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30 de noviembre de 2008

La libertad es una ficción cerebral

La libertad es una ficción cerebral

Estamos determinados, como el resto del Universo, por las leyes naturales.

La libertad es una ficción cerebral, según confirman las últimas investigaciones sobre neurociencias. Estas investigaciones han determinado que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (hasta 10 segundos) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento. Y aunque la falta de libertad es algo contraintuitivo, los experimentos indican que estamos determinados por las leyes de la Naturaleza. Por eso en Alemania algunos especialistas están reclamando la revisión del código penal para adecuarlo a los resultados de la neurociencia. Y aunque sigamos encarcelando a los que violen las leyes, cambiará la imagen que tenemos tanto de esos criminales como de nosotros mismos.

Por Francisco J. Rubia.

Portada del libro

La libertad, la voluntad libre o el libre albedrío es una ficción cerebral. Eso es el resultado de experimentos realizados recientemente en neurociencia que indican que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (350 ms) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento (200 ms antes del movimiento). Esto quiere decir que la impresión subjetiva de la voluntad no es la causa del movimiento, sino que, junto con éste, es una de las consecuencias de una actividad cerebral que es inconsciente.

Los experimentos fueron realizados por Benjamín Libet en California hace más de 20 años; luego han sido confirmados sus resultados por un grupo de neurocientíficos en Inglaterra, y este mismo año, 2008, han vuelto a realizarse en Berlín con técnicas modernas de imagen cerebral, llegando a la conclusión que el cerebro se pone en marcha mucho antes que en los experimentos de Libet, a saber, que la actividad cerebral del lóbulo frontal tiene lugar hasta 10 segundos antes de la impresión subjetiva de voluntad.

El propio Libet intentó salvar su hipótesis de la existencia de la libertad diciendo que en los 200 ms que separan la impresión subjetiva del propio movimiento el cerebro podría ejercer un veto, es decir, inhibir el movimiento. Los críticos de esta hipótesis argumentaron que si el cerebro se tenía que activar de nuevo para ejercer el veto se emplearía de nuevo el mismo tiempo y eso era demasiado para los 200 ms que quedaban.

Frente a estos resultados se puede argumentar que todos y cada uno de nosotros tiene la impresión subjetiva, la intuición, la firme creencia, que somos libres para elegir entre varias opciones o que podemos hacer algo distinto a lo que hacemos en cualquier momento.

Antecedentes de creencias falsas

Pero las impresiones subjetivas, intuiciones o firmes creencias han resultado ser a veces falsas, como ha ocurrido a lo largo de la historia de la Humanidad.

Recordemos la creencia en la teoría geocéntrica, planteada por Aristóteles en el silgo IV a. C. y refrendada por Ptolomeo en el siglo II de nuestra era. Tuvieron que pasar nada menos que 20 siglos, hasta el siglo XVI, para que esta teoría fuera refutada por la teoría heliocéntrica de Copérnico y Galileo.

Nuestra impresión subjetiva estaba basada en la experiencia que todos tenemos de que el sol sale por Oriente y se pone por Occidente, un lenguaje que aún conservamos. Si le hubiésemos hecho caso a Aristarco de Samos, quien en el siglo IV a.C. ya había planteado que la tierra se movía alrededor del sol, no hubiera sido quemado Giordano Bruno en la Piaza Campo dei Fiori en Roma en 1600.

Por otro lado, que hayamos tardado 20 siglos en corregir esa impresión subjetiva falsa de que el sol giraba alrededor de la tierra la debemos, sin duda en parte, a la Sagradas Escrituras. En la Biblia (Josué 10, 13) se dice que Yahvé “paró el sol” para permitir que los israelitas terminasen de masacrar a los amorreos. Por tanto, si Dios paró el sol es porque este se movía y no la tierra.

Hay otros ejemplos de impresiones subjetivas que terminaron siendo falsas, como la teoría de la que la tierra es plana, que todavía hoy algunos desinformados sostienen. También la esfericidad de la tierra, sostenida por Eratóstenes (siglo III a. C.) chocó con las Sagradas Escrituras, tal y como sostenía el obispo de Salzburgo Virgilio o nuestro Isidoro de Sevilla.

Estamos determinados

No podemos, pues, fiarnos de nuestras impresiones subjetivas porque pueden ser falsas. A veces, como en este caso, la falta de libertad es algo contraintuitivo, como suele expresarse en inglés, pero los experimentos indican que, efectivamente, estamos determinados, como el resto del Universo, por las leyes deterministas de la Naturaleza.

Si asumiésemos, como hacen los dualistas, la existencia de un alma inmaterial que interacciona con la materia, en este caso el cerebro, entonces no habría ningún problema. Ese dualismo, que se remonta a los órficos, que consideraban que el cuerpo (soma) era ‘sema’ (la tumba) del alma, y que influyeron decisivamente sobre Pitágoras y Platón, dando lugar a un dualismo que ha durado hasta nuestros días, hoy día la neurociencia lo ha superado.

Las facultades mentales, antes anímicas, son consideradas hoy por la inmensa mayoría de neurocientíficos producto del cerebro. El gran problema del dualismo es que no ha habido posibilidad de explicar cómo es posible que un ente inmaterial, el alma, interaccione con la materia.

La razón es que para interaccionar con la materia se requiere energía y un ente inmaterial, por definición, no tiene energía. Por tanto, esa interacción violaría las leyes de la termodinámica. Además, no se ha descubierto en el cerebro ninguna región de la que pueda decirse que se activa por algún factor externo al cerebro, como sería el caso si fuera activada por el alma. Por tanto, el alma no es ninguna hipótesis neurocientífica.

