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10 de noviembre de 2011

Los macacos y la primera red social de nuestros antepsados

Manada de macacos 'Macaca fasciularis'. | Nature

Manada de macacos 'Macaca fasciularis'. | Nature

"El ser humano es un ser social por naturaleza", dijo Aristóteles en el siglo III a. de C., pero esta es una capacidad que nuestra especie comparte con otras muchas y que, en el caso de los primates, podría tener una explicación relacionada con los horarios de las actividades. Así lo aseguran, al menos, tres investigadores anglosajones, que han dado nuevas pistas sobre el origen de esa intrincada red social que hoy tiene dimensiones globales.

Los antropólogos, dirigidos por Susanne Shultz, de la Universidad de Oxford, analizaron el funcionamiento de los grupos sociales entre primates actuales así como especies del árbol evolutivo humano, hasta un total de 217 especies diferentes para tratar de reconstruir el comportamiento social de hace millones de años. Y encontraron que la llave que hizo posible las relaciones en los grupos fue el cambio de una actividad nocturna a otra diurna.

Según publican en la revista 'Nature' esta semana, en un principio los primates eran forrajeadores solitarios que salían por la noche protegidos por la oscuridad. Sin embargo, cuando empezaron a moverse de día, se volvieron más vulnerables, puesto que podían ser vistos por los depredadores y ser atacados, así que comprobaron que ir en grupo les hacía más fuertes. En definitiva, que la vinculación social surgió de la adaptación a una amenaza externa.

Además, no sólo cambiaron la soledad por la compañía, sino que también se mezclaron machos con hembras en estos grupos, de modo que podían ir y venir de un lado a otro, según sus necesidades, como aún hacen hoy primates como los lémures. No sería hasta mucho más adelante cuando aparecieron grupos más estables y de un tamaño más pequeño, que mantendrían relaciones más cercanas, según apuntan los investigadores.

Algunos estudios anteriores habían sugerido que el origen de los grupos sociales estaba en pequeñas unidades de individuos que fueron encadenándose unas con otras. Otros apuntaban que tendrían su origen en la unión de una madre con sus crías, relación que acabó incluyendo a otras hembras cercanas, hata que el grupo fue creciendo.

Los autores de este nuevo trabajo incluyeron un gran número de variables en sus datos: número de indiviudos, enlaces familiares, uniones monógamas, harenes, relaciones de una hembra con varios machos, etcétera. Descubrieron así que la vinculación entre los primates está muy determinada por sus antepasados y que las especies más cercanas evolutivamente tenían un comportamiento más similar.

Cambio sin vuelta atrás

Sin embargo, revelan que una vez que se pasó de la vida individual a la de grupo, hace 52 millones de años en la línea evolutiva que dió lugar a los seres humanos y algo más tarde en otra rama de primates, nunca más se ha vuelto a la vida ermitaña.

Más adelante, los ancestros que empezaron a vivir en pareja no volvieron a vivir en grupos, mientras que los que optaron por los harenes continuaron compartiendo su vida con otros congéneres en manadas más y menos grandes, en función del momento.

Por contra, concluyen los investigadores, los seres humanos siempre han tenido una gran capacidad para adaptarse a diferentes tipos de sociedades y, a lo largo de la Historia, han vivido en culturas monógamas, polígamas, en grupos que incluyen la familia nuclear (padres e hijos) y en más extensas. Del mismo modo, han ajustado sus horarios de actividad laboral, hasta el punto de que hay quien trabaja unos días de noche y otros de día.

"La flexibilidad de comportamiento de los seres humanos es asombrosa, así como su capacidad de vivir en unas sociedades tan grandes como las nuestras, y tenemos que hacer frente a una variedad enorme de ajustes en función de las culturas y las tradiciones. Es algo del linaje humano que no se ha desarrollado nunca en otros primates, lo que prueba que es necesario un cerebro grande para tener una vida social complicada", argumenta Shultz.

Su colega Christopher Opie, de la Universidad de Auckland, recuerda la importancia de echar la vista atrás para poder entender "momentos decisivos de nuetra evolución social". "Ahora entendemos porqué la sociabilidad del primate es intrínsecamente especial, pues los grupos sociales consolidados son inusuales en mamíferos, y no una norma como entre primates", concluye.

Fuente:

El Mundo Ciencia

1 de septiembre de 2011

Los orangutanes también saben manejar un iPad

Desde hace bastante tiempo el colaborador de la organización de defensa de los orangutanes estadounidense Orangutan Outreach Scott Engel está empeñado en hacer realidad la fantasía futurista que Stanley Kubrick dibujó en '2001: una odisea en el espacio'.

En los últimos días y a raíz de una polémica entre marcas comerciales de tabletas se ha rescatado en diversos medios de comunicación la secuencia en la que dos personajes de la famosa película desayunan mientras manejan un dispositivo similar a un iPad. Engel pretende precisamente fundir el mundo moderno reflejado por Kubrick con la famosa escena en la que los simios crean la tecnología y el mono líder lanza un hueso al aire. Es decir, demostrar que los orangutanes son capaces de manejar uno de estos sofisticados aparatos informáticos.

Gracias a la colaboración del zoológico del condado de Milwaukee, la organización está llevando a cabo un proyecto llamado 'Apps for Apes' (Aplicaciones para Simios) con el objetivo de llamar la atención sobre el pésimo estado de conservación de estos grandes simios.

Pintar con el dedo

En el vídeo que acompaña estas líneas Scott Engel muestra a un orangutan llamado little Mahal una aplicación de su iPad en la que se puede pintar con el dedo. No se puede decit que el simio sea un superdotado, pero se interesa y se defiende para plasmar su arte sobre la pantalla táctil.

Según ha manifestado el conservacionista a la publicación Livescience, su objetivo es demostrar que tienen inteligencia suficiente como para manejar un iPad para que quizá alguien se maraville con ellos y decida volcarse en su protección..

Fuente:

Conocer Ciencia

20 de agosto de 2011

Congo, el chimpancé que se codeaba con Dalí y Picasso

A mediados del siglo XX el biólogo Julian Huxley había notado que a ciertos gorilas les llamaba la atención el reflejo de sus sombras sobre la pared. De hecho, hizo anotaciones sobre uno en especial, que se quedó mirando fijamente su silueta y comenzó a delinear imaginariamente su silueta con los dedos.

Cuando Huxley trató de reproducir la experiencia bajo métodos controlados de laboratorio, les proyectó a propósito sombras con una lámpara, pero jamás volvió a captar la atención de los simios. Ya ninguno mostró interés particular en las sombras. A pesar de la decepción, Huxley propuso que el origen del arte gráfico humano pudo haber comenzado con este tipo de experiencias, trazando las sombras proyectadas por el sol, sombras que entraban a las cuevas de nuestros antepasados.

Julian Huxley

En el siglo pasado hubo muchos investigadores y científicos que se preguntaron si el arte pictórico era algo adquirido o innato en los seres humanos, y creyeron que la mejor forma de saberlo, era dándoles crayones y papeles en blanco a gorilas en cautiverio. Algunos de estos científicos hicieron sus estudios independientemente.

