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14 de agosto de 2019

Mujeres y ciencia 01/08: Merit Ptah (c. 2700 a. C.), la primera mujer científica

Varias referencias citan a la médica egipcia Merit Ptah como la primera mujer científica de cuyo nombre existe registro. Habría vivido en torno al año 2.700 a. C., lo que la situaría en la Dinastía II, en el Período Arcaico del Antiguo Egipto. 

Sin embargo, las referencias son confusas: algunas hablan de una presunta inscripción en una tumba del Valle de los Reyes, lo cual es un anacronismo, ya que este lugar no comenzó a utilizarse como necrópolis hasta el siglo XVI a. C., unos 1.200 años después. Es más plausible otra versión que la sitúa en la necrópolis de Saqqara, cercana a la antigua Menfis y que sí sirvió como lugar de enterramiento desde la Dinastía I.

Merit Ptah no era una excepción en su época; las mujeres practicaban la medicina en el antiguo Egipto, muchas de ellas en la especialidad de obstetricia. Tal vez el nombre de Merit Ptah se conservó porque su hijo fue sumo sacerdote y dejó referencia escrita a ella como “jefa de médicos”. 

Por las fechas, Merit Ptah rivaliza en antigüedad con Imhotep, el polímata que diseñó la pirámide escalonada de Saqqara y al que a menudo se considera el primer científico con nombre conocido. Este título símbólico podría reclamarse para Merit Ptah, cuyo nombre hoy designa un cráter de impacto en Venus.

Fuente: Opern Mind

3 de junio de 2019

El primer hacker de la comunicación... apareció en 1903

Nevil Maskelyne vs Marconi: un hacker en 1903

En 1900, cinco años después de estrenada la primera película de la historia, un mago británico fue un poco más lejos que los hermanos Lumière.

Grabó por primera vez un eclipse solar.

El Instituto del Filme Británico (BFI en inglés) ha restaurado en resolución 4K la filmación, hasta entonces conservada en los archivos de la Real Sociedad Astronómica en Reino Unido.

El video ya está disponible en la plataforma YouTube, dura poco más de un minuto y capta con asombrosa nitidez el fenómeno astronómico en movimiento.



"Esta es una historia sobre magia; magia, arte, ciencia, cine y los límites difusos entre los mismos," declaró Bryony Dixon, curadora de cine silente de la BFI.

Pero si había entonces alguien capaz de aunar dichas ramas en una, ese era Nevil Maskelyne, el mago británico que filmó el eclipse con la idea de incorporar novedades en su espectáculo.

Las imágenes fueron tomadas durante una expedición con la Asociación Astrónomica Británica en el estado estadounidense de Carolina del Norte en 1900.

Un mago revolucionario 

Ya en 1898 Maskelyne había viajado a la India para fotografiar el mismo fenómeno. La primera parte del viaje fue un éxito, pero no así la segunda. La cinta que contenía las imágenes fue robada en el viaje de vuelta a casa.

Para captar el eclipse, Maskelyne utilizó un adaptador telescópico en su cámara para captar con la máxima resolución posible algo que de lo que se desconocen precedentes.

El ilusionismo y la innovación le venían por tradición familiar. Su padre también fue mago e inventor científico

Maskelyne, como tantos otros magos durante la época victoriana, compartió su profesión con un profundo interés por la tecnología y el cine, una industria que entonces daba sus primeros pasos como fenómeno de entretenimiento universal.

Apasionado por la astronomía, se hizo miembro de la Real Sociedad Astronómica para poder demostrar que la cinematografía podía usarse en pos del desarrollo científico.

El primer hacker de la historia
 
Las hazañas de Maskelyne no se limitaron a la filmación del eclipse, que según la Real Sociedad Astronómica es el único documento fílmico suyo que ha sobrevivido al paso del tiempo.

En 1903 demostró sus habilidades para interceptar mensajes antes de que estos completaran su viaje desde el emisor al destinatario.

Durante una clase en el Real Instituto de Londres, el científico John Ambrose Fleming intentaba demostrar lo segura y efectiva que era la nueva forma de comunicación desarrollada por el italiano Guillermo Marconi, quien ganaría el Premio Nobel de Física en 1909. En concreto, se trataba de la transmisión de mensajes en código morse del nuevo telégrafo inalámbrico.

Por entonces, la Eastern Telegraph Company había apostado fuerte por la instalación de cables de transmisión y ante la amenaza a su negocio, encargó a Maskelyne la tarea de burlar la seguridad del nuevo invento de Marconi. Para ello, el mago solo necesitó construir una antena de 50 metros para realizar el primer hackeo de la historia.