Algunos filósofos, llamados compatibilistas, aceptan el determinismo del Universo y también del hombre, pero lo compatibilizan con el libre albedrío, que, según ellos, tiene el ser humano. La mayoría confunde lo que en biología llamamos ‘grados de libertad’ con la liberta propiamente dicha.

Todos los animales poseen diferentes grados de libertad, es decir, posibilidades de elegir entre varias opciones. El número de opciones depende del grado de encefalización del animal en cuestión. Nosotros tenemos muchos más grados de libertad que un perro, y éste más que un lagarto, y éste, a su vez, más que una ameba. Pero la posibilidad de escoger entre varias opciones no nos dice por qué elegimos la que elegimos, o, con otras palabras, si esta elección es voluntaria y consciente. En suma, poseer grados de libertad no significa ser libres.

El problema de la libertad es que está íntimamente ligada a la responsabilidad, la culpabilidad, la imputabilidad y el pecado. Este último es la base de las tres religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo. El concepto de culpabilidad es también la base del derecho penal internacional.

Neurociencias y Derecho


Esto explica por qué en Alemania, algunos especialistas en derecho penal están reclamando la revisión del código penal para adecuarlo a los resultados de la neurociencia. Evidentemente no vamos a cambiar los castigos que hay que infligir a aquellos que transgredan las reglas que la propia sociedad se ha impuesto a sí misma. Seguiremos encarcelando a aquéllos que violen esas reglas. Pero lo que sí va a cambiar será la imagen que tenemos tanto de esos criminales como de nosotros mismos.

Que la libertad pueda ser una ficción no nos llama mucho la atención. Hace tiempo que sabemos que los colores no existen en la Naturaleza. En ella encontramos diversas longitudes de onda del espectro luminoso. Estas longitudes de onda inciden sobre fotorreceptores que poseemos en la retina y los impulsos nerviosos, llamados potenciales de acción, que son exactamente iguales que los provenientes del oído o del tacto, llegan a la corteza visual y allí se les atribuye una determinada cualidad, como la de rojo, azul o verde. Los colores, pues, son atribuciones de la corteza cerebral, pero no cualidades que existan en la Naturaleza. Algo que ya sabía Giambattista Vico, filósofo napolitano del siglo XVII, o el propio Descartes.

Para terminar quisiera citar a dos personalidades: un filósofo, Baruch Spinoza que sobre este tema decía: Los hombres se equivocan si se creen libres; su opinión está hecha de la consciencia de sus propias acciones y de la ignorancia de las causas que las determinan.

Y la de un científico, Albert Einstein: “El hombre puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera”. Y también: El hombre se defiende de ser considerado un objeto impotente en el curso del universo, pero, ¿debería la legitimidad de los sucesos, tales como se revela más o menos claramente en la naturaleza inorgánica, cesar su función antes las actividades de nuestro cerebro?.

Un psicólogo alemán, Wolfgang Prinz ha acuñado la frase: No hacemos lo que queremos, sino que queremos lo que hacemos.




F. J. Rubia es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Este texto fue leído por su autor en el encuentro de bloggers de Tendencias21, celebrado en Madrid el pasado 21 de noviembre. F.J. Rubia es el editor del blog Neurociencias de Tendencias21.

Fuente:

Tendencias 21

Si el tema le intereso puede leer también:

El Mito de la Tabula Rasa

Las neurociencias han superado el dualismo cerebro-mente

27 de noviembre de 2008

¡Se adueñan de las tierras! El acaparamiento agrario

Especial: El proceso de acaparamiento agrario por seguridad alimentaria y de negocios en 2008

Perú acaba de firmar un TLC con China en un documento secreto, la opinión pública no tiene acceso al documento, es decir el apra (partido político gobernante en el Perú) se mantinene fiel a su estilo fascista. La prensa peruana, fiel también a su defender los intereses de las clases dominantes, anuncia las grandes bondades del tratado que nos abriría las puertas al mercado más grande del mundo. No obstante es necesario leer el presente informe donde conoceremos parte del plan de expansión de China, país que, necesariamente, tiene que apoderarse de tierras ajenas. En otras palabras nosotros regalaremos nuestros productos agrícolas y tierras al gigante asiático y a cambio seremos inundados de ropa y juguetes de ínfima categoría.

Este especial es magnífico y Conocer Ciencia lo considera una de las mejores notas que se han publicado en la red. Y no sólo se considera el caso chino, el informe presenta un centenar de casos en los cuales las grandes corporaciones y los países desarrollados están desalojando de sus tierras a sus dueños. Ahí lo tienen, vía ALAI:



Las crisis alimentaria y financiera actuales, aunadas, desencadenaron un nuevo ciclo mundial apropiación de tierras. Los gobiernos con “inseguridad alimentaria”, que dependen de las importaciones para alimentar a sus pueblos, se están adueñando rápidamente de tierras agrícolas por todo el mundo en las cuales producir sus propios alimentos fuera del país. Las corporaciones de alimentos y los inversionistas privados, ávidos de ganancias en medio de la profundización de la crisis financiera, ven la inversión en tierras agrícolas extranjeras como una importante fuente nueva de ingresos. El resultado es que las tierras agrícolas fértiles se privatizan y concentran cada vez más. De no poner coto a este proceso, el acaparamiento mundial de tierras podría significar en numerosos lugares del mundo el fin de la agricultura en pequeña escala y del campo como medio de vida y sustento.

