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23 de abril de 2013

Las raíces de la agresividad: Los primates terroristas

Los dos hermanos chechenos, presuntos autores del atentado de Boston. | Reuters

Los dos hermanos chechenos, presuntos autores del atentado de Boston. | Reuters
En los atentados terroristas, como el ocurrido en Boston el martes pasado, en el que varias bombas estallaron al paso de los corredores de una maratón, se puede extraer mucha información a partir de la cual generar debate sobre el simio bipolar que es el ser humano, como dice el primatólogo Frans de Waal.

Por un lado están los autores del atentado, los cuales, presuntamente han sido dos jóvenes estudiantes chechenos con permiso de residencia en los Estados Unidos. Sea cual sea el mantra que se repitieron a sí mismos para justificarlo, uno de los elementos esenciales es que estamos ante grupos de personas que utilizan el miedo como elemento de persuasión, debido a que apuestan por causas que no pueden ser defendidas mediante las palabras y el debate.

Los chimpancés carecen de lenguaje hablado y de afiliación religiosa, pero existen comunidades en los que un individuo o varios pueden llegar a comportarse como verdaderos terroristas. Algunos individuos muestran comportamientos xenofóbos, motivados una ansiedad que, tanto a ellos como a nosotros los humanos, nos genera "el otro" o "lo diferente". Por esta razón hay que tener mucho cuidado cuando se forman grupos de primates de manera artificial, ya que siempre es un momento de gran tensión.

El resentimiento del macho expulsado

Pero también hemos identificado otras causas. En varias especies de primates, algunos machos jóvenes son expulsados del grupo a la fuerza. Estos suelen aliarse con otros machos que están en su misma situación, creando así una tropa compuesta exclusivamente de machos expulsados o periféricos. Este tipo de alianzas pueden ser peligrosas.

De modo similar y sin ser en caso alguno una justificación para realizar tales atrocidades, muchos terroristas y asesinos en serie tienen en común un sentimiento de rechazo o expulsión, ya sea en su país de origen o destino.

En Sudáfrica, por ejemplo, se han producido más de cien muertes de rinocerontes por ataques de elefantes en tiempos recientes, una especie con la que no se tenía noticia de que entraran en conflicto. Cuando se estudió el historial de los agresores, todos tenían en común el que eran huérfanos macho que habían presenciado la muerte de sus madres, en la mayoría de los casos por armas de fuego, a manos de cazadores furtivos. La solución consistió en introducir individuos adultos de elefantes que controlaran la agresividad de los más jóvenes.

Hasta tiempos recientes, se pensaba que los terroristas eran psicópatas, pero en estudios de personalidad quedó reflejado que no poseen trastornos de la personalidad diferentes a los de las personas 'normales'. Posteriormente se hicieron estudios en barrios donde habían nacido y habitado tradicionalmente los terroristas. Tampoco se encontró una mayor tasa de este desorden.

El lado positivo de nuestro instinto tribal

Pero por otro lado está la reacción de las víctimas y la sociedad a la que pertenecen. Tanto en el 11-S como el 11-M, la actitud de la ciudadanía fue ejemplar. Boston no ha sido una excepción. En estas circunstancias es cuando más comportamientos altruistas por segundo se producen. Es el momento en el que se activa el lado más positivo del instinto tribal que todos llevamos dentro, responsable de los actos más bellos de nuestra especie.

Gente que se queda sosteniendo la mano de víctimas hasta que una ambulancia libre pueda atenderles, personas que comparten su poco o mucho conocimiento para afrontar este tipo de situaciones, grupos de vigilancia que se organizan de manera espontánea para vigilar los barrios y un largo etcétera.
Del mismo modo, entre primates no humanos es frecuente que se consuelen los unos a otros tras un suceso que ha generado angustia. Estos suelen abrazarse, lo que disminuye el estrés. Y es que la cohesión es una buena estrategia ante las consecuencias psicológicas del miedo.

Cohesión y unidad frente al dolor

Pero los humanos, además del uso del contacto físico, también somos capaces de contener la ansiedad del grupo mediante la palabra, lo que nos permite llegar a más gente de manera simultánea. El discurso pronunciado por Obama es un intento de aliviar el dolor psicológico en forma de estrés, tristeza o angustia que estos atentados terroristas han generado. La llamada a la cohesión, la unidad y la corresponsabilidad en superar estos sucesos es lo mismo que haría un líder de una tribu africana tras un asesinato de uno de sus miembros.

Algunos expertos en psicología del terrorismo, como Clark McCauley, creen que debemos aceptar que todos podemos ser terroristas bajo determinadas circunstancias. Aceptemos o no esta hipótesis, esta ínfima minoría violenta representa lo peor del ser humano. El límite extremo negativo de lo que es capaz de hacer el simio bipolar que representa el ser humano.

Aún así, no podemos permitir que acontecimientos como el de Boston nos hagan centrar la atención en el lado más oscuro y eclipsen el hecho de que por cada gramo de metralla emergen miles de acciones altruistas, las cuales ponen al descubierto nuestro mejor lado como especie.

Fuente:

El Mundo Ciencia

15 de abril de 2013

'Australopithecus sediba': el ancestro con sonrisa humana y andares de chimpancé

Reconstrucción de A. sediba junto a un esqueleto humano y otro de chimpancé. | L. Berger

Reconstrucción de A. sediba junto a un esqueleto humano y otro de chimpancé. | L. Berger
El homínido que pudo dar lugar a la rama evolutiva del ser humano era un puzle biológico imprevisible con sonrisa humana y andares de chimpancé. Hasta que su descubrimiento en 2008 permitió a los investigadores reconstruir la anatomía de la especie 'Autralopithecus sediba', la comunidad científica daba por asumidos algunos rasgos que debía tener el ancestro que dio paso al género Homo (al que pertenece la especie humana actual, Homo sapiens). Sin embargo, el estudio de los restos fósiles de tres individuos -dos bastante completos y una tibia de un tercero- encontrados en una sima en Malapa, cerca de Johannesburgo (Sudáfrica), le han dado un vuelco a los prejuicios de los paleontólogos.

A. sediba. | L. Berger

A. sediba. | L. Berger

Desde la publicación del hallazgo y de las primeras conclusiones en 2010, ya ha habido 11 estudios publicados en la revista 'Science' analizando sus características y las implicaciones que tiene la especie para la evolución humana. Los seis últimos, referentes a la investigación de sus órganos locomotores y de su boca y que se acaban de publicar, suponen una "mirada sin precedentes a la anatomía y la posición en el árbol de la vida de este primitivo ancestro humano", en palabras de Lee Berger, líder de la investigación y autor principal de las seis investigaciones.

"Este último examen nos aporta una visión nueva de una especie que parece un mosaico anatómico que presenta una serie de complejos funcionales que son diferentes tanto a los que pensábamos que eran propios de los Australopithecus, como a los de los primeros Homo", explica este investigador del Instituto de Evolución Humana de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo.

Un mosaico entre humanos y australopitecus

'A. sediba' era una extraña criatura que caminaba erguida, pero de una forma muy primitiva, tenía un cerebro muy pequeño, unas manos hábiles y, sorprendentemente, una dentadura muy similar a la humana. Pero algunas de estas características ya se conocían de anteriores estudios.

Las principales conclusiones que se pueden extraer de las seis investigaciones recién publicadas en 'Science' al alimón son la 'sonrisa humana' y una morfología de su talón parecida a la de los chimpancés actuales que le obligaba a caminar bamboleándose de un lado a otro. De hecho, esta última característica ha sido un descubrimiento reciente hecho por el equipo de Berger durante una reunión en mayo de 2012.

