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23 de agosto de 2012

Jubilarse antes para vivir más, un mito

Pareja

El retiro ideal no existe, ¿o sí?

Si una frase con cierta pretensión estadística se repite lo suficiente, suele ser aceptada como una verdad universal, aunque no haya una base científica para sostenerla.

Existe la idea generalizada de que el 93% de la comunicación es no verbal o que hoy en día hay más gente viva que nunca. Ambas son falsas. 
 
Aquí va otra: mientras más tarde se retire uno del trabajo, más pronto uno morirá.
Una variación de esta teoría es aquella que dice que determinados trabajos generan una menor expectativa de vida en aquellos que los ejercen. Según este "hecho", maestros, policías penitenciarios y cirujanos deberían morir en los tres años posteriores a su jubilación.

La implicación es que estas personas, en estas profesiones demandantes, están cavando su propia tumba. ¿Pero existe alguna evidencia?

Algunos datos parecen, a primera vista, justificar la primera frase, la que pregona que la gente que más trabaja muere más joven que aquellos que se retiran de la vida productiva antes.

Un documento atribuido a la fábrica de aviones Boeing indica que los empleados que se retiraron a los 55 años vivieron, en promedio, hasta los 83. Pero aquellos que se jubilaron a los 65 solo vivieron, de media, otros tres años.

El "estudio Boeing" ha sido citado en diarios, revistas e incluso por expertos. Ha circulado por internet durante años. El problema es que la misma Boeing dice que es falso.

¿Dejando Boeing a un lado, existe otra evidencia que apoye esta idea? Sorprendentemente, la verdad puede ser precisamente la opuesta: mientras más tarde uno se retira, más vive.

Trampas estadísticas

Epidemiólogos de la firma petrolera Shell realizaron una investigación sobre sus exempleados en EE.UU., en la que encontraron que la mortalidad era un poco superior, en promedio, entre aquellos que se habían retirado a los 55 años, que entre los que habían continuado trabajando hasta los 65.

Ejecutivo

Algunas profesiones parecen asociarse a una mayor expectiva de vida, aunque tal vez sean las diferencias socioeconómicas.

Pero el actuario Dave Grimshaw dice que se debe ser muy cuidadoso con las conclusiones que se sacan del trabajo de Shell. Las aguas de las estadísticas, opina, se enturbian por el hecho de que la gente se retira a distinta edad por distintas razones.

"Uno encontrará a un grupo que se vio obligado a retirarse (antes) por tener problemas de salud y eso puede impactar en la expectativa de vida", explica Grimshaw.

Y añade: "Por el contrario, habrá otro grupo que eligió retirarse a los 55 años por una decisión más vinculada al estilo de vida. Ellos pueden ser incluso personas que cuentan con buenos recursos. Y probablemente también cuenten con buena salud".

Aquellos que se jubilan más temprano por estar seriamente enfermos harán que, en las estadísticas, la expectativa de vida de todos los que se retiran antes parezca menor.

Otra trampa estadística es la siguiente: algunos de los que se retiren a los 55 morirán antes de alcanzar los 65, pero -obviamente- lo contrario no es posible. Eso también distorsiona los datos.

Entonces, aunque parezca que la gente que se retira antes, en promedio, muere antes -lo opuesto a la frase que siempre se repite-, uno no puede deducir que la jubilación en sí es la razón. Probablemente no exista ninguna conexión entre ambos hechos.

Maestros resignados

Pero sí hay algo de verdad en la idea de que los que ejercen algunas profesiones pueden morir antes que otros.

Esto, quizás, no es muy sorprendente. Algunos trabajos exigen un esfuerzo físico mayor a otros y esto puede tener un impacto en la salud. Pero según la información de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) de Reino Unido, esta diferencia -al menos en este país- no es tan marcada.

"Abogados, contadores y otros similares forman un grupo (en la información de la ONS) llamado 'altos administradores y profesionales'. Los hombres tendrán a los 65 una expectativa de vida cercana a otros 19 años. En el otro extremo de la escala, los obreros y los limpiadores, tienen a los 65 años una expectativa cercana a otros 15", explica Grimshaw.
"No entiendo por qué los maestros deberían tener una menor expectativa de vida. Ellos están por encima del promedio en lo que a grupos económicos respecta"
Dave Grimshaw, actuario

Pero nuevamente, las razones detrás de las distintas expectativas de vida en distintos tipos de trabajos pueden no ser tan transparentes.

