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30 de mayo de 2013

Es la evolución y no la religión la que determina los comportamientos

Bonobo

La moral tendría un origen más animal que divino.

Ni Jesús ni Rousseau ni Hobbes. Más bien la mona chita, o Darwin, para los más letrados, tendrían que ver con la moral.

La moral humana tiene un pasado evolutivo ligado al comportamiento social, no religioso ni filosófico. Así lo plantea el primatólogo y profesor Frans de Waal en su último libro "El bonobo y el ateo".
"Muchos de los patrones que consideramos 'morales' vienen de la evolución de las especies", le explica De Waal a BBC Mundo.

Basado en 40 años de observación de primates, De Waal asegura que lo que los seres humanos denominamos como "moral" está mucho más cerca del comportamiento social de los simios que a una imposición divina o una decisión filosófica.

Para el científico, la moral no pasa por una decisión que se toma o que se impone desde arriba -filosofía, religión o incluso autoridad- sino que es innata al comportamiento social humano. No sólo eso: no es exclusiva, sino que viene como parte del "paquete social" que también puede encontrarse en otros animales como nuestros parientes primates.

Según el autor, los dos pilares de la moral: reciprocidad y justicia, por un lado y empatía y compasión por el otro, están presentes en el comportamiento social de los simios, el cual es ampliamente retratado en el libro.

Ética primate

Portada del libro "El bonobo y el ateo"

El bonobo y el ateo salió a la venta hace menos de un mes y ya causó polémica.

Lo anterior está relacionado con los dos grados de moralidad que De Waal distingue en el comportamiento de estos animales. La primera, denominada moral "uno a uno", tiene que ver con cómo un individuo espera ser tratado.

Los estudios de De Waal, así como los de otros investigadores, han comprobado que chimpancés y bonobos respetan el concepto de propiedad y tratan a sus pares según la escala de jerarquía.

Sin embargo, muchas otras especies parecieran regirse por un sistema parecido. Entonces, ¿cuándo un comportamiento social se vuelve moral?

La clave es que estos primates esperan que se les respeten sus "derechos" y ser tratados según su grado jerárquico. Como animales sociales, muestran gratitud e incluso pueden tomar venganza, dependiendo del comportamiento de otros hacia ellos.

El segundo grado de moralidad se denomina "preocupación social" y tiene relación con un concepto más abstracto, que involucra el sentido de armonía de la comunidad o grupo como un todo. Aunque bastante rudimentario, los simios sí muestran ciertas formas de reconocimiento de este grado de moralidad al compartir su comida, tranquilizar a sus vecinos o incluso "intervenir" en peleas de terceros para evitar disturbios en la comunidad.

En una charla TED dictada por De Waal previo al lanzamiento del libro, el autor explicó que una de las cosas que más le llamó la atención de los primates que estudió fue su afán por reconciliarse luego de una pelea. "El principio es que tienes relaciones valiosas que resultan dañadas por el conflicto, por lo que tienes que hacer algo al respecto", explicó en esa ocasión.

Frans de Waal

Frans de Waal lleva 40 años investigando a los primates.

Todo, siempre en miras a la aceptación -y cooperación- social.

Los humanos, tal como nuestros parientes simios, evolucionamos en pequeños grupos donde la cooperación se volvió fundamental. Tal como ellos, también, ser sensible a las necesidades, intenciones y ánimos de nuestros pares se volvió una necesidad vital. Y eso, según de Waal, no tiene nada que ver con una decisión o un mandato superior, sino con la básica supervivencia.

"Los seres humanos tenemos todo tipo de intereses egoístas y conflictos individuales que necesitamos resolver para lograr una sociedad cooperativa. Por eso es que tenemos moral, y las abejas u hormigas no", señaló De Waal en una entrevista.

Sin embargo, tampoco es que la moral provenga de una especie de Leviatán hobbesco.

"El concepto de 'el hombre es un lobo para el hombre' es bastante injusto. Tanto para los lobos, que son animales bastante cooperativos, como para la humanidad que también es bastante más cooperativa y empática que lo que suele decirse", aseguró el científico en su charla TED.

Polémica religiosa

Ni dios ni la filosofía entonces habría influido en el desarrollo del comportamiento moral.

Sin embargo las teorías de De Waal, basadas en sus descubrimientos, no caen muy bien entre filósofos, antropólogos e incluso economistas, según el mismo De Waal ha contado.

"Ellos decidieron en su mente que la justicia es un concepto muy complejo y que los animales no pueden tenerlo. Hubo un filósofo incluso que nos escribió quejándose de que era imposible que los monos tuvieran un sentido de equidad, ya que la equidad era un concepto inventado durante la Revolución Francesa", relató el científico en su charla TED.

Y hoy se ha visto envuelto en otra polémica. Esta vez con religiosos. O no religiosos, para ser exactos.

"La religión no es irrelevante, pero no es la base de la moralidad", le dice De Waal a BBC Mundo.

Originario de los Países Bajos, De Waal le cuenta a BBC Mundo que el libro es también una reacción a una sociedad como la estadounidense, donde la mayoría de las personas asocian directamente la moral con la religión.

Bonobos

Los bonobos y los chimpancés se reconcilian después de pelear con un par que consideran valioso.

En su libro, el científico dedicó un capítulo completo al ateísmo. "Estoy por un rol reducido de la religión, con menos foco en Dios todopoderoso y más foco en la potencialidad humana", escribe. Pero eso parece no ser suficiente para los ateos.

Prominentes representantes del ateísmo como PZ Myers y AC Grayling han criticado duramente el libro, molestos no sólo porque De Waal es un científico que no "demoniza" la religión, sino que además critica al ateísmo, advirtiendo sobre los peligros de convertirlo en un dogma tan fuerte como la propia religión.

"Creo que deberían calmarse un poco", le dice De Waal a BBC Mundo, poniendo paños fríos a la discusión.

"Si dios existe es una pregunta interesante, pero no es la pregunta de mi libro y tampoco es una pregunta que un científico va a poder contestar", concluye.

Fuente:

BBC Ciencia

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9 de mayo de 2013

Las raíces del vínculo materno: El amor de la madre primate

Una hembra de gorila protege a su cría, escoltada por dos machos. | Bioparc Valencia

Una hembra de gorila protege a su cría, escoltada por dos machos. | Bioparc Valencia
Pronto se celebrará el Día de la Madre y es el momento perfecto para repasar lo fundamental que este rol social ha supuesto en la historia evolutiva de nuestra especie.

Según la Teoría de la Eva mitocondrial, todos los humanos actuales descendemos de un pequeño grupo de mujeres que vivieron hace unos 190.000 años en la zona oriental del continente africano. La evidencia se encuentra en un pequeño fragmento de ADN que poseemos todas las etnias del planeta tierra, transmitido por vía materna. Pero la historia de este fantástico viaje que ha supuesto la relación madre-cría en la evolución de los humanos y otros primates comenzó varios millones de años antes.

