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12 de julio de 2013

¿Por qué produce electricidad una placa solar?


La energía fotovoltaica es la energía del futuro. Tenemos energía del Sol para que 50.000 veces la población actual del planeta viva como vivíamos los españoles en 2006.

Las células de una placa solar son de muy diversos materiales y formas, pero básicamente de silicio (poli)cristalino. Este silicio (arena de playa fundida y solidificada lentamente para formar un cristal muy puro) se dopa con muy pequeñas cantidades de galio y arsénico, exactamente como los transistores que a miles de millones están en los ordenadores, teléfonos móviles y otros aparatos.

Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares, nos los explica desde Cosmocaixa, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa.

La introducción de otros metales en la red cristalina del silicio cambia la disposición de los electrones de sus átomos en la red: es como sentar a alguien muy grueso en una fila de sillas. En esta nueva disposición la luz de la frecuencia adecuada proporciona energía, al hacer oscilar al electrón con mayor amplitud hasta que el electrón salta lejos del núcleo de su átomo y llega a la banda de conducción.

Un símil burdo pero ilustrativo es un almendro a orillas de un río: Si agitamos (la luz) con fuerza las almendras, éstas caen al río que se las lleva. El árbol es el átomo, los electrones que se mueven por los cables son el río de corriente eléctrica que enciende las bombillas o mueve los motores de los aparatos de casa.

Fuente:

El Mundo Ciencia

23 de abril de 2013

Electricidad II: Ley de Coulomb

En el primer artículo del bloque introductorio sobre electricidad hablamos acerca del concepto de carga eléctrica y sus unidades. Hoy continuaremos profundizando en este asunto; como siempre en este nivel básico, tratando de centrarnos en los conceptos y no en las fórmulas. Hablaremos en primer lugar de la Ley de Coulomb, y luego de sus consecuencias perceptibles en nuestra vida cotidiana, especialmente los dos tipos fundamentales de electrización.

Como recordarás, terminamos aquel artículo preguntándonos cuánto es un culombio. Dimos una definición oficial, derivada de otras, que no era demasiado informativa, y después otra más fundamental, basada en un número concreto y arbitrario de protones o electrones. Sin embargo, para comprender de verdad si un culombio es mucha carga o poca, hace falta compararlo con algo que podamos percibir: con lo que define la carga de verdad, es decir, la fuerza electromagnética.

Esta fuerza puede percibirse en la Naturaleza de dos formas determinadas: como fuerza eléctrica y como fuerza magnética, aunque ambas tengan el mismo origen último. Ahora mismo no nos interesa la fuerza magnética, de la que hablaremos en un bloque diferente: nos centraremos en la versión eléctrica de la interacción electromagnética, descrita en su forma más simple y asequible por el genial Charles-Augustin de Coulomb en su famosa Ley.

La Ley de Coulomb

En el siguiente bloque atacaremos la Ley de Coulomb numéricamente, pero por ahora lo que más me interesa es dejar claro su concepto. Esta ley es una de las dos conexiones (en términos de 1785, por supuesto) entre la carga y su fuerza correspondiente: en este caso, entre la carga eléctrica y la fuerza electromagnética. Expresada con mis palabras, de forma algo más extensa a como lo hizo el buen Coulomb,
Las cargas del mismo signo se repelen; las cargas de signo contrario se atraen. La fuerza con la que lo hacen es tanto mayor cuanto mayores son las cargas, y tanto menor cuanto más lejos están una de la otra, y depende además del medio que separa ambas cargas.
Como cualquier otra ley física, no tiene demostración: se trata de algo que hemos observado que es así, y punto. Si en algún momento se verifica, mediante experimentos, que esta ley no siempre se cumple, o que hay algo más fundamental por debajo de ella y que es simplemente una consecuencia de otra cosa, la descartaríamos, o la dejaríamos como un caso particular de una Ley más amplia. Hasta ahora, todos los experimentos realizados con cargas han cumplido la Ley de Coulomb, con lo que la mantenemos.

Si analizamos la Ley con un poco de calma, no debería resultar demasiado sorprendente. Dos protones se repelen entre sí; dos núcleos de oxígeno, cada uno con ocho protones, se repelen mucho más intensamente. Y, si los alejamos mucho uno del otro, se repelen con menos intensidad. Si ponemos esas cargas en el aire, la fuerza que sufren no es la misma que si están en el agua o dentro de un metal. Cuánto vale esa fuerza exactamente es algo que discutiremos en el siguiente bloque; por ahora, lo importante es que te quedes con la copla de quiénes se repelen y quiénes se atraen, y que la fuerza aumenta con la cantidad de carga y disminuye con la distancia. La influencia de la sustancia que haya entre las cargas tampoco será algo que tratemos en detalle por ahora, porque no es lo importante.

Con esta Ley, podemos responder a la cuestión de ¿cuánto es un culombio? “hacia atrás”. Es decir: Si tuvieras algo con una carga de 1 C en una mano, y un objeto idéntico, con una carga de 1 C, en la otra mano, y tuvieras los brazos extendidos ante ti y separados un metro, ¿qué fuerza notarías? ¿serías capaz de resistir la repulsión y mantener los objetos quietos, o no? ¿podrías ser capaz de vencer esa fuerza y forzar a los objetos a acercarse el uno al otro?

Por ahora, tendrás que creerme en el cálculo, porque no será hasta el siguiente bloque que haremos números con la Ley de Coulomb. Y el resultado tal vez resulte difícil de creer: cada uno de los objetos repelería al contrario con una fuerza de 9 000 000 000 newtons. Dado que tampoco hemos dedicado ningún bloque a la dinámica hasta ahora, permite que “traduzca” esto a términos que nuestra cabeza comprende bien. Para levantar 1 kg en la Tierra hacen falta más o menos 10 newtons. Para levantar un coche de 1 000 kg, por tanto, hacen falta 10 000 newtons. Dicho de otro modo, cada mano que sujeta la carga de un culombio, para mantenerla ahí, quieta, tendría que hacer la misma fuerza que se necesitaría para levantar 900 000 coches. ¡Toma castaña!

Vamos, que la respuesta a “¿cuánto es un culombio”? es: “una verdadera barbaridad”. No sólo no serías capaz de mantener esos dos objetos quietos, si no los soltases a tiempo te arrancarían los brazos de cuajo. La razón, de la que hablaremos más en detalle en el Bloque II, es que la fuerza electromagnética es de una intensidad terrorífica.

De hecho, si has entendido la verdadera magnitud de un culombio, puedes utilizar las células grises para sacar conclusiones sobre las situaciones en las que te das cuenta de que has notado cargas eléctricas: por intenso que te pareciese entonces el fenómeno eléctrico que fuera, tiene que haberse tratado de desequilibrios de carga absolutamente minúsculos.

