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16 de agosto de 2019

Neuroeducación 08: La música y las emociones: alegría, tristeza y miedo

Tu oído y tu cerebro y tus sentimientos, están más conectados de lo que puedes imaginar. La música llega a nuestro cerebro y allí se producen sentimientos de alegría, de tristeza o incluso de miedo. ¿Cómo ocurre todo esto? Te lo contamos aquí...

Los seres humanos vivimos rodeados de música. La música nos hace disfrutar de momentos de placer, nos estimula a recordar hechos del pasado, nos hace compartir emociones cuando cantamos en grupos o al asistir a conciertos o estadios. Pero todo esto que nos resulta tan natural, se produce a través de complejos mecanismos en tus neuronas. 

¿Qué le hace la música a nuestro cerebro?



El origen de la música

Al igual que el lenguaje verbal la música tiene un extenso pasado. Las primeras flautas construidas por el hombre tienen una antigüedad de 43,000 años. Aquí en Perú, en la civilización Caral ya hacían música con flautas de huesos de pelícano, hace 5,000 años.

¿Cómo nació la música? Muchas teorías indican que la música nació para que podamos movernos juntos. ¿Y por qué las personas querrían moverse en grupo? Porque cuando la gente se mueve al mismo tiempo se siente más unida y actúa de forma más empática, generosa y desinteresada.

Bodas, fiestas, entierros, no existe un rito social o un momento importante en la vida sin música.


Escuchamos música desde que nacemos o, incluso, en el período de gestación. Los sonidos musicales suaves relajan a los bebés. Por ejemplo, los niños prematuros que no pueden dormir logran hacerlo si escuchan los latidos del corazón de su madre o imitaciones de dicho sonidos. En los cachorros de perros surte el mismo efecto.

¿Cómo llega la música al cerebro?

Robert Zatorre, fundador del laboratorio Brain, Music and Sound nos explica que una vez que los sonidos llegan oído viajan por todas las redes que existen dentro de nuestro cerebro, y finakmente la música también se almacena en la memoria. Y muchas canciones se almacenarán en tu mente para siempre, sí, para siempre, ¿por qué sucede esto? 

Algunos estudios apuntan a que memorizamos canciones por que las escuchamos en todo momento: en casa, en la combi, en el taxi, en la escuela, en el gimnasio o en el bar, y la escuchamos tantas veces que se quedan en la memoria, decimos entonces que aprendemos por exposición repetida del estímulo. De esta manera aprendemos, por ejemplo, el Himno Nacional. 

Pero también puede existir un aprendizaje emocional. Memorizamos canciones porque las vinculamos a emociones. La conexión es tan fuerte que una canción nos puede poner tristes o alegres.


La música puede manipular emociones

Una investigación japonesa del RIKEN Science Institute ha revelado que los temas que utilizan notas musicales menores producen nos producen desánimo, y las que suenan con notas musicales mayores nos producen alegría.

Pongamos por ejemplo dos canciones de la película animada Coco:


La canción "Recuérdame", ganadora de un Oscar, contiene muchas notas menores, empieza con un DO pero luego pasa rápidamente a notas menores como fa menor, la menor y sol menor. Las notas menores le dan un tono triste y melancólico. Nos pueden hacer llorar o sumirnos en una depresión.

Mientras la canción "Poco Loco" inicia con notas mayores como DO y RE, para luego pasar a las notas MI y LA. Al poseer notas mayores estamos ante una canción festiva y alegre. Nos ponemos de buen humor y nos volvemos optimistas.

Esto significa que la música nos ofrece una nueva forma de comunicación. Nos podemos comunicar con las palabras para trasmitir una idea. Y nos podemos comunicar por medio de la música para transmitir una emoción. Con las palabras podemos logar un diálogo más semántico, con la música podemos lograr un diálogo más emocional.



Alegría, tristeza... ¡y tambíen miedo!

La música también puede producir miedo: sonidos bitonales, sonidos disonantes, es decir, sonidos desagradables causan tensión en nuestra mente, y si la tensión crece se produce el miedo.... Esto sucede así porque la música que da miedo no es una música que sigue patrones y eso nos despierta inquietud. Los seres humanos siempre buscamos patrones y rtegularidad en nuestras acciones diarias, si se rompen los patrones nuestra amigdala cerebral nota el cambio y empezamos a sentir ansiedad y miedo.

