Científicos y representantes de instituciones internacionales relacionadas con la salud y el medioambiente se han reunido del 16 al 18 de mayo en la Universidad Politécnica de Madrid para dar voz de alarma sobre los perjuicios de nuevas tecnologías y sustancias, incluyendo transgénicos, pesticidas, nanotecnologías y ondas electromagnéticas entre otras.
Ecologistas
en Acción, al igual que los científicos participantes, acusan a las
autoridades de dar la espalda a la ciencia independiente, para
privilegiar los estudios parciales de la industria sobre los riesgos de
sus propios productos. Un verdadero escándalo sanitario contra el cual
llaman a actuar, si no se quiere ver seguir aumentando el número de
cánceres en el futuro.
Desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, el volumen de substancias
químicas producidas al año en Europa ha pasado de ser de 1 millón a 400
millones de toneladas. Hoy en día, estas están por todas partes, tanto
en nuestro entorno, comida, como en nuestros productos de uso cotidiano
como cosméticos, productos de limpieza, productos de aseo personal,
plásticos de envase etc. Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Granada, se alarma entre otros que el
Bisphenol A, una sustancia estrogénica y un pertubador endocrino
presente de forma habitual en los plásticos, sea presente en la
totalidad de la población: “El 100% de las mujeres embarazadas
del tercer trimestre en España y el 100% de los niños de 4 años mean
todos los días Bisphenol A, además de otros 17 residuos”.
El medioambiente también sufre de las últimas innovaciones
tecnológicas. Después de 15 años de soja transgénica, la zona del Río de
la Plata en Argentina está tan afectada por los monocultivos que es
conocida como la “República Unida de la Soja” por los
industriales. Ana Herrero, de la Universidad Nacional de General
Sarmiento, denuncia una grave contaminación por los pesticidas, que mata
la biodiversidad, empobrece los suelos de sus macronutrientes para
luego dispersarse y atravesar las fronteras. Así mismo, muestra su
preocupación por el fenómeno que acompaña los monocultivos de
transgénicos, que se traduce por prácticas de deforestación así que la
exportación del modelo de soja a otras áreas.
Ante tales casos, el Congreso Internacional de Riesgos para la Salud
Publica y el Medio Ambiente, organizado por Red Europea de Científicos
por la Responsabilidad Social y Ambiental, la Agencia Europea del Medio
Ambiente (EEA) y la Fundación Vivo Sano/HDO, no se contentó de difundir
estudios sino que llamó a actuar al nivel legislativo: “Este
congreso era necesario porque siempre falta debate, falta un lugar donde
poner por escrito un plan de acción concreto de cómo mejorar a nivel
legislativo todas las políticas públicas que hoy en día se supone que
nos dan un nivel de seguridad, y esto desde luego es muy mejorable,
porque no hay criterios que unifiquen la seguridad ciudadana. Aquí en
España se hacen transgénicos y en otros países no. La seguridad no es
igual en todas partes ni se exigen los mismos niveles”, afirmó
Irina de la Flor, responsable de la Organización para la Defensa de la
Salud (HDO) y miembro del comité de organización del Congreso.
Para Irina de la Flor, resulta inadmisible la falta de control legal
sobre estas sustancias tóxicas y la falta de análisis científicos sobre
sus efectos a largo plazo, puesto que muchas veces las consecuencias
sólo aparecen con el paso de los años. Un situación ventajosa para la
industria, que ahorra grandes sumas de dinero en evaluaciones
científicas al entregar estudios superficiales: “Estamos siendo
los conejillos de Indias de unas tecnologías que se introducen y para
las cuales no hay una seguridad ni un control de riesgos, tal y como se
hace en medicamentos o en otros productos”.
En efecto, de los 135.000 compuestos químicos que la UE tiene inventariados, sólo hay “estudios toxicológicos en menos de 20% y estudios completos en no más de 20 sustancias”,
subrayó el científico Nicolás Olea. Quien además recordó que los
factores ambientales son los responsables del 90% de los cánceres, de
las alergias, de los problemas de la reproductividad humana, etc. “Lo
peor es que la clase médica tampoco es consciente de estos riesgos.
Para los profesionales de la salud éste es un asunto totalmente
desconocido, tan lejano como está la agricultura ecológica de los
médicos de cabecera”, añadió.
Frente a estos escándalos sanitarios, Ecologistas en Acción exige que
las autoridades de regulaciones como la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaría (EFSA) den prioridad a estudios independientes sobre los
estudios parciales de la industria y que coloquen el principio de
precaución al centro del protocolo de evaluación. La definición de
innovación ya no debe restringirse al dominio ecotecnológico, sino que
extenderse a creatividad social, promoviendo una reflexión ética y
democrática sobre los objetivos de los avances tecnológicos y sobre sus
verdaderos beneficiados.
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