30 de agosto de 2018
¿De verdad nacen más niños cuando hay luna llena?
En fin, vayamos con el asunto del supuesto aumento de partos en noches de luna llena. Pese que algunas enfermeras, o madres, te digan que el número de nacimientos se dispara en noches de plenilunio, lo cierto es que no hay ningún estudio científico que apoye esa hipótesis.
Ya en la década de 1950 se realizó un estudio en Nueva York que mostraba un 1% de incremento en el número de nacimientos en las dos semanas posteriores a la luna llena. Ese mismo trabajo descubrió posteriormente un incremento del 1% en la semana anterior y posterior a la luna llena. Años más tarde, otros investigadores que analizaban el número de partos en la misma zona descubrieron un incremento del 1% antes de la luna llena.
Desde la década de los 50 hasta la fecha, se han realizado muchos otros estudios que buscaban encontrar esa relación, pero ninguno aportó resultados convincentes. Solo en la década pasada, se realizaron al menos media docena de estudios sobre este tema, ninguno de los cuales encontró una conexión entre la luna llena y el número de nacimientos.
En el mayor de todos ellos, publicado en 2001, el astrónomo y físico Daniel Caton examinó los datos de nacimientos de los últimos 20 años recopilados en Estados Unidos por el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias (NCHS). Hablamos de datos de 70 millones de nacimientos, sin duda una muestra que no puede tacharse de insuficiente. ¿El resultado? Pues nada, no hubo correlación entre los partos y las fases lunares. (Podéis consultar este trabajo en la web de la Universidad de Harvard).
¿Sigues sin creértelo? ¿Será tal vez porque desconfías de los científicos estadounidenses? Tranquilo, al tiempo que Caton realizaba esta investigación, en el viejo continente los franceses realizaron un estudio similar en el que examinaron 14,5 millones de nacimientos con idénticos resultados. (Puedes consultar aquí el citado trabajo).
En fin, me temo que todos estos datos no servirán para convencer a los defensores de este mito. Es bien sabido que cuando alguien decide creer, las evidencias que puedan llevar la contraria a sus ideas preconcebidas son rechazadas de plano. Así de irracionales son algunos seres “pensantes”. No obstante si eres madre y estás a punto de salir de cuentas, no hagas planes basados en la influencia de la luna llena a no ser que tu ginecólogo te haya dado una fecha que coincida con esa fase lunar. Y aún así, las probabilidades de que tu bebé nazca de parto natural esa noche concreta no son las mejores. (Según el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, solo alrededor del 5% de los bebés nacen en la fecha prevista).
Fuente:
Mailkenais Blog
14 de octubre de 2016
9 cosas que te hicieron tú antes de nacer
La manera en la que te desarrollaste durante nueve meses, pasando de ser una célula microscópica a un bebé, contribuyó a que seas lo que eres hoy en día.
¿Cómo?
Vamos al puro principio...
0 días
El precioso óvulo que se convirtió en ti estuvo guardado dentro de los ovarios de tu madre durante décadas. Cuando llegó el momento, subió a la superficie para madurar.
Apenas estaba maduro, fue liberado y flotó hacia la apertura de las trompas de Falopio.
Los espermatozoides, a su vez, se lanzaron en una carrera en la que sólo podía haber un ganador. Los competidores cruzaron la nube de células que rodeaban el óvulo y trataron de insertarse en él.
Finalmente, uno de los 250 millones de los espermatozoides de tu papá que logró sortear un largo y riesgoso camino, atravesó la suave membrana: este fue un momento crítico para el óvulo, pues si otro espermatozoide hubiera entrado, no habría sobrevivido.
Para protegerse, unos gránulos diminutos detonaron para endurecer la membrana e hicieron que el óvulo fuera impenetrable.
El artículo completo en:
BBC Ciencia
28 de enero de 2015
¿Por qué tenemos labios?
Importancia vital
15 de octubre de 2012
¿Cuántos habitantes tendrá el planeta en 2050? ¿Y en 2300?
Pero ¿y si la cifra es mucho, mucho más alta? También podría ser mucho, mucho más baja...
"Hoy tenemos una de cada nueve personas con 60 años o más", dice Ann Pawliczko, del UNFPA, "pero para el año 2050 será uno de cada cinco, y para ese entonces habrá más personas mayores que menores de 15 años".