Entre los investigadores interesados en el tema, se encontraba el etólogo Desmond Morris, que con sus experimentos comprobó que los gorilas tienen un cierto sentido de la composición, ya que dibujaban círculos y trazaban distintas figuras en el papel. El problema es que sólo lo hacían cuando recibían una recompensa, y pronto dejaron de tener interés en el arte. Los dibujos empeoraron de a poco y ya no mostraban la sincronía de los anteriores.

Fue en 1956 cuando el mismo Morris decidió enseñar a dibujar a un nuevo chimpancé, pero esta vez, sin gratificaciones ni estímulos. Su nombre era "Congo" y tenía dos años de edad.

Desmond Morris y Congo

Los resultados fueron muy interesantes y los recogió en su ensayo La biología del arte, donde cuenta las experiencias con el simio.

Al inicio, para dibujar o pintar, Congo utilizaba indistintamente ambas manos. Empezó agarrando la herramienta (brocha o pincel) con cuatro dedos, pero con la práctica aprendió a sujetarla entre el dedo pulgar y el índice sin que nadie se lo enseñara. Con este cambio adquirió mayor control sobre sus herramientas y se produjo un avance en la variedad caligráfica de sus dibujos.

La capacidad de concentración de Congo variaba. El científico se dio cuenta que mientras más concentraba el chimpancé, su movimiento corporal se reducía al del brazo y se inclinaba mucho sobre el papel, produciendo ligeros sonidos guturales mientras trabajaba.


Congo con el tiempo aprendió a utilizar el pulgar y el índice para tomar el pincel

Las sesiones se llevaron a cabo con el chimpancé sentado en una silla para niños con una bandeja especial, sobre la cual se colocaba el papel, controlando así la orientación del dibujo.

Cuando utilizaban pintura, el mismo investigador le mojaba los pinceles con los distintos colores y se los pasaba uno a la vez. Morris adoptó este método, porque a Congo algunas veces le daban sus pataletas y se ponía a mezclar todos los colores hasta terminar con un sola mescolanza.

El científico también utilizó las mismas pruebas que otro investigador -Paul Schiller- había empleado con otra chimpancé diez años antes. Le acercaba a Congo hojas en blanco y otras previamente marcadas con alguna forma geométrica. Al final del estudio se llegó a las siguientes conclusiones:

  1. - Congo mostraba simetría en sus composiciones y limitaba el dibujo a la superficie de la hoja y era capaz de reconocer las esquinas.
  2. - En las hojas en blanco concentraba el dibujo en el centro y tenía tendencia a pintar líneas radiales, tipo abanico, un tema que repetía con mucha frecuencia.
  3. - En hojas previamente marcadas con una sola figura dibujaba o marcaba adentro si era grande, encima si era mediana, y la ignoraba si era pequeña. Curiosamente marcaba en el lado opuesto si la figura no venía centrada.
  4. - En hojas previamente marcadas con múltiples figuras, rayaba sobre cada una de ellas suavemente, y otras veces las juntaba mediante líneas.


Tendencia de Congo a pintar líneas radiales, tipo abanico, centradas

Los experimentos que se habían hecho con otros primates dieron resultados similares, pero también se notaba que había idiosincrasias individuales o, tal vez, de especie. Por ejemplo, la gorila adulta Sophia, del Zoo de Rótterdam, no marcaba esquinas ni dibujaba abanicos, sino que sus dibujos se formaban a base de garabatos zigzagueantes inconfundibles. Bien podríamos decir que tenía su propio estilo.

Garabatos de gorila Sophia

Desmond Morris cuenta también que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Más tarde, cuando se lo devolvió, él retomó su trabajo en el mismo punto en que lo había dejado, mostrando así que tenía un objetivo y que no eran simples manchones

A la edad de cuatro años, Congo ya había realizado algunos cientos de obras y Morris mostró algunas de ellas en el programa de televisión Zoo Time que tenía por aquella época en la cadena británica ITV. Rápidamente los críticos de arte encasillaron su estilo como “lírico abstracto impresionista”. Las reacciones ante tales obras fueron desde el escepticismo hasta la admiración absoluta.

Tanta era la novedad por los cuadros de Congo, que el mismo Pablo Picasso tenía un cuadro del chimpancé colgado en una pared de su casa en París, que le fue obsequiado por Morris en los años sesenta. Joan Miró cambió dos de sus bocetos por uno de Congo (en una muy curiosa anécdota) y el polémico Salvador Dalí, declaró en una ocasión que Congo era el verdadero humano, mientras que el pintor abstracto Jackson Pollock era un animal.

Joan Miró el día que cambió dos bocetos suyos (con Morris) por un cuadro de Congo

En el año 2005, la casa de arte Bonham esperaba que tres cuadros pintados por Congo en 1957, alcanzaran a venderse en unas £800 (US$ 1,300), pero se sorprendieron al ver que durante el remate el precio alcanzó las £16,000 (US$ 26,000) después de una prolongada puja de ofertas en su local de Londres. En aquella subasta también se ofrecieron obras de Renoir y Warhol que no se vendieron.

El comprador de las obras de Congo fue Howard Hong, un californiano que luego del remate declaró que había estado dispuesto a pagar hasta el doble. Declaró también que en un momento se preocupó de que superaran su oferta, por lo que se había puesto en contacto con algunos amigos para recaudar hasta US$ 50,000 en caso de haber sido necesario.
"Muchas personas me han dicho que hubiese sido más barato comprar un chimpancé y ponerlo dentro de una habitación con un poco de papel y pintura. Pero a nivel artístico, cuando vi las pinturas me llamaron la atención. Su estilo es parecido a las primeras obras de Kandinsky. Lo único que lamento, es que Congo no aprendió a firmar sus obras".

Cuadro de Congo

Howard Rutkowski, experto en arte impresionista y moderno, dijo en una ocasión que Congo debería ser reconocido como el artista más célebre del reino animal. "No se trata de cualquier chimpancé. Estamos hablando de Congo", dijo. "Si tu eras dueño de Congo, podías codearte con amistades como Picasso y Miró. Desmond Morris intercambiaba pinturas de Congo con las de esos artistas. Quizá el cuadro de Congo que adquirió Miró, tenga más valor que el Miró que adquirió Desmond Morris".

Respecto a esto, Morris decía que Congo era raro porque era el único pintor no humano, que se ocupaba más de su arte. Mientras otros animales quizá pintaban por accidente, Congo siempre demostró que su obra nunca fue por accidente ni suerte. De hecho, si tratabas de interrumpirlo mientras pintaba, hacía una rabieta. Si tratabas de que continúe pintando sobre una obra después de que el chimpancé la dejaba o consideraba “terminada”, simplemente no lo hacía. "Yo le ofrecía pinceles, brochas, pero él sólo me miraba".

Cuadro de Congo

Puede ser que el arte de los simios no arroje luz sobre los orígenes del arte y que resulte ser tan solo una práctica lúdica, pero fijémonos en algo: a lo largo de la carrera artística de Congo, y de algún otro simio, se notaba la posible existencia de un motif. En el caso de Congo ocurrió una vez cuando dibujaba un abanico. En lugar de realizarlo de arriba hacia abajo, como era su costumbre, con gran concentración lo pintó de abajo a arriba. Puede que tuviera en mente el "motif" del abanico y estaba introduciendo una innovación. Es posible que a través de la repetición de una forma, pueda crearse una representación mental de la misma. Parece ser que Congo “sabía” lo que pintaba, que tenía un objetivo.


Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Tomado de:

Sentado frente al Mundo

Puedes seguir el blog en Twitter: @CSuasnavas


18 de agosto de 2011

Las primeras uñas aparecieron hace 55 millones de años

Las uñas en los dedos sirven para algo más que para lucir bellos diseños de manicura. Según un estudio realizado en la Universidad de Florida (EE UU), cuando aparecieron hace más de 55 millones de años en primates de tamaño muy reducido estas estructuras ayudaron a nuestros ancestros a mejorar el tacto en los dedos, así como la capacidad de arañar y de agarrarse.


En un trabajo publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology, los autores afirman que el análisis de los fósiles más antiguos con uñas confirman la idea de que las uñas se desarrollaron en cuerpos pequeños y se descartan previas teorías de que evolucionaron en paralelo a un incremento del tamaño del cuerpo de los primates.

El material analizado para llegar a esta conclusión consiste en restos de 25 nuevos especímenes de Teilhardina brandti encontrados en los últimos siete años en la cuenca de Bighorn en Wyoming (EE UU), de 55,8 millones de años de antigüedad, incluidas partes de su dentadura superior y de los huesos de los tobillos que demuestran que vivían en los árboles. Las uñas de este pequeño primate, similar al lemur, le permitían agarrarse a las ramas y moverse con agilidad por los árboles. Y como apunta Ken Rose, coautor del trabajo, “son las más pequeñas jamás conocidas, ya sea de animales vivos o fósiles”.

"Si observas a todos los primates que existen hoy en día, todos muestrab características similares, pero, al contrario que los seres humanos, muchos de ellos viven en los árboles", añade Jonathan Bloch, paleontólogo y coautor del estudio. "Al encontrar las partes del esqueleto de este primate primitivo, pudimos comprobar que las uñas estaban presentes en el ancestro común del grupo que incluye a lemures, monos y seres humanos ", añade Bloch.

El estudio permite entender mejor la relación evolutiva de uno de los más antiguos primates modernos conocidos, así como los plazos y las condiciones ambientales que permitieron el desarrollo de las uñas en todos los dedos de las extremidades superiores e inferiores, una característica exclusiva de los primates.

Fuente:

Muy Interesante

31 de julio de 2011

¿Por qué encoge nuestro cerebro?

Sabemos que el cerebro humano se atrofia y pierde facultades con los años, pero ¿sucede lo mismo en todas las especies? Un estudio comparativo con cerebros de chimpancés demuestra que somos los únicos primates que sufren este desgaste. Tener cerebros más grandes y vivir más años podría tener un precio para nuestras mentes.


El cerebro humano se encoge. Incluso en los individuos sanos, aquellos que no sufren ninguna enfermedad neurodegenerativa como el temido Alzheimer, esta reducción paulatina de tamaño se registra desde los 25 años de edad y el proceso se acelera a partir de los 50. Pese a lo que dice el mito, no se trata de una pérdida masiva de neuronas, sino de cambios en la microestructura de estas células y las conexiones dendríticas de la corteza cerebral. Esta atrofia está localizada sobre todo en el lóbulo frontal y el hipocampo, la zona donde se fijan los recuerdos, de modo que tiene consecuencias directas en facultades como nuestra capacidad de razonar, la rapidez mental o la memoria episódica.

Hasta donde sabemos, los humanos somos las únicas criaturas que desarrollamos enfermedades degenerativas como las demencias o el Alzheimer. De alguna manera, el deterioro natural de estas zonas de la corteza cerebral por la edad podría predisponernos a sufrir estas enfermedades. Para conocer mejor lo que nos diferencia, resulta muy útil comparar lo que sucede en el cerebro de otras especies, y eso es lo que ha hecho el equipo liderado por Chet Sherwood, de la Universidad George Washington, en un estudio publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Para su análisis, los científicos escanearon con resonancia magnética los cerebros de 99 chimpancés (con edades entre los 10 y los 51) y de 87 humanos (con edades comprendidas entre los 22 y los 88 años). A diferencia de lo que ocurre con los cerebros humanos, que muestran un descenso de volumen en todas las estructuras a lo largo de los años, los cerebros de los chimpancés no presentaron cambios significativos relacionados con la edad.

Las tasas de cambio en los cerebros humanos, sin embargo, son importantes. Algunas regiones se encogen hasta un 25% a la edad de 80 años. El encogimiento de la materia gris en el lóbulo frontal, por ejemplo, es de alrededor de un 14%, y de un 13% en el hipocampo, mientras que en la denominada "materia blanca", el lóbulo frontal puede llegar a reducirse hasta un 24%.

¿Por qué se producen estas diferencias? Los científicos ya habían realizado estudios similares con monos Rhesus, pero es la primera vez que se compara de forma detallada con un primate superior como los chimpancés. Todas las pistas apuntan a un origen evolutivo y al aumento de la longevidad, vivimos proporcionalmente más que los chimpancés y tenemos un cerebro hasta tres veces más grande con una demanda energética considerablemente superior.

El cerebro humano consume un 25% de la energía disponible para el resto del cuerpo, frente al 10% que consume el cerebro de un chimpancé. Esta mayor demanda energética conlleva algunas consecuencias, como el deterioro de la eficiencia de las mitocondrias o un mayor estrés oxidativo, un cambio metabólico que, a largo plazo, explicaría la atrofia de nuestros cerebros a medida que envejecemos.

"Mi impresión es que las neuronas hacen básicamente todo lo mejor que pueden para mantener el máximo funcionamiento durante todo el tiempo posible", asegura Chet Sherwood en Science. "Pero la edad se acumula en su contra después de años de alto consumo energético".

Causas exógenas

Otros estudios sobre el envejecimiento cerebral en sujetos sanos apuntan a la pérdida de conectividad por factores naturales. "Teóricamente se pierde hasta un 40% de esa conectividad solo por el proceso de envejecimiento", nos cuenta el catedrático de Fisiología de la UCM, Francisco Mora. "Y éste es el límite en el que uno puede mantener unas facultades mentales normales". Pero estos estudios se han puesto en duda, apunta Mora, "por no tener en cuenta algo tan importante como los factores ambientales".

Que los hábitos de vida pueden encoger el cerebro y atrofiarlo, más allá de la edad, ha sido ampliamente comprobado. Trastornos como la depresión, el insomnio, o hábitos como el vegetarianismo extremo prolongado, también se han mostrado como factores que hacen encoger el cerebro. Entre estos factores, el consumo de drogas es una de las causas de atrofia más importantes.

"Las alteraciones morfológicas que produce el alcohol en el cerebro", nos explica Koldo Callado, investigador del banco de cerebros de la Universidad del País Vasco, "son muy parecidas a las del Alzheimer, con alteraciones en los surcos, atrofia cortical, etc.". También sabemos que el éxtasis, o las drogas de diseño, como apunta Callado, producen destrucción de neuronas. "Y eso se ve cuando se trata a animales y aplicamos neuroimagen", asegura. "Vemos cómo se reduce el volumen cerebral y se pierden determinado tipo de neuronas".

Entre los factores externos que han modificado nuestro cerebro también se contemplan motivos antropológicos y evolutivos. Un beneficio hipotético de la prolongación de la vida después del período reproductivo en humanos, explica el estudio, es que los abuelos podrían haber desarrollado un papel esencial en el cuidado de las crías. "Estas soluciones adaptativas", asegura el estudio, "crearon también un marco único en que los humanos desarrollaron un envejecimiento neuronal progresivo mayor que el de nuestros parientes los primates".