Lo que recibiría Ambrose Fleming en su salón de clases durante su demostración no fue el mensaje esperado: "ratas, ratas, ratas", así firmó Maskelyne su burla y su intromisión en el sistema de seguridad del invento.

Lea el artículo completo en BBC Mundo

10 de abril de 2019

La primera imagen de un agujero negro prueba (una vez más) que Albert Einstein tenía razón

Astrofísicos de todo el mundo dieron a conocer la primera imagen real de un agujero negro de la historia. Con ello, se obtiene la primera prueba directa de su existencia, predicha hace un siglo por Albert Einstein.


Hasta ahora se trataba de uno de los más enigmáticos objetos cósmicos, e incluso el propio físico alemán ponía en duda su existencia pese a que teóricamente existían.

La primera imagen de un agujero negro constituye "la prueba más directa" jamás obtenida de la "existencia" de estos cuerpos celestes, explica el astrónomo Frédéric Gueth, director adjunto del Instituto de Radioastronomía Milimétrica de Europa, que participó en el proyecto. Según la ley de la relatividad general publicada en 1915 por Albert Einstein, que permite explicar su funcionamiento, la atracción gravitacional de estos "monstruos" cósmicos es tal que no se les escapa nada:  

Son objetos que poseen una masa extremadamente importante en un volumen muy pequeño. Como si la Tierra estuviera comprimida en un dedal o el sol únicamente midiera 6 km de diámetro, explicó recientemente a la AFP Guy Perrin, astrónomo del Observatorio de París-PSL.

La fuerza de gravedad que emana del agujero negro es tan fenomenal que no se ha logrado recrear en laboratorio.

Pero sabemos que existen de dos tipos:

Los agujeros negros estelares, que se forman al final del ciclo de vida de una estrella y que son extremadamente pequeños: tratar de observar los más cercanos equivaldría a buscar distinguir una célula humana en la luna.

Los segundos, los agujeros negros supermasivos, se hallan en el centro de las galaxias y su masa está comprendida entre un millón y miles de millones de veces la del sol.

Los agujeros negros empezaron a crearse muy temprano en el universo, junto a las galaxias, por lo que "engordan" desde hace 10.000 millones de años. Pero su formación sigue siendo un misterio.

El agujero negro del que ahora se tiene una imagen, es uno de los más masivos de los que se conocen, con una masa 6.000 millones de veces superior a la del sol. Está situado a 50 millones de años luz de la Tierra, en el centro de la galaxia M87.

 

9 de abril de 2019

Laura Sprechmann: “El método científico está siendo cuestionado”

La directiva de la entidad encargada de difundir el conocimiento de los Nobel alerta de la desconfianza y confusión general ante las investigaciones científicas.


Al entrar al edificio de Nobel Media, en Estocolmo, hay un pasillo repleto de estatuas en los laterales. Al final del mismo, está la de Alfred Nobel. El último testamento del inventor de la dinamita indicaba que su fortuna debía usarse para la creación de los premios que hoy llevan su nombre y reconocen la labor de profesionales en diferentes campos como la física, la química, o la medicina. En el mismo edificio, unas plantas más arriba, Laura Sprechmann, CEO de Nobel Media, recibe a EL PAÍS en una sala llena de retratos de los últimos ganadores de un premio Nobel. Entre ellos están el estadounidense James Allison y el japonés Tasuku Honjo, ambos ganadores del Nobel de Medicina en 2018, o Frances H. Arnold, premiada por su investigación en Química. "En los últimos años se ha producido una especie de erosión de lo que es un experto y una desconfianza o confusión general en la ciencia", afirma Sprechmann mientras observa las láminas pintadas cada año por el artista Niklas Elmehed.

Pero este reto no es nuevo: “Hemos tenido propaganda que suscitaba desconfianza hacia los científicos antes. Pero ahora tenemos los canales para comunicar y difundir todo de una manera totalmente distinta a como era hace 20, 50 o 100 años”. Para ella, la discusión sobre el clima es un buen ejemplo. “La ciencia está muy clara, pero mucha gente está divulgando información que no es cierta. Los métodos científicos hoy en día son cuestionados y se trata de una situación difícil teniendo en cuenta que el método científico está basado en el hecho de que siempre se deben cuestionar las cosas”, afirma.

