Latest Posts:

Mostrando las entradas con la etiqueta religion. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta religion. Mostrar todas las entradas

10 de julio de 2017

¿En qué consistió el 'juicio del mono'?

Hace 75 años un maestro fue juzgado por enseñar la teoría de la evolución de Darwin. Esto iba en contra de una ley que establecía que el hombre fue creado por Dios, como dice la Biblia. Fue en los Estados Unidos y despertó la atención del mundo.

El Juicio del Mono: con este nombre se conoce el más sonado caso legal en la Historia de la batalla ideológica entre creacionismo y evolucionismo a cuenta de El origen de las especies, de Charles Darwin. También llamado Juicio de Scopes, tuvo lugar en Tennessee (Estados Unidos) en mayo de 1925. En él, el profesor de escuela secundaria John T. Scopes fue acusado de haber enseñado la teoría de la evolución darwinista en sus clases, lo cual era ilegal entonces en aquel Estado sureño en virtud de una disposición educativa denominada Butler Act.

Esta norma prohibía expresamente en Tennessee "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina Creación del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores". En realidad, Darwin sostiene la ascendencia común del ser humano y de los restantes primates, no que descendamos del mono, pero la creencia popular en la época, convenientemente manipulada por la Iglesia y los sectores más conservadores, era que el evolucionismo afirmaba lo segundo.

El proceso atrajo una enorme atención de la prensa –que fue la que lo bautizó enseguida como "juicio del mono"– y de la opinión pública estadounidense, máxime cuando aceptó defender al acusado el famoso abogado Clarence Darrow. Pese al brillante alegato final de éste, Scopes fue condenado por el Tribunal, si bien sólo a una multa simbólica y no a pena de prisión como pedía el fiscal. El juicio inspiró una célebre obra de teatro, La herencia del viento, que fue llevada al cine en 1960 con Spencer Tracy, Fredric March y Gene Kelly en el reparto.


El diario El Clarín (de Argentina) escribibió, la respectol asiguiente crónica:

John Thomas Scopes, de 24 años, enseñaba biología en el secundario de Dayton, un pueblito de Tennessee. A principios de julio de 1925, mientras daba clase, dos policías entraron al aula y se pusieron contra la pared del fondo. Scopes, perturbado, despidió a sus alumnos y los policías lo invitaron a ir hasta la droguería del pueblo.

Allí estaba el metodista George Rappalyea, entre otros líderes locales.

—Estuvimos discutiendo y yo dije que nadie podía enseñar biología sin enseñar la evolución —comenzó Rappalyea.

—Así es —asintió Scopes.

Rappalyea sacó un libro de los estantes de la droguería, que también funcionaba como almacén de ramos generales. Era el tomo Biología Cívica, de Hunter.

—¿Les estuvo enseñando este libro? Scopes volvió a asentir.

—Entonces cometió un delito —le dijeron. Scopes se quedó atónito cuando los policías lo llevaron hasta la prisión local.

A principios de 1925, los parlamentarios de Tennessee sancionaron una ley que prohibía la enseñanza de la evolución natural, teoría desarrollada por Charles Darwin en su libro El origen de las especies.

En otras palabras, era delito decir que el hombre (varón y mujer) evolucionó de especies inferiores y que el chimpancé era su pariente más cercano en la escala zoológica. Esto, se decía, podía llevar a "perversiones morales". La enseñanza oficial debía ser que el hombre fue creado por Dios, como dice la Biblia.

John Scopes no podía entender su situación. Estaba preso por enseñar ciencia, que era su trabajo. Tampoco entendía que, con su arresto, los líderes locales buscaran atraer la atención sobre Dayton y tentar a algún empresario a invertir en un pueblo que cada vez tenía menos habitantes.

La Asociación de Libertades Civiles Norteamericanas (ACLU) ofreció pagar los honorarios del defensor y eligió a H.G. Wells, el escritor de ciencia ficción autor de La máquina del tiempo y otros relatos fascinantes. Pero a Wells no le interesó.

En realidad, el defensor surgió después de que se conociera quién iba a ser el fiscal. Las autoridades del pueblo consiguieron que William Jennings Bryan, un fundamentalista religioso, tres veces candida to a la presidencia de los Estados Unidos, asumiera la acusación a pesar de que no ejercía el derecho desde hacía 30 años.

