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24 de noviembre de 2008

La roca que convierte el CO2 en cuarzo

La roca que convierte el CO2 en cuarzo

La peridotita de Omán bastaría para absorber la octava parte de las emisiones totales.


JAVIER SAMPEDRO - Madrid - 24/11/2008

La peridotita, una roca abundante en el desierto de Omán, reacciona ávidamente con el CO2 para formar caliza o mármol. La posibilidad de transportarla hasta las factorías energéticas para absorber sus emisiones se ha descartado por su alto coste, pero ahora se abre camino la idea contraria: llevar el CO2 hasta la roca y bombearlo a su interior. La peridotita de Omán, según los últimos cálculos, puede absorber 4.000 de los 30.000 millones anuales de toneladas de dióxido de carbono que producimos, más o menos la octava parte de lo que emiten en el mismo periodo las industrias y medios de transporte de todo el mundo.



La peridotita es la roca mayoritaria del manto, la capa que subyace a la corteza terrestre a profundidades mayores de 20 kilómetros. Pero los movimientos tectónicos han hecho aflorar tramos de manto -con unos cinco kilómetros de largo- en algunos lugares de la superficie terrestre, como el desierto de Omán, Papúa Nueva Guinea, Nueva Caledonia y las costas de Grecia y la antigua Yugoslavia.

Los cálculos de Peter Kelemen y Juerg Matter, de la Universidad de Columbia en Nueva York, no son producto de una revolucionaria tecnología de teledetección, sino de un lustro de anticuada geología de campo en el desierto de Omán. Kelemen y Matter han descubierto que la reacción de la peridotita con el CO2 ocurre continuamente de forma natural en el subsuelo. Y que unos simples métodos de taladro en la roca e inyección del gas pueden acelerarla un millón de veces y convertirla en un método barato y permanente para almacenar CO2 atmosférico.

Una de las ventajas del proceso de inyección, afirman los científicos, es que estaría en gran parte autoalimentado. Habría que gastar energía en meter el gas a presión en el agua, y en calentar ese fluido para inyectarlo por primera vez en la roca. Pero una vez arrancado, el ciclo se mantiene por dos fuentes internas de calor: el geotérmico (del subsuelo) y el derivado de la reacción de la peridotita con el CO2.

La técnica evita el traslado de la piedra hasta el gas, pero no el del gas hasta la piedra. Pero el gas no viajará mucho de momento: la primera industria emisora de CO2 que se ha mostrado interesada en un proyecto piloto con la peridotita de Omán es Petroleum Development Oman, la compañía petrolera estatal de ese país.

"Nuestra previsión es que las pruebas de campo usen CO2 de nuevas plantas energéticas en Omán", dice Kelemen a EL PAÍS. "Esto puede extenderse después; los omaníes planean incrementar mucho su producción de electricidad, y otros países árabes pueden ir detrás, porque prefieren exportar electricidad que gas natural".

¿Es entonces la peridotita una solución local? "Para Europa", responde Kelemen, "hay la opción de mandar el dióxido de carbono por tuberías hasta los grandes depósitos de peridotita de los Balcanes. Los otros grandes yacimientos existentes en superficie, que están en Papúa Nueva Guinea y Nueva Caledonia, serían inaccesibles para los países occidentales, pero hay depósitos menores en el oeste de Estados Unidos, el norte de África, Rusia y también en su país, España".

El otro autor del trabajo, Juerg Matter, añade: "La manera más inmediata de aplicar la técnica es capturar el dióxido de carbono en las factorías energéticas por métodos convencionales, y luego transportarlo a peridotitas cercanas por tuberías de corta distancia". Nuevamente, ¿el método se revelaría útil sólo para aplicaciones locales?

"Hay otras posibilidades", responde Matter. "El depósito de peridotita que hemos estudiado se extiende por debajo del fondo oceánico en el golfo de Omán. Taladrando agujeros de suficiente profundidad, podrían inyectarse cantidades masivas de agua marina en la roca".

Puesto que el agua del mar intercambia continuamente dióxido de carbono con la atmósfera (la concentración de CO2 está en equilibrio entre el aire y el agua, en la jerga), el resultado final de esta operación sería la retirada de dióxido de carbono de la atmósfera. Matter prosigue: "El fluido inyectado se calentaría gracias al gradiente geotérmico

[el hecho de que las profundidades del subsuelo estén más calientes que la superficie, o que el mar]

y el dióxido de carbono disuelto en el agua se iría convirtiendo en minerales de carbonato tras su reacción con la peridotita. El ciclo se autoalimentaría por convección térmica

[el agua caliente es menos densa y busca subir a la superficie], lo que haría innecesario gastar energía en bombear el agua entre el agujero de entrada y el de salida".

"Una de las principales fuentes de CO2 en Omán son las plantas de producción de electricidad alimentadas por gas natural", sigue explicando el científico de Nueva York. "El dióxido de carbono puede capturarse allí con tecnologías existentes (membranas, amine scrubbing)".

"Es una suerte que tengamos este tipo de rocas en la región del Golfo", dice Matter. "Gran parte del petróleo mundial se produce allí, y Omán está construyendo nuevas plantas eléctricas alimentadas por gas natural, que se convertirán en grandes fuentes de dióxido de carbono".

