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5 de diciembre de 2012

Un grupo de científicos busca el 'ADN de la canción de pop perfecta'

Un grupo de psicólogos de Londres esperan que esta investigación ayude a entender mejor los mecanismos de funcionamiento del cerebro humano



Son los jingles irritantes de comerciales de seguros de automóviles que se meten en tu cabeza cuando estás tratando de concentrarte. O las bandas sonoras motivacionales que oyes cuando estás trotando, incluso si dejaste el iPod en casa.

Ahora un grupo de investigadores en Londres creen que están en el camino de determinar por qué algunas melodías, conocidas como earworms (gusanos de oído), parecen quedarse pegadas, repitiéndose en nuestros cerebros. Los científicos dicen que los resultados de sus estudios pueden ser usados para componer la canción pop perfecta, así como para mejorar nuestro conocimiento sobre cómo el cerebro procesa la música.

Se estima que más del 90% de las personas tienen earworms normalmente, según a un estudio reciente. El fenómeno también ha sido descrito como música pegajosa, o comezón cognitiva que sólo puede ser rascada por repetición mental constante de una melodía particular.

En un esfuerzo para aprender más sobre el fenómeno, el equipo de investigación en Goldsmiths, de la Universidad de Londres, está pidiendo a los usuarios de Internet compartir sus experiencias en un cuestionario en línea llamado Earwormery.

Chris Difford, del grupo de pop Squeeze, responsable con el coautor Glenn Tilbrook por éxitos como Cool for Cats y Up the Junction, le dijo a CNN que se despierta con earworms cada mañana.

"No sé de dónde vienen. Sólo te despiertas y ahí están", dijo Difford. "Y debería tener un diario de ellos porque son fascinantes. Esta mañana fue Waterloo, de Abba. Extremadamente molesto, porque nunca me gustó".

Pero Difford dijo que no todos los earworms son tan molestos. "Hubo una canción de Jimi Hendrix en mi cabeza la semana pasada. Yo no la llamaría un earworm. Fue una cosa de belleza, fue más como una mariposa".

Pero mientras los earworms son moderamente molestos para la mayoría de las personas, para algunos pocos pueden ser genuinamente perturbadores. Quienes sufren de casos extremos de alucinación auditiva no pueden diferenciar entre música generada externamente y la que está dentro de sus mentes.
Un caso de estudio, publicado el año pasado en la revista Journal of Psychiatry and Clinical Neurosciences, registra el ejemplo de una mujer india de 21 años que tuvo música de las películas de Bollywood pegada en su cabeza todos los días por cinco años.

Lauren Stewart co directora de la maestría de Música, Mente y Cerebro, dijo que los earworms permanecieron por mucho tiempo como un gran misterio para los psicólogos. Algunas instancias podían ser relacionadas con ciertos procesos mentales, como una letra de una canción relevante para tu situación actual. Pero con frecuencia parecen ser completamente aleatorios.

"Lo interesante para nosotros es que esta imaginación musical espontánea aparece sin un esfuerzo consciente, como de la nada. En este momento seguimos tratando de entender por qué pasa eso", dijo.

El reconocido neurólogo Oliver Sacks ha especulado que los earworms pueden ser una consecuencia de la presencia casi omnipresente de la música en la vida moderna, desde en la música tipo elevador en centros comerciales, hasta los ringtones.

"Este aluvión de música pone una cierta tensión en nuestro sistema auditivo sumamente sensible", escribe Sacks en su libro Musicophilia.

"Una consecuencia es la omnipresencia de melodías molestamente pegajosas, los gusanos cerebrales que llegan sin invitación, y dejan a su debido tiempo melodías pegajosas que pueden no estar haciendo nada más que publicidad de una pasta dental pero que, neurológicamente, son completamente irresistibles".

Vicky Williamson, que lidera el proyecto Earwormery, dijo los resultados pueden permitirles saber si tipos particulares de personalidad o de experiencias de vida hacen a las personas más susceptibles que otras y si hay circunstancias diarias particulares de "alto riesgo" que pueden hacer que las personas sean más propensas los earworms.

Al analizar las características comunes de las melodías reportadas como earworms, los investigadores están también trabajando con una fórmula para determinar la "pegajosidad" de una pieza musical.

Sus hallazgos hasta ahora sugieren que lo pegajoso es resultado de un balance particular entre ciertos intervalos de tonos y unas estructuras rítmicas determinadas. La fórmula puede actualmente predecir si es probable que una melodía sea un earworm con aproximadamente 75% de éxito, dijo Daniel Müllensiefen, codirector de Música, Mente y Cerebro en Goldsmiths.

Müllensiefen, también científico de la firma de publicidad DDB UK, dijo que hay una conciencia creciente sobre la importancia de "marca sonora" —tonos o melodías memorables, o irritantes asociados con un producto o una compañía particular— en la industria de la publicidad.

Agregó que la fórmula también puede eventualmente permitirle a los compositores o músicos afinar sus composiciones para objetivos más nobles.

"Al estudiar los earworms podemos realmente decodificar el ADN de una canción pop que se queda perfectamente en nuestra memoria", dijo Müllensiefen.
 
Pero Tillbrook dijo que la idea de producir música pop por medio de una fórmula mágica no es nada nueva.

"De todas maneras, las personas siempre han usado ese tipo de criterios para juzgar la música", dijo.

"Estamos hablando de personas que controlan listas de reproducción de canciones y dicen cosas como: 'esto no tiene coro', como si todo debiera tener un coro. Bueno, ¿por qué? La música está ahí para ser explorada".

Fuente:

CNN México

¿Qué pasa en tu cerebro cuando escuchas una canción pegadiza?

canciones¿No consigues borrar de tu mente la dichosa "canción del verano"? Noventa y nueve de cada cien personas son susceptibles al síndrome de la canción pegadiza (earmworm o ‘gusano del oído’ en inglés), que implica que al escuchar ciertas melodías estas resuenan una y otra vez en la cabeza de manera incontrolada. De acuerdo con James Kellaris, de la Universidad de Cincinnati (EE UU), el efecto es mayor si la canción es la primera que escuchas al levantarte, o lo último que oíste por la noche antes de dormir.

