La evolución de la especie humana es continuamente objeto de discusión y debate científico, encaminados a revelar los orígenes de un exitoso animal que pronto alcazará los 7.000 millones de especímenes en el planeta y que está transformando el entorno ecológico que propició su aparición.
Hoy, no hay lugar en la Tierra que no haya sido 'hoyado' por un pie de 'Homo sapiens', pero hasta hace menos de dos millones de años, las poblaciones de ancestros humanos pudieron evolucionar porque habitaban en puntos calientes de biodiversidad, o 'hotspots', que propicieron la 'ingeniería evolutiva' necesaria para llegar a ser como somos.
Este es el modelo evolutivo que, en un volumen especial de la revista 'Quaternary Science Reviews', defiende su coordinador principal, el paleontólogo José Carrión, de la Universidad de Murcia, junto con Chris Stringer (del Museo de Historia Natural de Londres) y James Rose (del Royal Holloway, también en Londres). En este nuevo modelo, los autores incorporan información sobre los cambios ambientales que tuvieron lugar en los entornos donde habitaron especies como el 'Homo habilis', 'Homo ergaster' y 'Homo heildebergensis' y los primeros neandertales.
"Hemos definido los territorios en los cuales por razones geológicas y biológicas ha habido un mosaico de paisajes y climas muy variables en el tiempo, unos sistemas geográficos que han evolucionado más a menudo y más deprisa que otros. Estos lugares tienen una gran biodiversidad y es ahí donde los homínidos fueron cambiando", afirma Carrión.
Cambios en el paisaje
Así, el Valle del Rift africano, donde se han encontrado los fósiles de 'Australopithecus', 'Paranthorpus', los primeros 'Homo habilis' y sus sucesores, los 'Homo ergaster' y los 'Homo sapiens', es una zona de gran actividad tectónica, en la que los cambios en los paisajes han sido continuos, tranformando valles en lagos o sabanas en barrancos.
Estos cambios, argumentan los autores, fueron creando nichos ecológicos a los que se tuvieron que adaptar aquellos primates: "Para que una especie de lugar a dos o tres distintas es necesario que estén aisladas. No se trata de que se adaptaran a la sabana, a un pantano o a la selva, es que al quedarse aislados algunas poblaciones no había intercambio genético y las mutaciones se acumulaban", explica el paleontólogo.
De hecho, la gran brecha africana, que va de Etiopía a Mozambique, continúa siendo hoy un punto de gran biodiversidad (ahí está el Masai Mara, Serengueti y los grandes lagos). Millones de animales de infinidad de especies habitan esa brecha que un día acabará diviendo el continente. Allí es donde se encontaronlas primeras herramientas fabricadas por un humano.
Otro 'hotspot' está en el Caúcaso, donde se han encontrado restos de un homínido (el 'Homo georgicus') de hace 1,8 millones de años. Lo es también el área del Mediterráneo, que incluye los fósiles de 'Homo antecessor' de Atapuerca o los de Ubeidiya (en Israel); y Java, el 'punto caliente' donde habitó el 'Homo erectus', un lugar donde los movimientos sísmicos han generado grandes cambios de paisaje.
"Los puntos calientes de biodiversidad se asocian a paisajes dinámicos y gran diversidad de hábitats, lo que en el caso de los mamíferos se ha demostrado que incrementa las posibilidades de que aparezcan nuevas configuraciones evolutivas", apuntan los autores.
Interacciones entre especies
Por otro lado, se trata de zonas con mucha historia evolutiva acumulada, una diversidad que estimula la especiación entre los primates, aunque no se sabe muy bien por qué; y, ademas, son áreas con muchas interacciones entre especies.
Así, aún reconociendo que el cambio climático ha sido un factor importante para la evolución humana, en este trabajo se mantiene la hipótesis de que la mayoría de los homínidos, tanto en África como en Eurasia, evolucionaron de poblaciones muy pequeñas que permanecieron aisladas por condicionantes geológicos.
Carrión defiende también que esos cambios afectaron a módulos del genoma (paquetes de genes) que producçian grandes cambios morfológicos respecto a la especie originaria. "En otras palabras", concluye, "en sus primeras etapas de evolución la mayor parte de las especies serían 'sorpresas evolutivas' en un territorio muy cambiante. La estabilidad ambiental habría ido en detrimento de la velocidad del cambio evolutivo".
En total, casi un centenar de prestigiosos paleontólogos y biólogos de todo el mundo han participado en este proyecto, financiado por la Fundación Séneca, bautizado como ECOCHANCE.
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