Lo que se necesita para hacer el remedio.
El equipo que se necesita para hacerle frente al gas lacrimógeno.
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Si siempre haces huelga, te encantan los paros y no dejas de asistir a cualquier manifestación o protesta, sabrás que todo puede terminar en una pelea con la policía donde se meta harto palo y bastante gas lacrimógeno. Contra los golpes solo debes correr (o aguantar, nomás), pero Conocer Ciencia te brinda ahora, y por cortesía de Anonymous, la recta contra el gas lacrimógeno.Si te gustan las protestas lee, y si no te gustan... también (el conocimiento nuca está demás):
El blog Conocer Ciencia se solidariza con la lucha del pueblo chileno, y también le decimos NO al proyecto HdroAysen. Energía sí, pero energías limpias. ¿Qué es el proyecto HidroAysen?
Carabineros dispersan a los manifestantes contra la hidroeléctrica con agua y gases. | AFP
Cuando uno camina por la Plaza Italia de la Ciudad Puerto, se siente una picazón intensa en la nariz que termina en una sesión incontrolada de estornudos. Son los restos de gas lacrimógeno que quedan esparcidos por el suelo urbano. Ha pasado un día desde que las fuerzas de orden diseminaran a los manifestantes que protestaron en contra de la aprobación de HidroAysén, un megaproyecto energético que se llevará a cabo en la Patagonia chilena, sin embargo el gas ‘pimienta’ aún se siente.
El uso de este tipo de sustancias tóxicas en Chile y en otros países de Latinoamérica es habitual. Un carabinero de la 7ª Comisaría de Valparaíso, que prefiere guardar en secreto su identidad, asegura que: “Sólo los utilizamos en casos extraordinarios en los que las concentraciones no han sido autorizadas o los manifestantes no abandonan la vía pública a la hora pactada”.
Investigaciones científicas
David Morales, un habitual manifestante de las calles porteñas, no piensa lo mismo: “En casi todas las concentraciones acabamos tragando gases lacrimógenos. El Día del Trabajador, el 21 de mayo, ahora con HidroAysén... Cualquier ocasión es buena para que nos rocíen con agua envenenada”.
David explica las consecuencias de su experiencia con el zorrillo, un vehículo lanzador de gases: “Ayer por ejemplo los chorros del zorrillo no me llegaron a dar. Sin embargo, llegué a casa con los ojos hinchados, no veía nada. Mi ‘polola’ (novia) se puso a estornudar sin parar, nos picaba todo. Lo peor fue para nuestra ‘guagua’ (bebé), de un año. Se le irritó toda la piel sólo con mi presencia”.
Las investigaciones científicas confirman el daño que provoca inhalar los gases de las bombas lacrimógenas, sobre todo a los niños y a las mujeres embarazadas. Muchos de los componentes de estas sustancias tóxicas han sido reemplazados en Estados Unidos e Israel, países que las fabrican.
Por el contrario, las bombas que usa Carabineros, la policía chilena, son fabricadas exclusivamente para Chile y están prohibidas en la mayoría de países del mundo. “Hay antecedentes documentados de que los agentes químicos con que se fabrican las bombas lacrimógenas son abortivos. Además de producir graves daños a la salud, inciden negativamente en los aparatos reproductivos masculino y femenino”, comenta el doctor Andrei Tchernitchin, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Peligro en embarazadas y niños
El interés de este médico por este tipo de sustancias tóxicas comenzó durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, cuando en los alrededores de la Facultad de Medicina la policía lanzaba bombas lacrimógenas. Los estudiantes llegaban muy afectados, por lo que Andrei decidió llevar a cabo un estudio científico.
“Pedimos a los alumnos que donaran sangre para estudiar algunos parámetros hormonales, como el número de leucocitos eosinófilos y, curiosamente, esos leucocitos estaban desgranulándose con mucha velocidad, lo cual podía significar alteraciones de diverso tipo”, manifestaba el médico a la revista chilena ‘Punto y Final’. “Curiosamente dejaron de tirar bombas cerca de la facultad”, comenta.
“Hay probabilidad de que las sustancias químicas de las bombas lacrimógenas afecten las funciones reproductivas, dañen al feto en el último trimestre del embarazo, y a los niños en los primeros años de vida, provocando efectos en la salud que pueden resultar irreversibles”, dice.
“Es probable que los fabricantes de estos químicos y tóxicos tengan estudios científicos, pero no dan a conocer los detalles... No son mortales, ni provocan enfermedades inmediatas, a menos que la persona inhale el gas bajo ciertas condiciones”, añade Andrei Tchernitchin.
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