Para enfrentarse a este desafío, considera primordial tener la capacidad de comunicar y presentar hechos. Recuerda cómo la voluntad de Alfred Nobel en su testamento de 1895 era otorgar premios a aquellos que llevasen a cabo "el mayor beneficio a la humanidad”. “Tenemos la obligación de contribuir con el conocimiento y fortalecer a las personas que quieren escuchar y aprender”, sostiene.

Con este objetivo, la entidad organiza desde 2012 en países de todo el mundo el Nobel Prize Dialogue. Se trata de un evento gratuito en el que varios premios Nobel y expertos debaten durante un día sobre los retos globales de la humanidad. Por ejemplo, sobre la energía, la inteligencia artificial, la comida, el agua, la educación o la verdad.

El 22 de mayo de este año tendrá lugar por primera vez en Madrid y se debatirá sobre el futuro del envejecimiento. Entre otros expertos, acudirán Edvard Moser, ganador del Nobel de Medicina en 2014, y Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en 2010. El escritor tendrá una conversación con el poeta Luis Alberto de Cuenca. “Se hablará sobre las pensiones, aspectos sociales como el cuidado de los mayores, la biología del envejecimiento, enfermedades como el cáncer o la demencia o cómo los robots pueden asistir a los mayores”. En el evento, organizado por Nobel Media junto a la Fundación Ramón Areces, no solo se abordarán aspectos negativos, también se debatirá sobre la creatividad y el aprendizaje en el envejecimiento.

Y se intentará dar respuestas a diversas preguntas: “¿Cuánto tiempo queremos vivir y si vamos a vivir más qué vamos a hacer con ese tiempo?”. España será el país del mundo con mayor esperanza de vida en 2040, según un estudio de la Universidad de Washington. El informe indica que los españoles llegarán a los 85,8, casi tres años por encima del promedio actual. “La edad de jubilación también es un debate, ya que tenemos vidas más saludables y hay ciertos trabajos donde no es necesario detenerse a cierta edad porque no requieren un esfuerzo físico”, afirma Sprechmann en una entrevista en Estocolmo en un viaje al que EL PAÍS ha sido invitado por el Instituto Sueco y la Embajada de Suecia en Madrid.

Además de compartir conocimiento, se pretende que los expertos puedan servir de referentes para los jóvenes. “Tienen historias personales tremendas. Si oyes que un premio Nobel de Química cuando iba a la escuela, sacaba malas notas en química y tú tienes 13 años, estás en el colegio y tienes problemas con la asignatura, pensarás que nada es imposible. Es la importancia de fallar y equivocarse”, cuenta la CEO de la Nobel Media.

El artículo completo en: El País (España)


28 de marzo de 2019

El Madrid en el que Cajal buscaba cadáveres de niños

El palacete del premio Nobel, troceado en apartamentos de lujo a la venta en una web inmobiliaria, es el símbolo del desinterés de España por el genio de la ciencia.

Placa fotográfica tomada por Cajal en la Puerta del Sol de Madrid

Cajal, nacido en 1852 en la aldea navarra de Petilla de Aragón, llegó a la capital en 1892, tras ganar la cátedra de Histología de la Universidad Central, germen de la actual Complutense. En Madrid se lanzó a explorar “la fina anatomía del cerebro humano, con razón considerado como la obra maestra de la vida”. Para ello necesitaba “piezas nerviosas fresquísimas, casi palpitantes”, pero la ley no permitía diseccionar los cadáveres hasta 24 horas después de la muerte. “Mas por aquellos tiempos arredrábanme poco los obstáculos. Decidido a superarlos busqué material para mis trabajos en la Inclusa y Casa de Maternidad, dominios donde, por razones obvias, la tiranía de la ley y las preocupaciones de las familias actúan muy laxamente”, reconoció en sus memorias, Recuerdos de mi vida, publicadas en 1917.

Las monjas de la caridad, según relató, se convirtieron en sus ayudantes en las autopsias: “Puedo afirmar que durante una labor de dos años dispuse libremente de cientos de fetos y de niños de diversas edades, que disecaba dos o tres horas después de la muerte y hasta en caliente”. Ante los ojos de Cajal, “el cerebro humano comenzaba a balbucear algunos de sus secretos”. Descubrió y describió los tipos neuronales de cada región cerebral, su “urdimbre específica y absolutamente inconfundible”. Durante siglos, el cerebro había sido considerado una masa uniforme. Hasta que llegó Cajal.

