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5 de mayo de 2016

La genialidad oculta tras el clip, la pinza y la tirita (curita)



No solemos pararnos a pensar en la genialidad oculta tras su existencia. Pero la invención del clip, la pinza, la tirita, el sacacorchos y otros objetos hoy en día tan indispensables y habituales que apenas reparamos en ellos supusieron todo un ejercicio de creatividad y tesón para sus creadores. 

Como homenaje a estos inventores desconocidos y para reconocer el valor del emprendimiento, el Vitra Design Museum y Hi-Cone estrenan el viernes 18 de marzo la exposición Héroes ocultos. Inventos geniales. Objetos cotidianos, producida y organizada por la Obra Social la Caixa, con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid. 

Una carpa levantada en la plaza de Salvador Dalí, en Madrid, recoge 27 de estos objetos que, a lo largo de los años, han mantenido su relevancia y su utilidad sin fecha de caducidad. Para Guillem Ferran, comisario de la exposición, el invento más destacado y el que mejor representa los valores que quiere transmitir la muestra es la bombilla. Antes de dar con el filamento de tungsteno que la hace funcionar, Thomas Edison hizo más de 300 experimentos con otros materiales como el pelo humano, pelo de animales o cuerdas. "Representa el esfuerzo de la experimentación, la tenacidad. Si se hubiese rendido en el intento número 299, no habría dado con este objeto que revolucionó la vida de las personas". 

El articulo completo en:

El Mundo Ciencia

30 de abril de 2016

La nevera diseñada por Albert Einstein

¿Qué se pone a hacer uno después de que describe la naturaleza del Universo por primera vez en la historia?

En los años 20, Albert Einstein ya había puesto en marcha la teoría cuántica y había resuelto lo de la relatividad. Se embarcó entonces en su última gran expedición a los misterios más profundos de la física, una que pasaría a ser su sueño incumplido: la búsqueda de una teoría unificada que vinculara todas las fuerzas de la naturaleza en una sola ecuación maestra.

Ese es el Einstein que más conocemos, el que trataba de resolver los más oscuros y obstinados enigmas del mundo.

Pero al mismo tiempo, estaba trabajando en otra cosa.

Estaba inventando un nuevo tipo de nevera.

¿Por qué -uno se podría preguntar- cuando se estaba convirtiendo en una celebridad internacional por haber remodelado el Universo y transformado nuestra idea del tiempo, decidió ponerse a crear un electrodoméstico?


Hasta los años veinte las neveras, en los hogares de EE.UU., eran artefactos raros, voluminosos y tenían cuatro patas.

Lo que nos dice el refrigerador

Sí, Einstein también era un inventor. Nunca fue una parte principal de su trabajo pero se lo tomaban en serio.

Sin embargo, sigue sonando un poco estrafalario que el hombre que nos dio E=mc2 y encorvó el espacio-tiempo se estuviera preocupando por mantener la leche fría.

No concuerda mucho con las imágenes que generalmente tenemos del ícono científico: el joven genio incubándose en la oficina de patentes suiza o el sabio de cabellos blancos montando bicicleta, sacando la lengua y charlando con celebridades en Princeton.

¿Qué pasó con Einstein durante los años intermedios?, le preguntamos a Katy Price, catedrática de la Universidad Queen Mary de Londres, quien ha investigado su celebridad emergente en los años 20.
"Realmente no pensamos mucho en cómo llegamos del Einstein joven al de más tarde, y ese es el período en el que todo está cambiando", señala.

"En todo el mundo se reportaba sobre la sensacional nueva teoría del Universo. El titular en New York Times, por ejemplo, fue 'Jazz en el mundo científico'... durante su visita a Inglaterra dio conferencias en alemán sobre la teoría de la relatividad y a pesar de ello causó sensación".

"En la prensa describían mucho su apariencia: la ropa que usaba, su pelo, sus ojos... 'parece un hombre cálido, es bueno con los niños, toca violín'... Deseaban humanizar a la persona que nos dio esa teoría matemática intensamente abstracta".

Pero todo esto contrastaba marcadamente con lo que estaba pasando entretanto en su nativa Alemania.

Uno se imaginaría que Einstein estaba pasando por su mejor momento, disfrutando de su éxito y fama.

Pero de hecho, ese período de su vida fue difícil, tanto en la ciencia como en el hogar y en Alemania.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

11 de diciembre de 2015

La primera persona que vio un microbio lo hizo porque tenía diarrea

En 1681, Antonie van Leeuwenhoek se convirtió en lap rimera persona en la historia que pudo ver un microbio. Pero su interés no habría sido tal si no sufriera diarrea, una aparatosa descomposición fecal. 



