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20 de marzo de 2012

¿Por qué es contagioso el bostezo?

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Seguramente alguna vez has bostezado frente a otra persona, ésta te vio hacerlo y breves instantes después acabó bostezando. Por ende, al menos una vez en tu vida te has preguntado: ¿por qué es contagioso el bostezo?

Pues bien, ver a alguien bostezar, escuchar un bostezo o incluso leer sobre los bostezos, puede hacerte bostezar. Así que ten cuidado y prepárate porque hoy en OjoCientífico te brindamos algunas posibles respuestas a este antiguo y verdadero misterio.

¿Qué es un bostezo?

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El diccionario (RAE) lo define como una acción involuntaria, como el “hacer involuntariamente, abriendo mucho la boca, una inspiración lenta y profunda y luego espiración, también prolongada y generalmente ruidosa. Es indicio de tedio, debilidad, etc., y más ordinariamente de sueño.

Los bostezos ocurren a todas las edades por igual, y también en algunas especies de aves, reptiles y otros mamíferos ,como por ejemplo los perros. Al contrario de lo que comúnmente se cree sobre los bostezos, no están tan relacionados al sueño sino a la vigilia.

¿Por qué se contagian los bostezos?

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Si nos detenemos en lo referente a los aspectos físicos, según un reciente artículo publicado por BBCnews, bostezar produce un enfriamiento en el cerebro que ayuda a que funcione mejor.

Según la teoría que sostiene que el bostezo se produce como un mecanismo de enfriamiento y regulación del funcionamiento cerebral, se sabe que los bostezos se contagian desde tiempos ancestrales. Para entonces los bostezos ayudaban a los grupos de vigilantes de nuestros antepasados a mantenerse alerta y detectar el peligro después de varias horas de vigilancia.

Por otro lado en las noticias de Discoverynews, se señala que algunas investigaciones sobre el bostezo han arrojado resultados que determinan que el bostezo contagioso es un signo de empatía, una forma de vinculación social.

Destaca además que los niños comienzan a desarrollar este comportamiento de contagio a partir de los cuatro años de edad y que en niños con autismo existe la mitad de posibilidades de que el bostezo se contagie.

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Los investigadores señalan que el bostezo implica un cierto tipo de vínculo y de comunicación social, por lo que los médicos serán capaces de diagnosticar problemas de comunicación y desarrollo en niños con mayor facilidad que antes.

Aunque como señalábamos al comienzo varias especies bostezan, solo en los humanos, los chimpancés y en algunas razas de perros el bostezo es contagioso.

Conocer mejor las características de algo tan simple y tan naturalizado como un bostezo contagioso, puede traer importantes avances al mundo de la ciencia en campos como la medicina y la psicología.

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Te invitamos a echarle un vistazo a este vídeo sobre el contagio de los bostezos en animales en el que se puede apreciar claramente cómo se contagia el bostezo en chimpancés.





Puede que no hayas bostezado con los chimpancés pero intenta mirar a otra persona bostezar e impedir que inmediatamente te suceda lo mismo. Si lo logras, ¡por favor, háznoslo saber!

Fuente:

Ojo Científico

8 de marzo de 2012

El genoma del gorila no aclara qué nos hace humanos

Dos gorilas en cautividad. | Alice Gray

Dos gorilas en cautividad. | Alice Gray

  • El gorila es el simio vivo más próximo a humanos y chimpancés
  • El chimpancé sigue siendo el animal más parecido al hombre
  • En un 15% del genoma tenemos más similitudes con gorilas que con chimpancés

El genoma del gorila es la última pieza de la Piedra Rosetta de la evolución del hombre. Desde que se presentó en 2002 la secuencia de ADN del ser humano, se ha trabajado para descifrar el código genético de los parientes más cercanos, los grandes simios. Primero vino el chimpancé, después el orangután y, ahora, por fin, el gorila.

El ser humano comparte el 99% de la información genética con el chimpancé. Así que se pensaba que en ese 1% se esconde la clave de lo que nos hace humanos. Sin embargo, al comparar el ADN del 'Homo sapiens' con el del gorila se ha descubierto que parte de los genes de ese 1% son similares en humanos y gorilas. De modo que no es ahí donde está la diferencia.

La genética siempre le da la razón a la doctora Mary-Claire King. La prestigiosa genetista, descubridora del primer oncogén responsable del cáncer de pecho -el BRCA1- y nominada varias veces al Premio Nobel, ya predijo en 1973, tras analizar la secuencia de aminoácidos de un grupo de proteínas humanas y de chimpancé, que ambas especies eran idénticas en un 99% de su información genética. En 2005, la presentación del genoma del chimpancé confirmó las sospechas de King.

En 1975, en una investigación publicada en la revista 'Science', la doctora iba más allá y concluía que, dado que las secuencias humanas y de los grandes simios eran prácticamente idénticas, lo que diferencia a los chimpancés del ser humano no está en la sucesión de las letras del código genético, sino en cómo, cuándo y por qué se leen estas letras del ADN, es decir en la epigenética, en la regulación de la expresión génica.

La genética no tiene todas las claves

En aquel momento, la comunidad científica tenía la mirada fija en la genómica y parecía que la información contenida en el patrimonio genético de cada especie desvelaría todos los secretos de la vida. De forma que no se le concedió a los resultados de Mary-Claire King la credibilidad que merecían. Ahora, el equipo científico dirigido por los investigadores del Wellcome Trust Institute (Reino Unido) Aylwyn Scally y Richard Durbin, que acaba de descodificar el ADN completo del gorila, el último gran simio que faltaba, le ha vuelto a rendir un silencioso homenaje al trabajo de Mary-Claire King.

La esperada confirmación de que la información genética contenida en ese 1% que separa al ser humano del chimpancé es precisamente lo que nos hace humanos, no ha aparecido por ningún sitio. Al comparar el ADN humano con el del gorila los investigadores han comprobado que algunos de los genes presentes en ese 1% son similares en humanos y gorilas. De forma que de ningún modo pueden ser responsables de las diferencias entre el hombre y los simios, como ya adelantó King hace más de 30 años. La clave de la humanidad debe esconderse en las entretelas de la maquinaria de expresión génica, pero aún habrá que esperar para conocerla.

El genoma del gorila en la última pieza genética necesaria para entender la rama evolutiva de los grandes simios. Con él, quedan al descubierto los cuatro grandes géneros del árbol de la evolución humana: el género 'Pan' del chimpancé, el 'Pongo' del orangután, el 'Homo' del ser humano y el 'Gorilla' del gorila. Es cierto que el bonobo también es una especie diferente de gran simio, pero pertenece al mismo género que el chimpancé.

Hasta la fecha el gorila era el gran olvidado de los estudios de evolución humana. Cuando un investigador quería estudiar caracteres humanos muy antiguos usaba el orangután para sus comparaciones y cuando lo que necesitaba era atender a mutaciones más cercanas en el tiempo el modelo era el chimpancé. Pero ahora, el gorila está en primera fila de la investigación en biología evolutiva.

Compartimos mutaciones relacionadas con la audición

El equipo internacional coordinado por Scally utilizó para la investigación el ADN de una hembra de gorila de llanura del Oeste ('Gorilla gorilla gorilla') llamada Kamilah. Uno de los caracteres que más ha servido de ejemplo de las diferencias genéticas con los grandes simios y que estaba en las quinielas de los genes responsables de lo que nos hace humanos eran aquellos relacionados con la audición. La comunidad científica había identificado una serie de modificaciones genéticas relacionadas con el aparato auditivo que sólo estaban presentes en el ser humano y no en los simios cuyo genoma ya se conocía. De forma que todo indicaba que podían tener un papel importante en el desarrollo del habla y la comunicación verbal, una de las principales señas de identidad humanas. Sin embargo, este nuevo trabajo ha echado por tierra esta idea ya que el gorila también tiene esas modificaciones que no tienen ni chimpancés ni orangutanes, pero que sí están presentes en el ser humano.