Con todos estos elementos, nuestra especie desarrolló evolutivamente un cerebro mucho más grande y exigente metabólicamente, además de una larga esperanza de vida. Estos factores han dado unas ventajas decisivas a los humanos, concluye el trabajo, pero finalmente estas adaptaciones también tienen un "coste" en forma de una mayor neurodegeneración.

Referencias: Aging of the cerebral cortex differs between humans and chimpanzees (PNAS)

Fuente:

La Información

19 de julio de 2011

Un millar de africanos colonizó el planeta

Especial: Seres Vivos

Una asiática, una africana y un europeo, muestra de la diversidad humana.|EL MUNDO

Una asiática, una africana y un europeo, muestra de la diversidad humana.|EL MUNDO

Poco más de un millar de seres humanos salieron de África hace entre 20.000 y 40.000 años para colonizar el resto del planeta y algunos de sus descendientes volvieron al continente de sus antepasados posteriormente para mezclarse con ellos. Fue en entonces, en el Paleolítico Superior, cuando se consolidaron las diferencias genéticas entre los diferentes humanos.

Esta es la conclusión a la que han llegado dos investigadores, Richard Durbin y Heng Li, de la Universidad de Cambridge, después de analizar el genoma completo de 12 personas, seis de origen africano, tres europeos y tres asiáticos (de China y Corea), abriendo la puerta a una nueva categoría de estudios de genética evolutiva que hace unos años, pocos, comenzaron a revelar detalles del pasado que no se encontraban en los fósiles.

Fue gracias a estudios del ADN mitocondrial, transmitido por las madres, como se pudo rastrear el linaje de una mujer, la Eva africana, que vivió en África hace unos 200.000 años, y cuyos descendientes habrían dado origen a la Humanidad. También el cromosoma Y, heredado de los padres, ha permitido echar la vista atrás y ver las rutas migratorias que siguieron los primero 'sapiens'.

Pero lo que Durbin y Li han publicado en 'Nature' esta semana es el primer trabajo comparativo realizado con genomas completos: "Las conclusiones se acercan a las que se tenían por otro medios, pero con más datos, las fechas se afinan más, aunque es difícil establecer las tasas de mutación que ha habido", comenta Carles Lalueza-Fox, experto en ADN antiguo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Mutaciones por generación

No hace mucho, como recuerda Lalueza-Fox, y gracias a los genomas de dos progenitores y su hijo se determinó que en el vástago había entre 60 y 100 modificaciones en los nucleótidos respecto a sus padres (de un total de 3.200 millones). "Eso supone una mutación por gen, que no es poco", afirma el investigador español.

De los genomas analizados, los científicos de Cambridge confirman que fue hace unos 100.000 años cuando los humanos modernos comenzaron a abandonar África, pero tras su salido sufrieron una fuerte caída de sus poblaciones, hasta disminuir a una décima parte, de forma que hace entre 40.000 y 20.000 años eran sólamente unos 1.200 en edad reproductiva, que son los antepasados de todos los europeos y los asiáticos.

Estudios de otros grupos cientificos tambien han detectado 'cuellos de botella' poblacionales en África, pero no tanto, como mucho hasta los 5.700 individuos en edad reproductiva. "Esta es una de las razones por las que la diversidad genética africana es mucho mayor que entre el resto de los humanos", explica Lalueza-Fox.

Durbin y Li también compararon el cromosoma Y de un yoruba africano y de un no-africano para averiguar cuando ambas grupos dejaron de entrecruzar los genes y la conclusión es que, pese a que hace 40.000 años los 'emigrantes' estaban muy ocupados colonizando Europa, Asia y Australia, también se cruzaron con africanos hasta fechas tan recientes como hace 20.000 años.

Según Durbin, la explicación estaría en que tras una primera salida hace unos 60.000 años, hubo nuevas oleadas de salidas y viajes de vuelta, una explicación que no convence a Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres: "Pudeo haber flujo de genes puntuales, pero sería asombroso que continuase en ese período", ha señalado en 'News Nature'.

Fuente:

El Mundo Ciencia

Algunos chimpancés se limpian después del acto sexual

Especial: Seres vivos

Limpios y contentos


Chimpancé

Los chimpancés del bosque de Budongo en Uganda, tienen un hábito que los diferencia de chimpances que viven en la parte occidental del país: se limpian el pene después del acto sexual.

Esa fue la conclusión de un estudio dirigido por el antropólogo Sean O'Hara de la Universidad de Durham (aunque actualmente trabaja en la Universidad de Salford).

"No todas las comunidades de chimpancés de África se limpian el pene después del coito. En muchos casos en los que se ha estudiado a los chimpancés durante 10, 20, 30 y hasta 50 años, este comportamiento es raro", dijo a BBC Mundo el profesor O'Hara.

"En cambio hallamos que la limpieza del pene tras el acto sexual es algo habitual entre los chimpancés que viven en Budongo", añadió el antropólogo.

¿Por qué lo hacen? le preguntó BBC Mundo.

Hipótesis cultural

"Es una buena pregunta para la que realmente no tenemos una respuesta, sólo especulaciones", respondió O'Hara.

"Puede que una vez un chimpancé se limpiara el pene después del acto sexual, y otros individuos en esa comunidad en particular adoptaran ese comportamiento que luego se extendió a través del aprendizaje social"

Sean O´Hara, antropólogo

"Una de ellas es que podría estar relacionado con la higiene personal, porque los chimpancés transmiten enfermedades sexuales", explicó.

Otra explicación, según O'Hara es que "podrían hacerlo para de alguna manera inspeccionar el estatus reproductivo de la hembra, limpiándose y luego examinando los residuos que se adhieren a sus dedos".

De todas maneras la hipótesis que más convence a los científicos es que se trata de un "comportamiento cultural".

"Puede que una vez un chimpancé se limpiara el pene después del acto sexual, y otros individuos en esa comunidad adoptaran ese comportamiento que luego se extendió a través del aprendizaje social."

"Puede", dijo el experto, "que esa sea la razón por la que es algo que se produce en algunas poblaciones de chimpancés y no en otras".

"Estoy convencido", dijo el experto, "que si observamos este comportamiento en poblaciones de humanos lo describiríamos como algo cultural. Pero debido a que se trata de animales, no humanos, es muy dificil para algunas personas etiquetar este comportamiento como cultural".

Hojas como utensilios

Aunque en la mayoría de los casos los chimpancés se limpian el pene con los dedos, en el 10% de los casos lo hacen con la ayuda de hojas.

"Algunos chimpancés arrancan las hojas de los árboles, se las meten a la boca y las mastican para utilizarlas como una especie de esponja que sumerjen en agua para luego beberla"

Sean O´Hara, antropólogo

Pero, los chimpancés no utilizan las hojas sólo para limpiarse.

"Algunos chimpancés arrancan las hojas de los árboles, se las meten a la boca y las mastican para utilizarlas como una especie de esponja que sumerjen en agua para luego beberla", explicó O´Hara.

Pero, utilizar utensilios no es lo excepcional. Muchos animales utilizan algún tipo de herramienta como delfines, cuervos y avispas.

