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21 de septiembre de 2012

El Salvador: El mar contra el manglar

El aumento del nivel del océano, debido aparentemente al cambio climático, se está comiendo parte del litoral de El Salvador, incluso un bosque de manglares.

La naturaleza demoró decenas de miles de años para formar los manglares de El Salvador, y todo el ecositema a su alrededor, y en pocos años el calentamiento global (producto básico de las emisiones de los países industrializados) los va destruir para siempre.


Tocones son lo que queda de los manglares.

Los árboles muertos sobresalen de la arena como esqueletos gigantes. Son la prueba concluyente que aquí hace poco, en lugar de esta playa azotada por el viento y las fuertes olas del Pacifico, hubo un bosque de manglares. En la región costera del Bajo Lempa en El Salvador, el cambio climático – en forma de mares crecientes – ha llegado temprano.

Según los lugareños del pueblecito de La Tirana, el Océano Pacifico ha avanzado unos 300 metros desde 2005, empujando la playa delante de él y consumiendo así el frágil ecosistema del cual dependen, prácticamente su única fuente de ingreso monetario. Cuando la marea está baja, pasan por el espeso lodo del manglar buscando “punche”, una especie de cangrejo tropical.

Apenas quedan 500 metros de manglar y, si la tendencia actual sigue, habrá desaparecido para 2025

Cuando les va bien, los habitantes de La Tirana encuentran hasta dos docenas de punche en un día de arduo trabajo, que se venden en el mercado local en unos 3,50 dólares (2,85 euros) cada uno. Con esto, atienden algunas necesidades básicas como ropa, aceite, sal y medicinas que complementan lo obtenido con sus actividades agrícolas y de pesca de subsistencia.

Pero apenas quedan 500 metros de manglar y, si la tendencia actual sigue, habrá desaparecido para el año 2025. “No tenemos ni agua potable ni luz pero tenemos nuestra vida aquí,” dice Nahun Díaz, de 26 años, y alcalde de La Tirana. “Aquí nos queremos quedar pero el mar lo decidirá”.

Según el IPCC, la comisión científica de la ONU dedicada a investigar el cambio climático, el nivel del mar subió durante el siglo pasado 1,7 milímetros al año, aproximadamente. Las corrientes causadas por el derretimiento de los polos y otras masas de hielo como los glaciares alpinos, por un lado, y la expansión termal del agua, por otro, están contribuyendo a este efecto.

Los científicos también informan que el aumento en el nivel del mar no es igual en todo el mundo debido a varios factores, incluido el efecto Coriolis, provocado por el giro de la tierra.

El Salvador calcula que perderá entre 10% y 28% de su litoral en los próximos 100 años

Mientras tanto, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador ya ha calculado que esta nación centroamericana perderá entre 10% y 28% de su litoral en los próximos 100 años. La predicción obedece a los dos extremos del aumento del nivel del mar pronosticado por los varios modelos actuales de simulación de cambio climático, que oscila entre 13 centímetros y 1,1 metros.

En el Bajo Lempa, estas cifras significan poco. Allí ven cómo cada día las olas empujan la arena, desplazándola hacia el corazón del bosque de manglares, y cómo los tocones desaparecen bajo el avance del Pacifico.

“Falta que los científicos vengan para estudiarlo, pero todos los índices nos sugieren que aquí ya está subiendo el mar y son los más pobres los que se ven más perjudicados”, dice Ricardo Navarro, presidente de CESTA, el brazo salvadoreño de Amigos de la Tierra.

Sin embargo, no es solamente por el mar creciente por lo que El Salvador está considerado entre los países más vulnerables al cambio climático. Cada año, huracanes y tormentas tropicales más fuertes asolan Centroamérica. El Salvador, con la segunda tasa más alta de América en deforestación, después de Haití, no podría ser más vulnerable a las inundaciones que estas tempestades implican.

Según el MARN, hubo una sola tormenta extrema en toda la década de los sesenta, otra en los setenta y dos en la de los ochenta. Y luego algo raro sucedió. Hubo cuatro en los noventa (incluido el huracán Mitch que mató a miles de personas por todo Centroamérica) y ocho en los el primer decenio del siglo XXI.