"Estos genes son muy importantes en el desarrollo del aparato auditivo y había en ellos algunas modificaciones muy claras que eran hasta ahora patrimonio exclusivo del hombre. Pero hemos descubierto que el gorila también las tiene", explica Tomàs Marquès-Bonet, coautor del trabajo e investigador del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra y del CSIC y del Departamento de Ciencias Genómicas de la Universidad de Washington, Seattle (EEUU). "Cuanto más estudio a los grandes simios y lo que nos separa de ellos, menos entiendo qué nos hace humanos", explica el investigador que ha liderado la aportación española. "Por supuesto que encontramos diferencias entre los linajes del gorila, el chimpancé y el ser humano, pero lo que encontramos en el ADN no explica lo que nos hace humanos. No es suficiente".

A pesar de que no haya servido para presentar las claves genéticas de la humanidad, el trabajo, publicado en la revista 'Nature', sí aporta datos muy importantes para comprender los mecanismos de la evolución humana y el origen de muchas enfermedades únicas de nuestra especie. Y ello gracias a la colaboración de más de 20 laboratorios de siete países diferentes, incluido China, que en los últimos años ha visto claro el negocio que supone la secuenciación genética y ya está entre las primeras potencias mundiales en este campo tecnológico.

Y no es para menos si se miran las cifras de retornos económicos de grandes iniciativas genéticas como el Proyecto Genoma Humano. Según un estudio realizado en EEUU, los 3.800 millones de dólares invertidos por el Gobierno norteamericano en la iniciativa internacional para descodificar el ADN del ser humano han tenido un impacto en la economía del país de 796.000 millones de dólares, cerca de la mitad del producto interior bruto español.

Proyecto de los 100 genomas de simios

La comparación genética de los genomas de simios y humanos ha confirmado la creencia establecida de que el chimpancé es el animal con el ADN más parecido al humano. Pero también ha dado alguna sorpresa en este sentido, porque para un 15% del genoma esta relación se rompe y es el gorila el más cercano evolutivamente al humano.

Aunque el gorila no ha desbancado al chimpancé como pariente más cercano del hombre, el hallazgo sí ha supuesto una enorme sorpresa para los investigadores. El hecho de que algunos genes, como los relacionados con la percepción auditiva y el desarrollo cerebral, hayan evolucionado de forma paralela en humanos y gorilas y no en chimpancés tiene importantes implicaciones en el terreno de la evolución.

"Estos resultados rompen con la visión evolutiva clásica que teníamos hasta ahora, según la cual humanos y chimpancés compartían más variantes genéticas en todo el genoma", asegura el investigador Javier Prado, estudiante predoctoral que trabaja con Marquès-Bonet y coautor de la investigación. "El conocimiento de la evolución de este genoma nos ayuda a entender procesos básicos de su comportamiento y de los fenómenos de especiación que dieron lugar a nuestra especie. Además, estos conocimientos básicos de cómo funciona un genoma pueden ser trasladados después a enfermedades que aún no entendemos", comenta Tomàs Marquès-Bonet, coautor del artículo.

Precisamente en esos fenómenos de especiación reside una de las claves del trabajo. El análisis genético revela que el ser humano y el chimpancé se separaron como dos especies diferentes hace alrededor de cuatro millones de años. Pero esto no concuerda con los datos paleontológicos, que estiman que el tiempo fue mayor. Una de las novedades que aporta esta investigación es que trata de hacer un esfuerzo por reconciliar ambas disciplinas y pone en el mismo saco las evidencias del registro fósil con los datos moleculares.

Conciliación entre genetistas y paleontólogos

"Ante la duda, mi preferencia son los datos genéticos, que son más completos y atañen a algo fundamental: el aislamiento reproductivo", explica Arcadi Navarro, profesor de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. "Una vez que no se pueden mezclar genes, las especies ya pueden calificarse de distintas desde un punto de vista estricto, pero eso no siempre deja una huella paleontológica clara".

Según Navarro, los genetistas y los paleontólogos no necesitan reconciliación. "Estamos de acuerdo en una cosa fundamental: cuando los registros fósiles y moleculares no coinciden es que algo estamos haciendo mal los unos, los otros o ambos. La mayor parte de las pequeñas inconsistencias entre campos son debidas a la falta de datos", explica.

Además, la investigación pone de relieve la importancia de proteger estas especies. Los gorilas han sobrevivido en tan solo unas pocas poblaciones en los bosques ecuatoriales de África central y están en grave peligro de extinción. "El futuro de los gorilas es incierto, pues están bajo una enorme presión inducida por el ser humano", afirman Richard Gibbs y Jeffrey Rogers, autores de la secuenciación del genoma del chimpancé y del orangután respectivamente, en un artículo en 'Nature'. Si esto ocurre, el patrimonio genético de estos parientes podría perderse para siempre.

Hay que recordar que la secuenciación de un genoma se hace con un solo ejemplar, y que la diversidad genética que hay dentro de cada especie se desestima. Por este motivo, Tomàs Marquès-Bonet y su grupo, que han llevado el peso de gran parte del análisis del genoma del gorila, están volcados con un proyecto financiado por el European Research Council (ERC) para obtener un catálogo de la variabilidad genética en chimpancés, orangutanes y gorilas. El objetivo es analizar el ADN de 100 grandes simios, alrededor de 30 chimpancés, 30 orangutanes y 30 gorilas, individuo arriba o abajo.

"No sabemos qué es lo que pasará con estas especies dentro de 20 ó 50 años, de forma que ahora es el momento de capturar toda esa diversidad genética", explica Marquès-Bonet. Cuando estén disponibles estos datos se podrán cruzar con los obtenidos en el programa de los 1.000 genomas humanos, que está en marcha y cerca de su conclusión, para tener una idea mucho más precisa de cómo se produjo el proceso evolutivo que condujo hasta el 'Homo sapiens'.

Hasta hace poco tiempo se pensaba que alrededor del 10% de las mutaciones presentes en el ser humano eran responsables de conferir las características diferenciales del ser humano, pero los últimos análisis genéticos han derribado esta sospecha. "Tiene que haber algo, pero debemos expandir la complejidad del estudio", dice Marquès-Bonet. "La clave no está sólo en la secuencia de ADN, necesitamos estudiar con mayor profundidad la regulación genética para entender qué nos hace humanos". Y para ello se necesitan más mentes como la de la doctora Mary-Claire King.

Fuente:

El Mundo Ciencia

16 de diciembre de 2011

EEUU limita el uso de chimpancés en la investigación científica

Un chimpancé camina sobre una cinta de entrenamiento mientras le miden su consumo de oxígeno en un experimento. | C. Wolynsky | PNAS

Un chimpancé camina sobre una cinta de entrenamiento mientras le miden su consumo de oxígeno en un experimento. | C. Wolynsky | PNAS

Un informe del Instituto de Medicina de Estados Unidos (IOM, en sus siglas en inglés) ha recomendado a las autoridades sanitarias que restrinjan la presencia de chimpancés en investigación médicas y reserven estos animales "sólo para aquellos estudios en los que no hay alternativas posibles o la presencia de humanos no fuese ético".

