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9 de agosto de 2018

Al menos diez ríos se han secado en El Salvador por la falta de lluvia

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales del país centroamericano lleva adelante una campaña para plantar unos cinco millones de árboles en el país. 


Al menos una decena de ríos de la zona oriental de El Salvador se han secado debido a la falta de lluvia en el país centroamericano.

Se trata de ríos que "para esta época del año siempre tienen agua y en este año no presentan caudal", dijo Roberto Cerón, gerente de Hidrología del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), ente que ha recibido reportes de la red de observadores locales sobre esos afluentes, reseñó La Prensa Gráfica.

Según Cerón, los registros reflejan disminuciones de hasta 90 % en los caudales de los ríos del oriente, como el caso del río Torola, que tuvo una sequía similar en 2015 y 2016. El caudal de este afluente es de aproximadamente 40 metros cúbicos de agua por segundo, mientras que en julio apenas llegó a 4.

A finales de julio, el MARN informó que el déficit de lluvia en el país continuará en los meses de agosto, septiembre y octubre. Pese a que el noveno mes del año es típicamente el más lluvioso en la mayor parte del territorio salvadoreño, se prevé que en 2018 las lluvias sean 45 % menos del promedio.

Algunas de las razones que el MARN ha señalado como responsables del déficit de lluvias son la probabilidad de que el fenómeno de El Niño se desarrolle "de débil a moderado (menos lluvias)", y un fuerte enfriamiento, el más alto desde 1994, en el océano Atlántico Tropical Norte y el mar Caribe, lo que suele alterar la temporada de lluvias y el desarrollo de los ciclones tropicales.

Plantar 5 millones de árboles

El MARN lleva adelante una campaña para plantar unos cinco millones de árboles en El Salvador con el objetivo de hacer frente al cambio climático, causante del déficit de lluvia en el país.

La campaña es una iniciativa del Consejo Nacional de Sustentabilidad Ambiental y Vulnerabilidad (Conasav), que contempla la plantación de los árboles en las zonas más degradadas del país.

Tomado de: RT

21 de septiembre de 2012

El Salvador: El mar contra el manglar

El aumento del nivel del océano, debido aparentemente al cambio climático, se está comiendo parte del litoral de El Salvador, incluso un bosque de manglares.

La naturaleza demoró decenas de miles de años para formar los manglares de El Salvador, y todo el ecositema a su alrededor, y en pocos años el calentamiento global (producto básico de las emisiones de los países industrializados) los va destruir para siempre.


Tocones son lo que queda de los manglares.

Los árboles muertos sobresalen de la arena como esqueletos gigantes. Son la prueba concluyente que aquí hace poco, en lugar de esta playa azotada por el viento y las fuertes olas del Pacifico, hubo un bosque de manglares. En la región costera del Bajo Lempa en El Salvador, el cambio climático – en forma de mares crecientes – ha llegado temprano.

Según los lugareños del pueblecito de La Tirana, el Océano Pacifico ha avanzado unos 300 metros desde 2005, empujando la playa delante de él y consumiendo así el frágil ecosistema del cual dependen, prácticamente su única fuente de ingreso monetario. Cuando la marea está baja, pasan por el espeso lodo del manglar buscando “punche”, una especie de cangrejo tropical.

Apenas quedan 500 metros de manglar y, si la tendencia actual sigue, habrá desaparecido para 2025

Cuando les va bien, los habitantes de La Tirana encuentran hasta dos docenas de punche en un día de arduo trabajo, que se venden en el mercado local en unos 3,50 dólares (2,85 euros) cada uno. Con esto, atienden algunas necesidades básicas como ropa, aceite, sal y medicinas que complementan lo obtenido con sus actividades agrícolas y de pesca de subsistencia.

Pero apenas quedan 500 metros de manglar y, si la tendencia actual sigue, habrá desaparecido para el año 2025. “No tenemos ni agua potable ni luz pero tenemos nuestra vida aquí,” dice Nahun Díaz, de 26 años, y alcalde de La Tirana. “Aquí nos queremos quedar pero el mar lo decidirá”.

Según el IPCC, la comisión científica de la ONU dedicada a investigar el cambio climático, el nivel del mar subió durante el siglo pasado 1,7 milímetros al año, aproximadamente. Las corrientes causadas por el derretimiento de los polos y otras masas de hielo como los glaciares alpinos, por un lado, y la expansión termal del agua, por otro, están contribuyendo a este efecto.