Por cierto, ¿por qué digo “te das cuenta de que has notado” y no simplemente “has notado”? ¡Porque estás notando la fuerza de Coulomb constantemente! Otra cosa es que no te parezca que haya electricidad por ningún lado cuando coges una piedra o caminas por el suelo, pero un ejemplo relativamente sencillo debería hacerte ver lo contrario:

Los dedos de mi mano están compuestos de átomos. Lo mismo sucede con las teclas con las que estoy escribiendo este texto. Cuando mi dedo está lejos de la tecla (“lejos” = “a una distancia mucho mayor que el tamaño del átomo”), la posición exacta de los electrones y protones en los átomos es irrelevante: mis átomos ven a los de la tecla “negros”, es decir, con cargas superpuestas, y los de la tecla ven a los de mi mano exactamente igual. ¿Qué noto entonces? Absolutamente nada.

Pero, si acerco mi dedo a la tecla hasta que la distancia sea suficientemente pequeña como para notar las posiciones relativas de cada partícula que compone los átomos (traducción a nuestro lenguaje cotidiano: si “toco la tecla”), mis átomos y los de la mesa se ven como son: un núcleo verde rodeado de una nube roja de electrones. Y, de acuerdo con la Ley de Coulomb, cuanto más cerca están las cargas, con más intensidad se atraen o repelen. Pensemos con un poco de cuidado sobre lo que sucede entonces.

Mis núcleos verdes se repelen con los núcleos verdes de la mesa, y se atraen con los electrones rojos de la mesa; y mis electrones se repelen con los electrones rojos de la mesa, y se atraen con los núcleos verdes de la mesa. Dado que las cargas totales rojas y verdes son las mismas, ¿quién gana? Gana, y con diferencia, la repulsión entre mis electrones rojos y los electrones rojos de la mesa, dado que son los que están más cerca unos de otros.



Es más: si me empeño en seguir acercando mi dedo a la tecla, la repulsión será mayor y mayor. Tanto que, estrictamente hablando, nunca puedo llegar a tocar “realmente”, por ejemplo, una mesa, porque la fuerza de repulsión se hace muchísimo mayor que la que puedo ejercer yo con mis patéticos deditos. Desde luego, todos nos entendemos, pero en este sentido físico, “tocar” significa “acercar una cosa a otra lo suficiente como para notar la fuerza de repulsión entre las nubes electrónicas de ambas cosas”.

De hecho, cuando me empeño en acercarme a la tecla, llega un momento en el que la fuerza con la que nos repelemos es mayor que la fuerza elástica del muelle que la mantiene en su sitio, y entonces, empujo la tecla. Sólo que es un empujón indirecto, como el de un imán que se acerca a otro hasta empujarlo sin realmente tocarlo. La cuestión es que la distancia entre una y otra es tan pequeña que me es imposible verla; y “noto que la toco”, sólo que lo que estoy notando realmente con los nervios de mi piel es esa fuerza de repulsión.

Lo mismo sucede cuando estoy de pie sobre el suelo: realmente, no estoy tocando el suelo “de verdad”, estoy levitando sobre él, pero a una distancia comparable al tamaño de un átomo, claro, o la fuerza de repulsión no vencería a las otras entre protones y electrones de uno y otro lado. De modo que la fuerza de Coulomb es lo suficientemente intensa como para sostenerme sobre el suelo (y mucho más); y, si no existiera, dada la cantidad de espacio vacío entre átomos y dentro de cada átomo, atravesaría el suelo y seguiría cayendo hacia el centro de la Tierra, porque nada me sujetaría. Pero yo no soy lo único que la fuerza de Coulomb sostiene: la propia Tierra no se colapsa sobre sí misma por su propia atracción gravitatoria porque los átomos de las capas más profundas se repelen, a través de las nubes electrónicas rojas de unos y otros, a las capas superiores del planeta.

Colapso gravitatorio y enanas blancas

La fuerza eléctrica, como hemos visto, es de una intensidad tremenda, y basta para “sostener” la Tierra, de modo que su propia gravedad no la haga colapsarse sobre sí misma. Dicho de cierto modo, la fuerza de repulsión entre nubes electrónicas “sostiene el peso de la Tierra”. Pero ¿y si la Tierra fuera mucho más masiva? ¿Llegaría un momento en el que la fuerza de Coulomb no pudiera sostener tal presión gravitatoria?

La respuesta es que sí: aunque intensa, la fuerza eléctrica tiene un límite, y si se acumula suficiente masa sin que nada más sostenga su propio peso, se produce un colapso cataclísmico. Pero, para que eso suceda, hace falta una cantidad de masa mucho mayor que la de la Tierra: la masa de una estrella.
Lo que sucede cuando una estrella no es capaz de sostener su propia masa mediante la Ley de Coulomb y la presión de la radiación producida por la fusión en su interior es algo de lo que hemos hablado en La vida privada de las estrellas y, en particular, en Las enanas blancas.

Aunque por ahora no entraremos más en esto, las fuerzas de atracción entre cargas positivas y negativas desempeñan otros papeles fundamentales, y sin ellas no habría química ni estarías leyendo este artículo. Pero mi objetivo era simplemente hacerte ver que sí, efectivamente, sí que notas la fuerza de Coulomb y el hecho de que las cosas tienen carga todo el tiempo. Es imposible escapar de ella, ya que estamos compuestos de enormes cantidades de carga de ambos tipos (dentro de un momento veremos cuánta).

Pero, a veces, notamos las cargas eléctricas y la Ley de Coulomb de un modo que no podemos ignorar. Uno de los fenómenos en los que las cargas se muestran sin tapujos, y se pone de manifiesto la inmensidad de un culombio, es la electrización.

Electrización

“Electrización” es un nombre, en mi opinión, desafortunado, como tantos otros en este Bloque. Electrizar un cuerpo significa conseguir de algún modo desequilibrar las cargas de un cuerpo (quitando cargas de un tipo o añadiendo cargas del contrario). El nombre, como digo, no me parece muy bueno, porque suena como si antes no hubiera “electricidad” en el cuerpo y se la estuviéramos dando, pero no es así — lo único que hacemos es crear un minúsculo desequilibrio entre las cargas de ambos tipos en el cuerpo.

Es así como casi todos entramos en contacto con la electricidad de un modo obvio. Los fenómenos resultantes de la electrización de los cuerpos reciben el nombre colectivo de “electricidad estática”, un nombre que tampoco me gusta lo más mínimo. Seguro que sabes de lo que estoy hablando: frotas un peine de plástico contra tu pelo y, si lo acercas a un trocito de papel, notas la fuerza de Coulomb.

La manera en la que solemos conseguir esto es mediante la triboelectricidad, o electricidad por frotamiento. ¡Otro nombre malísimo! Dicho mal y pronto, cuando se ponen en contacto dos objetos, mediante adhesión, golpes o frotamiento, en determinadas circunstancias, uno de ellos puede “robar” electrones al otro, de modo que uno se queda con un exceso de electrones y el otro con un defecto de electrones, es decir, ambos quedan cargados (en el sentido de que tienen un desequilibrio entre los dos tipos de cargas). De ahí que el nombre no sea bueno: se puede lograr esta electrización por contacto frotando los cuerpos, pero hay otros medios. Si alguna vez has botado un balón de baloncesto y luego has sentido un chispazo al tocar otra cosa, sabes a lo que me refiero.