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU han anunciado que limitarán el uso de chimpancés en investigación biomédica, revisarán los actuales proyectos y cancelarán temporalmente las becas de estudios que incluyan primates.

El director del NIH, Francis Collins, destacó los beneficios científicos que ha tenido la investigación médica con animales, y subrayó que el uso de chimpancés ya estaba restringido pero, no obstante, señaló que los nuevos métodos permiten otras alternativas.

Los NIH encargó en 2010 un estudio del Instituto de Medicina sobre la necesidad de utilizar chimpancés para la investigación biomédica y cómo trabajar con ellos que ha concluido que, "aunque el chimpancé ha sido un modelo animal útil en investigaciones anteriores, su uso para la investigación biomédica es innecesario".

La única alternativa

Los institutos consideraron que sólo se debe recurrir a ellos en caso de que los conocimientos que resulten de la investigación sean necesarios para mejorar la salud de los ciudadanos y no haya ningún otro método por el que adquirir esos conocimientos.

También es necesario que la investigación no se pueda desarrollar de modo ético en humanos. Además, los animales utilizados deberán mantenerse en entornos adecuados en sus hábitats naturales.

El comité también concluyó que sí se podría seguir la investigación con chimpancés relacionada con terapias de anticuerpos monoclonales, la investigación sobre la genómica comparativa y estudios no invasivos de los factores sociales y de comportamiento que afectan al desarrollo, la prevención o el tratamiento de enfermedades.

Sin embargo, no pudo llegar a un consenso sobre la necesidad de los chimpancés para el desarrollo de la vacuna contra el virus de la hepatitis C profiláctica.

Los parientes más cercanos del hombre

Collins dijo que los NIH aceptarán las recomendaciones del comité, suspenderán temporalmente las becas a la investigación que impliquen el uso de chimpancés y encargarán a un grupo de trabajo que analice los proyectos actuales.

"Los chimpancés son nuestros parientes más cercanos en el reino animal y proporcionan información excepcional en la biología humana, por eso es necesario una especial consideración y respeto", afirmó.

Los Institutos Nacionales de Salud aglutinan 27 centros que forman parte del Departamento de Salud y se encargan, entre otras tareas, de supervisar la investigación médica.

Fuente:

El Mundo Ciencia

24 de noviembre de 2011

Jane Goodall: 'Si los humanos fuésemos humanistas no estaríamos en peligro de extinción'

Jane Goodall en foto de archivo. | Ernesto Caparrós

Jane Goodall en foto de archivo. | Ernesto Caparrós

  • La famosa primatóloga, de visita en Argentina, cree que 'los chimpancés y los humanos hemos heredado atributos violentos de un ancestro común'
  • 'Cuando empecé a trabajar con chimpancés tenía un concepto ingenuo de ellos'
  • 'Me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia'

Recordaba vagamente lo que un colega sudafricano me había contado acerca de Jane Goodall. Que a la mundialmente famosa primatóloga le gustaba divertirse a costa de los periodistas, especialmente de aquellos que por ser ella una dama del Imperio Británico la saludan ceremoniosamente, con una venia o algo así.

Fue precisamente lo que hice y para mi total desconcierto, Lady Goodall respondió con una sucesión de aullidos en stacatto, los más salvajes que haya escuchado fuera de los límites de un zoológico. Como si fuese lo más natural, la naturalista me explicó que de ese modo la saludaban los chimpancés que ella estudió en el parque de Gombe (Tanzania), hace unas cinco décadas.

Goodall fue invitada por la Fundación Azara –una institución asociada con la Universidad Maimónides de Buenos Aires- a dictar una conferencia sobre los peligros que acechan a los pocos espacios naturales que van quedando en el planeta.

El título de la charla, 'Haciendo la Diferencia', implica que cada persona puede contribuir a la preservación de su propio entorno, ya sea un suburbio de Londres o un glaciar en la cordillera del Perú. Pero su mayor preocupación es por los bosques tropicales de África y Sudamérica. Especialmente los de Tanzania, donde en los años 60 observó cómo un macho adulto –al que bautizó como David Greybeard (barba gris) preparaba una rama para 'pescar' termitas en su nido.

Un descubrimiento revolucionario

Aquel descubrimiento revolucionó al mundo de la ciencia pues se suponía que sólo los humanos somos capaces de producir herramientas. Por entonces, Jane era una jovenzuela de 23 años, sin ninguna preparación académica. Pese a ello, su mentor, el paleontólogo Louis Leakey, le había asignado la tarea de estudiar el comportamiento de los primates en su propio entorno, con el fin de hallar alguna pista sobre la conducta de nuestros ancestros, los primeros homínidos.

"Luego de leer mi informe y ver las fotografías, Leakey me miró fijamente y me preguntó, medio en broma, si me daba cuenta del lío en que lo había metido a él y a sus colegas, pues a partir de esos registros habría que buscar nuevas definiciones sobre lo que nos separa y nos hermana con nuestros parientes más cercanos en el reino animal".

Aunque la mayor parte de su tiempo lo dedica a impulsar las actividades del Instituto Jane Goodall, la heroína de mi niñez, a la que conocí a través de las páginas del National Geographic, no descuida el tema que la llevó a la fama. "Gracias a los avances de la ciencia hoy disponemos de mejores herramientas para conocer a los chimpancés. Por ejemplo, el estudio de su ADN demuestra que comparten con nosotros el 98% de los genes. Es decir, son mucho más parecidos a nosotros que al resto de los primates. Por eso a veces pienso que las personas que consumen carne de chimpancé, no por necesidad apremiante sino por considerarla una exquisitez, son prácticamente unos antropófagos".

Animales astutos

Está probado que los chimpancés superan ampliamente a otros animales en pruebas de laboratorio, como la clásica prueba de introducir objetos en los espacios que corresponden a su forma. Pero en opinión de Goodall, lo más notable desde el punto de vista evolutivo es su inteligencia social y emocional.

"Vayamos al caso de Aí (Amor en japonés), una chimpancé muy aficionada a los videojuegos. Ella logra muy buenos resultados con las figuritas que se mueven en la pantalla. Sin embargo, a veces no está conforme con el puntaje e insiste en probar de nuevo, sin que su tutor la incentive por medio de bananas o golosinas". Desde luego, la competitividad sería biológicamente funcional entre los machos de la especie, pero aquí vemos una hembra que no es sólo competitiva, sino que los es con ella misma.

Esos rasgos tan "humanos" son los que han fascinado a Goodall desde que se internó por primera vez en la selva. Según esta naturalista de 77 años, de finas facciones y gestos serenos –menos cuando imita a sus amigos selváticos- en su hábitat natural los primates exhiben casi la misma variedad de conductas primarias que los humanos.

"Debo decirle que otros investigadores menos apasionados que yo le dirían lo mismo. Los chimpancés se abrazan, se besan e incluso se dan palmadas en la espalda en señal de aprobación o de solidaridad. ¡Si hasta tienen sentido del humor! No es tan sorprendente que compartan estas habilidades sociales con nosotros si se piensa que la infancia de un chimpancé, la etapa en que aprende a socializar, es de cinco años. Larguísima si se la compara con la de otros mamíferos", dice la investigadora.

Una demostración elocuente de la capacidad de los chimpancés de percibirse como individuos, se obtiene al enfrentar a un espécimen con el reflejo de su imagen en el espejo. "Jonathan (un chimpancé nigeriano) se quedó un buen rato mirándose de frente y de perfil, igual que un varón coqueto de nuestra especie. Le pusieron un pote de pigmento sobre la mesa ¡y él aprendió fácilmente a maquillarse!", relata Goodall.

