Latest Posts:

Mostrando las entradas con la etiqueta recuerdos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta recuerdos. Mostrar todas las entradas

23 de septiembre de 2011

El cerebro se comunica mejor con zinc

¿Qué necesitan las células de tu cerebro encargadas de formar recuerdos para comunicarse adecuadamente? Zinc, según una investigación realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Los investigadores han logrado observar el zinc en acción mientras regulaba la comunicación entre las neuronas del hipocampo, donde se producen los procesos de aprendizaje y memoria y donde una perturbación de la comunicación puede contribuir a la epilepsia. El estudio ha sido publicado en la revista Neuron.

Según afirma James McNamara, autor principal del estudio y director del Departamento de Neurobiología de Duke, los suplementos de zinc se venden comúnmente sin receta médica para el tratamiento de varios trastornos cerebrales, incluyendo la depresión, pero que, sin embargo, no está claro si estos suplementos modifican el contenido de zinc en el cerebro o la eficacia de la comunicación entre las células nerviosas. El investigador hace hincapié en que las personas que toman suplementos de zinc debe ser cautelosas, en espera de la información necesaria sobre cuáles son las concentraciones adecuadas de este elemento.

Hace más de 50 años los científicos descubrieron altas concentraciones de zinc en unos compartimentos especializados de las células nerviosas, llamados vesículas, que contienen los transmisores que permite a las células nerviosas comunicarse. Las mayores concentraciones de zinc del cerebro se encuentran entre las neuronas del hipocampo, el centro cerebral del aprendizaje y la memoria. Se sabía que la presencia de zinc en estas vesículas sugiere que este jugaba un papel en la comunicación entre las células nerviosas, pero se desconocía cuál. El equipo de Duke ha confirmado que la eliminación del zinc de las vesículas de ratones genéticamente modificados impide una buena comunicación. Además, también observaron que el aumento del neurotransmisor glutamato aumenta la comunicación mediada por el zinc.Un aumento excesivo de la comunicación de las células nerviosas que contienen zinc produce y empeora la epilepsia.

Fuente:

Muy Interesante

14 de septiembre de 2011

¿Por qué no recuerdas nada de cuando eras bebé?




Cuando nació mi hermana pequeña, yo tenía casi 6 años. Me desperté temprano el día después de Navidad y pregunté a mi hermana adolescente dónde estaban nuestros padres. “Están en el hospital teniendo a la niña”, me contestó, “vuelve a la cama”. Recuerdo claramente esa conversación, pero no su llegada a casa, ni cuando cogí su manita por primera vez.

No hay nada de raro en estas lagunas mentales de mi niñez. De hecho, la amnesia infantil, como se conoce este fenómeno, es universal. La mayoría de la gente no recuerda nada hasta los dos o tres años, y lo que tienen hasta los cinco años son, como mucho, bosquejos. ¿Por qué?

Puente roto

Pues parece que no hay una respuesta sencilla. “Hemos llegado a la conclusión de que hay un buen número de factores que nos permiten retener los recuerdos”, dice Harlene Hayne, de la Universidad de Otago en Dunedin, Nueva Zelanda, quien estudia cómo las capacidades de la memoria cambian en la infancia y la adolescencia. Uno de esos factores podría ser la anatomía cerebral.

Dos grandes estructuras están implicadas en la creación y almacenamiento de la memoria autobiográfica: el córtex prefrontal y el hipocampo. Se cree que el hipocampo es el lugar en el que los detalles de una experiencia se consolidan en la memoria a largo plazo. Y aquí es donde radica el problema. “Solíamos pensar que el hipocampo y los córtices que lo rodean se desarrollaban a una edad muy temprana”, dice Patricia Bauer, quien estudia el desarrollo de la memoria durante la infancia en la Universidad Emory, en Atlanta. Pero las últimas investigaciones han dejado claro que una pequeña parte de esta región, el giro dentado, no madura hasta los 4 o 5 años. Este área actúa como puente para que las señales procedentes de las estructuras circundantes alcancen el resto del hipocampo, de modo que hasta que el giro dentado no está preparado, las experiencias tempranas no se asentarán en el almacén a largo plazo, según Bauer.

Hayne está de acuerdo en que el cerebro continúa su maduración a lo largo de un extenso período de desarrollo, y en que este es un paso importante para establecer la memoria a largo plazo. Pero los niños pueden recordar algunos acontecimientos antes de que esta región esté completamente desarrollada, de modo que esta explicación no puede ser sin más la solución al fenómeno de la amnesia infantil. Y lo que es más, hay sorprendentes diferencias interculturales en la edad de las memorias tempranas. Según un estudio transcultural, la media de edad de los primeros recuerdos para los europeos está en torno a los 3,5 años, comparados con los 4,8 años de los asiáticos orientales y los 2,7 años de los maoríes de Nueva Zelanda. “Estas diferencias no se pueden explicar solo por la madurez cerebral”, dice Bauer. Está claro que el puzle debe de tener más piezas.

Importancia del yo

Mark Howe, de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, cree que ha dado con uno de los factores importantes. “Lo que acaba con la amnesia infantil”, sugiere, “es la aparición de lo que llamamos un yo cognitivo”. Se trata del sentido de nuestra propia singularidad, la comprensión de que la entidad “yo” es diferente de la entidad “tú”. Esta habilidad surge aproximadamente entre los 18 y los 24 meses de vida, justo antes de que la memoria autobiográfica empiece a surgir. ¿Podría ser esta la respuesta?

Durante estos últimos diez años, Howe ha investigado dicha idea y ha llegado a la conclusión de que nuestro sentido del yo nos ayuda a organizar la memoria. Lo que hace más fácil recordar, pero tampoco es toda la solución.

El lenguaje y la memoria

Para Harlene Hayne, investigadora de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, el ingrediente extra es el desarrollo de la habilidad lingüística. Para investigarlo, pidió a un grupo de niños entre 2 y 4 años que jugaran con un juguete llamado “la mágica máquina menguadora”, y grabó las palabras que podían decir y entender los niños en ese momento. Entre seis meses y un año más tarde, volvió a entrevistar a los niños y les preguntó sobre el juego. Podían recordarlo y volver a ejecutar algunas de sus acciones, pero en ningún caso usaron una palabra para describirlo que no hubiera formado parte de su vocabulario cuando jugaron con ella por primera vez, aunque su vocabulario se había incrementado enormemente en el ínterin. “Su habilidad para describir la máquina se había quedado encerrada en los términos relativos a su lenguaje en el momento del acontecimiento”, explica Hayne.

El año pasado aparecieron más pruebas de esto cuando Martin Conway y Catriona Morrison, de la Universidad de Leeds, Reino Unido, publicaron un estudio que de nuevo sugería que el contenido de nuestros primeros recuerdos depende de nuestras primeras palabras. Pidieron a adultos que describieran y fecharan sus primeros recuerdos asociados a palabras como “pelota” y “Navidad”. Resultó que los primeros recuerdos acerca de cada palabra clave databan de varios meses después de la media de edad en que adquirimos esa palabra. “Necesitas tener una palabra específica en tu vocabulario antes de ser capaz de fijar recuerdos para ese concepto”, concluye Morrison.

Quizá el sentido del yo provea de una estructura alrededor de la cual organizar los recuerdos, y el lenguaje entonces proporcione un andamiaje más avanzado para la memoria que pueda anclar los detalles en un formato que seamos capaces de recobrar años más tarde. Morrison sugiere que quizá esto podría deberse a que el lenguaje permite que los niños construyan una historia narrativa, lo que les ayuda a consolidar sus recuerdos.