La ONU ve estas estadísticas como un motivo de celebración, porque más personas están viviendo más tiempo, y uno de preocupación, porque el cambio presenta un desafío económico y social.
Pawliczko dice no hay duda de que está sucediendo. "Podemos estar muy seguros de los números para 2050, porque las personas que van a tener 60 años de edad en 2050 ya nacieron. Esto no es especulación".
Pero la ecuación tiene otra cara: la tasa de natalidad. Y predecir cómo ésta va a cambiar es más difícil.
Es por esta disyuntiva entre la natalidad y el envejecimiento que resulta sumamente complicado saber cuántas personas habrá sobre la Tierra dentro de cientos o miles de años.
Pero, ¿hasta qué punto podemos saberlo?
Transición demográfica
Durante mucho tiempo, los especialistas en estadística han visto en los números una "transición demográfica" que sucede cuando una sociedad se vuelve más rica."La transición demográfica es el cambio de los niveles de natalidad y mortalidad de la población, que va de niveles altos a bajos. Esto por lo general es el resultado del desarrollo económico y social", dice Pawliczko.
"Por lo general se habla de cuatro etapas. La primera es cuando las tasas de natalidad y mortalidad son altas. Luego tenemos una segunda etapa de altas tasas de natalidad y disminución de las tasas de mortalidad.
"En la tercera etapa vemos la disminución de las tasas de natalidad y niveles de mortalidad relativamente bajos; esta etapa se caracteriza por la baja tasa de crecimiento de la población, con lo que la población se nivela. La cuarta etapa es cuando se tienen bajas tasas de natalidad y mortalidad, y en consecuencia un bajo crecimiento demográfico".
De modo que mientras los países se enriquecen, sus tasas de fertilidad caen. Pero, ¿qué pasa después?
La fertilidad en países desarollados
Muchos especialistas asumen que las naciones avanzadas se mantendrán en periodos de bajo crecimiento demográfico. Pero la última evidencia sugiere que pueden estar equivocados."Históricamente, la fecundidad ha disminuido en toda Europa", dice Jane Falkingham, director del Centro para el Cambio de Población de la Universidad de Southampton. "Pero si se ves en el período más reciente, en los últimos 10 años, más o menos, hay aumentos en la fertilidad en los países más avanzados".
El demógrafo de la Universidad de Oxford Francesco Billari dice que este aumento de la natalidad en los países desarrollados no puede atribuirse únicamente a la inmigración, que es lo que algunos han asumido.
"Hemos hecho algunos cálculos", dice, "y el nuevo cambio no sólo se debe a la inmigración. También los nativos están cambiando.
"Los demógrafos solíamos pensar que era fácil prever los cambios en la población. Creo que no es así. Ya no podemos preverlo a nivel mundial, porque las recientes tendencias de fecundidad están demostrando que el futuro es mucho más incierto de lo que pensábamos. Puede haber un cambio completo en la clasificación de los niveles de fecundidad en el mundo".
¿Qué diferencia puede hacer para las proyecciones globales de la población el aumento recientemente observado de la fecundidad en algunos países desarrollados?
Pawlizcko dice que no espera que sea muy significativa. Pero, aunque puede tener razón, ni ella ni nadie puede estar demasiado seguro. Los especialistas tienen un largo historial de no prever importantes cambios demográficos.
"Consistentemente hemos hecho proyecciones de población equivocadas en los últimos 50 años", dice el profesor Falkingham. "Y esto es en parte porque hemos subestimado las mejoras en la mortalidad, particularmente la mortalidad en edades avanzadas, pero tampoco hemos podido detectar las tendencias de la fecundidad".
¿Muchos o pocos?
Un día sabremos si nuestras proyecciones de población después de 2050 son exactas, si la denominada "transición demográfica" entra en una quinta e inesperada etapa de mayor fecundidad, o si los grandes saltos de la esperanza de vida cambian el panorama por completo, como ocurrió en el pasado.Pero pronosticar la población siempre será una ciencia altamente incierta.
En 2004 el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas trató de adivinar lo que la población mundial podría ser en 2300.
