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16 de diciembre de 2011

Eduard Punset: "Es malo no tener problemas"



Este jueves hemos viajado al optimismo con Eduard Punset. El autor de divulgación científica ha respondido en directo a las preguntas de los lectores en el programa Chat TV de La Vanguardia.com.

En su último libro, Viaje al optimismo, Punset nos demuestra con argumentos científicos que hay motivos para el optimismo a pesar de la crisis económica que estamos viviendo actualmente. Según Punset, "el optimismo depende un 30% de la genética y un 70% de la experiencia".

El autor cree que "las instituciones españolas y los gobiernos no han comprendido la necesidad de entusiasmo en la gente joven", y eso ha dado lugar al movimiento 15-M. "El entusiasmo de mis nietas es impresionante comparado con esta rectitud supuesta que no sé para que sirve. Hay cantidad de instituciones como muchas fundaciones plagadas de gente mayor, los jóvenes están llamando a la puerta".

Incluso, algunos usuarios han planteado la idea de una eliminación total del dinero. Sin embargo, Eduard Punset no lo ve viable: "Hace 10.000 años se descubrió el excedente. Pasamos de una sociedad nómada global a una de residentes y de sedentarios que empezaron a producir más bananas de las necesarias. Y claro, había que guardarlos, cosa que no ocurría antes. Una vez se crean excedentes es difícil el utilizar dinero para saber lo que valen y luego ir consumiéndolos".

La clave que nos ha dado Punset para sobrevivir a la crisis con optimismo es buscar "el equilibrio con nuestro organismo y el apoyo en aquello recursos psicológicos que nos ayudan como la risa, seremos más felices".

De hecho está demostrado que los hombres son más felices que las mujeres, por lo menos cuando conviven en pareja: "Cuando una pareja perdura, el compañero vive 10 años más que solo. La mujer, en cambio, sólo vive tres años más. O sea que en cuestiones de sexo parece que la conclusión es que el marido se beneficia algo más que la mujer".

Eduard Punset es el autor de divulgación científica con más lectores y seguidores en las redes sociales (650.000 en Facebook y 100.000 en Twitter). A lo largo de la historia las civilizaciones han surgido gracias a la necesidad de intercambiar conocimientos "y ahora, con las redes sociales podemos crear un colectivo en cuestión de segundos", ha comentado el autor.

En Espanya, Punset es un referente de la comprensión pública de la ciencia. "¿Es posible parar la mente?", preguntaba una lectora que aseguraba que no podía dejar de preocuparse por las cosas. "Es muy malo no tener ningún problema", ha sentenciado Punset. Y ha añadido: "Cuando alguien dice que está tan tranquilo, se le extingue la producción de neuronas, se reduce la capacidad creativa, podría desaparecer. Siempre hay que estar un poco ansioso, un poco preocupado, hasta a veces un ratito en soledad. Pero no demasiado".

También es bueno, según el autor, que ejercitemos la memoria todos los días: "Hay animales desmemorizados porque no practican la retención. Cuesta más saber ubicar el universo. La consciencia muchas veces recibe un estímulo del exterior y lo echa sin considerarlo, pero está en el inconsciente, si sabemos usa la intuición". Y los sudokus son el mejor entrenamiento diario.

Los usuarios tampoco han querido dejar de lado el lado más personal del personaje. Después de tantos años de estudiar sobre tantos temas, para Eduard Punset el aprendizaje que le ha sido más útil en su vida ha sido "darse cuenta de que hay miles de preguntas que no tienen respuesta, o aceptar que hay muy pocas preguntas con respuestas comprobadas".

Por último, el invitado ha contestado a la "pregunta encadenada del famoso”. Para empezar, Sergio Dalma ha preguntado sobre su conocimiento acerca del vino. Punset ha contestado que es muy importante que te guste la comida y los vinos. "Viven más las personas que les gusta. Forma parte del placer, del equilibrio anímico necesario para vivir más". Y la pregunta de Eduard Punset ha dejado para el próximo invitado de Chat TV es: "¿Qué opinas de la introducción en la escuela primaria, secundaria... sobre la gestión emocional?".

