Foto: Imagen de las dos caras del Hueso de Ishango
Hace algo más de 50 años, en 1960, el geólogo de origen belga
Jean de Heinzelin de Braucourt
encontró un extraño objeto mientras se encontraba trabajando en una
excavación, cerca del nacimiento de una de las fuentes del río Nilo. El
lugar era un pequeño poblado llamado
Ishango, dentro de las fronteras de lo que actualmente conocemos como República Democrática del Congo.
Fuente:
Javier Peláez | Yahoo.es, 16 de enero de 2014
El hallazgo era un pequeño hueso, concretamente el peroné
de un babuino, que presentaba unas curiosas marcas, organizadas en tres
columnas y realizadas mediante algún objeto punzante de cuarzo. En un
principio se pensó que se trataba alguna clase de objeto decorativo pero
cuando se analizó detenidamente el número y la disposición de estas
marcas, los arqueólogos llegaron a una sorprendente pero definitiva
conclusión:
Quienquiera que fuese el autor de aquellas muescas, hace ya 20.000 años, claramente estaba contando.
Foto: Marcas en el hueso de Ishango
En una de las partes talladas se pueden observar sesenta marcas, algo
que podría parecer aleatorio si no fuese porque en la parte posterior,
aparece otra columna con exactamente el mismo número de muescas,
sesenta…
No quiere decir que los humanos que vivieron con anterioridad a este
hueso (20.000 años) no supieran contar, sin ir más lejos existen otros
objetos de similares características y más antiguos, como los
encontrados en Lebombo o Checoslovaquia sobre los que aún todavía un
interesante debate. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar con
rotundidad es que este hueso de Ishango está considerado como el primer
“artefacto matemático” confirmado de la Humanidad…
Esta semana, a la fascinante cadena de acontecimientos e hitos
arqueológicos que han ido marcando la Historia de las Matemáticas,
podemos sumar ahora un interesantísimo descubrimiento realizado por
investigadores de la Universidad de Tsinghua en Pekín y que ha salido
publicado en la última edición de la Revista Nature.
La historia comienza hace cinco años cuando en 2009 un coleccionista encontró en un mercado callejero de Hong Kong
una extensa serie de más de 2.500 tiras de bambú con antigua caligrafía china. Las tiras se encontraban cubiertas de barro y seguramente habían sido extraídas de la excavación ilegal de alguna tumba.
Por suerte aquel comprador se dio cuenta de la importancia de su
adquisición y en un generoso gesto, terminó donándolas a un equipo de
historiadores que,
tras analizarlas mediante la técnica de Carbono 14, concluyeron que tenían más de 2.300 años.
En concreto pertenecen a una etapa histórica conocida como “el periodo
de Los Reinos Combatientes” y su datación exacta las sitúa en el año 305
a.C.
Sin embargo, esto solo era el principio… ante ellos tenían un
enorme rompecabezas con miles de pequeñas tiras de bambú con apenas unos milímetros de ancho y hasta medio metro de largo.
Foto: Las 21 tiras de bambú que componen la tabla de multiplicar
Imaginad que tenéis que intentar reconstruir un documento después de
rallarlo con una de esas típicas máquinas destruye-papeles, algo así era
el reto al que se enfrentaban los historiadores. Finalmente, y después
de varios años componiendo este gigantesco puzle compuesto por los más
diversos textos de la época, dispersos entre los miles de tiras de
bambú, los investigadores
localizaron 21 de ellas que contenían una serie de números, y es aquí donde llegó la sorpresa.
Ordenadas correctamente estas tiras componen una tabla de resultados
entre los mismos números en los dos ejes de la tabla, del 0.5 al 19,
dispuestos como podéis ver en la representación de la imagen inferior
realizada con números occidentales:
Foto: Correspondencia de los números encontrados en la tabla china.
He de aclarar que aunque se
conocen otras tablas de multiplicar pertenecientes a las civilizaciones
sumerias o babilonias, algunas de ellas más antiguas, aún así ésta que
se ha descubierto en China
es la más antigua que utiliza nuestro actual sistema decimal (de base 10), ya que las anteriores se basaban en un
sistema sexagesimal, (base 60)
Los autores del descubrimiento resaltan, además de la gran dificultad
que ha requerido recomponer y ordenar este gigantesco puzle de 2.500
pequeñas piezas, que nos encontramos ante una
“verdadera calculadora antigua”
puesto que con ella se podían realizar multitud de operaciones
matemáticas, entre los que se encuentran desde el cálculo de superficies
y cultivos, distribución de cosechas o el porcentaje de impuesto que
correspondía pagar al estado.