Cuando se supo de que actuaría Bryan, hubo un abogado que se propuso para la defensa. Era Clarence Darrow, de 70 años, el abogado más famoso del país.

William Jennings Bryan calificó al juicio de una "contienda entre la evolución y la cristiandad", y a Darrow, como "el mayor ateo" del país. Darrow se unió a la mesa de la defensa, según dijo, porque quería demostrar que Bryan era un intolerante.

El 10 de julio por la mañana, una joven de unos 20 años estaba parada en la puerta de la Corte con un bebé en su brazo derecho y un cartel en el izquierdo que decía: "Scopes, arderás en el infierno". Había más carteles, algunos con la figura de un mono y la cara de Darrow. Uno de ellos permaneció siempre en la puerta del tribunal: "Lea su Biblia todos los días".

Una señora vestida con una camisa de volados blancos, abotonada hasta el cuello, y una pollera larga y negra, cantaba una canción religiosa al frente de otras 50 mujeres. Hacía un calor insufrible y casi todos se apantallaban con diarios, cartón o abanicos. Había puestos de limonada y comida y un olor envolvente a cebollas fritas.

Vinieron periodistas hasta de Hong Kong. Fue la prensa la que bautizó el caso con el nombre que lo identificaría para siempre: "El juicio del mono".

Durante la mañana, unas 1.000 personas fueron entrando a la sala del tribunal para ver cómo enjuciaban a Scopes. Alrededor de 300 se quedaron de pie.

El juez John Raulston golpeó con su martillo para acallar los murmullos. El calor era tan insoportable adentro que se permitió a los hombres estar en camisa. Los procedimientos empezaron con una oración, bajo la firme protesta de Darrow.

La presentación de Bryan, de inflamada aunque aburrida oratoria, era rubricada a cada pausa por un sonoro "amén" del público. Darrow volvió a protestar y el juez debió pedir mesura.

El caso para la fiscalía era muy claro. Con el testimonio de los alumnos probó que Scopes enseñaba la teoría de Charles Darwin, y que esto constituía una violación a la ley de Tennessee. En este tramo, Darrow sólo le preguntó a un alumno si le parecía que su profesor enseñaba cosas perversas o malas. El chico dijo que no.

Los científicos que la defensa propuso como testigos dirían que la ley era injusta pues no se podía tomar a la Biblia, que es un texto religioso, como si fuese un libro de ciencias. Pero Darrow tuvo serios problemas cuando el juez rechazó esos testimonios por impertinentes.

Darrow decidió entonces dar batalla en el terreno de sus oponentes y llamó como testigo al mayor experto en la Biblia que se encontraba presente, es decir al propio fiscal. Bryan, confiado, aceptó.

—¿Todo en la Biblia debe ser interpretado literalmente? —empezó Darrow.

—Así es.

Darrow le mostró una piedra.

—¿Qué edad cree que tiene esta piedra? La ciencia dice que millones de años.

—Tiene menos de 6.000 porque el obispo de Usher fijó la fecha de la Creación: el 23 de octubre del 4004 a.C., a las 9.

—¿Hora del este o del oeste? —Darrow sonrió y al ver la perplejidad de Bryan siguió:

—Déjelo, déjelo... Pero sí dígame, ¿el primer día tuvo 24 horas?

—La Biblia dice que fue un día.

—¿Un día de 24 horas, de 30 horas, de un mes, de un año, de millones de años?

—No lo sé... Mi impresión es que fueron períodos.

—Bueno, si los llama períodos, ¿podría haber abarcado mucho tiempo?

—Tal vez... Podría haber continuado millones de años —Bryan bajó los ojos y sus seguidores quedaron con la boca abierta.

Darrow pidió un veredicto inmediato. El final fue transmitido por radio a todo el país. En 8 minutos, el jurado declaró a Scopes culpable, lo multó con 100 dólares y quedó libre. Era el martes 25 de julio de 1925, hace 75 años.

Darrow apeló, pues buscaba que un tribunal superior dijera que la ley antievolución era inconstitucional.

Cinco días después, el fiscal Bryan se recostó a dormir una siesta de domingo y murió. La diabetes lo había vencido.