En ambos casos la tonadilla se queda “adherida” al córtex auditivo del cerebro, encargado de procesar los sonidos. Y la necesidad de tararear esas canciones funciona como una especie de “picor mental”, según Kellaris, que solo se alivia repitiendo una y otra vez la melodía. El efecto puede durar horas o días.

Fuente:

Muy Interesante

4 de diciembre de 2012

Científicos crean música con la mente

Científicos de la Universidad de Goldsmiths, Londres, habrían aplicado un sistema de detección de ondas cerebrales para crear música a partir del pensamiento. La idea es permitir a gente con varios tipos de discapacidad permanecer cerca del mundo de la música.

Con los dispositivos de control vía ondas cerebrales cada vez de más fácil acceso, es bueno que se ideen nuevas aplicaciones prácticas. La tecnología para amplificar y permitir utilizar las ondas cerebrales no es complicada. Lo complicado es enseñarle a un ordenador como decidir qué es lo que queremos hacer en base a un voltaje muy pequeño, que cambia casi constantemente.

Científicos de la Universidad de Goldsmiths han decidido crear un software que decida cuál de todas las notas, que se muestran a toda velocidad en una pantalla frente al usuario, se pretende tocar. Es el primer paso para componer o interpretar música y nos parece interesante para quienes por alguna discapacidad no puedan acceder a ese tipo de estímulos de otro modo.

Además, este tipo de investigaciones -en general- termina decantando en aplicaciones en otros campos. Al fin y al cabo es sólo una interfaz que podría aplicarse con otros fines. Esperemos que, por ahora, ningún científico loco decida usar algo como esto para disparar armas ya que la exactitud ronda el 60 a 70%.


Fuente:

NeoTeo

Como construir un monocordio





En un post anterior aprendimos que Pítágoras descubrió los fundamentos matemáticos de la música con un instrumento musical llamado monocordio. Pues bien, en esta oportunidad vamos a aprender a construir uno, vamos ¡es un sencillo!...




También puedes seguir las instrucciones (formato PDF) en la Secretaría de Educación de Colombia o en Taringa (este es otro modelo). En el blog "El Monocordio de Pitágoras" encontramos una explicación matemática y un video muy ilustrativo.

Curiosidades del monocordio

El monocordio demás de generar sonidos, también:
  • Muestra visualmente las proporciones mediante la escala graduada.
  • Sirve para el estudio y enseñanza teórica y práctica de la música. Se atribuye a Pitágoras y a sus discípulos (siglo VI aC) la utilización del monocordio para sus investigaciones filosóficas y experimentales.
  • Euclides, matemático griego del siglo III basó una gran parte de su geometría euclidiana en la división del monocordio a la que consagro su obra, Sectio canonis, que fue norma aceptada durante siglos.
  • El pensador León-Battista Alberti, basándose en las proporciones musicales del monocordio, escribió un tratado de arquitectura De re aedificatoria (1465).
  • La división del monocordio, proporcionó materia de reflexión a expertos en esoterismo y ciencias sobrenaturales; su simplicidad lleva implícitos los misterios de la asociación del espacio y tiempo, de lo visual con lo audible, las esferas del universo, etc.
  • Robert Fludd (1574), filosofo inglés, aplicó las divisiones del monocordio para desarrollar una visión cósmica y mantuvo una larga relación con Kepler, astrónomo alemán, que publicó el tratado Monochordum Mundi (1623).
  • Durante el Renacimiento, que trataba de restaurar la vuelta a los valores de la antigüedad, las relaciones armónicas y proporciones obtenidas de la división del monocordio eran mucho más que una simple técnica de geometría aplicada, contenían una lógica que se podía verificar y medir, y eran fuente de creación artística.
  • Modernamente se considera que una longitud de diapasón, longitud de cuerda vibrante entre ceja y puente, igual a 68 cm., ofrece la mayor facilidad de interpretación para la mano derecha.
Sorprendente!!!

Jack White fabrica una guitarra de una sola cuerda (Diddley Bow) con solo tres clavos, un pedazo de madera, una botella de vidrio y una cuerda de guitarra. Si alguién lo puede fabricar me pasa la voz... Ver el video AQUÍ

Y si no tienes una botella de vidrio la puedes reemplazar con una lata vacía de atún. Ver el video AQUÍ. ERste modelo es con dos botellas, una grande y una pequeña, vel el VIDEO.

Leonardo Sánchez Coello
conocerciencia@gmail.com

Conocer Ciencia: ciencia sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante...  

Einstein y Mozart: dos genios unidos a través de un violín

Así como las travesuras de Mozart escandalizaron a sus contemporáneos, Albert Einstein llevó en su juventud una vida notablemente bohemia. Su estudiada indiferencia a la ropa y a su desgreñada melena oscura, junto con su amor por la música y la filosofía, lo hacían más semejante a un poeta que a un científico. Einstein también coincidía con la capacidad de Mozart de componer música magnífica...

El físico halló inspiración en el compositor

El año pasado, el centenario de E=mc2 inspiró una oleada de simposios, conciertos, ensayos y productos referidos a Albert Einstein. Este año, el mismo trato recibe otro genio, Wolfgang Amadeus Mozart, nacido el 27 de enero, doscientos cincuenta años atrás. Pero hay entre estos dos aniversarios más coincidencias de las que podríamos pensar.

En una oportunidad, Einstein dijo que, mientras Beethoven creó su música, la de Mozart "era tan pura, que parecía haber existido en el universo desde siempre, esperando a ser descubierta por su dueño". Einstein creía lo mismo respecto de la física, que más allá de las observaciones y la teoría se encontraba la música de las esferas... que, según escribió, revelaba "una armonía preestablecida", ya que expresaba asombrosas simetrías.

Las leyes de la naturaleza, tal como las de la teoría de la relatividad, estaban esperando que alguien con un oído atento las recogiera del cosmos. Así, Einstein no atribuyó tanto sus teorías a laboriosos cálculos, sino más bien al "puro pensamiento". Einstein estaba fascinado con Mozart y percibía una afinidad entre los procesos creativos de ambos, así como entre sus historias de vida. De niño, Einstein era un alumno mediocre en la escuela.