"Lo excepcional en el caso de los chimpancés", dice el experto, "es que pueden utilizar varios utensilios al mismo tiempo e incluso darle diferentes funciones a una misma herramienta, en este caso la hoja, que utilizan para limpiarse el pene y para beber agua".

Fuente:

BBC Ciencia

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26 de junio de 2011

¿Por qué sólo hay una especie humana?

Cazadores

No hace mucho tiempo, compartíamos este planeta con muchas especies de humanos. Todas ellas eran astutas, ingeniosas y excelentes cazadoras. Pero ¿qué les pasó? ¿Por qué el Homo sapiens fue el único que sobrevivió?

Pese a que el origen de los humanos ha desatado debates apasionados a lo largo de la historia, existe un consenso entre los científicos: las diferentes especies de humanos que han existido descendieron de criaturas que se parecían a los simios y que caminaron erguidas en África, hace más de 6 millones de años.

Esas criaturas tuvieron muchos descendientes, la mayoría de los cuales se extinguieron.

La primera criatura que la ciencia identifica como humana vivió en África hace dos millones de años. El Homo ergaster confeccionó herramientas y se destacó en la caza. El estudio de sus huesos indica que fue un poderoso corredor, capaz de desafiar a cualquier velocista olímpico.

Se cree que el Homo ergaster enfrentó épocas de extensas y terribles sequías que afectaron los bosques tropicales y que permitieron el surgimiento de vastas áreas desérticas.

Los miembros de esas especies humanas estaban preparados para enfrentar el calor. Su piel era lisa y, en gran medida, carente de pelos. Eso les permitía sudar más "eficientemente".

El Homo ergaster, un devorador de carne, también podía desplazarse y cazar al mediodía, cuando la mayoría de los animales descansaban.

Rumbo a Asia

Modelo del Homo sapiens

Así, según los científicos, lucía el Homo sapiens.

Viajó grandes distancias. De hecho fue el primer humano que abandonó África y colonizó Asia.

En su nuevo y exuberante ambiente, evolucionó y dejó de ser un Homo ergaster para transformarse en el Homo erectus.

Información arqueológica señala que, aunque su población pudo no haber sido muy numerosa, se dispersó en un área que se extiende desde Turquía hasta China.

"Eran pequeños grupos de cazadores y recolectores", explicó el profesor Chris Stringer, un antrópologo del Museo de Historia Natural de Londres.

"Eran nómadas que se movilizaban por amplias zonas para conseguir sus alimentos en un ambiente muy competitivo. En lo que respecta a sus cuerpos -su forma y su constitución física- se parecían mucho a nosotros", indicó el experto.

Super volcán

Estudios recientes demuestran que el Homo sapiens también abandonó África, hace aproximadamente 120.000 años.

Homo erectus

El Homo erectus era muy fuerte y tenía gran destreza al correr.

Viajamos en pequeños grupos, posiblemente no más de 100 personas en la primera ola migratoria.

Después nos esparcimos. Algunos llegaron a Europa, que ya estaba ocupada por el Neandertal, mientras que otros se desplazaron hacia el este hasta llegar a India. Hay evidencia arqueológica de que arribaron a tiempo para un verdadero cataclismo.

Hace 74.000 años, el monte Toba, un volcán en el sureste asiático, tuvo una actividad sin parangón. Se trató de la mayor erupción de los últimos dos millones de años, calificada como una erupción supervolcánica.

El volcán lanzó tanto azufre a la atmosfera que provocó una caída, de varios grados, de las temperaturas en todo el planeta.

Las rocas fundidas que emanó cubrieron un área del tamaño del Reino Unido y se estima que llegó a una profundidad de 10 metros.

Produjo una gran cantidad de cenizas que, arrastradas por los vientos, cubrieron extensas área de Asia, incluyendo el subcontinente indio. De hecho, dicen expertos, todavía hoy se encuentran sus vestigios.

Ya sea por los efectos de la actividad del monte Toba o por la llegada de los humanos modernos, la erupción volcánica marcó el punto más alto de la ocupación del Homo erectus en Asia.

En los siguientes 40.000 años, fueron sacados lentamente, probablemente por una combinación de factores como el cambio climático y la férrea competencia por conseguir alimentos, que escaseaban, especialmente tras la expansión de los humanos modernos.

Competencia

El Homo erectus era ligeramente más grande y más fuerte que el Homo sapiens. Entonces ¿por qué sobrevivimos y ellos no?

Cazadores

La competencia por los alimentos fue uno de los factores que determinó que algunas especies desaparecieran.

La respuesta más obvia es que teníamos cerebros más grandes.

Pero eso no es lo más determinante, aseguran los científicos. Lo que realmente importa no es el tamaño del cerebro sino cuán grandes son ciertas áreas del cerebro.

"Las partes del cerebro del Homo erectus dedicadas a controlar el lenguaje y el habla no ocupaban un gran espacio", señaló John Shea, profesor de paleontropología de la Universidad Stony Brook en Nueva York.

"Uno de los elementos cruciales de las adaptaciones que hizo el Homo sapiens es que combinó la compleja habilidad de planificar, desarrollada en la sección frontal del cerebro, con el lenguaje y la destreza de transmitir ideas entre ellos", dijo el experto.

La planificación, la comunicación e incluso el comercio están entre los aspectos que permitieron el desarrollo de nuevas herramientas y armas que se difundieron rápidamente entre la población.

Registros de fósiles indican que el Homo erectus elaboró la misma hacha elemental por más de un millón de años.

Nuestros ancestros, en cambio, crearon armas más pequeñas y sofisticadas como la lanza, la cual trajo ventajas evidentes a la hora de cazar y pelear.

Abismo evolutivo


"Incluso hace 100.000 años, habían varias especies humanas en la Tierra y eso es algo que, en la actualidad, nos puede parecer raro"

John Shea, Universidad Stony Brook

De esa forma, el Homo sapiens superó a sus otros rivales humanos, los Neandertales, quienes murieron 30.000 años, atrás cuando la era del hielo limitó los suministros alimenticios.

"Incluso hace 100.000 años, habían varias especies humanas en la Tierra y eso es algo que, en la actualidad, nos puede parecer raro. Nosotros somos los únicos sobrevivientes de todos esos grandes experimentos evolutivos de cómo ser humanos", aseveró Stringer.

El Homo erectus estuvo en Asia hasta hace 30.000 años. Pese a que se extinguieron, dejaron descendientes en la isla de las Flores en Indonesia.

Esos humanos, los Homo floresiensis, también conocidos como "Hobbits", sobrevivieron hasta hace unos 12.000 años atrás.

Con su partida nos quedamos solos, como la última especie humana en el planeta.

"Existe un gran abismo entre nosotros y nuestros más cercanos parientes primates: gorilas, chimpancés y bonobos, señaló el doctor Shea.

"Si ese abismo hubiese sido llenado por otros homínidos, el vacío no sería tan amplio y la cadena evolutiva sería más gradual. Nosotros nos consideramos especiales, pero quizás no lo somos tanto. Un poco de humildad no le caería mal a nadie".

Fuente:

BBC Ciencia

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22 de junio de 2011

Estudio dice que humanos prehistóricos perdieron estatura con la agricultura

Cuando los seres humanos comenzaron a dedicarse a la agricultura hace cerca de 10.000 años, algo inesperado ocurrió: su salud y su estatura se vieron perjudicadas, según un nuevo estudio publicado en la revista Economics and Human Biology.