El 'buen salvaje'

En este punto, el periodista le pregunta si la tendencia que todos tenemos de 'humanizar' a nuestras mascotas e incluso a los objetos inanimados, no interfiere en el trabajo de sus colegas con los chimpancés. Si no se los idealiza como criaturas inteligentes y bondadosas. "Sin duda, cuando comencé a trabajar con los chimpancés yo tenía un concepto ingenuo de ellos. Los veía como Rousseau cuando describía al "buen salvaje" humano, que vive al margen de la perversión de la sociedad moderna".

"Ciertamente, me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia. Ahora sabemos a ciencia cierta que los chimpancés no sólo ejercen la violencia individual cuando compiten por el alimento y por el dominio de su clan. También son capaces de entablar guerras con grupos rivales. Seguramente, los chimpancés y los humanos heredamos esos atributos poco simpáticos de un ancestro Enlacecomún", señala mi interlocutora.

A Jane Goodall no le sorprende que los animales con los que compartimos el planeta reciban tantos malos tratos de parte de los humanos. Si el hombre es capaz de los actos más aberrantes con los de su propia especie, si destruyen sistemáticamente su entorno vital, ¿qué se puede esperar de su actitud hacia otros seres? "Si los humanos fuésemos verdaderamente humanistas, los chimpancés de Borneo, los gorilas de la Niebla y nosotros mismos, no estaríamos en peligro de extinción", concluye Jane Goodall.

Fuente:

El Mundo Ciencia

20 de agosto de 2011

Congo, el chimpancé que se codeaba con Dalí y Picasso

A mediados del siglo XX el biólogo Julian Huxley había notado que a ciertos gorilas les llamaba la atención el reflejo de sus sombras sobre la pared. De hecho, hizo anotaciones sobre uno en especial, que se quedó mirando fijamente su silueta y comenzó a delinear imaginariamente su silueta con los dedos.

Cuando Huxley trató de reproducir la experiencia bajo métodos controlados de laboratorio, les proyectó a propósito sombras con una lámpara, pero jamás volvió a captar la atención de los simios. Ya ninguno mostró interés particular en las sombras. A pesar de la decepción, Huxley propuso que el origen del arte gráfico humano pudo haber comenzado con este tipo de experiencias, trazando las sombras proyectadas por el sol, sombras que entraban a las cuevas de nuestros antepasados.

Julian Huxley

En el siglo pasado hubo muchos investigadores y científicos que se preguntaron si el arte pictórico era algo adquirido o innato en los seres humanos, y creyeron que la mejor forma de saberlo, era dándoles crayones y papeles en blanco a gorilas en cautiverio. Algunos de estos científicos hicieron sus estudios independientemente.

Entre los investigadores interesados en el tema, se encontraba el etólogo Desmond Morris, que con sus experimentos comprobó que los gorilas tienen un cierto sentido de la composición, ya que dibujaban círculos y trazaban distintas figuras en el papel. El problema es que sólo lo hacían cuando recibían una recompensa, y pronto dejaron de tener interés en el arte. Los dibujos empeoraron de a poco y ya no mostraban la sincronía de los anteriores.

Fue en 1956 cuando el mismo Morris decidió enseñar a dibujar a un nuevo chimpancé, pero esta vez, sin gratificaciones ni estímulos. Su nombre era "Congo" y tenía dos años de edad.

Desmond Morris y Congo

Los resultados fueron muy interesantes y los recogió en su ensayo La biología del arte, donde cuenta las experiencias con el simio.

Al inicio, para dibujar o pintar, Congo utilizaba indistintamente ambas manos. Empezó agarrando la herramienta (brocha o pincel) con cuatro dedos, pero con la práctica aprendió a sujetarla entre el dedo pulgar y el índice sin que nadie se lo enseñara. Con este cambio adquirió mayor control sobre sus herramientas y se produjo un avance en la variedad caligráfica de sus dibujos.

La capacidad de concentración de Congo variaba. El científico se dio cuenta que mientras más concentraba el chimpancé, su movimiento corporal se reducía al del brazo y se inclinaba mucho sobre el papel, produciendo ligeros sonidos guturales mientras trabajaba.


Congo con el tiempo aprendió a utilizar el pulgar y el índice para tomar el pincel

Las sesiones se llevaron a cabo con el chimpancé sentado en una silla para niños con una bandeja especial, sobre la cual se colocaba el papel, controlando así la orientación del dibujo.

Cuando utilizaban pintura, el mismo investigador le mojaba los pinceles con los distintos colores y se los pasaba uno a la vez. Morris adoptó este método, porque a Congo algunas veces le daban sus pataletas y se ponía a mezclar todos los colores hasta terminar con un sola mescolanza.

El científico también utilizó las mismas pruebas que otro investigador -Paul Schiller- había empleado con otra chimpancé diez años antes. Le acercaba a Congo hojas en blanco y otras previamente marcadas con alguna forma geométrica. Al final del estudio se llegó a las siguientes conclusiones:

  1. - Congo mostraba simetría en sus composiciones y limitaba el dibujo a la superficie de la hoja y era capaz de reconocer las esquinas.
  2. - En las hojas en blanco concentraba el dibujo en el centro y tenía tendencia a pintar líneas radiales, tipo abanico, un tema que repetía con mucha frecuencia.
  3. - En hojas previamente marcadas con una sola figura dibujaba o marcaba adentro si era grande, encima si era mediana, y la ignoraba si era pequeña. Curiosamente marcaba en el lado opuesto si la figura no venía centrada.
  4. - En hojas previamente marcadas con múltiples figuras, rayaba sobre cada una de ellas suavemente, y otras veces las juntaba mediante líneas.


Tendencia de Congo a pintar líneas radiales, tipo abanico, centradas

Los experimentos que se habían hecho con otros primates dieron resultados similares, pero también se notaba que había idiosincrasias individuales o, tal vez, de especie. Por ejemplo, la gorila adulta Sophia, del Zoo de Rótterdam, no marcaba esquinas ni dibujaba abanicos, sino que sus dibujos se formaban a base de garabatos zigzagueantes inconfundibles. Bien podríamos decir que tenía su propio estilo.

Garabatos de gorila Sophia

Desmond Morris cuenta también que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Más tarde, cuando se lo devolvió, él retomó su trabajo en el mismo punto en que lo había dejado, mostrando así que tenía un objetivo y que no eran simples manchones

A la edad de cuatro años, Congo ya había realizado algunos cientos de obras y Morris mostró algunas de ellas en el programa de televisión Zoo Time que tenía por aquella época en la cadena británica ITV. Rápidamente los críticos de arte encasillaron su estilo como “lírico abstracto impresionista”. Las reacciones ante tales obras fueron desde el escepticismo hasta la admiración absoluta.

Tanta era la novedad por los cuadros de Congo, que el mismo Pablo Picasso tenía un cuadro del chimpancé colgado en una pared de su casa en París, que le fue obsequiado por Morris en los años sesenta. Joan Miró cambió dos de sus bocetos por uno de Congo (en una muy curiosa anécdota) y el polémico Salvador Dalí, declaró en una ocasión que Congo era el verdadero humano, mientras que el pintor abstracto Jackson Pollock era un animal.

Joan Miró el día que cambió dos bocetos suyos (con Morris) por un cuadro de Congo

En el año 2005, la casa de arte Bonham esperaba que tres cuadros pintados por Congo en 1957, alcanzaran a venderse en unas £800 (US$ 1,300), pero se sorprendieron al ver que durante el remate el precio alcanzó las £16,000 (US$ 26,000) después de una prolongada puja de ofertas en su local de Londres. En aquella subasta también se ofrecieron obras de Renoir y Warhol que no se vendieron.