Tradición oral

Un niño de dos años puede identificar un perro, pero hasta que no cumple cuatro no es capaz de pergeñar un cuento sobre su nueva mascota. “¿Es mera coincidencia que la memoria autobiográfica emerja a la misma edad a la que somos capaces de hacer un recuento narrativo de una experiencia?”, se pregunta Morrison.

Hayne y sus colegas estudiaron la importancia de la narrativa grabando conversaciones entre madres y sus hijos en varios puntos entre el segundo y el cuarto cumpleaños de los niños, y anotando si cada conversación incluía elaboraciones (descripciones profusamente detalladas) o simples repeticiones (que se centran en solo uno o dos aspectos del acontecimiento). Diez años después, el equipo contactó con los niños y les preguntó sobre sus recuerdos tempranos. Esto reveló que aquellos cuyas madres incluían muchas más elaboraciones que repeticiones en la conversación tenían recuerdos más claros de una edad más temprana que aquellos cuyas madres tenían una tasa más baja entre elaboración y repetición. Algo que podría explicar también esas asombrosas diferencias entre culturas. Comparados con los asiáticos orientales, los padres norteamericanos y europeos tienden a hablar del pasado más a menudo y con más narración elaborada. Sin embargo, todavía queda una gran pregunta: ¿es posible recuperar esos recuerdos en teoría perdidos?
desenterrados.

Está claro que los niños muy pequeños recuerdan mucho a corto plazo. Como numerosos padres han experimentado, pueden describir con todo detalle un viaje al zoo que tuvo lugar semanas antes. Pero estos recuerdos tempranos son frágiles y podrían no ser jamás agregados al almacén de “sucesos permanentes” de nuestro cerebro. “Lo más probable es que esos recuerdos tempranos ni siquiera lleguen a estar nunca allí”, dice Bauer.

El trabajo más reciente de Hayne, todavía sin publicar, apoya la idea de que esos recuerdos no están consolidados para recuperarlos más tarde. Ella descubrió que la cantidad de información que una persona de 20 años recuerda sobre el nacimiento de su hermano de 15 años es idéntica a la de un niño de 5 años sobre el nacimiento de su hermano solo un mes antes. “Si comparas los datos de adulto con los de niño, son virtualmente idénticos”, comenta. Y concluye que estos recuerdos no se olvidan, sino que simplemente ese recuerdo jamás se almacenó. No obstante, algunos expertos albergan esperanzas de poder recuperar algunos detalles de nuestras primeras memorias. “Creo que están conservados, pero no son accesibles”, opina Conway. Según su opinión, los recuerdos son “instantáneas” de experiencias sensoriales. A medida que maduras, desarrollas el lenguaje, un sentido del yo y otros conocimientos conceptuales que te ayudan a encuadrar esas instantáneas sensoriales y a acceder a ellas. Si fuera cierto, nuestros recuerdos enterrados podrían ser excavados… con solo encontrar las claves adecuadas.Enlace

Fuente:

QUO

12 de septiembre de 2011

¿Por qué no recuerdo mi accidente?

El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, sufrió un accidente de moto con un fuerte traumatismo en la cabeza. Cuando recuperó la conciencia, el político madrileño no recordaba nada de lo sucedido. ¿Qué ocurre en nuestro cerebro en estas circunstancias? ¿Qué son los recuerdos, dónde están y por qué se borran? Conocer la manera en que perdemos la memoria ha servido a los científicos para descubrir cómo se fijan los recuerdos.

El paciente abre los ojos y se encuentra en la cama de un hospital. No sabe qué ha sucedido ni cómo ha llegado hasta allí. En su cerebro, tras el traumatismo, se ha producido una fuerte conmoción y todo aparece desordenado. ¿Por qué no recuerda el accidente? ¿Qué ha pasado con su memoria y qué pasará con sus recuerdos a continuación?

El tiempo que ha pasado inconsciente es el primer factor que indica la gravedad y los daños que puede haber sufrido su cerebro. Si el accidente no es muy grave, la pérdida de memoria puede ser temporal y se pueden recuperar los recuerdos aunque sea de forma fragmentaria. Si es muy grave, puede que las pérdidas sean definitivas.

La amnesia post-traumática se manifiesta de muchas maneras en función de los daños sufridos. "La persona está muy confundida y le cuesta mantener la información en la cabeza de un día para otro", asegura la neuropsicóloga Nuria Paúl, que trabaja con este tipo de pacientes. "Puede durar una semana, dos semanas, un mes..." El hecho de no recordar el accidente puede estar motivado por varias causas, entre ellas que el cerebro, en el momento del impacto, no registró lo sucedido. "La gente que ha sufrido una lesión grave suele tener una sensación extraña", indica Paúl, "les gustaría recordar lo que pasó en el accidente pero no lo recuerdan, y muchos no lo llegan a recordar porque en ese momento el cerebro no ha registrado la información".

Olvidar lo reciente

La otra explicación a esta ausencia de memoria está en la manera en que se fijan los recuerdos. La amnesia post-traumática suele incluir el olvido de algunos episodios tanto anteriores como posteriores al accidente. El sujeto no solo no recuerda el impacto sino que ni siquiera recuerda haber cogido la moto, por ejemplo. Un fuerte traumatismo puede provocar que la información registrada en ese periodo de tiempo no se consolide en la memoria a largo plazo y que, por tanto, el paciente no sea capaz de recuperarla.

"La memoria a largo plazo no se almacena al instante", explica el neurofisiólogo Xurxo Mariño, "sino que debe pasar un cierto tiempo antes de quedar fijada. Durante ese tiempo en el purgatorio de los recuerdos se requiere que una estructura, el hipocampo, se encuentre funcionando correctamente. Si durante ese tiempo el encéfalo sufre algún tipo de trauma, esos recuerdos no se guardarán correctamente".

"Cuando alguien tiene un accidente de moto", explica el profesor de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide José María Delgado, "lo que olvida normalmente es lo que ha pasado inmediatamente antes, no los nombres de sus familiares, ni su pasado". "Lo que parece que se pierde", concreta, "es la memoria muy reciente que, por decirlo de una manera muy simple, está por ahí dando vueltas en el cerebro y aún no está almacenada".

Aunque el hipocampo es una estructura fundamental en la fijación de recuerdos, el proceso se produce también en el resto de la corteza cerebral. “Sabemos que la formación de una memoria se hace en fases”, asegura Alberto Ferrús, profesor del Instituto Cajal, del CSIC. Durante la “fijación” de este recuerdo se produce un complejo proceso neuroquímico que concluye en el núcleo de la neurona y cambia el estado de expresión de ciertos genes y el número de sinapsis. Ha ocurrido “un cambio estructural en el circuito”, dice Ferrús. ¿Dónde están y qué son los recuerdos? La respuesta no la conocemos del todo, pero sí sabemos que la memoria no está en ningún lugar físico concreto, como si fuera un cajón, sino que se materializará en una especie de “constelación de sinapsis” que se encenderá cuando evoquemos el recuerdo.

Es en la fase previa a esta fijación cuando si se produce algún tipo de alteración traumática, el proceso no se lleva a cabo y las memorias se pierden. “Una intoxicación con alcohol, un trauma, una situación de estrés e incluso una anestesia”, precisa Ferrús, “dificulta el tráfico en las neuronas y esa memoria acaba no consolidándose”. Este proceso explica por qué algunos jugadores de fútbol americano, por ejemplo, siguen jugando un partido después de un fuerte golpe y al cabo de unas horas no recuerdan ni una sola jugada. O por qué no recordamos nada después de una gran borrachera. "El mecanismo", añade Delgado, "es muy parecido al que se produce cuando se aplica un electroshock y se pasa una corriente eléctrica por el cerebro: produce un pérdida de memoria de los hechos más recientes".

