Cuando investigadores de distintos continentes se dieron cita este año en Uruguay, buscaban claves para resolver uno de los grandes desafíos del futuro: alimentar a una creciente población mundial que alcanzará 9.000 millones en 2050.
El país sudamericano ha logrado rendimientos de arroz equiparables a las zonas más fértiles de Estados Unidos, gracias a un modelo que podría contener lecciones vitales para otras naciones.
El avance es una de las innovaciones de alto impacto que será compartida en la cumbre internacional de la semana próxima en Uruguay, la Conferencia Global sobre Investigación Agrícola para el Desarrollo, GCARD por sus siglas en inglés.
"Estimamos que en 2035 será necesario producir 116 millones de toneladas de arroz pulido o seco extra cada año para satisfacer la demanda global", dijo a BBC Mundo Achim Dobermann, director del Instituto Internacional del Arroz, con sede en Filipinas. La producción global actual de arroz seco (el que llega al consumidor) es de cerca de 480 millones de toneladas.
"Estimamos que en 2035 será necesario producir 116 millones de toneladas de arroz extra cada año para satisfacer la demanda global"
Achim Dobermann, Instituto Internacional del Arroz
Dobermann es uno de los expertos que visitó recientemente las plantaciones de arroz en Uruguay junto a representantes de África, Asia y otras regiones.
"Los progresos en un país pueden ofrecer lecciones que pueden ser adaptadas en otros. Miramos a Uruguay en este marco", dijo Dobermann.
¿Cómo ha logrado Uruguay sus altos rendimientos? ¿Y en qué medida puede servir esta estrategia a otras naciones?
Intervención estatal mínima
"Algo que encontramos intrigante en el caso de Uruguay es la poca intervención del Estado", dijo Dobermann.
El área cultivada de arroz es de 200.000 hectáreas y el 95% de la cosecha es destinada a la exportación, por lo que el país ha sido forzado a desarrollar un sistema competitivo que satisfaga estándares altos de calidad y rendimiento.
"Para dar una cifra sencilla, producimos 8.000 kilos de arroz seco por hectárea, una cifra similar o incluso superior a lo que puede ser el sur de Estados Unidos o Australia y muy superior al resto del mundo", dijo a BBC Mundo Álvaro Roel, presidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay, INIA.
Los precios son acordados en negociaciones directas entre los productores y los molinos arroceros.
"El precio del arroz que recibimos los productores es resultado de una negociación anual entre productores y tres molinos industrializadores que reciben el 75% del arroz del país", explicó Ernesto Stirling, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz de Uruguay, ACA.
"Es un sistema bastante raro ya que no existe otro en el mundo ni parecido y surgió de la necesidad de salir juntos a exportar a un mundo muy competitivo y subvencionado".
"Uruguay es quizás el único país del mundo que no subvenciona al productor arrocero", asegura.
Algo que también llamó la atención de Dobermann es la "implementación sistemática de prácticas agronómicas", de forma que un mosaico de innovaciones llegue efectivamente a los cultivadores.
Los propios productores financian en un 50% el INIA y reciben asesoramiento técnico en distintos niveles, desde los técnicos del INIA a los asesores de pequeños grupos de agricultores y los ingenieros de los molinos compradores.
El Estado financia el otro 50% del instituto de investigación y cumple un rol clave en la búsqueda de nuevos mercados.
Los productores plantan semilla nueva cada año. "Hoy por hoy las variedades que se plantan son todas generadas en Uruguay en el INIA", dijo Roel.
El sistema integrado ha permitido a Uruguay vender arroz homogéneo y "ser reconocido por algo que otros países no pueden hacer: vender arroz con pureza varietal, es decir, podemos decir va un barco de la variedad tal y uno sabe que todo el arroz dentro de ese barco es similar", dijo Roel.
Para Dobermann, el sistema uruguayo contiene lecciones valiosas.
"En Asia y África tenemos campos más reducidos y agricultores más pobres, pero la implementación sistemática de mejores prácticas agronómicas y la forma de llevarlas hasta los productores son elementos que pueden aplicarse en otros países".
El modelo del arroz uruguayo será debatido junto a otras innovaciones en la cumbre de la semana próxima en el país sudamericano.
"Hace pocos días la FAO indicó que existen cerca de 850 millones de personas que padecen hambre en el mundo a diario. Esto es un llamado adicional a la acción por parte de países tanto desarrollados como en desarrollo", dijo a BBC Mundo Carlos Pérez del Castillo, director ejecutivo de una de las organizaciones convocantes, el CGIAR, que reúne los 15 centros internacionales de investigación agrícola incluyendo el Centro Internacional de Agricultura Tropical en Colombia y el de la papa en Perú.
El papel de América Latina en la búsqueda de innovaciones agrícolas de alto impacto puede ser central, ya que la región ha sido identificada "como una de las únicas que dispone de los recursos necesarios para aumentar significativamente la producción de alimentos en las próximas décadas".
La región también ha innovado en materia de modelos institucionales para el desarrollo. Una alianza público-privada, el Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego – FLAR, funciona desde 1995 con recursos aportados por sus miembros en 17 países latinoamericanos y los destina a investigación cooperativa. Esta alianza sur-sur hace a los productores arroceros menos dependientes de organismos internacionales y más directamente involucrados en sustentar su propio desarrollo.
Para Pérez del Castillo, "la cooperación Sur-Sur es fundamental dado que la solución al problema alimentario provendrá de las economías emergentes ante un mundo desarrollado que muestra severas dificultades para mantener su crecimiento a largo plazo".