En los mamíferos, la responsabilidad del cuidado recae principalmente en las madres (95% de las especies conocidas). Las teorías clásicas apuestan por la aparición del cuidado materno debido a que los hombres no somos fiables. La tendencia a cazar, luchar e irnos con otras mujeres nos convierte en unos progenitores que proporcionan escasa seguridad a la hora de aportar los 13 millones de calorías que, el antropólogo Hillard Kaplan, ha calculado que son necesarias para criar a un humano hasta el momento de su independencia.
                 
La maternidad es un sistema de inversión parental clave para nuestra adaptación que no poseen todas las especies del Reino Animal. En peces, es frecuente que sea el padre el encargado del cuidado y crianza de la descendencia. En el caso de las aves, predomina el modelo en el que ambos sexos cooperan por igual. Pero estos animales no dependen tanto de los conocimientos de otros individuos para sobrevivir como nosotros.

Sin la existencia del cuidado maternal, los primates probablemente nos hubiéremos extinguido hace millones de años o simplemente no seríamos la especie tan exitosa que representamos hoy en día. A diferencia de otros animales, los grandes simios nacemos con pocas habilidades para comportarnos en grupos tan complejos como en los que vivimos. Las primeras lecciones sociales las aprendemos de nuestras madres.

En una visita reciente al Bioparc de Valencia, el biólogo responsable de primates Rubén Pardo, me contó que Mirinda, una hembra chimpancé solía poner límites al comportamiento de su cría Kimbo. Kimbo tenía la mala costumbre de hacer demostraciones de fuerza que copiaba de los adultos, pero que eran peligrosas ya que no correspondían a su edad ni poder. Mirinda solía parar de raíz estas conductas agarrándole, dándole a entender que no era lo adecuado. Es peligroso despertar la agresividad de otros machos adultos si no puedes hacerles frente.

Además, es necesario aprender a defenderse y obtener recursos del entorno. Esta flexibilidad tan característica de la especie humana supone una ventaja en ambientes cambiantes y complejos, ya que podemos aprender de la experiencia de otros, pero también es una desventaja porque dependemos muchos años de individuos que deben invertir gran cantidad de tiempo y energía en nosotros.



En la relación madre-cría también se produce un desarrollo emocional que jugará un papel clave en el futuro, tanto en la vida social como personal. En varios experimentos realizados por Harry Harlow sobre la importancia del apego con las madres para los primates, se demostró que unos macacos recién nacidos preferían estar con una falsa madre de trapo a una de frío metal, aunque esta última portaban un biberón.

Los resultados obligaron a modificar protocolos de trato en orfanatos y hospitales, con el objetivo de proporcionar mayor contacto físico a los bebés. Pero este papel afectivo no lo ha de cumplir necesariamente la madre biológica. En los casos de chimpancés huérfanos, suele ocurrir que una hermana de la madre u otra hembra no emparentadas asumen el cargo con gran entusiasmo.

Muchos primates mantenemos el vínculo con nuestras madres de por vida. Los bonobos continúan el contacto con sus madres pasados muchos años. En la mayoría de las sociedades humanas ocurre lo mismo. Las visitamos de manera periódica o mantenemos el contacto por teléfono e internet. En chimpancés, también hay registrados casos de relaciones de larga duración entre madres y sus hijos.
Sobre la base de la experiencia de la relación madre-cría, interpretamos y exploramos el mundo que nos rodea. Se ha demostrado que el estilo de apego que mantenemos con nuestras madres influye en la curiosidad, la creatividad, las ganas de vincularnos con otras personas y la tendencia a explorar el mundo. En una conversación que mantuve hace varias semanas con Jane Goodall, me contó el caso de madres chimpancés que aplican una fórmula muy exitosa: afectividad, ser juguetonas, tolerantes y dispuestas a poner límites.

En el fenómeno de la maternidad pueden rastrearse los orígenes del entendimiento mutuo y la empatía. La bióloga evolutiva Sarah Blaffer Hrdy cree que debido a la gran dependencia de las crías humanas, las madres del Paleolítico tuvieron que ser ayudadas por otros miembros de grupo: tías, abuelas, niños más maduros, etc. Gracias a esta organización en torno a los bebés, la sociabilidad de nuestra especie se vio favorecida.

La cooperación de todos era necesaria para sacar adelante a la descendencia, lo que generó mayor cohesión de los grupos y se favorecieron los mecanismos de entendimiento. De hecho, aún hoy en día, podemos comprobar como en sociedades menos industrializadas que la nuestra, la implicación de toda la familia en la crianza es frecuente. En España aún quedan algunas reminiscencias y puede que la crisis que haya hecho florecer de nuevo esta tendencia tan ancestral.
                    
De lo que sí podemos estar seguros es que la maternidad ha cambiado la historia evolutiva del ser humano para siempre. A partir de ese vínculo tan especial se han desarrollado o potenciado otras capacidades cognitivas que hacen de nuestra especie un animal excepcional. Además, pocas cosas en común son tan fáciles de entender para cualquier ser humano del planeta, por diferente que sea, que la experiencia vital de haber tenido una madre.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)

23 de abril de 2013

Las raíces de la agresividad: Los primates terroristas

Los dos hermanos chechenos, presuntos autores del atentado de Boston. | Reuters

Los dos hermanos chechenos, presuntos autores del atentado de Boston. | Reuters
En los atentados terroristas, como el ocurrido en Boston el martes pasado, en el que varias bombas estallaron al paso de los corredores de una maratón, se puede extraer mucha información a partir de la cual generar debate sobre el simio bipolar que es el ser humano, como dice el primatólogo Frans de Waal.

Por un lado están los autores del atentado, los cuales, presuntamente han sido dos jóvenes estudiantes chechenos con permiso de residencia en los Estados Unidos. Sea cual sea el mantra que se repitieron a sí mismos para justificarlo, uno de los elementos esenciales es que estamos ante grupos de personas que utilizan el miedo como elemento de persuasión, debido a que apuestan por causas que no pueden ser defendidas mediante las palabras y el debate.

Los chimpancés carecen de lenguaje hablado y de afiliación religiosa, pero existen comunidades en los que un individuo o varios pueden llegar a comportarse como verdaderos terroristas. Algunos individuos muestran comportamientos xenofóbos, motivados una ansiedad que, tanto a ellos como a nosotros los humanos, nos genera "el otro" o "lo diferente". Por esta razón hay que tener mucho cuidado cuando se forman grupos de primates de manera artificial, ya que siempre es un momento de gran tensión.

El resentimiento del macho expulsado

Pero también hemos identificado otras causas. En varias especies de primates, algunos machos jóvenes son expulsados del grupo a la fuerza. Estos suelen aliarse con otros machos que están en su misma situación, creando así una tropa compuesta exclusivamente de machos expulsados o periféricos. Este tipo de alianzas pueden ser peligrosas.

De modo similar y sin ser en caso alguno una justificación para realizar tales atrocidades, muchos terroristas y asesinos en serie tienen en común un sentimiento de rechazo o expulsión, ya sea en su país de origen o destino.

