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4 de octubre de 2016

El invento de un joven de 22 años que podría salvar más de 1 millón de vidas al año

A sus 22 años, el estudiante de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) William Broadway ha creado algo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría llegar a salvar 1,5 millones de vidas cada año.

El invento se llama "Isobar" y es un refrigerador de vacunas tan pequeño que lo puedes cargar a modo de mochila.


Su proyecto de final de carrera le valió el galardón nacional de uno de los premios de tecnología más prestigiosos del mundo, el James Dyson 2016, que organiza la Fundación James Dyson para animar a jóvenes diseñadores a solucionar problemas cotidianos, distinguiendo su creatividad e ingenio.

"Ningún problema es demasiado grande y, muchas veces, las soluciones más sencillas son las mejores", dijo el propio Dyson.

Broadway pareció tener en cuenta las palabras del ingeniero británico -quien creó la primera aspiradora sin bolsa- cuando se puso a trabajar en su idea.

Su invento no es especialmente complejo, pero gracias a su enfoque práctico podría solucionar un problema que causa miles de muertes al año: el riesgo de que las vacunas no lleguen a tiempo en los países en vías de desarrollo.

Y cómo funciona este invento

"Calientas el dispositivo durante una hora para cargarlo. Tiene una mezcla de agua y amoníaco, y el amoníaco se evapora primero. Retienes el amoníaco (el cual permanece atrapado en la parte superior del recipiente), y cuando le das la vuelta al dispositivo, éste se reevapora en el agua", dijo Broadway.

De esa forma, cuando las sustancias se mezclan de nuevo, obtenemos el efecto refrigerante. 

"Se llama higroscópico. Proporciona un efecto refrigerante muy potente", agregó.

Y no sólo potente, sino también con una temperatura estable; una característica fundamental.

Y por qué es tan importante

"En los países en vías de desarrollo hay muchos problemas con los programas de vacunas, pues éstas consiguen llegar casi hasta el final del camino, pero en el último kilómetro los canales de distribución y la logística se rompen", explicó Broadway.

Según el estudiante de ingeniería, una vacuna necesita de 2 a 8 grados centígrados para ser efectiva.

De lo contrario, "no llegan (al lugar donde se necesitan) de forma segura o eficaz".

Pero este refrigerador de vacunas es capaz de mantener esa temperatura de forma constante durante 30 días seguidos.
Además, según Broadway, también podría utilizarse para la donación de órganos, los trasplantes de sangre y la investigación de células madre.

El artículo completo en:

BBC

30 de abril de 2016

La nevera diseñada por Albert Einstein

¿Qué se pone a hacer uno después de que describe la naturaleza del Universo por primera vez en la historia?

En los años 20, Albert Einstein ya había puesto en marcha la teoría cuántica y había resuelto lo de la relatividad. Se embarcó entonces en su última gran expedición a los misterios más profundos de la física, una que pasaría a ser su sueño incumplido: la búsqueda de una teoría unificada que vinculara todas las fuerzas de la naturaleza en una sola ecuación maestra.

Ese es el Einstein que más conocemos, el que trataba de resolver los más oscuros y obstinados enigmas del mundo.

Pero al mismo tiempo, estaba trabajando en otra cosa.

Estaba inventando un nuevo tipo de nevera.

¿Por qué -uno se podría preguntar- cuando se estaba convirtiendo en una celebridad internacional por haber remodelado el Universo y transformado nuestra idea del tiempo, decidió ponerse a crear un electrodoméstico?


Hasta los años veinte las neveras, en los hogares de EE.UU., eran artefactos raros, voluminosos y tenían cuatro patas.

Lo que nos dice el refrigerador

Sí, Einstein también era un inventor. Nunca fue una parte principal de su trabajo pero se lo tomaban en serio.

Sin embargo, sigue sonando un poco estrafalario que el hombre que nos dio E=mc2 y encorvó el espacio-tiempo se estuviera preocupando por mantener la leche fría.

No concuerda mucho con las imágenes que generalmente tenemos del ícono científico: el joven genio incubándose en la oficina de patentes suiza o el sabio de cabellos blancos montando bicicleta, sacando la lengua y charlando con celebridades en Princeton.

¿Qué pasó con Einstein durante los años intermedios?, le preguntamos a Katy Price, catedrática de la Universidad Queen Mary de Londres, quien ha investigado su celebridad emergente en los años 20.
"Realmente no pensamos mucho en cómo llegamos del Einstein joven al de más tarde, y ese es el período en el que todo está cambiando", señala.

"En todo el mundo se reportaba sobre la sensacional nueva teoría del Universo. El titular en New York Times, por ejemplo, fue 'Jazz en el mundo científico'... durante su visita a Inglaterra dio conferencias en alemán sobre la teoría de la relatividad y a pesar de ello causó sensación".

