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16 de septiembre de 2014

Stephen Hawking: 'Ahora mismo no sé aún por qué existe el Universo'

Stephen Hawking, a su llegada al puerto de Santa Cruz de Tenerife.  
Stephen Hawking, a su llegada al puerto de Santa Cruz de Tenerife

El astrofísico británico Stephen Hawking ha asegurado este sábado que durante toda su vida ha intentando comprender el Universo, aunque "ahora mismo no sé todavía por qué existe".

Hawking, que ha llegado a media mañana a Tenerife a bordo del crucero Oceana procedente de Inglaterra para participar en el Festival Starmus, ha agradecido a todos los que han hecho posible que esté en Canarias.

En un acto de bienvenida que ha tenido lugar en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, el científico, quien debido a la enfermedad neurodegenerativa que padece precisa de un sistema de voz automatizado para comunicarse, se ha mostrado ilusionado con su próxima participación en el Festival Starmus.

Dentro de este evento, que se celebrará entre los próximos días 22 y 27 y que convertirá a la isla en el epicentro mundial de la astrofísica, Hawking ha avanzado que hablará de los agujeros negros y de otros descubrimientos recientes.

Fuente:

El Mundo Ciencia

Recordamos mejor lo que leemos en papel que lo que leemos online

Aunque el proceso pueda parecernos exactamente el mismo, leer en papel y leer online no parece ser lo mismo, al igual que escuchar un mensaje y leerlo tampoco activa las mismas regiones de nuestro cerebro.

Al menos es lo que sugiere una investigación de la Universidad de Houston que señala las diferencias cualitativas entre leer una noticia a través de Internet y hacerlo en los periódicos convencionales, sin entrar a juzgar qué método es tecnológicamente más interesante.

La memoria en el mundo online

El descenso en picado de las ventas de periódicos físicos a favor de los periódicos digitales o los agregadores de noticias personalizados pudiera no ser la panacea de la nueva era de la información, al menos en cuanto a número de noticias leídas, comprensión y memorización de las noticias por parte del lector medio.

Para detectar las diferencias entre la prensa online y offline, Arthur D. Santana y sus colegas de la Universidad de Houston formaron dos grupos de estudiantes universitarios. Un grupo tenía que leer la versión impresa del The New York Times, y el otro debía leer la misma edición online. A ningún participante se le reveló que se le estaba poniendo a prueba su capacidad para recordar noticias.

Después de veinte minutos de lectura, se le solicitó a los participantes que recordaran la mayor cantidad de titulares, temas generales y puntos principales de las noticias leídas. Los lectores offline recordaron un promedio de 4,24 noticias, mientras que los lectores online recordaron un promedio ligeramente inferior: 3,35.

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Xakata Ciencia

Imaginando el futuro como Asimov: El mundo en 2064

  • El escritor de ciencia ficción publicó hace medio siglo un ensayo sobre cómo creía que sería la vida en la Tierra en 2014

  • Casi la mitad de sus predicciones se han hecho realidad

  • Seis expertos en distintos campos emulan a Asimov e imaginan cómo viviremos dentro de 50 años






«Lo que está por venir es maravilloso». Tras visitar la Feria Mundial de Nueva York de 1964, el bioquímico y autor de ciencia ficción Isaac Asimov (Petrovichi, 1920-Nueva York, 1992) se mostraba entusiasmado ante los avances de la Humanidad que mostraba la exposición estadounidense, que ese año se celebraba bajo el lema «paz a través del entendimiento». 


Como él mismo relató, disfrutó «enormemente» recorriendo los stands en los que se repasaban los progresos tecnológicos que habían ido sucediéndose hacia 1900, 1920, 1940 y 1960. «Sólo eché en falta que no hubiera escenas del futuro. ¿Cómo será la vida, por ejemplo, en 2014, dentro de 50 años? No lo sé, pero puedo imaginármelo». Así comenzaba Asimov un artículo en el que plasmó su visión sobre cómo sería el mundo medio siglo después y reflexionó sobre las consecuencias de los cambios que se producirían. Ese ensayo, publicado el 16 de agosto de 1964 en el periódico The New York Times, se ha convertido en un texto de referencia sobre el futuro. 

Ya desde niño, Asimov era un soñador que imaginaba un mundo lleno de tecnología y robots, que posteriormente protagonizaron parte del medio millar de libros que publicó durante su prolífica carrera como escritor y divulgador científico. 

Cuando tenía tres años, sus padres, judíos de origen ruso, se trasladaron a EEUU. El autor de Yo Robot, Fundación o Bóvedas de acero devoraba desde pequeño las revistas de ciencia ficción que su familia vendía en las tiendas de chucherías que regentaba en el barrio de Brooklyn. A los 19 años comenzó a publicar sus propios relatos de ciencia ficción, que alternó con sus estudios de bioquímica en la Universidad de Columbia. Después, intentó estudiar Medicina, pero su solicitud fue rechazada, de modo que continuó especializándose en química e interesándose por la divulgación científica.

Bien, y entre las predicciones para el 2064 encontramos la cura para el cáncer,  creación de órganos artificiales "a la medida", energías limpias por doquier, la masificación de los autos que no requieren ser tripulados, viajes tripulados a marte y la navegación por internet mediante implantes, y no nos olvidemos de las computadoras que desarrollan emociones.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

15 de septiembre de 2014

¡Matemática y malabares!

Aquellos que hayan visitado un campus universitario no habrán tenido mucha dificultad para encontrar estudiantes pasando el rato jugando a los malabares. Otra cosa fácil de encontrar en una universidad es empollones de todo tipo. En algunas ocasiones incluso ambos personajes resultan ser el mismo: un empollón malabarista. Y un empollón malabarista es precisamente lo que era Paul Klimek, que además de tener gran habilidad con las bolas era matemático en la Universidad de California en Santa Cruz.

