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28 de enero de 2020

Nuestro sistema solar tuvo tres planetas habitables

Un hecho fascinante es que nuestro sistema solar quizás tuvo en sus orígenes no uno, sino tres mundos habitables al mismo tiempo. Claro está, hablamos de Venus, la Tierra y Marte, que, no solo estaban en la zona habitable del Sol, sino que probablemente tenían agua líquida en su superficie y que, por tanto, satisfacían el laxo criterio de habitabilidad de los astrónomos (recordemos que el que un planeta sea «habitable» no implica necesariamente que esté «habitado»). Hoy en día, de los tres solamente queda uno que siga siendo habitable, nuestro planeta. La incógnita es cuándo dejaron de ser habitables Venus y Marte y, por supuesto, si estuvieron alguna vez habitados.
¿Tuvieron Venus y Marte océanos durante el comienzo del sistema solar? (NASA).
La habitabilidad del sistema solar interior depende de dos factores: el comportamiento del Sol y el tamaño y composición de los propios planetas. Desde que el sistema solar se formó hace unos 4600 millones de años, el Sol ha visto aumentar su luminosidad en un 30%. Este hecho ha provocado que el límite interior de la zona habitable se haya ido desplazando progresivamente hacia el exterior, lo que ha dejado fuera a Venus y ha colocado a la Tierra cerca del borde interno. De hecho, el Sol seguirá aumentando su luminosidad y, en unos mil millones de años, la Tierra quedará fuera de la zona habitable y los océanos se evaporarán para siempre. Curiosamente, aunque el Sol primitivo era menos luminoso, sabemos que Marte fue habitable durante cientos de millones de años, como mínimo. Es lo que se conoce como la «paradoja del Sol joven», y que también es un problema a la hora de explicar las condiciones de la Tierra primitiva.

Zona habitable de las estrellas en función de su temperatura superficial. En la actualidad solo la Tierra y Marte están dentro de la zona habitable (Chester Harman/NASA).
Si Venus dejó de ser habitable principalmente por culpa del comportamiento del Sol, en cambio Marte ya no lo es por sus particularidades como planeta. Marte siempre fue el menor de los tres planetas potencialmente habitables del sistema solar debido a la acción gravitatoria de Júpiter, cuyas migraciones hacia el interior del sistema provocaron que el planeta rojo tuviese una masa menor de la que le correspondía. Con un tamaño más pequeño, el calor interno y, por tanto, su actividad interna siempre fue menor que la de la Tierra o Venus. Esto provocó que los volcanes marcianos no fuesen capaces de aportar suficientes volátiles para compensar la pérdida de la atmósfera provocada por una menor gravedad. El menor tamaño también fue el causante de que Marte no retuviese una dinamo interna que crease una magnetosfera potente para proteger la atmósfera del viento solar. Precisamente, aunque el Sol primigenio era más débil, la emisión de partículas de viento solar y la actividad en rayos X y en el ultravioleta era mayor que la actual, lo que aceleró el proceso de pérdida atmosférica de Marte.
Interacción entre el viento solar y Marte. Sin una magnetosfera potente, Marte ha perdido y sigue perdiendo su atmósfera por culpa del viento solar (NASA).
Hasta hace unos años existía un acalorado debate sobre si la mayor parte de la atmósfera marciana se había perdido al espacio o, si por el contrario, quedó almacenada en el suelo forma de depósitos de carbonatos, hielo de agua y hielo de dióxido de carbono. Ahora, gracias sobre todo a la misión MAVEN de la NASA, tenemos la total seguridad de que Marte perdió la mayor parte de su atmósfera por acción del viento solar. En la actualidad, la atmósfera de Marte es tremendamente tenue, de tan solo 6 milibares de presión y está formada exclusivamente por dióxido de carbono. Si se sublimasen los depósitos de hielo de dióxido de carbono que se hallan en los polos marcianos solo lograríamos aumentar la presión hasta los 50 milibares (malas noticias para los futuros ingenieros planetarios que quieran terraformar el planeta). 