La llave para borrar recuerdos

En la investigación de este fenómeno los científicos han descubierto que las memorias que se evocan son especialmente vulnerables y que se pueden borrar o alterar con más facilidad. "La memoria más frágil es aquella que se está usando en un momento determinado", explica el profesor Delgado.

“Un proceso similar se ha demostrado en ratones y también en insectos”, asegura Ferrús, “cuando la memoria sube al estado consciente es frágil y puede ser borrada o alterada, de tal forma que te pueden cambiar el recuerdo que tú tienes cuando vuelves a acceder a él”. Éste es el proceso que explicaría los mecanismos de lavado de cerebro o la manipulación de recuerdos.

En el laboratorio de Ferrús han conseguido alterar el número de sinapsis de las pequeñas moscas del vinagre (Drosophila melanogaster) de manera que un olor que habitualmente les resulta repelente pase a resultarles atractivo. La constelación de sinapsis de la mosca ha variado y los científicos han cambiado sus percepciones.

El equipo de José María Delgado avanza por otros caminos. En su laboratorio llevan años trabajando con ratones y comprueban que cuando el hipocampo reactiva una memoria es más sencillo borrarla con una intervención química en algunas regiones de este núcleo, como el denominado giro dentado. "Cuando reactivo un recuerdo porque tiro de él", explica Delgado, "interviene el hipocampo y si lo afecto bioquímicamente en ese momento, esa memoria se pierde". Resumiendo, según el investigador, "una manera de borrar selectivamente determinadas memorias sería afectar la fisiología del hipocampo cuando esa memoria está en uso".

Para entenderlo mejor basta con explicar de forma muy simplificada uno de los experimentos que realizan con sus ratones. Imaginemos que tenemos un ratón que ha memorizado una tarea como presionar una palanca para obtener una pequeña porción de queso. Este tipo de ratones han sido modificados genéticamente de manera que los científicos pueden desactivar un grupo de neuronas en una región concreta del hipocampo (el giro dentado) durante un período de tiempo concreto, en este caso una hora. Si los científicos hacen que el ratón evoque esa memoria "almacenada" (apretar palanca) durante esa hora, es mucho más fácil que la olvide.

Las implicaciones de replicar un proceso como éste en humanos serían extraordinarias. Una posibilidad, que algunos investigadores están probando ya en humanos, es la creación de algún fármaco que permita borrar recuerdos terribles en pacientes con estrés post-traumático. Evocar esas memorias durante la ingesta del fármaco podría facilitar, por ejemplo, que el paciente las sacara de su cerebro y de sus pesadillas.

El profesor Delgado se conforma de momento con comprender mejor cómo actúa el hipocampo en la reactivación de memoria y cómo hace que los recuerdos sean momentáneamente más frágiles. Sobre el cerebro en general y sobre los mecanismos que actúan en este caso, admite, aún nos queda mucho por saber. "Sabemos por dónde pasan los recuerdos, pero no conocemos los mecanismos exactos", asegura. "De alguna manera", explica, "sabemos ir en coche a Madrid pero no cómo funciona el motor".

El “borrado total”

En los casos anteriores hablábamos de lesiones más o menos leves y pasajeras, que permiten al paciente recuperar la normalidad al cabo de un tiempo, aunque nunca llegue a recordar qué pasó durante el accidente. Si el traumatismo es más grave, los daños pueden llegar a destruir los recuerdos para siempre.

“Si hay una fractura de cráneo”, indica Ferrús, “se produce una ola de actividad generalizada que cambia por completo las propiedades funcionales de gran cantidad de neuronas”. “Eso es como un borrador de sinapsis”, añade el científico. El punto dañado empieza a enviar señales por todo el sistema y puede propagar los daños al resto del cerebro y provocar amnesias retrógradas donde se olvida parte del pasado.

En los casos en los que no se pueden volver a formar recuerdos, nos explica el neurocientífico Bradley Voytek, los más estudiados son aquellos en los que se dañó el hipocampo, como el conocido caso del paciente H.M. En otras ocasiones el accidentado puede entrar en coma y se produce el denominado “daño axional difuso”. “En este caso el daño se produce en los “cables” que conectan las neuronas”, asegura Voytek. "Si los axones que permiten comunicar la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo se dañan", precisa, "los recuerdos no pueden consolidarse. En este caso no hay esperanzas de recuperar los recuerdos. "Sería como intentar recuperar una película de una cámara si olvidaste poner el carrete", explica Voytek. "Sin el medio que permite el registro del recuerdo no hay nada que recuperar”.
Enlace
Otras veces el daño se produce de forma silenciosa y llega de improviso después de una lesión. En diciembre del año 2008, el ex jugador de fútbol americano Scott Bolzan se resbaló en el cuarto de baño y sufrió un fuerte golpe en la cabeza. Un instante después no recordaba nada de su pasado. Después de las pruebas médicas, descubrieron que su lóbulo temporal derecho había estado sin riego y se había atrofiado. Neuronas y conexiones se habían destruido. Su vida anterior se había borrado para siempre.

Fuente:

La Información

12 de agosto de 2011

Por qué olvidamos el nombre pero no la cara de un conocido

Especial: Medicina y Salud

¿Cómo se llama? ¿cómo se llama...? A menudo suele ocurrir que se nos acerca una persona cuya cara podemos reconocer, pero es imposible recordar su nombre.

Hombre sonriendo

A pesar de recordar la cara de una persona podemos olvidar su nombre.

Ahora científicos parecen haber entendido porqué, en ocasiones, olvidamos el nombre pero no la cara de un conocido: recordar diversos aspectos de una situación es un trabajo "de equipo" en el cerebro.

Según los investigadores de la Universidad de Bristol, Inglaterra, cuando necesitamos recordar cómo un objeto particular, por ejemplo una cara, surgió en un lugar o en algún momento particular, es necesario que actúen juntas múltiples regiones cerebrales.

Éstas son el hipocampo, la corteza perirrinal y la corteza prefrontal medial.

Se sabe desde hace tiempo que estas tres regiones parecen tener papeles específicos en el procesamiento de recuerdos.

La corteza perirrinal parece ser crucial para nuestra capacidad de reconocer si un objeto es conocido o nunca lo habíamos visto. El hipocampo es muy importante para el reconocimiento de lugares y para la navegación, y la corteza prefrontal medial está asociada con funciones cerebrales mayores.

Pero éste es el primer estudio que muestra que estas tres regiones pueden interactuar.

Circuito cerebral

Los científicos, que publican la investigación en Journal of Neuroscience (Revista de Neurociencia), llevaron a cabo experimentos con ratones para examinar la función del hipocampo en las tareas de reconocimiento de recuerdos.

En experimentos separados también investigaron cómo el hipocampo interactúa con las dos cortezas, la perirrinal y la prefrontal medial.

"Los procesos pueden volverse defectuosos con el paso de la edad, o quizás estamos demasiado ocupados para esforzarnos en recordar, o puede deberse a que una porción del circuito cerebral no está funcionando"

Dra. Clea Warburton

Descubrieron que ni el recuerdo del "objeto en su lugar" (donde dejamos las llaves) ni del "reconocimiento del orden temporal" (donde las vimos por última vez) pueden formarse si se rompe la comunicación entre estas tres regiones.