En total, hemos recibido más de 250 preguntas a través de e-mail y de las redes sociales. Punset ha escogido la pregunta que le ha gustado más, y que se llevará un libro firmado. El ganador es Iñaki, que ha preguntado sobre el movimiento 15-M. ¡Enhorabuena!

Fuente:

La Vanguardia

21 de noviembre de 2011

Las personas felices están inmersas en un "ciclo de positivismo", dice un estudio

El cerebro de las personas felices está sintonizado para detectar y disfrutar los aspectos positivos de la vida que otros pasan por alto, según una investigación que puede explicar por qué algunas personas parecen ver siempre el vaso medio lleno.

Gatitos

Entre las imágenes positivas figuraban gatitos.

Los psicólogos Will Cunningham y Kirkland Tabitha, de la Universidad Estatal de Ohio, descubrieron el efecto durante la exploración de los cerebros de 38 voluntarios mientras miraban una serie de imágenes que evocaban sentimientos positivos, negativos y neutros.

Los escáneres cerebrales de los voluntarios que puntuaron alto en una prueba estándar para la felicidad mostraron que la actividad en ciertas regiones reforzaba su predisposición a la felicidad y creaba un "ciclo de positivismo", según dijeron los científicos.

La actitud positiva ante la vida no era un reflejo de ingenuidad o ignorancia de las amenazas del mundo y los peligros, dijeron, sino una mejor respuesta a los acontecimientos positivos y las oportunidades que los rodea.

Los investigadores se centraron en la parte del cerebro llamada amígdala, una región con forma de almendra utilizada en el procesamiento rápido de información sobre el mundo que nos rodea y las reacciones emocionales ante el mismo.

Los resultados fueron publicados en reunión anual de la Sociedad de Neurociencia en Washington DC, Estados Unidos.

Fuente:

BBC Ciencia

25 de octubre de 2011

¿Qué harías si te entregaran 80.000 dólares ahora mismo?


La mayoría de la gente no está preparada para ganar la lotería. Aunque creamos lo contrario, aunque estemos convencidos de que, tras un golpe de suerte como ése, gestionaremos adecuadamente el dinero para vivir el resto de nuestra vida sin trabajar, lo cierto es que muy pocos son los que están preparados para recibir de un solo golpe una gran cantidad de dinero. La mayoría de gente lo despilfarrará.

Basta con que busquéis las biografías de los ganadores de los premios gordos de la lotería. La mayoría son historias efímeras. Un estudio de 2001 en Estados Unidos, dirigido por el National Endowment for Financial Education, sugería que alrededor del 70 % de la gente que recibe enormes cantidades de dinero de una vez lo gasta todo en los dos primeros años.

Otro ejemplo lo observamos en el caso de la reserva de Samson Cree en Hobbema, Alberta, que está enclavado sobre un yacimiento petrolífero. En esas zonas, entre las reservas de indígenas con importantes ingresos por gas o petróleo, es común que se entreguen grandes sumas de dinero a las personas que alcanzan la mayoría de edad. Concretamente en Samson Cree, las familias percibían casi 3.000 dólares en derechos cada mes, y a los adolescentes se les entregaba 100.000 dólares cuando cumplían 18 años. Sin embargo, Hobbema en Hobbema hubo una oleada de suicidios: de 6.000 habitantes, había unos 300 suicidios anuales.

Relacionar los suicidios con este incentivo económico es quizá aventurado, pero muchos habitantes de Hobbema refieren casos de chicos que gastan el dinero recibido en pocos meses y luego se suicidan, cuando descubren atónitos que se han quedado sin nada y que ya no pueden continuar con su estilo de vida desenfrenado.

Otros estudios empíricos sugieren que recibir grandes cantidades de dinero de una sola vez influye negativamente en la responsabilidad que tenemos sobre ese dinero. Por ello fue desestimada una propuesta llevada a cabo por Bruce Ackerman y Anne Alstott en The Stakeholder Society (La sociedad participativa) a fin de conseguir que se rompieran las grandes concentraciones de riqueza y que cada habitante tuviera, de base, un número de oportunidades más equitativo.