Cráneo de 'A. sediba'. | L. Berger

Cráneo de 'A. sediba'. | L. Berger

Desde hace muchos años, la comunidad científica se preguntaba cómo podría esta especie caminar erguida. La clave está en el talón preservado en uno de los ejemplares que corresponde con el de una hembra adulta. El hueso está retorcido y tiene forma apuntada, al contrario del humano, que es plano y ancho. Por ese motivo, la especie debía caminar retorciendo el pie tras el apoyo para poder dar el siguiente paso, de una forma parecida a la que usan los chimpancés, haciendo para ello un bamboleo obligatorio.

"Los talones estrechos ofrecen menos mucha menos superficie sobre la que distribuir el peso cuando los pies tocan el suelo", asegura el antropólogo de la Universidad de Boston Jeremy DeSilva, autor principal del estudio sobre el mecanismo locomotor de la especie.

¿Es de verdad el eslabón perdido?

Todos los investigadores coinciden con las conclusiones de Berger y su equipo sobre el modo de andar de A. sediba y remarcan que definitivamente su modo de caminar es muy diferente que el del resto de los homínidos.

Lo que no parece estar tan claro es que esta especie sea definitivamente el eslabón perdido, la pieza clave que falta en la evolución del ser humano moderno. Una mandíbula de 2,4 millones de años de antigüedad encontrada en Etiopía es el primer fósil atribuido al género 'Homo'. Lo que deja la edad de 'A. sediba' -cerca de 2 milones de años- como muy joven para ser el primer ancestro del género. "Sediba es único y muy interesante, pero llegó demasiado tarde a la fiesta como para ser el ancestro", asegura Brian Richmond, de la Universidad George Washington de Washington D.C..

Sin embargo, Berger defiende con uñas y dientes la posición en el árbol de la vida de la especie que él mismo descubrió junto a su hijo en una sima cercana a la ciudad en la que viven. Para el investigador sudafricano, esa mandíbula aislada de la calavera o de otros huesos no tiene por qué pertenecer al género 'Homo'. La bonita sonrisa de A. sediba podría haber engañado a los descubridores de la mandíbula de Etiopía haciéndoles pensar que era del género humano.

Fuente:

El Mundo Ciencia

12 de abril de 2013

'Esperamos que la genética no se use para diseñar seres humanos' - Libro: "El sello indeleble"

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| Alberto Cuellar

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| 

Los avances en genética de los últimos años están cambiando lo que los científicos creían saber de nuestra especie. Por ejemplo, han permitido averiguar lo mucho que nos parecemos a los grandes primates. Tanto, que humanos y chimpancés comparten más del 98% de sus genes: "Fue una enorme sorpresa averiguarlo. Para empezar, nadie imaginaba que un organismo tan complejo como el nuestro tuviera tan pocos genes, pues se pensaba que tendríamos más de 100.000. Es impresionante que tan pocos genes [pocos más que algunos gusanos] produzcan tales capacidades. Cuando comento con gente joven lo sorprendente que es que tengamos tan poca distancia genética con el resto de mamíferos a ellos no se lo parece, porque lo han aprendido. Pero es que yo estaba ahí cuando se descubrió, y sé la conmoción que supuso". El paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII), recuerda así lo que supuso para la ciencia la secuenciación del genoma humano, y posteriormente el de nuestros parientes más cercanos.

¿Qué es lo que hace entonces única a nuestra especie? Junto con el psicólogo Manuel Martín-Loeches, también investigador del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos, han intentado encontrar una definición para el 'Homo sapiens'. Sus conclusiones han quedado plasmadas en 'El sello indeleble. Pasado, presente y futuro del ser humano' (editado por Debate), una obra en la que elaboran una lista sobre las señas de identidad que hacen única a nuestra especie y reflexionan sobre su origen a partir de las aportaciones de científicos de los siglos XIX y XX. No obstante, Arsuaga subraya que "queda tanto por investigar que la lista de rasgos únicos del hombre es más un proyecto que un resultado definitivo".

Los rasgos que nos hacen únicos

Los rasgos más llamativos, según Martín-Loeches, son los sociales: "Uno que me llama mucho la atención es la gran cantidad de energía que consume el cerebro, aproximadamente el 20% de la energía que ingerimos. Este coste tan elevado no puede ser sino para permitir la convivencia social y en circunstancias complicadas. Por eso el cerebro tiene que trabajar tanto", explica.

"Por ejemplo, se dice que son característicos rasgos con los que podríamos estar de acuerdo, como la previsión o la planificación a largo plazo. Pero hay emociones como la vergüenza, la culpa o el orgullo, que hay que investigar si son exclusivamente nuestras", señala Arsuaga.

[foto de la noticia]

"[Charles] Darwin decía que sonrojarse era la única emoción exclusivamente humana, y es una señal social de que algo no estás haciendo bien", apunta Martín-Loeches. "Es un tipo de emoción muy curiosa porque uno desearía que no ocurriera y eso nos lleva a plantearnos cuál es su función", añade Arsuaga.

El codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) cita como otro ejemplo de lo mucho que queda por investigar un estudio que señalaba como atributo clave para la evolución "el lanzamiento de proyectiles con puntería y fuerza, y destreza para evitarlos, especialmente en los machos": "La nuestra es la única especie que lanza objetos con puntería y fuerza. Los chimpancés, por ejemplo, no lo hacen, les falta coordinación. Y seguramente es imprescindible para fabricar utensilios porque hay que tallar, golpear una piedra con la otra y hay que tener puntería. Tiene que haber sido muy útil para la supervivencia y la capacidad de alejar depredadores arrojando piedras con puntería", reflexiona Arsuaga. "Esto requiere adaptaciones en el cerebro para coordinar lo que se ve con lo que se hace", añade Martín-Loeches.

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El Mundo Ciencia

15 de marzo de 2013

¿La moral laica es mejor que la moral religiosa? (y II)


Tal y como os adelantaba en la anterior entrega de este artículo, a medida que la religión ha ido perdiendo influencia a la hora de inculcar códigos morales, las sociedades se han vuelto más morales (en el sentido de que discuten mejor sus códigos morales, los adaptan más fácilmente a la realidad social y los inculcan con menos presión coactiva).

Sobre este tema profundiza Patricia S. Churchland en su libro El cerebro moral, que inicia narrando una anécdota personal acerca de cómo le explicaron en el colegio lo que era un juicio de Dios:
La idea básica era sencilla: gracias a la intervención de Dios, la inocencia se revelaría por sí sola, ya que el ladrón acusado se hundiría en el fondo del lago, o el adúltero acusado no se quemaría en el poste. (Para las brujas, en cambio, el suplicio era menos “benévolo”: si la mujer acusada de brujería se ahogaba obtenía la presunción de inocencia; si salía a flote, entonces se la consideraba culpable, y por ello la arrastraban hasta una hoguera.) Como disponemos de tiempo, mi amiga y yo diseñamos un plan. Ella me acusaría falsamente de haberle robado el monedero, y luego colocaría mi mano sobre la estufa a ver si se quemaba. Ambas esperábamos que me quemara, y así fue. Por tanto, si el resultado del experimento era tan elocuente, ¿cómo es posible que tantas personas confiaran en el juicio de Dios como sistema para administrar justicia?
En otras palabras: procurar bienestar a una sociedad no puede basarse en una lista tosca e irrevocable de deberes y prohibiciones, sino en una mezcla de sabiduría, buena voluntad, capacidad de negociación, conocimiento histórico y nuevos descubrimientos científicos.
Como la propia Churchland afirma más adelante en El cerebro moral:
Sin duda, teniendo en cuenta los distintos contextos y las diversas culturas, el modo particular en que se articulan dichos valores adoptará diferentes formas y matices, incluso en los casos en los que se compartan las mismas necesidades sociales subyacentes. Según esta hipótesis, los valores son más fundamentales que las normas. Las diversas leyes que rigen la vida social, reforzadas por un sistema de recompensa y castigo, pueden con el tiempo articularse e incluso modificarse tras una larga deliberación, o pueden seguir siendo un conocimiento implícito sobre lo que “nos parece correcto”.
La primera vez que se instauró de forma global e influyente un progreso cognitivo lo suficientemente estable como para adquirir el conocimiento más objetivo sobre la naturaleza, incluido el prójimo, ocurrió aproximadamente en la época de la revolución científica, y aún está en marcha.