Dijo que la población se estabilizaría en alrededor de 9.000 millones en 2050 y que luego se mantendría en ese nivel por un tiempo. Pero ese fue su cálculo de la media. Su estimación alta era de 36.400 millones y su estimación baja, de apenas 2.300 millones.
En otras palabras, cuando se mira más allá de las generaciones actuales, cualquier cosa puede pasar.
Fuente:
BBC Ciencia
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22 de septiembre de 2012
¿Por qué Gandhi odiaba el yodo? Una historia de la sal, los impuestos, los cretinos y los defectos de nacimiento
Y es que, aún en nuestros días, persiste entre los habitantes de la India el rumor de que Mahatma Gandhi, el icono mundial de la paz, odiaba el yodo con todas sus fuerzas. Es lógico que odiara el uranio y el plutonio por lo que suponían: se podían construir bombas con ellos. Pero ¿el yodo?
Vayamos por partes. Durante su viaje por el continente europeo, el científico victoriano Humphry Davy hizo describió el yodo. Fue durante su estancia en París cuando Ampère, Clément y Desormes mostraron a Davy una sustancia que procedía de determinada alga marina, descubierta hacía solo dos años por Bernard Courtois. Al calentarse, esta nueva sustancia producía un vapor violáceo que se condensaba hasta generar cristales oscuros.
Inmediatamente, desde París, Davy escribió a la Royal Society para describirles la nueva sustancia y proponer el nombre de “yodo” para designarla, de la raíz griega para designar el color violeta.
Pero volvamos al pacífico Gandhi. Para protestar contra el opresivo impuesto británico a la sal, Gandhi dirigió al pueblo indio en 1930 en la famosa marcha a Dandi. Y es que la sal era muy importante para la India, pues siendo un país pobre como era, la sal era uno de los pocos bienes que podía producir por sí mismo. Sin embargo, los británicos gravaron la producción (8,2 %), algo tan desproporcionado como gravar a los esquimales por fabricar hielo.
Las protestas inspiradas por Gandhi se tradujeron, el 12 de marzo, en una marcha de 380 km compuesta por 78 seguidores y el propio Gandhi. A medida que avanzaba la marcha, se fue uniendo más gente, hasta el punto de que, al llegar a Dandi el 6 de abril, formaba una fila de más de 3 km de longitud. Gandhi, entonces, en una escena que quizá recuerde a la de Lo que el viento se llevó (juro por Dios que nunca pasaré hambre…), tomó del suelo un puñado de lodo salado y vociferó: “¡Con esta sal haré que se tambaleen los cimientos del Imperio [británico]!”.
A partir de entonces, los indios empezaron a hacer sal ilegalmente. Y entonces, también, empezaron a sufrir un gran porcentaje de defectos de nacimiento. El problema residía precisamente en la sal india: la sal común tiene poco yodo, un ingrediente esencial para la salud. Ya a principios del siglo XX, los países occidentales habían descubierto que añadir yodo a la dieta era la medida de salud pública más barata y eficaz que podía adoptar un gobierno para prevenir defectos de nacimiento y retraso mental.
La sal yodada, para los indios, era una imposición occidental, del Imperio británico, de modo que se negaba taxativamente a tomarla. La sal era del pueblo y para el pueblo. Pero las tierras de la India son pobres en yodo. Algo que también sucede en los lugares que se encuentran en las grandes cordilleras: los Andes, el Atlas, las tierras altas de Nueva Guinea, el Himalaya: las lluvias y las glaciaciones arrastran el yodo del suelo, hasta el punto de que las plantas de las que se alimentan los seres humanos también escasean en yodo.
Pero la sal ya se había convertido en un problema político, incluso en un problema epistemológico (la típica y tonta idea de que hay una ciencia oriental y otra occidental, y que la oriental es mejor que la occidental, algo de todo punto falso, como ya os expliqué en ¿Por qué la India es tan exótica y cool? La medicina alternativa como timo).