Lo explica así Joseph Heath en Lucro sucio:

Ackerman y Alsott sugieren que los impuestos de sucesiones deben incrementarse para financiar una transferencia de dinero efectivo a cada nueva generación de ciudadanos estadounidenses, 80.000 dólares por persona, que se recibirían entre los 18 y los 25 años. La idea es crear igualdad de oportunidades “nivelando el terreno de juego” desde el inicio de la madurez. Esto se presentó como una propuesta de legislativa seria, completada con cálculos de cuánto costaría (225.000 millones de dólares por año), cómo puede organizarse la financiación, etcétera. La esperanza que tienen es, obviamente, que la gente hará algo sensato con los 80.000 dólares, como pagar una educación universitaria o comprar un fondo de inversión colectiva. Si la gente tuviera que invertir el capital sabiamente, la suma de 80.000 dólares podría generar un flujo de rentas que sería más generoso que las prestaciones sociales disponibles para los individuos solteros en la mayoría de las jurisdicciones.

Seguramente si se hubiera aplicado la medida, mucha gente hubiese empleado ese dinero de forma irresponsable, de esa manera irresponsable en la que la mayoría de nosotros manejamos las grandes transferencias de dinero llegadas por un premio de la lotería o una herencia. Sólo basta echar un vistazo a cómo los estadounidenses gestionan su dinero: aplazan más de 650.000 millones de dólares sólo en deuda de tarjeta de crédito, a tipos de interés prohibitivos. El autocontrol, pues, no parece una característica en un mundo donde se mezcla nuestro cerebro, los anuncios de objetos mercables en grandes cantidades y variedades y las opciones cada vez mayores de incrementar la liquidez de forma rápida.

Por si esto fuera poco, todo parece indicar que incrementar la renta (cuando ya tenemos una renta aceptable) no nos hace necesariamente más felices, como ya os expliqué con detalle en el artículo ¿Los ricos son felices?

Fuente:

Xakata Ciencia

16 de octubre de 2011

¿Cómo nos hace felices el sexo?

Especial: Sexo y Sexualidad

precio-parejaLas relaciones sexuales nos hacen felices, nos cambian la cara y mejoran nuestra capacidad respiratoria y muscular. ¿Cómo lo consiguen? En atractivas.es nos explican los mecanismos que consiguen sobre todo a través de la liberación de las conocidas como hormonas de la felicidad, las endorfinas.

Y es que este tipo de sustancias que libera nuestro cuerpo en ciertas ocasiones es básica en nuestro estado de ánimo. Tanto es así que incluso son capaces de funcionar como un analgésico, aliviando el dolor, según demostró recientemente un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford liderado por Robin Dunbar. Igualmente, explican desde atractivas.es , practicar deporte al aire libre y "sobre todo por la mañana", libera endorfinas, lo que ayuda a superar el estrés.

Lo mismo ocurre cuando practicamos sexo, pues durante el coito se liberan una gran cantidad de hormonas. La mujer libera oxitocinas (conocida como "molécula del amor" y serotoninas que influyen en el estado de ánimo para posteriormente liberar endorfinas que, según esta web especialista en el cuidado del cuerpo y de un estilo de vida más saludable, "crea una sensación de placer y un estado de euforia, que alcanzan el nivel máximo en el orgasmo".

Sin embargo hay que tener cuidado, el ejercicio físico puede llegar a ser adictivo. Como explica el profesor Robin Kanarek de la universidad de Tufts, "el ejercicio, como el abuso de drogas, hace que se liberen en exceso neurotransmisores como las endorfinas o la dopamina, ligados a la sensación de recompensa".

Fuente:Enlace

Muy Interesante

20 de septiembre de 2011

A ver, a ver... ¿Preferimos el dinero o la felicidad?



