Reino Unido está repleto de pueblos rarísimos, como Hay-on-Wye(un reino independiente dedicado a la literatura) o una isla que hasta apenas un lustro atrás aún vivía bajo un régimen feudal. Pero hoy quiero hablaros de otro lugar británico en el que sólo pasó algo interesante la noche de jueves 28 de marzo de 1963.
El pueblo de marras se llama Norwich. Según contaban los lugareños, aquella noche había pasado sobre el pueblo un avión cargado con 70 kg de un pigmento especialmente preparado de sulfuro de zinc y cadmio, que fue soltado a una altitud de 150 metros en el punto en el que el avión pasaba a barlovento de Norwich.
El avión había partido desde Aldeburgh rumbo a Suffolk.
Las habladurías siguen así: las partículas anaranjadas fluorescentes se dispersaron a merced de una leve brisa. En tierra, diversos funcionarios esperaban la caída de dichas partículas en cuarenta lugares del pueblo y sus alrededores. Los funcionarios trabajaban en el Establecimiento Experimental de Defensa Química, de Porton Down, en Wiltshire.
Mediante colectores midieron la caída de las partículas, a fin de comprobar la eficacia en un bombardeo de guerra biológica. Tal y como explica Hugh Aldersey-Williams en La tabla periódica:
El pigmento fluorescente de cadmio era simplemente un trazador conveniente y supuestamente inocuo, preparado de forma particulada para que se pareciese a un agente biológico potencial. El Ministerio de Defensa realizó muchas de estas pruebas desde mediados de la década de 1950 (a veces, con el fin de no despertar una atención indebida, sobre las mismas instalaciones de defensa). Pero a veces los funcionarios estimaban necesario seleccionar un blanco más realista. Éste fue el caso de Norwich, en el que la idea era ver si las partículas caerían al suelo en un ambiente urbano contra la corriente de aire caliente que se elevaba desde las casas densamente agrupadas. Aquella tarde, sólo niveles bajísimos de pigmento alcanzaron los lugares de los colectores. Las pruebas aéreas se repitieron cuatro veces en los primeros y fríos meses de 1964.Las habladurías confirmaron sus sospechas cuando en 1994 se hicieron públicas estas pruebas. La gente pensó que dicha ocultación de pruebas respondía a problemas de salud, pero un informe de 2002 señalaba que la exposición al cadmio que habían sufrido los habitantes de Norwich era el equivalente al de cualquier persona que viviera durante pocas semanas en una gran ciudad. O a fumar cien cigarrillos.
Más tarde, sin embargo, un cirujano del pueblo señaló que los habitantes tenían niveles de cáncer de esófago por encima de la media, y que ello podía deberse a la exposición a aquel cadmio.
Un portavoz del Ministerio de Defensa declaró en respuesta, tal como se informó en el Norwich Evening News, que los materiales de la prueba eran “estimulantes inocuos” (un oxímoron imaginativo; presumiblemente ella dijo, o debió decir, “simulantes”). Posteriormente se demostró que la incidencia de cáncer estaba acorde con lo que cabía esperar si se tenía en cuenta la edad y la salud general de la población. En último término, el mayor riesgo real pudieron haberlo experimentado los funcionarios observadores de las pruebas, debido a la luz ultravioleta bajo la que trabajaban con el fin de contar las partículas fluorescentes.Fuente:
Xakata Ciencia