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25 de septiembre de 2012

Denuncian graves fallos en el caso del vertido de tóxicos en Costa de Marfil

Una investigación de tres años realizada por las organizaciones Amnistía Internacional y Greenpeace puso de relieve el fracaso de los gobiernos occidentales para evitar el vertido de desperdicios tóxicos en Costa de Marfil en 2006.

Trafigura, empresa de transporte radicada en Holanda y con oficinas en Londres (Reino Unido) y otros países, pagó a una compañía marfileña que estaba recién formada para que vertiera los desperdicios alrededor del puerto de Abidján, capital del país africano.

Al menos 100.000 personas tuvieron que acudir al hospital para recibir tratamiento médico a causa de los componentes tóxicos.

Los activistas de ambas organizaciones argumentan que las autoridades británicas y holandesas no fueron capaces de evitar el vertido ni de hacer que la empresa Trafigura asumiera su responsabilidad.

Por su parte, la compañía rechaza haber actuado incorrectamente, asegura que el informe contiene imprecisiones significativas e interpretaciones erróneas, y considera que simplifica las cuestiones legales.

Fuente:

BBC Ciencia

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Amnistía Internacional y Greenpeace íden investigar el caso de Costa de Marfil

23 de agosto de 2012

Qué cambiará realmente con la condena por el uso de agroquímicos en Argentina

Soya

Se trata del primer juicio realizado en América Latina por el uso de agroquímicos.

En un fallo considerado histórico una corte en Argentina condenó a dos hombres por fumigar de forma indebida con insecticidas y pesticidas en un campo cercano a un poblado.

Se trata del primer juicio realizado en América Latina por el uso de agroquímicos, sustancias ampliamente utilizadas en países agroexportadores como Argentina, uno de los principales productores de soja del mundo. 

Para las organizaciones ecologistas, que consideran que los agroquímicos dañan la salud, este fallo podría ser un primer paso para que comience a limitarse el uso de sustancias como el glifosato, el herbicida más utilizado en la región.

Sin embargo, algunos expertos legales advierten que esta causa no reducirá el uso de estos químicos, ya que los hombres juzgados no fueron condenados por usar agroquímicos (sustancias permitidas por ley) sino por violar los límites establecidos para su uso.

Francisco Parra, un productor agrario, y Edgardo Pancello, un piloto de avioneta, fueron sentenciados a tres años de prisión condicional por no haber respetado la franja de resguardo al fumigar sobre un campo contiguo al poblado de Ituzaingó Anexo, un barrio en la céntrica provincia de Córdoba.

Un tercer hombre resultó absuelto por falta de pruebas. El tribunal informó que dará a conocer los fundamentos de su resolución el 4 de septiembre.

No obstante, algunos medios argentinos interpretaron que con su fallo la justicia cordobesa estaba dando por comprobado que existe un vínculo entre el uso de agroquímicos y la inusual cantidad de enfermos que hay en Ituzaingó Anexo.

clic Vea también: Historias de muerte y malformación

Durante una visita a ese poblado de 5.000 habitantes los vecinos dijeron a BBC Mundo que desde que comenzaron las fumigaciones hace doce años 82 personas murieron de cáncer y otras 143 padecen la enfermedad.

También muchas mujeres han sufrido abortos y análisis de sangre realizados a 140 niños mostraron que el 80% de ellos tenía rastros de agrotóxicos.

Precedente

Para Alejandro Pérez Moreno, abogado de Pancello, la condena de este martes no demuestra un vínculo entre el uso de agroquímicos y estas enfermedades.

“Para declarar la culpabilidad los jueces sólo tenían que determinar que existía un peligro potencial, por lo cual es erróneo interpretar que este fallo acepta que los agroquímicos causaron estas enfermedades”, dijo a BBC Mundo.

La potencial conexión entre agroquímicos y problemas de salud podría ser establecida en un caso paralelo, considerado la “causa madre” del debate sobre el uso de estas sustancias.
"Para declarar la culpabilidad los jueces sólo tenían que determinar que existía un peligro potencial, por lo cual es erróneo interpretar que este fallo acepta que los agroquímicos causaron estas enfermedades"
Alejandro Pérez Moreno, abogado de Edgardo Pancello.
En ese proceso, entablado por los mismos fiscales de esta causa contra los mismos imputados, se busca probar que efectivamente los agroquímicos que arrojaron en Ituzaingó Anexo dañaron la salud de esa población.

Carlos Matheu, el fiscal que impulsa la causa, dijo a BBC Mundo que en septiembre comenzarán las pericias para determinar estos vínculos causales.

Si la Justicia determina que hay evidencia suficiente el caso podría llegar a las cortes en 2013.

Para Matheu, la condena de este martes le da un impulso fuerte a ese proceso. Sin embargo Pérez Moreno consideró que ese fallo sólo se refirió a un asunto de límites y no a la cuestión de fondo.

“Este es un fallo aislado que no cambiará nada porque la ley permite el uso de agroquímicos así que para que se limite su uso tendrán que cambiar la ley”, sostuvo.

El abogado también dijo que apelará la sentencia de la Cámara del Crimen, por lo que ese fallo tampoco es firme aún.

Delito

¿Cambia algo entonces a partir de este fallo?

Según el fiscal Matheu, si bien esta resolución no prueba que los agroquímicos causan daños a la salud, sí sienta un precedente que cambiará la forma en que se usan estas sustancias en Argentina.


Carlos Matheu, el fiscal que impulsa la causa, dijo a BBC Mundo que en septiembre comenzarán las pericias para determinar estos vínculos causales.

“Esta es la primera vez en el continente americano que un tribunal considera que arrojar agroquímicos violando las franjas de resguardo es un delito. Antes a esta violación se la consideraba simplemente una falta administrativa. Ahora se puede ir a la cárcel por este motivo”, explicó.

Para el letrado, esta nueva tipificación hará que los productores agrarios tengan que restringir fuertemente el uso actual que hacen de sustancias como el glifosato.

“Ahora los productores fumigan sin demasiado cuidado y no toman en consideración factores como el viento, que puede diseminar los químicos por poblados cercanos. A partir de este fallo tendrán que tener recaudos mucho mayores”, advirtió.

Según Matheu, en Argentina unas 12 millones de personas viven en zonas donde se fumiga con agroquímicos. Y sólo en 2011 se arrojaron 300 millones de litros de estos productos.

BBC Mundo intentó conocer la opinión de las asociaciones rurales sobre las repercusiones que pueda tener este fallo pero hasta ahora ninguna se ha pronunciado sobre el tema.

Sin embargo, el diputado de la provincia de Buenos Aires Jorge Srodek, un productor de soja que integra la comisión de Asuntos Agrarios del Congreso provincial, dijo a este medio que este caso será un “llamado de atención” sobre el uso apropiado de los agroquímicos.

“El glifosato es una sustancia imprescindible para la producción de soja pero considero que hay que ser responsable en cómo se lo aplica”, afirmó.

En ese sentido, Srodek consideró arriesgado utilizar aviones para fumigar con este herbicida.

Para Matheu, este es un punto clave: la fiscalía de Córdoba pidió que el Ministerio de Salud nacional prohíba la fumigación aérea con agroquímicos. Y el letrado también espera que este fallo haga pensar dos veces a los productores que utilizan esta técnica.

Fuente:

BBC Ciencia

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6 de agosto de 2012

Antamina: Derrame en Santa Rosa (Ancash) pone en la mira la seguridad del mineroducto

Comentario: Y como de costumbre nuestra prensa nacional nos informó este fin de semana sobre Pedrito Otiniano y su triste fin y sobre la ley de Desarrollo Docente que dejaría a miles de docentes sin empleo. Y está bien. 

Pero NO DICEN NADA sobre el derrame de la minera Antamina (Ancash) y los graves problemas que causó, y causa, a las salud de cientos de peruanos y al medio ambiente.¿Por qué? Lss mineras tienen gran Poder, simpre ha sido así en nuestro páis. Pero no tiene por que seguir siendo así. Denunciando a estas grandes corporaciones (que saquean nuestras materias primas y envenenan a nuestro hijos, nuestro, aire, nuestro suelo y nuestras aguas) estamos dando el primer paso para evitar la impunidad de los crímenes que comenten las mineras contra los seres humanos y el medio ambiente.

La República publicó un extenso informe al respecto.


El 31 de mayo, 6 días después del accidente, La República llegó a Santa Rosa y fue testigo de las tareas de la limpieza del concentrado tóxico.
 
El 31 de mayo, 6 días después del accidente, La República llegó a Santa Rosa y fue testigo de las tareas de la limpieza del concentrado tóxico. 
 
 
Suma de errores. La República reunió testimonios que afirman que Antamina no tenía la llave de la válvula para atajar el derrame. El presidente regional de Áncash, César Álvarez, afirma que falló el Plan de Contingencia de Antamina.

Beatriz Jiménez. Enviada especial/

Pasadas las 9 de la mañana del miércoles 25 de julio un forado en el codo de la válvula VS1 del mineroducto de Antamina se convirtió en un “spray” contaminante que alcanzó varios metros de altura y derramó en la comunidad campesina de Santa Rosa material “muy tóxico que causa otros efectos”, según establece la Hoja de Seguridad de la empresa.

La marea de 45 toneladas de concentrado –42 de las cuales, según Antamina, fueron contenidas en la poza de emergencia y 3 se dispersaron en el ambiente– continuó hasta las 11 a.m. de acuerdo con el parte policial y cubrió de un barro verdoso un radio de unos 50 metros.