El 14 de enero de 1927, la Corte del estado redujo la multa a un dólar y evitó pensar el asunto en profundidad. Dijo: "No es conveniente prolongar este caso tan extraño". La ley no se aplicó más.

Es válido especular que tanto a Scopes como a Darrow les habría encantado saber lo que reveló el 21 de julio de 2000 el científico Craig Venter, del proyecto Genoma humano. Dijo que la evolución ya es una certeza porque probaron que en el hombre hay vestigios de estructuras genéticas de especies anteriores.

Darrow murió en 1938, a los 83 años. Scopes enseñó ciencia toda su vida. Murió en 1970 y fue enterrado en Louisiana según el rito católico por voluntad de su esposa y de sus dos hijos.


Fuente:

Clarín

Muy Interesante

19 de enero de 2017

El desastre que mató a cien mil personas y creó la sismología moderna

Eran las diez menos cuarto de la mañana del 1 de noviembre de 1755. En ese momento exacto el mundo se resquebrajó. Primero fue un temblor, luego un tsunami, después los incendios, el pánico y la miseria: el primero de noviembre de 1755, el día de todos los santos, el terremoto de Lisboa se llevó 100.000 vidas, estremeció Europa y se convirtió en el primer desastre moderno.





Estos días llenos de terremotos, con la mente en Japón, en Centroamérica, en Chile o en Nepal, viene bien recordar el momento en que entendimos que los desastres naturales no eran sólo cosa de Dios, la naturaleza o el destino, sino fenómenos que podíamos estudiar, prevenir y explicar. El 1 de noviembre de 1755 "nació" la sismología moderna.


"De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la Tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina” porque “era una ciudad rebosante de devoción”. Así describía Nicholas Shrady, autor de The Last Day, la ciudad de Lisboa. Y debía de ser cierto, sobre todo porque nuestro fuerte nunca ha sido la predicción.

Y crack. El terremoto fue largo, algunas crónicas dicen que duró más de seis minutos, y destrozó la ciudad por las costuras. Hubo grietas que tenía más de cinco metros de ancho. Unos 40 minutos después, un tsunami arrasó el puerto y la ciudad ribereña. Nadie lo esperaba. Rousseau se preguntaba en una carta a Voltaire que “¿Cuánta gente desafortunada pereció en este desastre por haber regresado a sus casas para recuperar unos sus ropas, otros sus papeles y otros su dinero?”.

Pero como Lisboa ha sido siempre una ciudad de escarpadas colinas, en las zonas que se salvaron del agua comenzaron a propagarse los fuegos. Las cárceles se desmontaron y los criminales tomaron una ciudad en la que llovía ceniza y las iglesias se derrumbaban mientras los prostíbulos seguían en pie.

El buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad no sufrió daño alguno: “La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina”, dice Shrady; “los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron”. Y por ello, no sólo se derrumbaron las iglesias, con decenas de miles de fieles en su interior, sino también una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso instante: “El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea”, afirma igualmente Shrady, “porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar las causas y la naturaleza de ese tipo de desastres”, hizo a un lado a Dios y contempló la posibilidad de las causas naturales para los mismos. Una chispa de racionalidad que fue, quizá, lo único positivo de esta catástrofe perfecta.

El artículo completo en Xakata

Más información en Hipertextual 


25 de marzo de 2016

Judas no traicionó a Jesús

En la tradición cristiana solamente hay admitidos cuatro evangelios que se escribieron entre cincuenta y ochenta años después de haber muerto Jesús.
 
Entre los personajes bíblicos que han pasado a la historia como malditos, sobresalen en el ámbito religioso, Caín, que mató a su hermano Abel, y Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesucristo con el famoso beso en el Huerto de los Olivos en Jerusalén. Fue la señal para entregarle al poder religioso y político de Israel. ¿Pero fue realmente así? ¿Fue una “traición”, como nos han hecho ver los Evangelios?

En la tradición cristiana solamente hay admitidos cuatro evangelios que se escribieron entre cincuenta y ochenta años después de haber muerto Jesús, conocidos como los evangelios canónicos y sinópticos, es decir, inspirados por Dios. Canónicos porque son los únicos admitidos y aprobados por la Iglesia desde el siglo IV, y sinópticos, porque, sin ser exactos, coinciden en muchos aspectos entre ellos, y bastantes de sus parajes son comunes, cuando no copiados del primigenio que fue el original de Marcos, con sus pequeñas variantes, salvo el último, el Evangelio de Juan, que parece inspirado en otras fuentes.