Una válvula de escape

La música era una válvula de escape de sus emociones. A los 5 años empezó a tomar lecciones de violín, pero muy pronto las prácticas le resultaron tan duras que le arrojó una silla a su profesora, quien salió huyendo de la casa hecha un mar de lágrimas. A los 13, el físico descubrió las sonatas de Mozart. El resultado fue una conexión casi mística, dijo Hans Byland, amigo de Einstein desde el secundario. "Cuando su violín empezó a cantar -le dijo Byland al biógrafo Carl Seelig-, las paredes de la habitación parecieron alejarse... Por primera vez apareció ante mí Mozart en toda su pureza, iluminado con las puras líneas de la belleza helénica, pícaro y travieso, poderosamente sublime."

Desde 1902 hasta 1909, Einstein trabajó seis días por semana en una oficina de patentes suiza, dedicando su tiempo libre a la investigación en el campo de la física, su propia "travesura". Pero la música también era su alimento, particularmente la música de Mozart, que se encontraba en el núcleo de su vida creativa. Y así como las travesuras de Mozart escandalizaron a sus contemporáneos, Einstein llevó en su juventud una vida notablemente bohemia. Su estudiada indiferencia a la ropa y a su desgreñada melena oscura, junto con su amor por la música y la filosofía, lo hacían más semejante a un poeta que a un científico.

Tocaba el violín con pasión y con frecuencia lo hacía en veladas musicales. Encantaba al público, particularmente a las mujeres, una de las cuales llegó a firmar: "Tenía esa clase de belleza masculina capaz de causar estragos". Einstein también coincidía con la capacidad de Mozart de componer música magnífica, aun en condiciones de gran dificultad y pobreza.

En 1905, el año en el que descubrió la relatividad, Einstein vivía en un diminuto departamento y debía enfrentarse a un matrimonio difícil y a dificultades de dinero. Esa primavera escribió cuatro trabajos que estaban destinados a cambiar el curso de la ciencia y de las naciones. Sus ideas sobre el espacio y el tiempo emergieron, en parte, del descontento estético: le parecía que las asimetrías del campo de la física ocultaban bellezas esenciales de la naturaleza; las teorías existentes carecían de la "arquitectura" y de la "unidad interna" que él hallaba en la música de Bach y de Mozart.

Contra la complejidad

En sus luchas con enormes grados de complejidad matemática, que lo condujeron a la enunciación de la teoría general de la relatividad, en 1915, Einstein recurría con frecuencia, en busca de inspiración, a la belleza simple de la música de Mozart.

"Siempre que se encontraba en un punto muerto o en un momento difícil en su trabajo, buscaba refugio en la música -recordó su hijo mayor Hans Albert-. Eso solía resolver todas sus dificultades." 


Al final, Einstein sintió que en su propio campo había logrado, como Mozart, desentrañar la complejidad del universo. Los científicos suelen describir la teoría de la relatividad como la más bella que se haya formulado nunca. El mismo Einstein siempre señaló la belleza de la teoría: "Es difícil que alguien que la haya entendido verdaderamente sea capaz de pasar por alto el encanto de esta teoría", dijo en una oportunidad. La teoría es esencialmente la visión de un hombre de cómo debe ser el universo. Y, sorprendentemente, el universo resultó ser muy parecido a como Eisntein lo imaginó.

Su audaz matemática reveló fenómenos espectaculares e inesperados como los agujeros negros. 


Aunque era un gigante clásico, Mozart contribuyó a sentar los fundamentos de los románticos con sus estructuras menos precisas. De manera semejante, las teorías de la relatividad de Einstein completaron la era de la física clásica y abrieron el camino para la física atómica y sus ambigüedades. Al igual que la música de Mozart, la obra de Einstein es un hito y un punto de partida.

En un concierto realizado en 1979 para celebrar el centenario del nacimiento de Einstein, Julliard Qartet recordó haber tocado para Einstein en su casa de Princeton, en Nueva Jersey (EE.UU.). 


Habían llevado cuartetos de Beethoven y de Bartók y dos quintetos de Mozart, según recordó el primer violinista Robert Mann, cuyos comentarios fueron grabados por el académico Harry Woolf. 


Después de interpretar a Bartók, Mann se dirigió a Einstein: "Nos complacería mucho hacer música con usted". En 1952, Einstein ya no tenía violín, pero los músicos habían llevado uno extra y Einstein eligió el inquietante quinteto en Sol menor de Mozart.

"El doctor Einstein casi no miraba las notas de la partitura -recordó Mann-. Aunque sus manos, fuera de práctica, eran frágiles, tenía una coordinación, un oído y una concentración extraodrinarios." Parecía, según su relato, extraer de la nada las melodías de Mozart.

Por Arthur I. Miller
De The New York Times 


El autor es profesor de Historia y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Londres, y escribió el libro "Empire of the Stars". 


Traducción: Mirta Rosenberg


Tomado de:

Hágasela Música

Ojo Científico

¿Un químico músico o un músico químico?

Hoy quisiera hablaros de Alexander Porfirevich Borodin (1833-1887). No, no os habéis equivocado de blog y no estáis en retroklang (a quien junto con medi, por decirme en el artículo de Mendeleyev un comentario respecto a él, les dedico el post). Los amantes de la música clásica (mejor, de la romántica) harán sus delicias con nuestra historia de hoy.

Para empezar, decir que Borodin es aquél que junto a Mussorgsky, Cui, Balakirev y Rimsky-Korsakov formó el llamado “Grupo de los Cinco“. Tanto si lo conocéis como si no, os pido que escuchéis, sobre todo, el primer minuto del vídeo siguiente, o su totalidad mientras leéis la historia:


Seguro que os ha sonado. Es la obra “El Príncipe Igor”, que fue completada por Rimsky-Korsakov. Pues bien, que ronde esa melodía por vuestras cabezas mientras leéis el resto de la historia pensando que la música, según él, no era su profesión sino su afición. En realidad se dedicaba a la química. En 1987 se celebró el centenario de su muerte. Las menciones de sus investigaciones en química apenas se dejaron ver en frases esporádicas. Su vida fue un vivir a dos bandas y aunque todo el mundo lo considera un músico, él siempre consideró que su profesión era la de químico. Ironías de la Historia.