Klimek, y posteriormente otros matemáticos, desarrollaron una notación numérica para trucos de malabares conocida como notación Siteswap (también llamada a veces Quantum Juggling o Cambridge Notation), que además de simple es bastante bonita.

La idea consiste en registrar la acción de cada mano en una secuencia temporal, como si las manos actuasen por turnos (izquierda, derecha, izquierda, derecha, …). Se visualiza mejor mediante un diagrama como este, en el que se supone que el tiempo “fluye” de arriba a abajo:

Ilustración via Wikicommons
Ilustración via Wikicommons
Las acciones posibles son mano vacía, mano con bola, o lanzar bola (a diferentes alturas y cambiando o no de mano).

Cada acción se puede codificar con un número entero, contando para ello el número de pasos durante los cuales la bola se mantendrá en el aire. Lo mejor es verlo en un ejemplo:

El tiempo corre de arriba abajo. Así, este truco es equivalente a la secuencia 5314530...
El tiempo corre de arriba abajo. Así, este truco es equivalente a la secuencia 5314530…
El siguiente diagrama también puede ser útil:
"Siteswap relative visualized" by Hyacinth - Own work. Licensed under Creative Commons
Siteswap relative visualized” by Hyacinth – Own work. Licensed under Creative Commons
Vemos algunas características de esta notación:
  • Cuando aparece un número par, la bola se recogerá con la misma mano con la que es lanzada.
  • Si es impar, la bola cambiará de mano.
  • El número tiene que ver con el tiempo que pasa volando la bola, y por tanto con la altura a la que se lanza
  • Un 0 representa una mano sin bola, y un 2 una mano que sostiene una bola sin lanzarla.
Hay que aclarar que normalmente los trucos no son tan complicados como el de este ejemplo. Habitualmente son secuencias muy cortas, como por ejemplo 333 o 40, y se da por hecho que se repiten periódicamente.

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Cultura Científica

¿Por qué el tiempo no pasa siempre a la misma velocidad?

Según la actividad que desarrollemos en un momento dado, las personas de las que nos rodeemos o incluso nuestra edad, nos parecerá que el tiempo transcurre muy lentamente o que pasa volando. Entre las experiencias que modifican la percepción de la llamada cuarta dimensión se encuentra la motivación.

Cuando nos sentimos estimulados y pretendemos alcanzar un objetivo concreto y deseado, sobre todo si tenemos la firme esperanza de conseguirlo y si responde a una necesidad básica, como comer o beber, el tiempo se desliza a toda velocidad. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Alabama publicado en Psychological Science, este fenómeno se debe a que en estas circunstancias se minimizan los procesos de la memoria y la atención, para apartar pensamientos y emociones irrelevantes.

Por su parte, el psicólogo Steve Taylor, investigador de la Universidad John Moores de Liverpool, en el Reino Unido, sostiene que la percepción del paso del tiempo viene condicionada en gran medida por la cantidad de información que procesamos. Así, transcurre más despacio para los niños porque están muy atentos a lo que acontece a su alrededor. Estos experimentan muchas cosas por primera vez, lo que les obliga a asimilar constantemente abundante información.


Sin embargo, para las personas adultas apenas existe novedad en las experiencias cotidianas, se han acostumbrado al mundo y todo les resulta familiar, según explica Taylor. De ahí que un año vivido a partir de los cincuenta nos parezca mucho más breve que doce meses de la niñez o la adolescencia.

Este efecto es aún más perceptible en las víctimas de accidentes, que suelen describir esas situaciones traumáticas como si hubiesen sucedido a cámara lenta. Pero no es porque el tiempo transcurriera más despacio en sus sesos, como ha demostrado el neurocientífico David Eagleman, del Baylor College de Medicina, en Texas (EE. UU.), sino por una triquiñuela de la memoria.


Cuando una experiencia nos asusta, entra en juego un área del cerebro llamada amígdala que hace que se almacenen más recuerdos que en otro tipo de acontecimientos. Dicho de otro modo, en situaciones críticas acumulamos una gran cantidad de información en la memoria en un lapso mínimo de tiempo. Por eso, las experiencias aterradoras generan memorias más ricas y densas, que nos hacen creer que el tiempo transcurrido fue mayor.

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Muy Interesante

¿Se puede digitalizar el yo?

Algunos expertos en prospectiva tecnológica, que tratan de identificar los futuros avances en función de las investigaciones actuales, auguran que en unas décadas será posible digitalizar el yo, esto es, transferir a una máquina o a otro cuerpo nuestras capacidades mentales. Según uno de estos cibergurús, el inventor y director de Ingeniería de Google Ray Kurzweil, antes de mediados de siglo tendrá lugar la aparición de la inteligencia artificial.
El avance potenciará de tal forma los sistemas informáticos que los seres humanos se verán abocados a combinarse con ellos mediante distintos tipos de implantes. De hecho, en su obra The Singularity is Near Kurzweil sostiene que esto permitirá simular con el máximo detalle la actividad de todas las estructuras cerebrales de un individuo, por ejemplo, la de cada una de sus 85.000 millones de neuronas. En teoría, de este modo sería posible convertir en datos su memoria, habilidades y personalidad, hacer copias de seguridad de ellas o incluso instalarlas en estructuras no biológicas mucho más duraderas que el cuerpo de una persona, un proceso que se conoce como inmortalidad digital. Ese es el objetivo último, por ejemplo, del Proyecto Avatar, impulsado por el multimillonario ruso Dmitry Itskov.

Fuente:

Muy Interesante
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