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13 de junio de 2012

El Playboy de tiempos de la Prehistoria


Un grupo de investigadores, conducidos por el antropólogo Randall White de la Universidad de Nueva York, ha descubierto ilustraciones de la anatomía femenina en un abrigo rocoso de Francia que data de hace 37 mil años.
Puede tratarse de la prueba más antigua de cualquier clase de imagen gráfica
Declaró White.

Los hallazgos se han publicado en The Proceedings of the National Academy of Sciences.
Entre los dibujos se encuentran lo que parecen ser imágenes femeninas de la vulva, ilustrada mediante círculos con pequeñas hendiduras en un lado.
Observamos esto una y otra vez, también hay imágenes muy simples, de perfil, de animales entre los que se encuentran caballos y felinos grandes parecidos a los leones
Relata el antropólogo.
El trabajo se descubrió sobre el techo hundido de un refugio rocoso del emplazamiento de Abri Castanet, en el valle del río Vézère, al suroeste de Francia.
Los humanos de aquella época vivían en lugares como éste y trabajaban con cuentas de marfil y otros ornamentos personales. Decoraban sus cuerpos de formas complejas
White y su equipo confían poder entender mejor la cultura de la población descifrando más elementos artísticos. Esperan poder hacer un mapa de la distribución de las imágenes y todas las actividades de la época, ya que, seguramente, exista relación entre la decoración del techo y sus vidas.

Vía | The New York Times

Tomado de:

30 de mayo de 2012

7.000 años de desigualdad sexual y social

Escultura de una vaca, del Neolítico, hallada en Rusia. | ELMUNDO.es
Escultura de una vaca, del Neolítico, hallada en Rusia. | ELMUNDO.es
La desigualdad social y también la que sitúa al hombre y a la mujer en un plano diferente se remonta a hace 7.000 años, casi en los inicios del Neolítico, el momento en el que la Humanidad se asentó en el territorio para dedicarse al cultivo de la tierra. Así lo confirman los esqueletos de más de 300 agricultores primitivos, que se han encontrado en Europa central.

Un equipo de investigadores británicos, de las universidades de Bristol, Cardiff y Oxford, han demostrado, gracias a estos restos, que los que fueron enterrados con sus azadas tenían mejores tierras que los que no las tenían, que eran, precisamente, las hembras.

El trabajo, que se publica en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) esta semana, bajo la coordinación del profesor Alex Bentley, se centraron el estudio de las piezas dentales de 300 individuos diferentes, encontrados en siete yacimientos diferentes del centro del continente.

Para determinar su lugar de origen, los investigadores realizaron análisis de los isótopos de estroncio que tenían. Fue así como determinaron que los varones con azadas de piedra (que usaban para allanar y tallar la madera) tenían menos variables en esos isótopos que los que no las tenían. Para Bentley esta diferenciación sugiera que los primeros tenían acceso a tierras más cercanas y mejores que los segundos.

"Los hombres enterrados con las herramientas parecen haberse alimentado de productos de zonas de sedimentos, más productivas, que eran las elegidas por los primeros agricultores", afirma el profesor de Bristol.

Mujeres inmigrantes del Neolítico

Los niveles de isótopos de estroncio revelaron, además, que las mujeres del Neolítico no habían nacido en las zonas donde se encontraron, sino que habían llegado de fuera para encontrar pareja. En otras palabras, no eran las propietarias de la tierra, y eso significa que ya entonces existía un patriarcado, sistema centrado en el parentesco de los varones y en el que las mujeres no heredan propiedades y se tienen que mover para buscar quien alimente a sus criaturas.

Sería, pues, la primera semilla de una desigualdad entre ambos géneros y entre diferentes clases sociales que no existía antes y que aún rige en todo el planeta, con distintos grados.

"Nuestros resultados, junto con otros estudios arqueobotánicos, indican que los primeros granjeros alemanes ya arrendaban la tierra y que los orígenes de la diferenciación social quizás haya que buscarlos en el Neolítico temprano", apunta Bentley. Habría sido entonces cuando las tierras y el ganado comenzaron a pasar de una generación a otra en Europa.