En 1877, durante un viaje a Alemania para presentar a dos de sus estudiantes en la Universidad de Jena, tuvo ocasión de conocer a Liszt:

- Soy un músico dominguero – le dijo.
- El domingo es un día de celebración – fue la respuesta de Liszt.

Nacido en San Petersburgo fue hijo natural del príncipe Luka Stephanovich Gedianishvili y la joven Avdotia Konstantinova Kleinecke. El padre no lo reconoció legalmente y lo hizo registrar como hijo de un tal Borodin, sirviente suyo. No obstante, procuró que recibiera educación completa, incluidas lecciones de piano y el aprendizaje del alemán, francés e inglés. A los 14 años hablaba todas esas lenguas y era capaz de hacer ensayos técnicos en italiano.

Con 9 años hizo su primera obra musical, llamada Elena, dedicada a una niña de la que estaba enamorado. A los trece años, mientras componía un trío para dos violines y un chelo sobre un tema de Meyerbeer, se había construido un laboratorio en casa. Su madre estaba preocupadísima ya que se temía explosiones y fastidiaba con las emanaciones que salían de su improvisado laboratorio.

A los 17 años se hizo estudiante de medicina, pero se apasionó por la química por tener como profesor a Nikolai Zinin, que había sintetizado la anilina. Este profesor le dijo en cierta ocasión:

“Señor Borodin, sería mejor que escribiera menos canciones. Usted pierde demasiado tiempo: un hombre no puede servir a dos amos”

Se licenció en medicina eximia cum laude y fue contratado en un hospital militar en 1856. Pero estaba claro que la práctica de la medicina no hubiera sido un buen camino ya que se desmayaba cuando veía la sangre.
El 15 de mayo de 1858 presentó una tesis sobre las propiedades químicas y toxicológicas del arsénico y del fósforo. Fue la primera vez que la Academia de Medicina y Cirugía de San Petersburgo aceptaba una tesis en ruso y no en latín.

En 1859 fue enviado a Alemania donde contactó con hombres de la talla de Bunsen, Erlenmeyer, Helmholtz y Kirchoff. Un año después viajó por Alemania y Suiza junto al gran Mendeleyev. Los dos participaron en el famoso congreso internacional de Karlsruhe, que marcó un giro en la teoría molecular gracias a Stanislao Cannizzaro, de Palermo, quien logró hacer que se aceptaran las olvidadas y oscuras hipótesis hechas 50 años atrás por otro italiano llamado Amadeo Avogadro. Con 27 años Borodin fue miembro del comité organizador (Mendeleyev quedó totalmente impresionado por las ideas expuestas en ese congreso).

En la primavera de 1861, en Alemania, conoció y se enamoró de una pianista rusa llamada Ekaterina Sergenineva Protopopova, quien le hizo admirar a Chopin, Liszt y Schumann. Más tarde, se casó con ella. Dado que Ekaterina tenía tuberculosis se mudaron a Pisa por su clima templado. Allí Borodin se dedicó a la síntesis de derivados aromáticos fluorados. Sus resultados los publicó en Nuovo Cimento, una revista científica.

En Pisa tampoco cesó su actividad musical. Todo lo contrario: además de tocar de vez en cuando el chelo en la orquesta del teatro de la ópera, hizo amistad con diferentes músicos locales. En la primavera de 1862 improvisó frente a Menocci una fuga que asombró a este último y compuso la Tarantella en re mayor para piano a cuatro manos.

Sin embargo, lo curioso del asunto es que mientras la parte musical de Borodin es muy conocida, no lo ha sido así su trabajo científico. La enciclopedia Ullmann de química industrial de 1956 mantenía que el primer compuesto orgánico del flúor fue sintetizado por Lenz en 1877 pero es que Borodin lo había hecho en Pisa 15 años antes. Compitió con Friederich August Kekulé (quien descubrió soñando, según afirmó, que los compuestos de Carbono pueden formar anillos, como el benceno), que en aquel momento trabajaba en el mismo tema que él: la condensación de los aldehídos. Ambos se acusaron pública y recíprocamente de apropiación de su trabajo.

En 1872 publicó una serie de investigaciones que supusieron el nacimiento de la condensación aldehídica, todavía hoy de gran interés en química, haciéndolo simultáneamente el francés Charles-Adolphe Wurtz, a quien se atribuye todo el mérito.

Pero todavía hay más: descubrió un método general que permitía transformar los ácidos orgánicos en bromuros. En aquel momento fue ignorado y tuvieron que pasar nada menos que 73 años para que fuera redescubierto por otros. Hoy se conoce como reacción de Hunsdiecker.

Se ocupó de los desinfectantes, del opio, del análisis del té. En 1876 desarrolló un método para el análisis cuantitativo de la urea que durante un tiempo tuvo una gran aplicación en el análisis de la orina.

Y por si fuera poco, fue también un gran profesor. En 1872 fue profesor de química de un curso para mujeres, el primero de este tipo en Rusia, nacido por iniciativa suya y de otros científicos de su alrededor. Daba conciertos de beneficencia en favor de las alumnas necesitadas. Dicho curso terminó por decreto del gobierno zarista que siempre le había hostigado. Se le vio llorar por ello.

Menos de dos meses después murió en un baile de disfraces organizado para sus dos hijas adoptivas de un infarto. El destino quiso que muriera, precisamente, con el traje típico del campesino ruso, con altas botas y casaca roja. Tenía 53 años.

Fue enterrado en el cementerio Tikhvin del monasterio Alexander Nevsky, al lado del sepulcro de Mussorgsky, en San Petersburgo, donde se conserva un busto de él. Al igual que Mendeleyev, su ataúd fue llevado a hombros, con gran afecto, por sus estudiantes.

Si destacar en una faceta, sea la que sea, es difícil, ya me diréis si no lo es hacerlo en más de una, en temas tan diferentes y de esa manera tan espectacular; podemos afirmar que su extraordinario profesor, Nikolai Zinin, se equivocó: sirvió perfectamente a sus dos amos, la música y la química.