En Sudáfrica, por ejemplo, se han producido más de cien muertes de rinocerontes por ataques de elefantes en tiempos recientes, una especie con la que no se tenía noticia de que entraran en conflicto. Cuando se estudió el historial de los agresores, todos tenían en común el que eran huérfanos macho que habían presenciado la muerte de sus madres, en la mayoría de los casos por armas de fuego, a manos de cazadores furtivos. La solución consistió en introducir individuos adultos de elefantes que controlaran la agresividad de los más jóvenes.

Hasta tiempos recientes, se pensaba que los terroristas eran psicópatas, pero en estudios de personalidad quedó reflejado que no poseen trastornos de la personalidad diferentes a los de las personas 'normales'. Posteriormente se hicieron estudios en barrios donde habían nacido y habitado tradicionalmente los terroristas. Tampoco se encontró una mayor tasa de este desorden.

El lado positivo de nuestro instinto tribal

Pero por otro lado está la reacción de las víctimas y la sociedad a la que pertenecen. Tanto en el 11-S como el 11-M, la actitud de la ciudadanía fue ejemplar. Boston no ha sido una excepción. En estas circunstancias es cuando más comportamientos altruistas por segundo se producen. Es el momento en el que se activa el lado más positivo del instinto tribal que todos llevamos dentro, responsable de los actos más bellos de nuestra especie.

Gente que se queda sosteniendo la mano de víctimas hasta que una ambulancia libre pueda atenderles, personas que comparten su poco o mucho conocimiento para afrontar este tipo de situaciones, grupos de vigilancia que se organizan de manera espontánea para vigilar los barrios y un largo etcétera.
Del mismo modo, entre primates no humanos es frecuente que se consuelen los unos a otros tras un suceso que ha generado angustia. Estos suelen abrazarse, lo que disminuye el estrés. Y es que la cohesión es una buena estrategia ante las consecuencias psicológicas del miedo.

Cohesión y unidad frente al dolor

Pero los humanos, además del uso del contacto físico, también somos capaces de contener la ansiedad del grupo mediante la palabra, lo que nos permite llegar a más gente de manera simultánea. El discurso pronunciado por Obama es un intento de aliviar el dolor psicológico en forma de estrés, tristeza o angustia que estos atentados terroristas han generado. La llamada a la cohesión, la unidad y la corresponsabilidad en superar estos sucesos es lo mismo que haría un líder de una tribu africana tras un asesinato de uno de sus miembros.

Algunos expertos en psicología del terrorismo, como Clark McCauley, creen que debemos aceptar que todos podemos ser terroristas bajo determinadas circunstancias. Aceptemos o no esta hipótesis, esta ínfima minoría violenta representa lo peor del ser humano. El límite extremo negativo de lo que es capaz de hacer el simio bipolar que representa el ser humano.

Aún así, no podemos permitir que acontecimientos como el de Boston nos hagan centrar la atención en el lado más oscuro y eclipsen el hecho de que por cada gramo de metralla emergen miles de acciones altruistas, las cuales ponen al descubierto nuestro mejor lado como especie.

Fuente:

El Mundo Ciencia

18 de abril de 2013

¿Qué animales se automedican como los hombres?


Chimpancé

El concepto de automedicación no es exclusivo del Homo sapiens. Se conocen muchas especies de animales que deciden ingerir ciertas sustancias por su interés farmacológico y no solo por cuestiones de nutrición. No obstante, es un fenómeno poco estudiado en la naturaleza.
 
Varios expertos en ecología y biología evolutiva analizan las causas de este comportamiento en un artículo publicado en Science, y centrado en el uso de la automedicación para curar o prevenir enfermedades parasíticas. 

Aunque los chimpancés buscan hierbas medicinales para purgarse de posibles parásitos, no solo se automedican las especies de animales con una alta capacidad para observar y aprender. De hecho, muchos lo hacen mediante comportamientos innatos, no aprendidos. 

En el artículo, los autores exponen varias consecuencias de la automedicación, que incluso pueden afectar al ser humano de manera indirecta. 

En primer lugar, influye en la transmisión y virulencia del parásito. Por ejemplo, cuando la mariposa monarca deposita sus huevos en asclepias –plantas herbáceas–, tóxicas para los parásitos, estos aumentan su virulencia. 

La respuesta inmune de estos animales –que tiene un costo muy alto–, puede reducirse o incluso eliminarse por efecto de la automedicación. Es el caso de las abejas, que al utilizar antimicrobianos en sus nidos han evolucionado hasta perder ciertos genes inmunológicos. 

Además, los autores se atreven a pronosticar que, si se llevan a cabo más estudios, podrá observarse que los huéspedes han adaptado su comportamiento a sus parásitos, y que la automedicación está más extendida de lo que se creía. 

El estudio de la automedicación también afecta a la producción de comida y medicamentos por parte del ser humano. Algunas enfermedades animales pueden ser peores si se interfiere en la capacidad de los animales para medicarse, como puede pasar con las abejas seleccionadas para producir poca resina en sus panales –sustancia antimicrobiana que reduce la producción de miel–, y que se ven expuestas a infecciones. 

Por último, dado que el Homo sapiens es también un animal ‘farmacéutico’, y muchas medicinas modernas derivan de plantas y productos naturales, estudiar la medicación animal puede ayudar a descubrir nuevos fármacos de utilidad.

¿Existen las farmacias entre los animales?

Desde que en 1978 se describiera este comportamiento aplicado a la eliminación de parásitos, la lista de animales ‘farmacéuticos’ ha crecido hasta incluir polillas, hormigas, abejas e incluso la mosca de la fruta Drosophila

Las plantas medicinales pueden emplearse para curar o prevenir parásitos en el propio animal –como hacen babuinos y algunas orugas–, pero también se utilizan con la misma intención de manera social –como hace Drosophila con sus crías, o ciertas hormigas con sus compañeras–. 

Las investigaciones sobre esta medicación social o transgeneracional indican que el estudio de la automedicación no debe centrarse en el ‘auto’, sino en la eficacia biológica que estos comportamientos aportan a la población.

Fuente:

GeoMundo

13 de abril de 2013

El liderazgo y la soledad de la 'hembra-alfa'

Margaret Thatcher, en una imagen tomada en 2009. | Efe
Margaret Thatcher, en una imagen tomada en 2009. | Efe
El mismo año que Margaret Thatcher accedió al cargo de Primer Ministro, declaró a la prensa británica: "No soy una política de consenso. Soy una política de fuertes convicciones". En apenas doce palabras, Thatcher definió a la perfección el estilo de liderazgo que ejercería sobre el Reino Unido en los siguientes once años que duró su mandato, el cual dejó huella en la historia contemporánea para siempre.

Thatcher fue un animal político innato. Desde muy joven, estuvo involucrada en la política local. Más adelante, mientras estudiaba en Oxford, se convirtió en la Presidenta de los estudiantes conservadores de la prestigiosa universidad británica. Poco tiempo después fue nombrada jefa del partido de los 'Tories' y también fue diputada antes del asalto final a la cancillería en 1979.