Las inundaciones ya se han vuelto comunes, asolando cada año casas, cultivos y ganado

En el pueblo de Octavio Ortiz, a unos dos kilómetros de La Tirana, al lado del Río Lempa, la vía fluvial más grande del país, Herminia Arqueta, cuenta como las inundaciones ya se han vuelto comunes, convirtiéndose en un peligro estacional que asuela sus casas, cultivos y ganado todos los años.

“Esto nunca sucedió antes de Mitch”, dice la viuda de 46 años, que vive con dos de sus cuatro hijas y depende en gran parte de la agricultura de subsistencia. “Ya cada octubre, cuando empiezan las lluvias, tenemos que prepáranos para lo peor”.

El año pasado, lluvias provocadas por una depresión tropical, llamada 12E por los meteorólogos, dejo el piso de su casa inundado con 65 centímetros de agua durante tres semanas. Peor aún, destruyó toda la cosecha de maíz y arroz, que había sido financiada con un préstamo de 1.000 dólares (814 euros). Ahora, está a punto de vender cinco de sus siete vacas lecheras para cancelar la deuda.

“Apenas sobrevivimos gracias a ellas [las vacas]”, dice Arqueta frente a su casa. “Es lo mismo para todos aquí. Hemos comprado semillas y ganado con préstamos y ahora hemos perdido todo. Muchos no van a poder devolver el dinero”.

Asediado por un tsunami de violencia impulsado por las pandillas y el narcotráfico que lo ha llevado a tener la segunda tasa más alta del mundo de homicidios en 2010, El Salvador lo último que necesita es una crisis climática.

“Nuestro legado de deforestación y descuido ecológico nos ha dejado demasiado vulnerables al cambio climático”, dice Navarro. “Si el gobierno no aplica medidas significativas de adaptación, vamos a tener una ola de refugiados climáticos en el país”.

En la placidez de los manglares, tal advertencia parece incongruente. Mientras que remamos suavemente por el bosque, de regreso de la playa hacia La Tirana, en una visita a este ecosistema tan delicado auspiciada por una beca del Pulitzer Center on Crisis Reporting, de Washington DC, Nahun Díaz, con su hija Ingrid, de tres años, sentada en su rodilla, pregunta: “¿A dónde nos iríamos? Nuestra vida aquí es la única que conocemos. Sin el manglar, no somos nada”.

Fuente:

El País (España)

8 de diciembre de 2010

Cancún, el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer

Especial: COP16

Cancún, el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer





Miembros de WWF representan la tierra en las playas de Cancún.

Hace sólo 40 años, Cancún se parecía más al 'Kaan-kun' de los Mayas que al monstruoso complejo en que se ha convertido hoy. Hace sólo cuatro décadas aquella barra de arena, rodeada de aguas cristalinas, selvas, manglares y cocoteros, tenía más el aspecto de un 'nido de serpientes', como era conocido por los indígenas, que uno de los centros turísticos más importantes del mundo. Y es que en un tiempo récord, Cancún ha pasado de tener una improvisada torre de control levantada con palos y hojas de palmera, desde la que se organizaron los primeros vuelos montados para inversores, a tener el aeropuerto con más tráfico internacional del país. Y todo en un puñado de años.

Hasta 1970 Cancún era un pequeño pueblo de pescadores, rodeado de selvas y ocupado hasta entonces por las familias de Emilio, de Antonio y de Gabriel. Eran los Hernández, 'Cachito' y 'Gabuch' que, apartados del resto del mundo, vivían de la pesca y la recolección, pero que hoy en día son reconocidos oficialmente como los primeros habitantes de una lugar que nunca imaginaron.

Porque Cancún, sede estos días de la Cumbre sobre el cambio climático (COP-16), es un proyecto creado desde cero por arquitectos y banqueros del Distrito Federal, ansiosos por encontrar nuevos focos turísticos para un país que buscaba el relevo para Acapulco. Al fin y al cabo ese era el legado que cada presidente del PRI dejaba antes de despedirse; Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta, Los Cabos, Huatulco....y así sucesivamente.

Pero 40 años después aquel proyecto "sustentable", Cancún se ha convertido en el mejor modelo de lo que no hay que hacer. "Este lugar es ejemplo de todas la violaciones en legislativas y medioambientales, de desorden y de la destrucción de los ecosistemas, de cómo no se debe crecer en zonas vulnerables" sostiene Alejandra Serrano, coordinadora regional del Centro mexicano de Derecho Ambiental en Quintana Roo.