Según los investigadores, el estudio revela la presencia de un importante circuito cerebral hasta ahora desconocido.

"En la vida diaria normal recogemos información en este circuito cerebral, que puede involucrar también a otras partes del cerebro", explica la doctora Clea Warburton, quien dirigió el estudio.

"Si reconocemos a alguien en el supermercado pero no recordamos su nombre, esto puede deberse a que sabemos que hemos visto a esa persona en otra parte, quizás en el trabajo".

Y esta dificultad para recordar dónde la hemos visto, agrega la investigadora, puede deberse a varias razones.

"Los procesos pueden volverse defectuosos con el paso de la edad, o quizás estamos demasiado ocupados para esforzarnos en recordar, o puede deberse a que una porción del circuito cerebral no está funcionando".

"Por eso necesitamos usar estrategias para poder procesar mejor la información", agrega.

Estas estrategias, dice, pueden involucrar repetir en voz alta el nombre de una persona cuando nos la presentan la primera vez, o poner atención en una clave de su cara o cabello, cualquier cosa que ayude a que ese recuerdo se forme con más profundidad en nuestra memoria.

Tal como señalan los investigadores, el hallazgo de la función conjunta de estas regiones tiene implicaciones importantes para el entendimiento de la memoria y para ayudar a tratar a personas con discapacidades de memoria, como quienes sufren de la enfermedad de Alzheimer.

Fuente:

BBC Ciencia

2 de agosto de 2011

Dormir bien para recordar mejor

Siempre se ha escuchado que dormir antes de un examen es bueno. Si te has atiborrado de de café para estudiar la noche anterior, un buen descanso es necesario si no quieres estar estresado e impreciso. Además del obvio descanso, diversos estudios han demostrado que el dormir mejora la consolidación de la información aprendida, pero además, un nuevo estudio publicado recientemente ha demostrado que el dormir mejora la recuperación selectiva de esa información almacenada.


Para realizar dicho estudio, que se publica esta semana en la revista Journal of Neuroscience, los investigadores sometieron a los participantes a la memorización de pares de palabras (memoria declarativa), pares de imágenes (memoria visuo-espacial) o series específicas de pulsar botones (memoria motora). Después de las sesiones de aprendizaje, los participantes se sometieron a un test de destreza memorística. A continuación, el grupo fue dividido en dos: un grupo al que se le permitió dormir durante ocho horas, y otro que tuvo que permanecer despierto durante el mismo intervalo de tiempo. Dentro de cada subgrupo, a algunos de los miembros se les dijo que después iban a ser sometidos a un nuevo test de memoria, que finalmente fue realizado pasadas las ocho horas.

Los participantes que permanecieron despiertos obtuvieron unos resultados parecidos a los que habían obtenido en el primer test; de lo que se concluye que el esperar ocho horas despierto no provoca un olvido generalizado de lo que se ha aprendido, independientemente de si los participantes sabían o no que iban a ser sometidos a un nuevo test. En el grupo al que se les permitió dormir se encontraron dos tipos de resultados: los que no sabían que iban a ser sometidos a un test después de dormir, mantuvieron la misma puntuación; pero el subgrupo que sabía que iba a ser sometido a un nuevo test después de ocho horas de sueño, obtuvo unos resultados significativamente mejores, lo que sugiere que el dormir mejora la memoria, pero sobre todo cuando eres consciente de que vas a tener que utilizar la información aprendida.

Los investigadores también encontraron que la conciencia de que iban a ser sometidos a un nuevo test hizo que los participantes durmiesen de diferente manera. Para comprobar como era su sueño, a estos participantes se les gravó su actividad eléctrica cerebral mientras estaban durmiendo. Los electroencefalogramas (EEG) de los participantes fueron analizados, mostrando que los individuos que sabían que iban a ser sometidos a un examen al día siguiente pasaban más tiempo en una fase de sueño de onda lenta (fases 3 y 4 del sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR)), el cual es el tipo de sueño más profundo y que ha sido previamente asociado en otros estudios con una fase de consolidación de la memoria. Parece ser que el conocimiento previo de que va a ser necesario utilizar la información aprendida sugestiona de alguna manera al cerebro, el cual, para conseguir un mejor recuerdo, duerme más profundamente.

El mejorar la memoria es especialmente importante para los estudiantes, ya que tienen que adquirir una gran cantidad de conocimientos en un corto intervalo de tiempo, pero realmente es algo que afecta a todo el mundo, porque siempre es necesario recordar alguna nueva información, aprender una nueva destreza, recordar un viaje a un nuevo lugar. Los resultados obtenidos en este estudio llevado a cabo por el grupo del Dr. Jan Born del Instituto de Medicina Psicológica y Neurobiología del comportamiento de la Universidad de Tübingen (Alemania), sugieren que el hecho de tener en cuenta que en el futuro vamos a tener que utilizar los conocimientos aprendidos, mejora significativamente la consolidación de estos en nuestra memoria. Esto se consigue presumiblemente a través de un largo procesamiento de esos datos en la fase de onda lenta del sueño, lo que además, posiblemente nos permita dormir más profundamente.

Referencias

Wilhelm, I., Diekelmann, S., Molzow, I., Ayoub, A., Molle, M., & Born, J. (2011). Sleep Selectively Enhances Memory Expected to Be of Future Relevance Journal of Neuroscience, 31 (5), 1563-1569 DOI: 10.1523/JNEUROSCI.3575-10.2011

Fuente:

FISAUDE

29 de julio de 2011

Encuentran la razón por la que se nos olvidan las cosas con la edad



La corteza prefrontal es la encargada de las funciones cognitivas.

Con el paso de los años es fácil comenzar a olvidar dónde dejamos las llaves del auto o el nombre de esa persona que vemos a menudo.

Ahora, una nueva investigación descubrió la causa de este "déficit cognitivo" en la llamada memoria de trabajo y afirma que es probable que pueda revertirse.

Los científicos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, encontraron que las redes neurales en el cerebro de personas de mediana edad y edad avanzada tienen conexiones más débiles y se activan con menos intensidad que las de los cerebros jóvenes.

Y tal como expresan en la revista Nature, los experimentos que llevaron a cabo con animales mostraron que es posible revertir esa pérdida con un fármaco que actualmente se usa para tratar la hipertensión.

A medida que la gente envejece tiende a olvidar cosas más a menudo o se distrae más fácilmente con cualquier cosa. Y también presenta más dificultades para llevar a cabo ciertas funciones cognitivas.

Aunque durante mucho tiempo se ha sabido que estos "déficits" están vinculados a la edad, hasta ahora se desconocía cuáles son las causas biológicas de esta pérdida cognitiva.

Memoria de trabajo

Los investigadores del Instituto Kavli para Neurociencia de la Universidad Yale llevaron a cabo estudios con monos jóvenes, de mediana edad y de edad avanzada para analizar cómo la actividad de las neuronas en la corteza prefrontal -el área del cerebro responsable de las funciones cognitivas y resolución de problemas- cambia con el envejecimiento.

Los animales fueron sometidos a varias tareas en las que debían usar su memoria de trabajo, como recordar dónde estaban objetos, organizar funciones o llevar a cabo varias tareas a la vez.

Encontraron que en los animales jóvenes las conexiones neurales de esta área cerebral eran capaces de mantener "descargas" de alta frecuencia durante los experimentos de memoria de trabajo.

Pero las neuronas de los animales de más edad mostraron descargas más débiles y de menor duración.

Sin embargo, cuando los científicos repitieron los experimentos bloqueando las señales neuronales con un compuesto quimico, lograron revertir el deterioro celular a un nivel de actividad similar al de animales jóvenes.