En los años 70, el Reino Unido sufría uno de los peores momentos de su historia económica, social y política. El IRA abría portadas de los periódicos con sus atentados y el desempleo se había disparado. A esto había que sumar las crisis del petróleo y el carbón.

Este contexto sumió a los británicos en sentimientos de descontrol, desesperanza y baja autoestima, que Thatcher supo aprovechar. El uso dialéctico de la amenaza que suponía la expansión de la URSS, así como la determinación con la que ejercía, despertaron instintos patrióticos que no afloraban desde la II Guerra Mundial. El miedo también provoca la cohesión de la sociedad en otras especies de animales. Este es el caso de las sociedades de fusión-fisión en varias especies de primates, las cuales se unen ante la amenaza de sus depredadores.

Líderes belicosos

En el Reino Unido, poco a poco había crecido entre la población una necesidad de realizar cambios y dejarse llevar por alguien fuerte que demostrara tener las cosas claras, estuviera equivocada o no, como ya ha ocurrido otras veces en la Historia. En las elecciones de 1979, los conservadores obtuvieron uno de los mejores resultados de su historia. Thatcher había conectado con los miedos y necesidades de los británicos a la perfección.

Desde ese momento, la 'hembra-alfa' de la manada británica desplegó de manera progresiva un estilo de liderazgo más dominante y autoritario, muy similar al que también podemos encontrar en algunas sociedades de grandes simios y tribus humanas.

Entre los apache, en tiempos de guerra era común elegir a líderes enérgicos y belicosos, a los cuales destituían poco después, conscientes de que la utilidad de este tipo de personas no es adecuada para alcanzar un equilibrio social una vez terminados los conflictos. Thatcher, aunque cohesionó al país en un primer momento, más adelante lo desequilibró con sus fuertes recortes en política social y masivas privatizaciones.

Este mismo fenómeno lo podemos encontrar en algunos grupos de chimpancés que viven momentos de inestabilidad. Es común que esta especie acepte temporalmente líderes más agresivos de lo habitual, los cuales actúan con determinación en la toma de decisiones. De esta manera ceden parte de autonomía a cambio de seguridad.

Las represiones policiales que Thatcher ordenó contra manifestantes y mineros durante las huelgas de los años 80, y el hundimiento del buque de la armada argentina Belgrano, en el que iban muchos jóvenes inexperimentados, evidenciaron aún más este estilo.

La dama de hierro ordenó matar a tres miembros del IRA -los cuales recibieron hasta 17 disparos cada uno a manos de francotiradores del SAS- y declaró sin titubear: "Yo disparé". Otros gestos más cotidianos, como su gusto por propinar golpes con el bolso no ayudaban a contradecir esta imagen.

Rebelión y derrocamiento

Este tipo de líderes, si no establecen alianzas con otras facciones relevantes de la comunidad y reducen su nivel de agresividad, comienzan a ser desplazados y sufren de la llamada "soledad del líder". Esto es debido a que con su actitud provocadora, invitan a otros a conspirar en su contra, incluso por parte de aquellos miembros más cercanos, como ocurrió con sus compañeros 'Tories', razón por la cual acabó dimitiendo.

En chimpancés, los líderes que crean más problemas de los que resuelven, acaban siendo expulsados por coaliciones o facciones opuestas, cuyos miembros probablemente fueron aliados en el pasado. En una conversación que mantuve con Jane Goodall en el museo Cosmocaixa, me recordó que este tipo de individuos dominantes acaban por poner a todo el grupo en su contra.

La conformidad no es eterna y ningún líder lo es para siempre. Además, tanto en primates humanos como en no-humanos, pronto comienza la resistencia. Nuestra especie y otras genéticamente cercanas albergan en su interior un poderoso instinto contra el poder que tarde o temprano nos impulsa a cooperar en su contra.

Lo que nos enseñan estos tipos de liderazgo, como el ejercido durante más de una década por Thatcher, es que a pesar de que la determinación es necesaria en algunas coyunturas de la historia, no podemos dejar que una persona acumule tanto poder por sí sola. Al igual que los Apache y los grandes simios, debemos vigilar estrechamente a estos líderes, ya que aunque pueden ser beneficiosas en un momento dado, de no controlarlos, pueden llegar generar gran inestabilidad a medio y largo plazo, lo que pone el peligro la supervivencia del grupo.
 
Fuente:
 

12 de abril de 2013

'Esperamos que la genética no se use para diseñar seres humanos' - Libro: "El sello indeleble"

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| Alberto Cuellar

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| 

Los avances en genética de los últimos años están cambiando lo que los científicos creían saber de nuestra especie. Por ejemplo, han permitido averiguar lo mucho que nos parecemos a los grandes primates. Tanto, que humanos y chimpancés comparten más del 98% de sus genes: "Fue una enorme sorpresa averiguarlo. Para empezar, nadie imaginaba que un organismo tan complejo como el nuestro tuviera tan pocos genes, pues se pensaba que tendríamos más de 100.000. Es impresionante que tan pocos genes [pocos más que algunos gusanos] produzcan tales capacidades. Cuando comento con gente joven lo sorprendente que es que tengamos tan poca distancia genética con el resto de mamíferos a ellos no se lo parece, porque lo han aprendido. Pero es que yo estaba ahí cuando se descubrió, y sé la conmoción que supuso". El paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII), recuerda así lo que supuso para la ciencia la secuenciación del genoma humano, y posteriormente el de nuestros parientes más cercanos.

¿Qué es lo que hace entonces única a nuestra especie? Junto con el psicólogo Manuel Martín-Loeches, también investigador del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos, han intentado encontrar una definición para el 'Homo sapiens'. Sus conclusiones han quedado plasmadas en 'El sello indeleble. Pasado, presente y futuro del ser humano' (editado por Debate), una obra en la que elaboran una lista sobre las señas de identidad que hacen única a nuestra especie y reflexionan sobre su origen a partir de las aportaciones de científicos de los siglos XIX y XX. No obstante, Arsuaga subraya que "queda tanto por investigar que la lista de rasgos únicos del hombre es más un proyecto que un resultado definitivo".

Los rasgos que nos hacen únicos

Los rasgos más llamativos, según Martín-Loeches, son los sociales: "Uno que me llama mucho la atención es la gran cantidad de energía que consume el cerebro, aproximadamente el 20% de la energía que ingerimos. Este coste tan elevado no puede ser sino para permitir la convivencia social y en circunstancias complicadas. Por eso el cerebro tiene que trabajar tanto", explica.

"Por ejemplo, se dice que son característicos rasgos con los que podríamos estar de acuerdo, como la previsión o la planificación a largo plazo. Pero hay emociones como la vergüenza, la culpa o el orgullo, que hay que investigar si son exclusivamente nuestras", señala Arsuaga.