Tal y como explica Sam Kean en su libro La cuchara menguante:
En 1998, cuando el gobierno federal indio obligó a prohibir la sal común en tres estados que todavía se resistían, se produjo una reacción negativa. Los pequeños productores familiares de sal protestaron por el coste añadido en el proceso. Los nacionalistas hindúes y gandhianos arremetieron contra la imposición de la ciencia occidental. Algunos hipocondríacos incluso se preocuparon, sin fundamento, de que la sal yodada pudiera difundir el cáncer, la diabetes, la tuberculosis y, lo más extraño, el malhumor. Estos oponentes trabajaron con ahínco, y tan sólo dos años más tarde, ante la mirada atónica y aterrorizada de Naciones Unidas y de todos los médicos de la India, el primer ministro revocó la prohibición federal de la sal común. Esto técnicamente sólo hacía legal la sal común en tres estados, pero en la práctica fue interpretado como una aprobación. El consumo de sal yodada cayó de golpe en un 13 por ciento en todo el país. Y aumentó la incidencia de defectos de nacimiento.Afortudamente, la revocación sólo se extendió hasta 2005, cuando se volvió a prohibir la sal común. El problema del yodo en la India, sin embargo, quedaba irresoluble.
Sigue vivo el resentimiento en nombre de Gandhi. Con la esperanza de inculcar algo de amor por el yodo a una generación con menos vínculos con Gandhi, Naciones Unidas anima a los niños a llevarse a hurtadillas un poco de sal de su casa hasta la escuela. Allí, juegan con sus maestros a un juego de química haciendo ensayos de deficiencias de yodo. Pero ha sido una batalla perdida.Una situación que pudiera parecernos bárbara, carpetovetónica. Pero me recuerda demasiado a lo que está sucediendo aquí mismo, en países europeos y del Primer Mundo, con el asunto de las vacunas: Los casos de sarampión en Madrid se multiplican por 20… por culpa de la fe irracional de la gente.
Siendo ya un elemento químico de número atómico 53, hoy en día sabemos que el yodo es un componente esencial de nuestra dieta: un consumo insuficiente del mismo puede acarrear enfermedades de distinta índole. Tanto es así, que ya el filósofo inglés Bertrand Rusell (1872-1970) empleó estos datos médicos a propósito del yodo para negar la existencia de un alma inmortal: “La energía para pensar parece tener un origen químico […] Por ejemplo, una deficiencia de yodo convierte a un hombre listo en un idiota. Los fenómenos mentales parecen estar ligados a la estructura material”.
Fuente:
Xakata Ciencia
27 de octubre de 2011
«No pienses cuántos hijos quieres, sino cuántos puedes tener que vivan una vida maravillosa»
Entrevista a Paul Ehrlich
Cuando Paul Ehrlich, biólogo y profesor de Stanford, escribió 'El boom de la población' (1968), éramos 3.500 millones de humanos, la mitad que hoy. Sus pronósticos de que no íbamos a ser capaces de alimentar a todos si seguíamos creciendo no se hicieron realidad como resultado de la 'revolución verde'. Aun así, Ehrlich piensa que «estamos viviendo directamente del capital natural en lugar de vivir de sus intereses».
PREGUNTA: ¿Se siente 'vindicado' ahora que la sobrepoblación vuelve a ser considerada un problema después de tantos años aguantando críticas?
RESPUESTA: Está bien que la gente por fin se esté dando cuenta de lo seria que es la situación. Pero pienso que todavía la prensa lo considera un tema tabú.
P: ¿Por qué?
R: A todos nos gustan los niños, así que la idea de limitar el número de niños no recibe mucho apoyo. Es una decisión muy personal. Cada vez hay más gente que decide no tener más de dos hijos. Pero en muchos lugares es, de forma relativa, económicamente viable y hasta necesario, tener más hijos. Uno de los retos de la Humanidad es cerrar la brecha entre ricos y pobres, para que la gente pobre no deba tener hijos para que les apoyen en su tercera edad.
P: ¿Cuál es la población ideal del planeta?
R: Depende del estilo de vida que queramos tener con la tecnología disponible. Si todos quieren vivir como un estadounidense, tendríamos que ser menos de mil millones. Si queremos vivir como un ciudadano de México, entre tres y cuatro mil millones. Según los últimos estudios, es posible que la Tierra aguante a largo plazo entre mil y dos mil millones de personas. Pero vamos por siete y rápidamente a por nueve o 10. De cualquier manera, tendríamos que ser menos de los que somos hoy.
P: ¿Cómo puede la gente concienciarse para tener menos hijos?