El Anexo a este documento es un cuadro con más de 100 casos de apropiación de tierras para la producción de alimentos en el exterior, como se describió en este informe. Está disponible: http://www.grain.org/m/?id=216

Land grab notebook (Cuaderno de apropiaciones de tierra): http://tinyurl.com/landgrab2008


Introducción

La apropiación de tierras es un proceso que ha venido ocurriendo por siglos. Basta con pensar en el “descubrimiento” de América por Colón y en la brutal expulsión de las comunidades indígenas que desencadenó, o en los colonialistas blancos que se adueñaron de los territorios ocupados por los maoríes en Nueva Zelanda y por los zulúes en Sudáfrica. Es un proceso violento muy vivo hoy en día, de China a Perú. No pasa ni un solo día sin que la prensa nos informe de las luchas por la tierra —y empresas mineras como Barrick Gold invaden las montañas de América del Sur, o corporaciones de alimentos como Dole o San Miguel estafan a los campesinos filipinos para quedarse con sus derechos sobre la tierra. En numerosos países los inversionistas privados están comprando grandes extensiones para disponer de ellas como parques naturales o áreas de conservación. Y a dondequiera que uno mire, la nueva industria de los agrocombustibles, promovida como respuesta al cambio climático, parece basarse en expulsar a la gente de su tierra.

No obstante, algo más peculiar está ocurriendo. Las dos grandes crisis globales que estallaron en los últimos 15 meses —la crisis alimentaria mundial y la crisis financiera, más vasta, de la cual la crisis alimentaria es parte — [1] están engendrando una nueva y preocupante tendencia a comprar tierras para la producción dislocada de alimentos. Son dos las agendas paralelas que impulsan a dos tipos diferentes de acaparadores de tierras. Pero aunque sus puntos de partida difieran, sus pasos terminan convergiendo.

El primer tipo de especuladores está vinculado a la seguridad alimentaria. Varios países que dependen de la importación de alimentos y están preocupados por lo competido de los mercados, aún cuando tienen dinero en efectivo para repartir, buscan dislocar su producción interna de alimentos, es decir producirlos fuera del su país adueñándose y controlando tierras agrícolas en otros países. Consideran esto como una innovadora estrategia de largo plazo para alimentar a sus pueblos a buenos precios y con mucha mayor seguridad que hasta ahora. Arabia Saudita, Japón, China, India, Corea, Libia y Egipto están en ese camino. Desde marzo de 2008, funcionarios de alto rango de muchos de esos países han estado activamente en la búsqueda diplomática de tierras fértiles en lugares como Uganda, Brasil, Camboya, Sudán y Pakistán. Dada la continuada crisis de Darfur, donde el Programa Mundial de Alimentos intenta alimentar a 5.6 millones de refugiados, podría parecer disparatado que haya gobiernos extranjeros que estén comprando tierras en Sudán para producir y exportar alimentos a sus propios ciudadanos. Lo mismo ocurre en Camboya, donde 100 mil familias (medio millón de personas), carecen actualmente de alimentos.[2] Y sin embargo eso es lo que está ocurriendo hoy. Convencidos de que las oportunidades agrícolas son limitadas y de que no es posible confiar en el mercado, los gobiernos con “inseguridad alimentaria” están comprando tierras en todos lados para producir sus propios alimentos. Por otro lado, los gobiernos que están siendo “cortejados” para hacer uso de sus tierras agrícolas, generalmente dan la bienvenida a esos ofrecimientos de nuevas inversiones extranjeras.

El segundo grupo de especuladores va por las ganancias financieras. Frente al desplome financiero actual, toda suerte de actores de las finanzas o la industria alimentaria —las casas de inversión que manejan las pensiones de los trabajadores, los fondos de capitales privados que buscan ganancias rápidas, los fondos de cobertura que huyen del mercado ahora derrumbado de los instrumentos derivados, los comerciantes de granos que buscan nuevas estrategias de crecimiento— están recurriendo a la tierra, para producir alimentos, para combustibles, y como nueva fuente de lucro. La tierra misma no es una inversión típica para gran parte de esas empresas transnacionales. De hecho, es tan fácil que la tierra se vea envuelta en conflictos políticos que muchos países ni siquiera permiten que pueda ser propiedad de extranjeros. Y la tierra no se valoriza de la noche a la mañana, como los cerdos cebados o el oro. Para tener rentabilidad los inversionistas necesitan aumentar las capacidades productivas de la tierra —y a veces incluso ensuciarse las manos dirigiendo en los hechos un establecimiento agropecuario. Pero las crisis alimentaria y financiera, juntas, han convertido las tierras agrícolas en un nuevo activo estratégico. En muchos lugares de todo el mundo los precios de los alimentos son altos y los precios de la tierra son bajos. Y la mayoría de las “soluciones” a la crisis alimentaria hablan de extraerle más alimentos a la tierra con que contamos. Así que queda claro que va a ser negocio el tener el control de las mejores tierras, cerca de suministros de agua disponibles, cuanto antes.