Los científicos también informan que el aumento en el nivel del mar no es igual en todo el mundo debido a varios factores, incluido el efecto Coriolis, provocado por el giro de la tierra.

El Salvador calcula que perderá entre 10% y 28% de su litoral en los próximos 100 años

Mientras tanto, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador ya ha calculado que esta nación centroamericana perderá entre 10% y 28% de su litoral en los próximos 100 años. La predicción obedece a los dos extremos del aumento del nivel del mar pronosticado por los varios modelos actuales de simulación de cambio climático, que oscila entre 13 centímetros y 1,1 metros.

En el Bajo Lempa, estas cifras significan poco. Allí ven cómo cada día las olas empujan la arena, desplazándola hacia el corazón del bosque de manglares, y cómo los tocones desaparecen bajo el avance del Pacifico.

“Falta que los científicos vengan para estudiarlo, pero todos los índices nos sugieren que aquí ya está subiendo el mar y son los más pobres los que se ven más perjudicados”, dice Ricardo Navarro, presidente de CESTA, el brazo salvadoreño de Amigos de la Tierra.

Sin embargo, no es solamente por el mar creciente por lo que El Salvador está considerado entre los países más vulnerables al cambio climático. Cada año, huracanes y tormentas tropicales más fuertes asolan Centroamérica. El Salvador, con la segunda tasa más alta de América en deforestación, después de Haití, no podría ser más vulnerable a las inundaciones que estas tempestades implican.

Según el MARN, hubo una sola tormenta extrema en toda la década de los sesenta, otra en los setenta y dos en la de los ochenta. Y luego algo raro sucedió. Hubo cuatro en los noventa (incluido el huracán Mitch que mató a miles de personas por todo Centroamérica) y ocho en los el primer decenio del siglo XXI.

Las inundaciones ya se han vuelto comunes, asolando cada año casas, cultivos y ganado

En el pueblo de Octavio Ortiz, a unos dos kilómetros de La Tirana, al lado del Río Lempa, la vía fluvial más grande del país, Herminia Arqueta, cuenta como las inundaciones ya se han vuelto comunes, convirtiéndose en un peligro estacional que asuela sus casas, cultivos y ganado todos los años.

“Esto nunca sucedió antes de Mitch”, dice la viuda de 46 años, que vive con dos de sus cuatro hijas y depende en gran parte de la agricultura de subsistencia. “Ya cada octubre, cuando empiezan las lluvias, tenemos que prepáranos para lo peor”.

El año pasado, lluvias provocadas por una depresión tropical, llamada 12E por los meteorólogos, dejo el piso de su casa inundado con 65 centímetros de agua durante tres semanas. Peor aún, destruyó toda la cosecha de maíz y arroz, que había sido financiada con un préstamo de 1.000 dólares (814 euros). Ahora, está a punto de vender cinco de sus siete vacas lecheras para cancelar la deuda.

“Apenas sobrevivimos gracias a ellas [las vacas]”, dice Arqueta frente a su casa. “Es lo mismo para todos aquí. Hemos comprado semillas y ganado con préstamos y ahora hemos perdido todo. Muchos no van a poder devolver el dinero”.

Asediado por un tsunami de violencia impulsado por las pandillas y el narcotráfico que lo ha llevado a tener la segunda tasa más alta del mundo de homicidios en 2010, El Salvador lo último que necesita es una crisis climática.

“Nuestro legado de deforestación y descuido ecológico nos ha dejado demasiado vulnerables al cambio climático”, dice Navarro. “Si el gobierno no aplica medidas significativas de adaptación, vamos a tener una ola de refugiados climáticos en el país”.

En la placidez de los manglares, tal advertencia parece incongruente. Mientras que remamos suavemente por el bosque, de regreso de la playa hacia La Tirana, en una visita a este ecosistema tan delicado auspiciada por una beca del Pulitzer Center on Crisis Reporting, de Washington DC, Nahun Díaz, con su hija Ingrid, de tres años, sentada en su rodilla, pregunta: “¿A dónde nos iríamos? Nuestra vida aquí es la única que conocemos. Sin el manglar, no somos nada”.