Lea el artículo completo en: Eureka
 

21 de enero de 2020

Cuyahoga: el río que ardió (1969)


Alrededor de Cleveland (Ohio) fue creciendo durante el siglo XX uno de los mayores centros industriales de EEUU. Y en paralelo a ese desarrollo de la industria, el río Cuyahoga, que pasa por la ciudad, también escaló rápidamente a los primeros puestos de contaminación. Hasta tal punto estaba el Cuyahoga lleno de sustancias inflamables y de residuos flotantes, que cada cierto tiempo su superficie ardía. Más de una docena de incendios se registraron en el río hasta que, en el año 1969, aquella masa de fuego flotante llamó la atención de la revista Time. El semanario publicó unas espectaculares fotos de “El río que arde, más que fluye”.

Aquello conmovió a la sociedad estadounidense e impulsó grandes cambios. Hasta entonces, hasta 1969, las industrias locales podían verter a los ríos sin ningún control. Y tras el incendio del Cuyahoga también prendió en EEUU un movimiento en defensa del medio ambiente. Un Richard Nixon recién llegado a la presidencia supo ver la preocupación social por las cuestiones ambientales y después de la celebración del primer Día de la Tierra (22 de abril de 1970), Nixon reaccionó creando la agencia federal de Protección del Medio Ambiente (EPA, Environmental Protection Agency). El incendio del Cuyahoga, que desemboca en el lago Erie, también impulsó un acuerdo entre EEUU y Canadá para proteger los Grandes Lagos, en la frontera entre ambos países. Y un año más tarde llegó la ley federal para controlar la polución del agua (Clean Water Act).

Todavía hoy resuenan en canciones pop (de R.E.M. o Randy Newman) los ecos de aquel río en llamas en 1969, pero no fue el incendio más grave sufrido por el río Cuyahoga. El de 1952 ya había sido mucho mayor y había provocado muchas más pérdidas. De hecho, las famosas fotos de la revista Time eran de 1952, pues en 1969 los fotógrafos llegaron al río cuando el fuego ya estaba extinguido, y los medios locales ni siquiera prestaron mucha atención al desastre que impulsó el control ambiental en EEUU.

Con información de: Open Mind

14 de enero de 2020

Una fotografía demuestra la realidad del derretimiento del hielo en Groenlandia

La imagen muestra a un trineo tirado por unos perros que caminan sobre una capa de hielo totalmente cubierta de agua.


Una chocante fotografía publicada recientemente en la cuenta de Twitter del climatólogo danés Rasmus Tonboe evidencia de forma drámatica las consecuencias del deshielo que se está produciendo en Groenlandia.

La imagen, que muestra a un trineo tirado por unos perros que caminan con las patas hundidas en agua, fue captada en el mar frente a la costa noroeste de la isla por su colega Steffen Olsen mientras se dirigía a recuperar unos instrumentos de medición, detalla Tonboe en la descripción.

"El rápido derretimiento, hielo marino con baja permeabilidad y unas pocas fisuras dejan el agua derretida en la parte superior [de la capa de hielo]", explica el investigador.

6 de enero de 2020

¿Quiéres conocer el lenguaje de las nubes?

¿Sabías que las nubes de agua, de momento, solo existen en el planeta Tierra?

Otros planetas también presentan nubes, pero son nubes diferentes: Venus, por ejemplo, está cubierto de densas nubes de dióxido de carbono que ocultan su superficie; y Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno tienen nubes compuestas por hidrógeno y helio.