Si os dieran la opción de elegir entre aceptar un trabajo bien pagado con un razonable horario laboral o bien un trabajo muy bien remunerado pero con muchísimas más horas de trabajo, ¿qué aceptaríais? Según un nuevo estudio realizado por la Universidad de Cornell (New York), la mayoría de las personas optan por esta segunda opción.

“Se podría pensar en la felicidad como el fin último que persiguen las personas, pero en realidad, la gente piensa en objetivos como la salud, la felicidad familiar o la condición social”, afirma Alex Rees-Jones, un estudiante de doctorado de la Universidad de Cornell en el campo de la economía y co-autor del artículo que saldrá publicado en el próximo número de la revista American Economic Review. Otros co-autores de este estudio son los profesores Dan Benjamin y Ori Heffetz de Cornell y el profesor Miles Kimball de la Universidad de Michigan.

“Hemos descubierto que las personas buscan un equilibrio entre la felicidad y otras cosas”, afirma Rees-Jones. “Por ejemplo, muchas personas decían explícitamente en las secciones de respuesta libre que serían más felices de una manera, pero que su familia lo sería aún más con mejores condiciones económicas”. También señalaron que a veces prefieren optar por un trabajo que proporcione menos felicidad para ellos si consideran que puede generar un estatus social más alto o una mayor sensación de control.

El estudio consistió en una encuesta realizada a mas de 2.600 participantes, en las que se consideraban diferentes escenarios. Entre las posibilidades estaba elegir un trabajo de $80.000 anuales, con un horario de trabajo razonable y siete horas y medias de sueño cada noche, o un trabajo de $140.000, con largas horas de trabajo y sólo seis horas de sueño diario.

En promedio, hay diferencias sistemáticas entre lo que la gente escoge y lo que piensa que le haría más felices. En el caso de este estudio, las personas fueron más propensas a elegir el trabajo mejor remunerado.

Tras terminar la encuesta, a los participantes se les preguntó si pensaban que sus respuestas habían sido erróneas y sólo un 7% afirmó que estaba cometiendo un error. Según los autores del estudio, esto indica que muchos están dispuestos a seguir un sacrificio de la felicidad en favor de otros objetivos importantes, por lo que parece indicar que la máxima felicidad no se percibe en su propio interés.

Vía | Cornell University

Tomado de:

Xakata Ciencia

18 de mayo de 2011

El lado oscuro de la felicidad

¿Quién dice que ser feliz es siempre bueno? Un estudio publicado en la revista Perspectives on Psychological Science revela que la felicidad tiene también una lado oscuro, que no debería concebirse como una cosa universalmente buena, y que en algunos casos puede incluso hacernos sentir mal.

Hay multitud de libros que nos dicen cómo podemos lograr ser felices. Pero establecer la felicidad como objetivo vital puede ser una mala idea, según la investigadora June Gruber, de la Universidad de Yale (EE UU), que asegura que la gente que se esfuerza por alcanzar este sentimiento como meta puede terminar sintiéndose mucho peor de lo que empezó. De hecho, un estudio previo realizado por Iris Mauss, de la Universidad de Denver, y sus colegas encontró que la gente que lee un artículo publicado en un periódico ensalzando la importancia de la felicidad se siente peor tras ver una película "feliz" o cómica que quienes leen un artículo que no habla de ser felices. La clave, aseguran, es la decepción que se produce cuando quienes persiguen la sensación de felicidad no se sienten mejor haciendo ciertas cosas.

Por otro lado, estudios recientes revelan que sentirnos “demasiado” felices nos hace pensar de manera menos creativa, además de tender a asumir más riesgos (conducir rápido, gastar los ahorros…). Por otra parte, ser felices a cambio de no tener una dosis mínima de emociones negativas -que juegan un papel importante en la vida- también es peligroso. El miedo nos impide asumir riesgos innecesarios, y la culpa nos recuerda que debemos portarnos bien con los demás. En definitiva, la mejor forma de sentirse felices es dejar de preocuparse por la felicidad e invertir la energía en mantener los lazos sociales que tenemos con otras personas. “El resto vendrá solo”, afirma Gruber.