Los científicos creen que con el envejecimiento se acumulan niveles excesivos de una molécula, llamada cAMP, lo cual quizás provoca un debilitamiento de las señales neuronales.

Y con ciertos compuestos químicos capaces de bloquear o inhibir la actividad de esta molécula se pueden revertir los patrones de comunicación de las neuronas para mejorar su función.

"Los déficits cognitivos relacionados a la edad pueden tener un serio impacto en nuestras vidas" afirma la profesora Amy Arnsten, quien dirigió el estudio.

"La gente a menudo necesita llevar a cabo funciones cognitivas mayores para satisfacer incluso sus necesidades más básicas, como pagar las cuentas o revisar sus registros médicos".

"Estas capacidades son críticas para mantener una carrera o ser capaz de vivir de forma independiente cuando envejecemos", agrega.

Según los investigadores ya existen compuestos capaces de mejorar la función de las conexiones neuronales.

Uno de ellos es un fármaco llamado guanfacine que actualmente se utiliza como tratamiento de hipertensión y que podría inhibir a la molécula cAMP para restaurar la memoria de trabajo.

Sin embargo, tal como señalan los investigadores, antes de poder utilizar cualquier medicamento será necesario comprobar los resultados en estudios amplios con humanos.

Fuente:

BBC Cien

20 de julio de 2011

El 'efecto Google' ha reducido nuestra memoria, pero nos ha hecho más habilidosos


  • Es una de las conclusiones de un estudio publicado en 'Science'.
  • El informe indica que los motores de búsqueda y las bases de datos en Internet se han convertido en una "memoria externa" del cerebro humano.
Cada vez ejercitamos menos la memoria, lo que conlleva unas consecuencias. Según un estudio publicado en la revista Science, motores de búsqueda como Google y las bases de datos en Internet se han convertido en una especie de "memoria externa" del cerebro humano, lo que ha provocado que perdamos retentiva de datos, pero ganado en habilidad de búsqueda.

Los educadores y científicos habían empezado a advertir que el hombre se estaba haciendo cada vez más dependiente de la información en Internet, pero hasta ahora había pocos estudios que lo confirmaran, señala la psicóloga Betsy Sparrow, profesora adjunta de la Universidad de Columbia (Nueva York) y autora del estudio.

Precisamente, fue su experiencia personal, al darse cuenta de que recurría con frecuencia a la base de datos de cine IMDB para recordar el nombre de algunos actores, la que le llevó a profundizar en los hábitos de estudio y aprendizaje de las nuevas generaciones.

Sparrow menciona al doctor en Psicología Daniel Wegner y profesor de Harvard, quien hace ya treinta años elaboró la teoría de la "memoria transactiva", que hace referencia a la capacidad de dividir la labor de recordar cierto tipo de información compartida.

Como ejemplo señalaba una pareja en la que el marido confía en que su esposa recuerde las fechas importantes como citas médicas, mientras que ella confía en que él recuerde nombres de familiares lejanos, de tal modo que no duplican información ni "ocupan" memoria.

Internet, una gran memoria colectiva

A raíz de esta teoría, Sparrow se preguntó si Internet estaba desempeñando ese papel para todo el mundo, a modo de una gran memoria colectiva y, junto con su equipo, hizo una serie de experimentos con más de un centenar de estudiantes de Harvard para examinar la relación entre la memoria humana, la retentiva de datos e Internet.

El equipo descubrió que cuando los participantes no sabían las respuestas a las preguntas automáticamente pensaron en su ordenador como el lugar para encontrar esa información.

Además, averiguaron que si los estudiantes sabían que la información podría estar disponible en otro momento o que podrían volver a buscarla con la misma facilidad, no recordaban tan bien la respuesta como cuando creían que la información no estaría disponible.

Otro de los patrones de comportamiento que subrayan en el estudio es que la gente no recuerda necesariamente cómo obtuvieron cierta información siempre y cuando recuerden qué era; sin embargo, sí tiende a recordar dónde encontraron los datos que necesitan cuando no son capaces de recordar exactamente la información.

El estudio sugiere que la población ha comenzado a utilizar Internet como su "banco personal de datos", conocido como el 'efecto Google', y los ordenadores y los motores de búsqueda online se han convertido en una especie de sistema de "memoria externo" al puede accederse a voluntad del usuario y al que la memoria humana se está adaptando.

Según Sparrow, no le ha sorprendido constatar que cada vez más personas no memoricen datos porque confían en que pueden conseguirlos, sino su habilidad para encontrarlos.

"Somos realmente eficientes", asegura.

Fuente:

20 Minutos (España)

El estudio Google Effects on Memory: Cognitive Consequences of Having Information at Our Fingertips fue publicado en la edición digital de la revista Science.

7 de julio de 2011

Las borracheras no matan las neuronas (sólo los recuerdos)



Al parecer todo este tiempo fuimos engañados respecto del real efecto que el alcohol tiene en nuestro cerebro. Siempre nos hicieron pensar que esos excesos de licor aniquilaban nuestras neuronas, pero no. Resulta que sólo intervendría con los receptores cerebrales, haciendo que las neuronas fabriquen esteroides que inhiben la formación de recuerdos. Es decir, sólo impiden recordar.

Esto según un estudio de investigadores de la escuela de medicina de la Universidad de Washington, que identificaron las células cerebrales específicas que generan aquellos períodos de los cuales al día siguiente simplemente no nos acordamos. Con ello, también podría lograrse un fármaco que permita prevenir esos borrones durante las juergas.

Los científicos descubrieron que si podían bloquear la fabricación de esteroides por parte de las neuronas, también podrían preservar la potenciación a largo plazo (LTP) en el hipocampo de las ratas. Y lo hicieron con enzimas 5-alfa-reductasa, un tipo de droga que contiene finasterida y dutasterida, que sirven para la reducción del tejido prostático. Lo bueno es que al comprender qué sucede cuando se inhibe la formación de memoria a causa del alcohol, también se podrá llegar a estrategias que mejoren la memoria.

De todas maneras, no es necesario tomar hasta quedar inconscientes si llegamos a tener en los bolsillos pastillas de esto, ¿cierto? A menos que hayamos sufrido de una terrible desilusión amorosa y el objetivo sea justamente “tomar para olvidar”…

Link: The biology behind alcohol-induced blackouts

Fuente:

Fayer Wayer

5 de mayo de 2011

Estudiar para los exámenes en el último momento podría ser la mejor manera de aprender

Ojo, pero esto no es pretexto para dejarlo todo a última hora. Un buen una repaso, rápido (y a última hora) puede ser eficaz para guardar o fijar información valiosa. Pero nada podrá suplantar al estudio sistemático y permanente.


La de años que nos hemos tirado escuchando la misma cantinela (¡no lo dejes para el último momento!) y la de veces que hemos comprobado por nosotros mismos que eso de estudiar deprisa, corriendo y con tensión, también puede ser efectivo.

Ahora científicos de la Universidad de Bristol (U.K) han descubierto que las hormonas que se producen cuando estamos estresados ​​causan cambios en las células de nuestro cerebro, permitiendo a los recuerdos guardarse más eficazmente.

Lo asegura el profesor Hans Reul, neurocientífico de la Universidad de Bristol, que ha estado dirigiendo una completa investigación que demuestra que las hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, cambian los genes dentro de las neuronas y aumentan su capacidad de aprendizaje.