Debido precisamente a ella, Leeuwenhoek se vio obligado a examinar sus propios desechos acuosos bajo su microscopio. Según su informe, distinguió unos “animálculos moviéndose muy graciosamente… algo más largos que anchos, con el vientre… provisto de varias patitas”. 

Lo que había visto Leeuwenhoek es lo que hoy en día identificaríamos como un protozoo llamado Giardia, una causa común de diarrea. Pero el investigador fue más allá, tal y como describe en el libro Abrir en caso de Apocalipsis Lewis Dartnell:

No pasó mucho tiempo sin que Leeuwenhoek llegara a observar microbios en gotitas de agua, y nubes de bacterias en heces y dientes cariados. Examinando su propio semen, descubrió el vigoroso serpenteo de los espermatozoides responsables de la reproducción sexual de todos los animales (aunque él insistió en que no había obtenido sus propias muestras por “ninguna artimaña pecaminosa” y que estas eran el “excedente que me proporcionó la naturaleza en mis relaciones conyugales”.
Antes de que se inventara el primer telescopio ya se habían lanzado algunas especulaciones acerca de la existencia de pequeños organismos invisibles, como la del autor romano Marco Terencio Varrón, allá por el año 36 a.C.

Fuente:

Xakata Ciencia

9 de noviembre de 2015

¿Qué tiene que ver Hedy Lamarr con tu wifi?

La mujer más bella del Hollywood de los cuarenta escandalizó escenificando un orgasmo en pantalla, pero en la intimidad cultivó una vida sosegada entregada a la ciencia. Uno de sus inventos constituyó el germen de Internet y la telefonía móvil. 


Fue considerada la actriz más bella de los años cuarenta en Hollywood.

Es fácil ser glamurosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida".

A quien acuñó esta cita tan redonda le ayudó ser oficialmente "la mujer más bella del mundo". Es Hedy Lamarr, tanto la misteriosa Dalila en la versión cinematográfica de Cecil B. DeMille (1949) como la primera en desnudarse e interpretar un orgasmo en pantalla en Ektase (1933) sin haber llegado siquiera a la mayoría de edad.

Si de día se colocaba un enjoyado penacho de plumas de pavo real en Las chicas de Ziegfeld, aquel musical que se anunciaba con "100 mujeres bellas", al llegar a casa se sentaba ante una mesa de trabajo y concretaba un sistema de guiado de misiles. "Odiaba las fiestas, no bebía. Su principal hobby era inventar", asegura por teléfono Richard Rhodes, autor de Hedy's Folly: The life and breakthrough inventions of Hedy Lamarr, the most beautiful woman in the world (en inglés en Doubleday, 15,78 euros). "Hasta el punto que diseñó un 'sistema de comunicación secreto' que constituye la base del GPS, los teléfonos celulares, el Bluetooth o el wifi", resalta Rhodes, todo un Pulitzer entregado durante un año a investigar la vertiente inventora de la estrella y de su colaborador, el músico Georges Antheil, inquieto integrante del magma cultural del París de entreguerras.

Rhodes consiguió documentos originales y la ayuda de los hijos de Lamarr, la actriz que cumplió en sus 86 años de vida (casi 40 como intérprete) muchos tópicos de Hollywood: seis matrimonios, incontables seducciones de hombres poderosos, cirugías plásticas en serie que volatilizaron su hermoso rostro y la identidad sepultada con el apellido de una malograda actriz yonqui (Barbara La Marr) amante de su descubridor.

¿Cómo llegó una actriz vienesa sin estudios al origen de tecnologías más que indispensables? Bueno, el padre era un banquero maravillado por los adelantos mecánicos. La madre la convirtió en concertista de piano. Con su primer esposo, Friedrich Mandl, acaudalado fabricante de armas, compartió sobremesas con diplomáticos, estadistas (Mussolini fue uno de los invitados) y militares alemanes que discutían la última innovación bélica.

Quizá ella en aquellas cenas pareciese una esfinge estúpida.

"No. Fue una mujer de gran determinación", asevera Rhodes, "en cualquier cosa que acometiera; para convertirse en actriz, abandonar al marido celotípico que la encarceló en sus mansiones o embarcarse hacia Estados Unidos sin más equipaje que compartir travesía con el ejecutivo de un gran estudio. Su obra no consistió en escuchar y copiar. No fue ninguna farsante".