Luego, con la Edad de Bronce, la de Hierro y la desigualdad industrial, aumentó la prosperidad, pero también florecieron las semillas de esa desigualdad que ya había quedado sembrada en el Neolítico.

El origen de la monogamia

Pero la necesidad de las hembras de buscar al varón que mejor las proveyera de alimentos es muy anterior a ese momento, y no había variado sustancialmente desde la época en la que aún estaban en los inicios de la evolución de la especie.

Otro estudio, también publicado en PNAS, y que se sirve de modelos con variables matemáticas, relaciona esta preferencia con la fidelidad a la hembra, algo que ya trató el arqueólogo Manuel Domínguez-Rodrigo en su libro 'El origen de la atracción sexual humana' (Akal).

En este caso el autor, Sergey Gavrilets, de la Universidad de Tennessee, asegura que fue esa elección de los mejores abastecedores como compañeros, la que acabó por sustituir la poligamia por la monogamia, hoy es el modelo más extendido.

Al establecerse relaciones estables y duraderos, también se redujo la competencia entre los machos para obtener favores de las hembras, como ocurre entre otros simios, y aumentó la implicación parental con las crías.

El estudio demuestra matemáticamente las hipótesis sobre la transición a la monogamia no son factibles biológicamente si no tiene en cuenta la capacidad de elección y la fidelidad de las hembras. Eran ellas las que elegían con quien querían relaciones.

Como los machos peor situados tenían menos posibilidades de obtener una hembra que los mejor situados dentro del grupo, el primero trató de 'comprar' los favores femeninos con alimentos, lo cual, según Sergey Gavrilets, le daba resultado. "Y como las hembras demostraban preferencia por esos 'aprovisionadores', al margen de su posición, la competencia entre ellos se fue apagando", afirma.

"Una vez comenzó el proceso, la especie se fue adaptando a grupos de varones abastecedores y hembras fieles", argumenta.

Cientos de miles de años después, ellas acabaron dejando a sus familias, en busca de mejores candidatos. 

Para entonces ya las habían excluído de la posesión de la tierra.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de mayo de 2012

El nimbadon, un marsupial gigante que vivía en la copa de los árboles

Esqueleto de 'Nimbadon lavarackorum'. | AFP
Esqueleto de 'Nimbadon lavarackorum'. | AFP
Los nimbadon, unos marsupiales extintos que tenían el tamaño de una oveja y antecesores de los wombat, poblaron las copas de los árboles australianos hace unos 15 millones de años.

El nimbadon, que pesaba más de 70 kilogramos de peso y tenía garras poderosas, era un "animal muy hábil" que "que habría adoptado un método para trepar los troncos de los árboles similar al de los koalas actuales", dijo la jefa de la investigación Karen Black de la Universidad de Nueva Gales del Sur (NSW, por sus siglas en inglés).

Sus descendientes lejanos son los actuales wombat, unos marsupiales terrestres de un metro de largo, con patas cortas y muy agresivos cuando se sienten amenazados.
El nimbadon, que solía movilizarse en manada como el canguro contemporáneo, se alimentaba de frutos localizados en la copa de los árboles de los bosques tropicales australianos y fue un agente importante en la dispersión de las semillas en la era del Mioceno.

Hábil trepador

Su habilidad para trepar por los árboles le permitió al gigantesco marsupial "reducir la competencia por las fuentes de comida con otros herbívoros, entre ellos el canguro, y escapar de sus depredadores como los leones marsupiales", agregó la científica australiana en un comunicado de prensa de la Universidad de NSW.

Black, quien presentará este jueves en Sydney las primeras conclusiones de este estudio, que aún no ha sido publicado, ha trabajado con Aaron Camens, de la Universidad de Flinders, así como Mike Archer y Sue Hand, de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

El equipo científico se centró en el estudio una gran cantidad de fósiles de los 'Nimbadon lavarackorum', de todas las edades, hallados hace varios años en una cueva del yacimiento arqueológico Riversleigh, en el noroeste del estado australiano de Queensland.