(Cambio brusco ante cámaras)

Por ejemplo, aquí se rompió el patrón porque en medio del video apareció algo inesperado. El estímulo viaja rápidamente a la amigdala cerebral la cual se pone en alerta y se produce el miedo. El miedo es muy importante por que nos advierte de un peligro y nos pone en alerta, ya sea para luchar o para huir, en pocas pañabras: el miedo nos ayuda a sobrevivir.

Por eso todas las películas de terror, espanto y miedo tienen esas canciones tan especiales.

La música puede reforzar la cognición general y la memoria musical, por ejemplo, es la última en desaparecer en casos de demencia.

Consejos para que la música pueda potenciar tu mente

1. Que la música inunde tu vida: despiertate con música para iniciar el día con buen humor, escribe y dibuja con música para tener mayor inspiración: y almuerza y cena con música para tener una mejor digestión.

2. Escucha todas las canciones que puedas y de todos los géneros, no sólo se incrementará tu memoria auditiva también crecerá tu cultura musical. Ah, y si quieres disfrutar una canción a plenitud escúchala cerrando los ojos.

3. La música, al igual que las matemáticas, son abstractas, no puedes tocar los números o las notas musicales; por lo tanto ambas son herramientas imprescindibles para desarrollar tu mente.

4. La música suave se emplea en los supermercados ´porque induce a la gente a comprar más. La música con volumen alto es de uso común en los bares porque impulsa a beber más. Y, sí, es ciero que una música suave, como una balada, puede crear un ambiente romántico. Y una música fuerte, como el rock pesado, nos puede volver agresivos. La música manipula nuestro comportameinto y nuestras emociones. 

5. La música puede calmar a personas con depresión o ansiedad. La próxima vez que veas a una persona triste en vez de hablarle ponle o cántale una canción alegre, verás como su estado de ánimo mejorará casi de inmediato.

6. Debido al gran potencial de la música para el cerebro se han creado musicoterapias para reducir el estrés, mejoar el ánimo de personas enfermas y para dormir mejor.

Fuente: BBC  

El País (Ciencia)

Healthy Children

El Mostrador

20 de marzo de 2019

Bailar marinera ayuda a mejorar la salud física y emocional

Estiliza la figura, mejora la concentración y combate el estrés.


Bailar marinera, además de la emoción que representa por tratarse de la danza nacional, ayuda en muchos aspectos a quien la practica, tanto en lo físico como en lo emocional.

En lo físico, la práctica de este baile mejora la postura, forma, equilibra, estiliza y da elasticidad al cuerpo, afirmó el profesor de marinera y danzas folclóricas y campeón nacional Miguel Urbano Calderón.

Además, por los movimientos que implica fortalece el corazón al bombear la sangre con mayor celeridad. 

También es importante en lo emocional, porque el constante movimiento del cuerpo hace que se produzcan endorfinas con la consiguiente mejora en el ánimo, combatiendo la depresión y el estrés.
Urbano Calderón afirmó que la práctica de la marinera ayuda mucho a la coordinación de movimientos para marcar los pasos adecuados, a desarrollar disciplina y a vencer la timidez; por esto último es recomendable para los niños con habilidades diferentes, como aquellos que tienen síndrome de Down o autismo.

"La marinera es un baile libre en el que el profesor solo guía a los danzantes por medio de un esquema, pero quienes terminan transmitiendo su alegría son ellos", anotó el profesor de la escuela de arte y danza Risso.

La edad adecuada para iniciar la práctica de este baile es a los 3 años, porque los más pequeños absorben rápidamente todos los conocimientos y logran desarrollar la concentración, que es tan importante para los estudios; así como el pensamiento matemático, porque en la marinera se marcan figuras geométricas.

En lo personal, Urbano Calderón afirma que la marinera, que practica desde los 9 años, le ha abierto muchas puertas, permitiéndole competir en festivales internacionales y dictar clases en el extranjero.

7 de marzo de 2019

Dime qué edad tienes y te diré cuál es tu autoestima

El aprecio que uno tiene de sí mismo varía con el tiempo y es bueno conocer cómo lo hace.