Lo que ambos grupos de especuladores tienen en común es que el sector privado tendrá el control. En la búsqueda de la seguridad alimentaria, los gobiernos son los que llevan la delantera a través de una agenda de políticas públicas. En la búsqueda de ganancias financieras, son estrictamente los inversionistas quienes hacen sus negocios como de costumbre. Pero no nos engañemos. Si bien son los funcionarios públicos quienes negocian los contratos de apropiación de tierras destinadas a proporcionar “seguridad alimentaria”, explícitamente se espera que el sector privado se adueñe de la tierra y entregue productos. Así que ambos carriles del acaparamiento señalan en una misma dirección: las empresas privadas extranjeras obtienen nuevas formas de control sobre tierras agrícolas para producir alimentos, no para las comunidades locales sino para otros. ¿Alguien dijo que el colonialismo era una cosa del pasado?

A la búsqueda de la seguridad alimentaria

La apropiación de tierras con miras a la seguridad alimentaria es de lo que la gente ha oído hablar: los periódicos informan que Arabia Saudita y China están comprando tierras por todo el mundo, desde Somalia a Kazajstán. Pero hay muchos más países involucrados. Una mirada más de cerca revela una lista impresionante de países que andan en eso: China, India, Japón, Malasia y Corea del Sur en Asia; Egipto y Libia en África; y Bahréin, Jordán, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos en Medio Oriente. En el anexo se brinda un panorama detallado de quiénes buscan tierra, dónde, con qué fines y por cuánto dinero.

La situación de esos países varía mucho, por supuesto. China es ostensiblemente autosuficiente en alimentos. Pero tiene una población gigantesca, sus tierras agrícolas están desapareciendo ante el avance industrial, sus suministros de agua están sometidos a graves presiones y el Partido Comunista tiene un futuro a largo plazo en que pensar. Con el 40% de los agricultores del mundo pero solamente un 9% de las tierras agrícolas mundiales, no debería causar sorpresa a nadie que la seguridad alimentaria sea uno de los puntos principales de la agenda del gobierno chino. Y con más de 1.8 billones de dólares de reservas en divisas, China cuenta con bastante dinero para invertir en su propia seguridad alimentaria en el extranjero. Como numerosos líderes y activistas campesinos del sudeste asiático saben, Pekín ha estado gradualmente dislocando parte de su producción de alimentos desde bastante antes de que estallara la crisis alimentaria mundial en 2007. A través de la nueva diplomacia geopolítica de China y de la agresiva estrategia gubernamental de inversión en el exterior, en los últimos años se concretaron unos 30 tratados de cooperación agrícola para dar a las empresas chinas acceso a tierras agrícolas de “países amigos” a cambio de tecnologías, capacitación y fondos para infraestructura chinos. Esto ocurre no solamente en Asia sino también en toda África, a través de una serie de proyectos muy diversos y complejos[3]. Desde Kazajstán a Queensland, y de Mozambique a Filipinas, está en marcha un proceso sistemático y conocido en que las compañías chinas arriendan o compran tierra, montan grandes establecimientos agrícolas a los que envían sus agricultores, científicos y extensionistas para trabajar en la producción de cultivos. La mayor parte de la agricultura china en el extranjero (dislocada) está dedicada al cultivo de arroz, frijoles o porotos de soja (soya) y maíz, junto con cultivos para agrocombustibles como la caña de azúcar, la mandioca o el sorgo.[4] El arroz producido en el exterior invariablemente significa arroz híbrido, cultivado a partir de semillas importadas de China, y los agricultores y científicos chinos están enseñando con entusiasmo a los africanos y a otros a cultivar arroz “a la manera china”. Sin embargo, los trabajadores rurales locales contratados para trabajar en los establecimientos agrícolas chinos, en África por ejemplo, a menudo no saben si el arroz es para alimentar a su pueblo o a los chinos. Dada la naturaleza furtiva de una serie de negocios con la tierra, la mayoría de la gente asume que el arroz es para alimentar a los chinos y hay mucho resentimiento en torno a eso.[5]


En esencia, la estrategia china de apropiación de tierras es conservadora: el gobierno está protegiendo con mecanismos financieros sus apuestas de inversión y maximizando sus opciones para suministrar alimentos a su país, a largo plazo. De hecho, la presión de la propia pérdida de tierras agrícolas y suministros de agua en China es tan grande que “China no tiene otra opción” que irse al extranjero, dice un experto de la Academia de Ciencias Agrícolas china.[6] En realidad, el alimento comienza a ocupar un puesto bastante alto, junto con la energía y los minerales, en la estrategia general de inversión externa de China. En la primera mitad de 2008, el Ministerio de Agricultura llegó a trazar una política gubernamental central en materia de producción de alimentos en el extranjero. El proyecto preliminar no es público aún,[7] pero seguramente daría un indicio de cuán lejos, o por cuánto tiempo, el gobierno espera financiar esos tratos de negocios. Mientras tanto hay muchos indicios de que se espera que el sector privado juegue un papel cada vez mayor. Después de discusiones llevadas a cabo en julio, la política quedó suspendida para más tarde, por lo menos por ahora. “Es demasiado pronto” explicó un funcionario del ministerio. “Debemos esperar y ver cómo maduran esas inversiones”.[8]