“Es importante mencionar que este evento no ha ocasionado daño al ambiente ni a la salud de las personas”, aseguraba Antamina en una nota de prensa del mismo 25 de julio, mientras los primeros pobladores eran derivados de urgencia al hospital  San Pablo de Huaraz.

Pero el plan de comunicación de crisis de la empresa no fue lo único que falló el 25 de julio según la información obtenida por La República en Santa Rosa. Hasta el cierre de esta edición, Antamina se negó a declarar respecto a estos hechos.  

Secuencia de errores

El ruido de la ruptura del codo fue como el de una explosión, según detallaron a La República los comuneros de Santa Rosa. Una nube tóxica se elevó en el ambiente y fue respirada por toda la pequeña comunidad, de algo más de 200 habitantes.

Alertados por la explosión, los pocos hombres que no habían ido a trabajar ese miércoles fatídico corrieron cerro arriba para tratar de cerrar la válvula. Sin embargo, el vigilante del recinto, Gilberto Jara Vega (53) –un comunero de Santa Rosa contratado por Antamina–, no contaba con la llave para abrir el candado de la reja que circundaba las instalaciones. No solo no tenía   las llaves sino tampoco mascarilla. Fue ingresado el mismo 25 en la clínica San Pablo de Huaraz y, tras ser dado de alta, fue reingresado, pero esta vez en la clínica Jesús del Norte de Lima.  

Según el testimonio del alcalde de Cajacay, Felipe Santos Sandoval, el primer ingeniero de Antamina –Enrique Cubas Montoya– tardó alrededor de una hora en llegar a la válvula.

Pero él tampoco tenía la llave del candado. A estas alturas del desastre, el concentrado de 14 metales se escurría hasta la cuneta de la carretera Pativilca-Huaraz y, por el otro lado del cerro, amenazaba con llegar al río. El alcalde relata que los trabajadores de Antamina pidieron ayuda a los comuneros para romper el candado y poder entrar a la válvula. Tras reventar la cerradura, por fin pudieron cerrar manualmente la gigantesca llave.  

Solucionado ese problema, corrieron con sus lampas para evitar que el concentrado, que  rebasó las canaletas de Antamina, llegara al río Fortaleza.  Armaron diques y lograron desviar su curso hacia una pequeña piscigranja abandonada a la orilla del río. Tito Damián Vergara, un comunero que trabajó en la construcción del ducto hace 12 años, dirigió los trabajos. Hoy toda su familia está afectada.

Los comuneros no solo inhalaron el polvo del concentrado el día 25. “La ira del momento al tener que sufrir el derrame hizo que no dejáramos limpiar a la empresa”, admite Hilario Morón, el presidente de la comunidad.

No fue hasta el 28 de julio que lograron llegar a un acuerdo con Antamina para retirar los relaves. Hasta esa fecha,  la comunidad celebró asambleas comunitarias en la misma válvula accidentada, exponiéndose de nuevo al concentrado. “Antamina nos había dicho que no era contaminación”, justifica Hilario.

Por ello, el goteo de pacientes continuó. En total, según Antamina, 210 personas han sido atendidas, 45 de las cuales fueron hospitalizadas en la Clínica San Pablo de Huaraz y dadas de alta tras suministrarles suero y  medicamentos paliativos como Paracetamol.

Sin embargo, según pudo comprobar La República, los pobladores expresan que persisten los síntomas. Así lo corrobora el equipo del Colegio Médico que en virtud de un acuerdo entre Antamina y la comunidad atiende en la posta de Santa Rosa a la población. El Dr. Daniel Reátegui, portavoz del grupo, explica a La República que desde el 3 de agosto hasta ayer por la tarde han atendido a 89 personas. “Encontramos síntomas como cefalea, dolor abdominal y falta de apetito”, detalla.

Por su parte, Antamina, en un comunicado de prensa, ratificó “su compromiso con la salud integral de la población”. La compañía, que ha corrido con todos los gastos médicos de los afectados, declara que su interés irá más allá del alta médica.

En una asamblea celebrada el 4 de agosto en Cajacay, el Ministerio de Salud informó que dará a conocer los resultados de los análisis de sangre de la población el próximo 10 de agosto.
Sanciones

Mientras el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) investiga el accidente, el presidente regional de Áncash, César Álvarez, afirmó ayer que la compañía minera no activó su Plan de Monitoreo y Contingencia, y pidió a la empresa supervisar toda la infraestructura del ducto, de 302 kilómetros de longitud y que conecta la mina, en el distrito de San Marcos, con Puerto Lobitos, en Huarmey. Según Erick Nautino, responsable de recursos naturales del Gobierno Regional de Áncash, la multa de Antamina oscilaría entre 600 y 1.000 UIT o de 2 a 3 millones 600 mil soles.