El investigador se había criado entre labradores analfabetos en los campos de Aragón, había estudiado Medicina en Zaragoza y había dado clase en las universidades de Valencia y Barcelona, pero, a sus 40 años, Cajal se enamoró de su nuevo hogar. “Madrid es ciudad peligrosísima para el provinciano laborioso y ávido de ensanchar los horizontes de su inteligencia”, escribió en sus memorias. “La facilidad y agrado del trato social, la abundancia del talento, el atractivo de las sociedades, cenáculos y tertulias, donde ofician de continuo los grandes prestigios de la política, de la literatura y del arte; los variados espectáculos teatrales y otras mil distracciones seducen y cautivan al forastero, que se encuentra de repente como desimantado y aturdido”.

El artículo completo en: El País (España)

4 de marzo de 2019

Más drama y menos información: ¿así es el futuro de la divulgación científica?

A Marco Zozaya le apasiona la ciencia. Las paredes de su habitación están llenas de fotografías de científicos y cuando crezca quiere ser un divulgador científico como Neil deGrasse Tyson. Parecía ir en buen camino cuando, a los 12 años, grabó un video sobre las vacunas en un iPad desde su patio en México.
Marco Zozaya cerca de su casa en México, en marzo. Quiere ser un divulgador científico. 

“Todos los pedazos de evidencia que hay en el universo observable de que las vacunas causan autismo están en este fólder”, dice en el video, de hace dos años. Y con una expresión de conmoción fingida, saca pedazos de papel en blanco de la carpeta. “No hay nada”.

El video ha sido visto más de ocho millones de veces y lo destacaron en medios como CNN, HuffPost y Cosmopolitan. Fue entonces que Zozaya se dio cuenta de que quizá lo que le gusta al internet no es corregir ciencia incorrecta. Lo que la audiencia digital realmente quiere es drama.

“Lo pienso ahora y me doy cuenta de que fue algo grosero”, dijo Zozaya, quien ahora tiene 14 años, durante una videollamada. “Pero a todos les encantó”.

La divulgación de ciencia es el arte de volver accesible esa disciplina y, gracias al internet, la ciencia es más accesible que nunca. Se publican en línea cada vez más investigación y datos, y una nueva generación de embajadores de la ciencia –en línea con los Mythbusters o Carl Sagan– tiene un amplio público en redes sociales. Pero se enfrentan a un dilema: las plataformas que los ayudan a mover sus mensajes usualmente favorecen un estilo más inflamatorio que informativo. Los entusiastas de la ciencia han construido enormes audiencias no solo porque atraen la curiosidad humana, sino porque tienen un toque de entretenimiento.

Michael Stevens, cuyo canal de YouTuve Vsauce generalmente revisa temas de psicología, ha descrito cómo empaqueta sus videos para que tengan un mayor público y ha presumido que podría hacer que ver cómo se seca la pintura sea interesante. Derek Muller es conocido por hacer entrevistas callejeras en su canal de YouTube Veritasium para exhibir los malentendidos que hay respecto a la ciencia. Y Elise Andrew, que tiene 25 millones de seguidores en su página de Facebook, IFLScience, usualmente comparte memes con temáticas científicas.

Mucho de lo relacionado con la ciencia que se vuelve viral es “de poca información, pero con muchos chistes”, dijo Yvette d’Entremont, quien dirige la página de Facebook SciBabe.

Lea el artículo completo en: NYT en español

10 de febrero de 2019

La tabla periódica de las científicas

2019 ha sido declarado Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos al conmemorarse el 150º aniversario de la publicación de Mendeléyev en la que colocaba los 63 elementos conocidos hasta el momento en función de sus propiedades periódicas, dejando huecos para elementos descubiertos con posterioridad y que poseían las propiedades esperadas. Al igual que pasa con otras conmemoraciones se están preparando numerosas actividades para el año 2019 relacionadas con la química, pues se pretende fortalecer la conciencia global sobre el papel clave que juega la química en el Desarrollo Sostenible al proporcionar importantes soluciones a desafíos globales tales como la energía, la alimentación, la salud o la educación.