R: Es muy importante no pensar cuántos hijos quieres, sino cuántos hijos puedes tener que vivan una vida maravillosa y puedan recibir una buena educación.
P: ¿Cree usted que en el futuro la gente se comprometerá a tener uno o dos hijos o acabará siendo obligatorio tener sólo un hijo, como en China?
R: Creo que veremos más control de población, lo que es triste. Deberíamos haber encontrado otras maneras de restringir la población. Lo ideal sería que todos los países tuvieran una tasa de crecimiento media de 1,5 niños por familia, con familias de padres maravillosos que tengan tres hijos y gente que no quiera ninguno. Lo mejor es un eslogan político que diga: «Para en el número dos». Así podríamos comenzar a rebajar la población a un nivel sostenible, donde nuestros hijos, nietos y bisnietos puedan vivir vidas decentes en lugar de peores a las que vivimos hoy.
P: Un niño de 10 años me pidió que le preguntara cómo piensa usted que será su vida dentro de 50 años.
R: Puede que tenga un futuro muy agradable, o un mundo no deseable que no se parezca en nada al de hoy. Si no hacemos nada por el ambiente y nuestras relaciones internacionales, podríamos tener una guerra nuclear. Depende de nosotros, de sus padres y abuelos, y de su generación, de si nos empezamos a tomar el medioambiente con seriedad. Ningún país está haciendo algo verdaderamente significativo para frenar la destrucción de nuestros sistemas climáticos y vitales, de los animales y plantas de los que dependemos para nuestro sustento. Si no cambiamos, no puedo ofrecer una visión muy alegre. Pero si decidimos hacer algo, y podemos hacer muchas cosas, podría tener una vida mejor que sus padres.
P: Según el filósofo y anarquista verde John Zerzan, la única solución es volver al primitivismo, y que acabaremos así de todas formas.
R: Estoy de acuerdo en que acabaremos así si seguimos el rumbo marcado, pero no diría que es la solución. La solución está en ver cuánto necesita una persona consumir, y ver cuáles son las ventajas de tener tanta gente viviendo al mismo tiempo. Si quieres maximizar el número de personas que vivan en el mundo, debemos tener una población sostenible a un plazo de millones de años. Al ritmo que vamos, es muy posible que lleguemos a un colapso de población en los próximos 50 o 100 años. Si queremos tener el máximo número de personas que vivan en este siglo, podemos destruir nuestros sistemas vitales y llegar a ocho o nueve mil millones, para después bajar a unos tantos cientos de miles y regresar a una población de recolectores y cazadores, que no es lo que yo apoyo.
P: ¿Usted cree que los científicos deben ser también activistas y no sólo informar?
R: Todos deberíamos invertir parte de nuestro tiempo en la acción. Las protestas de Wall Street demuestran que la gente está harta, y quizás sea el principio de un cambio del sistema político. Es triste que los candidatos presidenciales sean unos imbéciles que no saben nada y con cerebros pequeños que piensan que toda la comunidad científica se equivoca cuando dice que la sobrepoblación, el cambio climático, el vertido de sustancias tóxicas en el ambiente y la falta de atención al cultivo de nuestros alimentos son un peligro. Es un momento peligroso, en particular para EEUU, porque nuestro gobierno está roto, y lo llevan unos idiotas.
P: ¿Quizás nos fijamos demasiado en beneficios a corto plazo, comenzando por nuestro sistema económico, en lugar del pensamiento a largo plazo?
R: Correcto. Creemos que la economía puede continuar creciendo por siempre jamás. Un economista muy famoso dijo que si crees en el crecimiento perpetuo de la economía, o estás loco o eres un economista. Si la prensa sigue atrapada por las corporaciones y el Tribunal Supremo sigue dando más poder a las corporaciones y los más ricos, seguiremos igual. Desafortunadamente, los EEUU suelen arrastrar al resto del mundo.
P: ¿Es posible un cambio a una visión a largo plazo?
R: Si la gente, como la que protesta en Wall Street, sigue insistiendo por un cambio, es posible. Tenemos la ventaja de contar con un presidente muy listo, aunque esté mermado por asesores tontos y por una oposición al borde de la locura, el Partido Imbécil, los Republicanos. Es una pena, porque yo solía ser republicano. Pero, como muchos otros, dejé el partido cuando se volvieron totalmente locos.