Los pobladores de Santa Rosa, capitaneados por el presidente de su comunidad, Hilario Morón, van más lejos. “Para nosotros falló el sensor que Antamina dice que corta el flujo del mineroducto si hay derrame”, afirma Hilario. Por eso, esta sanción en insuficiente en el distrito de Cajacay, que cuenta con dos válvulas del mineroducto: una en Santa Rosa (VS-1) y otra en el pueblo de Cajacay (VS-2). Esta segunda válvula ya habría registrado en el 2003 una pequeña fuga, según Tito Aguilar Ocedo, juez de paz de Cajacay. Los habitantes de los siete centros poblados del distrito quieren que el ducto sea revisado en su totalidad. “El mineroducto pasa por el corazón del distrito y ahora nos sentimos amenazados”, relata el alcalde distrital, Felipe Santos. Su distrito está fuera de la zona de influencia de Antamina, y solo percibe por canon un millón de soles.

Volcadura de un camión afectó en mayo laguna de Huachucocha

El 3 de mayo del 2012 un camión de la empresa Técnicas Metálicas, contratista de Antamina, se volcó en el kilómetro 91 de la carretera Antamina-Conococha y derramó combustible en una alcantarilla cercana a la laguna de Huachucocha, situada en los terrenos de la comunidad de Túpac Amaru, en el distrito de San Marcos (Áncash).

En una nota de prensa, Antamina reconoció la fuga de petróleo del tanque del tráiler. Informó también que procedió a limpiar “todos los residuos que habían quedado en la pista, cuneta, acequia y orillas de la laguna”. Sin embargo no reconoció derrame en la laguna.

El informe 0247 de DIGESA, hecho público en junio, establece que la laguna de Huachucocha presenta tasas de metales pesados por encima de los límites permisibles. Por ello, declara que la laguna se encuentra "en alto riesgo ambiental". Las aguas de la laguna son tributarias de la cuenca del río Mosna, que abastece a diferentes comunidades del distrito de Huari.

Fuente:

La República

3 de julio de 2012

El legado tóxico de la Revolución Industrial

Daños ambientales de la Revolución Industrial.

Las tierras pantanosas saturadas de lluvia ácida se erosionan con facilidad.

La Revolución Industrial impulsada por Inglaterra en el siglo XIX es considerada como uno de los hitos que generó los mayores cambios tecnológicos, económicos, sociológicos y culturales en la historia de la humanidad.

Pero esta transformación profunda en la producción de bienes trajo aparejados un sinnúmero de problemas ambientales cuyos efectos perduran hasta la fecha y que los científicos siguen tratando de revertir. 

Según los expertos, los metales como el plomo o el estaño continúan desprendiéndose de las minas y contaminando fuentes de agua potable, envenenando ríos, contribuyendo al cambio climático y afectando grandes áreas del paisaje.

"A menos que hagamos algo", le dijo a la BBC el especialista en contaminación minera de la Agencia Medioambiental del Reino Unido Hugh Potter, "sentiremos el impacto por muchos años más".

Recuperar la biodiversidad

Cornualles

Los años de minería en Cornualles transformaron el paisaje visual y químicamente.

En la actualidad se están llevado a cabo una serie de proyectos para reparar daños históricos.

Uno de ellos tiene lugar en las llanuras anegadizas de Bleaklow, en el norte de Inglaterra. En esta región, la contaminación provocada por las antiguas fábricas hizo que la turba se tornase más ácida que el jugo de limón.

"Fue un desastre ambiental", asegura Chris Dean, director de la iniciativa que busca reparar 44 kilómetros de turba arruinada por más de 150 años de lluvia ácida.

Estas precipitaciones, contaminadas con el humo expulsado por las chimeneas de las fábricas, "acabaron rápidamente con el musgo que protege a la turba", explica Dean.


Al quedar sin cobertura, la tierra es erosionada y los sedimentos son arrastrados a las reservas de agua, por lo que las compañías encargadas de las plantas de tratamiento de agua deben gastar grandes sumas de dinero para filtrarla y hacerla potable.

Cuando están en buenas condiciones, los páramos son muy absorbentes. Actúan a modo de esponja y evitan las inundaciones. Al estar dañados, el agua se escurre fácilmente.

Estos páramos de turba son además uno de los mayores reservorios de carbono en el Reino Unido. Si se erosionan, el carbono se libera en el aire como dióxido de carbono, uno de los gases que contribuyen en mayor medida al efecto invernadero.

"Algunas zonas están demasiado dañadas para recuperarlas por completo. Pero hemos hecho grandes progresos y podemos lograr que algunas áreas sean mucho más biodiversas y que los ecosistemas vuelvan a brindar los servicios que necesitamos", añade Dean.

Minas abandonadas

Páramos

Los expertos exploran desde el aire los efectos de la erosión.

Uno de los problemas menos obvios pero más generalizados es el de la contaminación que se produce cuando se inundan las minas y el excedente de agua llega a los ríos y a las tierras aledañas.