Existe una amplísima colección de tablas periódicas de los elementos, una de las más recientes en la de la European Chemical Society lanzada con motivo de este año internacional y que representa la abundancia relativa de los elementos naturales (disponible en alta resolución aquí), las de la web Webelements que es una estupenda base de datos gratuita sobre las características y propiedades de los elementos (con tienda con productos de esos que les nos gustan a los frikis) y ¿existe alguien mayor de 40 que no haya tenido en sus manos una copia xerigrafiada de la Tabla Peryódica?
Tablas frikis existen multitud. Hace casi 10 años Eugenio recopilaba las 50 mejores y después han aparecido cosas como la Tabla periódica de la ortografía (que está bien pero pierde un poco la idea de periodicidad). Así que me puse a buscar la Tabla Periódica de las Científicas, ¡y no la encontré! así que he tenido que hacerla. Claro, es “mi” tabla periódica de las científicas, lo que quiere decir que excepto alguna consulta puntual solo me he puesto de acuerdo conmigo misma seguro que vosotros habríais elegido a otras científicas diferentes porque lo que os puedo asegurar es que me han quedado muchas fuera.
Comentarios. He intentado mantener la periodicidad con alguna trampa que otra, metiendo a científicas de doble afiliación (matemáticas y astrónomas, o químico-físicas por ejemplo) donde mejor me convenía. En algunas casillas he metido a más de una científica porque “me lo pedía” y he dejado el hueco de las Tierras Raras a las científicas españolas, raras por preciosas y desconocidas (o por lo menos más desconocidas de lo que debieran).

Las científicas que componen esta tabla (por orden alfabético de símbolos) son las siguientes:


Y aquí puedes encontrar más información sobre ellas:

Ag: Maria Agnessi, matemática
Al: Frances H. Arnold, ingeniera química y Premio Nobel de Química 2018
An: Mary Anning, paleontóloga
Ap: Virginia Apgar, médico
Av: Ángeles Alvariño, oceanógrafa
Ay: Hertha Ayrton, ingeniera e inventora
B: Linda Buck, médico y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2004
Ba: Florence Bascom, geóloga
Bb: Katharine Burr Blodgett, química
Bd: Lina Badimon, fisióloga, especialista en investigación cardiovascular, premio Rey Jaime I de Investigación Clínica 2014
Be: Jocelyn Bell Burnell, astrofísica
Bl: Alice Ball, química farmacéutica
Bc: María Blasco, bioquímica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2007
Bn: Dorotea Barnés y las químicas españolas de la edad de plata
Br: Elizabeth Blackburn, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2009
Bs: Laura Bassi, matemática y física
Bt: Patricia Bath, oftalmóloga
Bu: Marietta Blau, física
Bw: Elizabeth Blackwell, médica
By: Pilar Bayer, matemática
C: Emilie du Châtelet, matemática
Ca: Rachel Carson, bióloga y ambientalista
Cb: Pilar Carbonero, ingeniera agrónoma
Ch: Emmanuelle Charpentier, bioquímica y Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2015
Ck: Barbara McClintock, bióloga
Cl: M. Antonia Canals, matemática
Cn: Annie Jump Cannon, astrónoma
Co: Gerty Cori, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1947
Cr: Josephine Cochrane, inventora
Cs: M. Andrea Casamayor, matemática
Ct: M. Assumpció Català, astrónoma
Cu: Marie Curie, física y matemática
Cv: Josefina Castellví, oceanógrafa
Cw: Dorothy Crowfoot Hodgkin, química y Premio Nobel de Química en 1964
Do: Jennifer Doudna, bioquímica y Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2015
Dr: Mildred Dresselhaus, física
El: Gertrude B. Elion, química farmacéutica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1988
F: Fátima de Madrid, astrónoma
Fe: Antonia Ferrín, astrónoma
Fl: Williamina Fleming y las astrónomas de Harvard, astrónomas
Fr: Rosalind Franklin, química-física
Fu: Gertrudis de la Fuente, química
Fy: Joan Feynman, física y astrofísica
Gd: Jane Goodall, Dian Fossey & Biruté Galdikas, primatólogas
Ge: Sophie Germain, matemática
Gp: Maria Goeppert-Mayer, física y Premio Nobel de Física en 1963
Gr: Carol Greider, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2009
Gv: Evelyn Boyd Granville, matemática
H: Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma
Ha: Margaret Hamilton, ingeniera de software
Hg: Hildegarda de Bingen, médica
Ho: Grace Hopper, informática
Hr: Caroline Herschel, astrónoma
Jc: Irène Joliot Curie, física y química, Premio Nobel de Química en 1935
Jh: Katherine Johnson, matemática
Jk: Shirley Ann Jackson, física
Ju: Manuela Juárez, química
K: Stephanie Kwolek, química e inventora
Kl: Frances Oldham Kelsey, farmacóloga
Ko: Sofia Kovalevskaya, matemática
La: Hedy Lamarr, inventora
Lh: Inge Lehman, sismóloga
Lk: Mary Leakey, paleontóloga
Lm: Rita Levi Montalcini, neuróloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1986
Ln: Kathleen Lonsdale, química
Lo: Ada Lovelace, matemática
Lp: Nicole-Reine de Lepaute, matemática y astrónoma
Lv: Henrietta Swan Leavitt, astrónoma
Ma: María Martinón Torres, paleontóloga
Mh: Wangari Maathai, bióloga y defensora del medioambiente
Mb: Felisa Martín Bravo, física
Me: Marie Meurdrac & Jane Marcet, químicas y divulgadoras
Mg: Lynn Margulis, bióloga
Mi: Maria Mitchell, astrónoma
Mn: Rosa M. Menéndez, química
Mo: Gabriela Morreale, química dedicada a la endocrinología, Premio Rey Jaime I de Investigación Clínica 1998
Mr: Susana Marcos, física, Premio Rey Jaime I de Nuevas Tecnologías 2017
Ms: May Britt Moser, neurocientífica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2014
Mt: Lise Meitner, física
Mz: Maryam Mirzajani, matemática
Nd: Ida Noddack, química
Ng: Florence Nightingale, enfermera
Ni: Ángela Nieto, bióloga y neurocientífica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2009
No: Emmy Noether, matemática
Nu: Christiane Nüsslein-Volhard, bióloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1995
Pc: Agnes Pockels, química
Pe: Margarite Perey, física
Py: Cecilia Payne-Gaposchkin, astrónoma
Pz: Marie Anne Paulze, química
Rc: Ellen Richards, química
Rd: Teresa Rodrigo, física
Rm: Nancy G. Roman, astrónoma
Rr: Ángela Ruiz Robles, inventora
Ru: Vera Rubin, astrónoma
Sc: Bodil Schmidt Nielsen, fisióloga
Si: Alicia Sintes, física
Sl: Margarita Salas, bioquímica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 1994
Sm: Mary Sommerville, matemática
Sn: Françoise Barré-Sinoussi, viróloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2008
Sr: Donna Strickland, física y Premio Nobel de Física 2018
St: Marie Stopes, paleobotánica
Sv: Nettie Stevens, genetista
Sy: Maria Sybilla Merian, botánica y entomóloga
T: Trótula de Salerno, médico
Th: Marie Tharp y Sylvia Earle, oceanógrafas
Ti: Beatrice Tinsley, astrónoma
Tk: Mária Telkes, física e ingeniera
Vr: María Vallet Regí, química farmacéutica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2018
W: Chien Shiung Wu (y II), física
Wk: Maria Winkelmann, astrónoma
Wo:  María Wonenburger, matemática
Wt: Linda Watkins, bioquímica y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Cient
Y: Tu Youyou, química farmacéutica y Premio Nobel de Medicina 2015
Yn: Ada Yonath, química y Premio Nobel de Química 2009
Yw: Rosalyn Yalow, biofísica y Premio Nobel de Medicina o Fisiología 1977
Yz: Josefa Yzuel, física
Z: Wang Zhenyi, astrónoma
Zn: Isabel Zendal, enfermera