El caso más típico es el cepillarse el pelo con un cepillo o peine de plástico: a veces, el cepillo se lleva algunos electrones del pelo, con lo que el cepillo o el peine queda cargado negativamente y el pelo positivamente, y ambos se atraen (quién roba electrones a quién depende, en último término, de la naturaleza de los dos materiales a escala atómica y de sus “hambres de electrones” relativas). Estoy convencido de que has notado esto. Dicho en términos de nuestras cargas de colores, el cepillo se ha llevado un poco de carga roja del pelo:

Triboelectricidad

Tanto el pelo como el cepillo quedan cargados, y se atraen. Esto es precisamente lo primero que te pedí que hicieras en el Experimento 1 del artículo anterior (si no lo hiciste, no pasa nada, puedes seguir entendiendo esto sin problemas aunque no lo hayas visto tú mismo): que frotases un cepillo o peine de plástico contra tu pelo. Ahora entiendes la primera de las dos cosas importantes que sucedieron durante el experimento — el cepillo “robó” algunos electrones a tu pelo.

Pero para entender qué es lo que sucedió después (que, al acercar el peine al agua, el chorro de agua se curva y se acerca al peine de plástico) hace falta comprender el segundo método fundamental de electrizar una sustancia. Es posible desequilibrar las cargas de un cuerpo sin tocarlo; es decir, es posible inducir, indirectamente, un desequilibrio de cargas en un cuerpo, utilizando la maravillosa Ley de Coulomb. El resultado no es que el cuerpo tenga más cargas positivas que negativas ni viceversa, de forma total, sino que la distribución de cargas sea diferente a la de antes, de modo que una parte del cuerpo quede cargada negativamente y la contraria positivamente. Esta electrización sin contacto, indirecta, se denomina inducción electrostática, y es lo que hiciste tú al acercar el cepillo de plástico al agua del grifo.

Es evidente que lo que pasa al acercar el peine al agua no es trata de un fenómeno triboeléctrico, porque el peine nunca toca el agua, de modo que no ha podido “robarle electrones”. Si la materia realmente no tuviera carga alguna, lo que viste al hacer el experimento nunca podría suceder. La clave de la cuestión es que tanto el cepillo como el agua son una superposición de verde y rojo; en el caso del agua, una superposición completa (el agua es “negra”), en el caso del cepillo, con un poco más de rojo que de verde, porque robó electrones a tu pelo, con lo que tiene un ligero exceso de electrones, de carga roja. ¿Qué pasa al acercar el cepillo al agua? Que la Ley de Coulomb hace su aparición una vez más, y se produce la inducción electrostática.

La situación, en gráficos de rojo y verde, es básicamente la siguiente (los dibujos, por si no lo habéis notado, son míos, no de Geli, así que la calidad es… bueno, la que es):

Inducción electrostática 1

Pero recuerda: el agua en el dibujo no es negra porque no tenga ninguna carga; es negra porque es la superposición de rojo y verde. Y esos rojo y verde sufren sendas fuerzas al acercar el cepillo… la carga roja es repelida, la carga verde atraída… y entonces se rompe la superposición completa, porque las cargas se mueven dentro del agua: no mucho, como veremos más adelante, simplemente un poquito:

Inducción electrostática 2

El agua se ha electrizado, es decir, se hace ahora evidente que existen cargas en ella, aunque su carga total siga estando completamente equilibrada. Esta electrificación no es por contacto como antes, sino por un simple acercamiento: el agua se ha electrizado por inducción. Esta inducción, por cierto, no es la misma que la inducción de las ollas de inducción, a eso llegaremos más adelante en la serie. ¡Pero la cosa no acaba aquí!

Ahora entra en juego, otra vez, la influencia de la distancia en la Ley de Coulomb: sí, el rojo del cepillo repele al rojo del agua y atrae al verde del agua… pero el verde está más cerca. Como consecuencia, la atracción es más fuerte que la repulsión, y el agua se acerca al cepillo. Incluso la carga negativa se acerca, porque las fuerzas internas del agua son más intensas que las que ejerce el cepillo, con lo que la carga verde que se acerca “tira” del resto del agua, y todo el líquido se curva hacia el cepillo:

Inducción electrostática 3

La verdad es que verlo con tus propios ojos es mucho más revelador que leer mi descripción o ver los tristes diagramas, pero bueno.

Según el agua sigue fluyendo hacia abajo y se aleja del cepillo, claro, las fuerzas de atracción y repulsión van desapareciendo hasta que no se notan, con lo que el líquido vuelve a caer verticalmente como si el cepillo no estuviera ahí, mientras que el agua “nueva” que cae del grifo, al acercarse al cepillo cargado, sufre el mismo fenómeno. Pero, si has realizado este experimento y anteriormente entendiste la magnitud real de un culombio, creo que la conclusión debería ser clara: las cargas “desnudas” (sin ser solapadas por una carga igual de signo contrario) que percibimos en la vida cotidiana son minúsculas comparadas con un culombio. Si no fuera así, esa leve y sutil fuerza que sufre el agua te bañaría en una ducha infernal, mientras que el cepillo se rompería en pedazos por las fuerzas cataclísmicas que sufriría.

Dicho de otro modo: cuando frotas el cepillo contra tu pelo, el desequilibrio entre cargas es una nimiedad comparado con la carga total, positiva y negativa, que hay en tu cuerpo. Fíjate que ya hemos dicho –y creo que deberías estar convencido– que un culombio “desnudo” originaría una fuerza de Coulomb catastrófica, con lo que cualquier desequilibrio de carga que hayas visto seguramente ha sido mucho más pequeño. Pero, igual que un culombio es mucho mayor que las cargas “desnudas” que has visto, la carga total de cada tipo en tu cuerpo es muchísimo mayor que 1 C. Para que te hagas una idea, hay unos cuantos miles de millones de culombios (!) de carga negativa, y aproximadamente los mismos de positiva, en tu cuerpo. ¡Tela marinera!

Lea el artículo completo en:

El Tamiz

La Primera Parte AQUÍ: (Electricidad I - Carga Eléctrica)

15 de abril de 2013

¿Son los autos eléctricos más ecológicos?


En algunos países los autos eléctricos contaminan más que los convencionales.

Los gobiernos ven los autos eléctricos como una parte importante de sus planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y su impacto en el calentamiento global.

Sin embargo, algunos científicos cuestionan que este tipo de vehículos sean tan ecológicos como se los pinta.

Un reciente estudio llevado a cabo por científicos noruegos descubrió que en algunas circunstancias los autos eléctricos pueden tener un impacto incluso mayor en el calentamiento global que un vehículo convencional.

Baterías de litio

Gillaume Majeau-Bettez, uno de los autores de este trabajo en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, admite que quedó sorprendido y defraudado con los resultados.

"El auto eléctrico tiene un gran potencial para mejorar, pero lo que al final lo conducirá al éxito o al fracaso desde un punto de vista ambiental es cuán limpia es nuestra red eléctrica, tanto para la electricidad que usas para conducir tu auto como para la que se usa para producir el auto", explica.