El lugar que perfeccionó como ninguno el "todo incluido", la pulsera de colores y los asientos para seguir bebiendo sin salir del agua, surgió devastando la selva y desplazando a flores y fauna.

Hasta entonces era una isla virgen formada por una duna, separada de tierra firme por dos estrechos canales que conectaban con una laguna y con el mar. Precisamente esta laguna es ejemplo de uno de los cuerpos acuáticos más contaminados y según algunos estudios señalan que en el lugar existen 100 tipos distintos de bacterias como la salmonella o metales pesados como plomo. "Al construir sus más de 100 hoteles sobre la duna costera se removió la vegetación natural de la playa y rellenó manglares, lo que elevó no sólo su vulnerabilidad a los ciclones, sino el nivel erosivo de sus arenales", explica Juan José Morales, premio Latinoamericano de Divulgación Científica.

Y hay un ejemplo que explica mejor que nadie como se han hecho aquí cosas en los últimos años; para adecentar el lugar de cara al comienzo de la Cumbre y la llegada de 8.000 personas de 194 delegaciones diferentes, se decidió pintar y sembrar los camellones de plantas y árboles exóticos. Pocos tiempo después hubo que arrancar las plantas porque eran especies agresivas que no formaban parte de la flora autóctona del lugar. Paralelamente la única torre de energía eólica que hay en la zona se inauguró solo un mes antes de esta Cumbre, más como un elemento decorativo que un proyecto a futuro de basar el desarrollo en energías renovables...y así sucesivamente.

Complejos turísticos como Puerto Cancún, en isla Mujeres, necesitaron derribar más de 300 hectáreas de manglar para construir un campo de golf, centros comerciales y hoteles de lujo. Por los huracanas y la voracidad urbanística, el agua llega hoy hasta los cimientos de muchas construcciones. A consecuencia de los huracanes y de la deforestación de los manglares hubo que traer muchos metros cúbicos de arena del fondo para ampliar las playas lo que ha dañado el lecho marino y la segunda barrera coralina más importante del mundo (tras la australiana).


Al asedio medioambiental, a Cancún le ha seguido el asedio de miles de trabajadores llegados de las zonas más pobres del país para trabajar en los grandes hoteles de la llamada 'barra hotelera'. En los últimos años, en la periferia de la ciudad crece la mancha urbana sin orden, sobre la selva y poniendo en riesgo los acuíferos subterráneos. De las mil 664 hectáreas que abarca el municipio de Benito Juárez, con cabecera en Cancún, 22% es ocupado por asentamientos irregulares que carecen de drenaje y servicios. La falta de drenaje ha provocado que los desechos sean arrastrados hacia el mar, ocasionando contaminación y degradación de los arrecifes de coral que, además de ser productores de la arena blanca que ha dado fama a Cancún, funcionan como barreras protectoras contra los huracanes.

A ello se suma la agresividad en Playa del Carmen y la Riviera Maya, donde los hoteles, muchos de ellos españoles, han destruido gran parte de los acuíferos subterráneos. Greenpeace México informó que en 1994 ya se había destruido el 65 por ciento de los bosques de manglar del país y que, precisamente, la región en la que más se ha deteriorado este ecosistema es en la Rivera Maya. En esta región tres de cada cuatro hoteles son españoles.

Fuentes:

El Mundo Ciencia

15 de febrero de 2008

Medio Ambiente

Los manglares del Perú desaparecen.


Se han perdido 3,6 millones de hectáreas de manglares desde 1980.

Son ecosistemas únicos en el planeta.

Los cambios en el uso de la tierra son causa de la destrucción. Son los bosques que han sufrido más deforestación en el mundo.



Por Carlos Necochea Flores

Una nueva noticia pone de manifiesto la grave pérdida de ecosistemas únicos para la supervivencia de vida en el planeta. Esta vez un estudio de evaluación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) revela que en el planeta se perdió alrededor de 3,6 millones de hectáreas de manglares desde 1980, lo que equivale a "una pérdida alarmante" del 20% del área total de este tipo áreas.

El área perdida es tan grande como casi cuatro veces el tamaño del departamento de Arequipa.

