Mientras muchos de sus amigos pensaban en juegos de video, a Taylor Wilson, el físico nuclear más prometedor del mundo, le quitaba el sueño crear un reactor atómico de fusión, y a los 14 años lo hizo. Tal logro solo había sido alcanzado por 31 personas antes que él, todos connotados científicos.
Su laboratorio es el garaje de su casa. Ahí, Wilson tiene una colección de materiales radiactivos, muchos de los cuales obtiene de desiertos donde el Gobierno de Estados Unidos hacía experimentos con bombas atómicas.
Tal creación le valió estar en conversaciones con el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense para volver su proyecto realidad.
Taylor, cuyo padre Kenneth es embotellador de Coca-Cola y su madre Tiffany instructora de yoga, comenzó a involucrarse en este mundo cuando su abuela le regalo un libro, El boy scout radiactivo, escrito por Ken Silverstein.
Cuando Taylor comenzó a armar su laboratorio con materiales radiactivos y su padre, asustado, consultó a un especialista, quien inmediatamente fue a revisar.
La gran sorpresa fue que el joven genio había adoptado todas las medidas de seguridad necesarias para que no haya problemas.
Fuente: