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6 de enero de 2020

Los humanos ya cocinaban papas hace 170.000 años

Rizomas tostados hallados en Lebombo (Sudáfrica) muestran cómo los 'sapiens' cocinaban vegetales que les ayudaron en su expansión.


El hallazgo de una serie de tallos tostados prueba que los humanos ya cocinaban plantas hace al menos 170.000 años. Las muestras serían rizomas o tubérculos de una especie de patata. Aunque se pueden comer crudos, multiplican su aporte nutricional una vez cocinados. Para las autoras del descubrimiento, los restos chamuscados de la fotografía debieron ser parte fundamental del desarrollo de la dieta humana y de la propia evolución de la especie.

"Se trata de las partes subterráneas de plantas comestibles más antiguas halladas en el mundo", afirma la investigadora del Instituto de Estudios de la Evolución de la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo, Sudáfrica) y principal autora de la investigación, Lyn Wadley. La observación al microscopio y su comparación con varias especies actuales ha permitido a Wadley y sus colegas determinar que 55 de las muestras analizadas serían rizomas de Hypoxis angustifolia, planta que pertenece al género de las patatas africanas. "Aún se comen hoy en muchas zonas rurales de África cocinándolas sobre las ascuas de una hoguera", añade. De hecho, los restos encontrados en una cueva de la cordillera de Lebombo, en el nordeste de Sudáfrica, estaban entre las cenizas de un fuego.
Gracias a varias técnicas de datación y a su posición en el estrato, las autoras del estudio estiman que los tallos fueron asados hace unos 170.000 años, con un margen de error de unos pocos miles de años. "Se han hallado semillas aún más antiguas en otros yacimientos", aclara Wadley. "Pero la relevancia de los rizomas de Hypoxis es que son ricos en almidón (como las patatas) y altamente nutritivos", añade la veterana arqueóloga.

El almidón es el carbohidrato de reserva de la mayoría de los vegetales y en el intestino humano tiene un papel que resulta vital. Como recuerda la investigadora sudafricana, la carne de caza africana es muy magra y escasa en grasas, en especial en la temporada seca. "Las proteínas de la carne magra no pueden ser metabolizadas por los humanos si no intervienen los carbohidratos o las grasas", dice. Así que la incorporación de los azúcares de los rizomas de H. angustifolia habría permitido a los primeros Homo sapiens procesar las proteínas y obtener una dieta más equilibrada.

Lyn apunta un detalle en apariencia menor: "Una vez cocinados, son más fáciles de pelar y la fibra se descompone, haciendo que los rizomas sean más digeribles. Esos beneficios debieron ser relevantes para los mayores del grupo y para los más pequeños". Sobre este hecho argumenta: "Al ser los miembros más vulnerables, no formarían parte de las salidas a recolectar, debiendo esperar en la cueva. El hecho de que la comida fuera transportada hasta el hogar y luego cocinada aporta información extra sobre la conducta social y cómo compartían hace 170.000 años".

Las autoras de la investigación, publicada en Science, aportan otro elemento en sus conclusiones. Los humanos necesitan un mínimo de 100 gramos de carbohidratos al día para que su órgano estrella, el cerebro, funcione de forma óptima. Con estos rizomas podrían cubrir sus necesidades. "Por los huesos de animales que hemos encontrado, sabemos que los habitantes de la cueva también comían carne", comenta Lyn y añade: "Los Homo sapiens tienen cerebros grandes y exigentes [en energía], pero intestinos pequeños (comparados con homininos anteriores). La única manera de mantener esta relación era que comieran comida de gran calidad". Lyn también recuerda que la Hypoxis angustifolia se da en casi toda África, así que bien pudo ser un sostén en la expansión humana por el continente y más allá.
 
Con información de: El País (España)

Dinamarca: un ‘chicle’ de hace 6.000 años conserva el ADN de la chica que lo mascaba

Esta resina de abedul ha permitido identificar las bacterias orales y lo que había comido antes de masticarla.