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"[Charles] Darwin decía que sonrojarse era la única emoción exclusivamente humana, y es una señal social de que algo no estás haciendo bien", apunta Martín-Loeches. "Es un tipo de emoción muy curiosa porque uno desearía que no ocurriera y eso nos lleva a plantearnos cuál es su función", añade Arsuaga.

El codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) cita como otro ejemplo de lo mucho que queda por investigar un estudio que señalaba como atributo clave para la evolución "el lanzamiento de proyectiles con puntería y fuerza, y destreza para evitarlos, especialmente en los machos": "La nuestra es la única especie que lanza objetos con puntería y fuerza. Los chimpancés, por ejemplo, no lo hacen, les falta coordinación. Y seguramente es imprescindible para fabricar utensilios porque hay que tallar, golpear una piedra con la otra y hay que tener puntería. Tiene que haber sido muy útil para la supervivencia y la capacidad de alejar depredadores arrojando piedras con puntería", reflexiona Arsuaga. "Esto requiere adaptaciones en el cerebro para coordinar lo que se ve con lo que se hace", añade Martín-Loeches.

Lea el artículo completo en:

El Mundo Ciencia

21 de marzo de 2013

El "dilema del prisionero" al estilo de los chimpancés

Chimpancé

"No encuentras un montón de gente trabajando con chimpancés en las escuelas de negocios".

La frase, entre en broma y en serio, se la dice a BBC Mundo Alicia Melis, profesora de ciencias del comportamiento de la británica Warwick Business School.

Sin embargo, como los grandes logros de la humanidad han ocurrido gracias al trabajo en equipo, la profesora decidió estudiar cómo se relacionan la cooperación, reciprocidad y el trabajo en equipo en nuestros parientes primates más cercanos: los chimpancés.

"Quisimos saber de dónde viene la capacidad humana de cooperación y trabajo en equipo y si este es un elemento único nuestro o no", explicó la doctora Melis, investigadora a cargo del proyecto.

La investigación arrojó que los chimpancés no sólo pueden coordinar acciones con los demás, sino también comprender que la necesidad de ayudar a un compañero puede ser fundamental a la hora de lograr un objetivo común.

El estudio, realizado en conjunto por los científicos de Warwick Business School, Reino Unido, y el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, fue publicado en la revista Biology Letters.

Cooperar o morir. O al menos, perder

Chimpancé

¿Cooperar o no cooperar? He ahí el dilema.

Un rastrillo, un palo, una caja cerrada y, por supuesto, un trofeo dentro de ella, compusieron los elementos del experimento.

El estudio se realizó con 12 chimpancés del Santuario de Agua Dulce en Kenia, refugio de chimpancés "huérfanos", que han sido comercializados ilegalmente como mascotas o salvados de convertirse en "carne de monte" del comercio.

Los animales fueron puestos en pares, frente a una caja de plástico sellada. El chimpancé de la parte trasera debía empujar las uvas sobre una plataforma, utilizando un rastrillo. El chimpancé en la parte delantera debía empujar un bastón grueso a través de un agujero para inclinar la plataforma. Si ambos hacían su parte de la tarea, las uvas caían al suelo y ambos podían disfrutar del trofeo.

Las herramientas eran entregadas a uno de los primates del equipo, el cual debía cuál de ellas le entregaría a su pareja. Diez de los 12 individuos lograron entender que debían compartir las herramientas y el en el 73% de los casos la decisión sobre cuál herramienta ceder fue la correcta.

Cuando se trata de acceder a alimentos, los chimpancés son generalmente bastante competitivos y "prefieren trabajar solos y monopolizar todas las recompensas de comida", explica la profesora. Sin embargo, el experimento demostró que "están dispuestos y son capaces de soportar un socio estratégico en el desempeño de su papel cuando su propio éxito depende de la pareja".

Ayuda interesada

Ni los humanos ni los chimpancés son especies únicas a la hora de cooperar para lograr objetivos conjuntos. ¿Cuál sería entonces la novedad?

Según Melis, en otros grupos de animales, "el nivel de coordinación intencional que subyace a estas acciones de grupo no está claro y el éxito podría deberse a acciones independientes pero simultáneas hacia la misma meta".
"Utilizaron un nivel de razonamiento mucho mayor del que pensábamos"

Alicia Melis, profesora de Warwick Business School

Sin embargo, según el equipo a cargo del estudio, este proporcionaría por primera vez una relación de coordinación y trabajo en equipo que pasa por la comprensión.

"Lo sorprendente es que en un punto entendieron que su pareja necesitaba ayuda y que, si no cooperaban, no lograrían el objetivo", le comentó Melis a BBC Mundo.

Esto demuestra que pueden trabajar estratégicamente juntos, al igual que los humanos

"También nos sorprendió que cometieron muchos menos errores de los presupuestados. Utilizaron un nivel de razonamiento mucho mayor del que pensábamos", aseguró la investigadora.
Fuente:
BBC Ciencia 

13 de marzo de 2013

Buscando las raíces de la homosexualidad en el comportamiento de los animales

Encuentro sexual entre dos hembras de bonobo. | Corbis

Encuentro sexual entre dos hembras de bonobo. | Corbis
Uno de los muchos falsos mitos sobre la homosexualidad es la idea de que no es un comportamiento natural y por lo tanto se trata de una desviación. Días atrás, el Ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, declaró en una visita al Vaticano que estaba en contra de asignar los mismos derechos al matrimonio gay porque "no garantiza la pervivencia de la especie".

Esta opinión entronca con la hipótesis de algunos científicos en el pasado, los cuales pensaban que la homosexualidad era una desventaja evolutiva porque resta tiempo a los encuentros en los que se puede tener descendencia. Es evidente que nuestro Ministro no desea ejercer de biólogo evolucionista pero también lo es que, al igual que aquellos antiguos expertos, desconoce algunos estudios científicos que contradicen sus argumentos.

A pesar de que hasta hace muy poco las referencias a este tema se eliminaban de los informes, hemos detectado comportamientos homosexuales en cientos de especies y no dudamos de que la lista seguirá aumentando cada año. Por ejemplo, las focas leopardo macho seducen a otros machos mordisqueándose y bailando sincronizados. Este cortejo suele terminar con un macho montando a otro.

En los albatros de Laysan, el 31% de las parejas están compuestas por dos hembras. En el ganso común, aproximadamente el 20%. Los ciervos o elefantes del mismo sexo se montan y los delfines macho se acarician. Lo mismo sucede en algunos insectos, jirafas, orcas, búfalos, cabras y un largo etcétera.

Hace un par de años, en el Parque Faunia (Madrid), dos machos de pingüino se hicieron 'novios', lo que incluía rituales de cortejo, monta y todo el repertorio de conductas que una pareja de esta especie realiza. Cuando los cuidadores tuvieron la oportunidad, les dejaron empollar un huevo de otra hembra que había tenido dos. Los 'papas' lo adoptaron y le cuidaron, le dieron calor y regurgitaban la comida para la cría como hubiera hecho su propia madre. El polluelo salió adelante sin ningún tipo de problema.