En el Reino Unido, las minas abandonadas antes de 1999 no tienen la obligación de descontaminar la zona. 

Y mientras que existe un organismo público encargado de lidiar con los problemas generados por las minas de carbón, los esfuerzos por limpiar las minas que no son de carbón han sido poco sistemáticos.

Se estima que cerca de 3.000 kilómetros de canales de agua en el Reino Unido están afectados por sustancias como el cadmio, el zinc, el plomo y el arsénico.

Aunque el riesgo de beber agua que contiene restos de estos metales es bajo debido a que los seres humanos toleran relativamente bien este tipo de contaminación, la vida acuática en los ríos contaminados se ha reducido.

Y aún no se sabe con exactitud cuáles son los efectos que la contaminación por estos metales pueda tener en la cadena alimentaria.

Equilibrio

Minas

Esta antigua mina de cobre en una isla de Escocia contenía residuos tóxicos de plomo y arsénico.

En el condado de Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, el problema es de más largo alcance y costoso de solucionar.

La instalación de una planta de tratamiento de agua en una antigua mina de estaño significó un costo de más de US$30 millones, mientras una zona que rodea a una mina cercana debió ser acordonada por ser demasiado tóxica.

Se cree que en esta región del país hay por lo menos unas 2.000 minas abandonadas, lo cual significa que cientos de hectáreas -tanto en zonas rurales como urbanas- están afectadas.

La magnitud del problema a nivel nacional recién ahora está empezando a identificarse. Una estimación reciente indica que el costo del tratamiento puede ser de US$600 millones en los próximos diez años.

Tan profundo ha sido el impacto de la contaminación en algunos paisajes que en algunas zonas ha comenzado a surgir una mezcla inusual de plantas y vida silvestre. En Cornualles, por ejemplo, los desechos de las minas de plomo han dado lugar a una combinación de plantas típicas de la costa con plantas de monte.

Aunque estas plantas ahora están oficialmente protegidas, los científicos continúan buscando una solución, tratando de mantener un balance entre las especies diezmadas y la nueva vida silvestre.

Fuente:

BBC Ciencia


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21 de mayo de 2012

Científicos se indignan ante el exceso de sustancias químicas en nuestros cuerpos y medioambiente

Científicos y representantes de instituciones internacionales relacionadas con la salud y el medioambiente se han reunido del 16 al 18 de mayo en la Universidad Politécnica de Madrid para dar voz de alarma sobre los perjuicios de nuevas tecnologías y sustancias, incluyendo transgénicos, pesticidas, nanotecnologías y ondas electromagnéticas entre otras.

 

Ecologistas en Acción, al igual que los científicos participantes, acusan a las autoridades de dar la espalda a la ciencia independiente, para privilegiar los estudios parciales de la industria sobre los riesgos de sus propios productos. Un verdadero escándalo sanitario contra el cual llaman a actuar, si no se quiere ver seguir aumentando el número de cánceres en el futuro.

Desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, el volumen de substancias químicas producidas al año en Europa ha pasado de ser de 1 millón a 400 millones de toneladas. Hoy en día, estas están por todas partes, tanto en nuestro entorno, comida, como en nuestros productos de uso cotidiano como cosméticos, productos de limpieza, productos de aseo personal, plásticos de envase etc. Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, se alarma entre otros que el Bisphenol A, una sustancia estrogénica y un pertubador endocrino presente de forma habitual en los plásticos, sea presente en la totalidad de la población: “El 100% de las mujeres embarazadas del tercer trimestre en España y el 100% de los niños de 4 años mean todos los días Bisphenol A, además de otros 17 residuos”.

El medioambiente también sufre de las últimas innovaciones tecnológicas. Después de 15 años de soja transgénica, la zona del Río de la Plata en Argentina está tan afectada por los monocultivos que es conocida como la “República Unida de la Soja” por los industriales. Ana Herrero, de la Universidad Nacional de General Sarmiento, denuncia una grave contaminación por los pesticidas, que mata la biodiversidad, empobrece los suelos de sus macronutrientes para luego dispersarse y atravesar las fronteras. Así mismo, muestra su preocupación por el fenómeno que acompaña los monocultivos de transgénicos, que se traduce por prácticas de deforestación así que la exportación del modelo de soja a otras áreas.

Ante tales casos, el Congreso Internacional de Riesgos para la Salud Publica y el Medio Ambiente, organizado por Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental, la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) y la Fundación Vivo Sano/HDO, no se contentó de difundir estudios sino que llamó a actuar al nivel legislativo: “Este congreso era necesario porque siempre falta debate, falta un lugar donde poner por escrito un plan de acción concreto de cómo mejorar a nivel legislativo todas las políticas públicas que hoy en día se supone que nos dan un nivel de seguridad, y esto desde luego es muy mejorable, porque no hay criterios que unifiquen la seguridad ciudadana. Aquí en España se hacen transgénicos y en otros países no. La seguridad no es igual en todas partes ni se exigen los mismos niveles”, afirmó Irina de la Flor, responsable de la Organización para la Defensa de la Salud (HDO) y miembro del comité de organización del Congreso.