Dicha revolución no sólo ha introducido mejoras en el ámbito del conocimiento científico, sino también en el de la tecnología, las instituciones políticas, los valores morales, el arte y todos los aspectos del bienestar humano.

Tal y como explica David Deutsch, profesor visitante en el Departamento de Física Atómica del Centro de Computación Cuántica en el Clarendon Laboratory de la Universidad de Oxford, en su libro El comienzo del infinito, una especie de segunda parte de su influyente La estructura de la realidad:
Hay efectivamente una diferencia objetiva entre una explicación falsa y una explicación verdadera, entre el fracaso crónico a la hora de resolver el problema y la solución del mismo, y también entre el bien y el mal, lo feo y lo hermoso, el sufrimiento y el hecho de poder aliviarlo (o sea, entre el estancamiento y el progreso en el sentido más amplio de la expresión). En este libro sostengo que todo progreso, tanto teórico como práctico, es el resultado de una actividad humana simple: la búsqueda de lo que yo llamo buenas explicaciones. Aunque esta búsqueda es específicamente humana, su efectividad es también un hecho fundamental acerca de la realidad al nivel más impersonal y cósmico, por cuando se ajusta a las leyes universales de la naturaleza, que son, efectivamente, buenas explicaciones.

Fuente:

Xakata Ciencia

4 de febrero de 2013

Seres humanos: Las raíces de la lucha por el poder



Vídeo 1: El líder de la manada pierde el trono

En la obra de William Shakespeare 'El Rey Lear', el anciano monarca bretón es traicionado por su hija Cordelia, quien junto a su nuevo marido el Rey de Francia, le engañan para robarle el trono a modo de venganza por haberla desheredado previamente. Este tipo de maniobras políticas que realizamos los humanos para alcanzar o mantenernos en el poder existen hace millones de años, mucho antes de que surgiera el género 'Homo'.

A pesar de que la compleja cultura en la que vivimos en ocasiones nos impiden visualizar la esencia de algunos fenómenos sociales, lo cierto es que existen grandes similitudes con los animales en cuanto a las estrategias de poder de la monarquía y las tensiones que se producen con el 'pueblo'.

En una investigación sobre los macacos, se encontraron políticas muy similares a los matrimonios de conveniencia que tradicionalmente han realizado las monarquías europeas. En esta especie, la organización social está jerarquizada por niveles muy bien delimitados. Debido a que las hembras se quedan a vivir en el grupo natal existe algo similar a una 'aristocracia': familias enteras ocupan posiciones sociales elevadas por el solo hecho de haber nacido en un grupo determinado.

Pero lo interesante es que las madres que ocupan los lugares más bajos tienen una estrategia muy peculiar de ascender socialmente a su familia. Éstas tratan de juntar a sus pequeños con crías del estrato más alto abrazándoles con fuerza a ambos varias veces durante la infancia.

Los resultados demostraron que hay más probabilidades de que los macacos que compartieron dichos abrazos tengan descendencia común que otras parejas posibles. Un dato adicional interesante es que las 'suegras' candidatas tratan de impedirlo siempre que pueden, interponiéndose entre ambos para evitar el contacto físico.

El proceso de sucesión o destitución de un líder de avanzada edad por uno más joven es otra de las dinámicas sociales del poder más frecuentes e importantes en los grupos, tanto en primates humanos como en no humanos. Este inevitable proceso lo tienen que vivir desde las corporaciones más cotizadas del Ibex 35 hasta las comunidades de chimpancés en Tanzania.

En la colonia de chimpancés de Arhem (Holanda), donde Frans de Waal estudió el comportamiento político de los chimpancés durante años, se vivió un proceso similar al que puede estar entrando nuestro país en la actualidad con el caso del Rey Juan Carlos I. En este grupo de animales el líder era un viejo chimpancé llamado Yeroen.

Su liderazgo se basaba en la experiencia y en la alianza con otros viejos chimpancés. Cada año que pasaba, a Yeroen le costaba más demostrar su poder al resto del grupo y conseguir los saludos de sumisión típicos de los subordinados; un ritual que deja claro cuáles son las posiciones de cada uno.

Salvando las distancias culturales, estos acontecimientos poseen elementos en común con el incremento de las críticas hacia el Rey en la calle y en los medios de comunicación, algo inaudito hasta hace bien poco debido a que existía un pacto de caballeros al respecto que los últimos sucesos han puesto en peligro.




Vídeo 2: La pelea por la sucesión del líder destronado

Yeroen continuaba envejeciendo. Cuando hacía exhibiciones de fuerza las finalizaba antes de lo habitual y acababa exhausto. A veces resbalaba o tropezaba, algo que no pasaba desapercibido para el resto del grupo. Su energía estaba en claro declive y pronto fue aprovechado por otros rivales. De Waal cree que hubiera sido un grupo estable, de no haber llegado Nikkie, un joven enérgico y con un espíritu alborotador.

Desde ese momento se produjo una batalla por el poder que duró varios años hasta que Nikkie ascendió a la posición de líder del grupo, gracias a que gradualmente varios miembros se fueron poniendo de su lado. Aunque no podemos acceder directamente a la mente de los grandes simios para saber cuál es su motivación, el por qué evolutivo del apoyo a un líder de menor edad puede deberse a una necesidad de estabilidad y continuidad en el grupo ante momentos de crisis.

Los procesos de inversión de roles en los colectivos son lentos y suelen durar varios meses o años. Se llevan a cabo mediante sutiles movimientos en el día a día que acaban con el líder depuesto debido a la cambios en la actitud del colectivo, como por ejemplo la retirada del respeto que le ocurrió a Yeroen.

Pero antes de que esto ocurra en España, seremos testigos de numerosas estrategias en una y otra dirección, en la que las diferentes facciones demostrarán, una vez más, que la lucha por obtener el poder al igual que nuestra resistencia ante él, son poderosos instintos que están impresos a fuego en lo más profundo de nuestro ADN como primates.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)

29 de diciembre de 2012

Las raíces evolutivas del 'sexo, drogas y rock and roll'

Un grupo de amigas celebra la Nochevieja del año pasado en Madrid. | Roberto Cárdenas 
Un grupo de amigas celebra la Nochevieja del año pasado en Madrid. | Roberto Cárdenas

Casi dos millones de kilos de uvas, varios cientos de miles de toneladas de carnes, millones de litros de alcohol, junto a otros tantos cientos de miles de preservativos para los más afortunados, son los elementos que no pueden faltar en la despedida del año que será celebrada por casi todos los españoles en pocas horas. Aunque con menor intensidad, ningún festejo multitudinario carece de ellos. Y es que a los primates humanos nos gusta comer, beber y practicar el sexo, algo que también les sucede al resto de los grandes simios.