Grimshaw dice que la diferencia puede tener más que ver con diferencias socioeconómicas -obreros y limpiadores suelen venir de orígenes más pobres que abogados y contadores- que con la naturaleza del trabajo en sí.

Buscando ejemplos de aquellas profesiones que, supuestamente, tienen una expectativa de vida posterior al retiro de solo tres años, encontramos que los maestros suelen ser los que más han alentado esta idea.

"No entiendo por qué los maestros deberían tener una menor expectativa de vida. Ellos están por encima del promedio en lo que a grupos económicos respecta. La información de la ONS sugerirá que tanto ellos como otros profesionales (en el caso de los hombres) tienen otros 18 años de vida tras retirarse a los 65".

Incluso esta información está subestimada, debido a estar basada en cifras de mortalidad actuales, cuando en realidad la expectativa de vida aumenta todo el tiempo. Grimshaw dice que los maestros y otros profesionales pueden llegar a vivir 25 años, o incluso 30, una vez que se jubilan a los 65.

Por eso, la próxima vez que un maestro les diga, resignado, que trabajan tan duro que solo vivirán 18 meses luego de la jubilación, respondan que ese pesimismo está basado en un mito.

Pero si quiere hablar de lo malo de sus pensiones, ése es otro tema.

Fuente:

BBC Salud

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29 de mayo de 2012

Hay pocos hombres de ciencia en el Perú

 
Tal escasez merma competitividad del país. ¿Cómo revertir la situación? Con ferias escolares y repatriación de talentos; afirma el artículo. Pero en "Conocer Ciencia" creemos que esto no basta: se necesita un plan de largo plazo, personas eficientes a cargo del plan, participación de empresas e industrias, articulación con el sector educación; prespuestos e infraestructuras. Sin estos  elementos todo esfuerzo será en vano.
 
Por Sabrina Rodríguez
 
 
 
Publimetro.pe.- Llegan a ser sinónimo de escaso prestigio social, bajos ingresos económicos y hasta de locura. Las ciencias, ingenierías y carreras de tecnología asustan a muchos. Solo el 24% de los universitarios peruanos estudia estas carreras, según estadísticas de la Asamblea Nacional de Rectores.
 
¿Los motivos? “La ciencia no está de moda porque no otorga estatus social. Es difícil de estudiar y no conlleva sueldos elevados”, le explica a Publimetro Víctor Carranza, presidente del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
 
Esta sequía de jóvenes dispuestos a convertirse en científicos genera un “problema sustancial” para el país, observa el especialista. “Nos quita posibilidades de ser más competitivos en el mundo porque no podemos proveer a las empresas de gente capaz de innovar e incrementar su productividad”, afirma Carranza.
 
Conscientes de esta realidad, universidades y entes públicos promueven diferentes programas. Dos ejemplos: ferias científicas para despertar el espíritu investigador en los más pequeños y becas de repatriación dirigidas a científicos peruanos que trabajan en el extranjero.
 
¿Los resultados? Escolares que dan a conocer sus inventos en EE.UU. (sucedió hace un par de semanas) y talento científico nacional de vuelta a casa.
 
“Estuve fuera una década. Gracias a un convenio entre el Concytec y el Programa de Ciencia y Tecnología con el Instituto Nacional de Salud, desde el 2010 volví y aplico mis conocimientos a la realidad peruana, algo que siempre quise hacer”, cuenta el médico investigador Heinner Guio, que ahora viaja a Estados Unidos para dar clases y conferencias.
 
Dice Guio, que trabajó en Londres en busca de un nuevo fármaco para la tuberculosis, que la investigación sería más eficiente con una ley que la fomente en el sector público. “En México ya se hizo”, señala.
 
Tomado de:
 

21 de febrero de 2012

Reloj biológico, ¿responsable de que haya pocas científicas?

Las mujeres evitan carreras académicas con intensas asignaturas de matemáticas porque el estilo de vida es incompatible con la maternidad, según hallaron en un estudio investigadores de la Universidad de Cornell que será publicado el próximo mes en la American Scientist Magazine.