Los Estados del Golfo Pérsico —Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos— enfrentan una realidad totalmente diferente. Como naciones creadas en el desierto, tienen escasez de suelo y de agua con la cual cultivar alimentos o criar ganado. Pero poseen enormes cantidades de petróleo y dinero, lo que los coloca en una excelente posición para buscar en otros países cómo obtener sus alimentos. La crisis alimentaria actual afectó excepcionalmente fuerte a los Estados del Golfo. En la medida que dependen los alimentos que obtienen del extranjero (especialmente de Europa) y dado que sus divisas tienen paridad con el dólar estadounidense (excepto Kuwait, pero apenas desde el año pasado), el aumento simultáneo de los precios de los alimentos en el mercado mundial y la caída del dólar estadounidense implicó que importaran una gran “inflación extra”. El gasto en importación de alimentos se infló en los últimos cinco años de 8 mil millones de dólares a 20 mil millones. Y como sus poblaciones están constituidas en gran medida por trabajadores inmigrantes escasamente remunerados que construyen las ciudades y atienden los hospitales, es absolutamente necesario para las dinastías políticas del Golfo les proporcionen alimentos a precios razonables[9]. Después de todo, están sentados sobre una diferencia de clases que es una bomba de tiempo, y a la vez esperan mantenerse prósperos de aquí a 20 años arrendando bienes inmobiliarios de máximo nivel.

Cuando la crisis alimentaria estalló y se cortaron los suministros de arroz provenientes de Asia, los dirigentes del Golfo hicieron veloces cálculos y llegaron a conclusiones difíciles. Los sauditas decidieron que, dada la escasez inminente de agua, tendría sentido dejar de producir trigo, su principal producto alimentario, para el año 2016 y en cambio cultivarlo en otros lugares y traerlo, siempre y cuando todo el proceso estuviera firmemente bajo su propio control. En los Emiratos Árabes Unidos, donde 80% de su población son trabajadores inmigrantes en su gran mayoría consumidores de arroz de Asia, hubo pánico. Bajo la égida del Consejo de Cooperación del Golfo (ccg), se unieron con Bahréin y los otros países del Golfo para formular una estrategia colectiva de producción de alimentos en el exterior. Su idea es asegurar arreglos comerciales, especialmente en países islámicos hermanos, por los cuales ellos proporcionarán capital y contratos petroleros a cambio de la garantía de que sus corporaciones tendrán acceso a tierras agrícolas y podrán exportar el producto de regreso a su país. Los estados preferidos por esta estrategia son, de lejos, Sudán y Pakistán, seguidos de varios países del sudeste asiático (Birmania, Camboya, Indonesia, Laos, Filipinas, Tailandia y Vietnam), Turquía, Kazajstán, Uganda, Ucrania, Georgia, Brasil ... y la lista continúa.


No habría que subestimar la gravedad de la decisión de los Estados del Golfo. Entre marzo y agosto de 2008 algunos países del ccg, en carácter individual o con consorcios industriales, arrendaron por contrato millones de hectáreas de tierras agrícolas y se espera que las cosechas empiecen en 2009. Dirigentes del ccg planean celebrar importantes reuniones en octubre de 2008 y enero de 2009, donde culminarán el diseño de las políticas oficiales al respecto. Si bien los componentes visibles de la estrategia del Golfo no son materia de controversia en sí mismos (ver Cuadro 1), organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida mundialmente como fao, por sus siglas en inglés) han considerado necesario involucrarse directamente en el manejo de las relaciones públicas en torno al tema. “No tengo problema alguno con que los árabes hagan la inversión”, exclamó Jacques Diouf, director de la fao, pero la tierra, dice, es un tema político que resulta una “papa caliente”. Así, mantiene a varios funcionarios de la fao instalados en el Golfo para evitar “escándalos no intencionales” que resulten de las maniobras de los Estados del Golfo.[10]

Cuadro 1: Características de la estrategia de los Estados del Golfo para adueñarse de tierras

* Los gobiernos preparan el terreno (organizan los acuerdos, elaboran arreglos específicos de políticas bilaterales, por ejemplo logran la exención específica de las restricciones para la exportación de alimentos o abren embajadas donde se realizarán los contratos) pero esperan, cuando no ordenan, que las empresas privadas asuman los proyectos en el largo plazo.

* Respaldan las tradiciones islámicas de ayudar a los pobres y compartir con los que tienen menos, lo que se traduce en un compromiso de dar parte de los alimentos a las comunidades del país donde se producen o al mercado interno, los bancos basados en la Sharia (ley musulmana) están dispuestos a administrar los fondos localmente, o se suavizan los proyectos con transferencia de tecnología, puestos de trabajo y capacitación, etcétera.

* Impulsan un enfoque de verdadero largo plazo.

* Enfatizan un fuerte apego retórico a los resultados en los que todos salgan ganando.

* Proponen un canje subyacente de alimentos por energía en la medida que numerosos proyectos implican, a cambio, contratos de suministro de petróleo y gas.


Si bien China y los estados del Golfo son los mayores actores, otros países también se están moviendo agresivamente para encontrar tierras agrícolas en el extranjero, con un nuevo ímpetu a partir de este año. Japón y Corea del Sur, por ejemplo, son dos países ricos cuyos gobiernos han optado por depender de las importaciones en lugar de buscar la autosuficiencia para alimentar a su pueblo. Ambos reciben alrededor de 60% de sus alimentos del extranjero. (En el caso de Corea, es más de 90% si se excluye el arroz). A principios de 2008, el gobierno coreano anunció que estaba formulando un plan nacional para facilitar las adquisiciones de tierra en el extranjero para la producción coreana de alimentos, designando al sector privado como el actor principal. En efecto, las empresas coreanas del rubro de la alimentación ya están comprando tierras en Mongolia y Rusia oriental para producir alimentos que serán exportados a su país. El gobierno, mientras tanto, explora por sí mismo varias opciones en Sudán, Argentina y Asia sudoriental. Japón, por otro lado, parece basarse enteramente en el sector privado para organizar importaciones de alimentos (ver abajo) mientras que el gobierno hace malabarismos con el marco político a través de acuerdos de libre comercio, tratados bilaterales de inversión y pactos de cooperación para el desarrollo. No tiene un papel pasivo. Los sucesivos gobiernos japoneses han resistido todo tipo de presiones para reestructurar la agricultura japonesa, donde reinan las fincas agrícolas familiares y las corporaciones no están autorizadas a ser dueñas de la tierra. Ahora que las empresas japonesas están comprando tierras en lugares como China y Brasil, la presión puede hacerse sentir aún más.