El ritual de despedida del año y recibimiento del nuevo comenzará con una gran comida en la que no faltarán las carnes, los mariscos, y para finalizar una buena tarta y/o surtido de turrones. El autocontrol y las dietas no se impondrán hasta días después. Los seres humanos, junto a otros primates, somos algunos de los animales que más engordamos, ya que poseemos mecanismos de acumulación de grasa que han sido favorecidos por selección natural para mantener reservas en épocas de escasez.

Ahora tratamos de evitar la obesidad a toda costa, pero gracias a que engordamos -y por ello somos capaces de no comer durante días-, hemos sobrevivido como especie. Los primates estamos adaptados como ningún otro organismo a la ingestión de grasas y azúcares, algo que otros animales no pueden con tanta facilidad. Esto permite que nuestro cerebro se alimente con mayor eficacia.

De esta manera, comiendo poco podemos obtener las calorías que nuestro cerebro necesita. Es por esta razón que los humanos perseguimos lo graso y lo dulce. Este tipo de alimentos nos producen más placer en el cerebro porque nos aportan la energía fundamental que nos ha hecho falta para sobrevivir durante los últimos millones de años.

A continuación, el cava y las copas serán los protagonistas de la celebración. A los monos también les gusta el alcohol y se emborrachan, como muchos harán en las próximas horas. Este es el caso de los monos vervet, los cuales han desarrollado una adicción al alcohol. Los turistas extranjeros, cuando descansan sobre la arena de las playas en la isla caribeña de Saint Kitts, dejan sus bebidas descuidadas. Los monos, se acercan con sigilo y se apropian de ellas.




Pero hay más casos similares. En la India, donde los macacos son sagrados, no son raros los saqueos que incluyen la ingesta de algún tipo de bebida fermentada. Las consecuencias del alcohol en su organismo es muy parecida a las que nosotros sufrimos: fallos en la locomoción, caídas y finalmente somnolencia.

Los más marchosos, continuarán la fiesta en los diferentes cotillones y discotecas que se prolongarán hasta al amanecer. Los datos de la FAD (Fundación Anti Droga) y el Ministerio del Interior demuestran que en estas fechas aumenta el consumo de todo tipo de drogas. En los años 30, se realizaron unos experimentos sobre la adicción a las drogas con chimpancés. Hasta entonces se creía que la adicción era un fenómeno exclusivamente social y se negaba su enganche físico.




Lea el artículo completo en:

Yo Mono

28 de noviembre de 2012

Sorprendente: 5 Tendencias en la Evolución Humana

Cuando se habla de evolución humana, vaya uno a saber por qué, pero la gente tiende a pensar enseguida en cómo vamos a ser en el futuro. ¿Hacia dónde nos llevará la evolución? La respuesta simple, rápida, y científica es que no se sabe, ya que la evolución es azarosa. Pero lo cierto es que hay algunas tendencias en la evolución humana que se ha comprobado que vienen afectando a nuestra especie durante miles o millones de años, y que seguirán actuando. Así es que si bien la futurología no se lleva bien con la evolución, estas tendencias observables nos permiten acercarnos un poco. 

El futuro de la raza humana es un tópico constante de la literatura de ciencia ficción, y se ha vuelto popular entre algunos filósofos evolucionistas a los que les gusta especular científicamente sobre el tema. Por lo general suelen errar por mucho, imaginando humanos cabezones, con súper cerebros, y súper inteligencia; otros  dicen que la evolución ha dejado de actuar sobre nosotros, ya que, mediante la tecnología y la cultura hemos tomado las riendas de nuestra propia evolución. A veces prestan atención a las tendencias reales que se pueden observar en la evolución humana y las llevan a los extremos. Pero nosotros no haremos futurología, sino que exploraremos cinco de esas tendencias en la evolución humana, ese camino que venimos siguiendo como especie desde hace millones o miles de años, dependiendo del caso. 

evolución humana

1-Nuestro cerebro se está achicando

Empezamos tirando abajo el mito del humano de cerebro gigante del futuro, ya que, es un hecho comprobado que durante las últimas decenas de miles de años, el cerebro se ha ido achicando en el Homo sapiens. Si estudiamos a los fósiles desde el primer humano, el Homo habilis, podremos ver que desde ellos hasta image nuestra especie, la tendencia evolutiva fue hacia un aumento en el tamaño del cerebro. Pero alcanzamos un pico hace unos cien mil años, momento en que el cerebro llegó a el máximo de tamaño, tanto en nuestra especie, como en nuestros parientes los Neandertales

Habiendo dicho esto, queda en claro que la evolución no ha dejado de actuar sobre nosotros. Hay evidencias de que no sólo no dejamos de estar sometidos a la selección natural, sino que estamos evolucionando cada vez más rápido. Una de esas evidencias, es el análisis de cráneos y de nuestros genes, que indican que durante los últimos 10 mil años el cerebro humano se ha achicado, al menos una media de unos 150 centímetros cúbicos. Para que nos demos una idea, la media actual es de unos 1350 centímetros cúbicos, para el tamaño cerebral. En el pasado, teníamos al menos un diez por ciento más de tamaño promedio. ¿Esto implica que nos estamos haciendo más estúpidos? Para nada, el tamaño del cerebro no sólo tiene que ver con la inteligencia. Se cree que tal vez la sociedad sedentaria que caracterizó al ser humano durante los últimos 10 mil años, con el desarrollo de la agricultura, ha favorecido una adaptación a cerebros más chicos. Si sopesamos que el cerebro es un terrible consumidor de energía, entonces es claro que la selección natural actuará para reducirlo, si no lo necesitamos tan grande. Y por lo que se viene descubriendo, su gran tamaño no sólo tenía que ver con la inteligencia, sino con nuestra adaptación a ser una especie muy activa, y corredora.

2-Estamos perdiendo el olfato

image El ser humano es un primate, y como todos los primates, nos hemos distanciado del resto de los mamíferos no sólo por nuestro gran cerebro, sino por haber primado el sentido de la vista, dejando un tanto de lado el olfato. Esta es una tendencia evolutiva que se puede observar en los últimos 55 millones de años de historia de los primates. En las demás especies de primates, como chimpancés y gorilas, no se ha observado que la tendencia a dejar de lado el olfato siga, pero en nuestro caso sí. De los más o menos mil genes destinados al olfato que hemos heredado de nuestros antepasados comunes con el resto de los mamíferos, al menos unos 300 han quedado disfuncionales por mutaciones que han alterado su estructura más allá de cualquier reparación posible, según se ha podido descubrir cuando los genetistas lograron decodificar nuestro genoma completo. Por eso es que un perro tiene una capacidad olfativa un millón de veces superior a la nuestra. Un estudio reciente, publicado en Molecular phylogenetics and evolution, indica que esta tendencia sigue activa, por lo que, con cada generación, nuestro olfato irá empeorando.

3-Se nos achica la boca

Los chimpancés y los gorilas son nuestros parientes evolutivos más cercanos. Son primates como nosotros, pero nos separa una adaptación a un medio totalmente distinta. Ellos son principalmente vegetarianos, nosotros somos omnívoros, es decir, comemos cualquier cosa. Un gorila puede chimpancé pasar gran parte de su día masticando con sus grandes dientes moledores de hojas, y su inmensa bocota, para poder guardar lo máximo posible mientras se mastica bien, ya que sino no podrá digerir la celulosa vegetal. Semejante animalote, requiere muchas calorías, lo que significan muchos vegetales. El último antepasado común que tuvimos con ellos se cree que vivió hace unos 7 millones de años. Nuestra línea evolutiva se separó cuando una especie de primate por esa época comenzó a caminar en dos patas. Hace 3 millones de años vivían en África los australopitecos, nuestros antepasados homínidos. Ellos caminaban en dos patas, pero tenían una alimentación parecida a la de los chimpancés. Grandes dientes moledores, bocas grandes, lo que indica que comían frutos, tubérculos, y otros vegetales. 