Formadas por diminutas partículas de agua líquida y hielo, las nubes de la Tierra se generan cuando el vapor que emana de ríos y mares se enfría y se condensa al llegar a las capas más altas y frías de la atmósfera. A partir de ahí, su forma y su historia toma caminos muy diferentes:

El químico inglés Luke Howard (1772–1864), a comienzos del siglo XIX, fue el primero en clasificar las nubes. Considerado el padre de la meteorología, dividió las nubes en cuatro grandes categorías (cirriformes, estratiformes, nimbiformes y cumuliformes) y arrancó una carrera científica para aprender a leerlas, usando su variada y sugerente apariencia para predecir qué cambios meteorológicos.

Cirriformes: rizos de cabello que tapizan el cielo

Con forma de cabellos rizados, pero compuestos por cristales de hielo, los cirros son las nubes más representativas de esta categoría. Pueden tapizar el cielo entre los 5 y los 15 kilómetros de altura. Son nubes altas, claras, tenues y delicadas que frecuentemente anuncian un cambio meteorólogico a peor, en general precipitaciones y bajadas de temperatura en las 24 horas siguientes a su aparición.


 

Cuando la luz interacciona con los cristales de hielo que forman los cirros, pueden producirse fenómenos ópticos tan insólitos como el parhelio, la aparición simultánea de imágenes del Sol reflejadas en las nubes, y el halo, cerco de color pálido alrededor de los discos del Sol o de la Luna.

Estratiformes: cama de nubes

Son nubes amplias y de contornos difusos que se desarrollan de forma horizontal, por lo que se extienden como si fueran una cama o capa. Dentro de esta categoría están, en función de su altura, los estratos, los altostratos, los cirrostratos y los nimbostratos. Estas últimas, a diferencia de las anteriores, también tienen desarrollo vertical e impiden totalmente el paso de la luz solar, por lo que son nubes muy oscuras. Los nimboestratos siempre producen precipitaciones que suelen ser continuas y no muy intensas.



Hasta bien entrado el siglo XX, la formación de las nubes se entendía como una fase avanzada de la niebla y se consideraba a la nube como una niebla a mayor altura. El astrónomo francés Camille Flammarion (1842–1925), en su tratado La Atmósfera, afirma que «aún cuando no hay diferencia esencial entre las nieblas y las nubes (… ). La primera es inmóvil, la segunda móvil». En la actualidad, se considera a la niebla un tipo nuboso de base sobre el suelo, o cercana a él, con poco desarrollo vertical y forma parte de las nubes del género estratiforme.

Nimbiformes: los yunques de la tormenta

Del latín nimbos, que significa tormenta, este tipo de nubes es el que genera la mayoría de precipitaciones. En esta categoría están los cumulonimbos, la nube más grande y poderosa que se puede contemplar y que hasta los aviones deben evitar. La “reina de las nubes” tiene fuertes corrientes en su interior con vientos impredecibles, que desplazan violentamente el aire de arriba a abajo y de abajo a arriba. Estas nubes suelen generar lluvias intensas y tormentas eléctricas, asociadas a granizo, mangas de agua y tornados. El agua que contiene un cumulonimbo medio podría llenar 7 piscinas olímpicas.


 

Con una base situada sobre los 1.000 metros de altura, la cima de los cumulonimbos puede alcanzar los 20 kilómetros. Su desarrollo vertical solo se interrumpe cuando llega a la tropopausa, el límite superior de la troposfera, la capa más interna de la atmósfera que va desde el suelo hasta la estratosfera. Los cumulonimbos totalmente desarrollados tienen forma de yunque.

Cumuliformes: montañas de algodón

Son nubes aisladas con forma de montaña o cúpula de algodón, que tienen un contorno bien definido y muestran una gran variedad de tamaños y espesores. Los cúmulos, las nubes más características de esta categoría, aparecen sobre todo en épocas calurosas del año y pueden ocupar un espacio que va entre los 500 y los 6.000 metros de altura. Con un importante desarrollo vertical, pueden generarse aisladamente o asociadas a otras en hileras o en grupos. Según los factores atmosféricos que las rodeen, como la humedad, los cúmulos pueden dar lugar a cumulonimbos.