El informe "Los manglares del mundo 1980-2005" precisa que el área total de este tipo de bosque cayó de 18,8 millones de hectáreas en 1980 a 15,2 millones en 2005.

Asia sufrió la mayor disminución desde 1980, con más de 1,9 millones de hectáreas destruidas, fundamentalmente debido a cambios en el uso de la tierra.

América del Norte y Central y África también contribuyeron significativamente a la desaparición, con la eliminación de unas 690.000 y 510.000 hectáreas, respectivamente. Indonesia, México, Pakistán, Papúa Nueva Guinea y Panamá registraron las mayores pérdidas de manglares durante los años ochenta. En total, un millón de hectáreas, extensión comparable a la de Jamaica.

POR DEFORESTACIÓN
Desde 1990 hasta 2005, Vietnam, Malasia y Madagascar han sufrido una mayor deforestación, aunque otros, como Pakistán y Panamá, consiguieron reducir su tasa de pérdida de manglares.

El estudio de la FAO señala como causas principales de la deforestación la presión demográfica, la conversión de zonas a gran escala para la cría de peces y camarones, la agricultura, infraestructuras y el turismo. La contaminación y los desastres naturales figuran también entre esas causas.

"La tasa de pérdida de manglares es significativamente más alta que la pérdida de cualquier otro tipo de bosques", dijo Wulf Killmann, director de Productos y Economía Forestales de la FAO.

Killmann aseguró que la deforestación conlleva graves pérdidas en la biodiversidad y en los medios de subsistencia, además de la intrusión salina en las áreas costeras y la acumulación de sedimentos en los arrecifes de coral, puertos y rutas de navegación.

CONSECUENCIAS EN TURISMO
Añadió que hasta el turismo sufrirá las consecuencias, por lo que pidió que "los países se comprometan a una conservación más eficaz y a la gestión sostenible de los manglares y otros ecosistemas húmedos".

Sin embargo, la FAO destaca que hubo disminución en el ritmo de pérdida de manglares, ya que en los años 80 desaparecían unas 187.000 hectáreas al año, cifra que se redujo a las 102.000 hectáreas entre 2000 y 2005. Explica que ello refleja una mayor concientización del valor de estos ecosistemas y destaca a Ecuador, por reconstruir varias áreas de manglares.

Ante la preocupante pérdida, varias autoridades mundiales hicieron un llamado para proteger estos ecosistemas únicos y alertaron que los manglares son fuente muy importante de protección natural para muchas naciones.

PRESENCIA VITAL
Los manglares son bosques perennes resistentes a la sal que se extienden a lo largo de los litorales, lagunas, ríos o deltas de 124 regiones y países tropicales y subtropicales, protegiendo el área costera de la erosión, los ciclones y el viento. Se trata de ecosistemas importantes que suministran agua, comida, forraje, medicina y miel.

También son hábitats para muchos animales como cocodrilos y serpientes, tigres, ciervos, nutrias, delfines y pájaros, y una amplia variedad de peces y mariscos dependen de estos bosques costeros. Los manglares ayudan, además, a proteger los arrecifes de coral de los sedimentos de las tierras altas.

Indonesia, Australia, Brasil, Nigeria y México representan conjuntamente el 50% del área total de manglares del planeta.

En Tumbes hay unas 1.800 hectáreas menos
Como era de suponer, el Perú también ha sufrido una reducción considerable en la superficie de sus únicos manglares. Solo entre 1982 y 1992 en el departamento de Tumbes se perdieron un total de 1.791 hectáreas de manglares. Así lo reveló el biólogo del Instituto Nacional de Recursos Naturales, Miguel Lleellish, quien desde hace varios años viene estudiando este ecosistema.

Explicó que de acuerdo con mediciones efectuadas en 1982, el área de los manglares llegaba a 5.964 hectáreas, pero en solo diez años y por causa de actividades de langostineras desaparecieron 1.294 hectáreas.

Además, por otras causas, entre las que figura el avance de terrenos de cultivo, principalmente de arroz, especies frutales y hortalizas, la pérdida continuó.

"Es importante señalar que este tipo de ecosistemas de manglares es una unidad indivisible entre el mar, coral, tierra, manglar y bosque asociado. Si se amenaza a una de sus partes está en peligro todo el sistema y eso es lo que está sucediendo con los manglares de Tumbes", advirtió.

