La energía fotovoltaica es la energía del futuro. Tenemos energía del Sol para que 50.000 veces la población actual del planeta viva como vivíamos los españoles en 2006.
Las células de una placa solar son de muy diversos materiales y formas, pero básicamente de silicio (poli)cristalino. Este silicio (arena de playa fundida y solidificada lentamente para formar un cristal muy puro) se dopa con muy pequeñas cantidades de galio y arsénico, exactamente como los transistores que a miles de millones están en los ordenadores, teléfonos móviles y otros aparatos.
Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares, nos los explica desde Cosmocaixa, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa.
La introducción de otros metales en la red cristalina del silicio cambia la disposición de los electrones de sus átomos en la red: es como sentar a alguien muy grueso en una fila de sillas. En esta nueva disposición la luz de la frecuencia adecuada proporciona energía, al hacer oscilar al electrón con mayor amplitud hasta que el electrón salta lejos del núcleo de su átomo y llega a la banda de conducción.
Un símil burdo pero ilustrativo es un almendro a orillas de un río: Si agitamos (la luz) con fuerza las almendras, éstas caen al río que se las lleva. El árbol es el átomo, los electrones que se mueven por los cables son el río de corriente eléctrica que enciende las bombillas o mueve los motores de los aparatos de casa.
Fuente:
El Mundo Ciencia