La acción se produce gracias a un mecanismo que se conoce como “modificación epigenética”, que consiste en una alteración del genoma de las células para “reprogramar” el ADN en el cerebro y así aumentar o disminuir la expresión de ciertos genes, en este caso los genes que juegan un papel importante en la memoria.

Los científicos utilizan para explicar su trabajo el ejemplo de que el hombre suele recordar con mayor fuerza los malos recuerdos que los buenos. Esto es debido al papel que juega el estrés, un actor claramente importante desde el punto de vista biológico para recordar algo que duele o nos amenaza y que uno no se puede sacar de la cabeza.

Esta mejora del aprendizaje mediante la consolidación de los recuerdos se fortalece en el hipocampo, la parte del cerebro involucrada en la memoria y el aprendizaje. Se cree que la reprogramación de los genes en el cerebro gracias al estrés hace que las células nerviosas crezcan más y desarrollen más redes de comunicación entre ellas. Los hallazgos sugieren que el aprendizaje de los estudiantes realmente se puede mejorar cuando se siente la presión de una fecha límite.

En momentos de estrés, el cortisol y la adrenalina se liberan en el torrente sanguíneo para producir una variedad de respuestas, incluida el aumento de la cantidad de azúcar en la sangre, lo que ayuda al metabolismo. El cortisol y la adrenalina son componentes esenciales de los mecanismos de lucha o huída de los seres humanos, una respuesta neuro-biológica a situaciones de estrés que ha evolucionado durante millones de años.

En la historia evolutiva esto habría ayudado al ser humano a escapar de situaciones peligrosas y la acción de estas hormonas en el cerebro habría ayudado a formar recuerdos fuertes que nos permiten evitar las situaciones similares en el futuro.

Pero el Dr. Reul también advierte que, si bien un poco de estrés puede ser bueno para la formación de la memoria, un estrés excesivo puede tener el efecto contrario. “Cuando estamos muy estresados” subraya en la edición de la revista Experimental Neurology donde ha publicado su estudio, “no es posible recoger toda la información nueva en buenas condiciones”, afirma.

“El cerebro entra en un modo que lo único que hace es reemplazar información por otra información, ya que la memoria no es eficiente. Por eso el estrés a largo plazo tampoco es bueno para el ser humano”.

Vía Science Direct y The Island

Tomado de:

Cooking Ideas

9 de marzo de 2011

¿Quién dijo que las ovejas no son inteligentes?

Siempre se ha utilizado el término "oveja" o "borrego" para personas que se dejan llevar por la corriente y que no hacen uso de su pensamiento en la toma de decisiones; esto data de la supuesta sumusión de las ovejas a hacer todo en manada. Pero este es otro estereotipo que se resquebraja. Las razones científicas aquí:

Oveja Welsh Mountain. | Steven Walling

Oveja Welsh Mountain. | Steven Walling

  • Siete ovejas Welsh Mountain se sometieron a diferentes pruebas cognitivas
  • Los animales siempre acabaron por aprender dónde estaba la recompensa

"Trátanos con educación", pedían las ovejas al cerdo pastor de 'Babe, el cerdito valiente'. El cerdo les hizo caso, y ganó un concurso. Lo que parece una estúpida moraleja no lo es tanto: las ovejas son en realidad sorprendentemente inteligentes.

Con fama de insulsos animales de granja con pocas luces, dos científicas de la Universidad de Cambridge sometieron a siete ovejas a pruebas cognitivas para demostrar que son unos animales estupendos para estudiar enfermedades neurológicas, como la enfermedad de Huntington. Los lanudos 'conejillos de indias' pasaron el examen con nota.

Las investigadores, A. Jennifer Morton y Laura Avanzo, han publicado los resultados de su estudio en la web de trabajos científicos 'PloS ONE'.

21 días con ovejas inteligentes

Durante 21 días entre marzo y junio de 2010, siete ovejas Welsh Mountain se sometieron a diferentes pruebas cognitivas, cada vez más complejas. Durante una de ellas, las ovejas aprendían a escoger entre dos cubos, uno azul y otro amarillo. La diferencia entre los dos recipientes era que sólo el azul contenía un premio en forma de comida. Las lanudas participantes aprendieron a escoger el cubo correcto, hasta que un día la recompensa pasó a estar en el cubo amarillo. No obstante, las ovejas terminaron por aprender que la comida había cambiado de cubo en un proceso que llamado aprendizaje inverso.

En otro experimento aún más intrincado, las ovejas tenían que acertar dónde estaba el premio, pero eligiendo esta vez entre cubos iguales. Ahora, la diferencia entre los dos recipientes estribaba en el color -azul o amarillo- de unos conos situados cerca de los cubos y, de nuevo, las ovejas aprendieron el procedimiento correcto.

Más adelante, las investigadoras cambiaron el color de los cubos -a eran morados y verdes- e incluso la propia forma de los recipientes. Dio igual. Las Welsh Mountain siempre acaban por aprender dónde estaba la recompensa.

Sin embargo, como todos los procesos de aprendizaje, el de estas ovejas también estuvo salpicado por las sombras. Aunque estos animales son ciertamente más listos de lo que se pensaba, durante las pruebas las ovejas defecaron, orinaron -las investigadoras lo achacan a la ansiedad-, pasearon ajenas a los cubos, se pusieron a balar e incluso llegaron a abandonar el recinto de pruebas para interactuar con las científicas.

Las investigadoras seleccionaron a las siete ovejas cuando sólo tenían cinco meses y el experimento se llevó a cabo cuando alcanzaron el año. Sólo seis de las siete Welsh Mountain completaron todas las pruebas porque la 'oveja descarriada' que no acabó el experimento se rompió una pata y le faltaron dos días de pruebas.

Las ovejas vivían en un complejo especialmente diseñado para ellas y pasaban las pruebas en instalaciones divididas en ocho rediles. Cada redil estaba separado a su vez por una pequeña valla para establecer dos respuestas por habitáculo. Cuando la oveja acertaba el cubo correcto, se comía su premio y pasaba al siguiente redil. Por el contrario, si fallaba, tenía que esperar 20 segundos antes de volver a probar suerte.

Las ovejas pueden recordar

Otras habilidades ovinas incluyen clasificar familias de vegetales y reconocer las caras de otras ovejas de su rebaño. De hecho, cuando están asustadas les tranquiliza ver fotografías de otros semejantes -sobre todo si les son conocidos-.

Además, también pueden reconocer, diferenciar y recordar las caras de las personas con las que han convivido y son capaces de recordar su rostro hasta dos años después. Más nos vale tratarlas con respeto.

Fuente:

El Mundo Ciencia

¿Qué es el "sindrome de la vida ocupada"?

¿Se te olvida con frecuencia dónde dejaste las llaves, o dónde aparcaste el coche? ¿Te cuesta recordar los nombres de las personas con las que te relacionas? Es posible que sufras el “Síndrome de la vida ocupada”.



Así han denominado los investigadores del CPS Research, un centro de investigación de Glasgow (Escocia), al problema de desmemoria y falta de concentración que padecen muchas personas como consecuencia de un estilo de vida frenético, con múltiples ocupaciones en el hogar o el trabajo y el bombardeo incesante de información procedente de teléfonos móviles, televisión, radio, internet…

Ante esta situación, los investigadores han puesto en marcha un estudio clínico bautizado "Eureka" para tratar de averiguar si este tipo de olvidos - que no deben ser confundido con una pérdida seria de memoria, la cual sí puede estar relacionada con la demencia presenil- pueden ser tratados con una dosis baja de un fármaco que se usa para tratar Alzheimer, la memantina.