Pero con la aparición de los primeros humanos, especialmente con los Homo erectus, hace unos 1,5 millones de años, se inició una tendencia evolutiva hacia la disminución del tamaño de la boca, y de los dientes. Fue una adaptación al nuevo tipo de alimento que predominaba en la dieta de aquellos humanos, que fue la carne. Esa carne proporcionaba más calorías, y al parecer también ya dominaban el fuego, y tal vez la cocina, por lo que cada vez se tuvo que masticar menos para conseguir más calorías. Nuestro gran cerebro se transformó en un terrible demandante de calorías, así que una alimentación más eficiente era bienvenida. Por eso, tener una boca grande, ya no era una ventaja, ni tampoco los dientes grandes. Con la cocción de los alimentos, y la llegada de la agricultura, nuestra boca se ha ido achicando cada vez más. Los dientes también están en una tendencia pro achique, pero al parecer más lenta, lo que produce que cada vez haya más gente que necesite ortodoncia. Esta tendencia nos lleva hacia la que sigue en la lista.

4-Perderemos la muela de juicio

Los mamíferos se separaron de los reptiles hace unos 200 millones de años, y su principal adaptación al medio fueron los dientes. Estos se volvieron especializados, para muela de juiciorealizar diferentes trabajo y poder hacer más eficiente la alimentación. Incisivos para cortar y arrancar, premolares para morder, y molares para masticar y moler. Como veíamos antes, en los primates predominó una adaptación a comer frutos blandos y duros, por lo que esta especialización también era buena. Pero en nuestra especie las muelas moledoras ya dejaron de tener mucha importancia, porque comenzó a comer carne y a cocinar sus alimentos, así que no hacía falta masticar durante horas y horas, por lo que hacer crecer muchos molares se transformó en una gasto excesivo de energía. La selección natural está actuando actualmente contra la llamada muela de juicio, el tercer molar. En las épocas prehistóricas, la muela de juicio salía cuando la persona ya se había desarrollado por completo, es decir cuando se consideraba adulta para una sociedad cazadora recolectora, más o menos a los 16 años. 

Actualmente se ha retrasado su aparición, y en muchos casos ya ni siquiera aparecen o sólo sale uno de los cuatro terceros molares. Como la boca se ha achicado mucho, ya no hay espacio para ese tercer molar, así es que por lo general es una causa de infecciones, problemas de ortodoncia, dolores, etc. En poblaciones como los aborígenes de Tasmania o los pobladores originarios de México, las muelas de juicio desaparecieron por completo, se cree que relacionado a un gen llamado PAX9. La tendencia en el resto de los humanos es a perder este diente vestigial.

5-Desaparecerán las razas

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El concepto antropológico de raza se relaciona con las gran variedad que tiene el Homo sapiens, una especie muy flexible y fácilmente adaptable. Hace dos millones de años, cuando los Homo erectus evolucionaron en África, se adaptó a un ambiente de sabana, con pocos árboles, y mucho sol. Como era una especie corredora, perdió el pelaje característico de los primates como una adaptación a refrigerar mejor el cuerpo, con glándulas sudoríparas por casi toda la piel. Ese pelaje solía proteger la piel del sol, pero otra adaptación tomó la posta de protegernos de los dañinos rayos ultravioleta: la pigmentación de la piel. Así es que los primeros humanos eran de piel negra. Pero a cuando comenzaron a colonizar otras regiones de latitudes más altas, como Europa o Asia, la piel oscura era una contra para una eficiente síntesis de la vitamina B, tan importante para nuestro sistema inmunológico, y que se logra gracias a esos rayos ultravioleta sobre la piel. El asunto es que en latitudes más altas, hay menos de estos rayos UV, y tener una piel oscura significa que cuesta diez veces más sintetizar la vitamina B. Así fue que se volvió a la piel pálida que caracteriza a otros primates como los chimpancés, ya que al no ser tan dañinos los rayos UV, en esas latitudes, no se necesitaba una pigmentación oscura de la piel. 

Así fue que surgieron diversas adaptaciones climáticas, como la forma de la nariz, del cabello, etc. Pero desde la era de la Exploración, que comenzó hace unos 500 años, las culturas humanas alrededor del mundo no dejan de cruzarse, y mezclarse. Esas migraciones forzadas o no, llevaron a diversas poblaciones a mudarse a regiones totalmente diferentes a las que los habían cobijado durante siglos. Hoy en día existen diversos problemas de salud relacionados con personas de piel oscura viviendo en latitudes altas, con pocos rayos UV, y también de gente con piel clara viviendo en zonas ecuatoriales, con alta radiación solar. Pero la tendencia es hacia la mezcla total, por la globalización. Algunos expertos, como Peter Ward, creen que desaparecerán los extremos, con una población de cabello marrón y media estatura, desapareciendo los rubios, los ojos celestes, los pelirrojos, y los colores de piel muy claros o muy oscuros. 

Esta última tendencia, es más especulativa, ya que es algo que ha ocurrido en apenas los últimos siglos, o décadas, por lo que todavía es imposible ver en nuestros genes si efectivamente la selección natural está actuando. La evolución humana ha intrigado a cientos de científicos desde que Darwin nos arrojó del pedestal y nos unió al resto de los animales, afectados por la evolución. El hecho de que hayamos cambiado tanto, que estemos cambiando, y lo sigamos haciendo es intrigante, llama a la especulación. Pero la forma en que actúa la evolución es azarosa y dependiente de cómo evolucione el entorno, el ecosistema, así que sin saber cómo estará el planeta en el futuro, o siquiera si seguiremos estando en este planeta, es casi imposible hacer futurología.

Para más información también puede leer mi libro Modelo para armar.


Tomado de:

Sinapsit

24 de octubre de 2012

Así se reconstruye el cuerpo de un Neandertal

neandertal

El Neandertal era bajito y fortachón.

Un equipo de científicos creó lo que según ellos es la primera y más precisa reconstrucción del hombre Neandertal usando un esqueleto que fue encontrado en Francia hace algo más de un siglo.

En 1909, excavaciones en La Ferrassie en el departamento de Dordoña sacaron de la tierra los restos de un grupo de Neandertales. Uno de los esqueletos en ese grupo era un adulto varón, al que se le dio el nombre La Ferrassie 1. 
 
Estos restos le permitieron a un grupo de científicos crear una detallada reconstrucción de nuestro pariente prehistórico más cercano.
La Ferrassie 1 es uno de los descubrimientos más importantes en lo que se refiere a la investigación de los Neandertales.

Su esqueleto es el más grande y completo que se ha encontrado. El descubrimiento de los huesos de su pierna y pie les ayudó a los científicos a darse cuenta de que los Neandertales caminaban con el cuerpo derecho, lo que contradice investigaciones anteriores.

Sabemos que los Neandertales eran fornidos con fuertes brazos y manos, y que tenían grande esqueletos -más largos y bajos que los nuestros- con empinadas frentes y una pequeña quijada.

Lo que no se sabía es que los huesos nos permiten saber las prácticas y el estilo de vida de los Neandertales. Y eso fue lo que hicieron con La Ferrassie 1.

¿Cómo se reconstruye un cuerpo completo en tamaño real con una colección de huesos de más de 70 mil años?

Siguiendo las pistas

Mujer trabaja en un esqueleto

Los científicos dicen que el tamaño y la textura de los huesos dan una indicación del tipo de músculos que el homínido pudo tener.

Gran parte de la estructura de La Ferrassie 1 estaba intacta, pero faltaban la garganta, las costillas, la pelvis y unos pedazos de la espina dorsal.

