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17 de diciembre de 2019

Baterias de litio: Hasta el Nobel…¡y más allá!

Los padres de las baterías de iones de litio recibieron este año el Nobel de Química por su contribución a la electrónica de consumo, sentando las bases de la sociedad inalámbrica alimentando prácticamente cualquier dispositivo móvil y vehículo eléctrico. Hoy día, nuevas combinaciones y materiales alternativos alumbran una generación de baterías más ecológica, más rápida y de mayor capacidad de almacenamiento. 
 
Bajo el desierto de sal más grande del mundo, el Salar de Uyuni, en Bolivia, se encuentra la  mayor reserva de litio mundial. Crédito: Wikimedia Commons.

John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham y Akira Yoshino han recibido el Premio Nobel de Química 2019 por sus contribuciones al desarrollo de una tecnología de almacenamiento energético fundamental para la revolución de la electrónica móvil: las baterías de iones de litio (Li-ion). Diferentes líneas de investigación buscan la combinación perfecta de materiales para optimizar la capacidad de almacenamiento de estas baterías, una cuestión fundamental para la consolidación de los transportes eléctricos. Entre las líneas de investigación más recientes están la utilización de iones de oxígeno o la incorporación de silicio, un componente que ya utilizan algunos modelos de coches Tesla y que podría aumentar hasta un 30% la capacidad de almacenamiento de este tipo de baterías.

Alternativas químicas para multiplicar la capacidad

Otra propuesta para una química alternativa son las denominadas baterías de fluoruro, que tienen una densidad energética hasta diez veces mayor que las baterías de iones de litio actuales, según el Christopher Brooks, científico jefe del Instituto de Investigación Honda y coautor de una reciente investigación desarrollada en colaboración con Caltech y la NASA. Otras combinaciones —como el litio-azufre o el litio-aire— se exploran actualmente para crear baterías de alta capacidad.

Uno de los condicionantes de las baterías de iones de litio es que hoy por hoy necesitan una carga entera (y lenta) para obtener una reacción electroquímica completa. Según la revista Nature, un grupo de investigadores del Laboratorio Argonne del Departamento de Energía de Estados Unidos ha desarrollado una tecnología que reduciría el tiempo de carga de las baterías mediante la exposición del cátodo a un haz de luz concentrada, como por ejemplo la luz blanca de una lámpara de xenón.

Lea el artículo completo en: Canal innovación

 
 

16 de diciembre de 2019

El consumo irresponsable de antibióticos matará a más gente que el cáncer

Su mal uso provoca que las bacterias cada vez sean más difíciles de controlar. Solamente en España ya han muerto 3.000 víctimas y las previsiones para 2050 son escalofriantes.

La previsión es apocalíptica. En 2050 se calcula que habrá más muertes por superbacterias resistentes a antibióticos que por cáncer. Y no hace falta viajar al futuro: en España este problema ya se cobra 3.000 vidas al año. Un 50% más que los habitantes de mi pueblo, si me perdonáis la comparación anecdótica.

¿Qué son las superbacterias?

Son bacterias resistentes a la mayoría de los antibióticos. Si tienes la mala suerte de sufrir una infección por ellas, es posible que el antibiótico le haga cosquillas a la superbacteria. Seguirá a lo suyo con su plan de dominar tu organismo y puede que la infección avance con fatal desenlace: septicemia y muerte. (Lo sé, me estoy poniendo un poquito dramática).

¿Cómo se forman las superbacterias?

Imaginemos a los antibióticos como luchadores que atacan a las bacterias. Identifican a cada bacteria por algunos rasgos específicos y cuando ven clara su diana, se la cargan. El problema aparece cuando no hacemos buen uso de los antibióticos. Por ejemplo, cuando en mitad del tratamiento nos encontramos mejor y dejamos la caja a medias. ¡Error! Si no rematamos, damos oportunidad a las bacterias medio muertas de aprender a defenderse contra el antibiótico. Es como si nuestro cuerpo se convirtiera en un gimnasio donde las bacterias pueden entrenar contra los luchadores. También ocurre cuando utilizamos antibiótico para enfermedades víricas como una gripe o un resfriado. Recordemos que los antibióticos matan bacterias pero no virus. 