Pero no solamente los libros del Nuevo Testamento -los 4 atribuidos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, además de las Epístolas, los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis- componen la colección sobre los hechos y dichos de Jesús en su paso por la tierra, hay también otros documentos de esa misma época que nos hablan de Jesús y de sus discípulos, y que también se intitulan “evangelios”, son los llamados “Evangelios Apócrifos”, es decir, aquellos que aun narrando hechos y mensajes del mismo Jesús o de sus andanzas y las de sus apóstoles, no están reconocidos por la iglesia, pero fueron también utilizados entre las primeras comunidades cristianas. Según la doctrina, solamente los enumerados son admitidos como “inspirados por Dios” y constituyen “la palabra de Dios”, así quedó fijado por los llamados “Padres de la Iglesia”, San Ambrosio, San Ireneo de Lyon, San Agustín de Hipona, San Dámaso, etc. que atribuyeron a esa colección la autenticidad y la ortodoxia, y fueron declarados como “dogma” a lo largo de varios concilios a partir de siglo IV. Durante cuatro siglos fueron manejados por las primeras comunidades cristianas para saber del Maestro y sus enseñanzas, esos cuatro evangelios sinópticos junto a los que se conocen como apócrifos, los cuales, posteriormente, con el paso del tiempo, esos jerarcas dieron por no admitidos y fueron apartados, ocultados y condenados. Entre los evangelios apócrifos sobresalen El Evangelio de Tomás, uno de los más antiguos, que contiene no tanto hechos de Jesús cuanto sus dichos, así figura en el comienzo: este papiro trata de “las palabras secretas de Jesús”, su redacción es anterior a la de los cuatro evangelios canónicos. 

Otro “apócrifo” (apartado, oculto) es el Evangelio de María Magdalena, otro personaje denostado y denigrado por la iglesia católica hasta hace poco. Era considerada como prostituta y adúltera, quizá por la influencia negativa, en cierto modo envidiosa, del apóstol Pedro al que no le caía nada simpática por sus confianzas con el Maestro; una relación que debía ser tan importante y afectiva como para tener el valor de asistir a su crucifixión junto a su madre; una relación estrecha que se demuestra en el hecho de que después de la Resurrección, según los evangelios canónicos, a quien primero se aparece Cristo, antes que a sus discípulos, es a María Magdalena. Por esta razón, los Padres de la Iglesia de los primeros siglos, nunca hicieron referencia alguna a María de Magdala como prostituta, sino que hacían hincapié como testigo importante, el primero, de la resurrección. La interpretación como pecadora/adúltera es bastante tardía, basada erróneamente, por una exégesis equivocada, en el pasaje de Lucas VIII-2, donde la describe lavando los pies de Jesús y enjuagándolos con sus largos cabellos. Este acto era un signo de hospitalidad, demostraba una acogida con especial deferencia al invitado, y normalmente lo realizaba un esclavo no judío, o una mujer, que si además pertenecía a la casa o formaba parte de la familia, imprimía mayor respeto y complacencia, pero nunca este tipo de actos en el mundo judío los realizaba una “mujer pública”. 

La figura de la Magdalena comenzó a ser denigrada tardíamente en la tradición cristiana, cuando debía ser considerada todo lo contrario, pues era una seguidora que amó mucho al Maestro, del que no se apartó jamás, contrariamente a otros discípulos. Pese a todo, posteriormente la iglesia católica, quizá para limpiar esa mala imagen y fundada ya en una hermenéutica correcta, ha acabado denominándola “Apóstola de los Apóstoles”.