Para Irina de la Flor, resulta inadmisible la falta de control legal sobre estas sustancias tóxicas y la falta de análisis científicos sobre sus efectos a largo plazo, puesto que muchas veces las consecuencias sólo aparecen con el paso de los años. Un situación ventajosa para la industria, que ahorra grandes sumas de dinero en evaluaciones científicas al entregar estudios superficiales: “Estamos siendo los conejillos de Indias de unas tecnologías que se introducen y para las cuales no hay una seguridad ni un control de riesgos, tal y como se hace en medicamentos o en otros productos”.

En efecto, de los 135.000 compuestos químicos que la UE tiene inventariados, sólo hay “estudios toxicológicos en menos de 20% y estudios completos en no más de 20 sustancias”, subrayó el científico Nicolás Olea. Quien además recordó que los factores ambientales son los responsables del 90% de los cánceres, de las alergias, de los problemas de la reproductividad humana, etc. “Lo peor es que la clase médica tampoco es consciente de estos riesgos. Para los profesionales de la salud éste es un asunto totalmente desconocido, tan lejano como está la agricultura ecológica de los médicos de cabecera”, añadió.

Frente a estos escándalos sanitarios, Ecologistas en Acción exige que las autoridades de regulaciones como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaría (EFSA) den prioridad a estudios independientes sobre los estudios parciales de la industria y que coloquen el principio de precaución al centro del protocolo de evaluación. La definición de innovación ya no debe restringirse al dominio ecotecnológico, sino que extenderse a creatividad social, promoviendo una reflexión ética y democrática sobre los objetivos de los avances tecnológicos y sobre sus verdaderos beneficiados.

Fuente:

17 de mayo de 2012

Argentina: Premio "Nobel de Ecología" para Sofía Gatica

 La vecina de Ituzaingó Anexo (Córdoba, Argentina), que lucha contra las fumigaciones agrícolas, recibió el día 16 de abril de 2012 el Goldamn Prize, uno de los máximos galardones ambientalistas a nivel mundial

Sofía Gatica, la valiente vecina cordobesa que organizó a las mujeres de barrio Ituzaingó Anexo para frenar la fumigación indiscriminada en los campos de soja aledaños, recibirá hoy el Premio Ambiental Goldman, galardón internacional que reconoce las luchas por la preservación del medio ambiente que llevan adelante personas y organizaciones civiles alrededor del mundo.


Gatica recibirá su premio hoy en el San Francisco Opera House, de esa ciudad estadounidense, junto a otros cinco “héroes” ambientales del mundo: Ikal Angelei, de Kenia; Ma Jun, de China; Evgenia Chirikova, de Rusia; Edwin Gariguez, de Filipinas; y Caroline Cannon, de Estados Unidos.


“A partir de la muerte de su hija recién nacida y de las sospechas de que el fallecimiento habría sido provocado por pesticidas, Sofía Gatica comenzó a organizar a las mujeres de su barrio para frenar la fumigación indiscriminada en los campos de soja vecinos”, reza la fundamentación del premio que hoy recibirá la cordobesa.


El Premio Ambiental Goldman fue creado en 1989 por los filántropos Richard y Rhoda Goldman. Los ganadores son seleccionados por un jurado internacional a partir de nominaciones secretas remitidas por una red mundial de organizaciones ecologistas.


Esta es la edición 23º de la premiación que se otorga año a año a “héroes ambientales” de cada una de las seis regiones continentales del mundo, y es el mayor galardón para el activismo de base, con un premio individual en efectivo de 150 mil dólares.


Una luchadora.


Hace 13 años, Sofía Gatica dio a luz una beba. Tres días después, los riñones de la niña no aguantaron y Sofía resolvió averiguar qué mató a su hija. Comenzó a hablar con sus vecinos de Ituzaingó Anexo, barrio de seis mil personas rodeado de campos de soja y se alarmó por la cantidad de problemas de salud sin causa aparente que aquejaba a su comunidad.


Así, Gatica invitó a un grupo de vecinos a su casa para contar sus experiencias. Con apenas el secundario terminado y sin experiencia organizativa, Sofía se convirtió en la cofundadora de Madres de Ituzaingó, un grupo de 16 madres que se unieron para frenar el uso indiscriminado de agroquímicos que estaba envenenando a su vecindario.


Gatica y el grupo de madres recorrieron casa por casa y realizaron así el primer estudio epidemiológico de la zona: descubrieron los graves efectos que la fumigación con pesticidas estaba causando en las familias de Ituzaingó. La investigación arrojó que las tasas de cáncer entre los vecinos superaban 41 veces al promedio nacional y se encontraron altas tasas de enfermedades neurológicas y respiratorias, de defectos de nacimiento y de mortalidad infantil.