 

Poco después de la II Guerra Mundial comenzó a teorizarse sobre la idea de lo que hoy se conoce como “siembra de nubes”. Este proceso consiste en utilizar yoduro de plata, hielo seco o dióxido de carbono congelado para condensar de forma artificial el vapor. Estas sustancias se asocian con las moléculas de agua y favorecen su precipitación. Lo habitual es rociarlas sobre nubes cumuliformes desde avionetas o cohetes. En febrero de 2018, por primera vez, un grupo de investigadores de la Universidad de Wyoming (EE.UU) logró sembrar nubes para generar nieve y monitorizar todo el proceso, desde la formación de los cristales de hielo en la atmósfera hasta su precipitación.

Estratocúmuliformes: globos en capas

Además de las cuatro categorías originales de Luke Howard, el actual sistema internacional de clasificación de nubes reconoce una quinta división, las estratocúmuliformes. Son nubes globulares que pueden desarrollarse en capas. En esta categoría están, de menor a mayor altura, los estratocúmulos, los altocúmulos y los cirrocúmulos. Un estratocúmulo es una nube baja grande de formas redondeadas, mientras que los altocúmulos y los cirrocúmulos son como estratocúmulus pequeños distribuidos en grupos y alineados.


A partir de altocúmulos se pueden formar algunas de las nubes más raras y extravagantes. Las lenticulares, por ejemplo, tienen forma de platillo volante y se suelen formar en zonas montañosas. Las mammatus, asociadas a tornados, presentan aspecto de bolsas que cuelgan, como la ubre de una vaca, de la parte inferior de la nube.

Bajas, medias y altas

En 1956, la Organización Meteorológica Mundial publicó el Atlas Internacional de las Nubes, en el que definieron las 10 formas básicas que acabamos de revisar, a partir de la clasificación de Howard y en función de la altura que alcanzan en el cielo. Así, las nubes bajas, que se encuentran por debajo de los 2.000 metros, son los estratos y los estratocúmulos.



Las nubes medias son las que se generan entre los 2.000 y los 7.000 metros, aquí se encuentra los altoestratos, los altocúmulos y los nimbostratos.

Las nubes altas, que se forman por encima de los 6.000 metros, son los cirros, los cirrocúmulus y los cirrostratos. Los dos últimos tipos son los cúmulos y los cumulonimbos, con su imponente desarrollo vertical que las sitúa desde nubes bajas a altas.

Muchas formas y tamaños para un espectáculo de pase diario que flota, prodigioso, sobre nuestras cabezas.

Cortesía de: Open Mind

10 de diciembre de 2019

NASA confirma presencia de agua en luna de Júpiter

Por primera vez, un equipo detectó directamente el vapor de agua lanzado al espacio por los géiseres de la luna Europa, uno de los satélites de Júpiter.

A la izquierda, una vista de Europa tomada desde 2,9 millones de kilómetros el 2 de marzo de 1979 por la nave espacial Voyager 1. A continuación se muestra una imagen en color de Europa tomada por la nave espacial Voyager 2 durante su encuentro cercano el 9 de julio de 1979. A la derecha hay una vista de Europa hecha a partir de imágenes tomadas por la nave espacial Galileo a fines de la década de 1990 (foto de la NASA)
Hace cuarenta años, una nave espacial Voyager tomó las primeras imágenes de primer plano de Europa, una de las 79 lunas de Júpiter. Estos revelaron grietas marrones que cortan la superficie helada de la luna, lo que le da a Europa el aspecto de un globo ocular venoso. Las misiones al sistema solar exterior en las décadas posteriores han acumulado suficiente información adicional sobre Europa para convertirlo en un objetivo prioritario de investigación en la búsqueda de vida de la NASA.