El paleoartista estadounidense Viktor Deak, especializado en reconstrucción e imágenes de seres prehistóricos, llenó los huecos con copias de los huesos de Neandertal encontrados en la cueva de Kebara en Israel en 1982. Esa excavación descubrió un esqueleto Neandertal casi completo, salvo por el cráneo, la pierna derecha y un área de la izquierda.

Un copia del nuevo y casi completo La Ferrassie 1 fue enviada a un grupo de reconstructores de modelos en Buckingham, Reino Unido, que juntó las partes y armó el esqueleto en la posición correcta.

La siguiente etapa fue ponerle músculos al Neandertal. El esqueleto de La Ferrassie 1 les ayudó a los científicos, liderados por Jez Gibson-Harris, con pistas para reconstruir el modelo. El tamaño y la textura de los huesos les dio una indicación del tipo de músculos que el homínido pudo tener.

"Puedes ver en qué lugar estuvieron amarrados los tendones. Había puntos de amarre bastante grandes. 

Puedes ver que ahí había músculos grandes", dijo Gibson-Harris a la BBC.

"La Ferrassie 1 se ve fuerte, gordo y bien formado. Pero realmente muy bajo de estatura".

Actividades extenuantes

Los huesos también ofrecieron pistas del estilo de vida de los Neandertales, que era hostil y presto para las lesiones.

Los brazos de la La Ferrassie 1 son asimétricos: el derecho es más grande que el izquierdo. Los huesos cambian de forma a través de la vida, así que esto le dio a los científicos una pista sobre el tipo de actividades que practicaban.

Colin Shaw, de la Universidad de Cambridge, estudió el húmero de La Ferrassie 1.

"Lo que le haces a un hueso a través de tu vida genera una adaptación, sobre todo si es lo suficiente repetitiva y agotadora", dice Shaw.

El equipo estudió la manera como los Neandertales cazaban sus presas y llevaban a cabo su prácticas domésticas, dándose cuenta del impacto que éstas tenían sobre su cuerpo.

Concluyeron que ellos apuñalaban repetidamente a su presa -el mamut lanudo- con lanzas, pero que el trabajo más intenso habría sido la confección de prendas para sobrevivir el clima frío.

Un Neandertal necesitaba una prenda nueva al año, que, para poderse confeccionar, necesitaba de al menos seis cueros. Y habrían tenido que raspar cada piel durante ocho horas para que fuera usable.

Revelación de secretos

Esqueleto

Estos restos permitieron a un grupo de científicos crear una detallada reconstrucción de nuestro pariente prehistórico más cercano.

Dentro de aparición de La Ferrassie 1 había otras pistas más obvias. Muchos de los dientes aún estaban unidos y esto le ayudó a Viktor Deak a determinar la forma de la cara.

El estudio de los dientes con la más avanzada tecnología está ayudando a descubrir los secretos anteriormente ocultos sobre el estilo de vida de los Neandertales. Potentes rayos X mil millones de veces más fuertes que los de una máquina de un hospital pueden revelar la tasa de crecimiento diario de los dientes.

Los estudios que comparan la edad de los dientes con la edad mostrada por el resto del esqueleto sugieren que los niños Neandertales crecieron más rápido que los humanos modernos, lo que puede sugerir la razón por la cual nuestra especie sobrevivió y la de ellos no.

La etapa final de la creación de la réplica fue añadir la cabeza y el vello corporal. Aquí, el equipo estudió una investigación anterior que revelaba que muchos neandertales eran pelirrojos. La Ferrassie 1 fue entonces reconstuida con pelo rojo y un tono de piel pálido, típico de la vida en el norte.

Después de dos meses y medio de trabajo meticuloso, La Ferrassie estaba completo.

"Ponerlo en carne tiene un efecto humanizador", dice John Hawks, antropólogo de la Universidad de Wisconsin, que está impresionado por el resultado. "Centrarse en el hueso no nos da el panorama completo".

Fuente:

BBC Ciencia

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16 de octubre de 2012

¿Todos sentimos el dolor con la misma intensidad?

Aunque a nadie le gusta sufrirlo, el dolor es un excelente mecanismo de defensa y, sin él, nuestra vida sería particularmente complicada, como ya os expliqué en Menos mal que sentimos dolor: la insensibilidad congénita al dolor. Por otro lado, el dolor también tiene más de psicológico y de cultural de lo que creemos. De modo que no todo el mundo lo sufre del mismo modo.

Por ejemplo, el neurocientífico Bob Coghill y sus colegas de la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte, en Estados Unidos, analizaron el cerebro de varios sujetos con ayuda de imágenes obtenidas mediante resonancia magnética nuclear mientras les sometían a un mismo estímulo doloroso, comprobándose que cada sujeto tenía una sensibilidad diferente al dolor, y que no siempre estaba directamente relacionada con el daño recibido.

Tal y como explica el propio Coghill, el tálamo, la región que recibe el mensaje doloroso de los nervios y que se encuentra en el centro del cerebro, encima del hipotálamo, se activa en todos nosotros de manera similar. No obstante, una vez que la señal alcanza el cerebro:
cada persona valora la información basándose en su experiencia previa, sus emociones y sus expectativas. (...) El dolor no sólo es el resultado de un proceso de señalización originado en la zona del cuerpo dañada, sino que surge de la interacción entre esa señalización y una información cognitiva exclusiva de cada paciente
Arne May, de la Universidad de Hamburgo, también comprobó en un experimento que la anticipación del dolor hace que su intensidad aumente.

Un reciente estudio alemán publicado en la revista Pain también sugería que las palabras empleadas para describir un dolor influyen en cómo registramos tal dolor. Por ejemplo, si describimos que el pinchazo de una vacuna va a ser “casi imperceptible” nuestro cerebro siente mucho menos dolor que si antes de aplicarla lo describimos como “horrible” o “desolador”.

La antropóloga médica Yewoubdar Beyenne, procedente de Etiopía, se asombró al comprobar cómo se vivía la menopausia en Estados Unidos: ella ignoraba que pudiera ser causa de depresiones y otros trastornos emocionales y físicos. La menstruación, pues, podía ser un hecho más traumático para una estadounidense que para una mujer etíope, sencillamente porque parece que la cultura vigente así lo dictaba.

Uno de lo estudios más populares sobre cómo se percibe el dolor en entornos culturales distintos y de cómo éste se propaga casi como una epidemia es el referido al dolor de espalda en Alemania antes de la caída del Muro de Berlín. El dolor de espalda entre los alemanes orientales era menos frecuente que entre los occidentales, pero transcurridos diez años desde la reunificación, a los ex alemanes orientales empezó a dolerles tanto la espalda como a sus vecinos. Lo cual también podría despejar el misterio de que las personas que se quejan de dolor de espalda varíe tanto entre países industrializados, tal y como señala Nicholas A. Christakis en su libro Conectados:
En Estados Unidos, el índice de dolor de espalda entre la población activa es del 10 por ciento, en el Reino Unido, del 36 por ciento, en Alemania, del 62 por ciento, en Dinamarca, del 45 por ciento, en Hong Kong, del 22 por ciento.

Tomado de:

21 de septiembre de 2012

El genoma de 220 africanos ilumina el origen de la humanidad

Un trabajo confirma que los San son descendientes de los primeros hombres modernos.
El estudio identifica seis genes clave del cráneo y el cerebro.


Restos artísticos de los bosquimanos San en Suráfrica.