Algo semejante sucede con la figura de Judas Iscariote. Igual que Tomás y María Magdalena, también cuenta con su “evangelio”, que como los anteriores fue utilizado como palabra santa entre las primeras comunidades seguidoras de Cristo, y es uno de los escritos más antiguos; en el año 180 el Padre de la Iglesia San Ireneo lo cita a menudo en su obra Contra las Herejías, haciendo hincapié precisamente en este evangelio:

El Evangelio de Judas

El artículo completo en:

Nueva Tribuna
 

3 de marzo de 2015

Cuando los jesuitas rezaban y oraban contra los átomos


Rastro de un protón dejado en una cámara de burbujas de Fermilab

La idea de que el universo está compuesto de partículas indivisibles que se combinan entre sí se remonta al siglo V a.C. cuando los filósofos griegos Leucipo y Demócrito especulaban con que incluso las cosas inmateriales estaban compuestas por estos corpúsculos invisibles. Durante muchos siglos, y gracias entre otras cosas a la influencia de Aristóteles, la teoría fue desterrada y no sería hasta el Renacimiento cuando comenzara a estar de nuevo en el ambiente y contribuyera a fraguar un cambio que terminaría siendo una conmoción en el pensamiento de la época.

El escritor Stephen Greenblatt describe en su libro "El Giro" la influencia que tuvo en este cambio la obra del poeta romano Lucrecio "De rerum natura" en la que recogía las ideas de Epicuro y describía el mundo en términos físicos con un atomismo primitivo. Redescubierto en 1417, el texto comenzó a distribuirse a pesar su confrontación con la doctrina de la Iglesia y contribuyó a la aparición de nuevas ideas sobre la naturaleza del mundo. Según se descubrió hace unos años, al propio Galileo le trajeron casi tantos problemas sus ideas sobre el atomismo que su defensa del heliocentrismo, y fue acusado por sus adversarios de defender una teoría que atentaba contra una de las bases de la religión católica: el rito de la eucaristía.

Si el universo estaba compuesto de átomos, razonaban los jesuitas, la idea de la transubstanciación (la conversión del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo) carecía de sentido, así que aquello era una herejía. La persecución de las ideas atomistas fue tal que se prohibió su enseñanza en las escuelas de la Compañía de Jesús y como relata Greenblatt en su libro se llegaron a recitar oraciones contra los átomos en algunos centros de enseñanza. Estaoración en latín se recomendaba recitar a diario a los jóvenes de la Universidad de Pisa:

"Nada sale de los átomos
Todos los cuerpos del mundo resplandecen con la hermosura de sus formas.
Sin ellas el orbe sería solo un caos inmenso.
Al principio creó Dios todas las cosas, para que ellas pudieran engendrar algo.
Ten en nada aquello de lo que no puede salir nada.
Tú, Demócrito, no formas nada nuevo a partir de los átomos.
Los átomos no producen nada, luego los átomos no son nada".
La idea era impedir que los jóvenes cayeran en la tentación de explicar las cosas por lo que veían sus sentidos. Todo era una obra de perfección de Dios y cuestionarlo era una herejía. El 1 de agosto de 1632 la Compañía de Jesús prohibió y condenó al doctrina de los átomos. En un documento del Santo Oficio encontrado a principios de los años 80 por el estudioso italiano Pietro Redondi se detallaban las herejías encontradas en la obra de Galileo "El ensayadora propósito del atomismo. Aquellas afirmaciones, según Redondi, ponían en peligro los dogmas católicos y pudieron ser uno de los detonantes por el que se abrió todo el proceso contra él. Aunque hay distintas visiones sobre el tema, parece fuera de duda que pensar en un mundo hecho de átomos también le trajo problemas.