Las universidades siempre han sido criticadas por las políticas de contratación y evaluación que discriminan a la mujer, pero los hallazgos de este nuevo estudio apuntan hacia el reloj biológico como la principal razón por la que tan pocas mujeres terminan siendo profesoras de materias como matemáticas, ingenierías, física e informática.

“Las universidades han sido en su mayoría inflexibles con cualquier cosa que se saliera del calendario, lo que te esclaviza durante años y sólo entonces se contemplaría la idea de quedarse embarazada”, afirmó Wendy Williams, profesora de desarrollo humano en Cronell y coautora del estudio junto con su marido, Stephen Ceci.

En la investigación se analizaron datos sobre carreras académicas de hombres y mujeres con y sin hijos. los resultados mostraron que antes de la maternidad se tenían carreras quivalentes o más exitosas que el sexo masculino. Pero una vez que los niños entraban en escena, la dinámica cambiaba.

Fuente:

Milenio

4 de julio de 2011

Unas cuantas razones prácticas para convertirse en científico


Mamá, quiero ser artista. Esa una frase que no asustaría a ningún padre. Bueno, sí, le asustaría pero por otros motivos: porque lo del artisteo no es serio, porque no es un trabajo seguro, etc. Pero digamos que aspirar a ser cantante o actor es como aspirar a ser bombero o astronauta, sueños legítimos de los niños. Aspiraciones normales. Sin embargo, a ver qué cara se le pone a tu madre si le sueltas a bocajarro: mamá, quiero ser científico. A no ser que seas el niño protagonista de Lluvia de albóndigas, cuya posesión más preciada en una bata blanca de científico, vuestros padres pensarán que tienes un problema: que quieres dominar el mundo, que eres un mad doctor emparentado con el doctor Frankenstein (o Fronkonstin) o que en clase no ligas nada, pero nada de nada.

Y hasta cierto punto es así. Además, desde la famosa conferencia sobre las dos culturas de C.P. Snow, lo de estudiar ciencias en vez de letras no sólo está asociado generalmente con mentes frías y esquemáticas, desprovistas de humanidad, sino que además no mola nada en la sociedad: uno puede ignorar lo que es el segundo principio de la termodinámica y no pasa nada, pero como digas que no sabes quién escribio Crimen y castigo, no tardarán en reírse en tu cara: ¡ignorante!

¿Entonces? ¿Para qué convertirse en científico? La verdad es que no hay muchos alicientes externos: todos los alicientes son demasiado privados: alimentar la curiosidad, entender cómo funcionan las cosas, emocionarse con la naturaleza. Sí, puede que por obra y gracia de la serendipia un día descubras una vacuna que salvará millones de vidas, pero eso sólo te servirá para que te pongan una placa en alguna plaza y poco más: al que seguirán citando en el colegio es al pesao ese de Dostoievsky. ¿O era Tolstoi? Ser científico no sólo no es cool sino que resulta tremendamente ingrato: por eso las carreras científicas sufren descensos en sus alumnos (en el aula de Física me han dicho que hasta se oye eco) y, al doctorarse, muchos deciden marchar a países donde mimen un poco más sus cerebros.

Pero si queréis unas cuántas razones prácticas y universalmente comprensibles que acaso os harán olvidar el mote de cuatro ojos, geek y todo lo demás, podéis pasarle por la cara a cualquiera un estudio reciente de la Comunidad de Madrid, titulado “Egresados universitarios. Inserción laboral de los titulados en 2006 y 2007 en las Universidades Públicas de Madrid“, que presenta un análisis pormenorizado de los tipos de contrato, los sectores de actividad y la temporalidad, entre otros factores. Del cual pueden hacerse algunas extrapolaciones presentadas por el portal madri+d:

-Menor tendencia a la desocupación. El paro de todos los titulados en carreras científico-técnicas se ubica por debajo del 10 %, siendo especialmente bajo entre los informáticos (3 %) y el resto de ingenierías (4,1 %), seguidas muy de cerca por los matemáticos y estadísticos (4,6 %).

-Muchos de los titulados en ciencias de la vida, informática, mecánica, electrónica y otra formación técnica consiguieron encontrar empleo en menos de 6 meses (41,8 %, 53,6 % y 64,5 %, respectivamente).