En los últimos años la disminución ha sido mínima. Según Llellish el tamaño de los manglares supera las 4.100 hectáreas. Por ser la única muestra representativa de este tipo de bosques en el Perú, mediante Decreto Supremo 018-88-AG se declaró intangibles 2.972 hectáreas de esta área que es llamada Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes.

Sin embargo, llama la atención que la superficie restante, donde aún moran los últimos ejemplares del cocodrilo de Tumbes, en proceso de extinción, no hayan sido protegidas y estén en riesgo de desaparecer.

También los bosques y matorrales arbolados que son parte indivisible para la existencia de estos manglares y que, actualmente, no tienen ningún tipo de protección legal, han sufrido una preocupante reducción.

Ante esta seria amenaza, urge una propuesta para que los manglares que no fueron declarados intangibles, así como los corredores de bosques secos asociados a este ecosistema, tengan categoría de conservación prioritaria.

Fuente:

El Comercio - Perú

2 de febrero de 2007

Paisajes amenazados en América Latina


Jueves, 1 de febrero de 2007 - 22:48 GMT

El calentamiento global ha modificado los paisajes en diversas zonas naturales de América Latina, como los glaciares y los manglares, además de incrementar el número de especies en peligro de extinción.

Este viernes se presenta en París el cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), realizado en conjunto por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Este panel reúne a más de 2.000 expertos que analizan los riesgos del cambio climático, sus impactos potenciales y las opciones para poder contrarrestarlo.

BBC Mundo habló con especialistas sobre los efectos y amenazas de este fenómeno en países latinoamericanos como México, Perú y Ecuador.

GLACIARES DEL PERÚ

Marco Zapata es ingeniero geólogo y coordinador de la Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos del Instituto Nacional de Recursos Naturales del Perú.

Ha estudiado desde hace más de 37 años los glaciares de la Cordillera Blanca en Ancash en la ciudad andina de Huaraz.

"Los glaciares son indicadores muy sensibles del cambio climático. Los que tenemos en Perú están experimentando un proceso de deglaciación o retroceso muy acelerado.

Un inventario realizado en 1989 con fotos aéreas determinó que nuestro país poseía 18 cordilleras nevadas y teníamos 3.044 glaciares con una superficie de 2.042 kilómetros cuadrados.

En 1997 un nuevo inventario estableció que el área glaciar se redujo a 1.595 kilómetros cuadrados, por lo que perdimos 21,85% de la superficie".

ESPECIES EN EXTINCIÓN EN ECUADOR

Arturo Mora es funcionario de programa de la Unidad de Especies y Listas Rojas de la Oficina Regional para América del Sur de la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).

Este organismo es la red de conservación más grande del mundo, al reunir a más de 80 países, 800 ONG's y 10.000 científicos y expertos.

"Este cambio en el área de distribución afecta tanto a individuos de algunas especies, cómo la manera en que se maneja un grupo de especies.

Está relacionada también a cambios en zonas de vegetación, pues por el cambio climático las especies se van de un lugar a otro.

Si hablas con la gente mayor, no sólo en la ciudad sino en caminatas afuera, siempre te contarán que veían ranitas por todos lados, que ya no se pueden ver".

MANGLARES EN MÉXICO

Jorge López Portillo es investigador del Instituto Nacional de Ecología A.C. en Veracruz y Secretario Académico de la institución.

En ese estado de la República Mexicana se dedica a investigar los cambios naturales en la estructura y composición de los manglares

"No he notado que aumente el nivel del mar, pero sí ha habido una incidencia en los huracanes.

Tuvimos el Huracán Stan que pasó por Veracruz y luego hacia Chiapas.

Causó problemas graves en poblados junto a las riberas y ríos, en zonas que han sido ocupadas por ciudades y que eran terrenos bajos en lagunas interdunarias, donde luego se rellenaron y se pusieron casas.

En los humedales aumenta el nivel de inundación y poco a poco se va soltando el agua hacia el mar.

Si sube el nivel del mar, veríamos una reducción de la zona territorial, un país más pequeño, pero esperemos conservar nuestro mar territorial o de lo contrario tendríamos un mayor espacio costero".


Lea los artículos completos en:

BBC en español (incluye audios)

El cambio climático

Advertencia de Greenpeace

El "apagón global" de Greenpeace (incluye video)
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