Fuente:

Muy Interesante

26 de noviembre de 2010

Reino Unido: ¿Se puede medir la felicidad?



El primer ministro inglés anuncia, y de manera muy pomposa (y, dicho sea de paso, es una magnífica cortina de humo ante el descontento del pueblo inglés ante la crisis económica), que mediran la felicidad de su pueblo, pues "la felicidad es el progreso de un país".

Se puede medir la felicidad. Para Conocer Ciencia la respuesta es clara y contundente: No. Es absurdo, sería como tratar de medir el grado de amor o de paz de una o de un grupo de personas. Pero, para no salirnos del tema proponemos lo siguiente: si consideramos el factor felicidad como un conjunto de variables relacionadas con la satisfacción de las necesidades humanas (alimento, vestido, salud, vivienda, educación, empleo digno y acceso a la cultura local y mundial) podemos inferir que una sociedad es más estable, y más feliz, en la medida en que resuelve estas necesidades para el conjunto de la población. En conclusión, para nosotros, felicidad = satisfacción de las necesidades humanas de todo un conjunto o población.

Lea:

Las dificultades de medir la felicidad


El gobierno británico va a empezar a medir la felicidad de sus ciudadanos

El gobierno del Reino Unido inició este jueves un proceso de consulta con miras a la elaboración de un "Índice de la Felicidad", cuya primera publicación se espera para abril de 2012.

Durante el lanzamiento de la consulta el primer ministro británico, David Cameron, explicó que el país continuaría midiendo el Producto Interno Bruto, "como siempre lo hemos hecho".

"Pero ya es hora de que reconozcamos que, por sí sólo, el PIB es una forma incompleta para medir el nivel de progreso de un país", agregó.

Cameron citó al ya fallecido senador estadounidense Robert Kennedy para describir al PIB como una herramienta que mide todo, "menos lo que hace que valga la pena vivir" y dijo que la información recogida en el Índice le ayudaría a Gran Bretaña a reconsiderar sus prioridades.

Esta no es la primera vez que el gobierno del Reino Unido piensa en incluir la felicidad, o el bienestar, dentro de las cuentas nacionales.

El gobierno laborista de Tony Blair también coqueteó con la idea, pero luego la abandonó por complicada.

Y el tema también interesa al presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, quien le pidió a dos ganadores del premio Nobel qué consideraran la cuestión.

Y es que como explica Michael Blastland, de la BBC, medir la felicidad no es tarea fácil.

"Intentar averiguar si hemos progresado más allá de lo material tiene sentido. El problema es ¿cómo?", afirmó.

Tremendamente difícil
Según el experto en estadísticas de la BBC, la forma más sencilla de medir el bienestar o la felicidad es tomar una muestra aleatoria de gente y preguntarle algo así como: "¿Al final de cuentas, tomando en cuenta lo bueno y lo malo y todo lo demás, qué tan bien dirías que te sientes en una escala de uno a 10?"

Y luego usar los resultados de esa encuesta para ver qué tanto aumenta, o disminuye, cada año.

"Eso, si embargo, inevitablemente plantearía nuevas preguntas como ‘¿qué motiva los cambios en la sensación de bienestar?’. Y también habría que responder a muchas preguntas sobre edad, género, estado civil, ocupación, educación, vivienda, diversión, etc.", explicó.

Por ejemplo, si los puntajes de los casados son más altos que los de los solteros, ¿significa eso que el matrimonio hace la felicidad?

"En realidad no. La cosa es mucho más complicada. Después de todo, es posible que la gente feliz simplemente acostumbre casarse más y no hayamos identificado correctamente la dirección de la causalidad", explicó Blastland.

"Ese es un riesgo que los investigadores minimizan dándole seguimiento a cierta gente durante un largo período de tiempo, para ver qué tan felices eran antes de casarse y ver así qué diferencia supuso el matrimonio".