-Más de un tercio de los empleos creados para este grupo de egresados, por encima de los ‘empleados de tipo administrativo’, corresponde al grupo ocupacional ‘técnicos profesionales científicos e intelectuales’. Además, más de un 36 % de los titulados encuentran un empleo ajustado a su formación y para el que no están sobrecualificados.

-De entre los titulados en mecánica, electrónica y otra formación técnica con algún contrato en los tres años siguientes a su fin de titulación, sólo el 11,4 % lo subscribieron con una duración inferior a 12 meses. En el caso de los informáticos, ese porcentaje baja hasta el 7,7 %, mientras que los contratos indefinidos alcanzan un 81,1 % del total.

Son razones prácticas que nada tienen de romántico y que por supuesto significarán muy poco para los que de verdad amen la ciencia o que sean epistémicamente hambrientos por naturaleza. Pero al menos son unas buenas razones para esgrimir delante de tu madre cuando te diga eso de ¿que quieres ser qué?

Tomado de:

Xakata Ciencia

1 de junio de 2011

Las nuevas tecnologías cambian la definición de aula


El experto estadounidense Nicholas Burbules, durante el Foro Latinoamericano de Educación celebrado en Buenos Aires.- FUNDACIÓN SANTILLANA

La proliferación de las computadoras y otros artefactos tecnológicos usados de manera permanente en las aulas ha cambiado, y va a cambiar, la definición del aula como espacio pedagógico. La enseñanza frontal, simultánea y homogénea es incompatible con esa nueva estructura y va a exigir a los profesores el desarrollo de una metodología mucho más flexible y hacer todavía más necesaria la atención individualizada de los alumnos. Estas son algunas de las conclusiones del documento Aprender y enseñar en la cultura digital, elaborado por la investigadora Inés Dussel, y discutido en el VII Foro Latinoamericano de Educación, celebrado esta semana en Buenos Aires.

El foro, organizado por la Fundación Santillana y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, Ciencia y Cultura, fue seguido por más de 200 especialistas interesados en el papel de las nuevas tecnologías en la educación. "No se trata solo de la utilización de computadoras en las aulas, sino también del papel de otros elementos, como el teléfono móvil, del que disponen muchos chicos en las aulas, y que permite, por ejemplo, grabar parte de una clase", asegura Dussel. "Muchos profesores", explica, "dan por sentado" que van a ser grabados.

Lo que ya está fuera de toda duda es que esas nuevas tecnologías han entrado en las aulas y en el sistema educativo y que la mayoría de los docentes usa ya ordenadores, aunque solo una pequeña parte ha recibido adiestramiento sobre su uso en el aula o su aportación en el sistema educativo. Lo importante ahora es interpretar correctamente las posibilidades y las ventajas que abre la tecnología digital, así como sus eventuales peligros.

Durante las jornadas, el ministro argentino de Educación, Alberto Sileoni, explicó el programa Conectar Igualdad, que lleva a cabo su Gobierno y que distribuye ordenadores entre los estudiantes como elemento de igualación social. Sileoni explicó que esas políticas son posibles gracias a la disponibilidad de fondos de inversión. En Argentina, por ejemplo, el programa aludido no se financia por el presupuesto del Ministerio de Educación, sino a través de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

Álvaro Marchesi, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEA), enumeró, por su parte, los retos de la educación: mejorar el aprendizaje, reducir la desigualdad y conectar la educación con la realidad y la cultura de cada país, y aseguró que las nuevas tecnologías suponen una valiosa oportunidad para poner en marcha esas estrategias.

La conferencia inaugural fue pronunciada por el filósofo y experto en nuevas tecnologías Nicholas Burbules, profesor de Política Educacional de la Universidad de Illinois. Burbules mantuvo que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no son solo herramientas, porque son capaces de cambiar la manera de vivir y de ver el mundo. Son estructuras de cambio. No cree, sin embargo, que puedan solucionar los problemas que plantea la educación en todo el mundo. "No soy un determinista tecnológico ni tengo una concepción heroica de la tecnología", afirmó el experto estadounidense.

Para Burbules es importante comprender que la enseñanza no es una técnica ni la educación algo puramente instrumental. La enseñanza se produce gracias a una relación entre quien enseña y quien aprende, una relación recíproca. Enseñar es crear condiciones, métodos y posibilidades de aprendizaje.

El profesor estadounidense insistió en la característica fundamental del aprendizaje relacionado con las nuevas tecnologías, que es su ubicuidad. Las TIC refuerzan el concepto de aprendizaje a lo largo de toda una vida, más allá de la etapa escolar. El aprendizaje ya no se produce solo en la escuela, sino que es más ubicuo. El rol del profesor y de la escuela cambia: cada vez es menor su función de control y mayor su papel como igualador de oportunidades.

Fuente:

El País Sociedad

23 de marzo de 2011

Texas permitirá que los profesores cuestionen la evolución en clase de ciencias



Hay momentos en que la libertad de cátedra y las medidas contra la discriminación pueden ser usadas precisamente para censurar contenidos legítimos o para hacer pasar contenidos metafísicos como ciencia. Eso es lo que acaba de ocurrir en Texas donde, una medida recién aprobada permitirá a los profesores cuestionar la evolución en clase, y enseñar alternativas a la misma como ciencia.

Situaciones parecidas ya se han vivido en el pasado, cuando este tipo de amparo gubernamental existía, y han acabado de una forma muy similar, a pesar de que parece claro quién actuaba de forma correcta. Por un lado algunos profesores tienen problemas para enseñar evolución en clase de ciencia en diversos distritos educativos. Alumnos, padres y organizaciones religiosas pelean para que la evolución sea desterrada de las aulas porque afirman que eso no es ciencia. ¿Qué libertad está aquí coartada, la de los profesores de ciencias o la de los padres? La obligación de un profesor de ciencias es la de transmitir al alumno todas las teorías científicas, aportar las evidencias en que se sustentan y promover un análisis crítico de las mismas. En la actualidad todos los datos que posee la comunidad científica indican que la biodiversidad del planeta es el resultado de un proceso evolutivo llevado a cabo durante muchos millones de años. No mostrar esa información es censurar contenidos científicos. Pero por mostrar esa información Susan Epperson fue expulsada de un colegio de Arkansas. Eso ha ocurrido en muchos lugares de EEUU, donde algunos profesores temen enseñar la evolución por la intransigencia religiosa de los padres. Y esa censura existe a lo largo y ancho de todo el planeta, desde países que se proclaman democrático hasta estados con regímenes teocráticos donde la palabra libertad queda aplastada por toneladas de dogmas asfixiantes.

Pero también tenemos el caso contrario, el de profesores que amparados en la libertad de cátedra se olvidan de sus obligaciones e intentan transmitir a sus alumnos su ideología o su creencia, más allá de lo que impone ser un educador. ¿Imagina que un profesor ferviente seguidor de la astrología explicara ésta en clase, indicando que los astros tienen un efecto sobre nuestro comportamiento, o que en clase de química alguien explicara como fabricar oro basándose en escritos milenarios? En un plano exagerado es lo que se hace cuando alguien explica en clase que hay un diseñador sobrenatural responsable de la génesis y variación de los organismos. O como el otro día un seguidor del diseño inteligente manifestó en este mismo medio: “se necesitan explicaciones que trasciendan la materialidad del Universo”. Eso no es ciencia, y por tanto no debería de enseñarse en clase de ciencias. Pero claro, cuando una parte importante de la población desprecia a la evolución (porque ni siquiera sabe lo que es) y el apoyo a profesores que expliquen alternativas a éste vienen por parte del “primo de Zumosol” (como el Discovery Institute) que pone el dinero y apela a “la libertad de expresión” o la ley de Godwin si es necesario (recuerdese el planfleto Expelled), el terreno está abonado para que las obligaciones de todo profesor de ciencias que presuma de serlo puedan abonarse sin consecuencias. No sólo sin consecuencia sino con amparo público.


Justamente esto último es lo que está pasando en Texas, con la colaboración de las autoridades académicas de este estado. Según podemos leer en el Christian Post, el estado de Texas no podrá llamar la atención a los profesores que expliquen otras “alternativas a la evolución como el diseño inteligente u otras variantes”. No sé si estas últimas incluyen los ritos de los nativos locales, sería interesante introducir una moción para que por el bien de la no discriminación también se enseñen, lástima que los apaches no cuenten con un museo de la creación.