Vídeo 1: Los pingüinos gays de Madrid

Lo mismo ocurrió en 2006 en un zoo de Alemania, donde ser formaron varias parejas de pingüinos homosexuales que no querían separarse, a pesar de que los responsables del centro importaron varias hembras de Suecia para intentar cambiar su orientación.

También sabemos que la homosexualidad no es un asunto reciente en la historia evolutiva del hombre. Debido a que lo compartimos con otros grandes simios, existe una gran probabilidad de que nuestro ancestro común, el cual vivió hace siete millones de años, ya practicara conductas homosexuales en los grupos en los que vivía.

El bonobo, tan cercano al ser humano como lo está el chimpancé, es el gran simio con mayores tasas de homosexualidad en sus sociedades, tanto masculina como femenina. Ambos sexos se dan besos con lengua, se masturban mutuamente y frotan sus genitales. Estos actos suelen involucrar a dos o más individuos del mismo sexo, llegando a formar verdaderos tríos o cuartetos homosexuales.



 Vídeo 2: La homosexualidad entre bonobos

En humanos la homosexualidad puede estar más extendida de lo que cree el ministro Fernández Díaz y no es practicada exclusivamente por una minoría. Según su teoría, ya nos hubiéramos extinguido hace mucho. En los Informes de Sexualidad Kinsey, realizados en los años 40 y 50 del siglo pasado, los datos revelaban que alrededor del 30% de la población ha tenido alguna experiencia homosexual en algún punto de sus vidas.

Es por esta razón que en vez de pensar en categorías excluyentes, puede ser más apropiado hablar de una escala con numerosas posibilidades intermedias como ocurre en otras sociedades menos dicotómicas, como es el caso de la India o en algunas tribus de África.

Además, los homosexuales que rechazan los contactos heterosexuales también tienen hijos, a veces de parejas pasadas o por medio de otros métodos. Por lo tanto, la pervivencia de nuestra especie está asegurada.

Han pasado sólo cuatro décadas desde que la Asociación Americana de Psicología sacó la homosexualidad de su lista de desórdenes mentales. Pero no fue hasta 1994 cuando finalmente realizó una declaración pública en la que decía que "la homosexualidad no es un desorden mental, ni una enfermedad, ni una depravación moral. Es la manera en la que una parte de la población expresa su amor y sexualidad".

Ésta fue sin duda una magnífica noticia para toda la sociedad. Mi duda ahora es si en este asunto, al igual que en muchos otros que nos afectan a los humanos, hubiéramos ganado mucho tiempo y sufrimiento con un simple vistazo a las otras especies animales con las que compartimos el planeta Tierra.

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El Mundo Ciencia 

2 de marzo de 2013

La chimpancé que ayudó a hablar por primera vez a un niño autista

Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM

Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM
Es común que los niños con autismo no comiencen a hablar hasta pasados varios años tras su nacimiento. En una ocasión, un grupo de chicos con esta enfermedad visitó a Gina, una hembra de chimpancé que vive en el Zoo de Sevilla, a la que ya dedicamos un blog anterior debido a su sorprendente afición a ver ciertos programas de televisión. Los padres estaban acompañando a sus hijos cuando pasado un buen rato llegó la hora de marcharse. Los chicos comenzaron a recoger, pero Gina y uno de los niños autistas se quedaron inmóviles, pegados contra el cristal sin dejar de mirarse fijamente el uno al otro.

El padre le intento apresurar:"¡Vamos, ya es hora de irnos!" Fue entonces cuando se produjo un hecho asombroso. El niño, que nunca había pronunciado palabra, giró la cabeza y le dijo al padre: "quiero quedarme un rato más papá...". En aquel instante, se erizaron los pelos de emoción a todos los asistentes y su padre comenzó a llorar de emoción. Hasta entonces nadie sabía cómo era su voz.

Esta semana se ha publicado en la revista 'Plos ONE' una investigación cuyos resultados demuestran que los niños con autismo mejoran sus interacciones sociales con otros compañeros cuando estos están en contacto con conejillos de indias (cobayas) frente a los datos obtenidos cuando solo tenían juguetes.
Otros estudio publicado en el 'Journal of Psychoneuroendocrinology' en 2010 también concluía que los perros ayudaban a estos niños a sentirse mejor, ya que se relajaban más a la hora de expresar sus sentimientos y necesidades.

Esto es fundamental para que se socialicen con su entorno familiar y de amistades, además de desarrollar habilidades psicomotrices. Los niveles de cortisona en saliva -una hormona asociada al estrés-, se medían antes y después de la interacción con los perros. Los resultados ponían de manifiesto que los niveles de esta hormona descendían enormemente gracias a la presencia de los canes.

¿Pero por qué sucede esta increíble conexión entre los animales y las personas con autismo? La profesora de conducta animal de la Universidad Estatal de Colorado, la doctora Temple Grandin, sufre de síndrome de Asperger, que es una variante de autismo. Al igual que otras personas con este diagnóstico, Grandin mantiene relaciones estrechas y afectuosas con los animales.



Sus investigaciones han provocado en el pasado cambios drásticos en algunas granjas y mataderos de Estados Unidos para convertirlos en lugares un poco menos aterradores. Ella misma probó algunos de los mecanismos que se utilizan con el ganado para comprobar qué sentían los animales. Los detalles que los que es capaz de percibir nos ayudan a desvelar algunas claves del por qué de esta habilidad para conectar con otros seres vivos.

Grandin sostiene que al igual que los autistas, los animales tienen emociones sin contradicciones, lo cual genera una comunicación sin interferencias. Los animales no son capaces de usar metáforas o dobles sentidos que los humanos solemos crear mediante el lenguaje. Estos son difíciles de interpretar para las personas con esta problemática. Es sabido que en algunos casos los niños autistas toman de manera literal expresiones que son inofensivas para el resto, como por ejemplo "te voy a comer", las cuales les aterra hasta que aprenden que no se trata de algo real.



Según Grandin, su habilidad se basa en el pensamiento visual, manera en la que probablemente piensan muchos animales. Debido a que su memoria se basa en fotografías, el pensamiento mediante imágenes le permite percibir detalles que aterrorizan o agradan a los animales, como sombras, refugios, pasadizos, reflejos metálicos o instalaciones oscuras. Esta manera de percibir la realidad de algunos autistas les sirven de puente para conectar con un mundo de criaturas de cuatro patas los cuales proporcionan confianza y seguridad.

Pero los efectos beneficiosos de los animales sobre las personas no se restringen al autismo. Del mismo modo, ya se ha probado en numerosas ocasiones que la presencia de animales provoca grandes mejoras en casos de depresión, baja autoestima o fobia social.

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El Mundo Ciencia 

26 de febrero de 2013

Mono en EE.UU. controla mentalmente a un robot en Japón

monobot1

El investigador de interfaces cerebro-máquina Miguel Nicolelis presentó un experimento bastante inusual en una charla TED, publicada recientemente por la organización: Una mona en Estados Unidos que puede controlar a un robot en Japón sólo con el pensamiento.