Estos fósiles permitieron a los investigadores estudiar en detalle el desarrollo del cráneo, del cerebro de estos gigantescos animales y su comportamiento, así como de los cambios ambientales que afectaron el ecosistema australiano en la prehistoria, agregó el comunicado.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de abril de 2012

Los restos de la hoguera más antigua

Restos de un hueso quemado en la cueva Wonderwerk. | P. Goldberg

Restos de un hueso quemado en la cueva Wonderwerk. | P. Goldberg

Nuestros antepasados ya usaban el fuego en sus hogares hace un millón de años. Un equipo internacional de arqueólogos ha encontrado en Sudáfrica los que probablemente son los restos más antiguos de una hoguera en una cueva. Se trata de plantas y de huesos quemados que sugieren que hace un millón de años ya se cocinaban los alimentos. Los detalles de esta investigación se publican esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

Según explica a ELMUNDO.es Francesco Berna, autor principal del artículo, "las pruebas halladas en la cueva Wonderwerk concuerdan con la teoría de que el 'Homo erectus' era ya capaz de alimentarse de alimentos cocinados, aunque será necesario llevar a cabo más estudios. Por ejemplo, no podemos descartar que consumieran la carne cruda y que, posteriormente, los huesos fueran dispuestos en el fuego".

Aunque aún no se han encontrado restos de homínidos en la cueva, Berna señala que "las pruebas del fuego se asocian a las primeras herramientas de piedra de la industria achelense [también denominada de Modo 2]. Datan de hace un millón de años, por lo que el mejor candidato es el 'Homo erectus'".

Restos más antiguos de fuego

Existen restos de pruebas de uso de fuego más antiguos que los de esta cueva de Sudáfrica (de hasta 1.500.000 años), pero los paleontólogos no pueden garantizar que estos restos procedan de incendios naturales.

Según explica Berna, hay otros sitios arqueológicos de la industria achelense, como Koobi Fora (Kenia), Swartkrans (Sudáfrica) y Gesher Bnot Ya'akov (Israel), que tienen una antigüedad de entre 1.500.000 y 750.000 años. Pero todos están en yacimientos al aire libre. Los de la cueva de Wonderwerk serían por tanto los restos más antiguos procedentes del fuego controlado.

"Se trata de las pruebas arqueológicas más tempranas que muestran con seguridad el uso del fuego", afirma a ELMUNDO.es Michael Chazan, coautor del artículo e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá).

El descubrimiento del fuego

Los paleontólogos creen que nuestros antepasados comenzaron a utilizar el fuego mucho antes, aunque aún no hayamos encontrado pruebas que lo demuestren. "[El antropólogo británico] Richard Wrangham sugiere que el uso del fuego se remonta a los orígenes del 'Homo erectus', hace 1.800.000 años. Creo que probablemente está en lo cierto y ahora estamos buscando pruebas más antiguas en Wonderwerk, que debió estar habitada en aquella época", señala Michael Chazan. "La otra gran cuestión por resolver es cómo el 'Homo erectus' usaba el fuego, si era capaz de hacerlo él mismo o lo aprovechaba [de la naturaleza], y si lo utilizaba para cocinar".

Jordi Rosell, investigador del Instituo Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES), recuerda que "hasta hace poco, las primeras evidencias del uso controlado del fuego se situaban en Europa durante el Pleistoceno medio y se asociaban a contextos achelenses posteriores a los 500.000 años. Yacimientos como Schöningen y Bilzingsleben, en Alemania, Menez-Dregan y Terra Amata en Francia, Vértesszölös en Hungría o Beeches Pit en Inglaterra, así parecían demostrarlo".

"En los últimos años, el yacimiento israelí, Gesher Benot Ya’aqov, parecía retrasar la cronología hasta los 700.000 años. Aunque nadie pone en duda abiertamente el uso del fuego en este último yacimiento, los autores indican serios problemas de conservación, lo que les lleva a catalogarlos dentro de la categoría de 'Phantom hearths' (hogares fantasmas). Ha habido autores que sugirieron hace décadas la existencia de hogares en yacimientos africanos más antiguos del millón de años, pero estos fueron desestimados hace tiempo por falta de evidencias claras", afirma a este diario.