La táctica del Discovery Institute de hacer avanzar el DI en base a “enseñar la controversia” está funcionando de maravilla, tal y como ya pronosticaron Barbara Forrest y Paul R. Gross al afirmar que “el diseño inteligente, el caballo de Troya del creacionismo”. Esta táctica pretende expulsar la evolución de las aulas, en beneficio de visiones religiosas y sobrenaturales; sustituir una ciencia basada en el método científico, en el análisis y la razón, por unos conocimientos prefijados, incuestionables y que no admiten ser puestos en duda. Pura religión disfrazada de léxico científico.

Es importante hacer notar que aquí que es una de las primeras apuestas “a la mayor” que veo. No es un debate sobre si la teoría sintética de la evolución, también conocida como neodarwinismo, es la que mejor explica el origen de los diferentes seres vivos, no, es mucho más, se está dudando de si existe evolución o no. Todo profesor de ciencias sabe que la evolución está más que probada, y partiendo de ese hecho se intentan explicar los mecanismos que diferentes científicos, desde épocas anteriores a Lamarck hasta nuestros días, han postulado para explicar ese hecho. Eso se ha de acompañar de un estudio de las fortalezas y debilidades de cada teoría, así como investigar en mecanismos alternativos que todavía están sujetos a análisis. Pero aquí se quiere borrar todo eso de un plumazo, se va contra el fundamento de la propia ciencia: la búsqueda en la naturaleza de los mecanismos por lo que ésta funciona. Dudar de la evolución, o decir que hay un ser sobrenatural que la controla a su capricho, es como dudar de la gravedad, de la desintegración del átomo, del movimiento de los astros o afirmar que existe una deidad que controla como se mueve cada galaxia, cada estrella o cada átomo de este universo. Eso es pura metafísica, y ningún profesor de ciencias que se precie debería anteponer sus creencias religiosas a los conocimientos científicos que están obligados a transmitir a sus alumnos.

Fuente:

La Ciencia y sus Demonios

28 de enero de 2011

Niños con autocontrol, de mayores les va mejor

Un niño con habilidades de autocontrol, como la concienciación, la autodisciplina y la perseverancia, pueden predecir su salud, su riqueza y hasta sus antecedentes penales en su vida futura, independientemente de su coeficiente intelectual o su clase social, según un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

El estudio, realizado por un equipo del Departamento de Psicología y Neurociencias de la Universidad Duke (EE.UU.), se basa en la información recopilada en un estudio realizado en Dunedin, Nueva Zelanda, en más de mil participantes que fueron seguidos desde su nacimiento hasta los 32 años.

Sobre la base de evaluaciones periódicas de los profesores, los padres, los observadores y los propios participantes, los investigadores, liderados por Avshalom Caspi, encontraron que incluso teniendo en cuenta la condición social y el coeficiente intelectual, los niños que demostraron altos niveles de autocontrol a edades tempranas, incluso de tres años, tenían menos probabilidades que los niños con bajo autocontrol de desarrollar problemas comunes de salud física, consumo de drogas, dificultades con los bancos y la administración del dinero, criar a un niño en un hogar monoparental o ser condenados por un crimen.

Para aumentar la muestra estadística, los investigadores analizaron los datos de 500 gemelos británicos no idénticos. En este caso, el hermano que obtuvo calificaciones más bajas en las medidas de autocontrol a los cinco años tenía más probabilidades que el otro gemelo de empezar a fumar, de tener un bajo rendimiento en la escuela, y de participar en conductas antisociales a los 12 años.

Pero tranquilos, porque esta habilidad se puede aprender. Los investigadores ofrecen esperanzas para las personas que en su niñez tengan un menor autocontrol. Los niños estudiados que mostraban un bajo auto-control pero que tomaban parte en terapias para trabajar esta habilidad, mejoraban hasta situarse por encima de la media de riesgo.

Fuente:

E Ciencia

3 de diciembre de 2010

Probar fármacos para ganarse la vida

Hay personas que toman medicamentos cuando se sienten mal o están enfermas. Otros, sin embargo, lo hacen para ganarse la vida.