Hollywood, 1940. George Antheil compone música para películas y escribe en Esquire artículos sobre endocrinología aplicada a la seducción (sic). Se encuentran en una cena. Hedy le pregunta si puede hacer algo para aumentar el tamaño de sus pechos. Anécdotas aparte, el encuentro resulta magnético.


Años atrás, Antheil había protagonizado en París el segundo mayor escándalo escénico después del estreno de La consagración de la Primavera, de Stravinski. El furor de su Ballet mécanique (encargado para una película de Léger), un enjambre sonoro de pianolas, martillos y hélices de avión, provocó que los distinguidos espectadores (Picasso, Joyce, Satie, Man Ray o Miró, entre ellos) aullaran, arrancaran sus butacas y las lanzaran al foso de la orquesta. En aquella performance, el creador de la ahora rehabilitada composición había conseguido sincronizar sin cables seis pianos mecánicos.

George y Hedy, quien tenía solo 26 años, trabajan durante seis meses en un sistema de comunicación entre barcos y torpedos mediante señales de radio que cambian constantemente de frecuencia. Aprovechan la experiencia de él en la conexión de las pianolas y lo patentan en 1941. Pero ayudó más a la causa americana la exitosa gira de Hedy para vender bonos de guerra. "La Armada de EE UU no entendió un mecanismo basado en la conexión de las pianolas. Estaba demasiado ocupada en solucionar su gran problema: los torpedos fallaban en el 60% de las ocasiones", explica Rhodes. En 1954, la idea fue rescatada en el sonobuoy (un minisónar integrado en una boya portátil). Décadas después, los creadores de dispositivos de comunicación sin cable (GPS, wifi, Bluetooth) utilizaron la tecnología de "espectro ensanchado por salto de frecuencia", cuyo germen está en el invento de Lamarr y Antheil. "Si se usa en todo el mundo, ¿por qué no he recibido ni una carta?", se lamentaba ella, que, según su biógrafo, tan solo temía la decadencia física.

En 1997, tres años antes de su muerte, recibió el primer reconocimiento. Hedy, convertida en litigante profesional y ocasional cleptómana, rehusó recoger la distinción. Demasiada cirugía estética para que lo que quedaba de la mujer más hermosa del mundo pudiese presentarse en público.

La inventora, el músico y coca-cola en cubitos

Hedy Lamarr se abstuvo de fiestas, licores y lecturas, contrariamente a lo que se estilaba en Hollywood. Su pasatiempo consistía en inventar. Estas son algunas de sus aportaciones:
» Torpedos infalibles. El más importante (en colaboración con el músico de vanguardia Georges Antheil, autor del Ballet Mécanique) fue un "sistema secreto de comunicaciones" (1941) entre aviones y barcos para dirigir un torpedo con señales de radio cortísimas que cambian de frecuencia arbitraria y simultáneamente para evitar ser interceptadas. Es el germen de sistemas como el GPS, Bluetooth, teléfono móvil y wifi. También trabajó en un escudo antiaéreo.

» Coca-cola instantánea. Ideó una pastilla que se disolvía en agua para conseguir un refresco de cola. Howard Hughes le facilitó dos químicos para asesorarla. Finalmente, no funcionó.
» Lifting y otras ideas. Trabajó en un sistema de "estiramiento de piel basado en el acordeón", imaginó el collar fluorescente para perros, un nuevo tipo de semáforo o cambios del diseño del Concorde.
 
Tomado de:
 

23 de marzo de 2015

La escalofriante historia del frío artificial

Refrigeradores, aires acondicionados, sistemas de enfriamiento de cuanto aparato eléctronico exista... Aunque a veces no somos conscientes de su existencia, en el siglo XXI es difícil imaginar la vida sin el frío artificial.
Pero todo empezó hace 200 años con unos cubos gigantes de hielo. Esta es la escalofriante -por sorprendente- historia de los hombres que cambiaron el planeta para siempre, bajándole la temperatura.

1. El terco mercader que quería venderle hielo al Caribe

A comienzos del verano de 1834, un barco de tres mástiles llamado Madagascar entró al puerto de Río de Janeiro, con la carga más inimaginable: un lago congelado de Nueva Inglaterra.

Frederic Tudor
Tudor era bastante cabeza dura.