Quien mejor resumió su vida en una frase fue Rimsky-Korsakov: Borodin tarareaba sus composiciones mientras estaba en el laboratorio, o interrumpía improvisadamente una dirección musical para correr a apagar el mechero Bunsen bajo un matraz que se estaba calentando demasiado.

Fuentes:

“El secreto de la química”, Gianni Fochi
“Musicalia (Enciclopedia y Guía de la música clásica, Tomo I)”
http://es.wikipedia.org/wiki/Alex%C3%A1nder_Borod%C3%ADn
http://www.geocities.com/cahmn/Essays/Borodin.htm

Tomado de:

Historias de la Ciencia 

Científicos confirman que la música pop suena toda igual

Analizan con algoritmos miles de canciones desde 1955 y concluyen que son anodinas en coros, melodías y sonidos.



Noticia reconfortante para todos aquellos mayores de 35 años: unos científicos han descubierto que la música pop moderna es en realidad más alta y toda suena igual.

Investigadores de España han utilizado un enorme archivo conocido como Million Song Dataset, que desglosa todo el audio y las voces en datos que se pueden comprimir, para estudiar las canciones pop entre 1955 y 2010.

Un equipo liderado por el especialista en inteligencia artificial Joan Serra, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, combinó la música de los últimos 50 años con unos complejos algoritmos y descubrió que las canciones pop sonaban intrínsecamente más altas y anodinas en términos de coros, melodías y tipos de sonido empleados.

"Encontramos pruebas de una homogeneización progresiva de la música", dijo Serra. "En concreto, obtuvimos indicadores numéricos de que la diversidad de transiciones entre combinaciones de notas, hablando de coros y melodías, ha disminuido constantemente en los últimos 50 años".

También descubrieron que la denominada paleta de timbres se había vuelto más pobre. Se dice que la misma nota tocada al mismo volumen en un piano y una guitarra tiene un timbre diferente, así que los investigadores concluyeron que la música pop moderna tenía una variedad de sonidos más limitada.

La industria de la música lleva tiempo siendo acusada de subir el volumen de las canciones que graba en una "guerra del sonido más alto", pero Serra dice que es la primera vez que se ha medido apropiadamente utilizado una gran base de datos.

Conclusión: La música pop, musicalmente hablando, no es lo máximo... pero cada vez escuchamos peores canciones (y esto lo sospeché desde un principio).

Fuente:


¿Qué es la música dodecafónica?

Estamos acostumbrados a oir música de forma tonal, es decir música "con armonía", pero aunque no lo creamos existe la música dodecafónica que consiste en crear música de forma completamente distinta a la música tonal, consiste en crear música atonal.

La dodecafonía es una forma de organizar los sonidos de forma no armónica, se denomina dodecafonía ya que se tienen muy encuenta los 12 tonos de la escala cromática siguiendo la regla siguiente:

Cada nota siguiente a la nota tonal se considera del mismo valor que la primera, por ejemplo Do y Do Sostenido tienen la misma importancia, no estableciendo jerarquía entre las notas.

Normalmente en la música tonal, una nota adquiere mayor relevancia, esto no pasa en la música atonal.
Su principal regla es: Todos los tonos o semitonos adquieren la misma importancia y ninguna nota ha de ser repetida durante la obra.

Entre los grandes artistas de música dodecafónica se encuentran: 

Rach Miel, Arnold Schoemberg, Webern, Berg, Stockhausen y Boulez todos innovadores musicales.

Entre las grandes obras se destacan:

Twelve Tone Composition   1923
Schoemberg´s Tone-Rows  1936
Composition with Twelve Tones 1 1941
Composition with Twelve Tones 2 1948

(Parte de la información fue extraída de la enciclopedia online wikipedia

Quiero destacar en particular a un hombre llamado Wilsongomes cuyo arte es tocar música dodecafónica, algunos lo verán como alguien que no sabe tocar ya que estamos acostumbrados de una forma casi inconsciente a la música tonal.

Twelve Tone Composition


 Fuente:

Componemos

Música y cerebro

Conferencia del Prof. F. J. Rubia en la Real Academia Nacional de Medicina – 16 de abril de 2009

La música tiene un efecto conmovedor en nuestra psique. Sabemos que una determinada música puede calmarnos y otra puede tener el efecto contrario. Se ha utilizado en el pasado en la terapia de la epilepsia, en la enfermedad de Parkinson, para disminuir la presión arterial, en el tratamiento de niños afectados por el trastorno de hiperactividad con déficit de atención, en la depresión, en el tratamiento del estrés y en el insomnio.

El musicólogo y filósofo Julius Portnoy ha encontrado que la música puede cambiar las tasas metabólicas, aumentar o disminuir la presión arterial, los niveles de energía y la digestión de manera positiva o negativa dependiendo del tipo de música. La música puede aumentar la secreción de endorfinas por el cerebro y de esta manera producir placer así como relajación. Incluso se han hecho experimentos con plantas que crecieron más rápidamente que lo normal escuchando música clásica suave. Hay autores que han dicho que de todas las artes, la música es la que es capaz de modificar la consciencia de manera más poderosa.

 
Pero es más: se ha comprobado que la escucha por estudiantes de la Universidad de Wisconsin durante 10 minutos de la sonata en re mayor para dos pianos KV 448 tuvo efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio-temporal, efecto que duraba unos 10 minutos. A este fenómeno se le llamó el Efecto Mozart y los resultados de este estudio fueron publicados en la revista Nature en 1993.

La cuestión, pues, es: ¿cuáles son los mecanismos que pueden explicar estos efectos sobre nuestro cerebro?

Sabemos que el sonido incide sobre nuestro oído estimulando células situadas en el oído interno, células que traducen la energía mecánica en energía eléctrica, es decir, potenciales de acción, el único lenguaje que el cerebro entiende. Estos potenciales son todos iguales, provengan de la piel, de la retina del ojo o de las papilas gustativas de la lengua. Pero en el caso de los sonidos, los potenciales eléctricos, a través de vías específicas, llegan a la corteza cerebral auditiva primaria localizada en el lóbulo temporal. El cerebro clasifica los sonidos en bandas de frecuencia, en intensidades y duraciones, así como en graduaciones de frecuencia, intensidad y duración.