Fuente

Fogonazos

25 de enero de 2015

Radiografía del cerebro de un terrorista

El atentado de París contra la sede del semanario satírico Charlie Hebdo volvió a recordarnos, una vez más, y de manera brutal, que el terror y la violencia no piden permiso para desatar el pánico. Europa vivió hace unas semanas una auténtica psicosis a raíz de una ola de ataques con los que los cuerpos de seguridad estuvieron en estado de máxima alerta. En un momento en el que decenas de jóvenes occidentales viajan a países como Irak o Siria para unirse a la yihad, los Estados no dejan de trabajar para hacer más seguras sus fronteras.
Las disciplinas que pueden ayudar a luchar contra el terror son muchas: desde las agencias de inteligencia o la política, hasta la informática o la psicología. La prestigiosa revista científica Nature se fija en estas últimas en una serie de artículos que acaba de publicar y que intentan dar respuesta a cuestiones tan cruciales como si es posible predecir el terrorismo, o qué puede llevar a una persona a dejar de lado su vida normal y pasar a ser un asesino.
Aquí destaca especialmente el trabajo del antropólogo Scott Atran, profesor e investigador en la Universidad de Michigan. Este periódico ha contactado con él para que, en la medida de lo posible, intente definir el perfil de estas personas.
"La mayoría son jóvenes que están en una etapa de transición en sus vidas -estudiantes o inmigrantes en una época de cambio entre trabajos o pareja -que han dejado a su familia y buscan otra que dé sentido a su vida", cuenta Atran en conversación con EL MUNDO. Preguntado por cómo es el terrorista típico, si es que tal cosa existiera, cuenta que "tres de cada cuatro personas que se unen a la yihad lo hacen a través de amigos. El 15% a través de familiares", y enfatiza: "Muy pocos son captados en las mezquitas".
Sin embargo, es obvio que ser un adolescente perdido no te convierte en terrorista. "Las personas marginadas son especialmente susceptibles a los cantos de sirena de la yihad, pero también lo son los jóvenes de clase media que quieren dejar su huella en el mundo", cuenta Atran. En Europa, explica, "las redes criminales cuentan con un gran porcentaje de musulmanes marginados que acaban convirtiéndose en delincuentes de poca monta por las pocas oportunidades que le ofrece la sociedad".
"El problema es que ahora la yihad está ofreciendo a estos jóvenes gloria, aventura e importancia, y son precisamente ellos quienes menos tienen que perder, y quienes son más propensos a arriesgar su vida", explica a este periódico este especialista en terrorismo y política internacional.
El artículo completo en:

13 de enero de 2015

¿De dónde salió el cromosoma Y de Jesucristo?


La duda es la obligación metodológica del pensamiento científico. En un momento en el que ascienden nuevas y viejas corrientes irracionales, Estupinyà explica cómo funciona la ciencia y describe la peligrosa tentación de sacar la conclusión que más nos conviene.

Para hablar del pensamiento acientífico nada mejor que comenzar hablando sobre los abogados. Científicos y abogados utilizan un orden opuesto de pensamiento: los científicos primero obtienen evidencias empíricas y después obtienen conclusiones supuestamente objetivas, mientras que los abogados parten siempre de una conclusión predeterminada que defender, y más tarde buscan las pruebas o argumentos subjetivos que la sostengan. Si un abogado está hablando con su cliente y descubre un punto débil, su objetivo será esconderlo. Un científico está en condiciones de hacer lo mismo cuando un resultado no encaja con su teoría, pero entonces será un mal científico. Y los malos trabajos científicos, con el tiempo, son descubiertos.


Imaginemos la siguiente escena: un abogado se encuentra a mitad de un caso; después de escuchar al fiscal, se detiene a meditar, duda un poco, y de repente se gira hacia el juez y dice: “Oiga, ahora que lo pienso, quizás este hombre tenga razón y mi cliente sea culpable.” La opinión general sería que se trata de un mal abogado. Su obligación es luchar y hacerlo de manera dogmática por defender la posición de su cliente, tenga o no razón. “Hay dos verdades, la real y la del caso”, dicen en las facultades de derecho. Si un científico tuviera esta última actitud y se empecinara en defender sus ideas, incluso si las evidencias lo contradicen, entonces diríamos de él que se trata de un pésimo científico.

Admito que mi descripción del trabajo del abogado raya en la caricatura, pero intelectualmente me sirve, en términos generales, para plantear este orden entre conclusiones y pruebas, que distingue el pensamiento científico del acientífico. El ejemplo de los transgénicos puede ilustrar muy bien esta oposición. Alguien que está de manera sistemática en contra de los organismos genéticamente modificados –se trate o no de un investigador– seleccionará solo la información y los estudios que insinúen algún riesgo para la salud o el medio ambiente, y desechará los resultados que no gusten a sus oídos. Por el contrario, el buen científico seguiría un proceso inverso. En un principio no tomaría una posición ni sacaría conclusiones antes de tiempo. Analizaría todas las pruebas de manera objetiva, y después discutiría en qué condiciones un transgénico determinado puede ser conflictivo, absolutamente inocuo o incluso beneficioso. La objetividad es una obligación del buen científico, aunque sea muy difícil mantenerla.