El genoma de 220 personas de 11 poblaciones subsaharianas —el mayor estudio africano hasta la fecha— confirma que los bosquimanos San descienden en línea directa de los primeros humanos modernos, que evolucionaron en el sur de África hace más de 100.000 años. El trabajo identifica los seis genes clave del desarrollo del cráneo y el cerebro que fueron objeto de selección darwiniana en aquella época, y que probablemente crearon la anatomía humana moderna en un plazo relativamente breve. Otros fenómenos genéticos posteriores subyacen a las adaptaciones de una población u otra al entorno, y afectan a la potencia muscular, la protección contra la radiación ultravioleta -el color de la piel- y la respuesta inmunológica contra nuevas infecciones.

Los bosquimanos hablan lenguajes-clic, en los que que las consonantes suenan como el chasquido que todos hacemos para indicar fastidio, o como el sonido de un beso. De hecho, el primer investigador en proponer que los San y otros bosquimanos representaban a la población ancestral de la humanidad moderna no fue un genetista, sino un lingüista: Joseph Greenberg, de la Universidad de Stanford, que propuso en los años sesenta que los lenguajes clic, hablados por pequeñas poblaciones de bosquimanos salpicadas por el sur y el este de África, formaban en realidad una sola familia lingüística, el khoisán.

Pero es la genética, y también la arqueología más reciente, la que ha rescatado la hipótesis de Greenberg de un olvido tenaz que, en realidad, se originó en el mismo momento de su formulación. El gran lingüista y antropólogo murió en 2001, mucho antes de poder saber lo acertadas que iban a resultar sus teorías.

La divergencia más profunda en el seno de toda la humanidad viviente ocurrió hace unos 100.000 años

El nuevo trabajo es producto de una colaboración entre biólogos evolutivos, antropólogos, neurocientíficos y genetistas médicos coordinados por Himla Soodyall, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, y Mattias Jakobsson, de la de Uppsala, Suecia. Los resultados se adelantan en la edición electrónica de Science.

"Los San tienen algo especial que añadir al mundo tanto genética como cultural y éticamente", dice Jakobbson como justificación de su trabajo. "La importancia de nuestro estudio es que pone el patrimonio San en el sitio que le corresponde en la historia, y también aporta el telón de fondo genético para estudios futuros".

Los investigadores han analizado 2,3 millones de snips (acrónimo inglés para "single nucleotide polymorphisms", polimorfismos de un solo nucleótido), o variaciones de una sola letra en la secuencia del ADN (tcctgataag..., el genoma humano tiene 3.000 millones de letras). Y los han comparado en un promedio de 20 individuos de 11 poblaciones, de la mitad sur del continente, la mayoría de ellas hablantes de lenguajes clic, o khoisán. Esta es la mayor masa de información genética sobre las poblaciones subsaharianas obtenida hasta ahora.

"La divergencia más profunda en el seno de toda la humanidad viviente ocurrió hace unos 100.000 años", explica la primera firmante del trabajo, Carina Schlebusch, investigadora posdoctoral en Uppsala, en referencia a la separación genética entre los San y el resto de los pobladores del planeta, incluida la inmensa mayoría de la población africana. "Esa fecha es mucho antes de que los humanos modernos migraran fuera de África (hace unos 60.000 años), y el doble de antigüedad que el tiempo de divergencia de los pigmeos de África central y los cazadores-recolectores del Este".

Las poblaciones de bosquimanos han padecido en los últimos siglos
una extinción intensa y sostenida

Cuando dos poblaciones se han separado hace poco, como las de Oriente Próximo y el Mediterráneo occidental, sus genomas se parecen mucho, es decir, muestran una escasa divergencia. A mayor divergencia, mayor antigüedad de la separación entre ambas. Con muchos datos de este tipo, los genetistas han logrado reconstruir un mapa sorprendentemente detallado de la gran historia de las migraciones humanas. Y la mayor divergencia de todas -luego la separación más antigua- es la que se da entre los bosquimanos San y cualquier otra población del planeta. Es la forma que tienen los evolucionistas de reconstruir el pasado.

Soodyall, una de las codirectoras del estudio, que trabaja en el Laboratorio Nacional de Salud sudafricano, ha tenido una larguísima relación con los San y otros bosquimanos del sur del continente, y al igual que su colega Jakobsson hace una lectura histórica de los resultados del trabajo. Dice que son "un tributo fenomenal a los pueblos indígenas Khoe y San, a los que damos una oportunidad de reclamar su lugar en la historia del mundo". Soodyall, Jakobsson y otros autores del estudio tienen previsto visitar este mes a los grupos San del desierto de Kalahari para agradecerles su colaboración.

Las poblaciones de bosquimanos han padecido en los últimos siglos una extinción intensa y sostenida. El grupo más abundante en la actualidad son los hablantes de khoisán del sur de África, que cuenta con unos 250.000 hablantes.

Las sofisticadas matemáticas en que se basa la genómica actual han permitido a los investigadores enfocar su lupa sobre los genes que estaban experimentando procesos de selección evolutiva hace más de 100.000 años, antes de los bosquimanos empezaran a diverger del resto de la humanidad. Han encontrado seis variantes genéticas sujetas a una fuerte presión selectiva en la época, y que ahora son un patrimonio universal de la humanidad. Pueden ser los genes que hicieron evolucionar a nuestra especie desde un homínido más primitivo, piensan los autores.

Los nombres de los genes son ROR2 (implicado en el desarrollo del hueso y el cartílago), SPTLC1 (cuyas mutaciones se asocian a la neuropatía sensorial hereditaria), SULF2 (cuyas mutaciones subyacen a malformaciones esqueléticas y defectos en el desarrollo del cerebro), RUNX2 (que ya había sido asociado a la evolución de la anatomía humana moderna), SDCCAG8 (uno de los genes implicados en la microcefalia) y LRAT (asociado al alzhéimer).

Fuente:

El País Ciencia

21 de agosto de 2012

Libro: "En el principio era el sexo"


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Hace unos 10.000 años, los seres humanos cometieron “el peor error de su historia“. Aunque el hito está en el origen de la civilización moderna, así es como describe el científico Jared Diamond el invento de la agricultura. A partir de aquel momento, apareció una casta dirigente para gestionar (apropiarse) los excedentes, crecieron las desigualdades, comenzó la superpoblación, el hambre se hizo endémica y se incrementaron las guerras por territorios para cultivar y pastorear. Aunque después se equilibraron los perjuicios, los restos de aquellos primeros humanos civilizados muestran que eran de menor estatura y más débiles que sus antepasados que vivían de los frutos y la caza que ofrecía la naturaleza. Y para colmo tenían una vida sexual mucho más monótona.

Esto se debe a que, según muchos investigadores, la aparición de la agricultura y la ganadería supuso también la aparición de la monogamia institucionalizada, un aspecto de nuestra cultura contra el que cargan Jack Ryan y Cacilda Jetha en su libro En el principio era el sexo (Paidós). Esta pareja de científicos afincados en Barcelona considera que determinados comportamientos sexuales y sociales que aparecieron a partir del Neolítico no representan la verdadera naturaleza humana. En su opinión, la perspectiva de la ciencia evolutiva más aceptada, esa que dice que somos violentos, machistas y monógamos, está profundamente errada y politizada. Según ellos, este punto de vista “oculta la verdad sobre la sexualidad humana tras una hoja de higo de anacrónica discreción victoriana presentada como ciencia”.