Las células de la corteza auditiva primaria no sólo se excitan entre sí, sino que también utilizan la inhibición para simplificar la información acústica, aumentar los contrastes y suprimir los ruidos de fondo. No hay que olvidar que el cerebro está sólo interesado en cambios y contrastes. Un sonido igual y constante termina por no oírse, gracias a dos fenómenos: la adaptación de los receptores y un proceso inhibitorio llamado habituación. Tampoco le interesa al cerebro la frecuencia exacta de un sonido. Cualquier violinista puede cambiar su nota ‘la’ media de 440 a 450 herzios y el cerebro se adapta inmediatamente a ese cambio. Como se mostrado, somos sordos respecto a las frecuencias exactas de los tonos, al cerebro le interesan las distancias relativas entre las frecuencias más que las frecuencias absolutas. Esto es válido para todos los sentidos. En la visión, la luminosidad absoluta no es interesante para el cerebro, sino sólo los contrastes.

Por otra parte el cerebro no es ningún órgano pasivo. Envía fibras hacia las células sensoriales del oído interno controlando su sensibilidad. Y también participa activamente en los diversos escalones que recorre la información auditiva, modificando y filtrando esa información. Esto quiere decir que los tonos que percibimos no existen en la Naturaleza, sino que son atribuciones que la corteza cerebral asigna a las señales eléctricas que le llegan desde la periferia, interviniendo además en cada uno de las estaciones de relevo, desde el oído hasta el lóbulo temporal. Sin este sistema centrífugo, el efecto llamado de “cocktail party”, o sea la capacidad de escuchar una conversación en una fiesta, a pesar del ruido de fondo, sería imposible. El cerebro no se contenta con el análisis de los sonidos, sino que se preocupa más bien de la interpretación activa de esos sonidos. 
 
Lea el artículo completo en:
 

Los primeros instrumentos musicales

La música como forma de expresión es algo consustancial con la propia naturaleza humana, por ello aparece desde tiempos remotos en todas las culturas. 
Nadie conoce con exactitud el momento en que nació lo que conocemos como música, pero existe una correlación entre la misma y la necesidad que ha acompañado siempre al ser humano de expresar sus emociones o sentimientos.

Se cree que las primeras expresiones musicales surgieron, o bien de la necesidad de imitar el sonido de los animales que los rodeaban a fin de comunicarse con ellos, o bien como un modo de establecer relación con los dioses a los que veneraban.


Esta suposición parte de la base de que la narración del origen de la música en todas las culturas, de las que tenemos constancia, dota a ésta de una naturaleza divina.


Así por ejemplo, en la tradición griega se considera al dios Hermes como transmisor de la música al ser humano, o en la cultura nórdica es Heimdall su dios guardián, el que la acerca mediante el uso de un cuerno musical llamado, Gjallarhorn.

Las tradiciones y leyendas, se repiten a través de todas las culturas, otorgando carácter divino a la música y configurándola como un lenguaje con el que comunicarse con los dioses.


El primer instrumento musical: el cuerpo humano


A pesar de no poder tener constancia de este extremo, dada la imposibilidad de encontrar evidencias arqueológicas, se sospecha que el primer instrumento utilizado por el ser humano para elaborar música fue su propio cuerpo, mediante el empleo de la voz o de la percusión corporal.


Así el ser humano descubrió la capacidad de imitar los sonidos de la naturaleza y se encontró ante una nueva forma de expresión.

La percusión corporal evolucionaría hacia la realizada golpeando piedras, palos o incluso pieles tensadas.


Lamentablemente los restos de estos posibles primeros instrumentos no existen debido a la degradación de los materiales empleados en el caso de las pieles, o a la dificultad de otorgar el carácter de instrumento musical a los restos líticos hallados.

El primer instrumento musical elaborado por el hombre

Pero si nos centramos en instrumentos musicales elaborados por el ser humano y de los que conservemos restos que prueben su existencia hemos de remontarnos hasta el Paleolítico Superior, donde aparecen los primeros aceptados como tales por toda la comunidad científica y cuya elaboración se debe al Homo Sapiens.

Hablamos del hallazgo en Geissenklösterle (Alemania) de dos flautas talladas en cúbito de cisne y una tercera en marfil de mamut, a las que se ha atribuido una antigüedad de 36.000 años y que están enmarcadas dentro de la cultura Auriñaciense.


La controversia de la flauta de Divje Babe




En el año 1995, el arqueólogo Ivan Turk descubre en la cueva de Divje Babe, en Eslovenia, los restos de lo que puede ser una flauta con una antigüedad datada de 43.100 años, y atribuida no ya al Homo Sapiens sino al Homo Neanderthalensis.


La hipotética flauta está construida sobre un hueso de oso donde se presentan cuatro agujeros alineados y un quinto en la parte posterior de estos, tal y como tienen las flautas actuales.


Existe controversia al respecto de si es una verdadera flauta o si se trata realmente de un fémur de oso horadado por la actuación de animales carnívoros o roedores.


Los partidarios de la hipótesis de que se trata de una flauta, alegan que junto con ella, aparecieron restos de instrumentos puntiagudos que pudieron servir para hacer los agujeros que presenta.


Asimismo establecen como improbable que la acción de uno o varios animales pudieran tallar cuatro agujeros prácticamente equidistantes entre sí y con forma circular.


Asimismo, tras una reconstrucción de la flauta, se demostró que la misma se ajusta a la escala musical, tal y como se aprecia en el video:



La música prehistórica como forma de arte


Con independencia que la flauta de Divje Babe sea realmente el primer instrumento musical del que se tiene constancia o que sea meramente un hueso al que el azar o el paso del tiempo le ha dado forma de flauta, lo cierto es que la música como lenguaje está presente en todas y cada una de las culturas de las que se tiene referencia.


Además, a medida que investigamos en nuestro pasado más remoto, descubrimos como la música como forma de expresión, sigue una evolución paralela al propio lenguaje humano teniendo la misma importancia que éste en el desarrollo de nuestra civilización.