Lo que hace que esta luna sea tan atractiva es la posibilidad de que posea todos los ingredientes necesarios para la vida. Los científicos tienen evidencia de que uno de estos ingredientes, el agua líquida, está presente debajo de la superficie helada y que a veces puede irrumpir en el espacio en enormes géiseres. Pero nadie ha podido confirmar la presencia de agua en estos penachos midiendo directamente la propia molécula de agua. Ahora, un equipo de investigación internacional dirigido desde el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, ha detectado el vapor de agua por primera vez sobre la superficie de Europa. El equipo midió el vapor mirando a Europa a través de uno de los telescopios más grandes del mundo en Hawai.

Confirmar que hay vapor de agua sobre Europa ayuda a los científicos a comprender mejor el funcionamiento interno de la luna. Por ejemplo, ayuda a apoyar una idea, de la cual los científicos confían, de que hay un océano de agua líquida, posiblemente el doble de grande que el de la Tierra, que se derrama debajo de la capa de hielo de esta luna de kilómetros de espesor. Algunos científicos sospechan que otra fuente de agua para los penachos podría ser depósitos poco profundos de hielo de agua derretida no muy por debajo de la superficie de Europa. También es posible que el fuerte campo de radiación de Júpiter esté quitando partículas de agua de la capa de hielo de Europa, aunque la investigación reciente argumentó en contra de este mecanismo como la fuente del agua observada.

Lea el artículo completo en: El Espectador 

11 de noviembre de 2019

Perú: fabrican máquina para generar agua potable a partir de la humedad


Proyecto Pukio que beneficiará a las zonas más vulnerables y alejadas del Perú. Especialistas peruanos diseñaron y fabricaron un dispositivo de bajo costo, para producir 200 litros de agua limpia al día, a partir de la condensación de la humedad ambiental. 

El fundador de Inventum, César Coasaca, sostuvo que esta máquina se adapta con alta eficiencia a las condiciones geográficas y atmosféricas de cualquier ciudad del mundo.
 
“El dispositivo ha sido probado para operar en una ciudad desértica como Lima con una humedad de 90%, o en la sierra del país con humedad de 20%, así como también en zonas afectadas por fenómenos naturales”, precisó.

¿Cómo funciona?


A través de un sistema inteligente que enfría el aire y condensa el vapor del agua, este prototipo utiliza diversos filtros para generar agua limpia.

“Buscamos enfriar el aire hasta llegar a un punto de rocío y bajarle la temperatura hasta donde se pueda para poder llegar a producir la mayor cantidad de agua posible”, señaló.

El equipo es desmontable, puede funcionar en ambientes abiertos, con energía eléctrica convencional o con energías renovables (paneles solares y energía eólica, fotovoltaica, entre otras).

Este proyecto recibió el cofinanciamiento de hasta 50 mil soles y apoyo técnico del Programa Innóvate Perú.

Con información de:



9 de julio de 2019

El agua es fuego (y el fuego es agua)

La relación entre el agua y el fuego es mucho más estrecha de lo que te imaginas.





No iba muy desencaminado Tales de Mileto, el más grande de los siete sabios de Grecia, cuando, en el siglo VI antes de Cristo, afirmó que el agua era la sustancia primordial de la naturaleza. Recordemos que, para los antiguos griegos, había cuatro elementos básicos que, mezclándose en distintas formas y proporciones, daban lugar a todo lo existente, y estos elementos eran el aire, el agua, la tierra y el fuego. Y Tales, observando que el agua puede ser líquida, sólida o gaseosa y que está presente en la tierra (en forma de humedad) y en el aire (en forma de vapor), pensó que esa era la esencia última de todas las cosas.



Pero ¿y el cuarto elemento, el fuego?, ¿acaso no es lo contrario del agua, que precisamente por eso se usa desde siempre para apagarlo? Parece el punto más débil de la teoría de Tales, y sin embargo la relación entre agua y fuego es la más estrecha de las que se dan entre los cuatro elementos.

