez de la madrugada y él estaba allí, sobre la nieve y rodeado de altos y frondosos árboles», determina el historiador.

«En cuanto recuperó totalmente el conocimiento, intentó buscar una explicación lógica a lo que le había ocurrido. Lo más probable es que cayese sobre las copas de aquellos árboles. Finalmente, la nieve, de medio metro de espesor, le ayudó a amortiguar su caída» explica en el texto el experto.

Además, su suerte aún no se había acabado, pues comprobó todos sus miembros esperando tener el cuerpo destrozado y sólo pudo apreciar unas pequeñas quemaduras provocadas por el fuego del bombardero, algunas rozaduras por el choque contra los árboles y una torcedura en la rodilla derecha. Apenas unos rasguños considerando los resultados catastróficos que podían haberse dado.

Cautiverio

Para Alkemade había pasado lo peor, pero todavía no estaba a salvo...

Lea la historia completa en:


17 de octubre de 2012

Tres 'hackers' polacos que salvaron miles de vidas

Todo empezó por una equivocación. A finales de 1927, un voluminoso paquete remitido desde Alemania llegó al departamento de Correos de Varsovia. Las autoridades alemanas pidieron una y otra vez su devolución, aduciendo que el envío se había producido por error. Intrigados por tanta insistencia, y aprovechando que era sábado por la tarde, los agentes del servicio secreto polaco decidieron abrir la caja y vieron que contenía una máquina de cifrado Enigma. Después de desmontarla pieza a pieza y estudiarla, la volvieron a montar cuidadosamente y el lunes siguiente la remitieron a los alemanes.

Un equipo de matemáticos polacos trabajó durante casi dos décadas para romper el código de cifrado de estas máquinas, que fue perfeccionado varias veces.

Una máquina Enigma.
Una máquina Enigma.

Su labor, sin embargo, ha quedado oscurecida por la historia y mucha gente atribuye la autoría de esta hazaña exclusivamente a los ingleses. Para "restaurar la justicia", el Parlamento polaco ha lanzado una campaña para que se reconozca el esfuerzo de Marian Rejewski, Jerzy Rozycki y Henryk Zygalski, cuyo trabajo fue crucial. En el edificio del Senado de Varsovia se inaugurará próximamente una exposición sobre las Enigma y ese mismo día se votará una resolución que ensalce el papel de los tres 'hackers' polacos.

En apariencia, las Enigma no eran muy diferentes a una máquina de escribir un poco voluminosa. En su interior, sin embargo, un complejo sistema electromecánico que los nazis consideraban "indescifrable" servía para convertir instrucciones, partes meteorológicos y planes de guerra en un galimatías sin sentido e inútil sin otra Enigma que fuese capaz de traducirlo.

Las 10.545 combinaciones posibles quedaron reducidas gracias al tesón de los 'hackers' polacos y a varios golpes de suerte, como un mensaje de prueba en el que un operador se limitó a escribir la misma letra varias veces.

En un mansión de la campiña inglesa llamada Bletchley Park, el equipo británico de criptógrafos comandado por el célebre Alan Turig trabajaba contra reloj con los datos proporcionados por sus colegas polacos para romper el lenguaje de estas máquinas, lo que equivaldría a tener ojos y oídos en todos los cuarteles alemanes. Varias misiones tuvieron como único objetivo hacerse con una de estos ingenios o con un libro de claves, y la información obtenida pasaba a engrosar el informe Ultra, guardado en una caja fuerte de la que sólo Churchill tenía la llave.

Según el propio Churchill, "gracias a Ultra pudimos ganar la guerra". Puede que no fuese para tanto, pero muchos historiadores afirman que la Segunda Guerra Mundial duró menos gracias a ello.

Durante la Guerra Fría, los gobiernos británico y norteamericano vendieron algunas Enigma a otros países, ocultándoles durante décadas el hecho de que ya habían sido 'hackeadas'. A pesar de su contribución, ningún soldado polaco fue invitado a participar en el desfile del día de la Victoria en 1945, y en 2001 la película 'Enigma', protagonizada por Kate Winslett, sólo tenía un personaje polaco, que hacía de traidor.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de julio de 2012

Sobrevivir a dos explosiones nucleares

Uno de esos momentos de la historia que será difícil de borrar son los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en Japón; la única vez que se ha hecho uso de armas nucleares y que debería ser suficiente para que sea el último. Terminada la guerra en Europa, los presidentes de EEUU, Reino Unido y China – Harry Truman, Winston Churchill y Chiang Kai-Shek respectivamente – emiten un ultimátum a Japón, en la llamada Declaración de Potsdam, con las condiciones de su rendición. Japón lo ignoró y, como advertía el comunicado, tuvo que hacer frente a “una rápida y total destrucción”.