El artículo completo en: El Mundo (España)
 

Capitalismo, pseudociencias y ‘mansplaining’

Fragmento de 'Ciencia sin ficción', un libro formado por cinco peculiares narraciones recién publicado por Debate.

[Este texto es un fragmento de uno de los capítulos de Ciencia sin ficción. Publicado por Debate, el libro consta de cinco relatos que usan la ciencia como hilo conductor para desarrollar tanto la literatura de no ficción como una ficción alejada de la idea intuitiva y actual de la ciencia-ficción.]

Uno de los rasgos que identifica a buena parte de las pseudociencias es que suelen tener un componente de autoridad bastante marcado, por lo general ejercido originalmente por una figura masculina que lidera esa disciplina o ese modo de pensar. Es lo que sucede, por poner algunos ejemplos, con la homeopatía y su inventor, Samuel Hahnemann; con la antroposofía y Rudolf Steiner; con la cienciología y Ron Hubbard, o con los antivacunas y el exmédico que logró su mayor éxito manipulando estudios, Andrew Wakefield. En particular, como ha señalado el filósofo sueco y director del departamento de Filosofía e Historia de la Tecnología en el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo Sven Ove Hansson, el campo del negacionismo científico suele ser extraordinariamente masculino. "Las mujeres son infrecuentes tanto en la negación de la evolución como en la negación de la ciencia del clima. Esto es mucho más notable en el primer caso. En comparación, hay una presencia fuerte de mujeres en las ciencias biológicas legítimas, pero están virtualmente ausentes de las actividades de negación evolutiva y creacionismo —asegura Hansson en su ensayo Science denial as a form of pseudoscience. Y añade —: Este dominio masculino es difícil de explicar, pero [...] la audacia de afirmar que uno entiende un tema mejor que todos los expertos puede ajustarse más a los estereotipos masculinos que a los femeninos". Lo que hoy conocemos como mansplaining —esa necesidad paternalista de los varones de explicarles las cosas a las mujeres, aunque estas sepan más que ellos—, pero en versión pseudocientífica.

También era hombre y líder pseudocientífico Harold Camping, el octogenario pastor estadounidense que convenció a toda su congregación de que el 21 de mayo de 2011 sería el día del Juicio Final. Como seguramente habrá notado el lector, se equivocó. Este anuncio fracasado proporcionó una oportunidad magnífica para estudiar los mecanismos que se desatan en nuestro interior cuando caemos por la pendiente del autoengaño pseudocientífico. Y, sobre todo, para explicar lo complicado que es escapar de las decisiones erróneas por culpa de las disonancias cognitivas. En el documental Right Between Your Ears, la psicóloga social Carol Tavris explica a la perfección lo que sucedió con Camping y sus seguidores, pero también lo que nos pasa a todos nosotros en la mayoría de nuestras decisiones, mucho más cuanto más importantes. Cuando una persona da un paso en una dirección, explica Tavris, trata de justificar esa elección, lo que pone en marcha una serie de autojustificaciones que llevan a nuevas acciones, que a su vez llevan a nuevas autojustificaciones. Y esa es la razón por la que, cuanto más tiempo y esfuerzo invierte alguien en tomar una posición en público, más difícil le resultará decir: "Ay, madre, que estaba equivocado". "La disonancia cognitiva es un estado de tensión que se produce cuando una persona posee dos cogniciones (ideas, actitudes, creencias, opiniones) que son psicológicamente inconsistentes, como 'fumar es algo tonto porque podría matarme' y 'fumo dos paquetes diarios"— explica Tavris en su libro Mistakes Were Made (But Not by Me). Y añade —: La disonancia produce un malestar mental que abarca desde dolores menores hasta angustias profundas; la gente no descansa hasta que encuentra una forma de reducirla". Como bien explica, todos nos consideramos más listos que la media, más justos, más acertados... Y ante la prueba de que nos hemos equivocado tenemos dos opciones: revisar nuestra visión de nosotros mismos o rechazar lo que nos deja en evidencia. La disonancia es tan incómoda como el hambre o la sed y nos obliga a actuar para mitigarla, aunque sea de la forma más absurda.