Recreación artística de una mujer joven a partir de la secuenciación de los genes encontrados en un 'chicle' prehistórico.

Una especie de chicle de hace casi 6.000 años aún conserva la marca de los dientes de quien lo mascaba. De ahí, un grupo de investigadores ha podido obtener ADN humano, pero también el de las bacterias que tenía en la boca. Es más, lograron identificar un virus que portaba y hasta lo que había comido antes de masticar esta goma de mascar milenaria. La chica (pues han podido determinar su sexo gracias a la genética) era morena de cabello y piel y de ojos claros. Los investigadores la llaman Lola.

La idea de obtener ADN antiguo era casi imposible hasta hace poco y, menos aún, si no era de algún hueso o diente debido al deterioro del material orgánico con el paso del tiempo. Pero el avance de las técnicas de lectura y secuenciación está permitiendo a los científicos localizar, como los forenses actuales, información genética humana registrada en cosas u objetos que estuvieron en contacto íntimo con alguien. ¿Y qué hay más íntimo que meterse un objeto en la boca y masticarlo?

En el genoma secuenciado no encontraron la mutación que permite a la mayor parte de los humanos modernos beber leche animal sin indigestarse. Tal mutación apareció hace unos 10.000 años y debió propagarse de forma paulatina desde entonces. Toda esta información permite a los autores del estudio identificar a la chica como miembro de algún grupo de cazadores recolectores que aún no había entrado en la nueva era del Neolítico europeo traído por nuevos pobladores desde el este y sureste del continente. Pero el chicle aún tenía mucho más que contar.

"También obtuvimos ADN de microbios bucales y varios patógenos humanos de importancia", comenta Schroeder. En el microbioma oral encontraron bacterias comensales, beneficiosas, como la Neisseria subflava, pero también perjudiciales, como la Porphyromonas gingivalis y la Treponema denticola, lo que indica que la mujer tenía una seria periodontitis, lo que reforzaría el uso del chicle como calmante. Además, el análisis de las muescas también permitió identificar el rastro del virus de Epstein-Barr, que ataca a las células de las glándulas salivales. Por último, los investigadores también hallaron genes que no eran ni humanos ni bacterianos: unos eran origen animal, los de un ánade real (un pato) y otros de procedencia vegetal, de avellanas en concreto. Debió de ser la comida que tomó la chica poco antes de mascar el chicle de abedul.

Con información de: El País (España)
 

La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición


Un tercio de los habitantes de una urbe con 9.000 años de antigüedad sufrió infecciones, muchos de ellos agresiones con piedras en la cabeza, y toda la comunidad tuvo problemas dentales.


Después de cientos de miles de años deambulando por el planeta, hace unos diez milenios los humanos dejaron de hacerlo. En la gran revolución que fue el Neolítico, unos pocos adelantados se asentaron y vivieron de lo que cosechaban y pastoreaban. Ahora, el estudio de los muertos de una de aquellas primeras ciudades muestra que sus habitantes cogieron nuevas enfermedades, sufrieron niveles de violencia nunca vistos y pasaron hambre. Sin embargo, hoy la mayoría de las personas vive en ciudades y la práctica totalidad se alimenta con productos criados o cultivados.

En la llanura de Konya, en el sur de la región central de la actual Turquía, se descubrió en los años sesenta la ciudad de Çatalhöyük. Las primeras casas, hechas de ladrillos de adobe, tienen 9.100 años de antigüedad. No es la primera urbe de la prehistoria, hay aglomeraciones urbanas varios siglos más antiguas (Ain Ghazal, Beidha o Shkarat Msaied, todas en Oriente Próximo), pero sí es la mejor conservada. En la ciudad llegaron a vivir hasta 8.000 personas.