Para hacer el estudio, los investigadores analizaron el impacto que la producción y funcionamiento de los autos eléctricos tiene en el calentamiento global, tras circular 150.000 km. Luego compararon estos datos con la producción y funcionamiento de los autos convencionales.

Uno de sus hallazgos fue que la enegía empleada para fabricar masivamente los vehículos eléctricos suponía que algunos autos tenían el doble de impacto sobre el calentamiento global que los convencionales.

Esto, dicen, se debe principalmente a la energía y los materiales necesarios para fabricar las baterías de iones de litio.

Electricidad más contaminante

Planta energética

El alto costo del gas incrementó el volumen de energía producido con carbón, más contaminante. 

Sin embargo, aseguran que todo depende de cómo se genera la electricidad en el país donde se conduce el auto. Incluso puede depender de a qué hora del día se cargan las baterías, porque la electricidad nocturna es menos dependiente del carbón.

En 2012, en países como Reino Unido, la generación eléctrica a partir de carbón aumentó en un 40%, debido al incremento de precios del gas usado también para generar energía.

La electricidad a partir de carbón, que es la forma más contaminante de producir energía, reduce drásticamente las ventajas de los autos eléctricos. Por ejemplo, como China genera casi toda su energía con carbón, el análisis de los autos eléctricos en el gigante asiático mostró que eran muchísimo más contaminantes que los autos a gasolina.

No obstante, en países como Noruega, donde gran parte de la energía es producida por centrales hidroeléctricas, los autos eléctricos tuvieron menos impacto ambiental que los normales.

"Para la media de generación eléctrica en Europa, si usas un auto por 150.000 km puedes esperar una mejora de un 25% (en impacto global) respecto a un vehículo con gasolina", apunta.

El debate

Auto gasolina

Algunos acusan a las petroleras de financiar informes que desprestigian al auto eléctrico frente al de gasolina.

Estos resultados les añaden un dilema más a todos aquellos consumidores que evalúan si cambiarse o no a los autos eléctricos.

Aparte de cuestionamientos sobre su conducción o si uno podrá alcanzar su destino sin tener que cambiar batería, los beneficios ambientales no están siempre del todo claros.

Cierto es que algunas investigaciones deben mirarse con más detenimiento, ya que algunas empresas petroleras han sido acusadas de financiar reportes seudocientíficos para desprestigiar a los autos eléctricos.

Aunque el estudio noruego ha sido criticado por algunos, alegando que existen vínculos entre la universidad y la petrolera Statoil, el equipo detrás de la investigación insiste en que ningún dinero procedente de la firma se usó para financiar el trabajo.

Además, los científicos publicaron en internet los datos del estudio.

"Queremos que la gente elija con los ojos abiertos, conociendo las ventajas, dice Majeau-Bettez. "Se han dado gran cantidad de malinterpretaciones a ambos lados del debate. No existe nada que sea cero emisiones, ya sea un vehículo o un edificio".

"Todo tiene emisiones, pero a veces se dan lejos del usuario".

Fuente:

BBC Tecnología

 Lea en los archivos de "Conocer Ciencia":

¿Qué es una electrolinera?

Autos eléctricos ¿La solución a la contaminación en China?

La amenaza ambiental de los autos eléctricos


14 de abril de 2013

Electricidad I - Carga eléctrica



Como anunciamos hace unos días, hoy empezamos una mini-serie sobre electricidad, en la que trataremos de establecer unos conceptos básicos que nos permitan construir cosas más complejas en un segundo bloque, y que nos sirvan de referencia en otros artículos en general. A lo largo de esta primera aproximación a la electricidad, mi objetivo es doble; por un lado, responder conceptualmente a las preguntas más fundamentales acerca de los fenómenos eléctricos y, por otro, desterrar algunas de las nociones erróneas sobre electricidad que muchas veces tenemos en la cabeza. En este primer bloque, por lo tanto, nos interesan más los conceptos que las fórmulas, y habrá sólo las imprescindibles.

Aunque en este caso no sea tan útil como, supongo, lo será en otros, ésta es la “ficha” del bloque, para que sepas a qué atenerte cuando lo leas (esto parece la descripción de un paquete de software en Linux, pero bueno):

  • Nivel: Básico
  • Bloques en los que se basa: Ninguno
  • Bloques que se basan en él: Ninguno
(Cuando haya bloques que se basen en éste iremos actualizando las categorías).

A lo largo del bloque, de vez en cuando te encontrarás con texto dentro de cuadros de tres colores: azul, amarillo y verde. El texto de cualquier cuadro es un “extra”, que no es necesario leer para seguir el curso del bloque. Los cuadros azules son experimentos, en los que te sugerimos pequeñas experiencias acerca de lo que estás leyendo. Los cuadros amarillos son ampliaciones, en las que encontrarás enlaces a otros artículos o textos externos en los que leer más cosas acerca de algún aspecto concreto. Los cuadros verdes son desafíos que se responden más adelante en el bloque. Puede tratarse de preguntas para que razones, problemas numéricos, demostraciones o cualquier otro tipo de cosa que requiera que des una respuesta, para que compruebes lo mucho (o poco) que has aprendido hasta ese momento.

Ya sé que, a algunos, mucho de lo que diga os resultará conocido a lo largo del bloque en general, y especialmente en este artículo. Si es así, puede que siga siéndote útil, no tanto para entender, sino para explicar la electricidad. Mucho me temo que, a menudo, quienes la explicamos utilizamos ejemplos que confunden más que aclarar las cosas, y no hacemos el suficiente énfasis en aspectos importantes. Pero, si esto te resulta demasiado básico, siempre puedes esperar al siguiente bloque. Eso sí, si consigues terminar el bloque sin aprender absolutamente nada nuevo, me como el sombrero.

Si, por el contrario, o nunca has aprendido electricidad o nunca la entendiste cuando te la explicaron, tengo que pedirte algo diferente. En primer lugar, aunque no partamos de la base de que sepas cosas, es necesaria una buena dosis de concentración y de esfuerzo para razonar según lees y comprender los conceptos que se explican, de modo que no esperes leerte esto de un tirón y ser un experto en nada. No se adquiere conocimiento sin esfuerzo. Mi recomendación es que te leas el artículo tranquilamente, dejando los cuadros amarillos para una segunda lectura… y, cuando termines, que te lo leas de nuevo, incluidos los cuadros amarillos (aunque no tienes por qué leer los enlaces que allí se mencionan). Y, desde luego, que no tengas el menor rubor en preguntar las dudas que aún te queden.

Dicho esto, empecemos a establecer nuestros cimientos.



Electricidad

¿Qué es la electricidad? La respuesta a esa pregunta es más difícil de lo que pudiera parecer en principio. En Física, desde luego, no existe ninguna magnitud con ese nombre, y no emplearemos esta palabra en el bloque para referirnos a nada concreto. En general, podríamos decir que la electricidad es un conjunto de fenómenos físicos en los que desempeña un papel fundamental la carga eléctrica pero eso probablemente haga que cualquier lector sagaz arquee la ceja, porque no está realmente definiendo nada. 

Tenemos que ir más allá, y hablar de qué es la carga eléctrica… y para eso tampoco hay una respuesta concreta y sencilla, aunque todos sepamos en uno y otro caso a qué nos estamos refiriendo.