A partir de allí, Gatica puso en marcha el colectivo “Paren de Fumigar” y logró que se aprobara una ordenanza municipal que prohíbe la fumigación aérea en Ituzaingó a menos de 2.500 metros de las viviendas.
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Una mujer vs. multinacionales


A partir de la muerte de su bebé, Sofía Gatica comenzó una lucha incansable contra las fumigaciones de pesticidas en cercanías a pueblos y ciudades, enfrentándose en esa carrera a grandes grupos económicos, como las multinacionales Monsanto o DuPont, fabricantes del endosulfan y el glifosato. En 2008, y fruto de la lucha de Sofía, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le ordenó a la ministra de Salud de la Nación investigar el impacto del uso de plaguicidas en barrio Ituzaingó.


Fuente:


Día a día
Bonus: Sofía Gatica, premio Goldman 2012 nos habla sobre los impactos del glifosato y los monocultivos de Soja Transgénica en la salud humana. 

4 de octubre de 2011

A un año del mayor desastre ambiental en la historia de Hungría

Casa en Kolontar

La mancha roja en esta casa en Kolontar muestra hasta dónde llegó el vertido tóxico.

En octubre del año pasado, el vertido tóxico de una fábrica de alúmina se tragó decenas de hogares en el oeste de Hungría en el peor desastre ambiental en la historia del país.

Hoy en día, no hay nada para fotografiar más allá del arroyo que pasa por el pueblo de Kolontar. Apenas algunos charcos y malezas y un camino que termina en un basural junto a una zanja. Es asombroso cuán corto se ve un camino cuando todas las casas han desaparecido.

Diez personas murieron cuando dos poblados fueron arrasados por el vertido de la fábrica.

Erzsebet y Zoltan Juhasz recorren este sendero a veces y llegan hasta el lugar donde se encontraba su hogar. Hallaron incluso una planta de tomate, creciendo entre las malezas de lo que fue su jardín.

"La recogí y la planté en mi nuevo jardín y ahora está llena de fruta", explica Erzsebet.

Es el único momento ameno de una conversación en la que el tema central es aún demasiado doloroso para mencionar: el momento en que Angyalka, su hija de 14 meses, fue arrastrada de sus brazos cuando una avalancha de barro rojo invadió la casa de la familia el 4 de octubre de 2010.

Mientras hablamos en la nueva cocina, otra niña pequeña, Dori, de tres años, entra corriendo y riendo en busca de un compañero para jugar. Gergo, de siete años, se acerca con gesto solemne para escuchar a los adultos.

El padre pide a Gergo y a Erzsebet que salgan un momento, ya que no paran de llorar. Pero no quieren irse. Renata, de 13 años, está afuera. En noviembre, Erzsebet dará a luz un varón.

"Estamos muy agradecidos por toda la ayuda que recibimos, de la Cruz Roja, de una organización de caridad de la Iglesia Bautista, del Estado. Nos dieron esta casa, pero no tenían por qué hacerlo. Podían haber esperado a que la compañía de aluminio nos indemnizara".

Pero no fue preciso esperar. La mitad de Kolontar que arrasó el vertido fue reconstruida en tiempo récord y hay 21 casas flamantes en la parte más alta del pueblo.

Promesa cumplida

Cuando visitó la zona del desastre el 9 de octubre del año pasado, el primer ministro Viktor Orban prometió que todos serían indemnizados y que cada familia recibiría una casa nueva o el equivalente en dinero.

Vertido tóxico en Hungría

El barro rojo recogido en los poblados afectados fue colocado en reservorios.

Para sorpresa de todos, la promesa fue cumplida. Las casas son blancas y brillantes, cada una algo diferente de la otra. La madera está barnizada y los niños juegan nuevamente en jardines. En la distancia se ve la meseta de Somlo, que es posible divisar entre la bruma.

"No me hubiera gustado mudarme a un lugar sin vista de la meseta", dice con una sonrisa Endre Csipszer, señalando con su mano el horizonte. Estamos ahora en el pueblo de Devecser, un poco más allá de Kolontar.

Se ve un gran complejo de viviendas, con 87 casas nuevas, cada una con flores en la ventana. Y varios trabajadores cargan sofás y muebles hacia los nuevos hogares. "Mire esto, algunos incluso llaman a todo este flujo de actividad el 'vertido dorado'".

"Nunca soñamos con vivir en una casa nueva como ésta, dice su esposa Tereza. Unos pocos muebles que lograron salvar de su antiguo hogar están en una de las habitaciones, pero todo lo demás en la casa es nuevo.

Junto a las ruinas de la antigua oficina de correos en Devecser encontramos a Tamas Toldi, el alcalde del pueblo. El correo es uno de los cerca de 300 edificios que debieron ser derribados, porque los cimientos fueron debilitados por el vertido corrosivo.