"Çatalhöyük fue una de las primeras comunidades protourbanas del mundo y sus residentes tuvieron los problemas que implica reunir a mucha gente en un área reducida durante mucho tiempo", dice el profesor de Antropología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) y coautor del estudio Clark Larsen. La revista PNAS publica ahora los resultados de 25 años de investigación de una decena de científicos capitaneados por Larsen, la mayoría bioarqueólogos, que buscan en los restos humanos (sobre todo huesos y dientes) saber cómo vivían aquellos primeros urbanitas. Y han tenido bastante con qué investigar: Hasta 470 individuos completos y restos de otros 272. Enterrados en su inmensa mayoría bajo el suelo de las casas.

Tanta población en una ciudad donde ni siquiera había calles y se entraba al hogar por el tejado, debía generar estrés social y este degenerar en actos violentos. Una submuestra de casi 100 cráneos desvela una violencia no encontrada antes en el registro fósil. 25 de las cabezas tienen marcas de al menos una fractura (los hay con más de una). Salvo una lesión provocada por algún objeto punzante, el resto tienen una forma ovalada y con aplastamiento del hueso craneal. Esto encajaría con golpes provocados por una piedra. En muchos casos, en especial en los de las mujeres, la pedrada fue por la espalda.

Sin embargo, la mayoría de las fracturas están selladas, cicatrizadas, por lo que no murieron de los golpes. "Esto podría indicar que no había intención de matar, sino quizá más de castigar o controlar determinadas conductas. Lo vemos relacionado con disputas intracomunitarias y, posiblemente, como una forma de control social mediante la coerción física", razona Knüsel. Es decir, no hay pruebas de violencia ejercida por gentes de fuera, solo de la practicada por el propio grupo del agredido.

El otro gran coste de vivir en la ciudad fue el de la salud. Entre los recolectores y cazadores, el contacto con otros grupos humanos era raro. Aquí se apiñaban miles de personas. Aunque encalaban con periodicidad suelos y paredes, y la cal es un gran desinfectante, se han encontrado restos de desechos orgánicos dentro de las casas. No había algo parecido a una letrina y los corrales de los animales estaban pared con pared con las casas.

Aunque son pocas las enfermedades que afectan directamente a los huesos, muchas infecciones bacterianas pueden dejar su marca en ellos (reacción perióstica). Hasta el 33% de los restos humanos tienen alguna de estas marcas. Un estudio publicado recientemente encontró huevos de parásitos intestinales en coprolitos (heces fosilizadas) en Çatalhöyük.

"En general, se piensa que a medida que las poblaciones de cazadores recolectores se establecieron para convertirse en agricultores hace unos 10.000 años, tuvieron las ventajas de un suministro estable de alimentos, un aumento de la fertilidad de las mujeres debido a esto y una mejor defensa contra los animales salvajes", comenta el paleopatólogo de la Universidad de Cambridge Piers Mitchell, autor del trabajo de los coprolitos. "Sin embargo, entre las desventajas estarían una propagación más fácil de las enfermedades infecciosas a medida que crecía el tamaño de la población, las debidas a los desechos humanos y la posibilidad de mayor violencia interpersonal entre diferentes grupos a medida que las personas intentaran robar objetos de valor a otros grupos" añade Mitchell, no relacionado con la actual investigación.

En los huesos —y los dientes— también ha quedado grabado lo que comían los primeros ciudadanos. Analizando la presencia de distintos isótopos, en particular de nitrógeno, los investigadores pudieron determinar la mayor o menor cantidad y variedad de carnes y vegetales ingeridos. La base de su dieta eran ya los cereales, en especial diversos tipos de trigo, y las legumbres. Ambos alimentos procedían de variedades ya domesticadas por los humanos. Esta dieta provocó que todos los individuos analizados sufrieran de hipoplasia dental, es decir, pérdida del esmalte. Aunque en esto también pudo influir que la media del periodo de lactancia materna superaba los 3,5 años. Además, el 10% de los dientes recuperados tienen caries.