Des este punto de vista, por tanto, "la cueva de Wonderwerk podría representar el caso más antiguo del uso del fuego". Sin embargo, según el paleontólogo "parece que se trata de un hecho aislado en el contexto del Pleistoceno inferior de África. Si se tratara de un uso controlado del fuego regular y sistematizado, lo normal sería encontrar hogares en buena parte de los yacimientos de esa cronología o posteriores. En África, los hogares más antiguos, si se exceptúan estos, tienen una cronología de 200.000 años o menos". Sin embargo, Rosell aclara que "aunque no se niega la existencia de hogares en Wonderwerk, "a la espera de más datos tampoco se puede considerar que los homínidos de hace más de un millón de años en el África subsahariana usaran el fuego de manera habitual como lo hicieron los homínidos del Pleistoceno medio tardío".

Reunidos en torno al fuego

Pese a que los antepasados del hombre utilizan el fuego desde hace cientos de miles de años, tardaron mucho más en generarlo por si mismos. Seguramente lo aprovechaban de la naturaleza, por ejemplo, cuando se originaba por la caída de un rayo o por un incendio forestal. Por ello, aprender técnicas para conservarlo debió ser una preocupación crucial. Tardaron mucho más en desarrollar técnicas para generarlo, como rotando una punta de palo sobre la madera o produciendo chispas frotando piedras que tuvieran pirita de hierro.

Controlar el fuego no sólo permitió a los homínidos ver en la oscuridad, defenderse de depredadores, fabricar utensilios más sofisticados y cocinar alimentos.

Gracuas al fuego comenzaron a establecer estructuras parecidas a los hogares. Además fomentó que se cultivaran las relaciones sociales, pues, aunque no fueran capaces de hablar, lo más probable es que se sentaran alrededor del fuego para preparar alimentos y comer, construir herramientas e intercambiar costumbres.

Fuente:

El Mundo Ciencia

27 de marzo de 2012

La extinción de los mamuts no fue por el incesto

Impresión artística de una manada mamuts.

Impresión artística de una manada mamuts.

La última población conocida de mamuts lanudos no murió "inevitablemente" debido a la endogamia y la falta de diversidad genética, sugiere un estudio.

Aseguran que es más problable que la actividad humana o factores ambientales son los responsables.

Aunque la mayoría de mamuts se extinguió y desapareció de la parte continental Eurasia y América del Norte hace unos 10 mil años, alrededor de 500 o mil mamuts lograron sobrevivir en la isla de Wrangel durante unos seis mil años más.

La isla, de siete mil kilómetros cuadrados, está a unos 140 kilómetros de la Rusia continental.

Para realizar un análisis de ADN de las muestras tomadas en la isla de Wrangel, en el océano Ártico, los científicos utilizaron técnicas asociadas al estudio de las escenas del crimen.

El estudio

El estudio fue publicado en la revista científica Molecular Ecology.

Científicos en el Reino Unido y Suecia dicen que la investigación también puede tener un inmenso impacto en programas de conservación.

Examinaron huesos, dientes y colmillos encontrados en la isla. Y los compararon con muestras encontradas en Chukotka, en el noreste de Siberia.

"Nuestros resultados apoyan la idea de que una población de 500 individuos es suficiente para mantener la diversidad genética por miles de años."

Love Dalen, museo de historia natural de Suecia

El coautor del reporte, Love Dalen, del museo de historia natural de Suecia, le dijo a la BBC que la investigación empezó en el 2008. "Queríamos saber por qué estos mamuts se extinguieron.

"La isla de Wrangel no es tan grande y se pensó inicialmente que una población tan pequeña pudo haber sufrido problemas por endogamia y la falta de diversidad genética."

Los estudios genéticos previos se concentraron en el ADN mitocondrial: información transmitida por la línea maternal.

Como las células contienen múltiples copias del genoma mitocondrial, este ADN es más fácil de extraer que el de las células nucleares.

"Pero el problema es que los mamuts no muestran mucha variación genética, sobre todo en sus últimas etapas generacionales", explica Dalen.