Este concepto fue desarrollado por Leon Festinger en la década de 1950 tras seguir a un grupo apocalíptico parecido al de Camping. En aquella circunstancia, el evento del fin del mundo acabaría con los elegidos, ellos, salvándose en naves espaciales extraterrestres que acudirían a rescatarlos antes del cataclismo definitivo. Festinger hizo su propia predicción: aquellos fieles que dudaron en el último momento del credo, que se quedaron en casa a esperar el final, terminarían alejándose progresivamente de la secta. En cambio, pensaba él, aquellos que vendieron sus posesiones para seguir la profecía hasta el final saldrían más reforzados en su fe a pesar del fiasco de descubrir que no había apocalipsis. Cuando llegó la noche marcada y no aparecía ninguna nave espacial, la ansiedad empezó a hacer presa de los fieles. ¿Realmente estaban tan engañados? ¿Habían arruinado sus vidas para nada? La angustia los consumía y, dándole vueltas a lo sucedido, llegaron a una revelación: en realidad, su fe había salvado a la humanidad. Dios se había sentido conmovido por la devoción de ese increíble grupo de fieles y había pospuesto el Juicio Final. Salieron de allí aún más convencidos de sus creencias. La disonancia se había resuelto huyendo hacia delante. Y Festinger estaba en lo cierto. Como explica Tavris, es como si cada paso que damos en una dirección lo hiciéramos descendiendo por una de las paredes de una pirámide, lo que hace más probable que el siguiente paso sea en ese mismo sentido y mucho más improbable que optemos por el cambio de orientación, que implicaría escalar en contra de nuestra propia decisión anterior.

El artículo completo en: El País (España)
 

Perú: Crean platos biodegradables a base de hojas de plátano

El producto orgánico puede descomponerse en un máximo de 60 días a diferencia del tecnopor que demora 500 años. Asimismo, tiene varios beneficios. 


Un grupo de jóvenes peruanos ha creado platos biodegradables a base de hojas del plátano para así reducir la contaminación ambiental ocasionada por el uso excesivo del plástico.

Estos platos que también fueron elaborados con celulosas de papel y cartón, son desechables (de un solo uso), resistentes a diversas temperaturas, líquidos y a cualquier tipo de alimentos.

El líder del proyecto denominado ‘Bio Plant’, Josué Soto, aseguró que este innovador producto puede llegar a degradarse de forma natural hasta en un máximo de 60 días, a diferencia de los recipientes como el tecnopor, los cuales se descompone en un tiempo mayor a 500 años, ocasionando graves problemas para la flora y fauna de los océanos.

Además, comentó que trabajan directamente con pequeños productores de nuestra Amazonía, a quienes les brindan un precio justo y capacitación técnica para aprovechar las mermas del cultivo de plátano.

Desean expandir su negocio

Asimismo, este proyecto que cuenta con el cofinanciamiento del Programa Innóvate Perú, ‘Bio Plant’ logró diseñar y fabricar máquinas especializadas para la producción de estos platos biodegradables, entre ellas una prensadora, una embarradora y una troqueladora, con las que podrán llegar a elaborar mensualmente 50 mil platos.

A la fecha, ‘Bio Plant’ ha logrado introducir el uso de su novedoso producto en fiestas costumbristas y patronales de diversas regiones del país, alcanzando ventas por más de 9 mil soles. Los creadores de este innovador proyecto planean ingresar a restaurantes naturales y bodegas ecológicas.