"Los seres humanos pagaron un alto precio biológico por la agricultura, especialmente en lo relacionado con la variedad de nutrientes", afirma el antropólogo George Armelagos, de Emory University, en Atlanta, Estados Unidos, uno de los coautores del estudio.

"La adopción de prácticas agrícolas y la vida sendentaria tuvieron muchas consecuencias en la salud, como un aumento en enfermedades infecciosas, patologías dentales y disminución en la altura", dijo a BBC Mundo Ammanda Mummert, estudiante de posgrado en antropología de Emory, quien también participó en la investigación.

Eventualmente, la tendencia a una estatura menor se revirtió y el cambio se ha visto notablemente durante los últimos 75 años en los países desarrollados.

Mummert dirigió la primera revisión global de la literatura científica sobre la relación entre salud y transición a la agricultura.

Menor variedad

"Mucha gente asume que el surgimiento de la agricultura marcó el nacimiento de la civilización moderna y que al contar con fuentes más estables de alimentos las personas se volvieron más saludables", señaló Mummert.


"Creo que el impacto negativo en la salud se debió a la menor variedad en el tipo de alimentos consumidos, lo que a su vez causó deficiencias nutricionales. Muchos cultivos fallaban además debido a la falta de irrigación contínua. Y la vida comunitaria significó mayor exposición a nuevos vectores de enfermedades debido a la domesticación de animales y la acumulación de deshechos", aseguró.

Los investigadores compararon datos sobre esqueletos completos en China, el sureste de Asia, América del Sur y Europa.


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13 de junio de 2011

Inmortalidad, naturalmente

Los bonobos, o chimpancés pigmeos, envejecen bien.

Viejos primates, almejas ancianas y medusas que nunca mueren revelan cómo algunas especies tratan de extender sus propios plazos de vida.

Desde el momento en que se nacen, el reloj biológico comienza a marcar un inexorable conteo regresivo para cualquier bebé.

Un estudio reciente, publicado en la Revista Ciencia, reveló que todos los primates -desde el hombre al mono- envejecen más o menos de la misma manera: tienen un alto riesgo de muerte en la infancia, uno menor en la adolescencia y un riesgo creciente de morir a medida que envejecen.

Algunas especies han encontrado algunos trucos que les han ayudado a manejar el proceso de envejecimiento y a extender sus períodos de vida naturales.

Así, logran vivir por cientos de años.

Y unas pocas criaturas, a la luz de ciertas definiciones, se han transformado en inmortales.

clic Vea el gráfico del promedio de vida de diversas especies

De pequeño a grande

La mayor parte de nuestro conocimiento sobre la edad de las especies animales proviene de estudios relativos a las de corta vida, tales como las moscas de la fruta y los ratones.

La investigación de laboratorio ha demostrado que alterando genes únicos se puede extender la vida de especies de gusanos y moscas de la fruta.

Por ejemplo, hace dos años, los científicos de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, duplicaron el promedio de vida de una mosca de la fruta de 35 a 70 días, mediante la alteración del gene indy, que reduce la producción de radicales libres.

Pero incluso esto no iguala la capacidad de los animales salvajes y plantas para desarrollar una larga vida.

En términos generales, los animales más grandes viven más que los pequeños.

Como promedio, un ratón puede vivir dos años, mientras que la ballena de Groenlandia puede vivir unos 200 años.

Estas diferencias se producen debido a una cantidad de diferencias fisiológicas, incluyendo las tasas de crecimiento y desarrollo, metabolismo y detalles de la composición del cuerpo.

Sin embargo, algunas especies pueden dar pasos especiales, ya sea cambiando su comportamiento o fisiología, para vivir más tiempo de lo que lo harían de otro modo.

Sin Sol

Rata topo lampiña

Crías de rata topo lampiña.

Vive hasta 24 años

Forma comunidades como las abejas, hormigas y termitas

Cada colonia tiene un "roedor" reina que produce todas las crías

El resto son ratas estériles colaboradoras que sirven a la colonia

Son originarias de áreas áridas en todo el este de África

La rata topo lampiña vive 5.3 veces más tiempo de lo previsto para el tamaño de su cuerpo, una hazaña que ha llamado la atención de los científicos en años recientes.

No está claro cómo lo hacen, pero los estudios de la profesora Rochelle Buffenstein y sus colegas del Centro de Ciencia para la Salud, de la Universidad de Texas, indica que vivir bajo tierra ayuda.

Eso puede contribuir a limitar la exposición del animal a la luz y ayuda a eliminar ciertos peligros que podrían costarles la vida a una edad menor.

La vida comunal puede reducir sus posibilidades de morir, y además presentan un sistema inmunológico fuerte y no parecen desarrollan cáncer.

Estos factores hacen que la mortalidad de la rata topo lampiña no aumente con la edad, lo que les permite desarrollar los genes de la longevidad, le dijo la profesora Buffenstein a la BBC.

Siesta en la sombra

Otros animales también pasan la mayor parte de su vida en la oscuridad, incluyendo especies de murciélagos que pueden vivir por décadas.

La reducción del tiempo que uno pasa al sol disminuye la exposición a la radiación ultravioleta

El murciélago de Brandt

Par de murciélagos

El murciélago de Brandt puede vivir hasta los 41 años

Los murciélagos macho generalmente viven más

La hibernación le alarga la vida al murciélago en seis años

Los murciélagos también pasan gran cantidad de tiempo en un estado de torpor (estado fisiológico caracterizado por una gran disminución de los niveles metabólicos y de la temperatura corporal, que puede ser diario, como en los colibríes y los murciélagos, o estacional, como en la hibernación de los osos).

Sin embargo, los murciélagos hacen algo más que dormir para reducir el proceso de envejecimiento.

El doctor Asish Chaudhuri, del Instituto para los Estudios de la Longevidad y el Envejecimiento Sam y Ann Barshop, de San Antonio, Texas, cree que la explicación subyace en la manera en que los murciélagos se protegen del daño proteico, utilizando moléculas especiales llamadas chaperonas de proteínas.

"Las proteínas juegan un papel esencial en virtualmente toda función celular", le dijo el doctor Chaudhuri a la BBC.

Las proteínas tienen una forma especial, y si pierden la forma, no funcionan del todo bien. Además, si se deforman "puede producirse la formación de agregados de proteínas tóxicos, a los que se asocia con el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con la edad", afirma.

Renovando lo viejo

Y los murciélagos no son los únicos que se protegen del daño proteico.

Los estudios de la langosta americana (Homarus americanus) han demostrado que su extrema longevidad puede estar relacionada con la secreción de telomerasa, la enzima responsable por la reparación de pequeñas secciones de ADN.

Altas concentraciones de telomerasa se encuentran en células que necesitan dividirse regularmente, tales como órganos y células madre de embrión.

El acceso a un suministro de telomerasa elevado equiparía a este crustáceo con la capacidad para reconstruir las células desgastadas por el envejecimento.

La habilidad para reparar células de esta manera puede explicar por qué las langostas pueden vivir hasta cien años y tienen la capacidad de desarrollar nuevos miembros, incluso cuando son de edad avanzada.

Contra los radicales libres

Almejas islándicas

Las almejas islándicas pueden vivir hasta 400 años.