Aquellos mismos isótopos muestran que cabras y ovejas aportaban la parte esencial de las proteínas animales. Solo en los últimos tiempos de Çatalhöyük aparecen las vacas. También permiten comprobar que los pastores tenían que ir cada vez más lejos en busca de nuevos pastos. Esto se ve confirmado con ligeros cambios en los huesos de las extremidades inferiores de varios de los restos humanos. Para los autores del estudio, esto indicaría que cada vez tenían que recorrer distancias más largas. Finalmente, la ciudad fue abandonada en torno al 5950 antes de esta era. No está claro el motivo, pero un enfriamiento global unido al agotamiento de las tierras más cercanas podría explicar el abandono de la ciudad primigenia.

Con información de: El País (España)
 

Educación a distancia: la televisión en Brasil

Para muchos de los jóvenes en comunidades rurales amazónicas en Brasil, su día escolar empieza y termina frente a una televisión. Se presentan cada día a un salón de clases, como en cualquier otra escuela del país, pero interactúan a través de un monitor con su profesor de asignatura, quien está a cientos de kilómetros de distancia en la ciudad de Manaos, capital del Estado de Amazonas. Cuando tienen una pregunta, lo hacen a través de un sistema digital y el docente les contesta en tiempo real. También tienen un profesor físicamente en el aula que les ayuda con sus asignaturas y que está para apoyar en diversas actividades.



La clases no son masivas, tienen un máximo de 40 estudiantes y están compuestas por alumnos que se conectan desde múltiples comunidades rurales simultáneamente. “Los poblados que beneficia el programa son pequeños. Tendrán 1.000 habitantes, con 40 chicos en edad de educación secundaria en todos los grados”, nos dice Emiliana Vegas, jefa de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Cuando fuimos a visitar una de estas escuelas, iban estudiantes de otros pueblos para poder llenar el aula. Muchos jóvenes van 3 horas en barquito para tomar clases”, dice.

Los profesores, por su parte, dan su clase desde un estudio de televisión en el Centro de Mídias do Amazonas en Manaos. Para ser parte de este cuerpo docente, los profesores fueron seleccionados y entrenados por el gobierno local. Cada uno de ellos es especialista en la clase que imparte, y  mientras tienen que apegarse a la currícula federal, tienen la flexibilidad para adaptar el contenido al contexto de sus estudiantes.

“El método de enseñanza es diferente porque las clases son más dinámicas y llenas de recursos”, dice Paulo Henrique Gomes de Sousa, un estudiante de la comunidad Sagrado Corazón de Jesús en el Amazonas. “En clase, interactuamos con otras dos escuelas de municipios del Estado de Amazonas que tenían acentos y costumbres diferentes y, además, eran amplias las herramientas para tener un mejor aprendizaje”, dice.

En colaboración con el equipo del Centro de Mídias, los docentes diseñan su plan de estudio y lo transforman a un formato digital. Algunos usan caricaturas, otros videos y animaciones. En conjunto, el equipo del profesor a distancia y presencial ofrecen una educación de calidad a las comunidades rurales amazónicas de Brasil.




Esta estrategia de docencia a distancia empezó en 2007 en respuesta al enorme reto que representa educar a jóvenes en un país tan grande y diverso como Brasil. Por ley, todo joven tiene derecho a la educación básica y media, sin importar dónde estén. Pero en muchas comunidades rurales es difícil encontrar docentes de calidad que impartan todas las materias dado que están aisladas y poco pobladas.

Fuente: iadb.or

3 de enero de 2020

Los diez tipos de personas más odiosas en el trabajo


A estas personas se les conoce como tóxicas, pues su comportamiento sólo busca la dispersión del grupo y aunque en alguna oportunidad nos habremos cruzado con ellas, lo mejor es mantener cierta distancia para no cargarnos de su negatividad.
 
El psicólogo Gustavo Giorgi escribió un artículo en Entrepreneur en el que identificó diez tipos de personas más odiosas en el trabajo y aconseja no actuar como uno de ellos.