Little Boy fue lanzada sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y Fat Man sobre Nagasaki el 9 de agosto. Durante los primeros meses se calcula que el número de fallecidos, por múltiples circunstancias, fue de más de 100.000 personas en Hiroshima y alrededor de 70.000 en Nagasaki. El 2 de septiembre, Japón firmaba el Acta de Rendición a bordo del USS Missouri. A pesar del terrible número de víctimas en el mismo día del lanzamiento de las bombas, en ambas ciudades, hubo algunos casos de japoneses que sobrevivieron a las dos bombas… fueron los llamados nijyuu hibakusha.




Little Boy y Fat man

Se cree que hubo unas 165 personas que sobrevivieron a ambas bombas, pero el caso más conocido, por un libro y el documental Niju Hibaku (Dos veces bombardeado), fue el de Tsutomu Yamaguchi, reconocido como el único superviviente oficial de las dos explosiones que falleció en 2010 a los 93 años. 

Tsutomu Yamaguchi era un diseñador de barcos de la Mitsubishi Heavy Industries que se encontraba en Hiroshima por temas de trabajo. Aunque sufrió algunas quemaduras, su obsesión era comunicarse con su familia pero no había posibilidad, así que en cuando obtuvo el permiso para abandonar la ciudad, el 8 de agosto, regresó a su casa: Nagasaki. Al día siguiente, se incorporó a su trabajo y, mientras explicaba a sus compañero la experiencia vivida… volvió a ser testigo de otra masacre.




Tsutomu Yamaguchi

Tras la guerra muchos periodistas intentaron localizar a los nijyuu hibakusha pero, a pesar de los afortunados que fueron, sólo pudieron localizar a un puñado de ellos. Muchos sufrieron secuelas psicológicas que les traumatizaron y no querían hablar de aquellos fatídicos días y, además, la sociedad, todavía ignorante de las consecuencias de la radicación, desconfianza de ellos por miedo al contagio. No fue hasta el incidente en el atolón Bikini, en 1954, donde un atunero japonés, el Daigo Fukuryu Maru, fue contaminado por la radiación causada por la explosión de un bomba de hidrógeno de los EEUU, cuando las autoridades japonesas tomaron conciencia de este problema y aprobaron una ley que proporcionaba atención médica gratuita para los afectados por las bombas atómicas.

Cuando Tsutomu Yamaguchi perdió a su hijo por un cáncer en 2005, a la edad de 59 años, hizo pública su historia.

Fuente:

24 de junio de 2012

Turing, el hombre que venció a los nazis con la ciencia

Alan Turing (1912-1954) se suicidó cuando tenía 42 años. | EL MUNDO
Alan Turing (1912-1954) se suicidó cuando tenía 42 años. | EL MUNDO

La comunidad científica rinde hoy homenaje a Alan Turing (1912-1954), uno de sus miembros más brillantes. Hoy (23 de junio de 2012) se cumplen cien años de su nacimiento en Londres, un acontecimiento que será aprovechado para repasar a través de exposiciones y conferencias su extraordinaria contribución a la ciencia y a la humanidad. Porque además de ser considerado el padre de la informática y de la inteligencia artificial, ha pasado a la historia como el hombre que ayudó a salvar miles de vidas durante la II Guerra Mundial.

Lo logró gracias a su gran intuición matemática. El científico británico fue el arquitecto del dispositivo 'Bombe', con el que desde la instalación militar de Bletchley Park, a unos 80 kilómetros de Londres, los británicos fueron capaces de descifrar los mensajes encriptados de la máquina alemana 'Enigma' que usaban los nazis. Su sistema ayudó a los Aliados a vencer a los germanos y, según calculan muchos analistas, permitió acortar la duración de la guerra en un par años, evitando la muerte de miles de personas.
Se le considera el padre de la informática y de la inteligencia artificial
Una de estas máquinas 'Enigma' se exhibe en la exposición que el Museo de Ciencia de Londres acaba de inaugurar para conmemorar el centenario de su nacimiento y que podrá visitarse hasta el 31 de julio.
Turing también realizó importantes investigaciones en biología del desarrollo. "Hay pocos científicos que hayan hecho contribuciones tan determinantes a la ciencia", apunta Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial (IA) del CSIC.
Un legado sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que tuvo una vida corta. Murió a los 42 años. Se suicidó en 1954, dos años después de que fuera condenado por ser homosexual, pues en aquella época se consideraba un delito. Y es que aunque el científico fue reconocido por su valiosa aportación de la ciencia, fue víctima de la intransigencia de la sociedad inglesa de mediados del siglo XX.