Una teoría alternativa propone que los ataques de los radicales libres pueden ser la principal causa del envejecimiento.

Otro residente oceánico, la almeja islándica, es descrita como uno de los más longevos metazoos conocidos.

Un reciente estudio, llevado a cabo por el doctor Iain Ridgway de la Universidad de Bangor, de este antiguo molusco que vive más de 400 años, demuestra que tiene una mayor resistencia a la oxidación generada por el estrés.

No obstante, "las razones para la excepcional longevidad de la almeja islándica podrían no tener nada que ver con la resistencia al estrés oxidativo (un tipo particular de estrés químico inducido por la presencia de elevadas cantidades de compuestos peligrosos llamados radicales libres)", le dijo a la BBC el doctor Ridgway.

En vez de eso, como ocurre con la rata topo lampiña, puede ser que la integridad de las proteínas del animal sea la clave, en vez de los dañinos radicales libres o los antioxidantes utilizados para defenderse contra ellos.

Colonia clonal

Las plantas pueden incluso ser más capaces de conseguir la longevidad extrema.

El árbol más viejo del Reino Unido es un antiguo tejo cuya edad oscila entre los 4.000 y 5.000 años.

Algunas especies también se benefician de la vida en grupo.

Ciertos árboles, por ejemplo, están interconectados bajo tierra por medio de un complejo sistema de raíces.

Uno de estos árboles grupales, conocido como pando, o álamo temblón del altiplano del Colorado, tiene un sistema de raíces vivas que se estiman en más de 80.000 años.

El enorme sistema de raíces que alimenta a la colonia de álamos temblones les permite soportar los frecuentes incendios forestales y almacenar vitales cantidades de agua y nutrientes para un crecimiento sostenido, y llegar a madurar.

Versión más joven

La medusa (Turritopsis dohrnii)

Medusa.

Los hidrozoos pueden ser pequeños animales que existen como pólipos, ya sea en forma individual o en una colonia

Una medusa es la fase reproductiva del pólipo, que libera huevos y esperma

Los huevos fertilizados se transforman en larvas y se apostan en el lecho marino, transformándose en pólipos.

Los pólipos se reproducen de manera asexual, produciendo una nueva colonia de medusas.

Pero no es un residente en la tierra el que parece haber conquistado la eterna juventud.

El secreto de la inmortalidad puede que se halle bajo las olas del mar.

El hidrozoo Turriptosis dornii tiene un ciclo de vida que le permite retroceder hacia un estadio anterior de su desarrollo, esencialmente hacia una reversión del proceso de envejecimiento.

"La medusa normal muere tras la reproducción. La medusa Turriptosis dohrnii, sin embargo, cuando enfrenta condiciones adversas tales como lesiones físicas o falta de alimento, en vez de morir, se hunde hasta el fondo del mar", explica la doctora María Pía Miglietta, bióloga marina de la Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos.

"Se tornan en una bola de células, reordenan sus células por medio transdiferenciación y se convierten en un nuevo pólipo. El nuevo pólipo, a su vez, puede producir otros pólipos y formar una colonia".

Durante la estación apropiada, la nueva colonia producirá varias medusas nuevas y así recomienza la vida del inmortal.

Promedio de vida de diversas especies

5 de junio de 2011

Los 'puntos calientes' de la evolución humana

[foto de la noticia]

La evolución de la especie humana es continuamente objeto de discusión y debate científico, encaminados a revelar los orígenes de un exitoso animal que pronto alcazará los 7.000 millones de especímenes en el planeta y que está transformando el entorno ecológico que propició su aparición.

Hoy, no hay lugar en la Tierra que no haya sido 'hoyado' por un pie de 'Homo sapiens', pero hasta hace menos de dos millones de años, las poblaciones de ancestros humanos pudieron evolucionar porque habitaban en puntos calientes de biodiversidad, o 'hotspots', que propicieron la 'ingeniería evolutiva' necesaria para llegar a ser como somos.

Este es el modelo evolutivo que, en un volumen especial de la revista 'Quaternary Science Reviews', defiende su coordinador principal, el paleontólogo José Carrión, de la Universidad de Murcia, junto con Chris Stringer (del Museo de Historia Natural de Londres) y James Rose (del Royal Holloway, también en Londres). En este nuevo modelo, los autores incorporan información sobre los cambios ambientales que tuvieron lugar en los entornos donde habitaron especies como el 'Homo habilis', 'Homo ergaster' y 'Homo heildebergensis' y los primeros neandertales.

"Hemos definido los territorios en los cuales por razones geológicas y biológicas ha habido un mosaico de paisajes y climas muy variables en el tiempo, unos sistemas geográficos que han evolucionado más a menudo y más deprisa que otros. Estos lugares tienen una gran biodiversidad y es ahí donde los homínidos fueron cambiando", afirma Carrión.

Cambios en el paisaje

Así, el Valle del Rift africano, donde se han encontrado los fósiles de 'Australopithecus', 'Paranthorpus', los primeros 'Homo habilis' y sus sucesores, los 'Homo ergaster' y los 'Homo sapiens', es una zona de gran actividad tectónica, en la que los cambios en los paisajes han sido continuos, tranformando valles en lagos o sabanas en barrancos.

Estos cambios, argumentan los autores, fueron creando nichos ecológicos a los que se tuvieron que adaptar aquellos primates: "Para que una especie de lugar a dos o tres distintas es necesario que estén aisladas. No se trata de que se adaptaran a la sabana, a un pantano o a la selva, es que al quedarse aislados algunas poblaciones no había intercambio genético y las mutaciones se acumulaban", explica el paleontólogo.

De hecho, la gran brecha africana, que va de Etiopía a Mozambique, continúa siendo hoy un punto de gran biodiversidad (ahí está el Masai Mara, Serengueti y los grandes lagos). Millones de animales de infinidad de especies habitan esa brecha que un día acabará diviendo el continente. Allí es donde se encontaronlas primeras herramientas fabricadas por un humano.

Otro 'hotspot' está en el Caúcaso, donde se han encontrado restos de un homínido (el 'Homo georgicus') de hace 1,8 millones de años. Lo es también el área del Mediterráneo, que incluye los fósiles de 'Homo antecessor' de Atapuerca o los de Ubeidiya (en Israel); y Java, el 'punto caliente' donde habitó el 'Homo erectus', un lugar donde los movimientos sísmicos han generado grandes cambios de paisaje.

"Los puntos calientes de biodiversidad se asocian a paisajes dinámicos y gran diversidad de hábitats, lo que en el caso de los mamíferos se ha demostrado que incrementa las posibilidades de que aparezcan nuevas configuraciones evolutivas", apuntan los autores.

Interacciones entre especies

Por otro lado, se trata de zonas con mucha historia evolutiva acumulada, una diversidad que estimula la especiación entre los primates, aunque no se sabe muy bien por qué; y, ademas, son áreas con muchas interacciones entre especies.

Así, aún reconociendo que el cambio climático ha sido un factor importante para la evolución humana, en este trabajo se mantiene la hipótesis de que la mayoría de los homínidos, tanto en África como en Eurasia, evolucionaron de poblaciones muy pequeñas que permanecieron aisladas por condicionantes geológicos.