Pensemos que lo que define el pensamiento científico, en términos intelectuales, no es solo los estudios que lo respaldan, sino también su manera de actuar. Nada tan alejado del pensamiento científico como defender algo por fe o dogmatismo. Para la religión las dudas son algo que debe superarse gracias a la fe, mientras que para el científico la duda es una obligación metodológica. La responsabilidad del científico es poner en duda lo que le diga su maestro e intentar corregirlo. De otro modo, los libros de ciencia terminarían siendo biblias intocables, nunca habría creación de nuevo conocimiento y los paradigmas no evolucionarían.
¿De dónde salió el cromosoma Y de Jesucristo?
Un caso ilustrativo de este conflicto entre fe y ciencia es el del reconocido físico Frank J. Tipler, profesor de la Tulane University y autor de un famoso libro de texto de física que se estudia en las universidades. Tipler, por otro lado, es un ferviente religioso convencido de que la ciencia puede congeniar perfectamente con la religión. (Mucha gente piensa lo mismo. Yo no, pero no pretendo discutir ahora esa cuestión.) Si nos atenemos a conceptos generales –si pensamos en un Dios, como el de Spinoza, que diseñó el universo en un momento inicial y dejó que la naturaleza hiciera el resto– la fe y la ciencia podrían coexistir en dimensiones separadas. En cambio, si tratamos de justificar todos los detalles que aparecen en la Biblia, sin duda habrá momentos de fricción entre la creencia religiosa y el pensamiento científico. Tomemos el caso de la virginidad de María: según lo que sabemos hasta ahora de biología, es absolutamente imposible que María tuviera un hijo varón, dado que ningún hombre introdujo el cromosoma Y en su sistema reproductivo. Si Jesucristo hubiera sido mujer, se podría pensar en una reproducción por partenogénesis, un proceso en que el material genético de un óvulo se duplica espontáneamente sin que haya división celular y luego de alguna manera se activa y empieza a dividirse como si hubiera sido fecundado. La partenogénesis existe en algunos reptiles, e incluso se puede inducir artificialmente en primates. No sería imposible que sucediera de modo espontáneo en alguno de los miles de millones de humanos que han aparecido sobre la Tierra a lo largo de nuestra historia. Pero, en cualquier caso, este humano sería hembra, con dos cromosomas X. Una mujer virgen podría tener una hija, pero nunca un hijo. No obstante, la mayor parte de los católicos está convencida de que María engendró a Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Algunos admitirán que la mágica multiplicación de panes y peces podría tener un sentido figurado, no así la virginidad de María; esa es incuestionable. Es un dogma de fe. O, para mí, de irracionalidad. Aquí es donde Frank Tipler entra en escena. Hace unos años este gran matemático y físico publicó un libro llamado ThePhysics of Christianity, donde intentaba explicar científicamente todos los “milagros” aparecidos en la Biblia, entre ellos la virginidad de María. Tipler argumentó algo absolutamente inverosímil, como que algunos genes del cromosoma Y del padre de María pudieran haberse traslocado a uno de los cromosomas X de María, de manera que no estuvieran activos en ella, pero que en una eventual partenogénesis se hubieran duplicado y hubiesen pasado a activarse en su futuro hijo. De esta manera Jesucristo tendría dos cromosomas X, pero con los genes clave del cromosoma Y que le darían la condición masculina. Si analizamos el razonamiento de Tipler, su hipótesis es una burda jugarreta para intentar defender sus ideas. Y es aquí donde el físico Tipler está siendo –de modo muy lamentable– anticientífico. Quiere creer que María tuvo un hijo varón siendo virgen, porque así se lo dicta su fe. Ante el conflicto, en lugar de enfrentarse a su fe, se enfrenta a la ciencia al grado de tergiversarla para acomodar las explicaciones científicas a sus creencias. En el caso de Tipler, la fe se encuentra por encima de la ciencia. Podrá ser un buen físico, pero es un mal científico.. Lea el artículo completo en:

26 de septiembre de 2014

Stephen Hawking: "No hay ningún Dios, los milagros no son compatibles con la ciencia"

Stephen Hawking Stephen Hawking, en la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Cambridge en septiembre de 2013. (GTRES)

El científico británico interviene esta semana en el Festival Starmus de Tenerife. Hawking confía en que el ser humano terminará entendiendo el origen y la estructura del Universo: "Ya estamos cerca de lograr este objetivo", dice.