"En la prensa describían mucho su apariencia: la ropa que usaba, su pelo, sus ojos... 'parece un hombre cálido, es bueno con los niños, toca violín'... Deseaban humanizar a la persona que nos dio esa teoría matemática intensamente abstracta".

Pero todo esto contrastaba marcadamente con lo que estaba pasando entretanto en su nativa Alemania.

Uno se imaginaría que Einstein estaba pasando por su mejor momento, disfrutando de su éxito y fama.

Pero de hecho, ese período de su vida fue difícil, tanto en la ciencia como en el hogar y en Alemania.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

23 de marzo de 2015

La escalofriante historia del frío artificial

Refrigeradores, aires acondicionados, sistemas de enfriamiento de cuanto aparato eléctronico exista... Aunque a veces no somos conscientes de su existencia, en el siglo XXI es difícil imaginar la vida sin el frío artificial.
Pero todo empezó hace 200 años con unos cubos gigantes de hielo. Esta es la escalofriante -por sorprendente- historia de los hombres que cambiaron el planeta para siempre, bajándole la temperatura.

1. El terco mercader que quería venderle hielo al Caribe

A comienzos del verano de 1834, un barco de tres mástiles llamado Madagascar entró al puerto de Río de Janeiro, con la carga más inimaginable: un lago congelado de Nueva Inglaterra.

Frederic Tudor
Tudor era bastante cabeza dura.

El Madagascar y su tripulación trabajaban para un empresario innovador y testarudo de Boston: Frederic Tudor.
Como dignos representantes de la clase acomodada bostoniana, la familia Tudor había disfrutado del agua congelada del estanque de su casa de campo, Rockwood, no sólo por su belleza estética, sino también por su capacidad para mantener las cosas frías.
Los Tudor almacenaban bloques de agua congelada -enormes cubos de 90 kilos de peso- en habitaciones especialmente acondicionadas, donde se mantenían hasta que llegaba el verano y comenzaba un nuevo ritual: cortar rebanadas de los bloques para enfríar bebidas, hacer helado o refrescar el agua del baño durante alguna ola de calor.
Cuando tenía 17 años, el padre de Frederic lo mandó de viaje por el Caribe.
Sufrir la inescapable humedad del trópico vestido con todos los trapos que correspondían a un caballero del siglo XIX le dio una idea radical: si pudiera transportar de alguna manera el hielo del norte helado a las Indias Occidentales, encontraría un enorme mercado.
En noviembre de 1805, Frederic Tudor envió a su hermano William a Martinica con su fría carga.
"No es broma", reportó el periódico Boston Gazette:
Un barco con 80 toneladas de hielo ha dejado el puerto con destino a Martinica. Esperamos que no se trate de una especulación resbalosa"
El escarnio del Gazette terminó estando fundamentado, aunque no por las razones que uno pudiera esperar.
A pesar de retrasos relacionados con el clima, el hielo sobrevivió al viaje notablemente bien.
El problema resultó ser uno que nunca se le cruzó por la cabeza a Tudor.
Los residentes de Martinica no estaban interesados en su exótico cargamento congelado. No tenían idea de qué hacer con él.
Aún peor, William no pudo encontrar un lugar adecuado para almacenar el hielo. Sin comprador y sin almacén, el viaje fue un rotundo fracaso.
Pero los Tudor no se rindieron. Después de todo, el negocio tenía sus ventajas.


Los barcos tendían a dejar Boston vacíos, para ser llenados en el Caribe.
Eso significaba que podían negociar precios más convenientes para transportar su hielo en unos barcos que, de otro modo, no llevarían nada a bordo.
Por otro lado, el hielo era básicamente gratis.
Sólo tenía que pagarle a los trabajadores para que lo sacaran de los lagos congelados.
La economía de Nueva Inglaterra generaba otro producto de costo cero: aserrín, el prinicipal desperdicio de las compañías madereras.
Después de experimentar por años, Tudor descubrió que era un excelente aislante para su hielo.
Esta fue su combinación genial: tomó tres cosas que no costaban nada -hielo, aserrín y barcos vacíos- y los convirtió en un negocio floreciente.
En cuanto al problema del almacenamiento, Tudor jugó con múltiples diseños, hasta que se decantó por una estructura de doble carcaza que usaba el aire entre dos paredes de piedra para mantener el aire frío adentro.

Sacando hielo en Indiana, cerca de 1880
El negocio del hielo resultó ser muy lucrativo.