El comprador de las obras de Congo fue Howard Hong, un californiano que luego del remate declaró que había estado dispuesto a pagar hasta el doble. Declaró también que en un momento se preocupó de que superaran su oferta, por lo que se había puesto en contacto con algunos amigos para recaudar hasta US$ 50,000 en caso de haber sido necesario.
"Muchas personas me han dicho que hubiese sido más barato comprar un chimpancé y ponerlo dentro de una habitación con un poco de papel y pintura. Pero a nivel artístico, cuando vi las pinturas me llamaron la atención. Su estilo es parecido a las primeras obras de Kandinsky. Lo único que lamento, es que Congo no aprendió a firmar sus obras".

Cuadro de Congo

Howard Rutkowski, experto en arte impresionista y moderno, dijo en una ocasión que Congo debería ser reconocido como el artista más célebre del reino animal. "No se trata de cualquier chimpancé. Estamos hablando de Congo", dijo. "Si tu eras dueño de Congo, podías codearte con amistades como Picasso y Miró. Desmond Morris intercambiaba pinturas de Congo con las de esos artistas. Quizá el cuadro de Congo que adquirió Miró, tenga más valor que el Miró que adquirió Desmond Morris".

Respecto a esto, Morris decía que Congo era raro porque era el único pintor no humano, que se ocupaba más de su arte. Mientras otros animales quizá pintaban por accidente, Congo siempre demostró que su obra nunca fue por accidente ni suerte. De hecho, si tratabas de interrumpirlo mientras pintaba, hacía una rabieta. Si tratabas de que continúe pintando sobre una obra después de que el chimpancé la dejaba o consideraba “terminada”, simplemente no lo hacía. "Yo le ofrecía pinceles, brochas, pero él sólo me miraba".

Cuadro de Congo

Puede ser que el arte de los simios no arroje luz sobre los orígenes del arte y que resulte ser tan solo una práctica lúdica, pero fijémonos en algo: a lo largo de la carrera artística de Congo, y de algún otro simio, se notaba la posible existencia de un motif. En el caso de Congo ocurrió una vez cuando dibujaba un abanico. En lugar de realizarlo de arriba hacia abajo, como era su costumbre, con gran concentración lo pintó de abajo a arriba. Puede que tuviera en mente el "motif" del abanico y estaba introduciendo una innovación. Es posible que a través de la repetición de una forma, pueda crearse una representación mental de la misma. Parece ser que Congo “sabía” lo que pintaba, que tenía un objetivo.


Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Tomado de:

Sentado frente al Mundo

Puedes seguir el blog en Twitter: @CSuasnavas


31 de julio de 2011

¿Por qué encoge nuestro cerebro?

Sabemos que el cerebro humano se atrofia y pierde facultades con los años, pero ¿sucede lo mismo en todas las especies? Un estudio comparativo con cerebros de chimpancés demuestra que somos los únicos primates que sufren este desgaste. Tener cerebros más grandes y vivir más años podría tener un precio para nuestras mentes.


El cerebro humano se encoge. Incluso en los individuos sanos, aquellos que no sufren ninguna enfermedad neurodegenerativa como el temido Alzheimer, esta reducción paulatina de tamaño se registra desde los 25 años de edad y el proceso se acelera a partir de los 50. Pese a lo que dice el mito, no se trata de una pérdida masiva de neuronas, sino de cambios en la microestructura de estas células y las conexiones dendríticas de la corteza cerebral. Esta atrofia está localizada sobre todo en el lóbulo frontal y el hipocampo, la zona donde se fijan los recuerdos, de modo que tiene consecuencias directas en facultades como nuestra capacidad de razonar, la rapidez mental o la memoria episódica.

Hasta donde sabemos, los humanos somos las únicas criaturas que desarrollamos enfermedades degenerativas como las demencias o el Alzheimer. De alguna manera, el deterioro natural de estas zonas de la corteza cerebral por la edad podría predisponernos a sufrir estas enfermedades. Para conocer mejor lo que nos diferencia, resulta muy útil comparar lo que sucede en el cerebro de otras especies, y eso es lo que ha hecho el equipo liderado por Chet Sherwood, de la Universidad George Washington, en un estudio publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Para su análisis, los científicos escanearon con resonancia magnética los cerebros de 99 chimpancés (con edades entre los 10 y los 51) y de 87 humanos (con edades comprendidas entre los 22 y los 88 años). A diferencia de lo que ocurre con los cerebros humanos, que muestran un descenso de volumen en todas las estructuras a lo largo de los años, los cerebros de los chimpancés no presentaron cambios significativos relacionados con la edad.

Las tasas de cambio en los cerebros humanos, sin embargo, son importantes. Algunas regiones se encogen hasta un 25% a la edad de 80 años. El encogimiento de la materia gris en el lóbulo frontal, por ejemplo, es de alrededor de un 14%, y de un 13% en el hipocampo, mientras que en la denominada "materia blanca", el lóbulo frontal puede llegar a reducirse hasta un 24%.

¿Por qué se producen estas diferencias? Los científicos ya habían realizado estudios similares con monos Rhesus, pero es la primera vez que se compara de forma detallada con un primate superior como los chimpancés. Todas las pistas apuntan a un origen evolutivo y al aumento de la longevidad, vivimos proporcionalmente más que los chimpancés y tenemos un cerebro hasta tres veces más grande con una demanda energética considerablemente superior.

El cerebro humano consume un 25% de la energía disponible para el resto del cuerpo, frente al 10% que consume el cerebro de un chimpancé. Esta mayor demanda energética conlleva algunas consecuencias, como el deterioro de la eficiencia de las mitocondrias o un mayor estrés oxidativo, un cambio metabólico que, a largo plazo, explicaría la atrofia de nuestros cerebros a medida que envejecemos.

"Mi impresión es que las neuronas hacen básicamente todo lo mejor que pueden para mantener el máximo funcionamiento durante todo el tiempo posible", asegura Chet Sherwood en Science. "Pero la edad se acumula en su contra después de años de alto consumo energético".

Causas exógenas

Otros estudios sobre el envejecimiento cerebral en sujetos sanos apuntan a la pérdida de conectividad por factores naturales. "Teóricamente se pierde hasta un 40% de esa conectividad solo por el proceso de envejecimiento", nos cuenta el catedrático de Fisiología de la UCM, Francisco Mora. "Y éste es el límite en el que uno puede mantener unas facultades mentales normales". Pero estos estudios se han puesto en duda, apunta Mora, "por no tener en cuenta algo tan importante como los factores ambientales".

Que los hábitos de vida pueden encoger el cerebro y atrofiarlo, más allá de la edad, ha sido ampliamente comprobado. Trastornos como la depresión, el insomnio, o hábitos como el vegetarianismo extremo prolongado, también se han mostrado como factores que hacen encoger el cerebro. Entre estos factores, el consumo de drogas es una de las causas de atrofia más importantes.

"Las alteraciones morfológicas que produce el alcohol en el cerebro", nos explica Koldo Callado, investigador del banco de cerebros de la Universidad del País Vasco, "son muy parecidas a las del Alzheimer, con alteraciones en los surcos, atrofia cortical, etc.". También sabemos que el éxtasis, o las drogas de diseño, como apunta Callado, producen destrucción de neuronas. "Y eso se ve cuando se trata a animales y aplicamos neuroimagen", asegura. "Vemos cómo se reduce el volumen cerebral y se pierden determinado tipo de neuronas".