Fuente:

Muy Interesante

25 de enero de 2011

Dormir refuerza nuestra memoria

Investigadores suizos demostraron que las partes del cerebro que se activaban para fijar un recuerdo son distintas mientras se duerme a cuando se está despierto.

Recordar mientras dormimos es mucho más efectivo que hacerlo mientras estamos despiertos, según demuestra un estudio llevado a cabo por la Universidad de Basilea, Suiza y publicado por la revista Nature en su versión en internet.

Según los especialistas encabezados por el investigador Björn Rasch, reactivar un recuerdo mientras dormimos podría fijarlo mejor mientras que hacerlo durante la vigilia lo desestabilizaría.

En el estudio, los especialistas entrenaron a los participantes en "memoria espacial". Estos aprendieron a relacionar un olor con la localización de un objeto en una cuadrícula, de forma que al sentir el olor recordarían inmediatamente dónde se encontraba el objeto.

Una vez fijado el nexo olor-objeto, esta reactivación del recuerdo se practicó en algunos participantes mientras dormían, liberando en ese momento el olor en cuestión, y en otros, haciéndolo mientras se encontraban despiertos.

Tras este experimento descubrieron que los sujetos a los que se les había reactivado así la memoria durante el sueño recordaban luego con más precisión la localización del objeto.

Por otro lado, el recuerdo de los participantes que habían sido sometidos a la prueba mientras estaban despiertos había perdido intensidad y resultó ser más débil que en el caso del otro grupo.

Para documentar mejor su descubrimiento, los especialistas realizaron una resonancia magnética funcional a los pacientes. Así demostraron que las partes del cerebro que se activaban durante el recuerdo eran distintas dependiendo de si el sujeto dormía o no.

El hallazgo podría tener implicaciones clínicas en el campo de la neurociencia para el tratamiento de diversos transtornos como el estrés post-traumático.

Lee artículo completo (en inglés)

Fuente:

El Universal (México)

15 de noviembre de 2010

Evernote propone instalar un chip en el cerebro para guardar recuerdos

Supongamos que este fin de semana fuiste a un restaurante a cenar con tu pareja, y pasaste una velada realmente mágica. En unos años recordarás ese día con cariño y emoción, pero lo más seguro es que no recuerdes los detalles como el color de la mantelería, la distribución de mesas, y otros por el estilo…

¿Qué tal si tomaras una fotografía y la almacenaras en un chip que llevas implantado en la cabeza para consultar tus recuerdos siempre que los necesites?

Lo que suena a película de ciencia ficción, podría ser una realidad en unos veinte años, según la propuesta de la empresa Evernote: Una aplicación de captura de memoria que se implante en el cerebro humano como un chip.

El CEO de Evernote, Phil Libin, previendo que nos costará digerir su idea, confía en que con el tiempo estaremos preparados para asumirla con total naturalidad:

La idea es que en un plazo largo, estamos hablando del futuro tipo ciencia ficción dentro de 20 años, no le importará a nadie. La gente simplemente tendrá un chip en la cabeza o algo así. Simplemente piensas en él y ahí está tu cerebro externo”.

Hoy Evernote es una aplicación que nos permite almacenar datos del día a día, sirviendo como una suerte de agenda u organizador de información, a la que puedes acceder vía Web utilizando cualquier dispositivo con conexión a Internet.

Si bien es cierto que la aplicación tal como está puede resultar útil para administrar las tareas de la vida diaria, dado que cada día manejamos mayor volumen de información y también somos susceptibles a olvidar más cosas, resulta bastante curioso que la empresa se proponga crear un chip para implantarlo, ¡nada más y nada menos que en nuestra cabeza!

Y es que queda claro que la idea de convertir Evernote en una aplicación de captura de memoria, dependerá en gran medida de que sus estrategas logren convencernos de someternos a una intervención quirúrgica para implantarnos el bendito chip en nuestra cabeza y disponer, literalmente, de un segundo cerebro…

Supongamos que viajamos al futuro y efectivamente nos encontramos con la posibilidad que plantea Libin: ¿Te implantarías un chip en el cerebro para guardar tus recuerdos?

Link: Un chip como segundo cerebro (ABC)


Tomado de:

Fayer Wayer

2 de noviembre de 2010

¿Debemos borrar nuestros recuerdos?

Algunas investigaciones están dirigidas a borrar químicamente los recuerdos.

Algunas investigaciones han planteado que nuestros recuerdos no son tan indelebles como pensamos.

Si se pudieran borrar químicamente -por ejemplo los traumas de una guerra- ¿sería correcto? ¿o sería borrar nuestra historia?

clic ¿Usted qué opina? ¡Participe en el debate!

A favor

Anders Sandberg

"Borrar recuerdos traumáticos puede mejorar el bienestar humano".

Anders Sandberg, neurocientífico computacional del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad, de la Universidad de Oxford.

"Hay un fuerte argumento moral para debilitar las asociaciones vinculadas al miedo: mejorar el bienestar humano.

Tener recuerdos fidedignos y precisos puede ser bueno para la identidad de una persona y para su habilidad de actuar moralmente.

Quizás incluso sea una obligación moral, como en el caso de ser testigo de un incidente o de ser un líder político responsable.

Pero creo que estos elementos son mucho menos importantes que la oportunidad de vivir una vida saludable.

El trastorno por estrés post traumático (TPET) puede llegar a ser una condición profúndamente inhabilitadora así que borrar de la memoria lo negativo o los recuerdos que producen miedo puede ser moralmente aceptable si el procedimiento permite que la persona viva una vida plena.

No estoy diciendo que la eliminación de recuerdos debe ser tomada a la ligera. Pero nuestra memoria es imperfecta, parcial y en muchos casos inventada.

Entonces quizás no deberíamos verlo como algo completamente distinto al proceso de selección de recuerdos que hacemos naturalmente todos los días".

En Contra

Emily Holmes

"A veces es horrible no poder recordar lo que pasó, aunque sea un mal recuerdo"

Emily Holmes, neuropsicóloga clínica, de la Universidad de Oxford.

"Los traumas son horribles y espantosos, pero lamentablemente son parte de nuestra vida.

Tenemos que recordar que mucha gente supera los traumas sin llegar a sufrir TPET.

Esto sugiere que es posible evitar el desarrollo de ese trastorno y que tenemos que aprender a sobrevivir sin que los recuerdos dolorosos nos afecten de una manera patológica.

La idea de que uno puede "borrarse la memoria" puede sonar atractiva, pero no creo que eso funcione.

Un ejemplo de que borrar un trauma no ayuda necesariamente al paciente es el caso de una violación bajo los efectos de una droga como el Flunitrazepam.

Las personas que han sido violadas luego de ingerir un sedante no pueden recordar lo que pasó.

Ese olvido puede generar consecuencias desastrosas. Es horrible no saber qué pasó porque tu mente inventa o intenta completar esos vacíos de la memoria y eso puede ser aún peor.

Nadie que haya sufrido un trauma -o que trabaja con afectados- quisiera que el incidente hubiese ocurrido.

Pero en terapias con buenos resultados, cuando el paciente vuelve a sentirse bien, no pide que le borren sus recuerdos.

Ellos entienden que es importante conocer la historia personal y recordar lo que te ha ocurrido en la vida.

Pongámonos en el caso de los veteranos de la Primera Guerra Mundial. Fue una época terrible. Pero ellos ¿optarían por borrar completamente esos tres años de su vida?

Creo que alguien que está enfermo podría decir que preferiría borrar esos malos recuerdos. Pero una vez que se ha recuperado, dudo que quiera que desaparezca el rol que esa memoria juega en su vida".

clic Opine: ¿le gustaría borrar algunos recuerdos?