La fórmula del agua, H2O, es sin duda la más conocida de las fórmulas químicas; pero no todo el mundo sabe que es el segundo término de una reacción que representa una combustión: 2H2 + O2 à 2H2O

El hidrógeno es muy inflamable (por eso en los globos aerostáticos se suele usar helio, menos ligero y más caro, pero inerte), y, cuando arde, dos moléculas de hidrógeno se combinan con una molécula de oxígeno para dar lugar a dos moléculas de agua. Así que el agua, en su origen, es fuego, lo que equivale a decir que el fuego -la intensa reacción exotérmica que se produce al combinarse el hidrógeno y el oxígeno- es agua, como intuía Tales.

¿Y los demás fuegos? Lo que arde habitualmente en la naturaleza y en nuestros hogares, o en los motores de explosión, no es hidrógeno. ¿O sí? En buena medida sí: los combustibles habituales son hidrocarburos y otros compuestos de hidrógeno y carbono, y cuando arden la combustión produce sobre todo agua y dióxido de carbono. Por ejemplo, al quemar metano, el más simple de los hidrocarburos, se produce la siguiente reacción: CH4 + 2O2 à CO2 + 2H2O

Una molécula de metano se combina con dos moléculas de oxígeno para dar lugar a una molécula de dióxido de carbono y dos moléculas de agua; en este caso el fuego es… gaseosa muy caliente.

Algo parecido ocurre al quemar alcohol ordinario (etanol): CH3 – CH2OH + 3O2 à 2CO2 + 3H2O

Una molécula de etanol se combina con tres moléculas de oxígeno para formar dos moléculas de dióxido de carbono y tres de agua. En este caso el propio combustible aporta oxígeno y, por otra parte, la proporción de dióxido de carbono es mayor, pero la llama sigue siendo “agua con gas”.

La familiar fórmula H2O significa que una molécula de agua está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y sus peculiares características moleculares convierten hacen del agua el “disolvente universal”: muchas de las reacciones químicas que se producen en la naturaleza tienen lugar en medio acuoso, y en otras muchas, como acabamos de ver, se produce agua. Además de la combustión, la más conocida reacción generadora de agua es la de un ácido con un hidróxido, como nos recuerda una frase muy familiar para quienes estudian química: “ácido más base, sal más agua”; por ejemplo, al reaccionar el ácido clorhídrico con el hidróxido sódico, se producen cloruro sódico (sal común) y agua: HCl + NaOH à NaCl + H2O

Su condición de disolvente universal hace que el agua sea fundamental para la vida tal como la conocemos, pues en estado líquido (en el que se mantiene de manera bastante estable entre 0º y 100º centígrados) suministra un medio idóneo para que las moléculas de otras sustancias se muevan libremente y se combinen entre sí. Por eso nuestro cuerpo contiene alrededor de un 70% de agua y no podemos sobrevivir mucho tiempo sin beber. Después de todo, Tales no iba desencaminado.

Tomado de: El País (España)

17 de junio de 2019

¿Qué diferencia hay entre un león marino y una foca?

Son animales muy similares... ¡pero pertenecen a diferentes familias!

Los leones marinos pertencen a la familia Otariinae y las focas a la familia Phocidae, y esta es la primera gran diferencia.

Otra diferencia: las focas no tienen orejas, solo unos pequeños agujeros, los lobos marinos tienen orejas, pero muy pequeñas.


Pasemos a la mirada, fijense bien. Cuando el león marino te mira te juzga, en cambio la foca te hace ojitos

Las focas tienen las aletas delanteras cortas y sin articulaciones, ello les permite ser grandes nadadores. Los leones marinos tiene las aletas delanteras más largas, ello les facilita desplazarse en tierra, pero no nadan tan bien como las focas. 

Además, las focas pasan más tiempo dentro del agua, en comparación con los leones marinos. 

Las crías de focas, al nacer, tienen el pelaje blanco, que se va oscureciendo con el paso del tiempo. Los leones marinos tienen pelaje marrón esd que nacen hasta que son adultos.  Y las focas tienen el hocio más corto que los lobos marinos. 

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