"En el pueblo habrá un parque con bancos, patios para juegos, estanques con peces y una cancha de fútbol. También se construirá un parque industrial donde esperamos desarrollar proyectos de energía renovable para crear trabajos locales”.

"La gente aquí ha sufrido mucho por culpa del daño ambiental. Es muy importante para ellos que los trabajos que se creen en el futuro no sean a costo de mayor destrucción de la naturaleza".

Batalla de indemnización

En los campos entre Kolontar y Devecser, Csaba Szabo, comisionado gubernamental para la rehabilitación de la agricultura en el área, muestra con orgullo cultivos de maíz, con plantas altas y verde oscuras, en el medio de un valle.

Csaba Szabo, comisionado gubernamental para la rehabilitación de la agricultura local

Csaba Szabo está a cargo de la rehabilitación de la agricultura en las zonas afectadas.

"En un principio pensamos quemar el maíz para biomasa, pero los estudios confirmaron que podía consumirse sin problemas". Aún así, se decidió que el maíz fuera utilizado para alimentar al ganado.

Cerca del lugar se ha plantado un bosque de álamos, en una zona en la que el vertido alcanzó su mayor altura.

La capa superior del suelo debió ser extraída y reemplazada por tierra nueva. Los álamos son de crecimiento rápido y serán cortados en dos años como fuente de energía.

La población local habla una y otra vez del increíble poder de la naturaleza para regenerarse y de la sorprendentemente generosa y rápida respuesta del Estado. La operación de limpieza ha costado hasta ahora más de US$150 millones y aún continúa. Pero el gobierno insiste en que recuperará el dinero de MAL Zrt, la compañía de aluminio.

"Para que la empresa pueda pagar la indemnización, es importante que siga produciendo y generando ingresos", señaló Gyorgy Bakondy, jefe de la división de manejo de desastres del gobierno húngaro, quien ha venido supervisando el funcionamiento de la compañía.

Antigua estación de trenes de Kolontar

La estación de trenes de Kolontar era el corazón de lo que es ahora un pueblo desolado.

Bakondy monitoreó la implementación de un nuevo sistema para almacenar el subproducto de la obtención de alúmina a partir de bauxita (un proceso en el que se usa soda caústica. Una vez extraída la alúmina queda un barro rojo tóxico que suele almacenarse en depósitos a cielo abierto, que lentamente van perdiendo por acción de la lluvia y el tiempo su poder corrosivo). En lugar de almacenar un fluido de barro rojo, se utilizará una nueva tecnología, que permite el depósito de residuos secos.

El mes pasado, la empresa fue multada por un monto de US$650 millones. La compañía está envuelta en un mar de procesos judiciales. Cerca de 30 víctimas interpusieron una demanda exigiendo indemnización y la Oficina Nacional de Investigaciones nombró a cuatro ex gerentes de la empresa como sospechosos en un proceso criminal.

Por su parte, el gobierno confirmó que existen intensas negociaciones con la compañía y que hará todo lo necesario para que siga solvente y operativa. Una forma de conseguirlo podría ser la nacionalización parcial de la empresa.

Fuente:

BBC Ciencia

Más sobre el desastre de Hungría en los Archivos de Conocer Ciencia:

Claves para entender el derrame tóxico

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27 de enero de 2011

¿Sabías el mecanismo de las trampas para mosquitos?

Desde los tiempos ya primitivos del papel “pegamoscas”, cuyo funcionamiento básico consistía en dejar pegados a todos los insectos que tuvieran la mala suerte de tropezarse con él, las trampas para mosquitos se han ido haciendo más sofisticadas y actúan sobre el principio básico de atraer a los insectos hacia ellas.



Los moquitos hembra (recordemos que los machos no pican) deben conseguir sangre para reproducirse y para ello disponen de sensores que les ayudan a localizar a sus víctimas. Pueden detectar el dióxido de carbono de la respiración, el calor y, a veces, incluso el sudor.

Un método muy usado desde hace unos años son los aparatos que mezclan dióxido de carbono y octenol para provocar una nube de gas que los mosquitos encuentran irresistible.

El funcionamiento es bien simple: un sistema difusor esparce una nube compuesta por octenol y dióxido de carbono; el primero simula los productos químicos de las plantas y el segundo es la principal guía de olfato de los mosquitos hembra cuando buscan sangre humana para chupar.

El gas resultante de esta mezcla atrae a los mosquitos en un área que depende de la potencia de la máquina, pero suele ser suficiente para cubrir un jardín de tamaño medio.

Cuando los insectos se dirigen a la fuente del gas son absorbidos por una boquilla succionadora hasta un recipiente donde mueren por deshidratación.

Algunos modelos más avanzados se ponen en marcha automáticamente al amanecer y al atardecer, las horas del día en que estos chupadores de sangre proliferan más.

Fuente:

Xataca Ciencia
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