La autoestima varía con el tiempo y es bueno conocer cómo lo hace, para actuar sobre ella y también ayudar a otros. Pero antes de ver sus fases, hagamos una pequeña matización. La autoestima es subjetiva y no depende ni de las características objetivas de la persona ni de lo que digan los demás. Hay personas a las que las opiniones ajenas no les afectan, y otras, que son terriblemente vulnerables. Sin embargo, como demuestra la ciencia, querernos a nosotros mismos nos ayuda a tener más seguridad para afrontar los retos profesionales o académicos, a sentirnos mejor y a disfrutar de una mayor salud física, emocional y mental. Y algo importante: autoestima no es narcisismo y decirse todo el rato lo maravilloso que uno es. Son cosas diferentes. Mientras que el narcisismo es egoísta y antisocial, al considerar una persona que está por encima del resto; la autoestima es una actitud positiva, que valora también a los demás. Pues bien, hechas estas matizaciones, veamos qué dice la ciencia sobre su evolución en nuestras vidas.

Orth, Erol y Luciano han publicado un artículo que recoge el análisis de 331 estudios sobre la autoestima, lo que equivale a analizar los datos de 160.000 personas a lo largo del tiempo. En dicha publicación se comprueba que la autoestima pasa por distintas etapas, que no depende de la década en que se nace, aunque, lógicamente, podrá variar en cada persona. Veamos las fases que estos investigadores han recogido, con algunas sugerencias de lo que podemos hacer:

- La autoestima mejora hasta los ocho años, gracias a varios factores: la autonomía personal, la sensación de dominar el contexto y la posibilidad de elegir a los amigos. Por ello, podemos deducir que, en la medida en que les demos a nuestros pequeños la capacidad de ser autónomos con lo que les rodea, les ayudaremos a que se sientan mejor con ellos mismos.

- En la adolescencia la autoestima permanece constante, y aumenta a los 15 años. Antes de esta investigación, se pensaba que la transición de la infancia a la adolescencia afectaba a lo que nos queríamos. Sin embargo, parece que no es así, que permanece constante desde los 11 a los 15 en términos generales. Lógicamente, como matizan los autores, “algunos adolescentes pueden experimentar disminuciones en su autoestima debido a cambios en la pubertad, conflictos con los padres y trastornos del estado de ánimo en este período de desarrollo”, pero eso no significa que sea una época de tormenta y estrés en el arte de quererse a uno mismo. Así que vale la pena desmitificar este momento retador para los padres.

- Durante la edad adulta sigue aumentando la autoestima, y esta alcanza el nivel más alto a los 60 y 70 años. Antes se pensaba que a los 50 alcanzábamos el pico de intensidad de querernos a nosotros mismos, pero se ha comprobado que no es así. Que al final de la segunda edad y principios de la tercera, es cuando estamos en nuestro mejor momento. Los motivos son varios: no le damos tanta importancia a lo que se supone que socialmente tenemos que conseguir (éxito, buen trabajo, casa…) y tenemos una mejor capacidad de aceptarnos a nosotros mismos tal cual somos sin necesidad de aparentar nada.

- La autoestima desciende ligeramente a partir de los 70 y hasta los 90, y disminuye de manera más acusada a partir de los 94 años. Sin embargo, los autores reconocen que habría que analizar con más profundidad qué nos sucede a partir de esta edad, porque existen pocos estudios. En la medida en que nuestros mayores tengan más autoestima, mejorará su nivel de bienestar, lo que contribuirá a evitar la aparición de síntomas y trastornos depresivos.

En definitiva, la autoestima humana vive un proceso de U invertida, que comienza en la infancia y alcanza su nivel máximo a los 60-70 años. Será de gran ayuda trabajar nuestra autonomía personal, aceptarnos a nosotros mismos y dejar de querer ser lo que los demás esperan de nosotros. Y como diría Oscar Wilde “amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida".

Fuente: Laboratorio de la Felicidad (El País)

4 de marzo de 2019

Más drama y menos información: ¿así es el futuro de la divulgación científica?

A Marco Zozaya le apasiona la ciencia. Las paredes de su habitación están llenas de fotografías de científicos y cuando crezca quiere ser un divulgador científico como Neil deGrasse Tyson. Parecía ir en buen camino cuando, a los 12 años, grabó un video sobre las vacunas en un iPad desde su patio en México.
Marco Zozaya cerca de su casa en México, en marzo. Quiere ser un divulgador científico. 

“Todos los pedazos de evidencia que hay en el universo observable de que las vacunas causan autismo están en este fólder”, dice en el video, de hace dos años. Y con una expresión de conmoción fingida, saca pedazos de papel en blanco de la carpeta. “No hay nada”.