"Por eso decidimos concentrarnos en microsatélites (secuencias repetidas de ADN) para comparar las huellas dactilares genéticas de cada mamut. Esto nos dio acceso al ADN nuclear y nos dio resultados más contundentes."

ADN revela que no fue el incesto

Dalen dijo que durante la era de hielo, el total de la población de los mamuts en Eurasia pasó, en poco tiempo, de ser varias decenas de miles a muy pocos.

Y añade: "Las investigaciones de ADN encontraron que hubo una pérdida de 30% de diversidad genética a medida que la población se redujo; aunque esto era esperado.

"Pero cuando examinamos las muestras de la isla, vimos que hubo un punto en el que la pérdida se detuvo. Y este proceso continuó hasta que las criaturas se extinguieron.

"Esto objeta la teoría del incesto. Los mamuts de la isla se aislaron por alrededor de seis mil años, pero después lograron mantener su población estable."

El reporte concluyó que la isla era suficientemente grande para los mamuts y que, por ello, su extinción final "no fue una consecuencia inevitable" como sería el incesto.

Entonces, ¿qué fue?

huesos de mamut en isla

Científicos examinaron huesos, dientes y colmillos encontrados en la isla de Wrangel.

"Esto sugiere que la extinción final fue causada por un cambio rápido en el entorno de los mamuts, como la llegada del hombre o de un cambio en el clima, en lugar de una disminución gradual en el tamaño de la población", concluye el estudio.

Dalen dijo que se necesitan nuevas investigaciones en la búsqueda de los últimos mamuts lanudos, pero añadió: "Si los seres humanos los cazaron hasta su extinción, yo esperaría que podríamos encontrar evidencia de ello. Personalmente estoy inclinando hacia el cambio en el medio ambiente".

Los investigadores, que en total estudiaron 76 muestras, también usaron computadores para examinar el tamaño de la población en la isla y cómo su composición genética cambió a través de los años.

El equipo encontró que hubo una baja en el número de mamuts en el noreste de Siberia durante la transición Pleistoceno/Holoceno (hace unos 12.000 años). Sin embargo, el grupo concluyó que ésta se debió probablemente a que los mamuts en la isla de Wrangel se aislaron tras el incremento de los niveles del mar a su alrededor.

Dalen dijo: "Hicimos un enfoque estadístico a la genética. Encontramos que había al menos 500 o mil mamuts al mismo tiempo en la isla antes de que se extinguieran".

500 individuos pueden sobrevivir solos por siglos

"Nuestros resultados apoyan la idea de que una población de 500 individuos es suficiente para mantener la diversidad genética por miles de años.

"Estos mamuts sobrevivieron con lo que originalmente era considerado un número muy pequeño de individuos", dijo.

El trabajo fue revisado por el genetista y profesor de la Universidad de Londres Mark Thomas.

Dijo que el estudio es un evento importante en la investigación de los mamuts.

"Hicieron la investigación en la manera como tocaba y sin embargo nadie había hecho antes.

"Examinaron el ADN en varias muestras y demostraron que, teniendo una cantidad constante de población, los mamuts de la isla Wrangel no estaban destinados a extinguirse.

"Algo pasó que acabó con ellos, y eso todavía no lo sabemos. Tendrá que ser el siguiente paso a estudiar", dijo.

Fuente:

BBC Ciencia

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21 de febrero de 2012

Desentierran un bosque prehistórico enterrado por cenizas como Pompeya

Reconstrucción del bosque del Pérmico. | Ren Yugao / PNAS

Reconstrucción del bosque del Pérmico. | Ren Yugao / PNAS

Un bosque de hace 300 millones de años conservado bajo ceniza volcánica al estilo de la ciudad romana de Pompeya ha sido desenterrado en una mina al norte de China. El yacimiento fósil, de una extensión inusualmente grande, ha permitido reconstruir la composición botánica y la estructura de un primitivo bosque del Pérmico, una época geológica anterior incluso a la época de los dinosaurios.