Lea el artículo completo en:

ALAI

26 de noviembre de 2008

2030: El hombre necesitará dos planetas para mantener su estilo de vida

Para 2030 el hombre necesitará dos planetas si mantiene el gasto de recursos naturales

Según la organización WWF, en apenas 25 años el planeta ha perdido casi un tercio de su riqueza biológica.





La Tierra ha perdido en poco más de un cuarto de siglo casi la tercera parte de su riqueza biológica y recursos, y al ritmo actual la Humanidad necesitará dos planetas en 2030 para mantener su estilo de vida, ha adevertido el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).

Y es que la demanda de la Humanidad excede en cerca de un 30% la capacidad regeneradora de la Tierra, señaló el Informe Planeta Vivo 2008, que difunde esta organización ecologista cada dos años acerca de la situación ambiental de los ecosistemas del planeta.

"El mundo está luchando actualmente con las consecuencias de haber sobrevalorado sus activos financieros. Pero una crisis mucho más grave sigue adelante: un desastre ecológico causado por infravalorar nuestros recursos medioambientales, que son la base de toda vida y prosperidad", señaló el director general de WWF, James Leape, al comentar el informe.

Deudores ecológicos

El estudio muestra que más de las tres cuartas partes de la población mundial vive actualmente en países que son "deudores ecológicos", pues el consumo nacional ha superado a su capacidad biológica de regeneración.

"La mayoría de nosotros seguimos alimentando nuestro estilo de vida y nuestro crecimiento económico extrayendo cada vez más el capital ecológico de otras partes del mundo", señaló Leape.

"Si las demandas en nuestro planeta siguen creciendo al mismo ritmo, para mediados de los años 30 necesitaremos el equivalente a dos planetas para mantener nuestro estilo de vida", agregó.

El informe, que se elabora cada dos años desde 1998, señala que el Índice Planeta Vivo (IPV) ha descendido casi un 30% desde 1970, es decir, que se han reducido en esa proporción unas 5.000 poblaciones naturales de unas 1.686 especies, una tasa superior a la del 25% del informe de 2006.

Estas pérdidas se deben, en primer lugar a la deforestación y la reconversión de tierras en los trópicos (un 50% de descenso), pero también a factores como la polución, la sobrepesca y el impacto de diques y del cambio climático.

Huella ecológica

"Estamos actuando ecológicamente como lo han hecho las instituciones financieras económicamente, buscando la gratificación inmediata sin mirar las consecuencias", lamentó el codirector de la Sociedad Zoológica de Londres, Jonathan Loh, una de las instituciones que ha contribuido al informe.

Según el estudio, que ha medido la "huella ecológica de la humanidad", o el deterioro que las actividades humanas producen en los sistemas naturales, éstas han utilizado una media de 2,7 hectáreas globales por persona, mientras que la biocapacidad de los sistemas -o su capacidad de absorber el impacto- sólo llega a 2,1 hectáreas de media por persona.

Estados Unidos y China cuentan con las mayores huellas ecológicas nacionales, cada una un 21 por ciento de la biocapacidad global, pero ambos países "consumen" una parte mucho mayor de los recursos.

Así, cada ciudadano de EEUU requiere una media de 9,4 hectáreas globales, mientras que los chinos usan una media de 2,1 hectáreas.

Ocho naciones -EEUU, Brasil, Rusia, China, India, Canadá, Argentina y Australia- contienen más de la mitad de la biocapacidad global.

Pero tres de ellos -EEUU, China e India- debido a sus poblaciones y a sus hábitos de consumo son "deudores ecológicos", con huellas ecológicas superiores a sus capacidades, pues la exceden, respectivamente, 1,8 veces, 2,3 veces, y 2,2 veces.

Estos datos contrastan con un país como Congo, con una biocapacidad de casi 14 hectáreas globales por persona y que sólo utiliza 0,5 por persona, pero que afronta un futuro de degradación medioambiental por la deforestación y las crecientes demandas de una población en aumento y presiones exportadoras.

Fuente:

Cadena Ser

Descargue el informe Planeta Vivo (PDF)

25 de noviembre de 2008

2030: Viviremos 130 años y con conexión cerebral a Internet

2030: Viviremos 130 años y con conexión cerebral a Internet

EFE. 24.11.2008 - 10:51h

* Según el último libro del escritor Ray Hammond.
* En 2030 mil millones de personas más de 65 años de edad.




El escritor Ray Hammond, del Instituto para el Futuro de la Humanidad dela Universidad de Oxford y uno de los futurólogos más respetados del planeta, presentó la semana pasada en Madrid su última obra, El mundo en 2030, en el que explica que en poco más de veinte años los ciudadanos europeos llegarán a vivir 130 años gracias a los avances tecnológicos, estarán rodeados de robots de plástico y continuamente conectados a internet por medio de conexiones neuronales.