La monogamia puesta en duda




‘En el principio era el sexo. Los orígenes de la sexualidad moderna. Cómo nos emparejamos y por qué nos separamos’
Autores: Jack Ryan y Cacilda Jetha
Editorial Paidós. Transiciones
Precio: 28,90 euros versión en papel y 15,99 euros en formato electrónico

En su libro, tratan de desmontar la idea de que los hombres son la única parte de la humanidad interesada por el sexo y que las mujeres solo utilizan sus encantos de forma reticente, sin disfrute erótico y para conseguir seguridad y dinero. En este sentido los autores recuerdan cómo, durante muchos años, la excitación sexual femenina no satisfecha se consideró una enfermedad, la histeria. Cuentan que el tratamiento prescrito por los médicos de la época era la masturbación regular a dedos del galeno que cobraba por cada uno de los servicios. Según se relata en la obra, el negocio cambio de beneficiarios con la aparición del vibrador, uno de los primeros electrodomésticos que recibió autorización para su comercialización en EEUU y uno de los más vendidos.

Ryan y Jetha también tratan de buscar argumentos para su tesis en nuestros primos más cercanos y plantean que la sexualidad humana sea más similar a la de los promiscuos bonobos que a la de otros primates que se han utilizado como referencia para comprender desde la evolución nuestra manera de vivir el sexo. Según su hipótesis, las mujeres estarían preparadas para tener relaciones sexuales con varios hombres a la vez. 

Después, en el interior de su aparato reproductivo, se llevaría a cabo la selección del espermatozoide más adecuado para la fecundación. Esto explicaría, por ejemplo, porqué la eyaculación masculina es única y relativamente rápida y las mujeres están preparadas para sesiones de sexo más prolongadas y con varios orgasmos, o el motivo de los excitantes gritos femeninos, que cumplirían la función de atraer a nuevos candidatos a la paternidad.

En un viaje que también toca las diferencias respecto a lo que entienden por sexo apropiado distintos pueblos de la Tierra, Ryan y Jetha ofrecen multitud de ejemplos para sustentar su afirmación de que la visión dominante sobre la sexualidad es destructiva y mantiene un sentido falso de lo que significa ser humano, además de llenar de miseria la vida de aquellos que aceptan el mito de la monogamia, pero se ven superados por su incapacidad para cumplir las expectativas.

Independientemente de si tiene o no razón (algunos académicos han acusado a los autores de falta de rigor), el libro es una lectura entretenida y llena de datos curiosos que ayuda a repensar una parte de nuestras vidas demasiado importante como para basarla en prejuicios. En el principio era el sexo puede ser el detonante de muchos debates interesantes en las cálidas noches de verano.

Fuente:

20 de agosto de 2012

¿Es cierto que no hubo cruce con los neandertales?

Hace dos días pudimos leer en las noticias cosas como:
“No hubo sexo entre el Homo sapiens y el neandertal”; “Según un estudio, el ADN compartido se debe a un ancestro común y no al cruzamiento”
“Investigadores de la Universidad de Cambridge concluyeron que es improbable que las similitudes del ADN sean el resultado de sexo humano-neandertal…”
“Los humanos y los neandertales no tuvieron bebés”

Recordemos que en mayo de 2010 se publicó en la revista Science un importantísimo (yo diría histórico) trabajo científico con el borrador del genoma neandertal. En éste se aportaban pruebas de que tenemos actualmente genes procedentes del Hombre de Neandertal, que llegó a cruzarse con nuestros antepasados Homo sapiens sapiens o humanos anatómicamente modernos. Dichas pruebas consistían en una “anomalía” inesperada: la similitud genética con nuestros primos extintos era mayor en el caso de los genomas de individuos de Europa, Asia y Oceanía, y menor en los genomas de individuos africanos. Dado que los neandertales vivieron fuera de África, la mejor forma de explicar esa anomalía es mediante la hibridación entre sapiens recién llegados a Eurasia y neandertales nativos.

Por supuesto, esto puede ser erróneo, como cualquier cosa en el mundo de la ciencia. Las pruebas aparentemente más sólidas pueden quedar invalidadas por una investigación posterior. Pero esto, por el momento, no ha ocurrido. No hay pruebas contra la hibridación sapiens-neandertal. Nadie las ha aportado.
¿De qué estaban hablando entonces esos periódicos? Pues de un trabajo recientemente publicado en PNAS* por A. Eriksson y A. Manica. Sin embargo, ellos no niegan que existiera hibridación, a diferencia de lo que afirman muchos titulares periodísticos. Al menos, en el abstract no lo niegan. Simplemente afirman que las similitudes encontradas entre el genoma neandertal y el genoma de las poblaciones actuales extra-africanas pueden explicarse también de otra forma, sin recurrir a la hibridación. Por tanto, piden “cautela”. Lo que los autores dicen es que los mismos datos también son compatibles con otra hipótesis distinta.

¿Y qué hipótesis? La hipótesis de la “estructura poblacional antigua”. Simplificando mucho: imaginemos que, antes de que el Homo sapiens anatómicamente moderno saliera de África, sus poblaciones eran genéticamente muy diversas y esa diversidad tenía raíces antiguas, mucho más de lo que los genetistas suelen considerar. Algunas de esas poblaciones se parecían más, genéticamente, a los neandertales que vivían en Eurasia, porque conservaban más genes comunes con ellos, heredados lógicamente del antepasado común. Ahora imaginemos que la población que sale de África y coloniza el resto del mundo es, casualmente, una población que ya tenía cierta similitud genética con los neandertales. Bien, pues ya no necesitaríamos la hipótesis de la hibridación.

Pero esta hipótesis de la estructura poblacional antigua ya fue presentada como una alternativa a la hibridación en el primer artículo del genoma neandertal. Green y colaboradores** incluso la incluyeron en un gráfico como “escenario 4″ y afirmaron que no podían descartarla. Pero es una explicación más compleja, que requiere más asunciones. En la ciencia, por el llamado Principio de Parsimonia, hay que preferir la explicación más simple y “elegante”. Que en este caso es la de la hibridación.

En resumen, tenemos un trabajo publicado en Science que propone hibridación pero admite que otra hipótesis también sería compatible con los datos; Y dos años después sale en PNAS un artículo que vuelve a decir que la otra hipótesis es compatible con los datos, pero no llega a descartar la hibridación. Es aburrido, y es tonto. No es muy vendible como noticia; hay que exagerar un poco.

Lógicamente, el trabajo de PNAS ha sido bastante criticado, porque no aporta gran novedad y porque parece ignorar el progreso científico que ha tenido lugar en los dos últimos años. Ha sido calificado de “obsoleto“. En general, las pruebas de la hibridación se han fortalecido cada vez más. El análisis del genoma de Denisova aportó pruebas de una segunda hibridación con humanos arcaicos, esta vez aportando material genético que persiste en ciertas poblaciones del sudeste asiático y Melanesia. La hipótesis de la estructura poblacional antigua es ahora todavía menos parsimoniosa que en 2010. Dos recientísimos trabajos de Genética (Yang et al, 2012 ; Sankararaman et al, 2012) la dejan aún peor parada.



Imagen crédito | John Hawks

Para colmo, John Hawks ha adelantado en su blog un resultado que publicará en Septiembre: Ötzi, el “hombre de hielo”, la “momia natural” hallada en los Alpes, tiene una proporción de genoma compartido con los neandertales más alta que cualquier humano reciente que se haya examinado. Si los sapiens antiguos (Ötzi vivió hace unos 5.300 años) de ciertas zonas de Europa tuvieron más genes en común con el hombre de Neandertal, eso parece imposible de explicar mediante la hipótesis de la estructura poblacional antigua en África.

El amor  la hibridación va ganando :)
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*ResearchBlogging.orgEriksson A, & Manica A (2012). Effect of ancient population structure on the degree of polymorphism shared between modern human populations and ancient hominins. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America PMID: 22893688
**Richard E. Green et al. A Draft Sequence of the Neandertal Genome. Science 7 May 2010: Vol. 328. no. 5979, pp. 710 – 722 DOI: 10.1126/science.1188021
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