Fuente:

BBC Ciencia

15 de octubre de 2010

Nuestra memoria puede ser fácilmente manipulada



Una de las normas principales de la ciencia moderna es: no te fíes nunca de las personas, ni de sus percepciones ni de sus ideas ni de sus testimonios. Los sentidos de las personas son imperfectos, la histeria colectiva es más común de lo que parece, la gente cree lo que quiere creer (no lo que es) y… nuestra memoria no es tan perfecta como creemos.

Para demostrar cuán sugestionable es nuestra memoria cabe recordar, por ejemplo, el aluvión de casos de abusos sexuales de padres a hijos que apareció a raíz de que la gente acudía a sesiones de psicoterapia: los psicoterapeutas, sin quererlo, con sus preguntas y sugerencias, acababan induciendo a recordar falsamente al paciente que sus padres abusaron sexualmente de ellos.

Otra serie de estudios ponen de manifiesto cómo nuestros recuerdos se adaptan a nuestras circunstancias personales en una rueda de reconocimiento policial. En él, los sujetos visionaban una grabación (simulada) de un robo a un establecimiento de comida preparada. Luego, se les pidió que pasaran todos por una rueda de reconocimiento de sospechosos.

Los 6 sospechosos que aparecían no eran, en ningún caso, el ladrón del video. Algo que admitían todos los sujetos que asistían a la rueda de reconocimiento. Pero la cosa cambiaba si los 6 sospechosos eran presentados a la vez, simultáneamente. Entonces 4 de cada 10 sujetos escogía a un sospechoso (por lo general, el que se parecía más al autor del robo).

La cosa se ponía más interesante si, previamente, se comentaba al sujeto que los anteriores sujetos ya habían reconocido al sospechoso, y que sólo necesitaban que él lo confirmara o negara. Entonces, tachán, ¡7 de cada 10 personas señalaban a un sospechoso como autor del robo! Recordemos que ninguno de los sospechosos era el autor del robo, pero el 70 % de la gente admitía que sí lo era. Ahora podemos imaginar cuán arbitrarios podían ser, por ejemplo, los juicios de brujería, o el ojo por ojo, diente por diente. O el confiar demasiado en el testimonio de la gente.

Fuente:

Lea el artículo completo en:

Gen Ciencia

6 de septiembre de 2010

Una investigación concluye que los recuerdos “reprimidos” no existen

La idea de que las personas traumatizadas, especialmente las víctimas de abusos sexuales infantiles, reprimen deliberadamente memorias horrorosas se remonta al siglo XIX y las teorías del propio Sigmund Freud.


Pero ahora algunos expertos sostienen que las pruebas apuntan justo a lo contrario.
El profesor Grant Devilly, de la Universidad de Griffith, dice que la memoria hace lo opuesto a la represión, las personas traumatizadas reviven experiencias que preferirían olvidar.

“Es lo contrario. Desean tener la capacidad de borrarlo de su memoria”, comentó.


En un informe realizado a petición del Tribunal Supremo de EEUU, el profesor Richard McNally de la Universidad de harvars describió la teoría de los recuerdos reprimidos como “el aspecto de folklore que más daño ha hecho jamás a la psiquiatría y a la psicología”.


Mantiene que las falsas memorias pueden crearse fácilmente por culpa de terapeutas ineptos.
“Las hormonas de estrés que se liberan durante un trauma tienden a consolidar la memoria, hacerla más fuerte y a veces más intrusiva, como se puede ver en el desorden de estrés postraumático”, comentó.


Pero el profesor McNally dice que algunas víctimas de abusos sí que sufren cuando rememoran eventos de su infancia una vez que son adultos.


“Al ver el suceso desde los ojos de un adulto, se dan cuenta de lo que les ocurrió y es entonces cuando experimentan la confusión derivada del trauma”, explicó.


La buena noticia para McNally es que ahora la mayoría de las víctimas pueden encontrar ayuda.
“Las cosas han cambiado, afortunadamente. Ahora tenemos tratamientos que funcionan”, comentó.


Los soldados que vuelven de zonas en guerra, las víctimas de crímenes violentos y abusos sexuales, pueden encontrar ayudar gracias a las terapias de comportamiento cognitivo, en las que aprenden a asignar las memorias horribles al pasado, en vez de hacer que se mantengan en su presente y su futuro.


“Ahora podemos conseguir, al final de 8 o 12 sesiones, que el 90% de la gente no sufra estrés postraumático”.


Actualmente los psicólogos ahuyentan el estrés de los soldados enseñándoles a desarrollar una cierta resistencia.


Este artículo ha sido traducido de ABC News y publicado bajo licencia CC by-sa


Tomado de:


13 de abril de 2010

Los recuerdos se borran, las emociones permanecen

Martes, 13 de abril de 2010

Los recuerdos se borran, las emociones permanecen
  • La amnesia borra los recuerdos pero no las emociones y sentimientos asociados a ellos

MADRID.- Puede que si usted tiene un familiar con Alzheimer le asalte una duda después de visitarlo. '¿Servirá de algo la visita? ¿Le quedará algún recuerdo del rato que hemos pasado juntos?'. Un estudio con pacientes con amnesia acaba de demostrar que aunque los recuerdos desaparezcan del cerebro, las emociones y sentimientos asociados a ellos pueden pervivir durante más tiempo.

Las conclusiones que se acaban de publicar en las páginas de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences son el resultado de un trabajo de la Universidad de Iowa (EEUU) después de trabajar con un grupo de cinco pacientes afectados por un raro tipo de amnesia.

Los voluntarios, al igual que las personas con Alzheimer, tenían dificultades para que sus recuerdos a corto plazo quedasen almacenados en la 'memoria' a largo plazo de su cerebro debido a un daño en el hipotálamo.

El equipo de Justin Feinstein les sometió a lo largo de varios días a 20 minutos de películas, bien humorísticas o tristes. Los voluntarios amnésicos reaccionaban en el momento a las imágenes como cualquier espectador, riendo o llorando ante las escenas que pasaban ante sus ojos. Sin embargo, sólo 10 minutos después del visionado, eran incapaces de recordar un sólo dato de la película (cuando una persona normal puede llegar a memorizar unos 30 detalles).

A pesar de esa carencia de recuerdos (que los investigadores midieron mediante una serie de cuestionarios), los individuos amnésicos sí guardaban 'huella' del tipo de emoción que habían despertado en ellos las imágenes.

Extrapolando sus resultados al campo del Alzheimer, los investigadores subrayan que sus conclusiones pueden ser alentadores para los cuidadores y familiares. "Una simple visita o una llamada de teléfono de sus seres queridos puede tener un efecto muy beneficioso en la felicidad del paciente, incluso aunque éste se olvide de que fue esa llamada lo que despertó esa sensación positiva", explican en un comunicado.

Por el contrario, advierten, los malos recuerdos también pueden tener el efecto contrario y despertar en ellos tristeza y frustración. De hecho, en los voluntarios amnésicos, los sentimientos de tristeza tardaban más en desaparecer que los positivos. Como explican en el estudio, este tipo de disociación entre recuerdo y emoción hubiese sido difícil de lograr en el caso de individuos sanos, en los que ambas van estrechamente ligadas. Y apuntan otra cuestión importante de cara a futuras investigaciones: "incluso aunque la ciencia llegue algún día a ser capaz de borrar completamente un mal recuerdo, una experiencia traumática, es posible que la emoción que aquello despertó siga vigente".

Fuente:

El Mundo Salud

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0