Hemos colgado la tabla periódica en formato A3 listo para descargarse con los nombres de las científicas:PDF preparado para imprimir en A3 con el símbolo y el nombre de cada científica (enlaces directos desde cada celda a sus biografías)
Y también podéis descargaros una Presentación con la tabla periódica editable, las científicas agrupadas por categorías y los enlaces.

Tomado de:  Naukas

14 de enero de 2019

Cuando Isaac Asimov jugó a predecir 2019 y acertó

El autor de ciencia ficción describió en un artículo publicado en 1983 por el diario 'Toronto Star' el año actual como una sociedad con computadoras y colonización espacial.


A finales de diciembre de 1983, cuando quedaban solo unos días para que empezara el año que George Orwell eligió como título de su asfixiante distopía, el Toronto Star le propuso a Isaac Asimov, por entonces exitoso escritor de ciencia ficción, que predijera el futuro. Escogió 2019 no por casualidad. Era un salto de 35 años hacia adelante. El mismo salto que había que dar hacia atrás para llegar a 1949, la fecha de publicación de 1984.

Los 35 años también eran un salto generacional. Un margen suficiente para que predecir el futuro no fuera una tarea demasiado fácil o se adentrara irremediablemente en la ciencia ficción, que era lo que Asimov escribía desde hacía cuatro décadas. En las revistas pulp, en semanarios, en forma de libros, el autor volcaba su imaginación para trazar historias de civilizaciones galácticas y robotizadas.