Fuente:

El País (España)

13 de diciembre de 2011

La misteriosa enfermedad que azota a los trabajadores azucareros de Centroamérica

Niño en campo azucarero

Una misteriosa enfermedad renal se está convirtiendo en una de las principales causas de muerte de hombres en América Central.

En El Salvador es la segunda causa de muerte y en Nicaragua está matando a más hombres que el VIH y la diabetes combinadas.

No se ha logrado confirmar su causa, pero se piensa que las víctimas están, literalmente, matándose trabajando. Esta es la historia.

P.D. "Conocer Ciencia" hace un llamado a la comunidad internacional a no cosumir el azúcar amargo de centroamérica. ¡Boicot al azúcar de Centroamérica!


En las tierras bajas de Nicaragua, una región de vastos cultivos de caña de azúcar, está la pequeña comunidad de La Isla.

Sus pequeñas casas forman un mosaico de concreto y madera. Trozos de tela sirven como puertas.

Maudiel Martínez sale de una de estas casas para saludarme. Es un hombre pálido con pómulos protuberantes. Camina inclinado como un anciano, pero sólo tiene 19 años.

"La forma como esta enfermedad surge es que usted me ve ahora, pero en un mes me habré ido. Te puede atacar súbitamente" dice.

Los riñones de Maudiel están dejando de trabajar. No llevan a cabo su función esencial de filtrar los desechos de su cuerpo. El jóven se está envenenado internamente.

Cuando comenzó a estar mal hace dos años ya conocía esta enfermedad y sabía cómo podría terminar.

"Pensé en mi padre y abuelo" explica.

Ambos murieron del mismo trastorno, igual que tres de sus hermanos.

Todos trabajaban en los campos azucareros.

La enfermedad renal ha matado a tantos hombres que la gente local ahora no sólo llama a la comunidad "La Isla" sino "La Isla de las Viudas".

La epidemia se extiende más allá de Nicaragua. Es prevalente a lo largo de la costa del Pacífico en Centroamérica, en seis países.

"Es importante que la enfermedad renal crónica renal (ERC) que afecta a miles de trabajadores rurales en América Central sea reconocida como lo que es: una gran epidemia con un impacto tremendo en la población" afirma el doctor Victor Penchaszadeh, epidemiólogo clínico de la Universidad de Columbia en Estados Unidos y asesor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La ministra de salud de El Salvador recientemente pidió ayuda a la comunidad internacional. Según la funcionaria la epidemia "está consumiendo a nuestras poblaciones".

Calor excesivo

En una clínica de El Salvador, en la región agrícola de Bajo Lempa, el doctor Carlos Orantes recientemente encontró que 25% de los hombres de la zona sufrían la enfermedad.

Hombre enfermo en Centroamérica

Se cree que las condiciones de trabajo pueden ser responsables de la enfermedad.

Además, dice, la mayoría de los enfermos no mostraban signos de hipertensión o diabetes, las causas más comunes de ERC en otras partes del mundo.

"La mayoría de los hombres que estudiamos tenían ERC pero su causa era desconocida" explica.

Lo que los hombres de la región tenían en común es que todos trabajaban en el campo. Así que el doctor Orantes cree que una de las principales causas del daño renal son los tóxicos químicos -pesticidas y herbicidas- que son utilizados de forma rutinaria en la agricultura.

"Estas sustancias químicas están prohibidas en Estados Unidos, Europa y Canadá, pero se usan aquí, sin ninguna protección, en grandes cantidades, lo cual es muy preocupante" señala el médico.

Pero no descarta que pueda haber otras causas. Por ejemplo, el uso excesivo de analgésicos puede dañar los riñones, igual que tomar mucho alcohol.

Ambos son problemas importantes en esta región, afirma el doctor Orantes.

En Nicaragua la enfermedad ya se convirtió en un tema político.

En 2006 el Banco Mundial otorgó un préstamo a la mayor compañía azucarera de Nicaragua para construir una planta de etanol.

Los trabajadores de la plantación presentaron un reclamo diciendo que las condiciones de trabajo de la compañía y el uso de tóxicos químicos estaban provocando una epidemia.

Afirmaban que el préstamo violaba los propios estándares del Banco sobre la seguridad y prácticas medioambientales.

En respuesta, el Banco acordó financiar un estudio para tratar de identificar la causa de la epidemia.