Condenado por ser homosexual

Sus problemas comenzaron en 1952, cuando su amante, Arnold Murray, entró a robar en su casa. Durante la investigación policial, Turing admitió con naturalidad ser homosexual sin prever las consecuencias: se abrió un proceso contra él y fue acusado de perversión. Para evitar ir a prisión, aceptó someterse a un tratamiento con estrógenos, que le causó impotencia y obesidad.

La máquina 'Enigma', usada por los nazis.
La máquina 'Enigma', usada por los nazis.

Dos años después de la castración química, fue encontrado muerto junto a una manzana mordisqueada en la que se había inyectado cianuro. La versión oficial sostiene que fue un suicidio, una conclusión rechazada por su madre, que siempre sostuvo que su hijo ingirió el veneno de forma accidental. Su muerte dio pie, además, al desarrollo de teorías que sugerían que fue asesinado. Aunque se especuló con que la manzana mordisqueada del logo de Apple fue un homenaje de Steve Jobs a Turing, el fundador del gigante de la informática siempre lo desmintió.

En 2009, el primer ministro británico en aquella época, Gordon Brown, se disculpó públicamente en nombre del gobierno por la forma en que el científico fue tratado. Sin embargo, hace unos meses Cámara de los Lores rechazó pedir un perdón póstumo y simbólico a Turing por haber sido acusado de "indecencia grave" en 1952. El argumento para rechazar la petición fue que en aquella época se trataba de un delito y la ley se aplicó cómo debía hacerse.

Padre de la informática

La primera gran contribución de Turing, repasa López de Mántaras, fue la Máquina Universal de Turing y el concepto de ordenador programable. Es decir, que puede desarrollar distintas tareas: "Definió los límites de lo que un ordenador puede hacer".

Él fue el primero que definió de forma rigurosa el concepto de algoritmo, que marca las instrucciones que siguen los programas. Además, contribuyó a la construcción del ordenador ACE, aunque su prematura muerte no le permitió verlo acabado.

Su segunda gran aportación fueron sus trabajos sobre máquinas inteligentes: "Fue el precursor de las redes neuronales en inteligencia artificial", una rama que nació oficialmente en 1956. "La posibilidad de que las máquinas pensaran es una idea muy antigua, que ya se planteaba en la Edad Media", afirma.
Se suicidó en 1954, dos años después de ser sometido a una castración química por ser homosexual
En un artículo publicado en 1959 proponía una prueba, que se conoce como el Test de Turing, para medir las habilidades de una máquina. Un humano, que actúa como interrogador, debe conversar con una máquina diseñada para comportarse como una persona y con otro humano (a los que no puede ver) e intentar descubrir cuál es la persona y cuál es la máquina.

López de Mántaras sostiene que esta prueba, que sigue utilizándose en algunos ámbitos, ya no se considera relevante para medir el progreso de la inteligencia artificial: "Este test se centra en los conocimientos y habilidades que se pueden expresar. Y la inteligencia humana es mucho más que poder llevar a cabo un diálogo. Hay procesos cognitivos fundamentales que no son expresables y este test no puede valorarlos", explica.

El investigador del CSIC también destaca las investigaciones de Turing en biología del desarrollo: "Se preguntó por qué había tanta variedad en la piel de los animales de la naturaleza si las células embrionarias eran homogéneas. Para explicar por qué algunos tenían rayas y otros manchas formuló una teoría que este mismo año ha sido demostrada por un equipo de investigadores del King´s College: "Turing creía que los diferentes patrones de los animales (manchas, rayas, etc.) se debían a un desequilibrio en las concentraciones de dos morfogenes, uno que es inhibidor y otro activador. Si estas concentraciones estuvieran en equilibrio, no habría diferencia en los patrones", explica López de Mántaras.

Como recuerda David Leavitt en 'El hombre que sabía demasiado' (Editorial Antoni Bosch), sólo tras la desclasificación de los documentos sobre su trabajo en Bletchley Park y la posterior publicación de la magistral biografía de Andrew Hodges en 1983, empezó a hacérsele justicia a este gran pensador cuyo extraordinario legado e intuición siguen provocando admiración 60 años después de su muerte.

Fuente:

El Mundo Ciencia
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