La popularidad de sus historias y su acento académico —era bioquímico y daba clases en la universidad— lo señalaban como un candidato perfecto para especular sobre el futuro. Lejos de mostrarse conservador, cuando el Toronto Star le pidió aquel artículo, Asimov echó su imaginación a volar. Pronosticó sobre los ordenadores y las misiones espaciales, sobre la educación y los hábitos de trabajo.

El “objeto móvil computerizado” es el término que más llama la atención en sus augurios tecnológicos. Asimov no concreta a qué se refiere, pero ahora no podemos dejar de asociar aquel pretendido cacharro con un smartphone de hoy. Decía que estos dispositivos penetrarían los hogares y serían de uso común. Antes ya habían irrumpido en su literatura, como en el cuento Sensación de poder (1957), donde se menciona una “computadora de bolsillo”.

La visión positiva de la tecnología que tenía Asimov contrastaba en los ochenta con el creciente universo ciberpunk, a punto de desbocarse de la mano de William Gibson y del cine de Hollywood. Para el autor de ciencia ficción, sin embargo, las computadoras se volverían indispensables en 2019 y ello redundaría en beneficio de la sociedad.

El efecto inmediato de la adopción de las computadoras sería cambiar nuestros hábitos de trabajo, algo que se puede afirmar con toda seguridad que ha sucedido. Solo hay que pensar en cómo era una oficina en 1984. El autor también vaticinaba que algunos empleos desaparecerían, en favor de las computadoras y los robots, que se ocuparían de las tareas repetitivas. Pero se crearía más empleo del que se destruiría. De nuevo, pensaba en positivo.

 

30 de diciembre de 2018

Top 10: Así fue la ciencia en 2018


Se diría que el futuro nos ha sobrepasado en ciertos aspectos: hace apenas 10 años no podíamos imaginar el estado actual de ciertas tecnologías que hoy empleamos a diario. El reciente anuncio del nacimiento de los primeros bebés modificados genéticamente nos ha enfrentado también con una visión clásica del porvenir, pero una que para muchos resulta aterradora. En cambio, en otros campos parece que ese futuro se resiste a llegar: seguimos sin encontrar vida extraterrestre y sin que un humano haya pisado Marte, que aún nos reserva grandes secretos. Recordamos algunas de las noticias científicas más memorables de este año en el que nos dejó el físico Stephen Hawking.

1. Hawking despega a las estrellas

Sin duda la historia científica más divulgada de este 2018 saltaba el 14 de marzo, cuando se conocía el fallecimiento del astrofísico británico Stephen Hawking a los 76 años; todo un récord de longevidad para quien fue diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica a los 21.

Como principales contribuciones científicas, quedan sus estudios teóricos sobre los agujeros negros y su descripción del Big Bang como una singularidad del espacio-tiempo, una idea inspirada en el trabajo de Roger Penrose y que ha prestado un sólido aval a la hipótesis de la colosal explosión como origen del universo.

 

2. ¿Los primeros bebés con genomas retocados?

Curiosamente, la novedad científica de mayor impacto del año que termina ha sido más vilipendiada que aplaudida, y ni siquiera tenemos confirmación de que realmente se haya producido. La última semana de noviembre se conocía que el investigador chino He Jiankui ha obtenido por primera vez bebés con genomas modificados con la herramienta de edición genética CRISPR, traspasando así una frontera sobre la que aún se mantiene un intenso debate ético.

3. Un lago bajo el hielo de Marte

Las noticias sobre la presencia de agua líquida en Marte son como las olas en la playa: periódicamente vienen y se van, en algunos casos llevándose lo que ya creíamos probado. Sucedió con los presuntos torrentes estacionales anunciados en 2011, y que en 2017 quedaron relegados al cajón de las hipótesis probablemente fallidas. Pero este año hemos recibido un nuevo aliento a la probabilidad de que el planeta vecino albergue el líquido esencial para la vida. 

 

4. Neutrinos: hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…

…partículas tan pequeñas que atraviesan la materia sin dejar rastro, comenzaron un viaje cósmico de 4.000 millones de años, que las llevaría hasta las entrañas de una monumental construcción hoy enterrada en el hielo del Polo Sur de la Tierra. Se trata del Ice Cube, un detector de neutrinos de alta energía que aprovecha las muy improbables colisiones de estas diminutas partículas con una inmensa red de sensores para registrar su paso y rastrear su procedencia.