Naturaleza de la carga eléctrica

En Física, el término carga se emplea para denotar varias cosas diferentes, pero casi todas ellas tienen varias cosas en común al nivel más fundamental: suele tratarse de una propiedad de las partículas, cumple ciertas leyes de conservación y existe algún tipo de simetría, y está siempre asociada a una fuerza fundamental de la Naturaleza. Sé que todo esto intimida, y por eso he dicho que no es una pregunta fácil de responder. Si estás empezando con esto y quieres una respuesta fácil, sáltate el cuadro amarillo y ya volverás a él más adelante pues, como he dicho antes, no es necesario en absoluto para entender este artículo.


La carga de color y la carga eléctrica
Una carga diferente de la eléctrica, y de la que hemos hablado antes en El Tamiz, es la carga de color o simplemente color, asociada a la interacción nuclear fuerte. Como cualquier fuerza fundamental de la Naturaleza, la interacción fuerte está mediada por un bosón, en este caso al gluón. Como recordarás si leíste aquellos artículos, existen varios colores diferentes; las partículas subatómicas pueden tener unos colores u otros, y existe un bosón (el gluón, en este caso) que transmite una fuerza que ejercen, y notan, las partículas con carga de color. Las partículas sin color (como el electrón, por ejemplo) no notan esta fuerza.

La carga eléctrica, a veces simplemente llamada carga porque es la que más notamos y la que más aparece en la vida cotidiana, cumple las mismas condiciones: se trata de una propiedad de las partículas subatómicas, existen distintos tipos (en este caso dos, de los que hablaremos en un momento), y está asociada a un bosón, el fotón, que media una fuerza, la fuerza electromagnética, que notan aquellas partículas que tienen carga eléctrica.

El problema es que, para cualquier carga en Física, la definición es algo así como una pescadilla que se muerde la cola: es una propiedad de las cosas que puede tenerse de varios tipos o no tenerse, y las partículas que la tienen interaccionan unas con otras mediante una fuerza determinada. De modo que, al final, lo que de verdad determina cualquiera de estas cargas, incluida la eléctrica, es la fuerza a la que están asociadas. Podríamos definir la carga eléctrica como algo así:

La carga eléctrica es la propiedad de las partículas que ejercen y sufren la interacción electromagnética.
Hay dos tipos de cargas eléctricas diferentes. Dicho en términos de la fuerza electromagnética, existen dos fuentes diferentes, y dos reacciones distintas, ante esa fuerza. Tradicionalmente, se ha llamado a estos dos “sabores” de la carga eléctrica carga positiva y carga negativa… y esto, como tantas otras cosas relacionadas con ella, ha llevado a mucha confusión (en parte, porque el concepto de carga eléctrica apareció en Física bastante antes de que conociéramos la mecánica cuántica).

Pero no hay nada positivo en la “carga positiva”, y nada negativo en la “carga negativa”. Todo está en nuestra cabeza. Se trata de una manera de mirar la carga que es muy útil matemáticamente, y hace de nuestras fórmulas algo más simple de lo que serían si empleásemos otros convenios diferentes, pero eso es todo. Siempre que trates de aferrarte a conceptos como éstos, recuerda: las fórmulas están en tu cabeza, y son la forma que tenemos de tratar de predecir el comportamiento de las cosas. Las fórmulas no están en las cosas, son una construcción de nuestro intelecto.

Es decir, que existen dos tipos de cargas que cumplen ciertas simetrías, y punto. Podríamos, por ejemplo, llamar a la carga del electrón “carga positiva” y a la del protón “carga negativa”, cambiar el signo en varias de nuestras fórmulas, y no cambiaría absolutamente nada (excepto que, si no nos ponemos todos de acuerdo, sería difícil comprendernos unos a otros al hablar de la carga eléctrica). Pero la carga de color debería ser un signo de que podemos ir aún más allá.

Podríamos llamar a uno de los dos tipos de carga “carga verde” y a la otra “carga roja”, y aprender electricidad utilizando esos conceptos. Al utilizar fórmulas, la cosa se complicaría bastante, pero conceptualmente no habría problema alguno. De hecho, es una ventaja en cierto sentido, porque elimina algunos de nuestras ideas preconcebidas sobre la electricidad, y tal vez te abra la mente a ideas, o maneras de ver las cosas, nuevas. La idea de hacer esto no es mía ni mucho menos; la primera vez que leí sobre ello fue en la excelente página de William J. Beaty, Red and Green “Electricity”.

De modo que, aunque estoy seguro de que “sabes” que el electrón “tiene carga negativa” y el protón “positiva”, permite que, por ahora, utilicemos este convenio de colores para desterrar ideas preconcebidas, y que te diga lo siguiente: la carga eléctrica es la propiedad de las cosas que notan, y ejercen, la fuerza electromagnética, y existen dos tipos de carga eléctrica, la roja y la verde. Los electrones, por ejemplo, tienen carga roja, y los protones tienen carga verde (los equivalentes de la carga negativa y positiva tradicionales respectivamente, claro).

Los dos tipos de carga cumplen una cierta simetría, son como las dos caras de una misma moneda: se comportan de modos opuestos ante la interacción electromagnética. Por ejemplo, si un cuerpo tiene la misma cantidad de carga roja que verde, no nota la fuerza electromagnética “en total”. No es que no la note en absoluto: su carga roja sufrirá una fuerza determinada, y su carga verde otra igual pero opuesta, ya que son simétricas, y en total –salvo que pasen cosas extrañas, de las que hablaremos luego– el cuerpo no parece ser afectado por la fuerza cuando lo miramos “desde fuera”.

Lo mismo sucede al ejercer esa fuerza electromagnética sobre otras cosas: el cuerpo que tiene igual cantidad de ambas cargas sí ejerce fuerzas electromagnéticas sobre cualquier cosa con carga. Pero, una vez más, si su carga roja “empuja”, su carga verde “tira”, con lo que la carga que sufra esas fuerzas en general no parecerá sentir nada, ya que ambas se compensarán. Por eso, cuando decimos que algo no tiene carga eléctrica, lo que realmente queremos decir es que tiene la misma cantidad de carga roja que de carga verde. Es decir, ambos tipos de carga están en equilibrio.

Un ejemplo relativamente sencillo: el neutrón. Suele enseñarse en el colegio que el neutrón “no tiene carga” y punto. Y, efectivamente, un neutrón que entra en un campo magnético o en un campo eléctrico parece no sentir absolutamente ninguna fuerza, ¡pero sí la siente, sólo que varias veces! La cuestión es que, aunque no suela mencionarse en la escuela, un neutrón no es una especie de canica subatómica sin carga: está compuesto de partículas más simples. Aunque para este artículo no son importantes sus nombres ni la mayor parte de sus propiedades, esas partículas que forman el neutrón (de una manera similar a como los protones, electrones y neutrones forman el átomo) se llaman quarks, de los que hay varios tipos diferentes.
El neutrón está formado por tres de estos quarks: dos de ellos son del tipo down (esto no es importante) y tienen carga roja (esto sí lo es). El tercero es del tipo up, y tiene carga verde que vale el doble de la de los otros dos rojos. En total, existe un equilibrio en el neutrón entre la carga roja y la verde y, como resultado, decimos que el neutrón “no tiene carga”, y todos nos entendemos, pero no olvides lo que eso significa de verdad: que ambas cargas están en equilibrio entre sí, porque hay la misma cantidad de roja que de verde.