La peridotita no es la única roca que absorbe dióxido de carbono. Matter coordina otro proyecto en la planta geotérmica de Hellisheidi, en Islandia, para probar la utilidad del basalto local con ese mismo fin. Los ensayos empezarán la próxima primavera en colaboración con Reykjavik Energy y las universidades de Islandia y Toulouse.

Lea también:

Un sumidero global

Fuentes:

El País - España

28 de febrero de 2008

Las pandemias vienen, y vendrán, de los trópicos.

La próximas y casi inevitables apariciones de nuevas enfermedades infecciosas se producirán debido a la presión ecológica que el ser humano ejerce ahora sobre el medio natural y procederán de países tropicales.

Foto
Personas con SIDA en el mundo. Foto: Wikimedia.

Un grupo de científicos demuestra que, efectivamente, enfermedades como el SIDA, el SARS, el virus de Nilo o el ébola están aumentando. Mediante el análisis de 335 incidentes de enfermedades infecciosas surgidas desde los años cuarenta del pasado siglo hasta la actualidad, el estudio determina que las enfermedades procedentes de animales son el factor más importante en la aparición de nuevas enfermedades infecciosas humanas. Casi todas ellas proceden además de regiones tropicales. El desarrollo de la resistencia a los antibióticos es otro culpable, como demuestra el caso de la aparición de cepas de tuberculosis muy resistentes.

El equipo de investigadores que incluye a John Gittleman de Columbia University publicó recientemente sus hallazgos en Nature.

Encontraron, por ejemplo, que surgieron más nuevas enfermedades infecciosas en los ochenta que en ninguna otra década. Pero para intentar prevenir pandemias futuras el equipo de investigadores elaboró un modelo computacional que quizás ayude a diseñar un mapa global de aparición de focos de enfermedades.

Según Gittleman su estudio muestra que gracias a la unión de los conceptos de Ecología y Medicina se puede hacer avanzar este campo de estudio de una manera dramática.
En el pasado se empleó mucho esfuerzo en tratar de explicar los aparentemente aleatorios patrones de difusión de enfermedades infecciosas sin demasiado éxito. Estos investigadores, por el contrario, dicen poder predecir qué ocurrirá en el futuro. Según ellos las nuevas enfermedades surgirán en los trópicos, regiones que están ahora sometidas a una presión humana en aumento. Las especies que los pueblan sufren la interacción con los humanos, dando oportunidad a la transmisión de nuevas enfermedades a éstos últimos.

Según Kate Jones, del Institute of Zoology, la aparición de focos de enfermedades se da más en áreas ricas en vida salvaje, por lo que proteger esas regiones del desarrollo humano evitaría futuras pandemias.

La aparición de nuevas enfermedades infecciosas causa efectos devastadores internacionalmente, con millones de personas infectadas y enormes sumas de dinero gastadas. Algunas de ellas han terminado siendo una pandemia (como el SIDA), propagándose de un continente a otro y causando muchas muertes humanas y daños a las economías.

Pero conocer dónde se dará el próximo brote y saber la razón no alivia el asunto. El problema según Peter Daszak, del Consortium for Conservation Medicine, es que casi todos los recursos están concentrados en los países ricos, que pueden financiar un seguimiento y vigilancia de este tipo de sucesos en sus ubicaciones, y no se hace un seguimiento inteligente que debería de estar enfocado en los países pobres. Añade que si seguimos ignorando esto la población humana en su conjunto estará en riesgo de padecer nuevas pandemias.

Alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas surgen cuando los microorganismos pasan de animales a humanos y la mayoría de estas enfermedades proceden de animales silvestres. Los brotes aparecen en el África subsahariana, en India o en China y finalmente terminan apareciendo pequeños brotes en Europa y América que pueden terminar propagando la enfermedad.

Marc Levy, coautor del estudio, afirma que la población humana está aumentando y toleramos que la vida silvestre se desarrolle en áreas cada vez más pequeñas. Cuando se produce un cruce de estos dos factores tenemos las receta para que se produzcan problemas de este tipo. Los humanos terminan cazando en determinadas regiones, entran en contacto con animales salvajes, generalmente mamíferos, y se contagian de enfermedades para las que evolutivamente no han desarrollado defensas. Estos contagios suelen ser letales.

Cuanto más ecológicamente rica es una región más susceptible es de contener animales con enfermedades de este tipo. Al parecer lo mejor es conservar estas regiones sin alterar y sin injerencias humanas para así evitar contagios.

Por otro lado alrededor del 20% de las nuevas enfermedades infecciosas emergentes se deben a la aparición de nuevas variedades de patógenos que se corresponden a gérmenes ya conocidos (como la tuberculosis), pero mucho más resistentes. El abuso de los antibióticos parece estar detrás de este fenómeno y también el uso de procesos industriales en los que se usan grandes cantidades de material susceptibles de ser caldo de cultivo de microorganismos y que posteriormente se liberan al medio.

Aunque el caldo de cultivo más importante y abundante que hay en este planeta consiste precisamente en humanos, siendo a la vez plaga. El tiempo dirá si somos capaces de sobrevivir.

Fuentes y referencias:
University of Georgia.
Global trends in emerging infectious diseases (resumen).
Podcast sobre el tema en NPR (mp3 en inglés).



Fuente:

NeoFronteras
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