5. ARN de interferencia, una nueva caja de herramientas contra la enfermedad

En la última década del siglo pasado comenzó a desvelarse un nuevo mecanismo de regulación celular a través de pequeñas moléculas de ARN (una forma química parecida al ADN) que bloquean selectivamente la actividad de los genes. Estos ARN de interferencia (ARNi) forman parte del sistema que dirige el desarrollo y la función de los distintos tipos celulares para cumplir sus misiones en el organismo. 

6. Un nuevo cohete lleva el primer coche al espacio

En febrero se estrenó con éxito –aún sin tripulantes– el cohete Falcon Heavy de SpaceX, la empresa de Elon Musk. Quizá el impecable debut de la nueva lanzadera estadounidense habría captado solo el interés de los especialistas, de no haber sido por una de las más fantásticas campañas publicitarias jamás concebidas: la carga útil del cohete incluía el descapotable rojo Tesla Roadster del propio Musk, conducido simbólicamente por un maniquí al ritmo del Space Oddity de David Bowie. Sin embargo, la cara excentricidad del magnate surafricano no ha sido bien recibida por algunos científicos, según los cuales el coche podría algún día contaminar Marte con microbios terrestres.

7. Dickinsonia, el primer animal conocido de la Tierra

En las últimas décadas los científicos han comprobado que las claves de la historia biológica terrestre ya no solo se encuentran bajo el suelo, sino también en los laboratorios. Las técnicas experimentales avanzadas revelan detalles en los restos fósiles que no se aprecian a simple vista, y que resultan primordiales a la hora de reconstruir el pasado de la vida en la Tierra. Es el caso del procedimiento que en septiembre permitió a un grupo de investigadores identificar moléculas de colesterol en fósiles de Dickinsonia, un organismo conocido desde 1947 pero que hasta ahora no había podido asignarse con certeza a un taxón biológico concreto.


El hallazgo demuestra que Dickinsonia era un animal, y su edad de 558 millones de años lo convierte en el más antiguo conocido hasta ahora, casi 20 millones de años antes de la explosión cámbrica. Los resultados sugieren que nuestro linaje como animales se remonta al Ediacárico, un periodo ancestral rico en formas de vida cuya posible descendencia actual aún es motivo de debate.

8. La familia humana se complica

Los Homo sapiens somos los únicos humanos existentes hoy. Ya conocíamos que esto no siempre ha sido así, pero este año hemos sabido que el pasado de nuestro linaje es probablemente mucho más complicado de lo que se sospechaba.


En agosto, un estudio dirigido por el paleogenetista Svante Pääbo revelaba el genoma de una mujer que murió hace 90.000 años y que era hija de dos tipos diferentes de humanos: su madre era neandertal y su padre denisovano, un grupo aún oscuro que vivió en Asia. Este cruce se une a los ya conocidos de los humanos modernos con denisovanos y neandertales, confirmando que la línea evolutiva de nuestra especie no es tal línea, sino una red bastante enmarañada.

9. Sin megaestructuras alienígenas, pero con un nuevo impulso al SETI

Después de tres años de estudios científicos y especulaciones, parece que la última posible pista vigente hacia una civilización alienígena era un callejón sin salida. Cuando en 2015 un estudio mostró una extraña atenuación del brillo de una estrella llamada KIC 8462852, a 1.470 años luz de la Tierra, hubo quienes recordaron la predicción formulada en 1960 por el físico Freeman Dyson: este sería el signo de una megaestructura de ingeniería construida por una especie tecnológicamente avanzada para cosechar la luz de la estrella. Sin embargo, este año varios estudios han concluido que, con toda probabilidad, se trata solo de una nube de polvo.

10. Y aquí termina el Sistema Solar

Esta lista y este año terminan apropiadamente con el lugar físico donde acaba el Sistema Solar; o al menos, la tierra firme más distante en nuestro vecindario cósmico, que conozcamos hoy. Hace unos días se ha anunciado el descubrimiento de 2018 VG18, alias Farout (“muy lejos”), el primer objeto transneptuniano detectado a más de 100 veces la distancia de la Tierra al Sol; concretamente, 120.


El objeto, de unos 500 kilómetros de diámetro y de un color rosado, está más de tres veces y media más lejos que Plutón. Los científicos aún no conocen su órbita con precisión, pero estiman que un año en Farout puede durar más de un milenio terrestre.

Tomdo de: Ipen Mind

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