Carrión defiende también que esos cambios afectaron a módulos del genoma (paquetes de genes) que producçian grandes cambios morfológicos respecto a la especie originaria. "En otras palabras", concluye, "en sus primeras etapas de evolución la mayor parte de las especies serían 'sorpresas evolutivas' en un territorio muy cambiante. La estabilidad ambiental habría ido en detrimento de la velocidad del cambio evolutivo".

En total, casi un centenar de prestigiosos paleontólogos y biólogos de todo el mundo han participado en este proyecto, financiado por la Fundación Séneca, bautizado como ECOCHANCE.

Fuente:

El Mundo Ciencia

14 de abril de 2011

¿Somos los humanos "chimpancés" en un eterno estado de infancia?

Si te gustan los niños, seguro que las crías de monos también te parecerán adorables y "monos" (valga la redundancia). Por supuesto, esto no es casualidad: va en nuestra programación genética.

Cría de chimpancé imitando caras de su cuidador: sacando la lengua, cara de sorpresa, dando un beso (¡lo intenta!) (Fuente: [1])

El paleontólogo norteamericano Stephen Jay Gould sostenía una inaudita hipótesis sobre la evolución humana:
"El Hombre, en cuanto a su desarrollo corporal, es un feto de primate que ha alcanzado la madurez sexual." [4]

¿Cómo se queda uno ante semejante afirmación? Para ir asimilándolo, la siguiente comparación es esclarecedora. Aunque no nos parecemos demasiado a un chimpancé adulto, si nos comparamos con una cría la cosa ya cambia bastante:


Chimpacé adulto (izquierda) y cuando aún es una cría (derecha). De Adolf Naef, 1926.

Si el parecido de la cría con "una personita" te da un poco de mal rollo, estas experimentando el valle inquietante. La foto la tomó un tal Adolf Naef a principios de siglo XX, y aunque algunos opinan que el animal estaba muerto cuando preparó la toma (perdón, ¡no recuerdo la referencia de dónde lo leí!), el parecido de la cara y el cráneo es indiscutible. Por cierto, la comparación con el chimpancé (en lugar de con cualquier otro homínido) viene del hecho de que son nuestros primos más cercanos en la evolución: nuestro abuelo común vivió hace sólo ~5 millones de años.
El género Hono (nosotros) y el Pan (chimpancés) somos familiares cercanos (fuente).


La evolución, cualquiera que sea la causa que la empuja, tiene sus artes. Puede modelar el cuerpo de los seres vivos estirando, acortando, girando, duplicando, etc... las diferentes partes del cuerpo, o de las proteínas que lo forman (y existen muchas otras cosas que no puede hacer).

Pero al igual que puede operar en las tres dimensiones espaciales, también puede jugar con el tiempo, acelerando o desacelerando determinados procesos que están genéticamente programados para ocurrir en las distintas etapas de formación del embrión, la niñez o la vida adulta. Todos los hechos programados para antes de tener descendencia están muy depurados (piénsalo: ninguno de tus antepasados murió de niño), pero no así los que ocurren a edades más avanzadas. Ese es (uno) de los sencillos hechos detrás de la vejez: a la evolución no le importa (casi) nada lo que nos pase después de haber tenido hijos.


Volviendo a la posibilidad de retrasar hechos programados, a veces ocurre que el periodo de la niñez se alarga, y a eso se llama neotenia (extensión de la juventud). Y hay evidencias de que la neotenia ha actuado al menos en parte de nuestra evolución desde que nos separamos de los chimpancés. Esto se hace más evidente al comparar el desarrollo del cráneo de ambas especies a lo largo de la vida:


A la izquierda, el cráneo de una cría de chimpancé (arriba) y de un bebé humano (abajo). Fijarse en que son extremadamente similares. En el caso del chimpancé, el cráneo se va deformando gradualmente durante la infancia (arriba en medio) hasta llegar a su estado final de adulto (arriba derecha). Nuestro cráneo de adultos humanos se quedó estancado en la forma transitoria de las crías de chimpancé, como muestra la figura central de abajo.


Evidentemente, a priori parece haber un problema con el alargamiento de la niñez: si la madurez sexual no se alcanza hasta la adolescencia/estado adulto, no se podrían pasar dichos genes a la siguiente generación y la mutación que la causa no se propagaría. Por eso, la neotenia se define como el alargamiento de la niñez acompañada de forma forzosa del adelantamiento de dicha madurez sexual, aún siendo morfológicamente "una cría" para los estándares de las anteriores generaciones.

¿Qué ventajas evolutivas podría tener esta estrategia como para haber determinado a la evolución de nuestros antepasados? En primer lugar, se observa que las crías de chimpancé actuales aprenden muy rápido y tienen mucha más curiosidad que cuando están en estado adulto, además de tender a ser más "sociables".

Posiblemente el estilo de vida social de nuestros ancestros fue lo que introdujo esa presión evolutiva que favoreció la selección, por atractivo sexual o cualquier otra ventaja, de los individuos que cada vez retrasasen más su "estado adulto" y conservasen su apariencia juvenil.

Un grupo de chimpancés compartiendo tranquilamente una comida (fuente).



¿Quiere esto decir que llevamos dentro un "mitad mono-mitad humano" esperando a salir a alguna edad muy avanzada?

Porque nuestro cráneo ya no tome la forma de nuestros ancestros homínidos, no quiere decir que no pueda recuperarse mediante algún "interruptor" ahí en nuestro DNA, esperando vanamente a la llegada de una edad inalcanzable (¿150 años?) o de alguna señal química cuya síntesis se perdió hace tiempo. Desde luego, con la edad ¡casi todos nos volvemos cada vez más peludos, y eso parece una reminiscencia del pasado!. Bromas aparte, en realidad hay muchas razones para descartar que exista algún "botón químico" que de pronto nos haga alcanzar una "segunda madurez".

Pero no es absolutamente descabellado, porque existen precedentes.

El ajolote es un animal acuático natural de México. Conocido por el pueblo azteca, para ellos representaba a uno de sus dioses, lo que no es de extrañar por su curioso aspecto (y el aún más raro secreto que guarda):


Ese es el aspecto que suele tener el animal durante toda su vida: nace, crece, se reproduce y muere con esa pinta. Y así ha sido por muchos miles de años.

Pero sobre principios del siglo XX, a un tal Vilem Laufberger le dió por inyectar hormona tiroidea a uno de estos animales... ¡y se convirtió en una salamandra!:



El ajolote era tan sólo una larva. Pero tras un proceso evolutivo de neotenia, había conseguido reproducirse antes de llegar a la metamorfosis, alargando esa etapa de "niñez" indefinidamente... aunque ante la señal química adecuada seguía siendo capaz de terminar en su antigua forma adulta que ya no necesitaba.

Para hacer honor a la verdad, el ajolote sí que puede llegar a su forma adulta sin necesidad de inyectarle nada, pero sólo si sufre algún tipo de proceso traumático o estresante, por lo que la mayoría de ejemplares viven una vida plena en su forma de larva tan tranquilamente.


Después de todo esto, espero haberos convencido un poquito de la posibilidad de que seamos "bebés de chimpancés".

Pero, ¿qué opinas? Esta presión evolutiva de nuestro pasado, ¿sigue presente hoy día? ¿Tendrán los humanos adultos del futuro lejano apariencia de nuestros adolescentes?

Fuente:

Ciencia Explicada
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