P: ¿Recomendó usted alguna vez la esterilización obligatoria?
R: Dije que podríamos llegar a eso, pero nunca que fuera la solución ideal. Siempre pensé que sería muy difícil a nivel social. De hecho me sorprende el éxito de la política china. La presión suave con sistemas contraceptivos disponibles para todo el mundo que sea activo sexualmente y la política social que anima a la gente a parar con dos, es lo que yo siempre he recomendado. En Europa ha funcionado.
P: En el libro que escribió con su mujer, 'El animal dominante', dice que el hecho de que el Papa esté en contra de la contracepción no ha tenido mucho efecto en países católicos como España. ¿Cree que es igual en Latinoamérica?
R: No tanto como en Europa, pero van en esa dirección. Cuando el Papa habló contra la píldora, muchas mujeres latinoamericanas preguntaron a sus párrocos dónde encontrar esa píldora que había mencionado el Papa.
P: En sus estudios de evolución, consiguió que la mosca del vinagre se volviera resistente al DDT en un par de semanas. Los humanos necesitaríamos cientos de años para evolucionar de la misma manera. ¿Le preocupa el uso de pesticidas y tóxicos?
R: Mucho. Está comprobado el cambio drástico en proporción de hombres y mujeres. En algunos poblados subárticos están naciendo el doble de niñas que niños, cuando lo normal sería 107 niños por cada 100 niñas. Y también se está adelantando la edad de la pubertad. Sabemos que muchos de los químicos que soltamos al medioambiente, según crece la población, son tanto veneno como imitadores hormonales. En nuestras botellas de plástico ponemos bisfenol A, que fue desarrollado como una hormona femenina. El componente se filtra al agua de las botellas de plástico utilizadas para alimentar tanto bebés varones como hembras. ¡Es una locura! La situación tóxica es una bomba de relojería… y podría ser peor que el cambio climático, porque lo que soltamos al ambiente no hay manera de capturarlo de nuevo. Lo mismo con los océanos, que hemos recubierto con partículas de plástico y no sabemos el efecto que esto pueda tener.
P: Quizás así se reduzca la población…
R: ¡No es el método que yo recomendaría!
P: ¿Puede usted finalizar con un mensaje optimista?
R: Podemos hacer muchas cosas para enfrentarnos a estos dilemas, como limitar nuestra población, ser justos en el consumo distribuyendo bien los recursos, cambiar nuestro sistema energético para reducir los problemas de cambio climático, controlar nuestras sustancias tóxicas, proteger nuestra pesca, proteger la biodiversidad… Se puede hacer todo esto si contamos con voluntad política, lo que significaría organizar a la población mundial para que estemos verdaderamente seguros, en lugar de seguir el sistema de siempre. No hay nada pesimista sobre lo que podemos hacer. Lo pesimista es seguir haciendo lo de siempre. Debemos cambiar y lo podemos hacer de forma que todo el mundo viva mucho mejor.
Fuente:
Cada segundo nacen cinco seres humanos
Especial: DemografíaUn joven se manifiesta en Madrid mientras una mujer muere durante el parto en Nigeria. Los neones ciegan en Tokio y un anciano llora su soledad en Noruega... Un gemido, un sollozo, parto, parto, parto… Cada segundo, cinco recién nacidos incrementan el censo del mundo.
Las calles de Tokio, la ciudad más poblada del mundo. | Rudy Sulgan
Estos nacimientos nos llevan a crecer en 80 millones al año y a batir este mes de octubre de 2011 el récord de los 7.000 millones de 'vecinos' en la Tierra. El doble que en 1971. De acuerdo con las proyecciones de la ONU, el perfil medio de esta comunidad que aumenta, cada vez más contenida, es el de un asiático de 25 años y la vida a la que se enfrenta, de todo menos sencilla.