“Esta es la liberación completa del cerebro de las limitaciones físicas del cuerpo”, afirma Nicolelis, pionero en el campo de las neuroprótesis. Junto a su equipo en la Universidad de Duke desarrollaron una tecnología para “escuchar” al cerebro, que permite detectar cuando las neuronas están activas enviando una instrucción y encontrar patrones en “sinfonías cerebrales”, que luego se pueden conectar con máquinas para reproducir un movimiento. El resultado es que un animal como Aurora (la mona) puede aprender a controlar avatares virtuales y máquinas en el mundo real sin contacto físico.

Nicolelis entrenó a Aurora en 2003 para jugar un videojuego usando un joystick (con jugo de naranja como recompensa al hacerlo bien), mientras se registraban las señales enviadas por su cerebro con las instrucciones que enviaba a su brazo. Esas instrucciones eran luego procesadas por un computador, ya que la idea era que Aurora pudiera reproducirlas en un brazo robótico sólo con su pensamiento. Y eso es lo que se logró: Aurora luego podía jugar el videojuego sin tocar el joystick, sino que enviando instrucciones mentales al brazo robot para que hiciera los movimientos por ella. “El modelo de sí misma que Aurora tenía en su mente se expandió para obtener un brazo más”, dice Nicolelis – Aurora no perdió el uso de sus otros dos brazos, que podía seguir usando para hacer otras cosas mientras controlaba el tercer brazo robot.

El siguiente paso fue crear un avatar virtual de Aurora que ella pudiera controlar con la mente, y explorar objetos que aparecen en el mundo virtual. Cuando la mona tocaba algo en el mundo virtual, se enviaba una señal a su cerebro, provocando una sensación de tacto pero sin pasar por la piel. “El cerebro aprende a procesar esta nueva sensación y obtiene un nuevo camino sensorial, es como un nuevo sentido”, dice Nicolelis. De este modo el control del avatar se hace directamente con el cerebro, y el sistema envía feedback directo al cerebro, sin pasar por acciones en el mundo físico.

El investigador decidió llevar esto al siguiente nivel tiempo después al hacer que Aurora corriera sobre una trotadora en la Universidad de Duke para controlar a un robot en Kioto, Japón.

“Lo que sucede aquí es que la actividad cerebral que genera el movimiento en el mono fue transmitida a Japón, y se hizo caminar a este robot, mientras se enviaba de vuelta a Duke el video del robot caminando, para que el mono pudiera ver las piernas de este robot caminando frente a ella, y pudiera ser recompensada no por lo que su cuerpo estaba haciendo, sino por cada paso correcto que diera el robot al otro lado del mundo”, afirma.

El tiempo en el que la señal viajó desde el cerebro de Aurora hasta Kioto, más el tiempo que le tomó al video llegar de vuelta a Duke fue 20 milisegundos menos que lo que le toma a una señal viajar desde nuestro cerebro hasta nuestras piernas, indica Nicolelis, lo que según el investigador implica que “nuestro concepto de nosotros mismos no termina en las células de nuestro cuerpo, sino que en la última capa de electrones de la herramientas que hemos estado comandando con nuestro cerebro”.

Si bien podemos pensar en varias aplicaciones de ciencia ficción a una tecnología como ésta, el objetivo de Nicolelis está en restaurar la habilidad de personas cuadrapléjicas y parapléjicas de controlar sus propios miembros de nuevo, saltándose el daño de la médula espinal y enviando las señales cerebrales a un “nuevo cuerpo” – un exoesqueleto robótico. El proyecto “Walk Again” reúne a científicos de Europa, Estados Unidos y Japón.



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FayerWayer

18 de febrero de 2013

Las luchas de poder en la 'manada' del Vaticano

El papa Benedicto saluda a los fieles en la Plaza de San Pedro del Vaticano. | Reuters

El papa Benedicto saluda a los fieles en la Plaza de San Pedro del Vaticano. | Reuters
Shaun Ellis es un experto en la conducta de los lobos que llevó a cabo un experimento muy interesante. Su objetivo era enseñar a unas crías huérfanas a ser verdaderos lobos, como sus propios padres hubieran hecho. Para ello, Ellis vivió las 24 horas del día con la manada de la cual se erigió como líder. Durante meses usaba la misma ropa para conservar el olor que le identificaba y también mostraba su dominancia a la hora de comer, como cualquier otro lobo alfa hubiera hecho.

Les paseaba por el bosque para enseñarles a cazar, defenderse e incluso les dio sus primeras lecciones sobre cómo aullar. Un día Ellis tuvo que hacer un viaje a Polonia durante unas semanas. Al volver se percató de que la organización de la manada estaba viviendo cambios profundos. Otros machos de la manada le habían comenzado a retar. Lejos de enfrentarse, decidió ceder el liderazgo y aceptar su nuevo papel de subordinado. Entendía que esto era lo natural y debía ser así dado el momento crítico en el que se encontraba la manada. La lección que nos proporciona esta hermosa historia es que las sociedades están en constante cambio y ninguna posición es eterna. Nuestra especie no es una excepción.

Benedicto XVI ha anunciado esta semana su intención de renunciar al cargo a finales de este mes. Todo grupo llega a un punto en el que es necesario relevar al líder y sustituirle por otro que sirva mejor al colectivo. Es ley de vida. Las causas pueden ser varias. Entre las más frecuentes se encuentran el desgaste y la falta de empatía con los subordinados, pero también se puede deber a una necesidad del colectivo de mostrar una gran fortaleza y desarrollar la innovación en momentos difíciles.


Vídeo 1: Chimpancés compitiendo por el liderazgo

Todos sabemos que las jerarquías pueden llegar a ser asfixiantes y en ocasiones se intentan mantener de manera agresiva, pero también poseen diversas funciones sociales que no conviene olvidar para evitar los posibles excesos. Su ventaja es que evitan muchos de los conflictos intragrupales que podrían acabar con el grupo. La igualdad en sociedades compuestas por miles o millones de personas es complicada de alcanzar.

Las jerarquías determinan lo que en etología llamamos «orden del picoteo» (pecking order), mediante el cual los individuos conocen cuáles son sus límites a la hora de repartir los recursos. De esta manera tenemos una idea aproximada de la parte del pastel que nos corresponde a cada uno en ámbitos como la alimentación o la reproducción. Existe un «pecking order» en las familias, las empresas y cualquier otro tipo de organización. Este favorece la armonía del grupo a pesar de que en ocasiones conduzcan a graves injusticias si el líder es muy autoritario y egoísta.

Por otro lado, sabemos que en las jerarquías en las que se compite demasiado se dificulta la innovación. En un experimento realizado con niños se escogieron a dos grupos para ver los efectos de la competición en la creatividad. A uno de ellos se le dijo que se premiarían a los mejores dibujos realizados. Al otro se le informó de que solo el mejor podía ganar. La calidad y creatividad de los dibujos era mayor en el primer grupo, donde la competencia y la presión eran de menor intensidad que en el segundo. Estas consecuencias negativas de la competición exacerbada también suceden en otros primates. Por ejemplo, unos macacos que habitan la Isla de Khosima (Japón) aprendieron a lavar patatas. Debido a que los machos siempre están en tensión los unos con los otros, estos fueron los últimos en aprender la técnica.