Quince años después de haber tenido la idea de venderle hielo a Sudamérica, comenzó a producir ganancias. Hacia 1820 ya lo había llevado a casi todos los rincones de ese continente, mientras que en ciudades como Nueva York, dos de cada tres casas recibían hielo a domicilio diariamente.
Al momento de su muerte, en 1864, había amasado una fortuna equivalente a más de US$200 millones de hoy.
El agua congelada en esta forma había pasado de ser una curiosidad a una necesidad en menos de un siglo.

Lea el artículo completo en:

29 de enero de 2013

¿Por qué cuesta abrir la puerta del frigorífico?




Sí, es verdad. En ocasiones cuesta abrir la puerta del frigorífico.

No es que no se pueda abrir, sino que opone una resistencia mayor a la acostumbrada y no obliga a tirar con más fuerza de la habitual. Para abrirse con ímpetu, con un ruido sordo y seco, con un POP.

¿Y cuándo pasa eso?

Cuando mantenemos abierta la puerta del frigorífico durante mucho tiempo, se almacena mucho aire caliente que sustituye al aire frío que estaba en su interior, simplemente porque el calor se desplaza siempre de los lugares de mayor temperatura a los de menor.

Cuando se cierra la puerta, el aire caliente encerrado se enfía y, por ello, reduce su volumen y su presión, lo que da como resultado, para explicarlo llanamente, un cierto efecto de vacío.

Esta diferencia de presión es la que debemos de vencer al tirar ccon más fuerza de la puerta. Y es al igualarse las presiones que se produce el sonido sordo que acompaña la apertura.

Tomado de:

Saber Curioso 

17 de septiembre de 2011

El Día del Ozono identifica un nuevo enemigo para la capa vital del planeta

Especial: Calentamiento Global

La Organización de Naciones Unidas aprovechó el día de ayer (16 de septiembre) el Día Internacional de la protección de la capa de ozono para identificar un nuevo enemigo para ese escudo del planeta: los HFC, y recordó la "oportunidad única" que ofrece la nueva tecnología para no utilizarlos.

HCFC (Hidroclorofluorocarburos)


¿Qué es?

Los HCFCs son compuestos formados por átomos de cloro, flúor, hidrogeno y carbono. Aunque son destructores de la capa de ozono, han sido introducidos temporalmente como sustitutos de los CFCs.

Fuentes de emisión y aplicaciones de los HCFCs.

La principal fuente de contaminación de estas sustancias son los equipos de refrigeración, tanto en estado operativo, como al final de su vida útil. También se encuentran presentes en aerosoles, pinturas, barnices, etc.

No existen fuentes naturales de contaminación, ya que se trata de sustancias sintetizadas por el hombre.

Efectos sobre la salud humana y el medio ambiente.

Los efectos producidos por la inhalación de los HCFCs suelen ser confusión mental y somnolencia, pero en elevadas concentraciones se puede llegar a la pérdida del conocimiento y asfixia. El contacto con el líquido provoca congelación en la piel y enrojecimiento y dolor en los ojos.

Los HCFCs se usaron como sustancias sustitutivas de los CFC debido a su menor toxicidad y persistencia en el medio ambiente, aun así son sustancias cloradas destructoras Enlacede la capa de ozono. Por lo general son sustancias con un potencial de bioacumualación bastante bajo, aunque el 2,2-dicloro -1,1,1- trifluoroetano, según estudios realizados en el alga Daphnia, presenta un nivel moderado de toxicidad en los organismos acuáticos.

Más información en la web del Ministerio de Medio Ambiente de España.


La Organización de Naciones Unidas aprovechó hoy el Día Internacional de la protección de la capa de ozono para identificar un nuevo enemigo para ese escudo del planeta: los HFC, y recordó la "oportunidad única" que ofrece la nueva tecnología para no utilizarlos.

Con el doble objetivo de proteger la capa de ozono y atajar el cambio climático, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) subraya que los hidrofluorocarbonos (HFC), si bien no atentan contra la ozonosfera, provocan el efecto invernadero.

El propio Ban Ki-moon señala en un escrito a propósito del Día Internacional de la Protección de la Capa de Ozono, la posibilidad de que se incluya en los acuerdos internacionales una recomendación sobre los HFC para evitar el calentamiento global.

Los HFC, si bien no agotan la capa de ozono, son gases de efecto invernadero muy potentes, y su consumo ha ido aumentando rápidamente a medida que se utiliza para reemplazar a los HCFC, químicos antropogénicos dedicados a la refrigeración y fabricación de aerosoles con los que se sustituyó a los ya prohibidos clorofluorocarbonos (CFC).

En esta fecha se conmemora desde 1995, por decisión de la Asamblea General de la ONU, la firma del Protocolo de Montreal (1987), que identifica y restringe las sustancias que agotan la capa de ozono.