«El ciudadano 7.000 millones llega a un mundo interconectado, con nubes negras de crisis en los países desarrollados, pero con muchas potencias del sur superando la brecha. Nace en un mundo de relaciones internacionales nuevas, con desafíos, pero también con medios que no teníamos antes para sobreponerlos». La bienvenida al 'nuevo' se la da José Miguel Guzmán, experto de la UNFPA (fondo de población de la ONU), y estudioso de las tendencias en que nos movemos: mientras el mundo rico envejece haciendo tambalearse el bienestar, el menos desarrollado lucha contra la falta de opciones para planificarse. Los números hablan por sí solos: 97 de cada 100 personas nacen en países empobrecidos. [Consulte el informe de la ONU en PDF]
En términos globales, el ritmo de crecimiento de la población está descendiendo: la tasa de fecundidad mundial ha disminuido un 50% en 60 años —de los cinco niños por mujer en 1950, a 2,5 en 2010—. El aumento anual es del 1,1% y se prevé que entremos en fase de estabilidad a partir del año 2070. Lejos quedan las previsiones catastrofistas de Malthus, que alertaba en 1798 —'Ensayo sobre el principio de población'— de que crecíamos en proporción mayor que los alimentos y habría grandes guerras hasta alcanzar el equilibrio. O las del biólogo Paul R. Ehrlich, que en 'The population bomb' (1968) hablaba de la superpoblación como amenaza y cifraba en 2.000 millones la sostenibilidad del planeta.
Erraron en su análisis. No contaron con la tecnología. «Nunca antes hemos sido tan creativos. Hay más conciencia sobre el medio ambiente, cambios energéticos, mejoras en la medicina... Estamos a tiempo de crear un mundo sostenible», afirma Álvaro Serrano, coordinador de la campaña 7 Billion Actions, centrada en lograr ese objetivo.
Pero las diferencias entre países son abismales: mientras que Japón, la mayor parte de Europa, Singapur y Rusia presentan tasas de fecundidad de 1,6 niños por mujer o menos, Afganistán y el África Subsahariana superan los cinco. Otra cifra de las que hablan solas: Alemania con 82 millones de personas y Etiopía, con 83, son ahora similares en censo, pero en 2050, el alemán habrá disminuido a 75 mientras que el de Etiopía 'pesará' el doble. De cumplirse las previsiones, África se triplicará de aquí a final de siglo —pasará de 1.000 millones de personas hoy a 3.600 en 2100— y, en una década, La India superará a China como el estado más poblado del mundo. Europa será el único continente que decrezca: tras tocar el techo de 740 millones en 2025, seremos 63 millones de europeos menos al despedir la centuria.
«Existe una gran diversidad demográfica que podemos separar en tres grandes bloques», resume Guzmán: «Los países ricos, que tienen que compensar con inmigración su crecimiento negativo; los países con ingresos medios, que están acercándose al nivel de reemplazo —2,1 hijos por mujer, fundamentales para sostener el sistema— y los menos desarrollados, que mantendrán una natalidad elevada hasta mitad de siglo y luego se contendrán». Si las tendencias persisten, la Humanidad alcanzará los 9.000 millones de personas en 2050 y seremos más de 10.000 al finalizar el siglo. Más y mayores: la esperanza de vida ha pasado de 48 años en 1950, a 69 hoy. Guzmán advierte de que ningún país escapará a la «transición hacia el envejecimiento», pero ése es sólo uno de los retos a los que nos enfrentamos: cada día, 1.000 millones de personas pasan hambre; otros 1.000 millones no tienen acceso al agua; mil mujeres mueren durante el embarazo o parto...
¿Cuántos habitantes puede soportar el planeta? Espacio hay —la población actual cabría en el estado de California—; pero la sostenibilidad dependerá de las políticas y modelos de consumo que asumamos: «Serán cruciales los cambios que hagamos en los próximos 30 años. Es necesario planificar el acceso a servicios básicos, potenciar el poder de las mujeres para decidir sus vidas y reducir la dependencia de los mayores», explica Marcela Suazo, directora de la UNFPA para América Latina. Y advierte: «El 7% de la población —los 500 millones más ricos— producen el 50% de las emisiones CO2 —las de un estadounidense equivalen a las de cuatro chinos, 20 hindúes, 40 nigerianos o 250 etíopes—». Por ahí, no. ONGs y Naciones Unidas ponen sus esperanzas en los casi 2.000 millones de jóvenes que tenemos —el 43% de la población es menor de 25 años—. Invirtiendo en ellos, dicen, estamos a tiempo de diseñar un nuevo planeta.
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