Quizá la incógnita que realmente debemos despejar no es cuándo nació la música, sino el momento en el que pasó de ser una forma de comunicación con los dioses o la naturaleza, y alcanzó entidad propia como un arte que aún a día de hoy nos fascina y que consideramos tan imprescindible como el lenguaje oral o escrito


Tomado de:


Suite101


La música alta aumenta el consumo de alcohol


La música alta aumenta el consumo de alcoholUn estudio publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research demuestra que la música alta en los bares incita a beber más alcohol en menos tiempo.
Gracias a estudios previos los científicos sabían, por ejemplo, que escuchando música rápida se ingiere alcohol a más velocidad, o que en un local con música ambiental los clientes permanecen más tiempo que en ausencia de música. Sin embargo, esta es la primera vez que se estudia los efectos del sonido de fondo en un contexto real: en bares nocturnos franceses.

Para llevar a cabo el experimento, Nicolas Guéguen y su equipo de la Université de Bretagne-Sud pidieron permiso a los dueños de una serie de locales para manipular el volumen de la música al tiempo que registraban el consumo de alcohol de 40 varones de edades comprendidas entre 18 y 25 años, que ignoraban que estaban siendo observados. Los resultados no dejaron lugar a dudas: cuanto más alto es el volumen de la música más rápido se consume la bebida. Y, por lo tanto, la ingesta final también aumenta.

Los investigadores han llegado a la conclusión de que este comportamiento se explica por dos motivos. En primer lugar, la música alta hace que la gente esté “más espabilada". Y además, a partir de cierto volumen se dificulta la interacción social, lo que hace que "los clientes hablen menos y beban más", matiza Guéguen.

Fuente: 

Muy Interesante

Música y aritmética

En este post voy a intentar que os sorprenda la relación que existe entre la Música y las Matemáticas, para ello he navegado por Internet localizando enlaces interesantes que nombraré.

Resulta extraño entender porque los músicos han utilizado las Matemáticas en sus obras o los matemáticos han empleado esta ciencia para crear música, hay muchos ejemplos, podemos empezar con Pitágoras quizás uno de los matemáticos más importantes de la historia, que además era Filósofo y Astrónomo. Pitágoras estudió la naturaleza de los sonidos musicales. En la escala diatónica. Pitágoras estaba influenciado por sus conocimientos sobre las medias (aritmética, geométrica y armónica) y los números naturales, especialmente los cuatro primeros. Había experimentado que cuerdas con longitudes de razones 1:2, 2:3 y 3:4 producían combinaciones de sonidos agradables y construyó una escala a partir de estas proporciones.

Juan Sebastián Bach compuso el clave bien temperado, que consiste en 24 piezas en las doce tonalidades, usando el modo mayor y menor de cada una de ellas, demostrando de esta manera las posibilidades de modulación creadas por una afinación igual. Aunque en la época en la que vivió Bach la música ya no es una disciplina estrictamente matemática, las matemáticas son inherentes a la música y continuarán influyendo en la evolución de la teoría musical. También aparece en la obra El coral del lecho de muerte BWV 668 de Bach el culmen de la obra ocurre justo en el compás relacionado con la proporción áurea.

W.A.Mozart, en varias sonatas para piano la proporción entre el desarrollo del tema y su introducción es la más cercana posible a la razón áurea.

Un primer ejemplo de músico contemporáneo que se sirve de las matemáticas es Joseph Schillinguer, desarrolló, un detallado sistema de composición musical basado en principios científicos. La base del sistema de Shillinguer es geométrica y se fundamenta en el concepto de relaciones de fase de movimientos periódicos simples. Hay quienes consideran que el sistema de Schillinguer anticipó la música por ordenador antes de que existieran los ordenadores, y que introdujo muchas técnicas algorítmicas de composición, incluso la utilización de series numéricas autosemejantes.

Arnold Schöenberg, en 1921 comentó a uno de sus discípulos que había realizado un descubrimiento que “aseguraría la supremacía de la música alemana durante los próximos 100 años”. A lo que se estaba refiriéndose era al dodecafonismo que, según él, permitía la continuación de los valores musicales tradicionales siguiendo el camino que ya había recorrido la evolución musical del siglo XX. Es imposible valorar en toda su magnitud la influencia de Schönberg en la música del siglo XX. Su obra brindó un impulso radical a las técnicas de composición y sus fundamentos teóricos, que incluyen desde la atonalidad y la música dodecafónica hasta la música serial y, por último, la música electrónica.

Iannis Xenakis, Arquitecto, matemático y compositor vivió en Grecia.  La obra de este autor está repleta de traducciones de conceptos matemáticos al plano musical. Una de sus composiciones más conocidas es Metástasis (1954), pieza basada en el desplazamiento continuo de una línea recta, modelo que se representa en la música como un glissando continuo. La contracción y expansión del registro y la densidad a través del movimiento continuo ilustran las leyes estocásticas. Según palabras extraídas del prefacio de su libro “Formalized Music: Thought and Mathematics in Composition”: “Como resultado del punto muerto en la música serial, así como de otros motivos, en 1954 originé una música construida en base al principio de la indeterminación; dos años más tarde la llamé “música estocástica”. Las leyes del cálculo de probabilidades entraron en la composición por pura necesidad musical…………….”, define así la música estocástica.

ARTICULO INTERESANTE: ACHORRIPSIS: A SONIFICATION OF PROBABILITY DISTRIBUTIONS

PINCHA AQUI  Y DESCAGATE EL PDF DEL ARTICULO DE EdwardChilds


Otra curiosidad es como la serie de Fibonacci (serie de números infinitos, que empieza por el 1 y cada número subsecuente es la suma de los dos anteriores, es decir: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, ……), aparece en la quinta sinfonía de Beethoven. No se sabe si la utilizó de manera intuitiva  sin saber, sólo porque se oye bien.

Veamos cómo suena está sinfonía en este video de YobeTube




Y Béla Bartók desarrolló una escala que denominó la escala Fibonacci.