Se trataba de un terreno pantanoso, similar a una turbera actual, en la que prosperaban plantas primitivas como helechos arborescentes y otras formas vegetales de grandes dimensiones pero poco parecidas a los árboles actuales, ya que, por ejemplo, las coníferas actuales y las plantas con flor no existían todavía.

El estudio del bosque fósil ha sido publicado en la revista científica PNAS y ha sido llevado a cabo por investigadores chinos y estadounidenes, que descubrieron el bosque en una mina de carbón de Mongolia interior. La extracción del mineral, realizada en la mina con maquinaria pesada, permitió acceder a grandes extensiones de la capa inferior del terreno, realizando así una cata muy superior a la que los paleontólogos pueden llevar a cabo normalmente, pues estudiaron unos 1.000 metros cuadrados de bosque fósil.

Lo hicieron accediendo a tres grandes parches cercanos entre sí del estrato donde se encontraba el bosque, que estaba enterrado en ceniza y separado de los estratos superiores de carbón por una capa de piedra de toba volcánica. Sobre la ubicación del bosque bajo una mina de carbón, hay que tener en cuenta que los depósitos de ese mineral no son más que la materia orgánica de los bosques y pantanos del pasado que crecieron durante millones de años y fueron acumulándose, comprimiéndose y convirtiéndose en roca.

Los investigadores han datado el bosque fósil en una edad de 298 millones de años, al comienzo del Pérmico, cuando los continentes derivaban en distribuciones muy distintas a las de hoy. Las actuales Europa y América estaban unidas y China era un continente aparte. El clima era similar al del momento actual.

Reconstrucción del bosque fósil del Pérmico. | Ren Yugao

Reconstrucción del bosque fósil del Pérmico. | Ren Yugao

El trabajo lo firman tres investigadores chinos, Jun Wang, de la Academia China de Ciencias, Yi Zhang de la Universidad de Shenyang y Zhuo Feng, de la Universidad de Yunnan; y Hermann Pfefferkorn de la Universidad de Pennsylvania. Según este último, el yacimiento es extraordinario: "Está maravillosamente conservado", afirma, "podemos plantarnos allí y encontrar una rama con todas las hojas, y después encontrar la siguiente rama, y la otra, y la otra, hasta llegar finalmente al tocón principal del árbol". Pfefferkorn y sus colegas asiáticos han encontrado también hojas, ramas, troncos y conos fructíferos conservados íntegramente.

Además, los investigadores pudieron usar la ubicación actual de cada una de las plantas para entender cómo se distribuían en el bosque originario. Identificaron cada especimen y lo localizaron en un mapa, reconstruyendo así la estructura y ecología de la formación vegetal de la antigüedad. Los autores creen que esas excepcional condiciones de consercvción se deben a que la erupción volcánica cubrió con grandes cantidades de ceniza todo el bosque en apenas unos días. Eso hizo que todos los árboles cayeran rápidamente en la ubicación donde crecían y quedaran protegidos de toda perturbación posterior. En consecuencia, lo que quedó es como una fotografía exacta de aquel pantano del Pérmico.

Un gran estado de conservación

Los investigadores han identificado seis grupos de plantas, con helechos arborescentes formando el estrato más bajo y un dosel más alto compuesto por especies del grupo Cordaites - una conífera primigenia- y del grupo Sigillaria, un tipo de plantas relacionadas con los actuales musgos, productora de esporas y que alcanzaba tamaño arbóreo. Las copas más altas podían estar a 25 metros de altura, aseguran los investigadores.

Los paleontólogos también han desenterrado ejemplares casi completos de tres especies del grupo Noeggerathiales, un tipo de árboles productores de esporas que no han dejado descendientes en la actualidad.

El fragmento de bosque desenterrado alcanza los 1.000 metros cuadrados lo que ha permitido ver que las especies no se distribuían de forma homogénea, sino que en ciertos lugares predominaban los Noeggerathiales y en otros lugares no.

"Es como una cápsula del tiempo", asegura Pfefferkorn, quien considera que el bosque permitirá conocer más sobre la dinámica de los ecosistemas antiguos y sobre los cambios en la vegetación de nuestros días.