"La evidencia apunta claramente a la hipótesis de que el estrés por el calor podría ser la causa de esta enfermedad" afirma el doctor Daniel Brooks de la Universidad de Boston, Estados Unidos, quien está dirigiendo la investigación.

El científico y su equipo encontraron que los trabajadores azucareros no son los únicos que están cayendo enfermos.

Los mineros y trabajadores portuarios también sufren altos niveles de enfermedad renal, y sin embargo, ellos no están expuestos a los químicos agrícolas.

Lo que estos hombres tienen en común, dice el investigador, es que todos trabajan largas horas en condiciones de calor extremo.

"Día tras día de trabajo manual duro en condiciones calientes, sin suficiente reemplazo de líquidos, puede tener efectos en los riñones que no son obvios a primera vista pero con el tiempo se acumulan hasta llegar a un estado de enfermedad" dice el doctor Brooks.

"Nunca se ha podido demostrar que esto cause enfermedad renal crónica, así que estaríamos hablando de un nuevo mecanismo que hasta ahora no ha sido descrito en la literatura científica" agrega.

Pero el científico afirma que un nuevo estudio preliminar apoya esta hipótesis. Su equipo analizó muestras de sangre y orina de trabajadores azucareros que llevaban a cabo diversos trabajos.

Los científicos encontraron más evidencia de daño renal en los trabajadores que realizaban las labores más duras en el exterior.

La profesora Aurora Aragón de la Universidad Nacional de Nicaragua, en León, afirma que esta explicación tiene sentido.

Desde hace tiempo sospecha que parte del problema es la forma como se les paga a los trabajadores azucareros: reciben más dinero entre más caña de azúcar corten.

"Esta forma de trabajo fuerza a la gente a hacer más de lo que son capaces y esto no es bueno para su salud" dice.

Sin alternativa

Trabajadores azucareros

Los hombres no tienen otra alternativa de trabajo que los cultivos de azúcar.

"El trabajo en el campo nos hace sentir mareados y con náusea" dice José Donald Cortez, quien corta caña desde hace 18 años.

"A menudo tenemos fiebre".

Cortez ahora padece enfermedad renal y dirige una organización de trabajadores del azúcar en Nicaragua que están enfermos. Está convencido de que algo en las plantaciones de azúcar está causando la enfermedad.

Sea lo que sea, dicen, los que están enfermos necesitan tratamiento de diálisis, que puede mantenerlos vivos si les fallan los riñones.

Pero pocos pueden obtenerlo porque la diálisis es extremadamente costosa y muy poco disponible.

"Si se lo pides al ministerio de salud te dicen que ellos no tienen el dinero. Si le preguntas a la compañía de azúcar si ellos son responsables, te dicen 'no'".

Por su parte, las compañías azucareras afirman que no están convencidas de que las sustancias químicas que se usan en sus plantaciones son responsables de la epidemia. Aún así, dicen, tratarán de proteger la salud de sus empleados.

Un conglomerado que posee varias plantaciones azucareras en Centroamérica, el Grupo Pellas, señala que ha comenzado a dar a sus trabajadores un descanso de una hora para el almuerzo y ahora emplea a personal para asegurarse de que los hombres beben agua.

La compañía también lleva a cabo pruebas rutinarias renales en sus empleados.

El portavoz de la empresa, Ariel Granera, expresa que si se encuentra que un trabajador tiene enfermedad renal se le deja ir, por preocupación y por su propio bien, agrega.

Pero los trabajadores enfermos que han sido despedidos afirman que lo que reciben de las compañías y de la seguridad social no es suficiente para vivir y cuando pierden sus empleos pierden el derecho a recibir tratamiento de las clínicas de la empresa.

En La Isla, y muchos otros pueblos similares, los hombres a menudo son empleados por contratistas que no llevan a cabo análisis de enfermedad renal.

Todos saben que trabajar en los campos azucareros es un riesgo grande, pero no hay otro tipo de empleos en la región.

"No tenemos alternativa" dice una mujer que recientemente perdió a su padre. "No hay otra forma de mantener a la familia".

Fuente:

BBC Ciencia

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9 de mayo de 2011

El Salvador y sus cocinas ecológicas

Este nuevo instrumento puede ser muy útil en el país más deforestado de América Central.

Doña Lorena palmea y echa la masa de maíz sobre el comal de barro. Está a punto de concluir la faena porque no le queda mucha leña del manojo que compró por poco más de un dólar.