Para el físico, la exploración espacial impulsará grandes avances: "Evitaría la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas". 


El científico británico Stephen Hawking ha subrayado en España la importancia de contar con "licenciados con formación científica para garantizar el desarrollo económico" y ha advertido de la dificultad de que los jóvenes opten por carreras científicas si siguen los recortes. No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación En un encuentro con el diario El Mundo, Hawking, que esta semana interviene en el Festival Starmus de Tenerife, deja un mensaje para el Gobierno español: "No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación". 

El prestigioso físico inglés, que sufre una enfermedad neurodegenerativa (Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA) desde los 21 años, señala en la entrevista que le gustaría ser recordado por su trabajo en la cosmología y los agujeros negros. Hawking también deja clara su postura sobre la religión: "Antes de que entendiéramos la ciencia, lo lógico era creer que Dios creó el Universo, pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente (...) no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia". 

En esa línea, el científico confía en que el hombre terminará entendiendo el origen y la estructura del Universo: "De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr este objetivo. En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana". 

Sobre la exploración espacial, Hawking considera que "continuará impulsando grandes avances científicos y tecnológicos" porque representaría un seguro de vida para la supervivencia del ser humano: "Podría evitar la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas", opina. El prestigioso científico, que usa un complejo sistema para comunicarse que activa con sus mejillas, tiene previsto intervenir en dos ocasiones en el Festival Starmus: para explicar su teoría acerca de cómo el Bosón de Higgs podría causar la destrucción del Universo y para hablar de agujeros negros. 

Fuente:

20 minutos

18 de abril de 2014

Confirman autenticidad de antiguo papiro que sugiere que Jesús estaba casado

Harvard confirma que antiguo papiro que menciona una cita de Jesús hablando de su esposa es auténtico y reaviva el debate sobre el celibato en el cristianismo. 

En septiembre del 2012 el descubrimiento de un antiguo papiro que mencionaba a la esposa de Jesús conmocionó a la comunidad cristiana. Los creyentes, incluyendo autoridades del Vaticano, desestimaron este documento como una falsificación, pero esta semana la Universidad de Harvard anunció que el documento histórico que tiene alrededor de 1,600 años de antigüedad (y posiblemente más) es auténtico.

Escrito en lengua copta, el papiro cita las palabras de Jesucristo haciendo mención a su esposa como “posible discípulo”. El fragmento recuperado y traducido por la investigadora Karen King reaviva la polémica sobre temas tabú en el cristianismo, como el celibato, la sexualidad y el matrimonio en las autoridades religiosas. “El fragmento sugiere que algunos de los primeros cristianos tenían una tradición en la que Jesús estaba casado”, dijo Karen King. Esto evidentemente tampoco es una prueba de que Jesús tenía una esposa, pero, ya que la creencia difundida de su celibato tampoco está sustentada en bases muy sólidas, genera una interesante discusión. Especialmente cuando en el tiempo de Jesús, y dentro de su tradición, era común que los sacerdotes tuvieran esposas.


Picture 425


Según varios de los Evangelios Apócrifos y los textos gnósticos, Jesús tenía una esposa (generalmente se menciona a María Magdalena) con la que tuvo hijos –de aquí surge el misterio del santo grial o sangre real. Cabe la posibilidad de que la Iglesia, como una forma de detentar con mayor rigor el poder sobre las masas, haya considerado más apta la imagen de un Jesús célibe, de esta forma limitando la expresión de la sexualidad sagrada o el sendero del éxtasis, que algunas otras religiones han utilizado como una vía central para acceder a lo divino. La Iglesia se convirtió en el intercesor entre Dios y el hombre y como tal guardó celosamente sus canales de comunicación.

Hace tres años también se difundió información presentada por la investigadora de la Universidad de Exeter, Francesca Stavrakopoulos, que apunta a que originalmente las grandes religiones abrahámicas –que son hoy los tres grandes monoteísmos−adoraban también a la diosa Asherah, junto a Yahveh (Asherah es a veces llamada Astarot, y es la misma deidad adorada como Ishtar por los babilónicos y Astarte por los griegos, arquetipo del divino femenino: Luna, Tierra, Venus). Es decir que la “esposa” o pareja de Dios, la Diosa Madre fue editada fuera de la Biblia.

Fuente:

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0