El video ha sido visto más de ocho millones de veces y lo destacaron en medios como CNN, HuffPost y Cosmopolitan. Fue entonces que Zozaya se dio cuenta de que quizá lo que le gusta al internet no es corregir ciencia incorrecta. Lo que la audiencia digital realmente quiere es drama.

“Lo pienso ahora y me doy cuenta de que fue algo grosero”, dijo Zozaya, quien ahora tiene 14 años, durante una videollamada. “Pero a todos les encantó”.

La divulgación de ciencia es el arte de volver accesible esa disciplina y, gracias al internet, la ciencia es más accesible que nunca. Se publican en línea cada vez más investigación y datos, y una nueva generación de embajadores de la ciencia –en línea con los Mythbusters o Carl Sagan– tiene un amplio público en redes sociales. Pero se enfrentan a un dilema: las plataformas que los ayudan a mover sus mensajes usualmente favorecen un estilo más inflamatorio que informativo. Los entusiastas de la ciencia han construido enormes audiencias no solo porque atraen la curiosidad humana, sino porque tienen un toque de entretenimiento.

Michael Stevens, cuyo canal de YouTuve Vsauce generalmente revisa temas de psicología, ha descrito cómo empaqueta sus videos para que tengan un mayor público y ha presumido que podría hacer que ver cómo se seca la pintura sea interesante. Derek Muller es conocido por hacer entrevistas callejeras en su canal de YouTube Veritasium para exhibir los malentendidos que hay respecto a la ciencia. Y Elise Andrew, que tiene 25 millones de seguidores en su página de Facebook, IFLScience, usualmente comparte memes con temáticas científicas.

Mucho de lo relacionado con la ciencia que se vuelve viral es “de poca información, pero con muchos chistes”, dijo Yvette d’Entremont, quien dirige la página de Facebook SciBabe.

Lea el artículo completo en: NYT en español

1 de marzo de 2019

Por qué las mujeres prefieren dormir con perros que con sus parejas

Los canes son compañeros de cama menos molestos, según un estudio de las preferencias femeninas.


Dejar que nuestras mascotas duerman en la cama o evitarlo por todos los medios es una decisión personal que, como contamos en BuenaVida, no tiene contraindicaciones en lo que se refiere a la salud. Pero podría ser una buena idea en lo que respecta al descanso: según una nueva investigación, es la mejor opción cuando las alternativas son compartir el sueño con un gato o con la pareja. Con el debido respeto hacia el género humano, las mujeres que participaron en el estudio dejaron claro que los perros son los mejores compañeros de cama.

El trabajo, publicado en la revista Anthrozoos y liderado por Christy Hoffman, doctora en Conducta Animal y profesora del Cansius College (EE UU), ha analizado, a través de encuestas, los hábitos de sueño de 962 mujeres de entre 18 y 69 años. Algunas comparten su cama habitualmente con al menos un perro; otras lo hacen con uno o más gatos y, el resto, duermen con sus parejas. Las conclusiones han sido claras: las participantes prefieren dormir con sus perros antes que con sus compañeros sentimentales o con los felinos.

El motivo principal, según las respuestas de las encuestadas, es que logran descansar mejor si duermen en compañía de los canes. Al parecer, los perros se mueven menos durante la noche que las otras opciones, y eso se nota al día siguiente. Con ellos se tienen menos problemas para conciliar el sueño y las probabilidades de despertarse durante la noche disminuyen.


El estudio también apunta a que los canes adaptan mejor sus patrones de sueño a los de sus dueñas que los gatos: adaptan sus horas de irse a la cama y esto podría favorecer a tener mejores horarios. Pero la actitud de los perros no es la única razón para considerarlos como los mejores compañeros de cama.

La seguridad es el otro punto que valoraron positivamente las participantes. Según los resultados se sienten menos vulnerables y más protegidas durmiendo con un perro que con un gato o con su pareja porque creen que son más proclives a alertar en caso de que ocurra algún tipo de emergencia.

Fuente: El País (España) 

17 de febrero de 2019

Por qué no es bueno ser demasiado modesto

La peruana Gladys Tejeda, con la cabeza erguida y lpos brazos en alto, en clara señal de orgullo.

El orgullo es la perdición de muchos héroes clásicos.

Fritzwilliam Darcy, uno de los dos personajes principales de la novela de Jane Austen "Orgullo y prejuicio", tiene que dejar ir el suyo para poder ganarse el amor de Elizabeth Bennet.