Neutrones, protones y quarks
El Tamiz tiene una serie, Esas maravillosas partículas, en la que recorremos muchas de las partículas fundamentales conocidas. Entre ellas hablamos precisamente del neutrón, el electrón, el protón y los quarks, sus tipos y propiedades, de modo que puedes leerla para saber más sobre ellos, aunque no sea necesario para entender esta entrada.


Desde luego, aquí puedes ver ya por qué utilizamos los nombres “positiva” y “negativa” para ambos tipos de carga: así podemos trabajar matemáticamente con ambos tipos “opuestos” de modo que la carga del neutrón sea -1 (de un quark rojo) -1 (del otro) +2 (del verde con el doble de carga) = 0. Pero la razón de que no hayamos empezado así es que, al ver ese “0″, parece que no hay nada en el neutrón, cuando eso es una mentira tremenda, ¡claro que hay cargas! Eso sí, ¿cómo pensar en el equivalente de ese “0″, de esa cancelación de ambos tipos de cargas opuestas, en nuestro sistema de colores?

Empecemos a dibujar cargas rojas y verdes, pero con una peculiaridad: cuando tengamos cargas de ambos colores superpuestas, lo haremos de color negro. Ese color negro, por tanto, será el equivalente gráfico del “0″ de ahí arriba. Una partícula negra, por tanto, será una partícula con la misma cantidad de carga roja que verde, y no notará aparentemente ninguna fuerza electromagnética, es decir, “no tendrá carga” en el lenguaje habitual. Imagina que los quarks que forman el neutrón (dos down rojos con la mitad de carga que otro up verde) son éstos, dibujados de un tamaño proporcional a su carga:




Si juntamos los dos quarks rojos con el verde…




Formamos, por fin, el neutrón:




Que es, evidentemente, negro, porque rojo y verde, al superponerse en nuestro sistema de colores, forman el negro… pero no es neutro porque no tenga cargas. Algo diferente sucede, por ejemplo, con el fotón, que no tiene carga, pero no porque esté compuesto de cosas más simples con cargas de distintos colores, sino simplemente porque no la tiene. Y soy consciente de que, visto “desde lejos”, no se nota la diferencia. Pero esto es importante para entender a qué nos referimos cuando decimos que un objeto macroscópico “tiene carga eléctrica”.

Aunque vayamos lentos, permite que “construya” un protón de manera similar. El protón está formado por dos quarks up y uno down, es decir, en nuestro código de colores, dos verdes grandes como el de ahí arriba y uno rojo pequeño:




Al unir los tres…





Obtenemos un protón que, al contrario que el neutrón, no es completamente negro ni mucho menos:




El electrón, por su parte, es (hasta donde sabemos) una partícula fundamental, no formada por otras más simples, y su carga es, en nuestros términos, roja, y tiene un valor tres veces mayor que la de un quark down rojo del neutrón, es decir, en nuestros dibujos, un tamaño de tres cuadrados:




Cuando se unen un protón y un electrón para formar un átomo, éste es el resultado:




Y lo que se tiene entonces es un átomo de hidrógeno (el elemento de un protón en el núcleo), que es neutro:




Esta manera de ver el átomo “negro” es bastante útil cuando se lo mira desde lejos, porque ambas cargas están en equilibrio, pero en la realidad existen los dos tipos de carga en él (la positiva (verde) en el núcleo y la negativa (roja) alrededor de él). Si miras el átomo de cerca puedes ver, eléctricamente hablando, algo así (no está a escala ni mucho menos):




Pero, dado que la materia que nos rodea está compuesta de átomos, al mirarla desde lejos también suele ser “negra” como la hemos dibujado antes, es decir, un solapamiento casi total de cargas rojas y verdes. Es decir, nos parece que no notamos la carga de los objetos. Fíjate en que no digo “no notamos la carga”, porque ¡desde luego que la notamos!, pero no la reconocemos como lo que es. De eso hablaremos en un momento, cuando discutamos sobre la Ley de Coulomb.

En el resto del bloque alternaremos la nomenclatura tradicional (positiva/negativa) con la que hemos empleado en este epígrafe (verde/roja); utilizaremos la segunda, sobre todo, cuando nos sirva para desterrar alguna idea preconcebida causada por la nomenclatura normal. Mi recomendación: en uno u otro caso, intenta traducir en tu cabeza a la nomenclatura contraria, por si una de las dos te ayuda a comprender mejor una cuestión.

Lea el artículo completo en:

El Tamiz

13 de abril de 2013

Increible: Un material "milagroso" hecho a base de sol y agua

Malcom Brown y David Nobles

Malcom Brown (izq.) es un pionero en el campo de la nanocelulosa.

Es ocho veces más resistente que el acero inoxidable, transparente, ligero, conduce la electricidad y algunos aseguran que este material "maravilla", como lo llaman algunos, transformará la agricultura tal y como hoy la conocemos.

Hablamos de la nanocelulosa cristalina, un material que se obtiene a partir de la compresión de fibras vegetales o se cultiva usando microorganismos como las bacterias.
La nanocelulosa cristalina es considerada por algunos como una opción más ecológica y asequible que el publicitado grafeno, y sus aplicaciones incluyen la industria farmacéutica, cosmética, biocombustibles, plásticos y la electrónica.

Según estimaciones del gobierno estadounidense, en 2020 su producción moverá una industria de unos US$600.000 millones anuales.

Transformará la agricultura

Hasta hace poco una de las mayores preocupaciones de los adeptos a la nanocelulosa era cómo producirla en grandes cantidades y a un bajo costo, pero científicos creen que por fin han dado con la técnica para cultivar este material de forma abundante usando algas genéticamente modificadas.

El investigador Malcom Brown, profesor de biología de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, y uno de los pioneros en el mundo en este campo de investigación, explicó recientemente durante el Primer Simposio internacional de Nanocelulosa, cómo funcionaría el nuevo proceso.
"Tendremos plantas para producir nanocelulosa abundantemente y de forma barata"

Malcom Brown, biólogo

Se trata de un alga de la familia de las mismas bacterias que se usan para producir vinagre, conocidas también como cianobacterias. Unos organismos, que para su desarrollo sólo necesitan luz solar y agua, y que tendrían la ventaja de absorber el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera, causante del efecto invernadero.

"Si podemos completar los últimos pasos, habremos completado una de las mayores transformaciones potenciales de la agricultura jamás llevadas a cabo", dijo Brown.

"Tendremos plantas para producir nanocelulosa abundantemente y de forma barata. Puede convertirse en un material para la producción sostenible de biocombustibles y muchos otros productos".

Nanocelulosa cristalina

cianobacteria

Se cree que el nuevo método tendría muchas aplicaciones en distintos campos de la ciencia.