PARA TERMINAR
Un video que he encontrado en youtube, LA CUMBIA MATEMATICA, muy curioso con un estribillo pegadizo

Si queréis emociones, sumáte unas fracciones, si queréis moverte al ritmo, empleá los logaritmos,
si queréis ser prudente, calcula la tangente y si queréis pasarla mal, dividí con decimal…




Fuente:

Que no te aburran las Mates

Las nuevas notas musicales que fueron descubiertas en tiempos bastante recientes

Resulta que, sea cual fuere el país de que se trate, hubo un tiempo en que el oído de los músicos no acertaba a dar con el sonido de transición entre el la y el do; y la escala, por tanto, terminaba con el la. Tampoco, en algunos casos, habían descubierto los músicos la relación que corresponde a la nota fa. De manera que sólo disponían de una escala sencilla, compuesta de las cinco notas do, re, mí, sol, la. Ésta es la célebre gama de cinco tonos o pentatónica, que fue la escala musical usada hasta los tiempos, relativamente muy recientes, en que se descubrió el fa y sobre todo, la relación más complicada del si, lo cual permitió que la escala alcanzara un tono exactamente doble del tono por el cual principia; esta forma perfecta se logró en el siglo xviii.
 
No hay límite, a lo que puede creerse, acerca de las diversas clases do escalas, pero lo dicho bastará para que nos formemos una idea de los hechos maravillosos en que se funda el arte musical, y nos demos cuenta de que ese arte, capaz de afectarnos hondamente, puede considerarse como una rama de las matemáticas aplicadas, o sea, como una aplicación de las leyes a que están sujetas las sorprendentes relaciones entre los números, esto es: entre aritmética y música, como acabamos de verlo.

Puede ser que, al cantar una escala, o al tocarla en el piano o en el violín, suene mal una nota, y, en tal caso, se acostumbra decir que se desentona o desafina. ¿Que se entiende por ello? Conviene tener presente que la nota, de por sí, no ofrece nada de particular, a pesar de que podamos sospecharlo, porque suena desagradablemente en aquel punto de la escala. No debemos atribuirle, a dicha nota, en sí misma, el carácter de desagradable, pues lo que interesa es la relación que los sonidos guardan entre sí. Podemos decir que ella no pertenece a la escala y hace las veces de una intrusa.

Fuente:

Escolar

La música clásica estimula la inteligencia de los bebés: ¿verdad o mito?

Es bastante conocida la idea de que poner música clásica a los bebés y a los niños de menos de tres años puede incrementar la inteligencia de éstos. Es lo que se llama Efecto Mozart. 

La idea de este efecto surgió por primera vez en 1993 en la universidad de California. Allí, el físico Gordon Shaw y Frances Rauscher, especialista en el estudio del desarrollo cognitivo, ensayaron con unas docenas de estudiantes universitarios los efectos de una audición de música clásica: los primeros 10 minutos de la Sonata en re mayor para piano a cuatro manos, de Mozart. 



El experimento reflejó una agudización pasajera de la capacidad de reflexión espacial y temporal, verificada por medio de la escala Stanford-Binet (es decir, el clásico test de inteligencia). 

El problema es que tal efecto sólo duró unos 15 minutos. Y nadie consiguió reproducir los resultados desde entonces.

En 1997, Rayscher y Shaw anunciaron haber demostrado científicamente que los estudios de piano y solfeo mejoraban más que las clases de informática el raciocinio lógico y abstracto de los niños.


El experimento se hizo con tres grupos seleccionados de jardines de infancia. Los niños del primer grupo recibieron clases particulares de piano o teclado, así como de canto; los del segundo recibieron clases particulares de manejo del ordenador; los del tercer grupo no recibieron ninguna enseñanza especial. En el test de capacidad de raciocinio espacial y temporal, los niños incluidos en el programa de piano o teclado revelaron un rendimiento superior en 34 % al de los demás.
Punto para la música sobre la informática. Pues estos resultados indicaban que la música estimula funciones cerebrales superiores, las que intervienen en actividades como las matemáticas, el ajedrez o la ciencia. 

Desde entonces, es muy fácil encontrar libros que recomienden escuchar música a edades tempranas para ser listo. Música clásica, por supuesto. Incluso, en Georgia, el gobernador del Estado propuso regalar discos de Mozart a todos los niños, y en algunos manuales de divulgación sobre puericultura se recomienda a las embarazadas que hagan escuchar música de Mozart a los fetos.
El modelo teórico que justifica estas hipótesis sugiere, en primer lugar, que las uniones neuronales utilizadas con asiduidad tienden a quedar “cableadas” en firme; segundo, que las estructuras temporales de la música se almacenan en las regiones de los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo que corresponden también a las pautas espaciales; y en tercer lugar, la idea de que precisamente o especialmente la música de Mozart presenta alguna homología compleja con los problemas geométricos que proponen los tests de inteligencia más habituales.
Suena fabuloso, ¿verdad? Venga, todos a ponernos a Mozart a todo volumen. Pero alto… en los últimos años cada vez aparecen más publicaciones que retiran el supuesto fundamento científico de estos experimentos. Incluso siguiendo a rajatabla los protocolos, otros experimentos realizados con niños y universitarios no presentan los mismos resultados. 

Además, Christopher Chabris, psicólogo de la Universidad de Harvard, ha llevado a cabo un metaanálisis sobre el tema (una recopilación estadística de todos los estudios disponibles). Resulta que los efectos observados en los experimentos con Mozart también se observaron leyendo a Stephen King o escuchando música pop. 

Chabris, pues, admite que hay cierto efecto, aunque muy pequeño, y no lo atribuye a la música clásica en sí, sino al estado de excitación jubilosa producido por la audición de música o la lectura de un libro. 

Robert T. Carroll, no sin cierta ironía, decía: si la música de Mozart favorece tanto la inteligencia y el ingenio, ¿no deberían ser los especialistas en esa música los sujetos más inteligentes y más inspirados del mundo? 

Lo cual no es pretexto para que nosotros, y nuestros hijos, dejemos de escuchar a Mozart: 1° por la experiencia estética, 2° porque es parte del patrimonio de la Humanidad y 3° porque escuchar música clásica, durante años, SI cambia nuestro cerebro, y, sobre todo, si escuchamso música y aprendemos a tocar un instrumento musical. tal vez no nos convertiremos en Einsteins, pero si mejoraremos muchas áreas cognitivas...


Fuente:

Xakata Ciencia
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