El libro, encargado por PlasticsEurope (asociación europea de fabricantes de plásticos) y editado por Yago Ediciones, asegura que el uso de los materiales plásticos es fundamental para afrontar los desafíos del futuro, entre ellos el cambio climático o la crisis energética, y que, en los próximos veinte años, el mundo experimentará un desarrollo equivalente a un siglo de progreso.

Hammond explica que uno de los "los principales motores para el futuro" será la población. Según afirma, en 2030 mil millones de personas tendrán como mínimo 65 años de edad. Un envejecimiento que ya está empezando a afrontarse en algunas sociedades, como Japón, donde están desarrollando robots elaborados con materiales plásticos avanzados que cuidarán de los ancianos, según el autor.

Hammond, que se define como optimista y presenta como futurista, ha hablado de la "crisis climática" y se ha congratulado de que ahora "tengamos un liderazgo", en referencia a Barack Obama, quien "ya ha mostrado su intención de incluir entre sus prioridades" esta lucha.

El autor de 'El Mundo en 2030', Ray Hammond.


Este escritor ha recalcado el papel de los plásticos y, como ejemplo, ha relatado que si la mitad de los edificios estuvieran aislados utilizando los plásticos elaborados con los estándares más altos, la UE podría reducir en un 35 por ciento las emisiones de CO2 en éstos, lo que equivaldría a 340 millones de toneladas (esto sobrepasaría los objetivos de Kyoto).

En este sentido, Hammond ha afirmado que si en los aviones incluyeran plásticos, su peso se reduciría en un 30 por ciento y el consumo disminuiría, y en los barcos ocurriría lo mismo, ya que el 60 por ciento de los bienes que viajan en ellos lo hacen en contenedores de acero, que si fueran de plástico ocurriría lo mismo.

"El petróleo nunca se gastará"

La crisis energética es otro de los temas a los que ha hecho mención. Durante la presentación de su libro en Madrid, Hammond aseguró que en 2045 "vamos a necesitar un cien por cien más de cualquier energía" y "el petróleo nunca se gastará". Hammond sostiene que "es probable que el clima registre unos fenómenos meteorológicos extremos en 2030, y la solución será el empleo de fuentes de energía limpia y natural".

La medicina, según este visionario, experimentará una auténtica revolución, ya que el mapa de ADN personal, los grandes avances en terapia genética y las investigaciones sobre células madre impedirán la aparición de enfermedades y harán que aumente la esperanza de vida.

Además, habrá etiquetas inalámbricas como método de identificación para las personas, con lo que se podrá transmitir "constantemente nuestro emplazamiento", y cuando "caigamos enfermos, podremos solicitar automáticamente un equipo de ayuda".

Internet, según Hammond, se convertirá en una "web súper combinada", siempre activa y con todo conectado: "personas, animales domésticos y miles de objetos inanimados se van a comunicar inalámbrica y permanentemente, además de ofrecer experiencias holográficas en 3D, simulaciones táctiles, olores y gustos".

Fuentes:

20 minutos - España

El Mundo - España

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24 de noviembre de 2008

La roca que convierte el CO2 en cuarzo

La roca que convierte el CO2 en cuarzo

La peridotita de Omán bastaría para absorber la octava parte de las emisiones totales.


JAVIER SAMPEDRO - Madrid - 24/11/2008

La peridotita, una roca abundante en el desierto de Omán, reacciona ávidamente con el CO2 para formar caliza o mármol. La posibilidad de transportarla hasta las factorías energéticas para absorber sus emisiones se ha descartado por su alto coste, pero ahora se abre camino la idea contraria: llevar el CO2 hasta la roca y bombearlo a su interior. La peridotita de Omán, según los últimos cálculos, puede absorber 4.000 de los 30.000 millones anuales de toneladas de dióxido de carbono que producimos, más o menos la octava parte de lo que emiten en el mismo periodo las industrias y medios de transporte de todo el mundo.



La peridotita es la roca mayoritaria del manto, la capa que subyace a la corteza terrestre a profundidades mayores de 20 kilómetros. Pero los movimientos tectónicos han hecho aflorar tramos de manto -con unos cinco kilómetros de largo- en algunos lugares de la superficie terrestre, como el desierto de Omán, Papúa Nueva Guinea, Nueva Caledonia y las costas de Grecia y la antigua Yugoslavia.

Los cálculos de Peter Kelemen y Juerg Matter, de la Universidad de Columbia en Nueva York, no son producto de una revolucionaria tecnología de teledetección, sino de un lustro de anticuada geología de campo en el desierto de Omán. Kelemen y Matter han descubierto que la reacción de la peridotita con el CO2 ocurre continuamente de forma natural en el subsuelo. Y que unos simples métodos de taladro en la roca e inyección del gas pueden acelerarla un millón de veces y convertirla en un método barato y permanente para almacenar CO2 atmosférico.

Una de las ventajas del proceso de inyección, afirman los científicos, es que estaría en gran parte autoalimentado. Habría que gastar energía en meter el gas a presión en el agua, y en calentar ese fluido para inyectarlo por primera vez en la roca. Pero una vez arrancado, el ciclo se mantiene por dos fuentes internas de calor: el geotérmico (del subsuelo) y el derivado de la reacción de la peridotita con el CO2.