"¿Pero qué pasa si la gente es más feliz a los 30 que a los 20? Si ese es el caso, las mediciones hechas a lo largo de varios años también reflejarían la felicidad producida por el envejecimiento, un efecto que le estaríamos atribuyendo equivocadamente al matrimonio", ilustró.

Según Blastland, para evitarlo habría que averiguar si los treintañeros son por lo general más felices que los veinteañeros y, si ese es el caso, separar ese efecto del que haya podido tener un matrimonio celebrado en ese mismo período.

¿Complicado? Bueno, imagínense que también habría que hacer lo mismo para cada uno de los factores que pueden influir sobre nuestro bienestar.

¿Bienestar o felicidad?

En otras palabras, el camino sencillo no es siempre sencillo. Y además hay otros problemas.

Hasta aquí, por ejemplo, hemos estado empleando los conceptos "bienestar" y "felicidad" como sinónimos. Pero, ¿es eso correcto?

Siga leyendo el artículo en:

BBC Mundo

12 de noviembre de 2010

Dejar vagar la mente nos hace infelices

Divagar (o pensar hue%v&d%s) nos hace infelices..,

Las personas pasamos en torno al 46,9% de nuestras horas de vigilia pensando en cosas distintas a las que estamos haciendo, y ese “soñar despierto” normalmente nos hace infelices, según revela un estudio realizado por la Universidad de Harvard y publicado en la revista Science.A diferencia de otros animales, los seres humanos dedicamos mucho tiempo a pensar en eventos que tuvieron lugar en el pasado, que podrían suceder en el futuro o incluso imaginando sucesos que nunca ocurrirán. Y este parece ser un modo de funcionamiento habitual del cerebro. “Una mente humana es una mente que vaga, y una mente que vaga es una mente infeliz”, aseguran Matthew A. Killingsworth and Daniel T. Gilbert. “La capacidad humana de pensar en algo que no está sucediendo en el presente es un logro cognitivo que tiene un alto coste emocional”, añaden.





Para llevar a cabo su estudio, los científicos desarrollaron una aplicación para iPhone (disponible en http://www.trackyourhappiness.org/) y contactaron con más de 2000 voluntarios para conocer en cada momento donde estaban, qué hacían, en qué pensaban y el grado de felicidad que experimentaban en cada momento. De este modo consiguieron reunir una gran base de datos en tiempo real sobre los pensamientos, sentimientos y acciones de una amplia gama de personas, a las que la aplicación formulaba una serie de preguntas de forma aleatoria a lo largo del día. Los datos obtenidos revelan que, por término medio, los participantes dedicaban cerca de la mitad de su tiempo libre a dejar vagar su mente, excepto cuando practicaban sexo. Y que eran más felices haciendo ejercicio o conversando que descansando, trabajando o usando un ordenador.


Fuente:


Muy Interesante

4 de marzo de 2010

La fórmula matemática para la esposa perfecta


Jueves, 04 de marzo del 2010

La fórmula matemática para la esposa perfecta

¡No se ninguna broma! Lea el artículo e incremente sus posibilidades de encontrar a la pareja ideal ¡sin perecer en el intento!

Pero (si es usted varón)... ¿será lo suficientemente inteligente para escoger a una perja más inteligente que usted? ¿o son ellas las que nos eligen a nosotros?


La fórmula matemática para la esposa perfecta

Isabel II y el Duque de Edimburgo, el día de su boda

Todas las teorías que incumben a nuestras elecciones más íntimas y nuestra vida privada son, simplemente por el mero hecho de ser formuladas, polémicas, ya que en el corazón no mandan ni estadísticas ni fórmulas matemáticas, pero los científicos quieren encontrar la clave del éxito en el amor. Y dicen que la tienen. Según un estudio de la Escuela de Negocios de Ginebra, la fórmula para un matrimonio feliz es la siguiente: la esposa ideal debe tener cinco años menos que su pareja, el mismo bagaje cultural y ser más inteligente que su compañero. Curiosamente, sin incidir en el último punto, hay una famosa pareja que cumple este perfil: la Reina de Inglaterra y el Duque de Edimburgo.