Fuente:

El Mundo Ciencia

10 de noviembre de 2011

Los caballos realistas del arte rupestre en el Paleolítico

Pinturas rupestre de caballos prehistóricos.en cuevas de Francia.| PNAS

Pinturas rupestre de caballos prehistóricos.en cuevas de Francia.| PNAS

Durante mucho tiempo se ha especulado que algunas de las pinturas prehistóricas, especialmente las de caballos de colores poco habituales, son prueba de la capacidad simbólica de aquellos primeros humanos modernos. Ahora, un estudio realizado con ADN antiguo ha puesto de manifiesto que estos caballos existieron realmente, y por tanto los habitantes de estas cuevas se limitaron a retratar lo que veían a su alrededor.

El equipo, dirigido por Melanie Pruvost, del Instituto Leibniz para la Investigación de la Vida Salvaje (Alemania), publica en esta semana en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) que todas las variaciones en el pelaje de los equinos predomésticos que se ven en las pinturas de las cuevas paleolíticas existieron, incluido el caballo con manchas de leopardo.

Hasta ahora, otros estudios genéticos habían probado que en aquella época había caballos color canela y negros, pero no con manchas, por lo que algunos arqueólogos atribuían pinturas en las que éstos aparecen a creaciones simbólicas. Así se explicaba el caso de los caballos con manchas negras de las cuevas de Pech-Merle, en Francia, de hace unos de 25.000 años, similares a los modernos 'caballos leopardo'.

Los investigadores, entre los que está Arturo Morales-Muñiz, de la Universidad Autónoma de Madrid, analizaron el ADN rescatado de fósiles de caballos, de hace 35.000 años, encontrados en Siberia, Europa del este y en la Península Ibérica, en total en 15 yacimientos diferentes.

Cuatro de las muestras del Pleistoceno y dos de la Edad del Cobre compartían un gen asociado a las manchas del leopardo, una evidencia de que los caballos con manchas existían entonces. Otros 18 caballos eran marrones y siete negros, una muestra completa del catálogo que fue retratado en las cavernas.

Manchas en la piel

"Nuestros resultados sugieren que, por lo menos para los caballos salvajes, las pinturas de cuevas paleolíticas, incluyendo las pinturas notables de caballos manchados, se basaron en el aspecto de la vida real de animales", confirma el profesor Michi Hofreiter, otro de los autores, de la Universidad de York. "La conclusión es que las pinturas son reflexiones sobre lo que los seres humanos de entonces veían en su entorno", añade.

Para Pruvost se trata de los primeros pasos en la aplicación de las herramientas genéticas en estudios sobre la vida en el pasado, incluso en temas tan dispares como el arte.

No se sabe con exactitud cuantos yacimientos paleolíticos contienen pinturas de animales, pues de algunas imágenes aún se discute su especie, pero sí que al menos hay 40 enclaves en la región de Dordogne-Périgord (Francia) y en la cornisa Cantábrica española. En casi todos ellos hay caballos.

La motivación que llevó a los artistas a retratar estos animales está todavía en discusión. Las pinturas de Pech-Merle particularmente han generado mucha discusión. "La gente dibujó lo que vio, y eso nos da mayor confianza en la comprensión de las pinturas paleolíticas de otras especies como si fueran ilustraciones", señala Pruvost.

Hoy la variación del caballo manchado sigue siendo popular, con razas como Knabstrupper, Appaloosa y Noriker. El hecho de que cuatro de cada 10 caballos europeos en el Pleistonceo fueran de este genotipo nos dice que no era raro, aunque el más común, como ahora, sí era el de color marrón, que también es el más habitual en las pinturas rupestres.

Fuente:

El Mundo Ciencia

4 de noviembre de 2011

Una 'ardilla' con dientes de sable en la Patagonia argentina

Los fósiles de los dos cráneos hallados en Sudamérica. | University of Louisville.

Los fósiles de los dos cráneos hallados en Sudamérica. | University of Louisville.