La celulosa en sí es uno de los productos más abundantes del planeta, presente en muchos tipos de fibras vegetales. Pero en escala nano las propiedades de este material cambian por completo.

Como pasa con el grafito, material con el que se producen los nanotubos de grafeno (más resistentes que el diamante), en este caso la fibras nano de la celulosa pueden encadenarse en largas fibras, lo que se conoce como celulosa "nanocristalina".

El material resultante es tan resistente como el aluminio y puede usarse tanto para confeccionar chalecos de protección ultraligeros, como para pantallas de dispositivos electrónicos e incluso para cultivar órganos humanos.

Fábrica natural

Aunque actualmente ya existen plantas dedicadas a la producción de nanocelulosa cristalina, los elevados costos de producción todavía frenan el crecimiento de esta industria.

La producción de este material generalmente entraña la compresión de fibra vegetal, o el cultivo de grandes tanques de bacterias, que tienen que ser alimentadas con costosos nutrientes.

Pero ahora las investigaciones de Brown y su equipo, apuntan al uso de este alga azul-verdosa capaz de generar nanocelulosa naturalmente aunque en pequeñas cantidades. Por ello, el equipo plantea modificarla artificialmente, introduciendo genes de la bacteria Acetobacter xylinum usada para producir vinagre.
De este modo, el alga podría producir el material en grandes cantidades y sin necesidad de aportar nutriente alguno, más allá de suministrarle agua y exponerla a la luz del sol.

Hasta el momento, observó Brown, el equipo de investigación ha logrado que este alga cree una larga cadena de nanocelulosa, pero ahora trabajan para que el organismo sea capaz de producirla directamente en su estado cristalino, cuando es más estable y fuerte.

Fuente:

BBC Ciencia

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8 de abril de 2013

Controla tu PC con un plátano

Para entender Jay Silver, hay que volver 10 años, a una noche que pasó volando cometas en la playa en su nativa Florida con la mujer que se convertiría en su esposa.



Ella le preguntó si sabía cómo escuchar al viento. Siendo ingeniero, él respondió que el viento produce sólo ruido blanco y el ruido blanco no contiene información. Pero él la amaba, así que abrió su mente y le dio una oportunidad. "Y sentí una profunda alegría", dijo Silver durante una reciente charla en la conferencia PopTech. "Y entonces dejé de buscar los datos y la eficiencia, y cambió de rumbo mi vida y empecé a practicar rituales de la alegría". Este sentido infantil de juego, la curiosidad y el descubrimiento – que mucha gente pierde al hacerse adulta – ha motivado la vida y el trabajo de Silver desde entonces. Jugando con la tecnología ha logrado cosas increíbles, estas son algunas de ellas.

Durante la conferencia muestra a la audiencia ojiplática clips de vídeo de niños que encuentran la nieve por primera vez o alucinados bajando por una escalera mecánica. Jay Silver, a sus 33 años, es algo así como un niño grande. Subió al escenario en PopTech con camiseta, pantalones cortos y una gorra de surfista, más parecido a un skater que alguien con un doctorado del MIT.

Es un destacado defensor de la "máquina de movimiento," la cultura del hágalo usted mismo de la invención, la piratería y la creación de prototipos que inspira a muchos jóvenes ingenieros en los campos de tecnología.

En el Laboratorio de Medios del MIT, Silver ha estudiado cómo hacer herramientas que fomenten el espíritu creativo. Una de sus primeras creaciones fue Drawdio, un lápiz electrónico que te permite hacer música mientras dibuja.

El siguiente fue algo con el nombre de Silveresque Makey Makey, un kit invención desarrolló en el MIT con su compañero de estudios Eric Rosenbaum. Financiado por Kickstarter (que fijó un límite entre 25.000 y 568.000 dólares), es un kit de electrónica simple que contiene una placa de circuito, pinzas y cables USB y ayuda a cualquiera convertir objetos cotidianos en paneles táctiles que se pueden utilizar para interactuar con un ordenador.

La gente sujeta las pinzas a un objeto y luego se conectan a través del kit a su equipo. Al tocar el objeto produce una conexión eléctrica pequeña, que el ordenador interpreta como una pulsación de tecla o el movimiento de un ratón. Los kits cuestan 50 dólares y como dice en la caja del kit: "¡El mundo es tu kit de construcción!". Desde que se empezó a distribuir el verano pasado, gente de todo el mundo lo han utilizado para controlar los programas informáticos con todo lo que puede conducir la electricidad: frutas, plantas, agua, incluso con animales domésticos. Un estudiante de la Universidad Metodista del Sur ganó un concurso de talentos, enganchando Makey Makey a platos llenos de comida y comiendo.

Makey Makey parece un juguete, y los educadores lo han utilizado para jugar o enseñar a los niños sobre los circuitos eléctricos básicos. Pero Silver cree que su equipo también puede ayudar a conceptos ingenieros de pruebas y prototipos de forma más barata.

"Algunas personas están haciendo el chorra (con los kits). Pero hay quien lo usa para que su hijo con parálisis cerebral pueda tener acceso a navegar por la Web", dijo. "No sé cuál de las dos cosas en realidad es más importante. Ambos son, para mí, realmente valiosas".

Silver, ahora científico de investigación en los laboratorios de Intel, espera que Makey Makey despierte el impulso creativo en las personas y animarlas a hacer frente a sus propios proyectos de bricolaje.
"I think when you make something, you're kind of making meaning and purpose. You're kind of making the world what it is. You're voting with your hands - not in a booth but making change, right now, that really happens in your own space."

"En este momento, en la cultura, hay una sensación de que tenemos que hacer (las cosas). Y yo creo que es porque durante la revolución Industrial no lo hicimos por un tiempo", dijo. "Creo que cuando haces algo manualmente, cobra un significado muy fuerte, es como ser capaz de lograr el cambio con tus propiar manos, eres el actor protagonista de la transformación de tu entorno", explica.

Mucho antes de aquella noche en la playa, la imaginación rugiente Silver ya estaba inventando cosas. "Como cualquier buen hijo de los 80, vi a un montón de capítulos de 'MacGyver'". Cuando era un niño en Cocoa Beach, Florida, inventó con un tenedor y un taladro de mano un sistema para comer espaguetis. En cuarto grado, descubrió por casualidad que sus walkie-talkies comunicaban con la misma frecuencia que su coche de control remoto. Así que combinó el coche, un bote de basura al revés y algunas otras cosas para hacer un robot que controlaba con ciertos sonidos en los walkie-talkies.

Le fascina la idea de combinar o remodelar objetos, al igual que su girador de espagueti, para crear los usos para los que no estaban previstos. Es el mismo impulso que lleva a los niños a jugar con el embalaje en lugar del juguete que se incluye dentro.

En el MIT, Silver pasó a formar parte de un grupo llamado Lifelong Kindergarten, que busca fomentar adultos creativos a través de un "estilo de aprendizaje de jardín de infancia", que hace hincapié en el diseño, la experimentación y la exploración. Fue una gran experiencia para él porque le enseñó a no temer a fracasar, y seguir intentando cosas diferentes.