El estudio académico, publicado en la revista European Journal of Operational Research, estudió a 1.074 parejas heterosexuales de entre 19 y 75 años de edad, con el objetivo de localizar los factores sociales más importantes que permitían una duración larga y feliz. Según el estudio, la mujer debe ser cinco años más joven que el hombre. Además, es conveniente que tenga el mismo bagaje cultural pero, según el estudio, ha de ser un 27% más inteligente que su compañero. Mientras que es positivo para la relación que ella tenga estudios, no es necesario que él cuelgue en la pared del hogar un título universitario.

Resulta una fórmula muy extraña, pero Nguyen Vi Cao, que dirigió la investigación, asegura que si la gente siguiera estos parámetros para elegir a su pareja incrementaría en un 20% sus posibilidades de tener un matrimonio feliz.

Un estupendo ejemplo de matrimonio exitoso que cumple estos requisitos es el de Isabel II y el Duque de Edimburgo. Ella tiene 83 años, cuatro años y diez meses y medio menos que su marido, y, obviamente, los dos comparten una educación con valores similares por el entorno social al que pertenecen. En cuanto a su inteligencia, bueno, es mejor no especular quién es más listo.

Fuente:

ABC.es

5 de noviembre de 2009

Sin dolor no te haces feliz


Jueves, 05 de noviembre de 2009

Sin dolor no te haces feliz

Una de las canciones más populares de grupo chileno La Ley es "El Duelo", el estribillo de la canción reza sin dolor no te haces feliz...



La ciencia le da la razón al coro de la canción. Lea:


Investigadores de la Universidad Estatal de San Francisco aseguran que las personas que trabajan duro para desarrollar una técnica o habilidad, como resolver un problema matemático o aprender a conducir, pueden experimentar estrés intenso durante el aprendizaje, pero a largo plazo son más felices que quienes no sufrieron. Ya lo dice el refranero: la letra con sangre entra, y quien no arriesga no gana.

Según explican Ryan Howell y sus colegas en la revista Journal of Happiness Studies, las personas implicadas en actividades que fomentan la competencia, ya sea en la escuela, en el trabajo o en el gimnasio, son menos felices durante unos momentos en los que, además, están sometidos a altos niveles de estrés. Sin embargo, una vez concluye la jornada, las habilidades adquiridas le proporcionan más felicidad y satisfacción que a otros sujetos. Los hallazgos sugieren que el proceso de volverse eficiente en algo exige “dolor” si queremos obtener bienestar a posteriori.

Fuente:

Muy Interesante

4 de agosto de 2008

Crean un modelo matemático para explicar el altruismo

Foto

La razón por la que los humanos y otros organismos cooperan es un misterio, aunque gracias a esto se van creando sociedades más justas o se lucha por un bien común. Pero lo increíble es que se haga a costa del individuo que algunas veces no gana nada o incluso es penalizado por ello. Quizás el dicho de “ninguna buena acción se queda sin castigo” sea aplicable en algunos de estos casos.


Esta cuestión ha intrigado a los expertos durante siglos, especialmente desde que se sabe que la base de la evolución es la supervivencia de los mejor adaptados (o más bien el éxito reproductor). Bajo este punto de vista sería el egoísmo y no el altruismo el que se propagaría por la población.


Ahora, en un artículo publicado en Nature por tres físicos teóricos portugueses se propone un modelo matemático que explica, o se trata de explicar, esta paradoja a través de la diversidad social (una característica ubicua de las modernas redes sociales) y que cuando se tiene en cuenta ésta el número de los que cooperan aumenta en relación directa a la diversidad del sistema. Más aún, de acuerdo a este modelo, la cooperación se extiende más rápido cuando el acto de cooperación es considerado más importante que el monto dado, consiguiéndose sociedades con una distribución de la riqueza más justa.


Este modelo de evolución social es particularmente interesante porque no sólo revela la lógica detrás de un gran número de cooperadores, que sabemos que existen en toda sociedad humana, sino que además nos da pistas de los principios que les empujan hacia ese comportamiento.