El Madagascar y su tripulación trabajaban para un empresario innovador y testarudo de Boston: Frederic Tudor.
Como dignos representantes de la clase acomodada bostoniana, la familia Tudor había disfrutado del agua congelada del estanque de su casa de campo, Rockwood, no sólo por su belleza estética, sino también por su capacidad para mantener las cosas frías.
Los Tudor almacenaban bloques de agua congelada -enormes cubos de 90 kilos de peso- en habitaciones especialmente acondicionadas, donde se mantenían hasta que llegaba el verano y comenzaba un nuevo ritual: cortar rebanadas de los bloques para enfríar bebidas, hacer helado o refrescar el agua del baño durante alguna ola de calor.
Cuando tenía 17 años, el padre de Frederic lo mandó de viaje por el Caribe.
Sufrir la inescapable humedad del trópico vestido con todos los trapos que correspondían a un caballero del siglo XIX le dio una idea radical: si pudiera transportar de alguna manera el hielo del norte helado a las Indias Occidentales, encontraría un enorme mercado.
En noviembre de 1805, Frederic Tudor envió a su hermano William a Martinica con su fría carga.
"No es broma", reportó el periódico Boston Gazette:
Un barco con 80 toneladas de hielo ha dejado el puerto con destino a Martinica. Esperamos que no se trate de una especulación resbalosa"
El escarnio del Gazette terminó estando fundamentado, aunque no por las razones que uno pudiera esperar.
A pesar de retrasos relacionados con el clima, el hielo sobrevivió al viaje notablemente bien.
El problema resultó ser uno que nunca se le cruzó por la cabeza a Tudor.
Los residentes de Martinica no estaban interesados en su exótico cargamento congelado. No tenían idea de qué hacer con él.
Aún peor, William no pudo encontrar un lugar adecuado para almacenar el hielo. Sin comprador y sin almacén, el viaje fue un rotundo fracaso.
Pero los Tudor no se rindieron. Después de todo, el negocio tenía sus ventajas.


Los barcos tendían a dejar Boston vacíos, para ser llenados en el Caribe.
Eso significaba que podían negociar precios más convenientes para transportar su hielo en unos barcos que, de otro modo, no llevarían nada a bordo.
Por otro lado, el hielo era básicamente gratis.
Sólo tenía que pagarle a los trabajadores para que lo sacaran de los lagos congelados.
La economía de Nueva Inglaterra generaba otro producto de costo cero: aserrín, el prinicipal desperdicio de las compañías madereras.
Después de experimentar por años, Tudor descubrió que era un excelente aislante para su hielo.
Esta fue su combinación genial: tomó tres cosas que no costaban nada -hielo, aserrín y barcos vacíos- y los convirtió en un negocio floreciente.
En cuanto al problema del almacenamiento, Tudor jugó con múltiples diseños, hasta que se decantó por una estructura de doble carcaza que usaba el aire entre dos paredes de piedra para mantener el aire frío adentro.

Sacando hielo en Indiana, cerca de 1880
El negocio del hielo resultó ser muy lucrativo.

Quince años después de haber tenido la idea de venderle hielo a Sudamérica, comenzó a producir ganancias. Hacia 1820 ya lo había llevado a casi todos los rincones de ese continente, mientras que en ciudades como Nueva York, dos de cada tres casas recibían hielo a domicilio diariamente.
Al momento de su muerte, en 1864, había amasado una fortuna equivalente a más de US$200 millones de hoy.
El agua congelada en esta forma había pasado de ser una curiosidad a una necesidad en menos de un siglo.

Lea el artículo completo en:

20 de julio de 2014

Crean el negro más negro que se traga toda la luz

Vantablack, el material más oscuro del mundo

Vantablack es el material más oscuro del mundo, según sus creadores.

El negro, un color elegante e inspirador de sombrías ficciones, puede ser muy negro.

¿Pero cómo será el negro más negro de todos?


Estatua de Batman

¿Podemos permitirnos la licencia de declarar al negro casi perfecto como color favorito de Batman?
La respuesta está en un material que acaba de presentar una compañía británica de nanotecnología como el más oscuro del mundo.

Es tan profundamente negro que es imposible distinguir sus contornos, dobleces o irregularidades: sólo se puede ver lo que hay a su alrededor.

El que probablemente sea el color favorito de Batman se llama Vantablack, y según la empresa Surrey NanoSystems, "es revolucionario porque puede aplicarse a estructuras ligeras y sensibles a la temperatura como el aluminio y a la vez absorber 99,96% de la radiación incidente".

Y esta capacidad de absorción de la luz visible es, dicen sus creadores, la más alta jamás registrada.

Un "agujero negro" de nanotubos

Los científicos crearon el nocturno material haciendo "crecer" de forma artificial un abismo de nanotubos de carbono, cada uno miles de veces más fino que un cabello humano.

Es lo más parecido, dicen quienes lo han visto, a asomarse a un agujero negro.