Entre los factores externos que han modificado nuestro cerebro también se contemplan motivos antropológicos y evolutivos. Un beneficio hipotético de la prolongación de la vida después del período reproductivo en humanos, explica el estudio, es que los abuelos podrían haber desarrollado un papel esencial en el cuidado de las crías. "Estas soluciones adaptativas", asegura el estudio, "crearon también un marco único en que los humanos desarrollaron un envejecimiento neuronal progresivo mayor que el de nuestros parientes los primates".

Con todos estos elementos, nuestra especie desarrolló evolutivamente un cerebro mucho más grande y exigente metabólicamente, además de una larga esperanza de vida. Estos factores han dado unas ventajas decisivas a los humanos, concluye el trabajo, pero finalmente estas adaptaciones también tienen un "coste" en forma de una mayor neurodegeneración.

Referencias: Aging of the cerebral cortex differs between humans and chimpanzees (PNAS)

Fuente:

La Información

19 de julio de 2011

Algunos chimpancés se limpian después del acto sexual

Especial: Seres vivos

Limpios y contentos


Chimpancé

Los chimpancés del bosque de Budongo en Uganda, tienen un hábito que los diferencia de chimpances que viven en la parte occidental del país: se limpian el pene después del acto sexual.

Esa fue la conclusión de un estudio dirigido por el antropólogo Sean O'Hara de la Universidad de Durham (aunque actualmente trabaja en la Universidad de Salford).

"No todas las comunidades de chimpancés de África se limpian el pene después del coito. En muchos casos en los que se ha estudiado a los chimpancés durante 10, 20, 30 y hasta 50 años, este comportamiento es raro", dijo a BBC Mundo el profesor O'Hara.

"En cambio hallamos que la limpieza del pene tras el acto sexual es algo habitual entre los chimpancés que viven en Budongo", añadió el antropólogo.

¿Por qué lo hacen? le preguntó BBC Mundo.

Hipótesis cultural

"Es una buena pregunta para la que realmente no tenemos una respuesta, sólo especulaciones", respondió O'Hara.

"Puede que una vez un chimpancé se limpiara el pene después del acto sexual, y otros individuos en esa comunidad en particular adoptaran ese comportamiento que luego se extendió a través del aprendizaje social"

Sean O´Hara, antropólogo

"Una de ellas es que podría estar relacionado con la higiene personal, porque los chimpancés transmiten enfermedades sexuales", explicó.

Otra explicación, según O'Hara es que "podrían hacerlo para de alguna manera inspeccionar el estatus reproductivo de la hembra, limpiándose y luego examinando los residuos que se adhieren a sus dedos".

De todas maneras la hipótesis que más convence a los científicos es que se trata de un "comportamiento cultural".

"Puede que una vez un chimpancé se limpiara el pene después del acto sexual, y otros individuos en esa comunidad adoptaran ese comportamiento que luego se extendió a través del aprendizaje social."

"Puede", dijo el experto, "que esa sea la razón por la que es algo que se produce en algunas poblaciones de chimpancés y no en otras".

"Estoy convencido", dijo el experto, "que si observamos este comportamiento en poblaciones de humanos lo describiríamos como algo cultural. Pero debido a que se trata de animales, no humanos, es muy dificil para algunas personas etiquetar este comportamiento como cultural".

Hojas como utensilios

Aunque en la mayoría de los casos los chimpancés se limpian el pene con los dedos, en el 10% de los casos lo hacen con la ayuda de hojas.

"Algunos chimpancés arrancan las hojas de los árboles, se las meten a la boca y las mastican para utilizarlas como una especie de esponja que sumerjen en agua para luego beberla"

Sean O´Hara, antropólogo

Pero, los chimpancés no utilizan las hojas sólo para limpiarse.

"Algunos chimpancés arrancan las hojas de los árboles, se las meten a la boca y las mastican para utilizarlas como una especie de esponja que sumerjen en agua para luego beberla", explicó O´Hara.

Pero, utilizar utensilios no es lo excepcional. Muchos animales utilizan algún tipo de herramienta como delfines, cuervos y avispas.

"Lo excepcional en el caso de los chimpancés", dice el experto, "es que pueden utilizar varios utensilios al mismo tiempo e incluso darle diferentes funciones a una misma herramienta, en este caso la hoja, que utilizan para limpiarse el pene y para beber agua".

Fuente:

BBC Ciencia

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7 de julio de 2011

Los chimpancés reconocen palabras incompletas

Panzee fue criada por cuidadores humanos desde los ocho días de vida. Foto: L. Heimbauer

Una talentosa chimpancé llamada Panzee logró reconocer palabras distorsionadas o incompletas reproducidas por una computadora, según investigadores en Estados Unidos.

Esto sugiere que los primates pueden ser más capaces de percibir mensajes hablados de lo que se pensaba hasta ahora, y que los ancestros comunes de humanos y chimpancés pueden haber tenido esa habilidad.

El descubrimiento también cuestiona la idea de que sólo el cerebro humano está adaptado para procesar el habla.

Desde los ochos días de vida, Panzee estuvo a cargo de cuidadores humanos, que permanentemente le hablaron como si fuera una niña. Le enseñaron además a utilizar símbolos llamados lexigramas para comunicarse.

"Panzee entiende aproximadamente 130 palabras del idioma inglés", dijo Lisa Heimbauer, una de las investigadoras, a la BBC.

Su amplio vocabulario hizo a Panzee una candidata ideal para investigar si otras especies, además de los seres humanos, eran capaces de comprender el lenguaje hablado.

El valor de la experiencia

Panzee Foto: L. Heimbauer

Panzee puede distinguir 130 palabras en inglés. Foto: L. Heimbauer

"Hay una hipótesis conocida como 'El habla es especial', según la cual la especie humana es la única adaptada no sólo a pronunciar palabras, gracias a su anatomía, sino a procesarlas, debido a su capacidad cognitiva".

Uno de los argumentos citados a favor de esa hipótesis es que sólo los humanos pueden entender palabras habladas aún cuando estén incompletas o distorsionadas.

Escuche la versión distorsionada de "honeysuckle"

Escuchemp3

"Sin embargo, una visión alternativa es que el procesamiento auditivo es básicamente similar en la mayoría de los mamíferos, y que los animales tienen por lo tanto habilidades latentes para la percepción del habla", señaló Heimbauer, quien está estudiando para su doctorado.

Heimbauer y sus colegas Micheal Beran y Michael Owren, todos de las Universidad Estatal de Georgia, en Atlanta, hicieron que Panzee escuchara palabras reproducidas por un programa que altera la frecuencia del sonido o emite una versión sintetizada.

Panzee logró reconocer estas palabras en muchas ocasiones. Su crianza, según los científicos, parece haberle dado la experiencia suficiente como para reconocer las palabras incluso cuando estaban distorsionadas.

El estudio "demuestra la importancia de la experiencia temprana en la percepción del habla", señaló Heimbauer.

Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Current Biology.

También aporta evidencia, según los científicos, de que los ancestros comunes de humanos y chimpancés pueden haber tenido esa capacidad.

"Si los seres humanos poseen hoy una función cerebral cognitiva especializada para procesar el habla, es algo que puede haberse desarrollado después, para permitirnos ser más eficientes".

Fuente:

BBC Ciencia

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3 de junio de 2011

Los animales pueden hacer matemáticas

Siempre se ha pensado que las matemáticas eran una ciencia tan sólo al alcance del ser humano dada la inteligencia y la racionalidad que le caracteriza, pero un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, dirigidos por la Dra. Irene Pepperberg, desmiente tal concepto.