Dante lo incluyó como uno de los siete pecados capitales. Y, como el famoso verso de los Proverbios (a menudo mal citado) nos avisa: "Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu".

No hay duda sobre esto: constantemente se nos dice que el orgullo cuanto menos nos hace antipáticos y, yendo más lejos, nos puede destruir.

Pero es posible que el orgullo no se merezca completamente la reputación de fuerza destructiva. Hay nuevas pruebas de que esta emoción tiene una función evolutiva y que juega un papel importante en cómo nos relacionamos con el mundo.

Una emoción global

Las muestras de orgullo ocurren en todas las culturas y edades, incluso en los más pequeños. El orgullo viene además con su propia pose, ampliamente reconocible: una postura erguida, brazos extendidos y la cabeza alta.

En sus investigaciones, Jessica Tracy, profesora de Psicología en la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y autora del libro "Orgullo: el secreto del éxito", constató que esta postura la adoptan incluso personas que son ciegas de nacimiento.

Esto sugiere que el orgullo es parte de nuestra construcción evolutiva más que algo aprendido socialmente.

Los beneficios del orgullo

Según un nuevo estudio, cuando esperamos sentir orgullo por algo, es porque el orgullo evolucionó para ofrecernos -a nosotros y a la gente de nuestro alrededor- beneficios sociales.

Leda Cosmides, profesora de Psicología Evolutiva en la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados Unidos), explica que en las sociedades cazadoras-recolectoras de los primeros humanos era esencial convencer a los demás de que tu bienestar era importante.

El trabajo que Cosmides desarrolló con otros investigadores sugiere que el orgullo que sentimos cuando abordamos una tarea difícil o fomentamos una cualidad particular es un poderoso motivador evolutivo.

"Si vas a invertir tiempo en cultivar un talento específico, será mejor que desarrolles talentos o habilidades que otras personas valoren", señala.

Y una forma de demostrar que tienes un talento que merece la pena es mostrar tu propio orgullo de tenerlo.

Una exhibición de orgullo "promociona tus éxitos", apunta Daniel Sznycer, profesor de Psicología en la Universidad de Montreal (Canadá) y principal autor del estudio. "Si no, no sabré cuáles son tus éxitos y no sabré cuánto debo valorarte".

El artículo completo en: BBC Mundo

3 de octubre de 2018

Once secretos para ser feliz

Hay ciertos comportamientos y maneras de pensar que favorecen los sentimientos de felicidad sin excepciones.


La felicidad que sentimos tiene un componente genético marcado en nuestro temperamento. Se considera que aproximadamente supone el 50%. La satisfacción de tener posesiones materiales, económicas y buena salud aporta un 10 %. Y el 40% restante lo causa la forma en que pensamos y nos comportamos.

Por lo tanto, a la hora de promover la felicidad en nuestros hijos, lo importante es, a diferencia de lo que solemos creer, no centrarse en el 10 %, pues es mucho esfuerzo para muy poca recompensa. La clave es invertir en la “fuente” del 40%. Es, como se ve, una cuestión de rentabilidad.

De hecho, los estudios científicos demuestran que ciertos comportamientos y maneras de pensar favorecen los sentimientos de felicidad sin excepciones, a menos que, claro, está, suframos una patología. Así que tomen nota, porque estos consejos valen tanto para niños como para adultos:

1. Expresar gratitud. En la actualidad las posesiones materiales de un niño multiplican por 10 las que tenía un niño hace 50 años. Incluso un niño de clase media baja tiene mucho más que lo que tenía un niño de clase alta hace medio siglo. Sin embargo, es una evidencia que los niños actuales no son 10 veces más felices. Algo falla, pues. El hecho de desear siempre más no es una buena idea, de modo que hay que aprender y enseñar a estar agradecido con lo que se tiene. Es una actitud típica de la filosofía budista y estoica: hay que fijarse en el presente y estar conforme con él, sin agobiarse demasiado con el futuro y sin lamentarse del pasado. Si los niños aprenden a valorar y agradecer lo que tienen, aprenden a su vez a valorar lo que tienen los demás, por lo que previsiblemente serán más generosos y empáticos.