"Las Partes en el Protocolo de Montreal están ahora examinando nuevas enmiendas, incluidas propuestas encaminadas a incorporar a los hidrofluorocarbonos (HFC) en el régimen del Protocolo, en una forma que complemente los esfuerzos emprendidos al amparo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto", añade el secretario de la ONU en el escrito publicado en la página de la Secretaría para el Ozono de la organización.

La tecnología que se elija para reemplazar a los HCFC "será determinante" a futuro y se invita a gobiernos e industrias a aprovechar la "oportunidad singular" de adquirir tecnologías de vanguardia, que eliminen los compuestos que agotan la capa de ozono, disminuyan los costos de energía y respeten el clima.

"Los HCFC son tanto sustancias que agotan la capa de ozono como potentes gases de efecto invernadero: el HCFC más utilizado es casi 2.000 veces más potente que el dióxido de carbono en sus efectos sobre el calentamiento de la Tierra", precisa Ban Ki-moon en su nota.

Para facilitar esa "transición" en los países en desarrollo, el Protocolo de Montreal ofrece una "financiación ampliada", apunta el diplomático coreano, quien reconoce que en más de 24 años de "aplicación satisfactoria", el documento se ha reforzado gradualmente hasta abarcar la eliminación de casi 100 sustancias que atacan el ozono.

"La Eliminación de los HCFC: una oportunidad única", el lema de este año, se suma a otras campañas internacionales que desde 1985, cuando científicos del Centro de Investigación Británico identificaron el agujero antártico de la capa de ozono, conciencian sobre este problema global.

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se anima a las administraciones de todo el mundo a revisar, ampliar y aplicar las medidas encaminadas a reducir los gases que atacan directamente la ozonosfera, el área de la estratosfera que absorbe la radiación ultravioleta de alta frecuencia que emite el sol y el primer "escudo" de vida del plante.

En España se anunció ya la próxima puesta en marcha de un modelo de "transporte químico" acoplado a los modelos meteorológicos para identificar especies químicas atmosféricas (aerosoles y radiación ultravioleta) en zonas de interés, como la Antártica.

Tomado de:

La InformaciónEnlace

22 de junio de 2011

Identifican un material "barato" que refrigera a 273 grados bajo cero

Un equipo de científicos, liderados por el CSIC, identifican este nuevo material que refrigera a un coste mucho menor que el helio líquido.

El nuevo material hallado es el acetato de gadolinio tetrahidrato, según el citado trabajo que se publica en la revista Angewandte Chemie y en el que, además del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón -centro mixto del CSIC y de la Universidad de Zaragoza-, han participado la Universidad de Edimburgo y de Málaga. Este material ofrece, según los científicos, una alternativa más económica al helio-3 en aquellos trabajos en los que se requiere acercarse al cero absoluto, la temperatura teórica más baja posible.

Se trata de un punto en el que los átomos que constituyen la materia dejan de vibrar, según el investigador Marco Evangelisti, quien no obstante ha advertido de que, según las leyes de la física, el cero absoluto no se puede alcanzar experimentalmente. Lo que sí se puede es refrigerar a temperaturas cercanas a ese valor, y este nuevo material es lo que consigue y "de manera más económica" que otros; en concreto, ha explicado Evangelisti, es "ideal" para trabajar entre un rango de temperatura de -273.0 grados hasta 4 y 5 grados por encima del cero absoluto.

Para este físico, los experimentos a temperaturas cercanas a los -273,15 grados son importantes porque permiten estudiar las propiedades de los materiales en estado fundamental -no escondidas por los efectos de las temperaturas-. Esto puede dar lugar a nuevos estados de la materia o aplicaciones, como por ejemplo la superconductividad, que permite conducir corriente eléctrica sin resistencia y se utiliza para generar campos magnéticos intensos, por ejemplo en técnicas de resonancia magnética.

En la actualidad se emplea helio-3 para refrigerar a temperaturas cercanas al cero absoluto, sin embargo desde hace unos años el uso de este gas conlleva "unos costes altísimos, ya que su uso en el ámbito de la seguridad internacional para detectar armas químicas ha disparado la demanda". Este trabajo demuestra que usando muy poca cantidad de acetato de gadolinio tetrahidrato se puede enfriar una gran masa de material, lo que le convierte en "el mejor refrigerante magnético para aplicaciones criogénicas -procesos que se producen a temperaturas extremadamente bajas- descubierto hasta ahora", ha detallado Evangelisti.

Además, entre las aplicaciones prácticas de este nuevo material se encuentra la ciencia del espacio, ya que se están desarrollando sensores de radiación electromagnética que deben funcionar en el espacio a temperaturas extremadamente bajas. "El acetato de gadolinio tetrahidrato simplificaría tremendamente el sistema de refrigeración y permitiría su uso de forma eficaz en el espacio", ha concluido.

Tomado de:

Pùblico
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