Mientras tanto, una cliente aguarda por su orden de tortillas, el acompañante indispensable en la dieta de los salvadoreños.

Durante la espera, el humo del fuego irrita los ojos; pero, en otro lugar del pequeño poblado de Nahuilingo, Vilma Graciela también prepara tortillas y no lagrimea.

Ambas utilizan leña para cocinar, pero la primera usa un comal sobre un brasero abierto, y la segunda cuenta con una ecocina, que tiene una cámara con chimenea que reduce hasta un 90% la emisión de CO2 y ahorra el 70% del gasto de leña.

Este nuevo instrumento puede ser muy útil en el segundo país más deforestado de Latinoamérica, superado sólo por Haití.

Orígenes de la ecocina

En 2007 Gustavo Peña, el promotor de las ecocinas, conoció a Larry Winiarski, un ingeniero especialista en combustión de la Universidad de Oregon.

Conscientes de que resultaba difícil cambiar el patrón de consumo de leña, especialmente en las comunidades rurales y en situación de extrema pobreza, comenzaron a desarrollar en el país modelos de cocinas que optimizaran la energía y que redujeran la quema de madera.

Luego de varias pruebas y de validar los prototipos entre las comunidades, finalmente Peña encontró una estructura portátil, con eficiencia calorífica, durabilidad, y libre de mantenimiento.

Winiarski dio el visto bueno al diseño y Peña, con el apoyo de Stove Team, una organización estadounidense que promueve el uso de estufas eficientes, y del Club Rotario de Oregon, inició la producción de su invento en Nahuilingo, de donde es oriundo.

Producción local

Este poblado de origen indígena, ubicado a 210 metros sobre el nivel del mar y a 66 kilómetros de distancia de la capital, pertenece a una de las provincias más violentas del país, donde el acoso de las maras es una constante y la falta de empleo una regla.

Ahora, sin embargo, es el punto de referencia de una empresa de 16 empleados que producen cientos de cocinas ecológicas y cuyo modelo es reproducido en Honduras, Guatemala, Nicaragua y México.

Nancy Hughes, directora de Stove Team, celebra que "en Nahuilingo encontramos gente muy inteligente, trabajadores y con muchas ecocinas por delante".

"Además, la idea de emplear trabajadores locales es fundamental para nosotros", explica Hughes en conversación con BBC Mundo.

De hecho, Peña no deja de ensayar con nuevos modelos: de tres hornillas, con una plancha en la superficie, un horno de panadería y un sistema híbrido que utiliza energía eléctrica.

En esta nación centroamericana también existen otras iniciativas, como la denominada "turbo-cocina" de René Núñez, que ha sido adoptada por las escuelas públicas en la capital con respaldo de la empresa privada.

¿No a la leña?

Niñas preparan guiso utilizando cocina ecológica

En El Salvador hay muchos iniciativas dirigidas a erradicar el consumo de leña.

Mientras la ecocina despertó el apoyo internacional de organizaciones como Care, Hábitat para la Humanidad, el Club Rotario, universidades, los Cuerpos de Paz, y la Fundación Milagro de Carlos Santana, en el país este invento es soslayado por las autoridades oficiales de medio ambiente, que buscan erradicar el consumo de leña.

Según la FAO, la densidad poblacional en El Salvador (más de 250 habitantes por km2) ejerce una presión sobre los recursos naturales que casi ha eliminado la vegetación natural del territorio.

De hecho, se estima que el remanente de bosque original es de apenas 2%.

Si bien el Índice de Desarrollo Humano advierte que el patrón de uso de leña ha disminuido en los últimos 20 años, del 50% de los hogares en 1990 al 25% en 2010, en las áreas rurales, donde casi la mitad de los hogares son pobres, 55 de cada 100 familias todavía cocinan con ésta.

Otro argumento en contra de este tipo de combustión es el de salubridad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren en el mundo 1,6 millones de personas por causa de la inhalación de humo en el hogar.

Aunque este fenómeno no se ha medido en el país, las estadísticas del Ministerio de Salud indican que las enfermedades respiratorias agudas son la principal causa de muerte.

Y debido a que la ecocina logra reducir los dos factores, Peña reitera que no amenaza los bosques.

"Lo que debe hacerse es un plan integral de reforestación y mantenimiento de los recursos naturales", argumenta Hughes.

Fuente:

BBC Ciencia

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