Hoy en día, Silver vive en Santa Cruz, California, con su esposa, Jodi, artista y su hijo, Roble, de 2 años. Su trabajo en Intel le lleva a festivales y eventos como la Maker Faire Bay Area, donde dirige talleres creativos en actividades tales como la fabricación de circuitos digitales dibujando con un lápiz. A cambio, él toma un poco de lo que aprende acerca de prototipos que lleva a los laboratorios de Intel, donde realiza investigaciones en diversos campos de computación futuristas.

También sigue promocionando el Makey Makey. Su compañía de producción, JoyLabz, ha distribuido cerca de 20.000 kits. "La razón por la que estoy haciendo este kit es que estoy totalmente emocionado sobre lo que puedo hacer con él y lo que otros pueden hacer con él", dijo. "Espero que la gente lo use de una manera que los haga sentir vivos".

Le el artículo completo en:

 CNN

4 de abril de 2013

¿Por qué los relámpagos nunca viajan en línea recta?

Relámpago

El fenómeno eléctrico que desencadena los relámpagos forma un camino en zigzag.

El recorrido en zigzag de los rayos tiene sus orígenes en procesos que aún no se comprenden del todo.

Comienza con fuertes corrientes de aire ascendentes que crean una carga eléctrica estática a través de un efecto de fricción, parecido al que se obtiene al restregar un globo sobre un tejido.

Esta carga genera un campo eléctrico que acelera a los electrones libres del aire circundante, haciéndolos chocar contra las moléculas cercanas, y, de esta forma, liberando aún más electrones.

Si son lo suficientemente violentas, estas colisiones hacen que el aire bajo la nube se convierta en conductor, lo que permite el paso de la corriente eléctrica.

Esto calienta el aire hasta alrededor de los 30.000º C, desencadenando el característico rayo de luz que sigue el zigzag que forman las colisiones.

Ese calor además causa una repentina expansión del aire, que suena como el trueno.

Fuente:

BBC Ciencia

1 de abril de 2013

"Energía y Potencia" para dummies

Energía y potencia son dos conceptos que hemos utilizado infinidad de veces en Nergiza, aunque parecen dos definiciones sencillas, nos hemos dado cuenta que incluso los medios de comunicación las confunden, así que vamos a tratar de explicarlos de forma que todo el mundo los pueda entender.


energiaypotencia


Lea el artículo completo en:



25 de marzo de 2013

¿Por qué se hace la oscuridad al apagar la luz?


Estamos en un cuarto donde la luz rellena totalmente la habitación. Decidimos apagar. Pulsamos el interruptor. La luz desaparece del espacio que nos rodea, aunque se mantiene unos instantes cierta luminosidad en los tubos de las lámparas de bajo consumo.

¿Por qué? ¿Adónde se va esa luz cuando apagamos? La respuesta es sencilla. El catedrático de Física Aplicada Antonio Ruiz de Elvira lo explica desde una de las estancias más oscuras de Cosmocaixa, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa de Alcobendas.

La luz no es más que una onda electromagnética de las muchísimas que nos rodean constantemente. Vivimos en un mar denso de radiaciones electromagnéticas. Solo vemos una parte minúscula de ellas a las que se han adaptado nuestros ojos; lo que llamamos 'luz visible'.

Cuando apagamos la luz, los electrones de los átomos que solo emiten luz visible dejan de excitarse, y solo emiten radiación en otras frecuencias. La luz que 'vemos', los colores, son re-radiaciones de esos electrones de los átomos que responden con unas frecuencias propias a la energía que reciben. Cuando apagamos, la energía que hemos dado a los objetos vuelve a salir de ellos, ahora como una especie de 'luz' (en realidad, otras frecuencias) que no vemos.

Fuente:

El Mundo Ciencia

11 de marzo de 2013

Autos eléctricos, ¿la solución a la contaminación en China?



El "material particulado 2,5" es, al parecer, el nuevo enemigo del pueblo en China.

Estas diminutas y dañinas porciones de materia de hasta 2,5 micrones de diámetro (MP2,5, para abreviar), son demasiado pequeñas para percibirlas a simple vista, pero lo suficientemente grandes como para colarse en el discurso final del primer ministro chino saliente ante el parlamento esta semana.

En su despedida después de una década en el poder, Wen Jiabao señaló que el gobierno comenzó a publicar cifras del MP2,5 y que aún queda mucho por hacer para lograr controlar el grave problema de la calidad del aire chino.

Así es que, con el tema de la contaminación presente en la agenda de la sesión parlamentaria anual, algunos se preguntan cuáles son las soluciones posibles.

Una de ellas bien podría ser darle un nuevo impulso a la industria de los automóviles eléctricos.

Algunos informes indican que a las cinco ciudades que actualmente forman parte del plan de generosos subsidios para vehículos impulsados a batería se le agregarán otras veinte.

Pero hasta ahora ningún país del mundo ha logrado que el sueño de conducir sin emisiones se haga realidad.
A pesar del noble ideal, el coche eléctrico hasta ahora ha dado resultados decepcionantes y representa sólo el 1% de las ventas mundiales de automóviles.

Eso mismo ocurre en China. Hay un objetivo de poner cinco millones en las carreteras en 2020 pero el consumidor chino está, por el momento, muy poco convencido.

Coche eléctrico

Por el momento, el coche eléctrico es caro.

Ansiedad

Sin embargo, la empresa BYD Auto, de la ciudad sureña de Shenzhen, es una de las fabricantes de vehículos eléctricos que anhelan que llegue el momento de que el gobierno intensifique sus esfuerzos.

La compañía saltó a la fama mundial en 2008, cuando el inversor Warren Buffett compró una participación del 9,9%.

Él apostaba a que si hay alguien que puede hacer que la tecnología funcione son los planificadores de China.

De hecho, lo han intentado. En Shanghái, por ejemplo, el importe total de la subvención que se ofrece, incluyendo una exención del costoso sistema de matrículas, asciende a hasta US$30.000.

Pekín

La polución preocupa a los chinos.

Pero todavía hace falta pagar 40.000 dólares para poder conducir un BYD modelo e6.

Los coches eléctricos no son baratos y los compradores tienen otras preocupaciones además del precio.

"Creo que la gente se entusiasma con los vehículos eléctricos, pero cuando se les pregunta si quieren comprar uno, se ponen nerviosos", dice Isbrand Ho, de la división de exportaciones de BYD.

"A eso lo llamamos 'la ansiedad de la autonomía'". ¿Hasta dónde me va a llevar el vehículo?"

La respuesta, en el caso de un e6, es más de 300 km. con una sola carga.

Ese es el tipo de número que podría empezar a atraer a los menos exigentes con los precios, pero en China todavía no hay estaciones de carga suficientes como para hacer que el coche sea una opción práctica.

El año pasado, BYD vendió sólo 1.700 coches eléctricos en China. Isbrand Ho dice que en ese volumen el coche es inherentemente costoso, debido a la economía de escala.

Lo que se necesita, dice, es conseguir que la producción sobrepase un cierto umbral, y entonces los costos bajarán.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia
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