Vídeo 2: Macacos lavando patatas

Las jerarquías estrictas también suponen una ventaja en la defensa del territorio y la conquista de nuevos. Esta parece ser una de las misiones fundamentales para la Iglesia del siglo XXI: no perder más adeptos en Europa, mantener la influencia en países como México, Brasil y Filipinas y lanzarse a la conquista de otros como el continente africano y asiático. El perfil conservador y el estado de salud de Joseph Ratzinger no facilitaban esta estrategia.

Sabemos gracias a la investigación con primates que en momentos de crisis en los que hay que conquistar nuevos territorios o hacer frente a peligros que amenacen la continuidad de la organización, las jerarquías estrictas conducidas por un líder fuerte son eficaces. Las denuncias por casos de pederastia que ya se acumulan por miles en los jugados han debilitado mucho a la Iglesia. Este es el otro gran desafío al que se enfrenta la élite eclesiástica y razón por lo que la sucesión puede haberse adelantado.

Para los primates y otros mamíferos, el ostracismo es el peor de los castigos posibles. Cuando la presión se hace insoportable, el macho alfa puede acabar expulsado pero también puede aceptar una posición relegada y continuar viviendo en el grupo, al igual que ocurrió en el caso de los lobos y Ellis. En las próximas semanas y meses seremos testigos de cuál es el resultado final y las consecuencias para Ratzinger.

En las sociedades de chimpancés, los cambios en las posiciones sociales de sus miembros son procesos constantes, similares al gotear de un grifo, los cuales conllevan una gran cantidad de maniobras políticas mucho antes de que se produzca una verdadera sucesión. Alianzas, facciones, bandos, manipulaciones y presiones son moneda común en la política de los primates humanos y no humanos. De lo que somos testigos no es más que el desenlace final. La punta de un iceberg del cual solo es visible 1/9 de su verdadera masa. El cónclave será el acto final de un proceso que pudo comenzar hace varios años y solo ahora se ha hecho visible para el resto de la sociedad.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)

4 de febrero de 2013

Seres humanos: Las raíces de la lucha por el poder



Vídeo 1: El líder de la manada pierde el trono

En la obra de William Shakespeare 'El Rey Lear', el anciano monarca bretón es traicionado por su hija Cordelia, quien junto a su nuevo marido el Rey de Francia, le engañan para robarle el trono a modo de venganza por haberla desheredado previamente. Este tipo de maniobras políticas que realizamos los humanos para alcanzar o mantenernos en el poder existen hace millones de años, mucho antes de que surgiera el género 'Homo'.

A pesar de que la compleja cultura en la que vivimos en ocasiones nos impiden visualizar la esencia de algunos fenómenos sociales, lo cierto es que existen grandes similitudes con los animales en cuanto a las estrategias de poder de la monarquía y las tensiones que se producen con el 'pueblo'.

En una investigación sobre los macacos, se encontraron políticas muy similares a los matrimonios de conveniencia que tradicionalmente han realizado las monarquías europeas. En esta especie, la organización social está jerarquizada por niveles muy bien delimitados. Debido a que las hembras se quedan a vivir en el grupo natal existe algo similar a una 'aristocracia': familias enteras ocupan posiciones sociales elevadas por el solo hecho de haber nacido en un grupo determinado.

Pero lo interesante es que las madres que ocupan los lugares más bajos tienen una estrategia muy peculiar de ascender socialmente a su familia. Éstas tratan de juntar a sus pequeños con crías del estrato más alto abrazándoles con fuerza a ambos varias veces durante la infancia.

Los resultados demostraron que hay más probabilidades de que los macacos que compartieron dichos abrazos tengan descendencia común que otras parejas posibles. Un dato adicional interesante es que las 'suegras' candidatas tratan de impedirlo siempre que pueden, interponiéndose entre ambos para evitar el contacto físico.

El proceso de sucesión o destitución de un líder de avanzada edad por uno más joven es otra de las dinámicas sociales del poder más frecuentes e importantes en los grupos, tanto en primates humanos como en no humanos. Este inevitable proceso lo tienen que vivir desde las corporaciones más cotizadas del Ibex 35 hasta las comunidades de chimpancés en Tanzania.

En la colonia de chimpancés de Arhem (Holanda), donde Frans de Waal estudió el comportamiento político de los chimpancés durante años, se vivió un proceso similar al que puede estar entrando nuestro país en la actualidad con el caso del Rey Juan Carlos I. En este grupo de animales el líder era un viejo chimpancé llamado Yeroen.

Su liderazgo se basaba en la experiencia y en la alianza con otros viejos chimpancés. Cada año que pasaba, a Yeroen le costaba más demostrar su poder al resto del grupo y conseguir los saludos de sumisión típicos de los subordinados; un ritual que deja claro cuáles son las posiciones de cada uno.

Salvando las distancias culturales, estos acontecimientos poseen elementos en común con el incremento de las críticas hacia el Rey en la calle y en los medios de comunicación, algo inaudito hasta hace bien poco debido a que existía un pacto de caballeros al respecto que los últimos sucesos han puesto en peligro.




Vídeo 2: La pelea por la sucesión del líder destronado

Yeroen continuaba envejeciendo. Cuando hacía exhibiciones de fuerza las finalizaba antes de lo habitual y acababa exhausto. A veces resbalaba o tropezaba, algo que no pasaba desapercibido para el resto del grupo. Su energía estaba en claro declive y pronto fue aprovechado por otros rivales. De Waal cree que hubiera sido un grupo estable, de no haber llegado Nikkie, un joven enérgico y con un espíritu alborotador.

Desde ese momento se produjo una batalla por el poder que duró varios años hasta que Nikkie ascendió a la posición de líder del grupo, gracias a que gradualmente varios miembros se fueron poniendo de su lado. Aunque no podemos acceder directamente a la mente de los grandes simios para saber cuál es su motivación, el por qué evolutivo del apoyo a un líder de menor edad puede deberse a una necesidad de estabilidad y continuidad en el grupo ante momentos de crisis.

Los procesos de inversión de roles en los colectivos son lentos y suelen durar varios meses o años. Se llevan a cabo mediante sutiles movimientos en el día a día que acaban con el líder depuesto debido a la cambios en la actitud del colectivo, como por ejemplo la retirada del respeto que le ocurrió a Yeroen.

Pero antes de que esto ocurra en España, seremos testigos de numerosas estrategias en una y otra dirección, en la que las diferentes facciones demostrarán, una vez más, que la lucha por obtener el poder al igual que nuestra resistencia ante él, son poderosos instintos que están impresos a fuego en lo más profundo de nuestro ADN como primates.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)
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