“El precio de venta aproximado de nuestros platos es de 100 a 120 soles el ciento, dependiendo del grosor de la hoja, pero con el tiempo se podrá ser más accesible a todo el público consumidor”, indicó.

12 de diciembre de 2019

Alicia Medina: “El maíz morado nos alimenta y nos cura”

“El pigmento del maíz morado es el más potente antioxidante”, señala la experta cajamarquina que este año fue premiada en Summum.


Alicia es la última de doce hermanos. Su padre falleció a los 90 años, en 2008, y su madre en abril cumplirá un siglo de vida. “Veo en varios de los productores a mi padre”, se emociona la ingeniera que lleva en la sangre su dedicación por el maíz morado.

-¿Su padre influenció para que usted sea agrónoma?
No exactamente, pero sí se sentía orgulloso de tener a su hija ingeniera. Y yo quise ser ingeniera. Cuando terminé el colegio en Trujillo, volví a Cajamarca, donde pregunté por la ingeniería más importante que había y me dijeron que era Civil. Pensé en esa opción, pero me decidí por Agronomía.

-¿Por qué?
Me pareció una carrera competitiva, interesante. Luego pensé en la seguridad alimentaria. Creo que tomé la decisión acertada.

-¿Cómo se da su acercamiento al maíz morado?
Terminando los estudios en la universidad tuve la oportunidad de conocer al doctor Luis Narro León, quien en ese momento era el líder nacional del Programa de Maíz del INIA y me dio la oportunidad de hacer la tesis. Hice una investigación sobre el maíz amiláceo en general, que son todos los maíces suaves, los que se utilizan para el consumo de las personas y que en su composición tienen el 80% de almidón.

-¿Pero por qué se dedicó finalmente al maíz morado?
Antes de especializarme trabajé con los maíces amiláceos en general: choclero, canchero y maíz negro. A partir del año 2011 tuve la oportunidad de conocer Japón y luego trabajar con un equipo de expertos japoneses en Cajamarca. Iniciamos un proyecto donde se le dio más importancia al maíz morado, no por su producción sino por su color (contenido de antocianinas). Vimos la característica del color en la panca (lo que envuelve la mazorca del maíz). En 2013 se hizo una investigación para determinar la cantidad de antocianina que tiene esa variedad. Y la cantidad de antocianina de la panca era superior a la de la tusa (coronta). Eso nos daba opción de poder comercializar ambas partes. Luego concursé a unos fondos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Propuse un estudio de seis variedades de maíz morado en siete pisos altitudinales. Gané el proyecto y pude desarrollar la investigación que me permitió determinar la que tiene más pigmento natural entre las seis variedades (una de Ayacucho, otra de la U. Agraria, el Canteño y tres variedades de Cajamarca), y es la INIA 601, que es una variedad mejorada.

-¿Por qué es importante la antocianina?
Porque es un potente antioxidante, es un producto que previene varios tipos de cáncer, como el de colon. También está indicado para la presión alta y el colesterol malo. Además, el maíz morado o maíz negro es peruano, no hay en otros países.

Lea la entrevista completa en: Perú21

11 de diciembre de 2019

El verdadero significado de los colores en la publicidad

Al transmitir emociones, los colores son usados como una poderosa herramienta de comunicación por los publicistas.


A diario utilizamos los colores en nuestras vidas: para vestirnos, maquillarnos, decorar la casa, restaurar algo, en la gastronomía y muchas otras actividades más. Así como es importante para diversas facetas, también lo es para la publicidad.

Y es que el hecho de transmitir sensaciones, son usados como una herramienta de comunicación para influir en la compra o adquisición de un determinado producto o servicio.

Debido al rol importante que juegan al momento de definir una compra, te damos a conocer qué significa cada uno de ellos y cómo son utilizados en la publicidad.

El poder del azul, rojo, amarillo, verde, balnco, negro, gris, rosa, naranja, violeta, plata, dorado y marrón  AQUÍ. 

 
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