Y con la actual crisis económica, cuando cada vez más individuos tratan de encontrar una nueva forma de ganar dinero, quizás muchos hayan pensado en la posibilidad de ir a una clínica para probar fármacos que aún no han sido aprobados y recibir dinero a cambio de ello.

Los ensayos clínicos en seres humanos son una pieza importante del proceso de desarrollo de medicamentos. Les permiten a las compañías farmacéuticas saber si los compuestos tienen o no efectos secundarios.

Para muchos de los estudios, las empresas reclutan a voluntarios sanos. Y entre estos hay varios que se dedican tiempo completo a ser "conejillos de indias" de la industria farmacéutica.

Proceso


La primera fase del desarrollo de un nuevo medicamento involucra modelos de computación y pruebas in vitro, seguidos por análisis con animales, principalmente roedores, para comprobar su toxicidad.

En ese momento, el compuesto tiene que ser oficialmente aprobado para ensayos en seres humanos.

En las fases iniciales, por lo general se recluta a entre diez y 30 personas para cada ensayo.

La información resultante ofrece datos sobre cómo es tolerada la medicina, cómo el cuerpo la absorbe, descompone y elimina, y si tiene algún efecto secundario en el individuo que participa en las pruebas.

La segunda etapa de cualquier ensayo consiste en probar el fármaco en personas que ya tienen la enfermedad que necesita ser tratada.

"La gente recibe dinero para analizar la seguridad de un medicamento; no para ver si el fármaco funciona, sino para saber que puede consumirse sin riesgos", explica el antropólogo Roberto Abadie, que ha estado estudiando la tendencia de prestarse como conejillo de indias en Estados Unidos.

La industria farmacéutica asegura que cumple con las regulaciones cuando se trata de reclutar a conejillos de indias "profesionales".

Pero Abadie tiene dudas sobre si las compañías realmente están conscientes de que algunas personas participan en numerosos ensayos.

"No existe un registro central para la gente que toma parte en ellos. No estoy seguro de que se conozca esta profesionalización", agrega.

"No creo que sepan, o que les interese saber, que algunos individuos han participado en hasta 100 ensayos clínicos".

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

11 de julio de 2010

Profesión: Cazador de Meteoritos


Domingo, 11 de julio de 2010

Profesión: Cazador de Meteoritos


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Una profesión “galáctica”.

Uno de los trabajos más curiosos que existen es el de cazador de meteoritos, que además es más que rentable en estos tiempos de crisis, ya que el precio de una de estas rocas extraterrestres es 65 veces superior al del oro.

Solo se necesita paciencia, ganas de viajar y mucha, mucha suerte para hacerse rico.

Los meteoritos están de moda y cada vez hay más personas que se dedican a buscarlos por todo el planeta para su posterior venta.

No es de extrañar si se tiene en cuenta que el precio del meteorito (1.140 euros el gramo) es 65 veces superior al del oro (17,5 euros el gramo) .

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Uno de los ‘caza recompensas siderales’ más famosos es el estadounidense Mike Farmer. Experto en encontrar trozos de asteroides, llegó a vender un trozo de piedra lunar encontrado en Agadir (Marruecos) por 1.14 millones de euros.

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Ante este lucrativo negocio, al igual que Farmer, unas 50 personas (declaradas) en todo el mundo se dedican a localizar, comprar y vender meteoritos a través de internet o en ferias de minerales.

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A través de la red, estos expertos están atentos a cualquier noticia que guarde relación con trozos llegados del espacio y caídos en nuestro planeta. Una vez encontrada la pista, estos cazameteoritos viajan hasta el lugar del hallazgo para encontrar o comprar fragmentos de piedra.

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José Vicente Casado, empresario y miembro de la Asociación Leonesa de Astronomía posee uno de los mejores colecciones de meteoritos de España con 200 ejemplares, que alquila temporalmente a museos u otras instituciones. Una de sus piezas, por la que llegó a pagar 50.000 euros, pesa 600 kilos.

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Según los expertos, entran en la atmósfera terrestre cada día 110 toneladas de esta materia, aunque la mayor parte se desintegra antes de alcanzar el suelo o caen al mar.

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En España y otros países, la Ley de Patrimonio Histórico de 1985 prohíbe comerciar con patrimonio pero no cita expresamente los meteoritos.

Fuente:

Tejiendo el Mundo


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