Pero aunque puedan alegrarse por la noticia en mundo de la moda, el oscuro color fue desarrollado para otros usos.

Varios negros

El tono que más colores de luz absorbe, ha alcanzado un nuevo récord de oscuridad.

Según los científicos, será útil para mejorar los sistemas de reconocimiento espacial y los instrumentos ópticos que se usan para obtener imágenes del Universo.

Además de las cámaras astronómicas y telescopios, el más misterioso de los negros también podría tener otros usos militares, tal como sugieren los primeros interesados en su fabricación.

"Ahora estamos aumentando la producción para responder a los requerimientos de nuestros primeros clientes en el sector espacial y de defensa y ya hemos entregado nuestros primeros pedidos", dijo en un comunicado Ben Jensen, de Surrey NanoSystems.

Pero a quienes estén pensando en el más perfecto vestido negro, quizás les convenga saber que este material –cuyo desarrollo tomó dos años de pruebas- probablemente esté fuera del alcance incluso para la alta costura. Al menos por ahora.

Fuente:

BBC Ciencia

7 de julio de 2014

Investigadores peruanos construyen máquina para “curar” el cáncer

La máquina es el primero en Latinoamérica y está construida con tecnología 100% peruana.
 
Investigadores peruanos han construido una máquina de microgravedad equivalente a las que se encuentran en la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) para buscar la cura al cáncer y otras enfermedades.


A nivel internacional se vienen realizando estudios de algunas enfermedades que posiblemente se curan en condiciones de microgravedad, basándose en las reacciones de estos elementos.

En el caso del Perú, se está investigando desde el punto de vista de la bioinformática, centrándose en el porqué en condiciones de microgravedad las enfermedades cancerígenas desaparecen.

“Un tumor en condiciones de microgravedad muere por apoptosis (muerte celular)”, indica el Dr. David Laván, miembro del equipo de investigación peruano que comparte el proyecto con investigadores de España y EE.UU.

La máquina, que se  encuentra en Perú, es el primero en Latinoamérica y está construida con tecnología 100% peruana por investigadores del INICTEL-UNI de la Universidad Nacional de Ingeniería (en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid) y con financiamiento del Fondo para la Investigación, Ciencia y Tecnología (FINCyT).

Además de la salud, también será usada para investigaciones en las áreas de telecomunicaciones y ciencias materiales.
 
Fuentes:
 
La República
 
Diario 16

1 de julio de 2014

Holandés de 19 años inventa solución viable para limpiar el océano

The Ocean Cleanup podría retirar más de la mitad del plástico de la Gran mancha de basura del Pacífico.



Hace un año les contábamos del proyecto de Boyan Slat, de tan solo 19 años, para dar con una solución para recoger los millones de toneladas de basura plástica que flota en distintas partes del continente azul. Hoy el proyecto ya cuenta con más de 100 voluntarios trabajando activamente en limpiar la "Isla de Basura".

Al año se producen cerca de 300 millones de toneladas de plástico. Este material está en todas partes, es casi imposible vivir sin plástico, porque es muy útil, pero también muy contaminante. Al mar ha llegado por la propia inconsciencia de la gente y también porque mucha de esa basura corresponde al desprendimiento de redes y del tráfico marítimo.

El problema de la basura, más allá de lo poco estético que se pueda ver, es que afecta a la vida marina, a las aves y a todos los organismos que comen estos plásticos al confundirlos con alimentos. Asimismo, este problema también afecta al ser humano, el mismo plástico que comen los peces también puede llegar a restaurantes donde usen productos del mar.

La organización The Ocean Cleanup, del joven Boyan Slat, plantea que se puede manejar este problema aprovechando las corrientes y los vientos que transportan esta basura de forma pasiva, directo a una plataforma que recoja la basura. La idea es poner barreras flotantes sólidas que puedan capturar y concentrar la basura del océano, sin enredar a la fauna.

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El sistema ya fue probado en la islas Azores y cuenta con respaldo científico que avala el método de forma técnica y económica.

Según la organización, si se instala este sistema en el Pacífico durante 10 años, podrían retirar casi la mitad del plástico de la Gran mancha de basura del Pacífico. Para poder realizar este experimento a escala, The Ocean Cleanup necesita cerca de 2 millones de dólares.
"A pesar de que la limpieza tendrá un efecto profundo, solo es una parte de la solución. También tenemos que cerrar la llave, para evitar que más plástico llegue a los océanos en primer lugar", enfatiza Boyan Slat.
También hemos conocido otras iniciativas como el primer rascacielos flotantes que eliminará el plástico del océano.

Fuente:

Veo Verde

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