2. Ser optimista. Pero sin caer en la ingenuidad. Hay que confiar en la autonomía de los niños para hacer las cosas y en su competencia para hacerlas bien. Sin duda cometerán no pocos errores, pero es un paso necesario para el correcto desarrollo: para un escritor, por ejemplo, no hay mejor herramienta que la papelera. La conciencia de saber que trabajar duro aumenta la posibilidad de que las cosas en efecto salgan bien es fundamental para alcanzar un estado de bienestar. A menudo, puede que no salgan bien, pero si no hay trabajo rara vez saldrán como queremos. Los optimistas no se dan por vencidos fácilmente y muchas veces esa es también la causa de su éxito.

3. Evitar pensar demasiado. Como dijo Buda, «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional». La mayor parte de nuestra infelicidad no viene de las cosas negativas que nos pasan –dolor– sino de lo que pensamos acerca de ellas –sufrimiento–. Es decir, del relato que hacemos de lo que nos ha pasado. Pensemos que, por ejemplo, la angustia es la conciencia de una posibilidad, pero no necesariamente de una realidad. Damos muchas vueltas a las cosas, la mayoría de las veces innecesariamente. En nuestras sociedades modernas occidentales, donde en general no hay problemas vitales acuciantes, el agobio por cualquier nimiedad -ahí está la tropa de “ofendidos” de las redes sociales- se ha convertido en un estado de ánimo permanente. Este comportamiento lo contagiamos involuntariamente a los que nos rodean, especialmente a nuestros hijos. Es lo que en psicología se llama rumiación, que es agarrar un pensamiento –normalmente negativo– y empezar a manosearlo en nuestra mente hasta que el estado de ánimo es mucho peor que el inicial. Una pérdida de tiempo y de energía.

El artículo completo en: El País 

16 de septiembre de 2018

Krigens Brans: los hijos del odio y la vergüenza en Noruega

Sacando de contexto la teoría de la evolución natural de las especies postulada por Charles Darwin y adaptándola a la eugenesia de la ideología nazi, tenemos la justificación de la creación de Lebensborn (Fuente de vida) en 1935. Lebensborn fue una sociedad creada por Heinrich Himmler con el objetivo de expandir la raza aria para convertirla en la nueva raza de Europa. Aunque inicialmente sus trabajos se centraron casi en exclusiva en las esposas de los miembros de las SS, por considerarlos los más puros, luego se extendió a toda la sociedad alemana para fomentar la natalidad de la considerada raza superior. Para ello, se daba asistencia sanitaria y todo tipo de facilidades a los hogares de los puros; a las madres solteras que cumpliesen el canon (tez blanca, ojos azules, pelo rubio y altas) se les proporcionaban hogares de maternidad y ayuda financiera para criar a sus hijos; se administraban orfanatos y se daban en adopción a los arios… e incluso se secuestró a niños en los países ocupados que, tras ser sometidos a un riguroso examen, recibían la certificación de ser lo suficientemente arios. Un autentico programa para poblar Europa de arios. La sociedad gestionaba varias instalaciones por toda Alemania e incluso llegó a extenderse por varios países centroeuropeos, pero donde tuvo dramáticas consecuencias fue en Noruega.



Lógicamente, al cumplir los noruegos los cánones establecidos por la raza aria, en Noruega se establecieron varias instalaciones gestionadas por esta sociedad. Algunas noruegas se presentaron voluntarias para este tipo de programas, pero la mayoría fueron engañadas o violadas. Los hijos nacidos de madres noruegas y padres alemanes fueron llamados Krigens Barn (niños de la guerra). Antes de terminar la guerra, y desde el exilio de Londres, el Gobierno de Noruega comenzó a gestionar el odio
El precio que estas mujeres tendrán que pagar durante el resto de sus vidas será el desprecio de todos los noruegos.
Cuando los alemanes abandonaron Noruega y el Gobierno regresó del exilio, comenzaron su particular cruzada independientemente de las circunstancias de cada madre: a las putas alemanas -así llamaron a estas madres- les raparon la cabeza y las hicieron desfilar para escupirles, las obligaron a dejar sus trabajos, muchas fueron arrestadas e internadas en psiquiátricos… ¿Y los 8000 niños de la guerra? De ellos se encargaron los médicos y psiquiatras noruegos…

Estos niños llevan el germen de las características típicas alemanas de las que el mundo ya ha padecido suficientemente.
Y el Gobierno…
Creer que estos niños se convertirán en ciudadanos decentes es como creer que las ratas de tu sótano se convertirán en tus mascotas.
Tomado de: Historias de la Historia
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