Se trata de un estudio pionero sobre la inteligencia animal para el cual se escogió un loro al azar llamado Alex (Animal Learning Experiment). Quedó patente que animales como las gallinas, las abejas, los loros y los monos pueden diferenciar números y realizar operaciones matemáticas sencillas teniendo en cuenta que su nivel de precisión es inferior al del ser humano y se debe aplicar un margen de error mayor.

Obviamente, también carecen de la capacidad de comprensión que posee el ser humano y no entienden el significado de los números, por lo que resuelven las incógnitas planteadas como si de una sucesión de símbolos se tratase.

Veamos un ejemplo:




El chimpancé ha resuelto los ejercicios propuestos con más habilidad que la persona… ¿Crees que superarías su precisión y su velocidad?

Tomado de:

El Paradigma de la Verdad

14 de abril de 2011

¿Somos los humanos "chimpancés" en un eterno estado de infancia?

Si te gustan los niños, seguro que las crías de monos también te parecerán adorables y "monos" (valga la redundancia). Por supuesto, esto no es casualidad: va en nuestra programación genética.

Cría de chimpancé imitando caras de su cuidador: sacando la lengua, cara de sorpresa, dando un beso (¡lo intenta!) (Fuente: [1])

El paleontólogo norteamericano Stephen Jay Gould sostenía una inaudita hipótesis sobre la evolución humana:
"El Hombre, en cuanto a su desarrollo corporal, es un feto de primate que ha alcanzado la madurez sexual." [4]

¿Cómo se queda uno ante semejante afirmación? Para ir asimilándolo, la siguiente comparación es esclarecedora. Aunque no nos parecemos demasiado a un chimpancé adulto, si nos comparamos con una cría la cosa ya cambia bastante:


Chimpacé adulto (izquierda) y cuando aún es una cría (derecha). De Adolf Naef, 1926.

Si el parecido de la cría con "una personita" te da un poco de mal rollo, estas experimentando el valle inquietante. La foto la tomó un tal Adolf Naef a principios de siglo XX, y aunque algunos opinan que el animal estaba muerto cuando preparó la toma (perdón, ¡no recuerdo la referencia de dónde lo leí!), el parecido de la cara y el cráneo es indiscutible. Por cierto, la comparación con el chimpancé (en lugar de con cualquier otro homínido) viene del hecho de que son nuestros primos más cercanos en la evolución: nuestro abuelo común vivió hace sólo ~5 millones de años.
El género Hono (nosotros) y el Pan (chimpancés) somos familiares cercanos (fuente).


La evolución, cualquiera que sea la causa que la empuja, tiene sus artes. Puede modelar el cuerpo de los seres vivos estirando, acortando, girando, duplicando, etc... las diferentes partes del cuerpo, o de las proteínas que lo forman (y existen muchas otras cosas que no puede hacer).

Pero al igual que puede operar en las tres dimensiones espaciales, también puede jugar con el tiempo, acelerando o desacelerando determinados procesos que están genéticamente programados para ocurrir en las distintas etapas de formación del embrión, la niñez o la vida adulta. Todos los hechos programados para antes de tener descendencia están muy depurados (piénsalo: ninguno de tus antepasados murió de niño), pero no así los que ocurren a edades más avanzadas. Ese es (uno) de los sencillos hechos detrás de la vejez: a la evolución no le importa (casi) nada lo que nos pase después de haber tenido hijos.


Volviendo a la posibilidad de retrasar hechos programados, a veces ocurre que el periodo de la niñez se alarga, y a eso se llama neotenia (extensión de la juventud). Y hay evidencias de que la neotenia ha actuado al menos en parte de nuestra evolución desde que nos separamos de los chimpancés. Esto se hace más evidente al comparar el desarrollo del cráneo de ambas especies a lo largo de la vida:


A la izquierda, el cráneo de una cría de chimpancé (arriba) y de un bebé humano (abajo). Fijarse en que son extremadamente similares. En el caso del chimpancé, el cráneo se va deformando gradualmente durante la infancia (arriba en medio) hasta llegar a su estado final de adulto (arriba derecha). Nuestro cráneo de adultos humanos se quedó estancado en la forma transitoria de las crías de chimpancé, como muestra la figura central de abajo.


Evidentemente, a priori parece haber un problema con el alargamiento de la niñez: si la madurez sexual no se alcanza hasta la adolescencia/estado adulto, no se podrían pasar dichos genes a la siguiente generación y la mutación que la causa no se propagaría. Por eso, la neotenia se define como el alargamiento de la niñez acompañada de forma forzosa del adelantamiento de dicha madurez sexual, aún siendo morfológicamente "una cría" para los estándares de las anteriores generaciones.

¿Qué ventajas evolutivas podría tener esta estrategia como para haber determinado a la evolución de nuestros antepasados? En primer lugar, se observa que las crías de chimpancé actuales aprenden muy rápido y tienen mucha más curiosidad que cuando están en estado adulto, además de tender a ser más "sociables".

Posiblemente el estilo de vida social de nuestros ancestros fue lo que introdujo esa presión evolutiva que favoreció la selección, por atractivo sexual o cualquier otra ventaja, de los individuos que cada vez retrasasen más su "estado adulto" y conservasen su apariencia juvenil.

Un grupo de chimpancés compartiendo tranquilamente una comida (fuente).



¿Quiere esto decir que llevamos dentro un "mitad mono-mitad humano" esperando a salir a alguna edad muy avanzada?

Porque nuestro cráneo ya no tome la forma de nuestros ancestros homínidos, no quiere decir que no pueda recuperarse mediante algún "interruptor" ahí en nuestro DNA, esperando vanamente a la llegada de una edad inalcanzable (¿150 años?) o de alguna señal química cuya síntesis se perdió hace tiempo. Desde luego, con la edad ¡casi todos nos volvemos cada vez más peludos, y eso parece una reminiscencia del pasado!. Bromas aparte, en realidad hay muchas razones para descartar que exista algún "botón químico" que de pronto nos haga alcanzar una "segunda madurez".

Pero no es absolutamente descabellado, porque existen precedentes.

El ajolote es un animal acuático natural de México. Conocido por el pueblo azteca, para ellos representaba a uno de sus dioses, lo que no es de extrañar por su curioso aspecto (y el aún más raro secreto que guarda):


Ese es el aspecto que suele tener el animal durante toda su vida: nace, crece, se reproduce y muere con esa pinta. Y así ha sido por muchos miles de años.

Pero sobre principios del siglo XX, a un tal Vilem Laufberger le dió por inyectar hormona tiroidea a uno de estos animales... ¡y se convirtió en una salamandra!:



El ajolote era tan sólo una larva. Pero tras un proceso evolutivo de neotenia, había conseguido reproducirse antes de llegar a la metamorfosis, alargando esa etapa de "niñez" indefinidamente... aunque ante la señal química adecuada seguía siendo capaz de terminar en su antigua forma adulta que ya no necesitaba.

Para hacer honor a la verdad, el ajolote sí que puede llegar a su forma adulta sin necesidad de inyectarle nada, pero sólo si sufre algún tipo de proceso traumático o estresante, por lo que la mayoría de ejemplares viven una vida plena en su forma de larva tan tranquilamente.


Después de todo esto, espero haberos convencido un poquito de la posibilidad de que seamos "bebés de chimpancés".

Pero, ¿qué opinas? Esta presión evolutiva de nuestro pasado, ¿sigue presente hoy día? ¿Tendrán los humanos adultos del futuro lejano apariencia de nuestros adolescentes?