La técnica evita el traslado de la piedra hasta el gas, pero no el del gas hasta la piedra. Pero el gas no viajará mucho de momento: la primera industria emisora de CO2 que se ha mostrado interesada en un proyecto piloto con la peridotita de Omán es Petroleum Development Oman, la compañía petrolera estatal de ese país.

"Nuestra previsión es que las pruebas de campo usen CO2 de nuevas plantas energéticas en Omán", dice Kelemen a EL PAÍS. "Esto puede extenderse después; los omaníes planean incrementar mucho su producción de electricidad, y otros países árabes pueden ir detrás, porque prefieren exportar electricidad que gas natural".

¿Es entonces la peridotita una solución local? "Para Europa", responde Kelemen, "hay la opción de mandar el dióxido de carbono por tuberías hasta los grandes depósitos de peridotita de los Balcanes. Los otros grandes yacimientos existentes en superficie, que están en Papúa Nueva Guinea y Nueva Caledonia, serían inaccesibles para los países occidentales, pero hay depósitos menores en el oeste de Estados Unidos, el norte de África, Rusia y también en su país, España".

El otro autor del trabajo, Juerg Matter, añade: "La manera más inmediata de aplicar la técnica es capturar el dióxido de carbono en las factorías energéticas por métodos convencionales, y luego transportarlo a peridotitas cercanas por tuberías de corta distancia". Nuevamente, ¿el método se revelaría útil sólo para aplicaciones locales?

"Hay otras posibilidades", responde Matter. "El depósito de peridotita que hemos estudiado se extiende por debajo del fondo oceánico en el golfo de Omán. Taladrando agujeros de suficiente profundidad, podrían inyectarse cantidades masivas de agua marina en la roca".

Puesto que el agua del mar intercambia continuamente dióxido de carbono con la atmósfera (la concentración de CO2 está en equilibrio entre el aire y el agua, en la jerga), el resultado final de esta operación sería la retirada de dióxido de carbono de la atmósfera. Matter prosigue: "El fluido inyectado se calentaría gracias al gradiente geotérmico

[el hecho de que las profundidades del subsuelo estén más calientes que la superficie, o que el mar]

y el dióxido de carbono disuelto en el agua se iría convirtiendo en minerales de carbonato tras su reacción con la peridotita. El ciclo se autoalimentaría por convección térmica

[el agua caliente es menos densa y busca subir a la superficie], lo que haría innecesario gastar energía en bombear el agua entre el agujero de entrada y el de salida".

"Una de las principales fuentes de CO2 en Omán son las plantas de producción de electricidad alimentadas por gas natural", sigue explicando el científico de Nueva York. "El dióxido de carbono puede capturarse allí con tecnologías existentes (membranas, amine scrubbing)".

"Es una suerte que tengamos este tipo de rocas en la región del Golfo", dice Matter. "Gran parte del petróleo mundial se produce allí, y Omán está construyendo nuevas plantas eléctricas alimentadas por gas natural, que se convertirán en grandes fuentes de dióxido de carbono".

La peridotita no es la única roca que absorbe dióxido de carbono. Matter coordina otro proyecto en la planta geotérmica de Hellisheidi, en Islandia, para probar la utilidad del basalto local con ese mismo fin. Los ensayos empezarán la próxima primavera en colaboración con Reykjavik Energy y las universidades de Islandia y Toulouse.

Lea también:

Un sumidero global

Fuentes:

El País - España

21 de noviembre de 2008

E = mc2, corroborada por vez primera

E=mc2, la fórmula de Albert Einstein fue corroborada por primera vez

La fórmula física más famosa del mundo (E = mc2) fue corroborada. Este resultado pudo obtenerse gracias al uso de algunas de las más potentes supercomputadoras del mundo.



Un estudio publicado en la revista estadounidense
Science corrobora por primera vez la fórmula de Albert Einstein.En el experimento se anotó que la masa de potrón, una partícula cargada de electricidad positiva proviene en un 95% de la energía de los quarks y de los gluones, por lo que se llegó a la conclusión de que una masa proviene de una energía.

La masa de los gluones es nula y "contrariamente a lo que se podría pensar, la masa de los quarks que componen un protón sólo representa un 5% de la masa de este último". Según se comprobó, el 95% restante resulta de la energía originada por los movimientos de los quark y los gluones, así como sus interacciones.

"Hasta hoy una hipótesis, el resultado queda por primera vez corroborado", señalan los expertos. Esta investigación realizada por el Centro de Física de Marsella - CNRS (sur de Francia) pudo realizarse gracias al uso de algunas de las más potentes supercomputadoras del mundo, como
Blue Gene.



De esta manera, el grupo de investigadores en cuestión llegó a la misma conclusión que Einstein expresa en 1905 en su célebre Teoría de la Relatividad: una masa proviene de energía. "Hasta hoy una hipótesis, el resultado queda por primera vez corroborado", continúa diciendo el CNRS. Al igual que los neutrones, los protones son partículas que se encuentran en los núcleos de los átomos, a su vez constituidas por pequeñas subestructuras fundamentales llamadas
quarks y gluones. La masa de los gluones es nula y "contrariamente a lo que se podría pensar, la masa de los quarks que componen un protón sólo representa un 5% de la masa de este último", explica el CNRS. El 95% restante, según probó el equipo de físicos alemanes, franceses y húngaros, "resulta de la energía originada por los movimientos de los quarks y los gluones, así como de sus interacciones".

(Con información tomada de AFP)

Fuente:

Diario El Comercio

Univision

Perfil.com
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