  • Hallan dos cráneos de una especie ya extinta, 'Cronopio dentiacutus'
  • Se trata de un pequeño mamífero emparentado con los marsupiales actuales
  • Es el primer mamífero del Cretácico tardío encontrado en Sudamérica
  • Su hallazgo ayudará a entender la evolución de estos animales en el continente

Su aspecto debía recordar al de una ardilla con grandes y afilados colmillos así que los paleontólogos que han encontrado fósiles de esta especie, ya extinta, la han bautizado como 'Cronopio dentiacutus'. Se trata de un pequeño mamífero que convivió con los dinosaurios hace aproximadamente 96 millones de años en el territorio que hoy ocupa la Patagonia argentina.

Recreación de 'Cronopio dentiacutus'.|J.G

Recreación de 'Cronopio dentiacutus'.|J.G

Un grupo de paleontólogos, liderados por Guillermo Rougier, de la Universidad de Louisville (EEUU), encontraron en 2006 dos cráneos de esta especie. Según aseguran, es el primer mamífero del Cretácico tardío hallado en Sudamérica, por lo que los fósiles aportarán nuevas claves sobre la evolución de estos animales. En concreto, llena un hueco de 60 millones de años en los registros de mamíferos en este continente.

La nueva especie pertenece a un grupo de mamíferos ya extintos denominado drioléstidos y que estaban emparentados con los marsupiales y los animales con placenta actuales. Sus características se describen esta semana en la revista 'Nature'.

Un extraño mamífero

Este pequeño mamífero medía entre 10 y 15 centímetros de longitud, tenía un hocico estrecho y un cráneo pequeño y redondeado. Pero quizás lo más llamativo de su anatomía es el tamaño de sus caninos, a pesar de que los paleontólogos creen que se alimentaba de insectos y gusanos. El investigador Guillermo Rougier no se ha podido resistir a comparar su hallazgo con Scrat, la ardilla protagonista de la película 'Ice Age', a la que cree que debía parecerse.

"'Cronopio' es sin duda alguna el mamífero más extraño que he visto, tanto vivo como extinguido, con su alargado hocico y sus grandes dientes caninos. Lo que hacía con tan extraña morfología quizás pueda averiguarse con posteriores descubrimientos", afirma John R. Wible, conservador de mamíferos en el Museo de Historia Natural Carnegie.

El autor principal del estudio, Guillermo Rougier, asegura que el aspecto de 'Cronopio dentiacutus' era parecido al de Scrat, uno de los personajes de la película 'Ice Age'.

El autor principal del estudio, Guillermo Rougier, asegura que el aspecto de 'Cronopio dentiacutus' era parecido al de Scrat, uno de los personajes de la película 'Ice Age'.

El hallazgo, señalan los autores de este estudio, es particularmente importante ya que los cráneos de los mamíferos son muy frágiles y pequeños y no se encuentran con frecuencia. Los fósiles estaban incrustados en una roca situada en una remota área del norte de la Patagonia, en la provincia de Rio Negro.

Los paleontólogos tardaron varios años en desenterrar los fósiles: "Sabíamos que nos encontrábamos ante un hallazgo importante debido a la antigüedad de las rocas y a que habíamos encontrado cráneos", explica Rougier en una nota de prensa.

Cretácico tardío

"Lo habitual es encontrar dientes o fragmentos de huesos de esta época. La mayor parte de la información que hay sobre los primeros mamíferos la tenemos gracias a los dientes, ya que su esmalte es la sustancia que mejor resiste el paso del tiempo. Sin embargo, el cráneo nos ofrece información sobre la biología del animal, permitiéndonos determinar que estamos ante los primeros restos de este tipo del Cretácico tardío encontrados en Sudamérica", explica.

Los autores de este estudio, entre los que también se encuentran los investigadores Sebastián Apesteguía y Leandro C. Gaetano, de la Universidad Maimónides (Argentina), confían en seguir encontrando en esta zona fósiles de especies endémicas que vivieron durante la época de los dinosaurios.

"'Cronopio' vivió en un mundo completamente diferente al nuestro, dominado por los dinosaurios y con una geografía muy distinta. Estos nuevos fósiles nos proporcionan información sobre lo cambiante que es el mundo en que vivimos", afirma Rougier.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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