Fuente:

Ciencia Explicada

28 de marzo de 2011

Pero si descendemos del chimpancé, ¿por qué todavia hay chimpancés?

Preguntas como esta llenan la red, sobre todo en aquellas webs dedicadas a la apologética evangélica. Hay que reprimir las ganas de llevarse la mano a la cara, intentar ser divulgativos y hacer algo para que los no informados se informen. Podría dedicar unos cuantos párrafos a explicarlo, pero mejor que lo haga Richard Dawkins en este vídeo:



Richard Dawkins aclara un malentendido muy común acerca de la evolución: Si descendemos de los chimpancés, ¿por qué aún hay chimpancés? Dawkins explica que no descendimos de los chimpancés - ambos compartimos un ancestro común.

Fuente:

La Ciencia y sus Demonios

26 de marzo de 2011

Los simios antropomorfos se irguieron a la vez en Europa y África

La evolución que llevó a los simios antropomorfos (gibones, orangutanes, gorilas y chimpancés) a mantener una posición erecta del torso a la hora de subirse a los árboles se produjo durante el Mioceno en dos lugares de forma independiente, uno en Europa y otro en África, según un estudio realizado por un equipo de científicos del Instituto Catalán de Paleontología (ICP), que ha llevado a cabo una revisión crítica de las fechas del conjunto de los hominoideos (que vivieron entre hace 23 y 5 millones de años) en el oeste euroasiático.


Se han analizado, además, los resultados inéditos de especímenes hallados recientemente en el conjunto de yacimientos fósiles de Hostalets de Pierola (Barcelona, noreste de España), uno de los tres más importantes de este periodo junto a los de Kenia y los que se encuentran en la frontera entre Pakistán e India.

Los hominoideos, un grupo que incluye a todos los simios antropomorfos, iniciaron su historia en África hace unos 23 millones años. Desde allí fueron expandiéndose hacia Europa y Asia (hace 14 millones de años), aunque en estos territorios fueron desapareciendo (7-6 millones de años) posiblemente por el deterioro del clima, a excepción de los orangutanes. De las trece especies de hominoideos del Mioceno descritas en Eurasia, cinco se encuentran en Cataluña, en concreto en la Cuenca del Vallès-Penedes, donde el ICP viene realizando una continuada serie de trabajos.

El estudio divulgado hoy, según ha explicado Isaac Casanovas, coautor del trabajo, señala que los hominoideos descubiertos en yacimientos europeos y sobre todo en Cataluña -donde vivieron entre 12 y 9 millones de años atrás-, formaban parte de la subfamilia de los driopitecinos (simios del bosque), que estarían emparentados con los ponginos, grupo que incluye los actuales orangutanes. Algunos de los restos fósiles de driopitecinos hallados en Cataluña presentan características avanzadas: podían trepar a los árboles manteniendo una postura vertical del torso y colgarse usando únicamente los brazos, lo que aún se da en los grandes antropomorfos de la actualidad, como los ponginos y los "homíninos" (gorilas, chimpancés y humanos).

En este sentido, el estudio concluye que es probable que estas adaptaciones se produjeran de forma independiente en driopitecinos y homíninos, aunque queda por determinar si los homíninos africanos tuvieron alguna vinculación con los homineideos europeos o evolucionaron directamente a partir de las formas africanas. Las nuevas dataciones permiten así ordenar un conjunto importante de acontecimientos evolutivos y hace entrever que el cambio del diseño corporal del modelo cuadrúpedo hacia la estructura actual de aquellos grandes antropomorfos tuvo también lugar en el área mediterránea.

El trabajo, que se publica hoy en la revista Proceedings of the National Academy os Sciences (PNAS), está firmado también por el director del ICP, Salvador Moyà, y los investigadores de este instituto David M. Alba y Josep M. Robles,y Miguel Garcés (UB). Moyà destacó el valor del registro fósil catalán, que cubre la primera parte de la evolución de los homínidos. "Es el más completo y de mayor calidad del mundo. Por eso es imprescindible para entender el origen de nuestra familia", explicó el director del ICP.

Fuente:

Muy Interesante

31 de enero de 2011

Se cumplen 50 años del viaje del chimpancé Ham al espacio

Hace 50 años, el 31 de enero de 1961, el chimpancé Ham se convirtió en el primer homínido que sobrevivía tras un viaje al espacio y daba esperanzas al sector aeroespacial norteamericano en su deseo de enviar al hombre en un viaje suborbital.

Ham pertenecía al centro de medicina aeroespacial de Holloman (Estados Unidos), en donde aprendió a realizar algunas funciones básicas para pilotar la nave. Gracias a su entrenamiento, Ham logró alcanzar una altura de 253 kilómetros y permaneció durante siete minutos en estado de ingravidez.

El viaje se realizó dentro del proyecto Mercury, cuyo objetivo era simular los que experimentaría el primer astronauta humano. El despegue se llevó a cabo sin incidentes, pero un problema en el regulador de aceleración del cohete proporcionó un exceso de velocidad que no se resolvería hasta que se agotó el oxígeno líquido.

A pesar de que el vuelo duró 16 minutos y 39 segundos y la cápsula amerizó en el océano Atlántico, a 679 kilómetros de distancia del punto de despegue, el chimpancé fue, según ha señalado la NASA, el primer "halo de esperanza" de que en un futuro próximo los hombres podrían viajar al espacio. Además, según señala la BBC, fue un gran paso para que los norteamericanos se impusieran en su carrera contra la Unión Soviética.

Y es que, antes que Ham, la agencia espacial estadounidense ya había experimentado, hasta en seis ocasiones, con el envío de simios al espacio exterior, sin embargo ninguno de ellos pudo sobrevivir al viaje.

Fuente:

Europa Press

1 de diciembre de 2010

Los humanos conservan cualidades del chimpancé

Los humanos conservan cualidades del chimpancé, según el director del Centro sobre la Evolución

El director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), José María Bermúdez de Castro, ha subrayado que el cerebro del hombre conserva cualidades propias del comportamiento de los chimpancés como la trivialidad, jerarquía y territorialidad.

El científico, que imparte hoy (30 de noviembre de 2010) una conferencia en Málaga sobre la evolución del desarrollo en el género homo, ha aseverado, en declaraciones a EFE, que nuestro cerebro progresa con más lentitud, lo que le permite recibir más cantidad de información y almacenar un mayor número de datos.

En este sentido, la especie humana ha potenciado su capacidad de planificación, aunque aún conserva áreas cerebrales relacionadas con variantes como los instintos, la sexualidad y la sociabilidad, que priman en situaciones extremas donde la racionalidad puede desaparecer -guerras o catástrofes, por ejemplo-.

Por ello, a pesar de que somos más inteligentes que los chimpancés, considerados "nuestros primos hermanos", y que otras especies de nuestros antepasados, existe en nuestro interior una lucha "compleja", que provoca que no siempre mantengamos "frío" el cerebro.

En los últimos dos millones de años el tamaño del cerebro humano se ha incrementado hasta cuatro veces respecto a los primeros representantes de la especie, con lo cual ha pasado de medir unos 400 centímetros cúbicos hasta alcanzar casi 1.400, y ahora presenta un desarrollo más acentuado en zonas del neocorte.

Preguntado por la vulnerabilidad de los jóvenes respecto al consumo de drogas, Bermúdez de Castro ha respondido que la adolescencia no sólo conlleva un cambio hormonal, sino que también supone modificaciones en la organización del cerebro, lo que crea facilita una mayor pretensión a este tipo de adicciones.

Fuente.

Yahoo Noticias
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