1. El que usa el trabajo para hacer terapia

Este tipo de personas llevan sus problemas al trabajo y cuando llegan usan a sus compañeros como sus terapeutas para que escuchen sus decepciones amorosas, traición de algún amigo o problemas familiares. Si uno le aconseja ir con un especialista, responderá que no necesita ni cree en los psicólogos.

2. El que se aprovecha de la creatividad e ideas de otros

Es el que tras escucharlo decir algo novedoso y que puede dar muy buenos resultados, hace pasar esas ideas como suyas para que su jefe lo felicite y obtenga reconocimiento. Lo peor es que cuando le reclama por su actitud, le dirá que jamás supo que también usted tenía pensado lo mismo.

3. El laberíntico

Es el colaborador que se “toma a pecho” todo lo que le diga, así sea de forma general, pues siempre piensa que cualquier comentario negativo va dirigido a él y buscará, e incluso obligará, a que le dé explicaciones.

4. El que disfraza sus inquietudes en un malestar generalizado

Este colaborador busca que sus inquietudes o algo que no haya conseguido sean vistos como un malestar generalizado, tomando la palabra en nombre del grupo. Por ejemplo, comenta el especialista, cuando este individuo dice que en la empresa no hay oportunidades para crecer, luego de no haber conseguido un ascenso.

5. El quejumbroso

Es aquel que siempre para quejándose de todo y que jamás se hace responsable de sus actos porque para él el resto es el culpable de lo mal que van las cosas. Debido a que constantemente se queja, lo hace como un hábito, generando un mal clima laboral.

Lea el artículo completo en: Gestión (Perú)
 

El sistema de sobornos de Odebrecht fue el mismo usado para el contrato Dreyfus

Hace más de 150 años, la compra de funcionarios del Estado por parte de empresas extranjeras se hacía a través de intermediarios. Así se concretaron las principales obras públicas entre 1865 y 1875.


A fines de 1868 el Perú era gobernado por el presidente Balta. Eran tiempos de inestabilidad económica a causa de la corrupción heredada de gobiernos como el de Rufino Echenique y Ramón Castilla. Entonces, el joven y recientemente nombrado ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, decidió impulsar el déficit fiscal mediante el endeudamiento externo y así agilizar la economía. Para este propósito pidió al Congreso negociar la venta de guano al extranjero sin intermediarios. Este es el inicio de una historia que tiene una similitud con el escándalo de megacorrupción de Odebrecht.
 
Desde el mes de mayo de ese año, representantes la casa francesa Dreyfus habían tenido reuniones con miembros del Estado para que tomaran la administración de los yacimientos y salitre que iban a avalar estos empréstitos. La propuesta, aprobada por el Congreso de ese entonces, era que esta iniciativa sea licitada. Sin embargo, desde aquel mes, Dreyfus ya le pagaba dinero al gobierno en un contrato prácticamente aprobado e impulsado por Piérola, pese a que hubo otros tres postores en carrera que no fueron tomados en cuenta. La ganadora había sido elegida de antemano por las altas esferas del poder.

Los primeros negocios. El libro Historia de la Corrupción en el Perú, de Alfonso W. Quiroz, explica este proceso. "Juan Martín Echenique (hijo del expresidente Rufino Echenique) fue enviado a París como comisionado oficial con instrucciones precisas para firmar, junto a Toribio Sanz, un contrato formal con Dreyfus. El acuerdo secreto estipulaba que Thomson, Bonar & Co, el agente financiero del gobierno en Londres sería reemplazado por una casa comercial que debía ser escogida posteriormente por Dreyfus".

La empresa elegida fue Henry Schroder & Co, esta finalmente sería la encargada de cerrar los negocios entre el presidente Balta y la casa Dreyfus, que ejercería un control monopólico del guano.

Lea el artículo completo en: RPP Noticias

 
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