La teoría de juegos evolutiva es una modalidad matemática que estudia y trata de predecir la evolución de las interacciones sociales. En ella se estudia el conflicto y la decisión como si fuera un juego.


Un ejemplo de este tipo de juegos son los juegos de beneficio público (public good games o PGG), que frecuentemente se usan para el estudio de la cooperación. En ellos se mide el comportamiento social hacia el bien común del cual todos nos podemos beneficiar, como la educación y sanidad públicas, independientemente de con cuánto se haya contribuido a su creación.


Como el beneficio del individuo es independiente de su contribución la estrategia más racional es ser egoísta (tanto en la vida real como en el juego) y elegir no contribuir, cosa que no pasa en la vida real. Esto es un buen ejemplo de lo difícil que ha sido entender y crear un modelo teórico capaz de explicar la emergencia y prevalencia de la cooperación, no sólo entre humanos, sino entre individuos de otras especies.


Para poder resolver esta paradoja los físicos Jorge M. Pacheco y Marta D. Santos, de la Universidad de Lisboa, junto a Francisco C. Santos, de la Universidad Libre de Bruselas, introdujeron por primera vez en el PGG una nueva variante: la diversidad social. En los modelos anteriores se consideraba a todos los individuos equivalentes.


Aclaremos que aquí la diversidad social se refiere a las características típicas de la mayoría de las redes sociales: la existencia de individuos con diferentes números y tipos de contactos sociales, con algunos altamente relacionados y muchos pobremente relacionados.


Como los PGG están representados con una formulación matemática, la diversidad es introducida como unan variable en las ecuaciones. Estos investigadores usaron una nueva formulación para calcular el porcentaje de colaboradores dentro de una comunidad en función de la diversidad de la población. Encontraron que en poblaciones con alta diversidad la colaboración crece según aumenta ésta.


La forma en la que un PGG funciona se basa en que cada individuo paga una cantidad para jugar y luego el bote común se divide entre todos que, a veces, de algún modo debe de haber aumentado según las reglas del juego. También se suele permitir en otras ocasiones el pago de castigos hacia individuos no cooperativos. Si aparece el comportamiento egoísta entonces algunos individuos no cooperativos en principio no pagarán (no cooperarán) y, sin embargo, serán beneficiados en el reparto.


La razón por la que la diversidad aumenta la cooperación tiene que ver con que unos pocos individuos con muchos contactos y que juegan más (cooperadores) tienen además altas ganancias y esto lleva a los demás a imitar su comportamiento (aunque el comportamiento per se no parece mejorar directamente su propio beneficio) dándose al final un aumento exponencial de la cooperación. Esto es similar a cuando en la vida real los individuos más populares son emulados y pasan a ser modelos a seguir.


Igualmente, el modelo predice que cuando aparecen los no cooperadores, y esto lleva una mayor cantidad de estos individuos, el beneficio final disminuye, hay menos éxito y eventualmente se llega a la extinción de los mismos, salvo por unos pocos parásitos ocasionales.


La cooperación se acelera cuando todos los individuos contribuyen al juego con la misma contribución, independientemente del número de jugadores. Esto correspondería, en la vida real, a decir que si el acto de contribuir al bien común es visto como más importante que el monto con el que se contribuye, el porcentaje de colaboradores dentro de una comunidad aumenta más rápido.


El modelo se podría aplicar, bajo una perspectiva económica, para predecir el comportamiento de las sociedades reales, sugiriendo que en las comunidades con alta diversidad, en las que el acto de cooperación importa, la distribución de la riqueza será mucho más justa.


Aunque este modelo es muy simple proporciona una nueva perspectiva de cómo estudiar este tipo de sistemas, e incluso de cómo crear sociedades más justas en las que se haga un buen reparto de la riqueza o se conserve el medio ambiente, rebajando con ello el nivel de conflictos y de destrucción.

Fuentes y referencias:
Noticia en AlphaGalileo.
Artículo original en Nature (resumen).
Foto: Martin Luther King (foto ilustrativa).

Fuente:

NeoFronteras

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